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Eder. Óleo de Irene Gracia

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Imaginemos

Imaginemos que, en los años treinta, cuando los nazis iniciaron su caza a los judíos, el pueblo alemán hubiera bajado a la calle, en grandiosas manifestaciones que quedarían en la Historia, exigiéndole a su gobierno el final de la persecución y la promulgación de leyes que protegiesen a todas y cada una de las minorías, ya fueran de judíos, de comunistas, de gitanos o de homosexuales. Imaginemos que, apoyando esa digna y valiente acción de los hombres y mujeres del país de Goethe, los pueblos de Europa desfilaran por las avenidas y plazas de sus ciudades y unieran sus voces al coro de las protestas levantado en Berlín, en Munich, en Colonia, en Francfort. Ya sabemos que nada de esto sucedió ni podría haber sucedido. Por indiferencia, apatía, por complicidad táctica o manifiesta con Hitler, el pueblo alemán, salvo alguna rarísima excepción, no dio un paso, no hizo un gesto, no dijo una palabra para salvar a quienes iban a ser carne de campo de concentración y de horno crematorio, y, en el resto de Europa, por una razón u otra (por ejemplo, los fascismos nacientes), una asumida connivencia con los verdugos nazis mantendría el orden o castigaría cualquier veleidad de protesta. Hoy es diferente. Tenemos libertad de expresión, libertad de manifestación y no sé cuantas libertades más. Podemos salir a la calle miles o millones que nuestra seguridad siempre estará asegurada por las constituciones que nos rigen, podemos exigir el final de los sufrimientos de Gaza o la restitución al pueblo palestino de su soberanía y la reparación de los daños morales y materiales sufridos a lo largo de sesenta años, sin mayores consecuencias que los insultos y las provocaciones de la propaganda israelí. Las imaginadas manifestaciones de los años treinta serían reprimidas con violencia, en algún caso con ferocidad, las nuestras, como mucho, contarán con la indulgencia de los medios de comunicación social y luego entrarán en acción los mecanismos del olvido. El nazismo alemán no daría un paso atrás y todo acabaría igual a lo que luego iba a ser y la Historia ha registrado. Por su parte, el ejército israelí, ése que el filósofo Yeshayahu Leibowitz, en 1982, acusó de tener una mentalidad ?judeo-nazi?, sigue fielmente, cumpliendo órdenes de sus sucesivos gobiernos y comandos, las doctrinas genocidas de quienes torturaron, gasearon y quemaron a sus antepasados. Podría decirse incluso que en algunos aspectos los discípulos adelantaron a los maestros. En cuanto a nosotros, seguiremos manifestándonos.       



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12 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Bruno Schulz: La contraofensiva de la fantasía

Hace algunos meses, descubrí fascinado los cuentos del escritor polaco Bruno Schulz (1892-1942). Leí en inglés The Street of Crocodiles (1934), y quise hacerme de una buena edición de sus cuentos en español. Los últimos tres meses tuve la oportunidad de viajar en un par de ocasiones a México, y recorrí sin suerte sus generalmente bien surtidas librerías. Al final, la búsqueda se convirtió en una obsesión. En un texto reciente en Babelia, Francisco Solano señala que Schulz está a la altura de Kafka y Borges, pero que, al contrario de ellos, parece "condenado a perpetuarse en una devoción restringida". Leo que la editorial Siruela acaba de publicar Madurar hacia la infancia, un libro muy completo que incluye todos los relatos de Schulz, más algunos textos hasta ahora inéditos en español -sobre todo de crítica literaria y de política--, y sus dibujos. Ojalá que este libro logre al fin hacer que Schulz sea más conocido en Hispanoamérica.     

Nacido en Drohobycz, en el sur de Polonia, Schulz enseñó dibujo durante mucho tiempo, en un colegio en su ciudad natal. Vivía en el anonimato hasta que en 1932, a los cuarenta años, conoció a la novelista Zofia Nalkowska y le envió sus cuentos. Nalkowska, una escritora importante, quedó deslumbrada y ayudó a que los cuentos fueran publicado en 1934, en un libro que llevaba como título Las tiendas de color canela. A partir de ese momento, Schulz se convirtió en un escritor respetado en Polonia. La llegada de la segunda guerra mundial truncó su destino: Schulz fue confinado al ghetto judío en su ciudad. Gracias a que un oficial de la Gestapo admiraba sus dibujos, Schulz recibió una protección especial; sin embargo, en 1942, otro agente de la Gestapo con quien su "protector" se hallaba enemistado, lo mató de un disparo en plena calle.

