José Saramago
Nunca he apreciado a este caballero y creo que a partir de hoy lo apreciaré menos todavía, si tal cosa fuera posible. Y esto no debería de ocurrir si, como por Internet me acabo de informar, el tal Sr. Sarkozy está en misión de paz por las torturadas tierras de Palestina, esfuerzo loable que, a primera vista, sólo debería de merecer elogios y votos del mayor éxito. Por mi parte los tendría todos si no hubiese utilizado, una vez más, la vieja estrategia de los dos pesos y de las dos medidas. En un arranque de hipocresía política simplemente notable, Sarkozy acusa a Hamás de haber cometido acciones irresponsables e imperdonables lanzando cohetes sobre el territorio de Israel. No seré yo quien absuelva a Hamás de tales acciones, por otra parte, según leo a cada paso, castigadas por la casi total ineficacia de la bélica operación que poco más han conseguido que dañar algunas casas y derrumbar algunos muros. Que nunca las palabras le duelan en la lengua al Sr. Sarkozy, hay que denunciar a Hamás. Con una condición, sin embargo. Que sus justamente reprensoras palabras se hubieran aplicado igualmente a los horrendos crímenes de guerra que están siendo cometidos por el ejército y por la aviación israelí, en proporciones inimaginables, contra la población civil de la faja de Gaza. Sobre esta vergüenza el Sr. Sarkozy parece no haber encontrado en su Larousse las expresiones adecuadas. Pobre Francia.