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Eder. Óleo de Irene Gracia

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1971 ? 2009: el milenio gris

  El caso Padilla, su secuela gris sobre la cultura cubana se ha perpetuado más de lo que se cree. Casi cuatro décadas y tal pareciera que no han pasado ni unos minutos. Autores censurados, libros prohibidos y ferias pensadas para escritores confiables. La cultura en mano de las instituciones y unos pocos decidiendo cuáles textos verán la luz. Aquel se llamaba Heberto, este Orlando, pero en la Isla donde nacieron ambos, la diferencia es aún una infracción. Todavía no sabemos qué pasará mañana en La Cabaña con la presentación de *Boring Home*, pero ya los implicados hemos aprendido algo: poco, muy poco ha cambiado desde que fue censurado ?Fuera de juego?. Tristemente, seguimos en las mismas. Les dejo a continuación el texto que escribió Orlando Luís Pardo Lazo con motivo de la presentación -más controvertida- de esta aburrida Feria Internacional del Libro. Los detectives domésticos       Orlando Luis Pardo Lazo Pudo haber sido un título de Roberto Bolaño, el chileno muerto y universal. Un tipo que no encajaría del todo en el staff de la XVIII Feria Internacional del Libro de La Habana, dentro de las murallas “morales” y los reciclados fosos de fusilamiento de la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña (del 12 al 22 de febrero, sede principal del evento). Y, en efecto, nuestros detectives domésticos, no menos salvajes que los de Bolaño, me llaman por teléfono a cada hora para aterrorizar a mi madre septuagenaria y con enfisema. Son jóvenes, varones, y se escudan tras un teléfono público para practicar la sintaxis profiláctica del paredón: “si tu hijo viene el lunes a la feria, te lo vamos a despingar“, dicen y le cuelgan. (more…)



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16 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Malos tratos

En líneas generales se me conoce como pesimista. Pese a lo que alguna vez haya podido parecer, dada la insistencia con que afirmo mi radical escepticismo sobre la posibilidad de alguna mejora efectiva y substancial de la especie en aquello que en tiempos no muy distantes se llamó progreso moral, preferiría ser optimista, aunque fuera sólo para conservar la esperanza de que el sol, porque ha nacido todos los días hasta hoy, nacerá también mañana. Nacerá, pero llegará también el día en que se acabe. El motivo de estas reflexiones de apertura es el mal trato conyugal o extraconyugal, la insana persecución de la mujer por el hombre, sea marido, novio o amante. La mujer, históricamente sometida al poder masculino, ha sido reducida a algo sin mayor utilidad que la de ser criada del hombre y simple restauradora de su fuerza de trabajo, e, incluso ahora, cuando la vemos por todas partes, liberada de algunas ataduras, ejercer actividades que la vanidad masculina presumía que eran exclusivas del varón, parece que no queremos enterarnos de que la abrumadora mayoría de las mujeres siguen viviendo dentro de un sistema de relaciones poco menos que medievales. Son apaleadas, brutalizadas sexualmente, esclavizadas por tradiciones, costumbres y obligaciones que ellas no eligieron y que siguen manteniéndolas sometidas a la tiranía masculina. Y, cuando llega la hora, las matan. La escuela finge ignorar esta realidad, lo que no puede sorprendernos si pensamos que la capacidad formativa de la enseñanza se encuentra reducida al cero absoluto. La familia, lugar por excelencia de todas las contradicciones, nido perfecto de egoísmos, empresa en quiebra permanente, está viviendo la más grave crisis de toda su historia. Los Estados parten del exacto principio de que todos tendremos que morir y de que las mujeres no podrían ser excepción. Para algunas imaginaciones delirantes, morir a manos del marido, del novio o del amante, a tiros o a navajazos, tal vez sea la mayor prueba de amor mutuo, él matando, ella muriendo. Para las tinieblas de la mente humana todo es posible. ¿Qué hacer? Otros lo sabrán aunque no lo hayan dicho. Puesto que la delicada sociedad en que vivimos se escandalizaría con medidas de exclusión permanente para los autores de este tipo de crímenes, por lo menos que se agraven hasta el máximo las penas de prisión, excluyendo drásticamente las reducciones de pena por buen comportamiento. Por buen comportamiento, por favor, no me hagan reír.



