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Poesía y música

Ayer, a eso de las siete y media de la tarde, tomé el metro para ir al Círculo de Bellas Artes, donde se iba a presentar la colección de poesía que el periódico El País va a entregar a sus lectores a partir de este domingo. Pues bien creo que todos los que íbamos en el vagón sentimos algo parecido cuando en medio del silencio (nadie hablaba) un chico comenzó a tocar su clarinete y otro un saxofón. Tocaron tan bien, fue tan agradable, que creo que a ninguno nos hubiese importado que el viaje durara el doble. Creo que la música en la calle es un valor que habría que proteger. ¡Más música, por favor!, aunque no suene a la perfección. De acuerdo que ahora la llevamos encima, conectada directamente en los oídos, pero no es lo mismo. La música es una manera de ponernos en relación.

Una vez en el C.B.A., el director de la colección de poesía, Jose Manuel Caballero Bonald, dijo que "cada poema es como una última voluntad". Y músicos y actores leyeron poemas que escuchamos todos. Poemas que nos hicieron pensar a un tiempo. ¡Vaya tarde! 

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18 de noviembre de 2008
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El primer presidente judío

Bill Clinton fue el primer presidente negro de la historia de Estados Unidos, según la Premio Nobel de Literatura, Toni Morrisson. Barack Obama, según testimonios recogidos por el diario israelí Haaretz, será el primer presidente judío. /upload/fotos/blogs_entradas/barack_obama_junto_a_su_consejera_valerie_jarrett_en_primer_plano_med.jpgEl comportamiento de los ciudadanos norteamericanos que se identifican como judíos fue muy claro: un 77 por ciento votaron por Obama, tres puntos más que lo obtenido por Kerry en 2004 y sólo dos menos que Al Gore en 2000. Portavoces de la comunidad afro americana subrayaron inmediatamente después de las elecciones las estrechas relaciones que habían establecido ambas comunidades desde los años 60 con motivo de las movilizaciones por los derechos civiles.

El diario Haaretz ha recogido testimonios de dirigentes de la importante comunidad judía de Chicago en los que se subrayan las estrechas relaciones con Obama, al que reconocen prácticamente como uno de los suyos. Uno de los dirigentes, el abogado Alan Solow, asegura que la biografía del nuevo presidente, hijo de un extranjero y una norteamericana, su búsqueda de las raíces propias y su énfasis en la educación y en el trabajo forman un perfil semejante a la de los judíos de América. "Cuando dice que la seguridad de Israel es sacrosanta, yo le creo", asegura. "Siempre ha tenido una profunda comprensión de la necesidad que tiene Israel de seguridad".

Michael Bauer, otro dirigente de Chicago, observa las afinidades por un lado más ideológico. La separación entre iglesias y estado, el derecho de las mujeres a escoger y por supuesto su comprensión de las relaciones entre Estados Unidos e Israel le sitúan muy cerca de la comunidad judía de Chicago, de características muy progresistas. Bauer cuenta que Obama ha visitado Israel dos veces y ha estado en Sderot, la ciudad próxima a la frontera con Gaza que ha sufrido numerosas víctimas mortales por el impacto de centenares de cohetes Qassam. "Está comprometido con la existencia de Israel como Estado judío con fronteras seguras, no tengo ninguna duda", ha dicho Bauer.

Rahm Emmanuel, el jefe de gabinete de Obama ya nombrado, es un miembro destacado de la comunidad judía de Chicago, hijo él mismo de israelí y voluntario durnate la primera guerra del Golfo en tareas de autodefensa en Israel. Al vicepresidente Joseph Biden se le considera un político también muy comprometido en la seguridad de Israel. Y el propio Obama realizó un discurso ante el American Israel Public Affairs Committee, justo después de ganar a Hillary Clinton en las primarias, en el que dijo que "Jerusalén debe seguir siendo la capital de Israel y debe permanecer indivisa".

