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Eder. Óleo de Irene Gracia

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Babelia, Radar libros, Obrero Digital, El Peruano: últimas reseñas de Un lugar llamado Oreja de perro

Reseña en El Obrero Digital. Fuente: moleskine A veces cuando un ave de malagüero canta, las cosas resultan totalmente a la inversa. Un anónimo me advirtió que iba a tener que llorar cuando a mi novela la hundiesen en "Babelia". Y ese mismo fin de semana, salió en el suplemento una reseña muy positiva ni más ni menos que de J. Ernesto Ayala Dip, un hombre culto y gran conocedor de la litertura latinoamericana y española. Apareció el 24 de enero del 2009, en la página 13 del suplemento, además, como para terminar de creer en supersticiones y las "maldiciones" anónimas:Con Un lugar llamado Oreja de perro el escritor Iván Thays (Lima, 1968) demuestra lo difícil que resulta soldar en una misma novela peripecia colectiva y peripecia individual, accidente histórico y reflexión existencial, indignación civil y dolor intransferible. Operación compleja en la que muchas veces la pulsión subjetiva contamina el dibujo del contexto hasta convertirlo en un simple e inoperante fondo sin vida y sin sentido. El finalista del Herralde de Novela tenía ante sí dos desafíos: la construcción de una voz narradora que estuviese a la altura de la materia individual que tiene que trasladarnos y el diseño de un escenario político social lleno no sólo de las certezas que nos conmueven sino también de las incógnitas que nos podrían inquietar. Estamos en el presente del Perú, entre el final del Gobierno de Toledo y el nuevo de Alan García. En un pueblo andino remoto, el terrorismo de Sendero Luminoso ha hecho estragos humanos en los años ochenta. Ese pueblo, Oreja de perro, celebra la llegada del presidente probablemente demagógica cuando se necesitan los votos. Hasta ahí es enviado el narrador de esta novela para cubrir la información del evento para la revista para la que trabaja. Antes había sido un famoso presentador de televisión. Pero sucede que el periodista arrastra una tragedia personal. Ha perdido a su hijo Paulo, de cuatro años, y su mujer, Mónica, acaba de abandonarlo. Mientras cubre la información conoce a otras personas, entre mujeres y hombres, todos ellos seres que le exigen compromisos, entre personales y políticos, y ante los cuales el narrador sólo puede silenciosamente ofrecer su particular vía crucis. La pérdida del hijo (que Thays ya había tratado en La disciplina de la vanidad, 2000, con el mismo nombre pero entonces de 13 años) es un asunto triste que el autor peruano registra con una envidiable delicadeza. La huida hacia la sensualidad más inmediatista del protagonista; el duelo, no solo de lo que perdió sino también de lo que está a punto de perder; la violencia sorda que lo rodea, son controlados y plasmados con una eficacia artística rayando la perfección.Entonces, para un comentarista chileno mi lenguaje es deficiente mientras que para Ayala-Dip este tiene una "eficacia artística rayana en la perfección". Opiniones divididas, que le dicen. Por ejemplo, en el suplemento El Obrero Digital apareció el fin de semana pasado una reseña que es lo que, supongo, todo finalista de un premio (y más uno como el Herralde) quiere leer. Se titula "Segundo primer premio":El escritor limeño, venerado por prestigiosos compatriotas y literatos como Mario Vargas Llosa y Alonso Cueto, ha construido una novela monumental que ha sido merecedora finalista del Herralde de novela. Solo la rotundidad literaria del mexicano Daniel Sada se impuso a esta excelente obra que lleva camino a convertirse en imprescindible para toda biblioteca (personal y pública) que se precie, y es que en esta ocasión muy bien podían haber concedido un primer premio compartido. La novela de Thays narra las viscisitudes de un reportero que recibe el encargo de trasladarse junto con su fotógrafo Scamarone a las irrespirables alturas de un poblado deprimido del Perú para cubrir allí la información de una visita al presidente Toledo (ya en horas bajas) en el marco