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16 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Agradecimiento y pedido

  No quiero dejar pasar los días y seguir en la ingratitud de no corresponderle a los ?abnegados compañeros? que vigilan la entrada de mi edificio. Ellos, con su sacrificio desmedido, han logrado que en las últimas semanas no hayan ocurrido tantos hechos vandálicos, de los que son tan comunes en estos catorce pisos. No le han robado la ropa de la tendedera a nadie, en las escaleras no hemos encontrado ninguna excrecencia humana adornando una esquina, ningún exhibicionista le ha enseñado su miembro a alguna asustada adolescente; la mesa de dominó que genera tantos gritos ha sido suspendida hasta nuevo aviso y hasta los perros vagabundos han evitado hacer de las suyas por allá abajo. Todo eso gracias a los turnos rotativos que mantienen dos disciplinados miembros del ministerio del interior ?para vigilarme- en el lobby de mi bloque de concreto. Sólo quería, junto con mi agradecimiento infinito, pedirles por favor un poco de vista gorda con los vendedores ilegales. Llevamos la misma cantidad de días sin que nadie ?ni siquiera un distribuidor de veneno contra cucarachas- grite su mercancía en nuestros pasillos. Me siento culpable de la asfixia comercial en que están sumidos los otros 143 apartamentos y algo tengo que hacer para aliviarlos. Así que les pido -a los acechantes soldados del MININT- mirar hacia otro lado, cuando de la comida se trata. ¡Esto no tiene que llegar a ser el cerco de Lisboa!



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15 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Cuatro palabras

Se había quedado sin trabajo y se pasaba las horas viendo películas. Después, no podía con la costumbre y escribía una reseña larga sobre lo que acababa de ver. A veces se las enviaba al director del periódico, como diciéndole, mira lo que te perdiste. Pero no había vuelta. Así estaban los tiempos: los periódicos y las revistas impresas habían iniciado su muerte lenta, y las primeras víctimas se encontraban en la sección de cultura, como solía ocurrir.

Al atardecer, cuando ella llegaba del banco, él le leía su lista de agravios. Cuando comenzó a trabajar para el periódico, escribía reseñas de dos mil palabras. Luego redujeron páginas y le pidieron que no pasara de las mil palabras. Después, que el tope debía ser seiscientos. Al final, debía incluir tres o cuatro películas en la columna: cápsulas de ciento cincuenta o doscientos palabras.

Menos mal que me fui, le dijo una noche. La siguiente hubieran querido reseñas de no más de cuatro palabras.

Eso ya existe, dijo ella, que veía cómo su relación era devorada por el enfermizo rumiar de él. Ante la incredulidad de él, ella se lo mostró, diciéndole que no desconfiara de alguien que sabía todo lo que podía saberse sobre el Internet. Y él, que esos días veía a la red como su gran enemigo (gracias a la red había perdido su trabajo, y la capacidad de análisis de la gente se reducía a tratar de ensamblar dos frases pintorescas o coherentes), debió rendirse una vez más ante la evidencia. De veras, todo estaba allí.

Buscó reseñas de algunas películas que había visto los últimos meses:

Control: "Ian Curtis pierde Control"; "Oda a Joy (Division)"; "Llegada de New Order".

Gomorra: "Hoy, la Camorra".

Benjamin Button: "Pitt va mejorando".

Japón: "Deseos edípicos mejicanos".

This is England: "Graham + yerba: combinación peligrosa".

Milk: "Mala propaganda para Twinkies".

El luchador: "Rourke entre las cuerdas"; "Retirado Rourke busca redención".

Es fácil, dijo él. Cualquiera lo puede hacer.

Ella lo desafió a que lo hiciera.

