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Eder. Óleo de Irene Gracia

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Jorge Eduardo Benavides, premio BCR

Jorge Eduardo Benavides en Bordeaux. Fuente: moleskine ¡Vaya sorpresa! Mi querido amigo Jorge Eduardo Benavides ganó hoy, al mediodía, el Premio de Novela Corta 2009 del BCR con su obra La paz de los vencidos. Jorge Eduardo vive radicado desde hace años en España donde es uno de los escritores latinoamericanos más solicitados e importantes, además de haberse convertido en algo así como el embajador cultural para los peruanos que aterrizamos en Madrid con jetlag. Ha publicado varias novelas en la editorial Alfaguara (la última de ellas se tituló Un millón de soles) y además, dirige desde el Boomerang un taller de escritura interactivo. La nota de prensa no dice nada sobre el tema de la novela, lamentablemente. Pero como Jorge Eduardo ha ido retrocendiendo en el tiempo en sus novelas, y la última se ocupa de Velasco Alvarado, seguro ésta se referirá al primer gobierno de Belaúnde, ¿no? ¿O se nos fue más atrás? ¡Felicitaciones, J.E!RESULTADOS DEL CONCURSO DE NOVELA CORTA 2009CONVOCADO POR EL BANCO CENTRALEl jurado calificador del concurso de Novela Corta 2009 ?Julio Ramón Ribeyro? presidido por el doctor Luis Jaime Cisneros e integrado por los doctores Alonso Cueto, Mirko Lauer, Abelardo Oquendo, y Marcel Velázquez, acordó por mayoría premiar la novela ?La paz de los vencidos? presentado bajo el seudónimo ?Jerónimo de Azcoitía?.El ganador del concurso literario que anualmente convoca el Banco Central de Reserva del Perú, en esta oportunidad fue el señor Jorge Eduardo Benavides Medina. Las bases para el siguiente concurso se publicarán en la página Web del Banco Central: http://www.bcrp.gob.pe/ Lima, 13 de febrero de 2009



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13 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Voilá

 

A François Whal, que también fue amigo de Severo Sarduy y huésped asiduo en Formentor, no le ha gustado ver publicado el Diario de Roland Barthes. Al parecer, el afamado crítico de la escuela estructuralista  francesa le había encargado vigilar el destino póstumo de su obra pero no llegó a nombrarlo albacea.

El enfado de Whal no impedirá la circulación del Diario de duelo que ha publicado Seuil pero su protesta pone en entredicho una vez más la frágil voluntad de los muertos. ¿Habrá quién la respete?

En este caso, parece que Diario de duelo no es una obra vetada por la insatisfacción estética de su autor, sino por la intimidad que revela. El amor a la madre enferma, a la madre muerta, a la madre ausente hace impertinente el saqueo del diario íntimo.

Ya veremos hacia dónde deriva la disputa pero por el momento parece un exceso de pudor el que ostentan los frustrados vigilantes. ¿Acaso es ofensivo ver a Barthes sollozar por la pérdida? En sus notas hay un conmocionado huérfano detallando sentimientos, desgarros y sueños. ¿Qué intimidad se está violentando?

Al viejo Barthes, si pudiera leerse como si no fuera el autor, el texto le permitiría formular sofisticadas evaluaciones acerca del sentido oculto en el afecto filial. La pluralidad de significados latentes en un texto a punto de reventar bajo el impaciente efecto de la curiosidad: "La camarera ha dicho voilá. Algo que ella y yo nos dijimos durante toda la vida. Me ha hecho saltar las lágrimas y de regreso a casa, lloro durante mucho tiempo".



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13 de febrero de 2009
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Retornar tan indulgente y tan bueno

"Proust, ¿a qué festines acudes en la noche,/ para retornar con ojos tan cansados y tan lúcidos?/ ¿Qué horrores, a nosotros vedados, has percibido/ para retornar tan indulgente y tan bueno/Conociendo la pesadumbre de las almas/ Y lo que pasa en las casas/Y que el amor es causa de tanto daño?".