Hay que leer este discurso para observar hasta qué punto Obama está integrado en el consenso americano sobre la seguridad de Israel, algo que desde Europa cuesta o no se quiere entender siempre. Con un matiz, sin embargo, respecto a la posición de Obama y de la propia comunidad judía que ha votado mayoritariamente al candidato demócrata. "George Bush ha sido un desastre para el Estado de Israel", le dice Michael Bauer a la periodista de Haaretz. Algo parecido dice Obama en su discurso. Y yo también he oído palabras semejantes en boca de destacados isarelíes, identificados con el gobierno de Olmert y sobre todo con Tzipi Livni.

El compromiso de Obama con Israel conducirá a intentar de nuevo el camino de la paz, para evitar que se estreche todavía más el camino. Cada vez más gente sabe que el dilema ahora es entre la existencia de dos estados, con garantías para la seguridad de Israel y un país viable y gobernable para los palestinos, o un futuro Israel desbordado demográficamente que terminará siendo binacional y clausurando el sueño sionista. Ojalá este primer presidente judío americano consiga lo que Clinton no pudo y Bush no quiso. La existencia de Israel no tan sólo no está en contradicción con una paz justa e inclusiva para los palestinos sino que ésta última se está convirtiendo en condición indispensable para su futuro.

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18 de noviembre de 2008
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Colección particular: La inmortalidad

Rafael Argullol: Repara, Delfín, en esta foto de esa magnífica mujer con esa expresión de dignidad que parece ya más allá del tiempo.
Delfín Agudelo: Se trata de la vejez magnífica de Rita Levi-Montalcini, premio Nobel de medicina, en su última visita a Madrid.
R.A.: Yo creo que esta imagen tiene una capacidad extraordinaria para explicar diversas cosas. Una, la dignidad que puede tener el ser humano a los cien años, porque ella está a punto de cumplirlos. Dos, una expresión en los ojos que parece en cierto modo sintetizar todo ese siglo que ha vivido. En tercer lugar también me gusta muchísimo cómo en esa fragilidad que se explicita en la fotografía, hay atrapada una fortaleza desbordante. Y por último creo que es una imagen que ilustra algo que ha defendido siempre Rita Levi-Montalcini, y es que la vida es tan fuerte y tan importante que no puede quedar exclusivamente enclaustrada en el pequeño margen de un cuerpo. Si alguna imagen viene a ilustrar este principio de la doctora Levi-Montalcini es la suya propia, porque efectivamente parece que desde esa debilidad o fragilidad casi etérea, de una ligereza de pluma, Rita Levi-Montalcini domina un panorama vastísimo de vida que en efecto no puede quedar circunscrito a los puros límites de la piel, y tampoco  a los puros límites cronológicos de lo que acostumbramos a llamar vida. La propia Levi-Montalcini  lo ha descrito de manera maravillosa al afirmar: "Lo importante es la forma  en que hemos vivido y el mensaje que dejamos. Eso es lo que nos sobrevive. Eso es la inmortalidad."

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18 de noviembre de 2008
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II. Pelea de burro amarrado con tigre suelto

Fui a votar la mañana del 9 de noviembre a pesar de que los nubarrones de fraude eran demasiado espesos. El Consejo Supremo Electoral había prohibido arbitrariamente la participación de dos partidos con representación parlamentaria, el Movimiento Renovador Sandinista (MRS), y el Partido Conservador (PC); le había quitado su propio partido, la Alianza Liberal Nicaragüense (ALN), al candidato a alcalde por Managua, Eduardo Montealegre, para entregárselo a unos aliados de Ortega; las manifestaciones opositoras al régimen habían sido disueltas a garrotazos, pedradas y balazos; haciendo uso de los fondos del ALBA, la plata de Chávez, el gobierno había entregado en las dos últimas semanas de la campaña electoral terrenos urbanos, vacas, cerdos, láminas de zinc, bolas de fútbol, bolsas de comida, bicicletas, en los barrios más pobres y marginales; y en los días anteriores a la elección, miles de votantes se agolpaban en las oficinas electorales reclamando sus cédulas de identidad, que no les querían entregar, y que a muchos al fin no entregaron.

