Skip to main content
Category

Blogs de autor

Blogs de autor

The National

 

Debo al gran Santiago Vaquera el descubrimiento de The National, el grupo que más he escuchado estos meses. The National suena como un grupo inglés más, con ese tono melancólico tan bien perfeccionado por Editors y Keane, con la diferencia de que sus integrantes en realidad son de Brooklyn. La voz de crooner de Matt Berninger hace pensar en cómo sonaría Coldplay si el cantante fuera Bryan Ferry o Richard Hawley. Boxer es el mejor de sus discos, y casi todas las canciones son recomendables, pero si hay que elegir, me quedo con "Apartment Story", "Start a War" y "Brainy", tres que llegaron para quedarse. "Apartment Story", en particular, me pone inmediatamente en un estado melancólico. Y recuerdo mis días en Madrid, en un departamento soleado en Chamberí, y los sábados por la mañana en que bajaba al café de la esquina a leer Babelia en El País, y el ABCD, donde siempre me encontraba con algo fascinante en las columnas de Félix o las reseñas de Fresán. Y luego pienso en mi viaje a las misiones, en lo que escuchaba en la carretera. Recuerdo muchas cosas más, pero mejor no sigo: este post es sobre The National, no sobre Madrid o las misiones...

Leer más
profile avatar
5 de septiembre de 2008
Blogs de autor

Máquinas de escribir

Se trata de arte, precisamente de escultura. En la galería virtual de Jeremy Mayer, todos los seres vivos son productos de la fragmentación y reconstrucción de unas máquinas de escribir.

Hay hombres, gatos, insectos, androides, sobre todos androides muy parecidos a C-3PO, el compañero de R2D2 en la guerra de las galaxias. Desde Tolstoi la máquina de escribir ocupa una posición de primer plano en la literatura y se discuten todavía las consecuencias de su salida. Las esculturas de Mayer son de la era pre-digital, es decir, de hace unos siglos. Pero la pregunta de hoy es: ¿cambia la literatura cuando cambia la herramienta? Es la pregunta secreta del artista que destruye a las máquinas de escribir.

Leer más
profile avatar
5 de septiembre de 2008
Blogs de autor

Contra Fraga

Llevo tantos años soportando su presencia, sus palabras, sus obras, su imagen y sus insoportables formas que pensaba que ya no podría sorprenderme. Que no podría irritarme por las carcamaladas seniles de un político franquista, firmante de asesinatos ilegales, un cadáver superviviente de los tiempos pasados. Sin embargo por culpa, o gracias, al altavoz de los medios, el tal Manuel Fraga sigue teniendo la capacidad de irritarme. Después de tantos años consigue indignarme hasta el extremo de entrar al trapo. ¿Qué me importa lo que dice alguien que no sabe lo que dice? Y si lo sabe, es todavía más insignificante. Más irrelevante: por ignorante, por tergiversador o por mal intencionado.

No quiero seguir dando importancia a ese tipo que lleva siendo un incordio desde que recuerdo tener interés por la política, por los políticos. El fue, también en la transición, la imagen de lo que menos me gusta de este país, de sus gentes y sus públicos personajes. Nunca he podido, ni querido bajar la guardia, de estar contra los franquistas. El fue una de las cabezas, y cuerpos en bañador, que más me tocó soportar en el final de la dictadura. Siguió en la transición. Disimuló con el país autonómico. Y sigue dando el peor de los gaitazos cuando en este país se quiere saber dónde, cuándo, quién y cómo fueron los responsables de asesinatos, selectivos y en masa, a los españoles que fueron dignos, demócratas y republicanos. ¿Tendrá muertos que ocultar debajo de alguna higuera? En fin. No quiero seguir perdiendo el tiempo. Bastante pesado es seguir tantos años contra Fraga. Preferiría no tener que escucharle. No entrar al trapo. Pero muchos somos así de tontos, aunque no nos tapemos los cojones cuando deberíamos taparnos la cara. El chiste lo contaré otro día. Hoy no tengo mucho humor para reírme con ese ex de la historia. Además me siento como uno de esos muchos de aquél poema de Pablo Neruda:

 

"...Cuando todo está preparado

 para mostrarme inteligente

 el tonto que llevo escondido

 se toma la palabra de mi boca..."

 

Tonto, sí, pero lo que oigo me hace dos tontos. Pero no consigue que pierda la memoria.