Él tardó dos días en escribir su primera reseña de no más de cuatro palabras. Coraline:

"Coraline tiene pesadillas".

Al poco tiempo, se le había vuelto una adicción. Pasaba horas buscando definir una película en pocas palabras. Renegó de su pasado retórico. Comenzó a entender por qué los periódicos y las revistas no tenían futuro. Llegó a justificar a su jefe.

Un día, después de ver el DVD pirata de Vía Revolucionaria ("Los Wheeler se hunden"), él le dijo a ella: si no puedes con ellos, únete a ellos.

Tiene ocho palabras, dijo ella.

Perder es también ganar, dijo él.

Ahora sí, dijo ella. Todo está bien.

Excepto que seguía sin trabajo.



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15 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Off Topic: ¡FELICITACIONES, CLAUDIA!

Claudia Llosa. Fuente: lavanguardia Claudia Llosa acaba de ganar el Oso de Oro del Festival de Berlín a la Mejor Película. Es el premio más prestigioso de uno de los festivales más importantes del mundo. Eso marca un hito en la cinematografía del Perú pero, sobre todo, es una extraordinaria noticia para todos los que luego de ver Madeinusa decubrimos el talento y la imaginación de su directora, tan incomprendida en el Perú por comentarios nacionalistas absurdos. Los anónimos que en el blog "Puente Aéreo" dijeron, luego de que Claudia ganase el Premio de la Crítica como lo comenté ayer, cosas como: "Es el típico premio ganado por conmover al primer con historias sobre este lado olvidado del mundo, sin tomar demasiado en cuenta la calidad cinematográfica. El premio políticamente correcto, digamos. De ahí a que gane el Oso de plata [sic] ya es otro tema, ahí si te creo" ahora deben estar calladitos, asustados, royendo su miseria y su mezquindad. Faverón, quien también celebra el premio, recuerda la lista de anteriores ganadores. Una victoria sin atenuantes. ¡Felicitaciones, a Claudia y a todos los que participaron de la cinta! ¡Qué ganas de ver la película!



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14 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Boring Home

Conozco de libros que han estigmatizado a sus autores y de escritores que proyectan una sombra oscura sobre sus obras. Quién perjudica más a quién, parecen sugerirnos algunos casos en que el literato es tan ?difícil? como sus textos. Orlando Luís Pardo Lazo ha sido la causa directa de que los cuentos compilados bajo el título Boring Home no fueran presentados en esta Feria Internacional del Libro de La Habana 2009. Él y su manía de complicar las cosas, de buscarle juegos lingüísticos a una realidad que entiende mejor de consignas y gritos. Para colmo, se dedica a robar con el lente de su cámara ciertas desatinadas imágenes que contradicen la iconografía oficial. No muestran la manzana, ni a Adán, apenas la serpiente. La radioactividad que despide Orlando detuvo las máquinas de la imprenta, hizo espantarse a los editores y desistir a algunos colegas de saludarlo en la calle. Su nombre desapareció de las listas de los escritores promovidos por las instituciones oficiales y fue sacado del catálogo de esta Feria. Sin embargo, el chiflado de Lawton, se las arregló para imprimir su libro y ahora quiere presentarlo. Sus amigos -gente excluida como él- hemos decidió acompañarlo en el lanzamiento alternativo de sus textos, el lunes 16 de febrero a las tres de la tarde, en las afueras de la fortaleza de La Cabaña. Todo podría haber quedado en un grupito sentado sobre la hierba, hablando de un libro manufacturado, sino fuera por las amenazas. Desde ayer está circulando un email en la intranet del Ministerio de Cultura, donde se nos advierte de posibles represalias por la presentación alternativa de los cuentos. Llamadas intimidatorias, acusaciones de asalariados del Imperio ?¡Cuán poco originales son!- y hasta la velada advertencia de que habrá golpiza. Todo eso ha venido a darle a la salida de Boring Home más expectación de la que buscábamos, le ha regalado el mejor discurso de presentación que podría hacérsele a un escritor proscrito. Allí estaremos, vamos a ver si nos dejan llegar.