Y tampoco el Consejo Supremo Electoral quiso admitir que las elecciones fueran observadas por el Centro Carter y la Organización de Estados Americanos (OEA), que tradicionalmente han cumplido ese papel desde el año de 1990; ni por los organismos nacionales, Ética y Transparencia, y el Instituto para el Desarrollo y la Democracia (IPADE), que también lo han hecho en el pasado, con conducta impecable.

Íbamos pues, a lo que en Nicaragua llamamos una pelea de burro amarrado con tigre suelto. Pero íbamos. ¿Por qué?

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18 de noviembre de 2008
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Después de la boda

Salí de ver Rachel Getting Married (o La boda de Rachel como le han puesto en España, por donde pasé días atrás) tan conmocionado, que varias cuadras más allá del cine me puse a llorar como un idiota. Al comienzo no entendí la reacción retardada, pero enseguida me cayó la ficha. Pasaba por delante de un negocio de muebles y chucherías orientales, llamado Piedra de Luna. /upload/fotos/blogs_entradas/labodaderachel_med.jpgDe algún modo la música que puebla Rachel volvió a mi cabeza -de un registro sonoro de las culturas orientales a otro decorativo-, y mis lagrimales reaccionaron en consecuencia. La cabeza nos tiende trampas tan bonitas, a veces...

Rachel Getting Married es una película muy simple. Dirigida por Jonathan Demme (que además de la notoria The Silence of the Lambs ha hecho pelis tan pequeñas y bonitas como ésta, aunque no tan sentidas: por ejemplo Something Wild) y escrita por Jenny Lumet (la hija de Sidney, que obviamente algo aprendió del director de Network y de Serpico), Rachel cuenta lo que ocurre cuando -está de más decirlo- Rachel se casa y su hermana Kym (Anne Hathaway) sale de su clínica de rehabilitación para acudir a la ceremonia. Por cierto, la familia de Rachel está lejos de ser convencional. Ella se casa con un músico negro, su blanquísimo padre se ha casado en segundas nupcias con una mujer negra y los amigos e invitados -en su mayoría vinculados, también, con la música- parecen salidos de un anuncio de Benetton: los hay de todas las etnias y colores, unidos por la práctica de la misma tolerancia y el cultivo de un espíritu de bonhomía. (Hace cuánto que no usaba esta palabra. Se ha convertido en un vocablo propia de la ciencia ficción...) El hecho es que, por debajo del festival de las buenas ondas, yace una trágica historia familiar que todos conocen y sobre la cual pretenden, en el espíritu de la fiesta, surfear sin caerse. Pero claro, allí está Kym...

Con una vida que se parece más a un diccionario de heridas que a una biografía, Kym es el recuerdo encarnado de lo que todos querrían olvidar. Y al principio ese deseo de enterrarla es compartido por el espectador. Durante el ensayo de la ceremonia, por ejemplo, el torpe discurso de Kym hace que creamos que es el monstruo que aparenta: totalmente incapaz de pensar en nada más allá de ella misma, en busca desesperada de atención, sugiriendo que su desgracia la pone por encima de todos como una especie de medalla al coraje, Kym parece en efecto irredimible. Pero con el correr de las horas, y la aparición de la madre de ambas, Abby (Debra Winger), el verdadero mapa de la tragedia queda develado, sin subrayados melodramáticos ni explicaciones innecesarias. La actuación de Anne Hathaway -por completo devastadora- dice todo lo que es necesario decir. Pocas escenas más desgarradoras que las que muestran el esfuerzo que hace por participar de la celebración y de la danza, para ser reclamada de inmediato -expulsada del espíritu comunal, si se quiere- por los demonios que no dejan de acosarla./upload/fotos/blogs_entradas/labodaderachel1_med.jpg