Leer más
profile avatar
5 de septiembre de 2008
Blogs de autor

Flor de Lotto / XXIV

XXIV. Cualquier hijo de vecino.

Toc, toc. Toc, toc. Toc, toc. ¿Qué se hace en estos casos? ¿Pregunta uno quién toca, a riesgo de tornarse un desobediente flagrante y enfrentar las feroces consecuencias? Andersón se sosiega una vez más y regresa al control de la televisión. Zap. Zap. Zap. Busca desesperado un canal de noticias, pero en los dos que encuentra no hay sino reportajes que le parecen totalmente insulsos. ¿A quién mierda le importan el Dow Jones y Al Qaeda cuando lo único urgente es Fidel Castro? ¿No hay por ahí un alma caritativa que le ofrezca un reporte de salud del mandamás cubano, una declaración, un flash informativo que incluya la primera plana del Granma? Tantos años de aborrecer al barbón, de jurarse justicia con decisión y rabia, de cambiar el canal cada que aparecía el uniforme color verde olivo, y ahora que cree tenerlo en el cuarto de al lado se conforma con perseguir su huella en la televisión. Cualquier cosa con tal de no atender a esos toquidos. Necesita pensar, si bien tal es un lujo que no alcanza a pagarse.

     -¿Señor Moreira? -la enfermera se asoma y él recuerda su nombre: Juan Manuel.

     -Yes? -responde sin pensar, con las manos temblonas y la cabeza de repente en Miami Beach.

     -¿Ya está listo, señor?

     -¿Listo para qué? -se endereza, se agita, se crispa el falso Juan Manuel Moreira.

     -Vamos a hacerle unos cuantos análisis, no se le olvide que mañana entra a quirófano -la palabra mañana de súbito le suena como la negación de todo mañana. No es que esté encariñado con su riñón, pero adivina que en cuanto lo pierda se quedará también sin esperanzas. Harán de él lo que quieran, empezando por trasplantárselo al hombre que más odia en este mundo. ¿El vecino, tal vez?

     Segismundo se deja hacer, resistiendo la tentación de bombardear a la enfermera con sus dudas. Sería una torpeza, considera. Para el caso, prefiere arriesgarse atendiendo más tarde al llamado del vecino. Esta enfermera es demasiado linda para confiar en ella, por una vez tiene que resistir a esa debilidad por cuya causa se halla aquí atrapado. ¿Cómo es posible que aún se pregunte si un día volverá a ver a Apolonia, después de todo lo que ha hecho con él? Mientras soporta la alta vergüenza de prestarse a esa porquería del coprocultivo, se confiesa que al cabo nunca supo negarse a las peticiones de una mujer. Nada lo debilita más que unas faldas, sobre si todo si abajo se agazapan unas piernas torneadas y carnosas. Las de la Corleonetta, las de la enfermera, las que sean, por el amor de Dios. Lo dicho: es débil y no sabe ocultarlo.

     -Le dejo un videojuego, para que se entretenga -le sonríe ampliamente la enfermera y le pone en las manos un Playstation portátil.

     -No sé cómo jugar... -repara y se arrepiente de inmediato- Pero puedo tratar, a ver qué tal me va.

     Enciende el videojuego. Grand Theft Auto, le anuncia la pantalla, y él instintivamente oprime el botón Home. Ve aparecer entonces nuevas opciones, y una de ellas le para los pelos de punta: web browser. Cuando menos lo piensa, ya está en Internet. Nada parece entonces más sencillo que entrar al Google y teclear la palabra Granma. Está en eso cuando de nuevo escucha el toc-toc en la puerta de atrás. ¿Y si fuera su padre quien lo procura? La sola duda lo hace reaccionar: no se imagina a Castro tocándole al puerta al vecino. Ni a nadie, en realidad. Lo mandaría llamar, si fuera el caso.

     En un golpe de instinto, Segismundo hace a un lado el PSP, emerge de las sábanas y repta hasta la puerta trasera. Toc, toc, responde y acto seguido escucha la réplica puntual. Toc, toc, toc. Hasta donde recuerda, nadie le ha prohibido dar golpes en la puerta trasera del cuarto. Ya se está preguntando otra vez si no será otro truco de la nefanda Apolonia Zarur cuando observa un papel deslizarse debajo de la puerta. Lo levanta del piso, lo desdobla...