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14 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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¿A quién pretende agradar Belloc?

 

Nada puede complacernos más que ver a los hombres celebrando a sus héroes particulares. Hay en este exceso un aspecto enternecedor. Hombres huérfanos de afecto rinden homenaje a sus protectores. Éstos deambulan por las regiones imaginarias del pasado pero la certeza de la creencia es formidable: subsisten y dan consuelo. Para algunos son un ejemplo a seguir. Para otros, el homenaje es dar aliento a una vida que sin su recuerdo se extinguiría. El caso es que las agrupaciones adoptan patronos como signos de su convicción. Ya se sabe: un denso y conciso símbolo, una abreviatura. En lugar de contarlo todo cada vez, se cita el nombre laureado del gran predecesor. Y así queda todo dicho. Para un jesuita será Ignacio de Loyola. Para un opusdeísta, Escrivá de Balaguer. Incluso los laicos, con menos fervor y más modesto entusiasmo, tienen su obosom: Manuel Azaña, -quizás.

Lo singular de la confusión española, no obstante, es ver como rezongan los políticos de izquierda. Parecen apesadumbrados. Como si se avergonzaran de sus antepasados. Un republicano o un socialista francés se reconoce en los nombres de la Historia que lo ha parido. No hay misterio en ello. Las ideas sobreviven a la muerte de sus mejores oradores y entre los vivos siguen tronando. Esto es así en Francia, en Alemania... Pero no en España.

A causa de perturbaciones patológicas que no han sido estudiadas, los socialistas españoles viven acosados por un dolido fantasma. Quién sabe lo que les susurra de noche en su dormitorio. Lo único cierto es cómo se despiertan al amanecer: dispuestos a pedir perdón. Luego acuden a obtener el beneplácito de sus adversarios. José Bono, Presidente del Parlamento, quiso homenajear a Sor Maravillas, una monja que había vivido con gran abnegación. Ahora Juan Alberto Belloc, alcalde socialista de Zaragoza, quiere rendir homenaje al fundador del Opus Dei, Monseñor Escrivá de Balaguer. Y declara el motivo que hace inevitable poner su nombre a una calle: "es santo".

Su argumento se refuerza con más profundos pensamientos, pocos dignos de la tradición a la que pretende pertenecer, pero frívolamente ruidosos: "no hay marxista culto que se oponga a esto".

El caso español.



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14 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Parabólicas

Detrás de un tanque de agua, esconde Dayron una antena parabólica para captar la televisión de México y Miami. Vive en un edificio de ocho apartamentos y suministra a cada vecino un cable con la prohibida programación. Aunque la policía rastrea a estos distribuidores ilegales, poco puede hacer, dado el creciente número de quienes cometen el mismo delito.  La Habana parece -por momentos- una telaraña surcada de falsas tendederas y tubos de agua por los que corre, en realidad, la proscrita señal de las televisoras extranjeras. Suscritas a semejante negocio underground, muchas familias pagan una mensualidad de doscientos pesos cubanos, la mitad del salario de cualquier profesional. Reciben a cambio veinticuatro horas de telenovelas, shows y musicales. Los pocos e ideologizados canales nacionales no pueden competir con los colores llamativos y la variedad que llegan desde la osada antena, orientada hacia el satélite. Para contrarrestar este fenómeno, el gobierno ha entrenado equipos policiales que rastrean las azoteas y cortan los cables sospechosos. La multa puede exceder los mil pesos e incluye la confiscación de los equipos receptores y del televisor. El temor a ser sorprendidos no logra, sin embargo, hacer desistir a los audaces televidentes. Algunos emprendedores han logrado, incluso, colocar las redes de distribución por debajo de la calle, junto a las viejas cañerías de agua. Para hacerlo han contratado verdaderas brigadas que simulan reparar algún salidero, cuando en realidad difunden el perseguido cable. Los clientes de Dayron están dispuestos a correr todos los riesgos, con tal de ver algo diferente.