La obra de Schulz comenzó a difundirse internacionalmente a fines de los años cincuenta, cuando aparecieron traducciones de sus cuentos al francés, inglés y alemán. Los críticos parisinos y londinenses quedaron admirados: ¿cómo era posible que un escritor tan poco cosmopolita, un judío de provincias que escribía en polaco, hubiera sido capaz de una obra tan llena de alusiones literarias, de referencias religiosas y culturales? Hace rato que ya sabemos, por suerte, que el gran arte puede florecer en cualquier parte. Incluso en las grandes capitales de Occidente.

Hay cierta atmósfera que recuerda a Kafka en los cuentos de Schulz, pero lo que en el escritor de Praga termina siendo sombrío y opresivo en Schulz se transmuta en algo liberador. Es cierto que algunas de sus mejores páginas tienen un aliento fatalista: el cuento "La calle de los cocodrilos", por ejemplo, que trata de cómo las aspiraciones de progreso de la ciudad del narrador no son más que "falacias", pues lo único que se puede lograr es una "imitación de papel, un montaje de ilustraciones" sacadas de viejos periódicos. Sin embargo, en general, en la obra de Schulz la vida ordinaria en una provincia perdida de la Europa de entreguerras se convierte en una mágica reinvención de lo cotidiano.

En esa labor, el padre del narrador de los cuentos es un artista, un hombre extravagante que vive en su propio mundo de manera tan intensa que bordea en la locura. Al padre le gusta importar huevos de extrañas especies de pájaros, y cree que los maniquíes de los sastres deben ser tan respetados como los seres humanos. Todos sus actos son vistos con preocupación por su familia; el narrador es el único que entiende que lo que hace el padre es llevar a cabo una "contraofensiva espléndida de la fantasía... contra las trincheras y defensas de un invierno vacío y estéril". El padre es un héroe "solitario en su batalla contra el aburrimiento elemental que estrangulaba a la ciudad".

La literatura, en Schulz, es eso: una continua rebelión contra lo ordinario, una forma privada de transformar la realidad en un mito digno de ser vivido.  

(La Tercera, 12 de enero 2008)



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12 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Con Gaza

Las manifestaciones públicas no son estimadas por el poder, que a veces las prohíbe o las reprime. Afortunadamente no es el caso de España, donde se han visto en la calle algunas de las mayores manifestaciones realizadas en Europa. Honra le sea dada por eso a los habitantes de un país en que la solidariedad internacional nunca ha sido una palabra vana y que ciertamente así lo expresará en el acto multitudinario previsto para el domingo en Madrid. El objeto inmediato de esta manifestación es la acción militar indiscriminada, criminal y atentatoria de todos los derechos humanos básicos, desarrollada por el gobierno de Israel contra la población de Gaza, sujeta a un bloqueo implacable, privada de los medios esenciales de vida, desde los alimentos a la asistencia médica. Objeto inmediato, pero no único. Que cada manifestante tenga en mente que la violencia, la humillación y el desprecio del que son víctima los palestinos por parte de los israelíes llevan ya sesenta años sin interrupción. Y que en sus voces, en las voces de la multitud que sin duda estará presente en Madrid, irrumpa la indignación por el genocidio, lento aunque sistemático, que Israel viene ejerciendo sobre el martirizado pueblo palestino. Y que esas voces, oídas en toda Europa, lleguen también a la franja de Gaza y a toda Cisjordania. No esperan de nosotros menos quienes en esos lugares sufren cada día y cada noche. Interminablemente.       



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11 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Ausencia de colores

En este cuadro impresionista que hago de mi realidad, a menudo no doy con el color preciso para cada hecho. La amplia paleta que hacen las dudas, la desilusión y cierto trasnochado optimismo, no tiene un matiz que logre representar el vacío. Cómo hago para dibujar la ?nada? que se vive desde hace meses en esta Isla, el paréntesis de sucesos en el que estamos atascados. El entorno también ha perdido muchas tonalidades, como el amarillo incandescente de los rumores que no se ha vuelto a ver, pues nadie especula ya sobre las próximas medidas que aprobará Raúl Castro. El tono marrón de la esperada y zozobrada reforma agraria no se ha convertido en el verde intenso de los vegetales y las frutas a precios más accesibles. Para qué mencionar la erradicación de la tarjeta ?blanca?, que al no concretarse mantiene los tintes oscuros del absurdo migratorio cubano. En lugar de ganar en matices, sobre el caballete oficial hay una tela con el monocromático espectáculo de un solo discurso permitido. Con estos elementos, bien podría pintar un cuadro de gris sobre gris y todavía estaría siendo triunfalista. Algunos pensarán que la visita de varios presidentes extranjeros agrega un color dorado al lienzo, pero esos trazos caen en la pintura de la cancillería y del palacio de gobierno, no sobre la tela de la vida real. Son pinceladas que se dan hacia afuera, por la mano diestra del falsificador que con unos retoques aquí y otros allá quiere autentificar los supuestos cambios. Mientras, yo sigo sin encontrar el color que exprese la inercia, que capture la desteñida realidad de un país varado en el tiempo.



