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Eder. Óleo de Irene Gracia

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Sarkozy, el irresponsable

Nunca he apreciado a este caballero y creo que a partir de hoy lo apreciaré menos todavía, si tal cosa fuera posible. Y esto no debería de ocurrir si, como por Internet me acabo de informar, el tal Sr. Sarkozy está en misión de paz por las torturadas tierras de Palestina, esfuerzo loable que, a primera vista, sólo debería de merecer elogios y votos del mayor éxito. Por mi parte los tendría todos si no hubiese utilizado, una vez más, la vieja estrategia de los dos pesos y de las dos medidas. En un arranque de hipocresía política simplemente notable, Sarkozy acusa a Hamás de haber cometido acciones irresponsables e imperdonables lanzando cohetes sobre el territorio de Israel. No seré yo quien absuelva a Hamás de tales acciones, por otra parte, según leo a cada paso, castigadas por la casi total ineficacia de la bélica operación que poco más han conseguido que dañar algunas casas y derrumbar algunos muros. Que nunca las palabras le duelan en la lengua al Sr. Sarkozy, hay que denunciar a Hamás. Con una condición, sin embargo. Que sus justamente reprensoras palabras se hubieran aplicado igualmente a los horrendos crímenes de guerra que están siendo cometidos por el ejército y por la aviación israelí, en proporciones inimaginables, contra la población civil de la faja de Gaza. Sobre esta vergüenza el Sr. Sarkozy parece no haber encontrado en su Larousse las expresiones adecuadas. Pobre Francia.       



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6 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Lecturas de los poderosos

Recuerdo uno de los dibujos más demoledores de El Roto acerca del afán de lectura de un político español contemporáneo. "Lee muchos libros", decía la viñeta. "Pero los caga enteros", remachaba el comentarista. La carrera de lecturas establecida entre George W. Bush y Karl Rove, con resultados anotados y tangibles, da que pensar sobre las virtudes intelectuales de quien pronto dejará de ser presidente de los Estados Unidos y ha sido el primer máximo magistrado norteamericano con un título de MBA (un máster en administración de negocios). En primer lugar, porque el número y el volumen de sus lecturas -un libro a la semana, a veces de 800 páginas- difícilmente es compatible con un intenso trabajo presidencial, que debería incluir una abundante lectura de prensa y de documentos. En segundo lugar, porque los géneros más frecuentados, biografías e historia, permiten establecer la hipótesis de que está preocupado sobre todo por su imagen como presidente, incluida la que pueda quedar para la posteridad, y por los motivos morales de sus posiciones y decisiones, mucho más que por el conocimiento de los problemas con que debe enfrentarse.

El mismo día en que aparece un artículo en la prensa española sobre esta cuestión, leo en el suplemento de libros de The New York Times, una reseña sobre un libro sugerente como es 'Los libros que influyeron en su vida', de Timothy W. Ryback, sobre la biblioteca de Adolf Hitler. Me entero de que el Führer era ya un ávido lector en la trinchera belga durante la Primera Guerra Mundial y de que llegó a tener 12.000 libros en su apartamento de Munich. Por supuesto, todo lo que había que leer para conocer y adoptar las peores ideas antisemitas del momento estaba en su biblioteca. Me entero por el autor del artículo de que Stalin también era un ávido lector, con una biblioteca propia de 20.000 libros. Y recuerdo mi visita al palacio de El Pardo, en 1976, recién muerto el dictador español y mi sorpresa al comprobar que en las estanterías de la biblioteca sólo había ejemplares de los anuarios de las diputaciones provinciales. El provecho que da la lectura y el amor a los libros se reparte de forma muy desigual. Leerlos no es garantía de nada, pero quien ni los ama ni los lee suele tener mucho ganado en el campeonato de la estupidez.



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5 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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El Dorado

Robert Juan-Cantavella

Mondadori

El periodista Trebor Escargot recibe un enigmático e-mail en el que uno de sus clientes habituales - un tal Roque Nauj - parece encargarle un reportaje sobre el complejo turístico Marina d´Or, en aquél momento en pleno lanzamiento y amenaza de expansión universal. /upload/fotos/blogs_entradas/el_dorado_med.jpgMás adelante resultará que el mensaje era una añagaza y que el verdadero objetivo de poner a Escargot en la carretera no era desenmascarar la monstruosidad urbanística que se esconde detrás de los  estrafalarios y superhorteras decorados del llamado "mayor complejo vacacional de Europa" sino hacerle descubrir, de paso, la localización actual de El Dorado. Y de ahí el título de la novela.