¡Ayúdeme, vecino! ¡Sáqueme de esta vaina antes de que me maten!

     Segismundo recula, vuelve sobre sus pasos, trepa a la cama y agarra el PSP con ambas manos, como si se tratara del manubrio de una nave espacial. Se repite en silencio las palabras que acaba de leer. En el lenguaje de los videojuegos, ello equivale a recibir la atenta bienvenida al próximo nivel.

Lunes en FLOR DE LOTTO: XXV. ¿Papá...? 

Leer más
profile avatar
5 de septiembre de 2008
Blogs de autor

Superhéroes

Se pueden hacer consideraciones sobre si es necesario o recomendable el papel de un Batman salvador y protector en una sociedad que ha de salvarse a sí misma, que pueden que hayan calado en la sociedad norteamericana que sigue en periodo de elecciones, pero que en mí el efecto ha sido de absoluta indiferencia. Los motivos por los que actúe Batman me dan igual. Es guapo, es rico, es bueno y tiene un traje tuneado. Lo que importa es el traje. Alguien que se mete en un traje así para andar por el mundo, aunque sea para hacer el bien, no es bueno. Y puede que aquí se encuentre la clave de la película, pequeña clave para tan largo metraje.

/upload/fotos/blogs_entradas/superman_med.jpgCreo que me gustó más la versión de Tim Burton que ésta, por lo menos construyó una Gotham expresionista. De lo que estoy segura es que la siguiente versión no iré a verla porque Batman no me dice nada, me parece insulso. No sé por qué se empeñan en recrearlo una y otra vez. Prefiero mil veces más a Superman. Superman siempre me gusta porque es extraterrestre y tiene poderes. Se disfraza de hombre normal que trabaja en un periódico y está enamorado de una chica y sólo recurre a la capa en los momentos críticos. Es una capa que nos podemos hacer cualquier con un trozo de tela, no es como el acorazado traje de Batman, puro diseño. La capa de Supermán es como la autoestima con que nos tenemos que cubrir cada cual para hacer frente a las situaciones. Clark es entrañable y vive mezclado con la gente, aunque no es probable que se pueda cruzar genéticamente con su amada Lois, y por tanto no es probable que tengan descendencia. De tenerla, ese niño o niña probablemente sería menos vulnerable a la cryptonita.

En cuanto a las peligrosas ideologías que se transmiten los comics, a estas alturas todos tendríamos que saber que los superhéroes no existen.

Leer más
profile avatar
5 de septiembre de 2008
Blogs de autor

La paradoja de Benavides

Cuando uno entra a una librería tiene dos opciones: compra o no compra el libro. Después, al llegar a su casa, se enfrenta a otras dos más: lo lee o lo abandona sin apenas echarle un vistazo. Y finalmente -en el supuesto de que por fin lo lea- tiene una última elección: lo califica de bueno o de malo. /upload/fotos/blogs_entradas/elogio_de_la_lectura_1_med.jpgLa primera elección nos remite a una mera transacción, en tanto que la última es fundamentalmente un juicio de valor. Y ese carácter discrecional que a menudo los lectores molientes y corrientes no tenemos en cuenta es el que crea una gran confusión a la hora de valorar una novela. Para cierto tipo de lector, la literatura empieza y acaba en los best sellers, cuyo hábitat natural son las grandes superficies. Lo demás es un rollo indigesto para culturetas y snobs. Para otro género de lector, acaso más exigente (o más pedante, según se mire) la literatura sólo es un bocado exquisito que se adquiere en los Delicatessen que son ciertas librerías con solera y no tiene nada que ver con esa junk food literaria que se compra en Alcampo, justo al lado de la sección de bricolaje. Naturalmente que hasta una fotocopiadora es capaz de advertir que hay toda una gama de grises entre el blanco y el negro, pero por desgracia la persistente polémica entre los defensores y detractores de ambas maneras de encarar la literatura parece demostrar que seguimos confundiendo transacción con valor.