Esta "Oda a Marcel Proust", escrita en 1915, es decir, siete años antes de la muerte del autor de la Recherche, suena a veces como una elegía. Y es que, efectivamente, en ese Paris agónico, en el que la vanidad sirve de atmósfera a las trasformaciones sociales y a los abismos afectivos, el testigo Marcel Proust parece efectivamente no ser "de este mundo". Se diría incluso que -en conformidad a la frase del Narrador en "El Tiempo reencontrado"- de alguna manera todo en aquel Paris de la guerra estaba destinado a alimentar el esfuerzo de este ser distanciado, y ser redimido (liberado de la deuda) por su trabajo agónico. Vale quizás la pena ofrecer una improvisada versión del poema entero de Paul Morand ( que nunca hubiera hecho si la lengua francesa siguiera siendo parte de nuestro acerbo por la que pido disculpas y ), ofreciendo asimismo el texto original.

Sombra/Nacida del humo de tus fumigaciones/El rostro y la voz/Roídos /Por el uso de la noche/Celeste,/Tan llena de vigor, me sumerge, con dulzura, en el zumo negro/De tu habitación/Que transpira el corcho tibio/Y la chimenea muerta./Tras el muro de tus cuadernos,/Tras la lámpara rubia y pringosa como una mermelada,/Tu rostro yace bajo un velo de tiza./Me tiendes tus manos en guantes de filoseda;/Silenciosamente tu barba rebrota/En el fondo de tus mejillas./Yo digo:/- Tienes aspecto de encontrarte bien/Me respondes/-Amigo mío, he estado junto a la muerte tres veces en este día./Tus ventanas sempiternamente cerradas/ Te niegan el Boulevard Haussmann/Repleto/Como un apogeo brillante,/Del estruendo del techo de tranvías./¿Quizás no has visto nunca el sol?/Pero, al igual que Lemoine, lo has reconstruido tan verídico,/Que tus árboles frutales en la noche/ Han florecido./Tu noche no es nuestra noche:/Esta llena de luces blancas/De catleyas y de vestidos de Odette,/Cristales de las flautas, de los lustres/Y de juncos agujereados del general de Froverville./Tu voz, también blanca/Traza una frase tan larga/Que parece plegarse, mientras que como un enfermo/Somnoliento que se queja/Dices que te han causado un enorme pesar./ Proust, ¿ a qué festines acudes en la noche,/ para retornar con ojos tan cansados y tan lúcidos/ ¿Qué horrores, a nosotros vedados, has percibido/ para retornar tan indulgente y tan bueno/Conociendo la pesadumbre de las almas/ Y lo que pasa en las casas,/Y que el amor es causa de tanto daño./ ¿Eran tan terribles las noches de vela que en ellas abandonaste/ La sonrosada frescura/ de aquel retrato de Jacques Emile- Blanche/ Encontrándote así aquí, esta noche,/ Tallado en la palidez dócil de las ceras/Pero feliz de que creamos en tu agonía dulce/De dandi gris- perla y negro?.

«Ombre
Née de la fumée de vos fumigations
Le visage et la voix
Mangés
Par l'usage de la nuit
Céleste,
Avec sa vigueur, douce, me trempe dans le jus noir
De votre chambre
Qui sent le bouchon tiède et la cheminée morte.

Derrière l'écran des cahiers,
Sous la lampe blonde et poisseuse comme une confiture,
Votre visage gît sous un traversin de craie.
Vous me tendez des mains gantées de filoselle;
Silencieusement votre barbe repousse
Au fond de vos joues.
Je dis :
- vous avez l'air d'aller fort bien.
Vous répondez :
- Cher ami, j'ai failli mourir trois fois dans la journée.
Vos fenêtres à tout jamais fermées
Vous refusent au boulevard Haussmann
Rempli à pleins bords,
Comme une auge brillante,
Du fracas de tôle des tramways.
Peut-être n'avez-vous jamais vu le soleil?
Mais vous l'avez reconstitué, comme Lemoine, si véridique,
Que vos arbres fruitiers dans la nuit
Ont donné les fleurs.

