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Desde la ciudad inventada y civilizada

Por 5 de enero de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Javier Rioyo

Cambiar de año en Tánger, lejos del espíritu de la Puerta del Sol, las uvas, los belenes y las cabalgatas, es también un deseo de pasar de crisis sin alejarnos mucho en el tiempo o el espacio. Aquí la crisis tiene asiento desde hace décadas, es parte del decorado. Tánger es una vieja dama digna con un pasado que ocultar. Pecadora para el espíritu talibán. Ciudad inventada, irreal, cinematográfica -la Casablanca del café de Rick-, caótica, mestiza, cosmopolita, discretamente infiel, amante de la buena vida y conocedora de la vida perra. Espejismo que fue una fiesta en la que se colaron algunos raros españoles liberales y modernos, como Emilio Sanz de Soto o Pepe Carleton. Los dos eran amigos de los Bowles y de sus exóticas compañías. Pandilla feliz de nobles arruinados y ricas excéntricas. De elegantes, poéticos, prosaicos y nerviosos habitantes de una ciudad que fue civilizada, abierta, barata y divertida.

Nada permanece, las arrugas avanzan, la belleza se maquilla, el techo tiene goteras como las del decrépito y modernista teatro Cervantes.

Y sin embargo, mantiene belleza y misterio. Es un potente decorado escénico. Una ciudad misteriosa, no exenta de sorpresas ni sin dejar de estar abierta al deleite. Conserva el encanto de lo ajeno y sabe conservar algo que resulta familiar. En alguna de sus terrazas de vez en cuando pasa un suave y repentino viento que no molesta, sino que nos recuerda amables caricias. Una mezcla de exotismo y civilización. Lo señaló Pío Baroja en un viaje a principios del siglo XX: "He estado en un pueblo con alumbrado eléctrico y en la calle tirada a cordel, llamada nada menos que Sanz del Río, en donde unos chicos me obsequiaron apedreándome y el sacristán no me dejó entrar en la iglesia. También he estado en un aduar próximo a Tánger, en donde unos pobres me ofrecieron, sin conocerme, hospitalidad y un plato de cuscús. Pero este aduar no estaba civilizado". Desde el Zoco Chico, desde los rumores con un té a la menta, me alegro de estar lejos del espíritu de Rouco.

La civilización no se mide con la cantidad de luces que incitan nuestra pulsión por las compras. Civilizados en tiempos de rebajas, tapando la crisis, regalándonos presentes fabricados por mano de obra barata de África, de Oriente. Días de regalos que consiguen despistarnos de la muerte en Gaza. /upload/fotos/blogs_entradas/en_marruecos_med.jpgY seguir mirando hacia otro lado, mentirnos con jueces y con sentencias, soportar obispos en la calle o cánticos de un tal Kiko Argüello. ¿Civilizados así? No, gracias.

Edith Wharton, en su viaje a Marruecos, decía que Tánger era de secreta hermosura, de color azul pálido y de vida cosmopolita, caótica y familiar. Llegó en la edad de la inocencia, en una época en que Marruecos era un país sin guías turísticas. Aquellos civilizados tiempos.

Artículo publicado en: El País, 4 de enero de 2009.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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