Hay muchas buenas novelas que no se comen un rosco, comercialmente hablando. Pero otras tantas que sí. Y viceversa: Hay muchos escritores cuyas malas novelas producen halitosis después de leerlas unos minutos en voz alta, y no se venden ni a tiros, mientras otras se inscriben con facilidad en las listas de las mas vendidas durante meses. Porque, con mucha frecuencia, el valor literario de una novela poco o nada tiene que ver con sus ventas: sea mala o buena venderá seguramente por razones -al menos en principio- absolutamente herméticas hasta para los propios editores. Un buen editor sabe que las reglas del mercado editorial son claras y precisas: El problema es que nadie las conoce. Pero lo pernicioso ocurre -sí, venga, vamos a romper una lanza por las que venden mucho- cuando aparece lo que ya mis amigos llaman la paradoja de Benavides que dice que "dado un circuito de opinión X, el grado de crédito literario de un autor es inversamente proporcional al número de ejemplares que vende". Es decir que si un autor empieza a vender sus libros a un ritmo cada vez mayor, más serán las voces que le nieguen lo que en principio, cuando no se comía un colín, le concedían: calidad literaria. Naturalmente no lo serán los lectores molientes y corrientes, sino los críticos, los editores que no lo editaron, los reseñistas y por supuesto los propios escritores que normalmente dicen «todavía no lo he leído», cuando aparece un libro que vende mucho. Y eso, además de mezquino, es descabellado. Una novela es buena o mala sin que ello dependa de su valor comercial. Eso es lo único que debería quedar en nosotros al escribir un libro o al leer el de otro, sin importar el sello o el tiraje, el nombre o la prosapia.

Sí, ya sé lo que están pensando: ¡Colón! Mejor cierro el chiringuito veraniego y me dedico a lo mío: el taller. Empezamos el viernes que viene. Hasta entonces.

Leer más
profile avatar
5 de septiembre de 2008
Blogs de autor

Memorias sin epitafio

Los lectores de Moby Dick, mas también los que han visto aquella excelente película que realizara John Huston hace ya medio siglo, quedan atrapados desde el primer momento por las palabras de Ismael, quien vincula su deseo de escapar de tierra firme al hecho de que la vida se ha convertido para él en un brumoso noviembre. En lugar, nos dice, de arrojarse como Catón sobre su espada, Ismael busca en los puertos de mar un modo de redención, un nuevo destino, que como el de Starbuck (el segundo de a bordo), Bulkington (suerte de embarcación azotada por el temporal y para la que la costa rocosa, promesa de reencuentro con "todo lo que es caro a nuestra existencia mortal", constituye el peligro mayor) y demás tripulantes del Pequod quedará sellado por la obsesión trágica de Ahab. Sin embargo, algo muy importante distingue a Ismael de los demás, a saber, el hecho de que Ismael sobrevive. Sobrevive gracias al ataúd que, al tener premonición de su propia muerte, había construido para sí el arponero Queequeg y que, en la calma de las aguas que sigue al Apocalipsis, la suerte ofrece a Ismael como balsa flotante. No obstante, Ismael no se equivoca sobre cómo interpretar esta condición de único superviviente; sabe ahora cuál era realmente el contenido del nuevo destino que buscaba, destino que se confunde con una misión: Ismael ha sido preservado "tan sólo para contarlo".

Contar no es, en efecto, una actividad contingente, que el hombre vendría o no a realizar según se lo permitieran o no las vicisitudes serias de la vida. Pues contadas o narradas vienen a ser para el hombre, en un momento esencial de su desarrollo, todas las cosas que configuran el mundo. Si el mundo apareció por vez primera bañado en palabras, justo es que Ismael sienta como tarea destinal el redimir por la palabra la humana pulsión que atormenta a Ahab y que, imponiéndose sobre toda exigencia movida por el interés social o la exigencia animal de conservación, le lleva a sacrificar, junto a la suya propia, la vida de sus hombres.

A modo de ilustración presento aquí el capítulo 23 de Moby Dick, que bajo el título The Lee Shore (la costa a sotavento, o la costa-refugio) se dedica en exclusiva al personaje de Bulkington. Me permito recordar, como único comentario, que esta página fue hasta el fin de sus días referencia ética para mi entrañable amigo el filósofo Ferran Lobo, quien la citaba en la sobria versión realizada por el poeta italiano Cesare Pavese.

/upload/fotos/blogs_entradas/moby_dick_1_med.jpg"Algunos capítulos atrás hablé de Bulkington, un marinero de larga estatura que estaba recién desembarcado y que encontré en la posada en la que me albergué en New Bedford. Pues bien: en aquella gélida noche invernal, mientras la proa del Pequod rasgaba las olas amenazantes del océano, ¡ quién veían mis ojos sino a Bulkington¡, de pie ante el timón.