Rachel Getting Married es una película sobre las cosas que salen mal aun cuando queremos hacer bien, y sobre las cosas que hay que hacer para sobreponerse a esos fracasos, a esas pérdidas. O mejor: es una película sobre las cosas que salen bien aun cuando todo ha salido mal -algo sobrevive siempre al fuego si se ha sembrado amor a tiempo. En esencia es un film sobre la familia, y sobre lo espantosamente preparada que está cierta gente para probar esa clase de asociación. Creo que desde Ordinary People de Robert Redford, es decir desde el personaje que allí interpretaba Mary Tyler Moore, que no veo una madre más gélida y prescindente que la Abby de Debra Winger.

Aquí no hay efectos especiales ni grandes estrellas ni 3-D. Hay sólo una cámara, actores maravillosos y una historia que habla de esas cosas que nos atraviesan a todos -en especial cuando, estando tan lejos de casa, estamos más sensibles que nunca. 

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18 de noviembre de 2008
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I. ¿Qué se hizo mi voto?

La mañana del domingo 9 de noviembre me presenté a votar temprano en el recinto que me tocaba en Managua, con mi mujer y con mis hijos. Era el día de elegir alcaldes y concejales en los 153 municipios que tiene Nicaragua, pero más que eso, la elección se había convertido ya en un referéndum en contra de Daniel Ortega y su partido en el poder, bajo el llamado de "todos contra Ortega" que había prendido entre los votantes, y que Carlos Mejía Godoy puso en buen nicaragüense con su "vamos a echarle la vaca" en la canción que compuso, expresión que significa vamos todos juntos contra el mismo adversario.

En mi barrio del Colonial Los Robles, donde he vivido los últimos 30 años, nos conocemos todos, y al llegar al centro de votación, marcado con el número 501 en los mapas electorales, había una larga cola de vecinos esperando paciente y alegremente. Fuimos a ponernos al final de la cola, pero me recordaron que los mayores de 60 años podíamos entrar de primeros, como privilegio de la edad. No me gusta esa clase de privilegios, porque deja en evidencia que nosotros los de entonces ya no somos los mismos, pero tenía que salir ese mediodía hacia Miami a presentar mi nueva novela en la Feria Internacional del Libro.

Voté. Aún tengo manchado el dedo con tinta indeleble. Pero mi voto, junto con el de mi mujer, y los de mis hijos, y los de todos mis vecinos que hicieron largas filas bajo el sol, ha desaparecido.

¿Qué se hizo mi voto? 

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17 de noviembre de 2008
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Las FARC y Uribe

Daniel Pecaut, sociólogo, director de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, es el mejor especialista francés de Colombia. Por mucho, no tiene competencia. Acabo de comprobarlo al leer Las FARC, ¿una guerrilla sin fin o sin fines?. Es la traducción al castellano (grupo editorial Norma, Bogotá) de un libro escrito en francés y para un público francés. Una obra imprescindible para una Francia que dedicó tanto entusiasmo en pedir la liberación de Ingrid Betancourt. Lo interesante es que el libro se publicó en francés antes de la liberación del rehén más famoso de la historia reciente. Para la versión en español Pecaut revisó meramente la conclusión.

Y lo que podemos leer es cierto: con o sin la liberación de Ingrid Betancourt, no había que cambiar nada del libro, el movimiento guerrillero ya pintaba una cara anacrónica antes de conocer una vergonzante derrota. No me resisto a citar la frase clave de Pecaut: "Las FARC parecieron no darse cuenta de los cambios ocurridos en Colombia. Como los pasajeros de dos trenes que se encuentran en una estación, creyeron que se movían cuando en realidad lo que se desplazaba era todo cuanto las rodeaba".

