Edmundo Paz Soldán
Hace algunos años, visitaba la casa de Fernando Iwasaki en Sevilla cuando descubrí que leía vorazmente a Chesterton. No las novelas, sino los ensayos. Buscaba, me dijo, un modelo de escritura para un ensayo histórico de tono literario. Al leer RePublicanos: cuando dejamos de ser realistas, reciente ganador del VI Premio Algaba de Ensayo, descubro con entusiasmo que el modelo ha servido. El libro, diseñado con elegancia –ilustraciones, mapas y un tragicómico ""árbol genealógico de los caudillos"–, está escrito de manera tal que sus capítulos se pueden leer como ensayos autónomos, pero que en ningún momento se pierde la mirada panorámica, capaz de abarcar la "larga duración". Fernando es uno de esos autores que puede ver los árboles, y también el bosque.
En la obra previa de Fernando, que incluye libros como Inquisiciones peruanas y la magistral novela Neguijón (2005), uno de los hilos conductores era el deseo de tender puentes entre España y América Latina, de mostrar, en contra del lugar común, que España y los más de veinte países de nuestro continente se parecen más de lo que se cree. RePublicanos, que recorre con mucha ironía, elegancia y soltura dos siglos de historia de encuentros y desencuentros, es una profundización de esa búsqueda. Por dar un ejemplo: Iwasaki señala de manera convincente que nuestra "polvora constitucional", el hecho de que las sociedades hispanas están "persuadidas de que la mejor Constitución es la que está por redactar", tuvo su origen en "el legalismo minucioso, tartamudo e incoherente" de las Cortes de Cádiz de 1812.
Hay cosas en las que no coincido del todo –¿en verdad le deben tanto Mariátegui y Vasconcelos a Unamuno y Ortega y Gasset?–, pero en general la lógica del argumento de Iwasaki y la solidez de sus ejemplos son irrefutables: "España y América Latina son dos lugares muy parecidos separados por el mismo idioma". Un libro admirable, que demuestra que se puede ser enciclopédico sin ser pesado, y que para escribir un ensayo de divulgación general no es necesario sacrificar la complejidad del argumento.