"Contemplé con mezcla de amistoso respeto y de temor al hombre que, en el rigor del invierno, y que apenas había tocado tierra tras un peligroso viaje de cuatro años, volvía, sin darse un reposo, a la aventura de un nuevo periodo de navegación. La tierra parecía arder bajo sus pies. Las cosas maravillosas son siempre inenarrables; los recuerdos profundos no producen epitafios; este corto capítulo es el memorial sin lápida de Bulkington. Básteme decir que le ocurría a Bulkington lo que al buque míseramente sacudido por la tormenta a lo largo de la costa a sotavento. El puerto le ofrece socorro; el puerto es acogedor; en el puerto hay seguridad, confort, calor de hogar, cena apetitosa, amigos, todo cuanto es caro a nuestra existencia mortal. Pero en la tormenta, el puerto, la tierra, es para el barco el más directo enemigo. El barco debe huir de su hospitalidad, puesto que si su proa tan sólo llegara a rozar la costa, se destrozaría por entero. Así, hará lo imposible por tender sus velas hacia mar abierto, y huirá de los vientos que le conducirían a la costa acogedora; busca de nuevo la agitación de un mar desamparado, pues, en la tormenta, tras el refugio se cierne el peligro, su único amigo es su más acerbo enemigo.

"¿Conocéis ahora la especie de los Bulkington? Os parecerá entonces vislumbrar esta mortal e intolerable verdad: que todo pensamiento profundo y severo no es sino el intrépido esfuerzo del alma por mantener la abierta independencia de su propio mar, mientras que los más furiosos vientos del cielo y de la tierra conspiran por arrastrarla hacia la orilla traidora y servil.

"Pero sólo en la soledad del mar sin orilla reside la verdad más alta, tan in-acotada e indefinida como el mismo Hacedor: antes perecer en esta infinitud que ser arrastrado sin gloria a sotavento, ¡incluso aunque la salvación resida en ello¡ Pues,¿quién quisiera, como un gusano, arrastrarse cobardemente hacia la tierra? ¡Terror de los terrores¡ ¿Será vana toda esta agonía¡ ¡Coraje Bulkington, coraje¡ ¡Mantente inexorable, semidiós! Pues de la espuma de tu mar oceánica, indomable, emerge tu apoteosis."

 

(Some chapters back, one Bulkington was spoken of, a tall, new-landed mariner, encountered in New Bedford at the inn.

When on that shivering winter's night, the Pequod thrust her vindictive bows into the cold malicious waves, who should I see standing at her helm but Bulkington! I looked with sympathetic awe and fearfulness upon the man, who in mid-winter just landed from a four years' dangerous voyage, could so unrestingly push off again for still another tempestuous term. The land seemed scorching to his feet. Wonderfullest things are ever the unmentionable; deep memories yield no epitaphs; this six-inch chapter is the stoneless grave of Bulkington. Let me only say that it fared with him as with the storm-tossed ship, that miserably drives along the leeward land. The port would fain give succor; the port is pitiful; in the port is safety, comfort, hearthstone, supper, warm blankets, friends, all that's kind to our mortalities. But in that gale, the port, the land, is that ship's direst jeopardy; she must fly all hospitality; one touch of land, though it but graze the keel, would make her shudder through and through. With all her might she crowds all sail off shore; in so doing, fights 'gainst the very winds that fain would blow her homeward; seeks all the lashed sea's landlessness again; for refuge's sake forlornly rushing into peril; her only friend her bitterest foe!

Know ye, now, Bulkington? Glimpses do ye seem to see of that mortally intolerable truth; that all deep, earnest thinking is but the intrepid effort of the soul to keep the open independence of her sea; while the wildest winds of heaven and earth conspire to cast her on the treacherous, slavish shore?

But as in landlessness alone resides the highest truth, shoreless, indefinite as God - so, better is it to perish in that howling infinite, than be ingloriously dashed upon the lee, even if that were safety! For worm-like, then, oh! who would craven crawl to land! Terrors of the terrible! is all this agony so vain? Take heart, take heart, O Bulkington! Bear thee grimly, demigod! Up from the spray of thy ocean-perishing - straight up, leaps thy apotheosis!)