Pero la autenticidad o no del encargo es lo de menos porque Escargot, buen profesional donde los haya, se presenta puntualmente en esa aberración playera ubicada no lejos de Oropesa (Castellón de la Plaza) armado con todos los artilugios que la high-tech pone a disposición de un reportero moderno, empezando por el ordenador portátil con conexión inalámbrica a internet, una sofisticada cámara digital  y una grabadora de última generación, sin olvidar un bolso lleno hasta los topes con las últimas creaciones que la farmacopea de diseño puede ofrecer en el campo de los psicotrópicos.

O sea que, en efecto, el planteamiento remite inevitablemente a Miedo y asco en Las Vegas, la sorprendente y rompedora novela de Hunter S. Thompson. En cierto  modo, Marine d´Or llevaba camino de ser un más que digno remedo de Las Vegas y ha hecho falta una crisis financiera universal comparable al crack del 29 para que su promotor, un antiguo vendedor de colchones llamado Jesús Ger, no haya logrado erigir su soñado monumento a la fealdad, el mal gusto y la imbecilidad estival pagada. Pero iba bien encaminado y con lo que ha tenido tiempo de levantar hay tema de sobras para que un reportero perspicaz pase allí un inolvidable fin de semana.

También es similar el tratamiento de las situaciones en ambas novelas: tanto aquí como en Las Vegas el telón de fondo es en sí mismo tan alucinante que el recurso a los psicotrópicos es un complemento estético y no un elemento esencial, pues lo cierto es que allí no hay mucha diferencia entre ir o no colocado, y tanto lo que ocurre como lo que Escargot imagina que ocurre es un disparate descomunal y un despropósito detrás de otro. Más adelante, la acción se traslada a la autopista Barcelona-Valencia con esporádicas salidas a la inverosímil carretera N-340, aparte de que Escargot ya no está sólo en su búsqueda de El Dorado porque ahora le acompaña un compinche apodado Brona (contracción cariñosa de Bronislaw Malinowski) y de inmediato se entiende por qué esa pareja son tan amigos. El nuevo viaje alucinante termina con la llegada e inmersión en una Valencia entregada a la celebración del V Encuentro Mundial de las Familias 2006, una de las últimas campañas de marketing que llegó a planificar Juan Pablo II y que fue culminada por su sucesor, el papa Benedicto XVI, antes cardenal Ratzinger. Por descontado que los encuentros con monjas de todas las órdenes del mundo, mas las masas de entusiastas y  matrimonios cargados de niños y en pleno éxtasis mariano, así como el resto de asistentes a un congreso de estas características ofrecen ocasiones abundantes para el extravío y la confusión de los dos reporteros, eficazmente ayudados en esto por las esporádicas  irrupciones de lo que podríamos llamar lo real.

Dicho tan de corrido puede parecer que El Dorado sea una mera sucesión de disparates y astracanadas sin más objetivo que entretener al lector recurriendo si cabe a una sal tan gruesa como la de los escenarios donde transcurre la acción.  Pero sería una impresión injusta. Detrás de tan colorista sucesión de despropósitos hay una planificación rigurosa, apoyada en una documentación abundante y de primera mano. Casavella no sólo estuvo en Marina d´Or los días que se narran en esa sección de su novela sino que luego se inscribió como cooperante en el simposio sobre la familia, obtuvo sus credenciales de cooperante y vistió las ropas reglamentarias. Que luego llenase de drogas la mochila entregada por la organización es más un detalle que una necesidad estructural porque, repito, en circunstancias tales aun yendo sobrio la realidad sobrepasa con creces cualquier ficción. Hay incluso un intento bastante serio de teorizar sobre la técnica novelística puesta en práctica, y remito al lector curioso a la sección "El aportaje y el punk journalism" (pág. 187). Pero si de poner algún reparo se trata, y ya que está tan a mano un precedente como Miedo y asco en Las Vegas, yo señalaría como carencia la falta de ritmo. De acuerdo que el lector que también haya frecuentado los estados de ánimo que proporcionan las pastillas de colorines reconocerá esa tendencia de Escargot a montarse películas de terror a partir de cualquier detalle insignificante, o su gusto por ensimismarse ante un simple reflejo de luz. Pero cuando se trata de una narración el ritmo es una cualidad sutil y que sólo se deja notar cuando lo echas en falta: lo tienes o no lo tienes. Y aquí, a veces, se echa mucho de menos.