La imagen es acertada: Colombia se mueve para ir a la estación siguiente de la Historia y las FARC quedan estancadas. Y el libro de Pecaut me parece un magnífico ejemplo de por qué necesitamos que alguien nos cuente la Historia: para entenderla. Su repaso de las etapas de la FARC es denso y preciso. Es toda la leyenda tristemente real. Al pasar del brazo militar del partido comunista a una visión autónoma de la conquista del poder político, de la lucha armada al narcotráfico amplio, Pecaut muestra cómo un movimiento cobra una dimensión nacional, reivindica "todas las formas de lucha" y al final escoge "el inmovilismo como estilo político".

Ahora bien, ¿qué hay de nuevo? Nada o mejor dicho, esto: al leer el libro de Pecaut uno entiende que las FARC no tienen posibilidad de ponerse al día, tal y como son, pertenecen a esta Colombia que construyó Pablo Escobar. Y hay una ausencia terrible, creciente, cuando la lectura se acerca al final del libro: la del presidente Álvaro Uribe. Con la muerte de Manuel Marulanda, con la liberación de Ingrid Betancourt, con el escándalo imborrable de la parapolítica (ya son más de 60 congresistas cercanos al presidente en la cárcel por su relación con los paramilitares), con la debilidad obvia de la guerrilla, Uribe pierde lo que justificaba su estilo, su manera de intervenir y de imponerse en la vida política. Pierde a un enemigo creíble. Algo como el golpe recibido por la Iglesia en el día de la caída del muro de Berlín: perder un enemigo es lo peor que puede ocurrir en el momento de mantener su identidad. Uribe busca otro mandato, lo que supone un referendo, pero ya se plantea la pregunta: ¿un presidente sin fin o sin otros fines que quedarse en el poder?

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17 de noviembre de 2008
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El destino de Sergei Ivanonovitch Shchukin

"Considerando que la galería de arte de Shuchkin constituye una excepcional colección de obras mayores de los más grandes artistas europeos, la mayoría franceses, desde el final del siglo 19 hasta el principio del veinte, y que esta gran calidad artística representa un interés nacional para la educación del pueblo, el consejo de los comisarios del pueblo decreta..."

5 de noviembre de 2008.

Presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo,

Vladimir Oulianov (Lenin)

Tras los puntos suspensivos, viene el contenido del decreto de nacionalización de las pinturas de la casa moscovita de Sergei Ivanonovitch Shchukin, hoy distribuidas entre Moscú y el Hermitage de San Petersburgo (con alguna obra en Bakú y Odesa). No sé si era obligado que el propio Lenin firmara este decreto de expropiación. En cualquier caso no es trivial el énfasis que se pone en el elevado valor artístico de las pinturas y su potencialidad de contribuir a la educación general. Piénsese que en ese tiempo todavía muchos museos de las grandes ciudades europeas eran reticentes a exposiciones del arte entonces contemporáneo. Para decirlo claro: Sergei Ivanonovitch Shchukin no era para los revolucionarios uno de los suyos, pero su concepción de lo que era el arte sí era considerada como propia de la Revolución y susceptible de ser amamantada por ella.

Cuando se firma el decreto el directorio de la Revolución de Octubre se había trasladado a Moscú. Shchukin, un tiempo recuperado como miembro del comité que habría de transformar el Kremlin en acrópolis de museos, se exilia con pasaporte falso. Trágica historia la de este personaje nacido en Moscú en 1854 y fallecido -como tantos otros rusos- en París. Fascinado por Picasso, en 1909 tenía ya al parecer medio centenar de cuadros de éste en su colección. Vivía entonces una vida mundana en París, huyendo de una serie de hecatombes familiares: suicidio en cadena de tres de sus hermanos (dos de ellos gemelos) y muerte de su esposa entre, otras cosas. Shchukin se convierte en el protector de Matisse y si la historia de la música (no sólo la historia de la pintura) cuenta hoy con las admiradas "Dance" y "Música", es porque el ruso tuvo el deseo de que éste fuera el tema que iluminara su palacio moscovita. Palacio que en 1914 se abre al público en una premonición de cuál debía ser el destino de su pintura.