Votre nuit n'est pas notre nuit :
C'est plein des lueurs blanches
Des catleyas et des robes d'Odette,
Cristaux des flûtes, des lustres
Et des jabots tuyautés du général de Froberville.
Votre voix, blanche aussi, trace une phrase si longue
Qu'on dirait qu'elle plie, alors que comme un malade
Sommeillant qui se plaint,
Vous dites : qu'on vous a fait un énorme chagrin.

Proust, à quels raouts allez-vous donc la nuit
Pour en revenir avec des yeux si las et si lucides?
Quelles frayeurs à nous interdites avez-vous connues
Pour en revenir si indulgent et si bon?
Et sachant les travaux des âmes
Et ce qui se passe dans les maisons,
Et que l'amour fait si mal?

Étaient-ce de si terribles veilles que vous y laissâtes
Cette rose fraicheur
Du portrait de Jacques-Émile Blanche?
Et que vous voici, ce soir,
Pétri de la pâleur docile des cires
Mais heureux que l'on croie à votre agonie douce
De dandy gris perle et noir?»

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13 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Audrey Hepburn y las demás

A los ingleses- y a casi todos, la verdad- les gusta hacer listas de lo mejor, lo peor, lo más elegante o lo más guapo. Ahora han publicado una encuesta entre cinéfilos de todas las edades. La pregunta era: ¿quién es la actriz más guapa de la historia?

Ha ganado Audrey Hepburn. Yo también la hubiera votado. Lo mismo que ganó otra pregunta aún más absurda: Si Dios fuera mujer, ¿qué rostro tendría? También ganó la segunda Hepburn. Si hubieran preguntado por la más elegante, seguro que hubieran competido las dos Hepburn.

Audrey Hepburn, de la que estuvimos enamorados y con la que seguimos entregados cada vez que su cara, su imagen la vemos reproducida en toda clase de objetos, se ha convertido en un icono de la belleza contemporánea. El modelo es delgado. Las mujeres con muchas curvas, con mucho erotismo, no han desaparecido de la admiración de muchos, pero ante la cercana elegancia, la dulzura, la sensualidad, la sonrisa y otras cualidades de Audrey Hepburn, las otras parecen más vulgares.

En la lista la siguen Angelina Jolie, Grace Kelly, Marilyn Monroe, Sofía Loren y Julia Roberts. Esas son las seis primeras.

¿Y Ava Gadner, Katherine Hepburn, Louise Brooks, Silvana Mangano, Gene Tirney o Catherine Deneuve? Está claro que todas las listas tienen un lado tonto. Estas de mitomanías, de hermosas de la historia del cine, nos hacen elegir entre mujeres que nunca conoceremos. Yo prefiero las cercanas. Por ejemplo, españolas. ¿Quién sería la primera? Yo me lo sé, al menos tengo claro la "mía". Se llama Charo López. Y desde que era una estudiante en Salamanca a nuestros días- han pasado décadas- es una mujer hermosa. Lo fantástico en Charo, a la que tengo la suerte de conocer, es que también es hermosa por dentro. Estoy convencido que Audrey, también. Me voy a pasar el fin de semana con sueños de cine. ¿Me subirá la fiebre?

 

 



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13 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Sesión XXXI

El tiempo en la literatura ha sido siempre materia de gran interés por parte de los escritores. Poe hablaba de un «período de intensidad» tras el cual el interés generado por la lectura decaía; Proust, como hombre de su época, seguramente estaba al tanto de las teorías de Bergson y el análisis de los fenómenos de conciencia y en general de la fenomenología de su tiempo, de allí que En busca del tiempo perdido tenga esos pasmosos colapsos temporales en los que el gran escritor francés tan pronto dedicaba unas páginas a contar hechos que ocurrían en varios años como se entretenía más de cincuenta dedicado a glosar un sólo hecho anecdótico. Y los mejores escritores del Boom hispanoamericano también lo trabajaron con interés, como puede leerse en Conversación en la Catedral, El obsceno pájaro de la noche, Rayuela y Cien años de soledad.