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5 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Misiones

La octava gotera que apareció en el comedor te llevó a aceptar una misión como médico a Venezuela. Sabías que con el salario de cada mes nunca hubieras podido tirar la placa y reparar las desgastadas columnas. Así que la reventa de algunos electrodomésticos comprados allá te ayudaría a completar el costo del cemento y las cabillas. En La Habana, una cuenta bancaria iría aumentando con los cincuenta pesos convertibles recibidos mensualmente por tu estancia en Caracas. Tu mujer te encargó una laptop y el niño más chiquito quería un Play Station. Los primeros meses dormías mal con los sonidos de disparos que llegaban hasta la pequeña habitación compartida con otros cinco colegas. Para espantar la nostalgia, pensabas en las caras de tus parientes cuando les enseñaras toda la ropa linda que habías conseguido en una rebaja. Mientras, el pequeño patrimonio bancario crecía en Cuba, bajo la condición que sólo podrías disfrutarlo al final de tu misión. Alguien del grupo te confesó una noche que iba a cruzar la frontera y largarse a Miami. Lo oíste con el temblor del que puede mandar lejos la gotera, el nuevo techo y el portátil pedido, para usar tus ahorros en comenzar una vida nueva. Inmediatamente te acordaste de ese enfermero que escapó y nunca ha podido sacar a su familia de la Isla. Los desertores son castigados con la separación, marcados por la imposibilidad de reunificarse con los suyos. Así que pasaste tus dos años curando gente y salvando vidas, padeciendo el alejamiento, el susto y la promiscuidad habitacional. Como un alivio te llegó la noticia de que tu esposa ya había empezado a comprar los sacos de cemento para fundir el techo. Cuando estaba cerca el momento del regreso, alguien anunció que el compromiso de quedarse seis meses más había llegado en una hoja para ser firmado. “No hay problema ?pensaste? con lo que gane en ese tiempo, quizás me alcance para reparar las paredes de la casa”.



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5 de enero de 2009
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La darviniana virtud de la codicia

Lo que el viernes decía explica que suenen  insoportablemente las declaraciones realizadas en Madrid por el director del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss- Khan, instando a que "frente a la codicia y el individualismo" (sic) se establezcan reglas susceptibles de mostrar que "la economía de mercado tiene un rostro ético" (resic). Sorprende ya la indigencia lógica del argumento (¡en un técnico mundial de las finanzas!) pues si  el mercado  tuviera alguna ética intrínseca ¿para  qué serían necesarios  mecanismos correctivos ? En realidad, Strauss- Khan sabe perfectamente  que la codicia y el individualismo de los que habla son más bien fruto de la adaptación a las leyes del mercado que causa accidental de su  cíclico funcionamiento calamitoso. Se trata de un asunto casi darviniano. Cuando el mercado impera, sólo sobreviven los que tienen capacidad de alzarse sobre los demás, es decir, los codiciosos. Reprocharle en tales condiciones a alguien su egoísmo es como reprocharle al lobo en el invierno su implacabilidad con los rebaños. Un apunte en relación al "trabajo alienado", que antes evocaba ¿qué ha pasado,  para que frase tan descriptiva de la indigencia social haya sido barrida de las conversaciones, sean éstas informales o eruditas?

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5 de enero de 2009
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La mayor de las urgencias

Cuando comienza el año, la primera tarea es rapar las barbas de la biblioteca. Esto es algo ineludible y si se deja pasar puede hundirnos. Da lo mismo que la biblioteca conste de diez mil volúmenes o sea una miniatura con un premio Placenta, un recetario, dos novelas de autora con nombre compuesto y la autobiografía de Perales. También hay que rasurarla, porque es una garantía contra la decadencia. Mondando la biblioteca cada año, limpiamos el recuerdo de cuando éramos más jóvenes y en consecuencia más beocios.

Así lo hice yo ayer mismo. Añado que estoy muy ufano y me apresuro a compartir la dicha, por si le sirve de acicate a quien aún sienta excesivo apego por sus libros viejos. Sea valiente: ampute aquellas zonas que alguna vez formaron parte de su conciencia y que hoy puede eliminar con una sencilla liposucción manual. En mi caso y para animar al personal contaré tan sólo dos amputaciones. /upload/fotos/blogs_entradas/acercamiento_med.jpgHa sido como extirpar dos verrugas con pelo de un rostro, el de mi biblioteca, que mantiene cierta apostura.

La primera verruga era un tratado de Roger Caillois de hace cuarenta años, sobre la imaginación. Este discreto pensador formaba parte de aquel nutrido grupo de ensayistas que nos fascinaban por ser franceses, aunque sus enseñanzas fueran un tanto escasas. Eran tipos elegantes, escribían con desenfado y tenían un alma capaz de almorzar en el Grand Befour y luego votar al partido comunista. Con Caillois han caído este año batallones de franceses que en España devorábamos como si fueran becadas en féretro, cuando eran, la verdad, arenques de tambor./upload/fotos/blogs_entradas/wilhelm_reich_med.jpg

La segunda verruga es aún más peluda. Se trata del freudiano más chungo de la ultra izquierda, Wilhelm Reich, el inventor de la máquina del orgasmo y famoso paranoico, un orate a quien tomamos con total seriedad aquellos europeos que creíamos ser progresistas y por lo tanto superiores al vulgo. Les copio una frase estupenda: "La pasividad generalmente común en las mujeres es patológica y debida a la fantasía masoquista de ser violadas". ¡Qué descanso, tirar estos harapos apolillados al pozo del olvido!