Leer más
profile avatar
5 de septiembre de 2008
Blogs de autor

'El navegante dormido'

Portada del libroAbilio Estévez

Tusquets Editores

Barcelona, 2008

El navegante dormido es la historia de la prolífica, abigarrada y muy movida familia Godínez, a cuyas peripecias se añaden las de una saludable sucesión de personajes, personajillos e incluso animales (esos tomeguines a los que terminas tomando un gran afecto) y cosas (por ejemplo el reloj de péndulo sin manecillas y que da las campanas al azar, aunque también pueden ser objetos icónicos como la propia mansión familiar, un viejo bote, una radiogramola o una mítica cantante de jazz). Para dar cuenta de todo ello el autor ha recurrido a eso que un crítico de antes describiría como "una gran variedad de esbozos y apuntes realizados con trazos finos o brochazos gruesos y que se van acumulando hasta configurar un gran fresco de La Habana a lo largo de casi todo el siglo XX".

Aquí la palabra clave es acumulación. La narración no se desarrolla como una evolución desde el planteamiento inicial hasta el desenlace final (ese que el crítico de antes llamaría una "novela río") sino que va creciendo por acumulación o suma de unas historias que dan motivo a otras que a su vez provocarán nuevos extravíos, fugas, suicidios, renuncias y pasiones que serán el fundamento de los dislocados avatares de las siguientes generaciones. La novela está divida en cuatro partes subdivididas a su vez en un centenar de capitulillos cortos dedicados a unos personajes u otros, pero también a objetos, sueños, pesadillas, creencias y discusiones. En ocasiones, lo dicho en uno de esos capitulillos es palmariamente desmentido en el siguiente. O no. Depende.

Obviamente, y dado que el material narrativo abarca desde los años primeros años del siglo XX hasta 1977, y puesto que en conjunto alcanzamos a conocer a varias generaciones de la familia Godínez con sus respectivos cónyuges, descendientes, amantes, amigos y demás, la fragmentación narrativa es inevitable. Y con ella es inevitable también la obligación, por parte del lector, de ir recomponiendo a su aire ese enorme rompecabezas (la novela tiene 376 páginas sin apenas diálogos) de ambiente caribeño y por lo tanto abigarrado, carnal, colorista, musical y muy movido. Tan movido, de hecho, que debido a los continuos saltos en el tiempo y el espacio, el lector acaba por desorientarse y durante páginas enteras puede no estar seguro de si de verdad pasa lo que le cuentan que pasa o si sólo es un delirio. O una deliberada falsificación biográfica.

Abilio EstévezPor suerte, y como si fuera un contrapeso del que se vale para equilibrar su tendencia a la exuberancia narrativa, el autor posee una rara cualidad que no sé bien cómo describir pero que se parece mucho a un instinto especial para establecer complicidades tácitas con el lector. Hablo de esos iconos (personas, animales o cosas) que actúan a la manera de hitos o puntos de referencia y que ayudan al lector a no perderse definitivamente en la maraña de vericuetos y pistas falsas que le salen al paso. El ejemplo más obvio es ese huracán Katherine que amenaza a la isla entera desde la primera página y que, como bien se encarga de resaltar uno de los personajes, "a los huracanes les ocurre como a las desgracias, que nunca vienen solas". En mitad del tráfago de amoríos extraviados, ensueños nunca bien resueltos, desfallecimientos de la más descarnada vejez o brutales irrupciones de la realidad (esa agonizante Revolución que ni se muere ni deja vivir) la amenazadora inminencia del huracán termina siendo una presencia benéfica, una referencia segura, un punto de luz en la oscuridad batida por el viento. Sabemos que esa fuerza desaforada será el punto de inflexión que provocará el (ominoso) desenlace, pero al mismo tiempo la tienes por aliada y recibes sus apariciones como quien encuentra a un amigo en tierra extraña. La catástrofe como valor seguro. O la solidez de la casa, que es una garantía frente a la amenaza del huracán y a la vez una especie de cárcel para sus habitantes. Y algo parecido ocurre con el mar, de momento calmo y amigo pero que en cualquier momento se encrespará por la fuerza del huracán. O con un viejo bote carcomido que ya fue la tumba de un Godínez y que ahora es el vehículo elegido por el muchacho cuya huida de la isla dará título a todo el relato. Aunque parezca extraño, la desmesura del huracán que se acerca, la sórdida robustez de la casa y la fragilidad de un bote, pero también la presencia de unos pájaros o de una vaca llamada Mamito, por no hablar de la voz inconfundible y eterna de Bessie Smith, son como signos inmutables que contribuyen a la ordenación del paisaje y dan sentido a las vidas que se desarrollan en él.