Hemos recibido esta semana textos de sumo interés que han aportado originales soluciones a la propuesta y, como siempre, hemos elegido un muestreo de ellas para que vean cómo se han resuelto, con sus errores y aciertos. Ha habido algunos textos que no se han colgado porque no han cumplido con los requisitos que les pedimos para que hagan los envíos en el "aviso importante" que tenemos en la esquina de la página. Tengo la firme sospecha de que no es visible y estoy pensando si cambiar "aviso importante" por "Usted ha ganado un Volvo".  En fin, disfruten de los cuentos, pues les aseguro que hay algunos muy buenos. Y otro asunto a tener en cuenta: Debido a la nueva dinámica del curso, los textos sólo de admitirán hasta las CINCO DE LA TARDE HORA ESPAÑOLA, pues de lo contrario no tenemos posibilidad de colgarlos a tiempo.

¡Buen fin de semana!



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13 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Medios enteros

Los medios aman la concreción. La información mediática adora la concisión. En todo periodismo las historias complejas, los matices, las ambigüedades se convierten en sustancias molestas, duras y de muy mala digestión. En consecuencia, no se entiende que algunos medios desarrollen todavía grandes despliegues informativos, llamados reportajes de investigación, sobre asuntos generalmente políticos y míseros a los que se dedican muchas páginas y muchos días sin fin.

¿Por interés profesional? La obstinada continuidad del proceloso tratamiento, sus idas y venidas, ondulaciones y jeribeques, acaso estén sirviendo a algún interés que desdeña el lector ignora pero de paso se ignora su ser como cliente.

Bastaría tan sólo el malestar que ese abuso de información provoca para prever que lo que pretende producir emoción se convierte en un emético. Nada más propio del cliente que la demanda de experiencias netas y noticias claras. Los autores del diario aspiran a ser leídos con aplicación pero nunca se dispuso de menos tiempo para masticar despacio ni existió tanta ansiedad por pasar de un bocado a otro.
De hecho, una significativa paradoja actual consiste en que a medida que la visión del mundo ha alcanzado su óptica global, la Historia del mundo deberá achicarse hasta la brevedad de los cuentos. El juicio crítico que suscite esta ecuación es lo de menos. Lo de más, lo taxativo radica en la contradicción entre el lector de periódicos y la información premiosa. La incompatibilidad entre la velocidad de atención sobre efímeros asuntos diversos y el espeso armazón de una larga y monográfica entrega. Sólo aquello que se refiera hoy a la Gran Crisis aceptará un tratamiento gigante pero esto es así porque vista la bíblica magnitud del conflicto cualquier proporción informativa nunca llegará siquiera a designarla.



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13 de febrero de 2009
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Prejuicios

La sección de libros del sitio del periódico inglés The Guardian tiene una serie maravillosa: "top ten". Se le pide a una persona cuáles son los diez libros que hay que leer sobre un tema: el nazismo, el baloncesto o el arte de la cocina. Es un formato cerrado, eficiente, rápido, sabroso, excepto cuando se trata de escoger los libros de viaje en América Latina. El autor de la lista es el escritor y autor de documentales inglés Hugh Thomson. Es un conocedor de América Latina y sobre todo de Perú, pero sus libros a configuran para mí el "top ten" de los clásicos perjuicios del mundo occidental.

Aquí viene la lista:

1. The Motorcycle Diaries, A Journey Around South America by Ernesto Che Guevara. 2. Mad White Giant by Benedict Allen. 3. Tristes Tropiques by Claude Lévi-Strauss. 4. Travels with a Circus by Katie Hickman. 5. Robbery Under Law: The Mexican Object-Lesson by Evelyn Waugh. 6. Love in the Time of Cholera by Gabriel García Márquez 7. Mornings in Mexico by DH Lawrence. 8. In Patagonia by Bruce Chatwin. 9. The Lawless Roads by Graham Greene. 10. Keep the River on Your Right by Tobias Schneebaum.