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10 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Santiago Vaquera en la frontera

Autoretrato con mac. Foto: Santiago Vaquera Vásquez. Fuente: facebook Soy un gruppie de las fotos de escritores, en especial si son tan estupendas como las que saca Daniel Mordzinski (que tiene a este blog abandonado, según supe, porque ahora solo le gustan solo los cuadernos muji de Gastón García). Y esta foto de Santiago Vaquera Vásquez no tiene nada que envidiarle a Daniel. Una obra de arte hecha con un iPhone y la cámara interna de una MacBook Pro. Las máscaras de la ficción interpretada por un mundo de gadgets. Dentro de los Escritores de Frontera, los llamados escritores postcoloniales o postnacionales en EEUU, un nombre imprescindible que debe unirse a los ya consagrados de Junot Díaz o Francisco Goldman (y cada vez más el de Daniel Alarcón) es el de Santiago Vaquera Vásquez. Nació en California, de padres mexicanos, y además de profesor universitario y excelente escritor, es pintor y Dj. Un hombre contemporáneo que, además, tiene el buen gusto de usar Mac exclusivamente. Para leerlo en español tienen que acudir a antologías como Líneas aéreas o Se habla español. También pueden leer estos dos cuentos en Barcelona Review: "Juntas caminan por el bosque de su soledad" y también "Bajo el mismo cielo de siempre" Tiene además un excelente blog titulado "Confessions of a Border Crosser" Mi cuento favorito de Santiago apareció en la multitudianaria antología 54 semanas y está reproducido en el blog de esa antología. Se titula "Sonámbulo" y empieza así: Meses después la misma pesadilla: me ahogaba en el canal de irrigación y la corriente me llevaba al túnel debajo de la carretera. Mi hermano Todd sufría también y había noches en que lo escuchaba nadar desde su bolsa de dormir, alzar los brazos, agarrarme y terminar respirando profundamente.Todd era sonámbulo. Actuaba sus sueños con tanta ferocidad que nuestra madre tuvo que cerrar la puerta de la habitación con llave para que no saliera. Por años viví sus sueños con él: compartíamos cuarto. Pateaba el aire. Aplaudía. Actuaba escenas de Star Wars. Una noche en que a la jefa se le olvidó atrancar la puerta, salió a la calle. Lo seguí. Caminamos por el vecindario hasta que pude regresarlo a la casa. Al final, tuvo que dormir en un sleeping bag para restringir sus movimientos.Su voz en el teléfono. Casi inaudible. Hay mucho ruido en la línea, como si me llamara a través de una tormenta. No ha dormido en una semana. De niño fue sonámbulo, ahora insomnio. Lo imagino parado allí. Demasiado flaco. La mirada distante, vacía. Rascando los cicatrices en los brazos. Me cuenta de su viaje a Soledad. Miro por la ventana. Nieve. Su voz a cinco mil kilómetros: él en San Francisco, yo en Hanover, New Hampshire. Una tormenta de white noise entre nosotros.Para leer el cuento completo, hacer clic en este enlace. Y si están en México, pueden encontrar a Santiago (viajero impenitente, que nació con una tarjeta de acumulación de millas) caminando ahora mismo -mañana quién sabe- por Coyoacán, comprando algo en Gandhi o la Rosario Castellanos, u olfateando el olor a mac en el Mac Store más caro de Latinoamérica que queda en el DF.



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9 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Más que una gripe

Los ataques hackers son como esas gripes de las que un par de veces al año nos toca una fuerte. Eso pensé hace dos semanas, cuando atacaron Generación Y y lo sacaron de circulación durante más de 24 horas. Parece, sin embargo, que los resfriados se hacen frecuentes y provocan más que una simple fiebre. Penúltimos Días, el blog de Ernesto Hernández Busto, está ahora mismo bajo el efecto de una de esas infecciones. La mejor vacuna es la solidaridad, así que vamos a mantenernos al tanto y saltar en la red, para lograr controlar los bacilos de la censura. ¿Qué es un DDoS?