Leer más
profile avatar
5 de septiembre de 2008
Blogs de autor

Contra el vino

Ha llegado a ser tan tópica, empachosa y snob la actual y omnipresente reverencia al vino que el agua renace con una elegancia suprema. En el interior del frasco de vino se desmorona el cerebro y le cabecea la mente mientras sobre el agua flota la inteligencia de estilo. /upload/fotos/blogs_entradas/grifo_de_cocina_con_mecanismo_de_ahorro_y_goteando_med.jpgAgua e inteligencia convergen en una mágica morfología interior donde el fluido de los mejores pensamientos mejora bañados por la transparencia del agua.

Repudio a la turbación del vino como también a la falsa agua mineral, gaseosa o no, con marca y altos precios. El agua del agua, el agua desnuda de atributos está a punto de ser ofrecida en los establecimientos más sensibles y auténticos, sin propósito, sin propaganda, sólo para beber.

En toda bebida espirituosa el cuerpo el sorbo como una intrusión que, aun siendo placentera, estorba la conjunción del organismo y crea mediante su maldito alcohol erosiones y enconos gratuitos. El agua, por el contrario, riega, amansa y fertiliza. Se suma a la materia orgánica como una mano bendita y engalana. Mi estómago y el de tantos otros malheridos reciben la proximidad del vino como un primer párrafo de malhumor y en lo sucesivo, dos o tres copas más, como una anegación de muerte. O, incluso peor, como embestidas hacia espacios imprevisibles donde se sabe bien como el yo y el mundo se estiman o se abisman.

Leer más
profile avatar
5 de septiembre de 2008
Blogs de autor

Galería de espectros: Sócrates

Rafael Argullol: Hoy en mi galería de espectros he visto el perfil de fauno de Sócrates.
 
Delfín Agudelo: ¿Viste acaso el personaje histórico de Sócrates o el literario de Platón?
 
SócratesR.A.: Evidentemente todo lo que podemos saber de Sócrates lo sabemos a través de Platón y algún otro contemporáneo. Es completamente llamativo que alguien que ha influido tanto en la historia y en la mente humana no haya dejado ni una sola página que podamos leer; por tanto, apenas tenemos posibilidades de distinguir entre Sócrates como personaje histórico y Sócrates como personaje literario creado o recreado por Platón. A mí me interesa fundamentalmente resaltar este último; siempre he creído que Platón, que generalmente es calificado de filósofo con razón, es uno de los principales escritores que ha dado la historia de la literatura. En esa dirección su dibujo del personaje Sócrates, protagonista absoluto de la mayoría de sus diálogos, es simplemente excepcional. Creo que Platón logra crear uno de los personajes que más trasciende la propia literatura, que trasciende evidentemente su época y llega a los siglos venideros. Lo precioso de este personaje es que es alguien que de alguna manera hace confluir en él lo que son los dos grandes espejos de la cultura griega del momento: el espejo de la comedia y el espejo de la tragedia.
Sócrates, como personaje de Platón, afronta muchísimos de los temas que simultáneamente o un poco antes han afrontado los poetas trágicos vinculados con la condición humana, con la colectividad, vinculados con la ética, vinculados con la metafísica. Pero los afronta de una manera completamente distinta al rescatar una de las figuras cruciales de la comedia que era el eiron, un personaje que se hacía el tonto, dejaba que los otros hablaran para finalmente darle la vuelta a los argumentos. De ahí la ironía socrática que construye con tanta habilidad Platón. Sócrates, ese personaje que en lugar de avasallar a los otros con sus argumentos y verdades dogmáticas, lo que hace que irónicamente, como lo era la figura de la comedia, los otros vayan hablando, él va escuchando, y de una manera muy hábil va desarticulando los argumentos de los otros y finalmente ofrece su propia verdad que se va desgranando con una gran ductilidad y flexibilidad. Por tanto, si tenemos en cuenta la participación de Sócrates como interlocutor principal en todos los diálogos o mayoría de diálogos de Platón, hay que concluir que difícilmente en la historia de la literatura hay un personaje de tal envergadura, que incluso evidentemente nos lo agiganta por encima del Sócrates histórico del cual sabemos relativamente pocas cosas, y no podemos leer nada.

Leer más
profile avatar
5 de septiembre de 2008
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.