Basta revisar esto para entender que América Latina tiene revoluciones (Che Guevara), locos y monstruos (Benedict Allen, Katie Hickman), salvajes (Levi-Strauss, Schneebuam), delincuentes (Greene, Waugh). Son meramente Gabriel García Márquez, Bruce Chatwin y DH Lawrence, con los libros señalados, quienes asumen la posible existencia de una vida normal para pueblos que a pesar de un talento fuera de la común tienen pasiones mortales. ¿Pero acaso no existe un ser humano normal, feliz, pacífico y que no se auto-come en América Latina?

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13 de febrero de 2009
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El que esté libre de culpa

La ley del Talión sigue viva, y según creemos, desafía todos los conceptos que tenemos hoy en día sobre la justicia, y la retribución del delito. Y siguen vivas también otras formas no menos bárbaras de castigo. En Irán, en la ciudad de Shiraz, el Tribunal Supremo suspendió temporalmente hace pocas semanas una sentencia que condenaba a una mujer acusada de adulterio a ser lapidada, igual que en la historia que cuentan los Evangelios. Es una sentencia legal, prevista en el código penal, pronunciado por un juez de primer instancia, y sujeta a revisión. Mandar a que alguien muera descalabrado a pedradas, depende entonces de un documento judicial rubricado por una autoridad del estado.

No me queda claro si en este tipo de ejecuciones hay verdugos oficiales que lanzan las piedras sobre el condenado, o si cualquiera puede recoger la suya propia y contribuir a que se cumpla la sentencia. Tampoco sé si el supliciado estará amarrado a algún poste para impedir que alce las manos en defensa de su cuerpo, y de su vida, como manda el instinto.

¿Pero acaso la silla eléctrica, la cámara de gas, el pelotón de fusilamiento, la horca, no son también formas bárbaras de hacer cumplir la ley del talión? El estado, que representa a la víctima, se venga del hechor quitándole la vida por un medio más o menos sofisticado, según el desarrollo de los tiempos: de la inyección letal, que es hoy la forma más moderna de matar, al garrote vil, el torniquete que rompe los huesos del cuello, y que se usó todavía en el siglo XX.

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13 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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El Aleph llegó al cine (4)

Para persuadirnos de que todo entra, o al menos podría entrar teóricamente, en la película Historias extraordinarias, Llinás emplea dos procedimientos. Al primero lo podríamos denominar paraliterario, y pasa por la omnipresente voz en off. Recurso vilipendiado en el cine -es de esas cosas que se supone que no hay que hacer, aunque a mí me encante-, las voces que narran Historias extraordinarias (que son tres, así como sus protagonistas) la recorren de punta a punta y no se ausentan casi nunca. En la película casi no hay diálogos: la palabra está en boca del narrador, o más bien de los narradores. Su tono es casi tan importante como sus palabras: adopta una actitud de OK, les voy a contar una(s) historia(s) que crea complicidad con el espectador a la vez que nunca se desdice. Es decir, nunca establece que va a dejar de contarnos historias. En este sentido, da por sentado de que aunque el film-punto de luz se apague las historias continuarán, porque como dice el doctor Manhattan en Watchmen, nada termina nunca.

El segundo procedimiento es puramente cinematográfico y pasa por la (re)contextualización de la cita. En los episodios que utiliza para recrear una imagen icónica de The Searchers de John Ford o meterse en el país de Truffaut -uno de los capítulos se llama Las dos hermanas, parafraseando el título y el triángulo de Las dos inglesas-, Llinás parece sugerir que John Wayne está vivo y vive en Pehuajó, o bien que cualquiera de nosotros, por impresentable que luzca ante el espejo, puede ser Jean-Pierre Léaud. Ya está claro que las películas de la historia han entrado en nosotros. Quizás sea este el momento de entender que llegó la hora de que nosotros entremos en las películas.