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9 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Asesinos reunidos

Sangre. Fuente: talavera post/ comunidad el país ¿Matar puede ser considerada como una de las bellas artes? Quizá matar no, pero escribir sobre el asesinato puede serlo. La editorial Adriana Hidalgo le encargó a Alvaro Abós una compilación de textos sobre asesinatos de distinta estirpe, relatados por narradores y poetas. El resultado es Asesinos, una antología que incluye autores insospechados. Dice la nota en suplemento Ñ:Asesinos habilita diversos abordajes: la sólida e imbatible dupla entre violencia y narrativa es una de ellas. Aun los escritores más plenamente literarios, aun aquellos para quienes la tensión narrativa no es un recurso barato y a la mano para sumar tensión fácil, no han podido evitar que el color púrpura se derrame profusamente en sus páginas. Un cuchillo relampaguea en la noche, un disparo ilumina súbitamente el espacio literario y el drama moral comienza y las páginas corren con un voltaje dramático casi imposible de empardar con otras astucias argumentales. La posterior formalización del género policial, avanzado el siglo XIX, con el impulso que recibe primero desde el mundo anglosajón y enseguida desde Francia, no hizo otra cosa que renovar y perfeccionar un envase que ya estaba presente en la imaginación creativa, oculta o manifiesta entre los textos sagrados y en la tragedia clásica. Casi no hay narrativa sin que el asesinato aceche. La más actualizada concepción de que todo crimen es finalmente un crimen de Estado se posó mucho antes en el relato literario que en la reflexión política.La antología preparada por Abós -que también se encarga de actualizar las traducciones- reconfirma el maridaje entre la narrativa y el crimen en sus múltiples posibilidades.La nota menciona a algunos de los autores antologados:La selección es amplia en el espacio y en el tiempo: de Marcel Proust a Ambrose Bierce, de Arthur Conan Doyle a Bram Stoker, de Ivan Turgueniev a Wilkie Collins. Hay también perlas y sorpresas como el Impulso perverso del poeta norteamericano Walt Whitman. Intercalada entre los representantes del canon universal, hay tres relatos inevitables para una sumaria antología rioplatense, los de Paul Groussac, Ricardo Güiraldes y Horacio Quiroga.



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9 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Se prohíbe la mendicidad

Me sorprendió encontrar ese mandato oficial en una de las calles centrales de Valladolid. En la acera de Recoletos, frente al Campo Grande, en un lugar que muchas veces he paseado por sus "ferias del libro", en tiempos de festival o porque sí, porque el Pisuerga pasa por Valladolid. Nunca me había fijado en el limpio, claro y sin lugar para las dudas mandato escrito en cerámica. Allí debe estar desde los años franquistas. No olvidamos que Valladolid, como Salamanca, Ávila, Burgos y otras cuántas ciudades y pueblos de Castilla fueron muy franquistas. Es decir fueron no democráticas, rebeldes contra la legal Constitución además de moralistas, católicas y falangistas También hubo otras fuera de Castilla, en el sur, norte, oeste o en las islas que fueron tomadas por el asalto franquista en pocos días, en pocas horas.

De la misma manera que se podía prohibir el baile, el libre pensamiento o el Carnaval, se prohibía ser pobre. O al menos, se prohibía mostrarlo. ¡Qué cínicos! Me gustaría llamarles otras cosas, pero luego surgen los que me quieren canjear, silenciar o exiliar a mi pesar y me insultan por lo que ellos imaginan que soy.

En Valladolid, en tiempo de compras de rebajas, con casi tres millones de parados, con algunos pobres del este y del oeste pidiendo en su calles comerciales, en la ciudad en que el pobre Miguel de Cervantes las pasó canutas, en una ciudad que siempre conoció pícaros, mendigos, heterodoxos y toda clase de golfemia de la derecha moralista o de la izquierda pazguata, en esa ciudad de tan buen castellano, todavía perviven prohibiciones tan esperpénticas como ésta. Me gusta que permanezca el cartel, la prohibición, es una prueba más de la amoralidad de un régimen que hizo que media España pasara hambre. Y que la otra media disimulara, mirara para otro sitio y pensara que ya no tenían pobres porque estaban prohibidos.

Esos que estaban en las puertas de las iglesias, de los cuarteles, de los conventos o escondidos en sus chabolas, esos no existían porque el Estado, en compañía de la Iglesia, el municipio y sus instituciones, lo tenían terminantemente prohibidos. Está claro que el bien no puede practicarse a la fuerza. Ni se puede decretar la felicidad. Ni se puede prohibir la mendicidad. Me encantaría haber sido ladrón, haber podido robar sus bienes a aquellos amorales que dictaban prohibiciones como ésta. Cuando leo cosas así vuelvo a ser ese joven que creía- como Herman Hesse- que "todo dinero es robado, toda posesión es injusta". Ya no soy tan ingenuo. Ni leo a Herman Hesse. Lo intentaré cualquier día de éstos.