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14 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Los abortos de Vía Revolucionaria

Mi adorada Kate como April Wheeler. Fuente: canaltcm Hace unos días fui a ver la película Vía Revolucionaria (traducida pésima, mediocremente, como Solo un sueño) de Sam Mendes, basada en la novela de Richard Yates. Bueno, ya saben, en realidad fui a ver a la mujer de mi vida, Kate Winslet (dirigida por el hombre de su vida, Mendes). Los disfuerzos de Leonardo di Caprio por robarse un show donde solo era una comparsa competían con el afán, ambicioso, desmedido, enamorado, de Sam Mendes de convertir a la magullada April Wheeler en una heroína a la altura de su adoradísima Kate. Con eso traiciona la novela de Richard Yates, en la que los dos esposos Wheeler están igual de encarcelados y atrapados en sus sueños imposibles de cumplir (aunque la diferencia es que Frank es solo un hablador y April una revolucionaria ilusa que alguna vez le creyó); pero hay que decir a su favor que ha sabido subrayar las mejores frases de la novela y las ha dicho tal cual. Para los fans de Yates, eso es de agradecer. Mi momento favorito (en la novela y en la película) es cuando Frank Wheeler, convencido al fin de su propia mediocridad, dice en el dictáfono: "Título: Hablando de Control de Inventarios, paréntesis, tercera revisión. Párrafo. Saber lo que uno tiene, coma, saber lo que uno necesita, coma, saber de lo que uno puede prescindir, guión. Eso es..." Tampoco voy a negar el impacto que me dio la frase de April, en mitad de una pelea con Frank, a quien ha dejado de amar: "Yo pensé que era amor pero solo era un chico que me hizo reír en una fiesta". Esa frase, textualmente, no existe en la novela pero sí un apropiado, cinematográfico, resumen del pensamiento de April en el momento que toma la decisión de abortar, mientras recuerda el beso de despedida (muy bien dirigido en le película, ciertamente) luego del mejor desayuno de sus vidas: "El beso, puesto a pensarlo, había sido perfectamente correcto: un beso casto, un beso amistoso, el beso que se da a un chico que acabas de conocer en una diesta, el chico con el que has bailado y te ha hecho reír y después te ha acompañado a casa, hablando de él todo el tiempo. El único error real, la única cosa injusta y deshonesta, había sido verle como algo más que eso. Oh, durante un par de meses, solo por diversión, no habría estado mal jugar a eso con un chico ¡pero tantos años seguidos!"A la amiga con la que fui a ver la película le pareció que no había mucha coherencia en la amenaza de Frank, en una pelea anterior a la final, de conseguirle a April un psiquiatra. También le pareció un poco maniquea la presencia de John Givings, el hijo loco de la casera que sin embargo es el único lúcido de la novela. Ambas apreciaciones son correctas en cuanto a que Mendes ha eliminado completamente todas las referencias al psiconálisis que se hacen en la novela. Es obvio que Yates detestaba el psiconálisis y esa búsqueda contemporánea de "solucionar" la vida de los demás haciéndolos encajar en una línea media. Yates, realmente, odiaba a los psiquiatras (loqueros los llama) y a los manicomios; quería vivir establecido en aquella locura lúcida que le permitía escribir. Yates es Givings, eso es obvio. De hecho, al final de la novela un exitoso negociante Frank Wheeler se encuentra con su vecino Shep y le comenta que está en terapia con un psicólogo. Le dice "A mí me parece que estamos llegando a un terreno bastante básico; cosa que yo nunca me había planteado acerca de la relación con mi padre..." Shep siente lástima y decpeción por aquello en "lo que se ha convertido" Frank. A mí me da más bien ternura. Pobre Frank. Pobre April.Atención, que lo siguiente puede ser considerado spolier así que, si no han visto la pela ni leído el libro, no lo lean: La escena en que April aparece ensangrentada luego de su aborto viendo por su enorme ventana la luminosa Revolutionary road y sus jardines verdes, una sofisticación innecesaria de Sam Mendes, se justifica dada la lectura del propio Richard Yates sobre su novela. En la edición de Emecé recuperan felizmente sus palabras al respecto:Alguien me preguntó en una fiesta sobre mi novela y le respondí que estaba escribiendo sobre el aborto. Le dije que era una sucesión de abortos de todo tipo: una obra abortada, varias carreras abortadas, una infinidad de ambiciones y planes abortados, todo lo cual conduce a un aborto real, físico, y a una muerte al final. Tal vez ése sea el mejor resumen de la novela que puedo ofrecer. Durante los cincuenta prevalecía un generalizado deseo conformista en todo el país, y no solo en las urbanizaciones: una suerte de búsqueda de seguridad, ciega y desesperada, que se encarnó políticamente en el gobierno de Eisenhower y en la caza de brujas de Joe McCarthy. Muchos estadounidenses estaban muy preocupados por ello, pues parecía una traición absoluta a nuestro más gallardo espíritu revolucionario, un espíritu que quise ver encarnado en el personaje de April Wheeler. El título alude a que la vía revolucionaria de 1776 había llegado prácticamente a su fin en los años cincuenta"Finalmente, solo me queda agregar que las citas de este post las he tomado de la edición de la novela publicada por Emecé (2003) y traducida por Luis Murillo Fort, y que Kate Winslet es una estupenda actriz y una mujer hermosa, absolutamente hermosa, tanto cuando se está riendo como cuando está peleándose, cuando tiene fe o cuando la ha perdido, cuando hace el amor en la cocina, cuando baila el jitterbug o cuando huye de sí misma por un bosque. Hermosa.