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17 de noviembre de 2008
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Los frutos de la niebla

Me dirijo a tomarme el brunch (como ahora se llama al desayuno) con el último libro de Luis Mateo Díez, Los frutos de la niebla (Alfaguara), bajo el brazo. Digo libro porque está compuesto por tres fábulas tituladas: "Los frutos de la niebla", "Príncipes del olvido" y "La escoba de la bruja". /upload/fotos/blogs_entradas/los_frutos_de_la_niebla_med.jpgEstas fábulas podrían ser también novelas cortas y podrían ser cuentos, pero no por eso dejarían de ser fábulas, porque la fábula es una manera de mirar el mundo y una manera de estar en él, es una forma de darle rango universal a algo cotidiano que nos puede ocurrir a cualquiera. La fábula atraviesa el espacio y el tiempo con naturalidad, con suavidad, con un encantamiento especial a medio camino entre la literatura oral y la escrita. Pero ¿qué se hace para cargar de encantamiento y embrujo lo que se escribe? ¿Cómo se hace para que un relato sea una fábula sin que hablen los animales, como en las fábulas de Samaniego, y sin que haya moraleja? Habrá que preguntárselo a Luis Mateo Díez, quien con este volumen y otras tres obras (El diablo meridiano, El eco de las bodas, El fulgor de la pobreza) finaliza el ciclo llamado Las fábulas del sentimiento. Se me ocurre que a lo mejor le haya surgido de la necesidad de encontrarle un sentido a esta absurda vida aunque sea figurado, soñado. Un sentido que no pertenezca a una época concreta ni a un lugar determinado, sino al alma, a nuestra pobre condición humana llena de inseguridades y debilidades, de derrotas y esperanzas y que por eso L.M. Díez invente ciudades, pueblos que perdurarán más que los no inventados. Sus personajes, de una forma u otra, son perdedores, entrañables perdedores, que nos recuerdan que vivir es lo más arriesgado que existe. Y vivir es sentir, aunque a veces sentir demasiado puede resultar perjudicial para la salud. La enfermedad, la dureza del crecimiento y de la adolescencia, el maltrato... son preocupaciones que ha creado nuestra forma de vida actual, y que estas fábulas sobre la modernidad consiguen echarles el lazo.

Los mejores críticos ya han hablado de las grandes cualidades del libro. Yo sólo quiero decir que estoy disfrutando de su mucho sabor, de la atmósfera, de la energía que encierra y que parece absorbida desde algún ángulo secreto de la realidad. Estoy llegando a la conclusión de que en el fondo la vida es una fábula sobre la vida, y hasta la novela más realista debería tener un trasfondo de fábula si no quiere pasar al olvido nada más cerrar sus tapas. Las historias atrapadas en estas páginas enlazan con otras del autor creando un sistema nervioso y emocional por donde discurren las angustias, miedos, alegrías y visiones de Luis Mateo Díez, de sus inolvidables personajes y de sus mismos lectores.

Y si hay algo que sabe todo el mundo de Luis Mateo Díez, incluso los que no le han leído, es que es leonés, nacido en Villablino, un lugar en el que nunca he estado y que me imagino neblinoso, húmedo, con olor a musgo no sé por qué, con bosque, río y prados verdes, con fantasmas, lobos y brujería a mansalva. Bueno, pues a pesar de venir de ese lugar increíble, de esos parajes que probablemente le han hecho escritor y han marcado su espacio poético, Luis Mateo Díez es un escritor muy madrileño. ¿Qué sería de Madrid sin él?  ¿Qué sería del mundo literario de esta ciudad si no nos pudiésemos tropezar con él en alguno de los escasos festejos que se celebran por aquí? Si no supiésemos que es leonés lo consideraríamos el más castizo. De hecho, y esta es una percepción muy personal, bajo el sobrio acento leonés discurre una entonación castiza, como si por debajo esos lejanos montes del norte circulara el pequeño, pero matón, río Manzanares. Claro que Madrid es una ensalada de acentos que acaba tomando un deje especial.