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9 de enero de 2009
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Obituario de una gata

Una noticia terrible ha merecido un amplio despliegue por parte de las agencias de prensa. Ha muerto la gatita "India", una de las mascotas de los Bush, y la tragedia, tal como se remarca en los despachos cablegráficos, es que cuando todos ellos abandonen la Casa Blanca, que ya muy pronto les toca, habrá un miembro de la familia que ya no se irá con ellos.

La defunción de "India", ocurrida el domingo 4 de enero a una hora no precisada, fue anunciada oficialmente en un comunicado de prensa emitido por la portavoz de la primera dama de los Estados Unidos, en el que describe a la occisa como una gata de color negro, de 18 años de edad. El comunicado agrega que el deceso "ha dejado profundamente entristecidos al presidente George W. Bush, su esposa y sus hijas Jenna y Barbara".

La importancia de la gata cuyos días sobre la tierra llegaron a su fin, hizo que su fotografía fuera distribuida por las autoridades de prensa de la Casa Blanca junto con el comunicado en que se anuncia su muerte, con lo que hemos podido conocerla; y este hecho, de importancia mundial, ha coincidido, por acaso del destino, con los salvajes bombardeos perpetrados por el Gobierno de Israel sobre los territorios palestinos de Gaza, que han dejado a estas alturas más de 700 muertos civiles, muchos de ellos niños enterrados bajo los escombros, y una destrucción indiscriminada de hospitales, clínicas, escuelas y viviendas privadas.

Pobre la gatita India, que ha debido entregar su alma entre tanto ruido como el de las bombas de racimo que caen sobre Gaza.

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9 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Clase XXIX. El Conflicto II

Decía Ortega y Gasset que en la vida del hombre hay circunstancias y decisiones. Incluso, cuando hastiados de tener que decidir a cada paso nos inhibimos de hacerlo, estamos tomando una decisión. Algo similar les ocurre a los personajes de los cuentos, aunque en algunos casos se podría hablar más bien de circunstancias y «tropezones», ya que los personajes tropiezan con los hechos puestos allí por el narrador y nada de lo que hagan logra cambiar el destino que les hemos trazado con frío pulso. Los conflictos narrativos son artificiales, es cierto, pero en su resolución el narrador puede mostrar las contradicciones que a diario enfrentamos los seres humanos. De allí que un buen cuento está organizado no como un artefacto sino como un organismo, pues mientras más complejo, resulta mucho más dúctil y subjetivo, a veces incluso paradójico en sus situaciones. Por eso es tan importante saber qué clase de conflicto enfrenta nuestro personaje, pues de ello depende su reacción. Y el buen escritor debe «ver» sin lugar a dudas ese conflicto, conocer con exactitud cuál es el dilema o resistencia que enfrentan sus personajes.

Aunque con muchas variantes, estos conflictos pueden evidenciar tres clases de pugna o lucha: contra un antagonista, contra uno mismo (una cuestión moral, por ejemplo) o contra la fatalidad, es decir contra hechos o fuerzas cuyo control escapa de las manos del personaje. Naturalmente, estas tres posibilidades de conflicto comprenden a su vez un variado registro de sub contingencias, pero es importante para el escritor discernir entre estas formas básicas, pues de ello depende no errar a la hora de acometer un cuento: saber exactamente qué es lo que quiero contar, contra qué se va a enfrentar mi personaje.

LA PROPUESTA DE LA SEMANA

Al igual que en la clase anterior, en esta ocasión, y seguramente teniendo las cosas más claras, vamos a proponer los  siguientes elementos que forman parte del conflicto: Una biblioteca, un profesor de matemáticas que acaba de jubilarse,  una postal de Alejandría, un pañuelo de seda. Ya lo saben: no es que estos elementos estén allí porque más o menos les encontramos un lugar de manera arbitraria en el texto. No: están ahí, como en la propuesta anterior, porque sin su participación el cuento no se explica. Quiere decir que deben ser parte del conflicto.

Como ya hemos comentado en el post anterior, sólo colgaremos los textos elegidos a manera de ejemplo, con un breve comentario acerca de los mismos. Intentaremos ver la mejor manera de colgar los demás en un archivo para que quien quiera pueda leerlos y comentarlos: creemos que será enriquecedor para todos.



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9 de enero de 2009
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El Boomeran(g)
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