Artículo publicado en: El Periódico, 3 de enero de 2009.

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5 de enero de 2009
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José Reyes Brambila

Lo encontraron "encajuelado" el 17 de septiembre de 2005. Su cuerpo estaba envuelto en una bolsa de basura, desnudo, con las manos atadas a la espalda, los ojos vendados, con evidentes signos de tortura y tres cuchilladas. Era reportero del periódico Vallarta Milenio. El auto con placas JAJ-1399 fue localizado en el centro de la ciudad de Guadalajara y ante el olor nauseabundo que desprendía la cajuela o portaequipajes del coche los vecinos avisaron a la policía. El reportero cubría la sección de sociales. El caso no fue resuelto.

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5 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Los Reyes Magos

Me pregunto si hacemos bien en alimentar el mundo fantástico de nuestros hijos con Reyes Magos, hadas, brujos buenos, muebles que parecen los hongos de un bosque encantado, dulces de diseño, para que luego se den de bruces con el llamado mundo real que para qué vamos a hablar de él. La historia de los Reyes Magos es muy bonita y a mí me gusta. De pequeña me lo creía a pies juntillas y esperaba en la calle a la caída de la tarde del día 5 para ver si veía asomar a sus majestades balanceándose en los camellos. ¿Cómo se va a adaptar uno bien a la realidad si ha creído en cosas tan increíbles? Esa creencia debe de quedar en algún lugar del cerebro, y seguramente por eso hoy en día soy capaz de tragarme cosas que me cuentan que no se creería nadie.



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5 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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El año impar

Gracias a Bataille y Baudrillard sabemos que "El Bien consiste en una dialéctica del Bien y el Mal. El Mal consiste en la denegación de esta dialéctica, en la desunión radical del Bien y el Mal y, por consiguiente, en la autonomía del principio del Mal. Mientras el Bien supone la complicidad dialéctica del Mal, el Mal se basa en sí mismo, en la plena incompatibilidad. Así, es el dueño del juego." /upload/fotos/blogs_entradas/_medla_transparencia_del_mal( La transparencia del mal). De este modo se entiende que contra la falta de liquidez del sistema no vale nada la inyección de liquidez. El Mal toma la inyección y no se contorsiona  con su efecto sino que baila dulcemente con él. Así son los años aciagos como suelen ser, con demasiada frecuencia, los años impares. Como será acaso el año que se nos echa encima. No habrá nada que hacer contra su designio, a cada exorcismo contra su falta de paridad responderá con una nueva acentuación de su espejo irreductible, su principio de muerte irremediable, su crisis mortal, 1929, 1973, 1987, 2001, 2007, 2009. Dios nos coja confesados.



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5 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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El año entre manos

¿Cómo empezaron el 2009? Las dos noticias más destacadas de las últimas horas -a saber, el persistente curso de colisión de la crisis económica y el bombardeo sobre Gaza- no pueden ser más desoladoras, en la medida en que sugieren que dos de las peores tendencias del animal humano: la codicia sin límites y la violencia escudada en argumentos pretendidamente racionales, siguen asimilando el devenir de la Historia a la difusión de una peste -una plaga con pulgares oponibles y buenos modales.

/upload/fotos/blogs_entradas/el_da_que_paralizaron_la_tierra_med.jpgNo he visto la remake de El día que paralizaron la Tierra, pero imagino que los representantes del género humano se las deben ver negras para convencer a Klaatu de que no acabe con nosotros; si yo fuese ese extraterrestre, no me dejaría persuadir ni siquiera por la bellísima Jennifer Connelly. Puesta la cuestión en la balanza, imagino que nuestro planeta tiene más derecho a sobrevivir que la más dañina de sus especies. ¿Acaso no exterminamos colonias enteras de animales y de insectos, con el sólo argumento de que nos perjudican? ¿Qué haría la Tierra con nosotros, en ese caso, de tener una boca con que poder expresarse?

Nuestra causa no prosperaría en ningún tribunal por sus propios méritos: la evidencia en nuestra contra es demasiado concluyente. En el mejor de los casos, se nos concedería el derecho a seguir viviendo tan sólo por el beneficio de la duda; porque existe la posibilidad, aunque remota, de que alguna vez desmintamos nuestra trayectoria y hagamos algo bueno.

                                                                                 (Continuará.) 



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5 de enero de 2009
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El Boomeran(g)
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