Por supuesto, la película no es perfecta. (No podría serlo por definición. El Aleph del cuento ni siquiera es el verdadero, del mismo modo en que Historias extraordinarias tampoco es la versión ideal de Historias extraordinarias.) Leí por ahí que un cineasta extranjero dijo que no estaba bien filmada. Claro que no lo está. ¿Quién podría filmar bien con un presupuesto de cuatro pesos con veinte? En el sentido más llano, la película se ve ‘fea' y su luz suele ser ‘opaca'. Pero Historias extraordinarias funciona en un sitio que está más allá de las predilecciones estéticas. Como ante un cubo de Rubik, lo que cuenta no es si llegamos o no a igualar los colores de sus caras sino la perfección del mecanismo. Imagino que los prototipos de televisor deben haber sido cajones toscos que reproducían imágenes borrosas, pero la gracia estaba en juzgar no tanto lo que mostraban, sino su potencialidad.
Habrá, por cierto, quien crea que Historias extraordinarias no hace honor a su nombre. Lo extraordinario es el film en sí mismo.

 



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13 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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La mujer interna de Abraham B. Yehoshúa

Abraham B. Yehoshúa. Foto: Joan Sánchez. Fuente: El paísCon mi grupo de lectura de los miércoles estamos leyendo Una mujer en Jerusalén de Abraham B. Yehoshúa. Para darles un contexto, busqué una entrevista al narrador israelí y encontré una que, aunque es anterior a esta novela en castellano (es del 2007 y la novela se publicó en el 2008), y se refiere especialmente a la extraordinaria La novia liberada, no deja de ser interesante su referencia a la necesidad de todo escritor hombre de buscar su mujer interior y escribir desde ahí. La pregunta cae por su propio peso: ¿Esa idea fue la que motivó la escritura de Una mujer en Jerusalén? Responde el autor sobre el carácter de las mujeres en sus novelas:Me da gusto que haya encontrado y descubierto el carácter de las mujeres, compuestas de fuerza y entereza. Es una búsqueda en la comprensión de la relación entre la mujer y el hombre. Para el hombre, en relación con su mujer, esta funciona únicamente para satisfacer sus propios deseos. La mujer es igual al hombre, como su par. La realidad de ella en la vida es que no hay una verdadera división de trabajo, mientras que éste no se ocupa de los niños, sólo realiza acciones en función de su propia carrera profesional, sin ningún tipo de responsabilidad en la familia. Hay carencia total de igualdad. Las mujeres representan siempre su expresión de brillantez, soñadoras, de mayor fuerza, creatividad. Por lo tanto el cambio que debe darse ?es mi opinión? es como el papel actuado por la diosa Shiva de la India: su insatisfacción, y eso lo podemos ver en las diosas, especialmente en las hindúes. Asimismo, en mi novela [La novia liberada] aparece Jagit, una mujer dominante, que se enfrenta a su marido y demuestra rotundamente su total falta de satisfacción. Sin embargo, hasta ahora he escrito mis novelas de acuerdo con una mirada masculina, no he logrado todavía realizar un escrito con la mirada femenina. La novela que escribo ahora está construida como una especie de dueto, y una parte es la de la mujer y la otra parte es la del hombre, son una pareja de casados. Espero lograr esa mirada femenina. (...) Debo decir, recapacitando un momento, que encontré que desde mis primeros escritos las mujeres siempre han sido representadas como representativas de una gran fuerza, a veces más, otras menos, pero las mujeres siempre son fuertes. Finalmente para un escritor hombre, es importante que busque y encuentre a la mujer que lleva adentro, como puede pensarse en lo logrado por Flaubert o Tolstoi; si llego a obtenerlo, para mí será un logro real.Como un aparte interesante, les dejo esta respuesta referida a la literatura latinoamericana a la que califica, pese a los elogios, como "falta de moral" (me imagino que más bien se refiere a "falta de compromiso"):Obviamente [conozco] a García Márquez, el cual escribe cosas admirables, en su estilo del realismo fantástico. De sus libros me seduce especialmente El amor en los tiempos del cólera. Conozco a Borges, el cual nos entrega esas realidades deslumbrantes, que han hecho escuela en la literatura latinoamericana. Lo que me resulta difícil de asimilar, a veces, en esa literatura, es la falta de una moral, una ética. Por lo tanto es difícil decir que haya sido atraído especialmente por ella, pero hubo libros que me otorgaron gran placer leerlos.



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12 de febrero de 2009
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