Luis Mateo Díez, que crea personajes que parecen siempre recién arrancados del suelo por un huracán, es ya un personaje imprescindible de Madrid aunque se prodigue poco personalmente. Literariamente, por fortuna, más o menos cada dos años tenemos una cita con él, con su sentido del humor y con su humanidad, con su imaginación. La última ha sido en el Círculo de Bellas Artes en la presentación de Los frutos de la niebla, que por arte de magia se convirtieron en castañas en almíbar servidas por el restaurador leonés Prada. No se puede pedir más.

Publicado en El País el 16 de Noviembre de 2008

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17 de noviembre de 2008
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Para que no nos roben la memoria

Hay varias maneras de robar la memoria. Se puede tomar por asalto, con un ejército manipulado. Robar por mandamiento judicial. Sentenciar, el olvido, la injusticia, la manipulación. O tergiversando la verdad, en libros, aulas, medios de comunicación o charlas de cafés. Hay más formas, más burdas o sutiles de cambiar la verdad, la historia y secuestrar la memoria. /upload/fotos/blogs_entradas/la_memoria_robada_de_manfred_osten_med.jpgProhibir el recuerdo, la damnatio memoriae, es algo que en el derecho romano se consideraba una sanción peor que la pena de muerte. Cuenta Manfred Osten en su breve historia del olvido, La memoria robada, que eso es lo que intentó el Tercer Reich: eliminar la memoria, aniquilar el recuerdo de la humanidad, y sobre esa tabula rasa crear un hombre nuevo. El miedo, la imposición de la mentira, la reinvención de la historia, el exterminio de seres humanos y la amenaza sobre los supervivientes fueron algunas de sus armas. Ninguna fue suficiente para derrotar a la vieja memoria. Tampoco pudieron contra el humor, esa humana arma cargada de memoria. Cuenta Osten que, en aquellos tiempos de prohibiciones y terror, un intelectual que quiso ser estrictamente obediente, cuando abandonó la sala llena de nazis, dejó caer la mano ya levantada para el saludo nazi con el comentario: "Ya no me acuerdo del nombre".

Para no olvidar los nombres, de los secuestradores de la historia, de la memoria de las cosas que nos pasaron, el nuevo espacio dedicado al arte contemporáneo en Tenerife, el TEA, además de obras que dialogan en libertad con ese surrealista canario y parisino, Óscar Domínguez, se expone una pieza colectiva llamada Sin transición. En esa obra, que ocupa toda una pared, están fotografiados algunos de los nombres de las calles que todavía tienen el nombre de los generales que quisieron -y en muchos casos consiguieron- borrar nuestra historia, reescribirla para facilitar el robo colectivo. Para muchos hoy los nombres de aquellos generales, y otra tropa, del franquismo sólo son nombres de calles. Otra victoria: haber conseguido que aquellos ladrones de libertades parezcan hoy un simple nombre de callejero. La pactada desmemoria de la transición. Algunos jueces, y muchos beneficiados por el olvido, quieren hacernos volver al tiempo de los desmemoriados.

Hay jueces para todos los gustos. Incluso para ningún gusto. Hasta aficionados a la literatura. Jueces capaces de decirnos lo que es ironía, crítica, sarcasmo, sátira o lo que es prosaico insulto. Seguiremos con nuestra verdad, señor juez, la verdad poética y la histórica. La verdad de Lorca. La del pensamiento y la dignidad de Ayala. La de aquel poeta, aquel amigo de García Montero, que un día nos dejó escrita su verdad: "Y me mantengo firme gracias a ti, poesía, pequeño pueblo en armas contra la soledad".

Artículo publicado en: El País, 15 de noviembre de 2008.

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17 de noviembre de 2008
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