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14 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Revolución.com

En la cerrada sala del Palacio de las Convenciones se concluyó hoy un congreso informático, cuyo acceso fue sólo para delegados extranjeros o cubanos con credencial. Por más que traté de colarme en el evento, hacía falta pertenecer a alguna institución oficial para estar ahí. Como preámbulo optimista a dicha reunión, el Viceministro de Informática y Comunicaciones dio una entrevista al periódico Juventud Rebelde. Cargada de frases sobre un futuro impreciso que lo mismo podría llegar la próxima semana o en una década, renovó -en algunos- las esperanzas de un acceso masivo a la Internet. Sin embargo, después de leer varias veces las respuestas de ese funcionario, me siento más alarmada que tranquila. Sus palabras no muestran la mínima crítica a la labor de censura o bloqueo de páginas, que resulta tan común en las redes cubanas. Ubica las diferencias ideológicas en una larga lista de atrocidades entre las que se encuentran los «contenidos nocivos como la incitación al terrorismo, la xenofobia, la pornografía??. En ese mismo club de los monstruos incluye ?por supuesto, la incitación a la subversión del orden establecido en Cuba y los contenidos francamente contrarrevolucionarios». El último adjetivo me confirma que nuestro acceso a la red sigue extraviado entre un montón de criterios, que nada tienen que ver con el ancho de banda o la conexión satelital. Sólo que no vale la pena molestarse, porque Internet no será la migaja que nos caerá desde arriba, el privilegio que llegará por nuestra buena conducta, ni la prebenda alcanzada después de aplaudir mucho. Esta vez, no será así. Una verdadera revolución.com ocurre paralela y contraria al racionamiento que también nos quieren imponer en el mundo virtual. Esta no tiene barbudos, ni fusiles y mucho menos un líder gritando en la tribuna. Es lenta y aún focalizada, pero alcanzará a casi todos los cubanos. Sus comandantes llevan raros nombres como Gmail, Wordpress, Skype o Facebook: no crean división, sino que unen personas. El efecto de esta revolución tecnológica durará más que cincuenta años; para impedirla o controlarla poco pueden hacer los ministerios, los filtros electrónicos o las promesas de acceso que no se materializan. Incluso hoy, mientras a puertas cerradas se clausura el evento Informática 2009, ya en algún lugar se abre una nueva brecha por donde pasaremos sin permiso.



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13 de febrero de 2009
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El Boomeran(g)
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