de su "programa social" y de una Comisión de la Verdad sobre la vulnerabilidad sistemática de los Derechos Humanos que tuvo lugar desde los años ochenta.Por otra parte, el domingo pasado (22 de marzo de 2009) apareció una extensa reseña, también muy positiva, en el suplemento argentino "Radar Libros" de Página12, firmada por Fernando Bogado:La novela es una forma de la memoria. Y no solamente estamos hablando de la memoria individual, que guarda siempre la (im)pertinencia del recuerdo, aquello que invade nuestra conciencia, muchas veces, más allá del control de la voluntad (Proust). Concentrémonos, entonces, en esa memoria grupal, interpersonal, histórica: la novela juega muchas veces a disfrazarse de documento y presentarse como un testimonio duradero de acontecimientos históricos particulares. Varios han sido los novelistas que de una manera u otra trataron de conjugar ambos tipos en un solo texto: Iván Thays consigue en Un lugar llamado Oreja de Perro (finalista del último Premio Herralde de Novela), una obra en donde lo público y lo privado, la historia individual y la nacional parecen conservar una extraña relación de continuidad. (..) Thays, reconocido periodista y crítico literario, autor de textos como La disciplina de la vanidad (2000), logra aquí un texto tajante que retrata los sinsabores de todo aquel que se enfrente con ese molesto ?espía? que es la memoria. Entre el olvido y el recuerdo, los hechos que mantuvieron sojuzgados a los peruanos en las últimas dos décadas funcionan como fantasmas que recorren el duro paisaje de cerros de Oreja de Perro. Serán ellos los que tomen cuerpo definitivo cuando Jazmín, una chica embarazada oriunda de la zona, cuente la verdad sobre su niñez afectada por las duras contraofensivas que militares peruanos desplegaron bajo las órdenes del gobierno. El autor, recurriendo a un tipo de frase breve absolutamente concentrada en la contingencia de los hechos, logra transformar cada oración en un único haz de luz que atraviesa la penumbra de un pueblo sumido en un dolor impronunciable. Sólo tres cosas pueden emerger de esa oscuridad andina, densa, infinita; tres variantes de lo mismo: perros, policías, militares. El resto está oculto, literalmente desaparecido, enterrado bajo los pies de los personajes: huesos que sólo esos mismos perros desentierran atraídos por el hambre. El barroco ?desértico? al cual recurría Sada para hablar del México de mediados del siglo XX en Casi nunca (ganadora del Herralde) se opone aquí a la brevedad testimonial de la escritura de Thays: ambos son fuertes ejemplos de los dos modelos de búsqueda estilística que la narrativa latinoamericana de estos tiempos lleva adelante. Entre la necesidad de dejar atrás el pasado del protagonista (intención que se inclina por cierto sentimentalismo al final de la obra) y el gesto urgente de una Nación por recuperar una parte de su historia, el presente trabajo logra mantener un complicado equilibrio entre estos extremos a fuerza de sobriedad. Pero claro, como toda forma, la novela difícilmente pueda encerrar en sus límites lo excesivo, sobre todo si aquello a capturar es la memoria dolorosa de un hombre, de un pueblo atormentado.Me gusta mucho eso de que entre la novela de Sada y la mía hay "dos modelos de búsqueda estilística de la narrativa latinaomericana en estos tiempos". También lo creo y lo vi así cuando me encontré con Daniel Sada en el hotel, el día de la premiación. En fin, como no todo puede ser color de rosa, porque si no es mentira, en el diario El Peruano el día martes 24 de febrero de 2004 el crítico José Vadillo escribió una reseña muy gentil conmigo, pero rechazando la novela por considerar que no conozco el mundo que intento representar. La reseña se titula: "¿Y dónde está Oreja de perro?"Cuando una novela le advierte en su primera página que datos, personajes y circustancias son ficticios, mata la sorpresa. El lector sabe bien en qué se mete cuando compra una obra literaria. A menos que sea una novela de no ficción, claro. He seguido la obra de Iván Thays desde su primer trabajo, Las fotografías de Frances Farmer, y a mi modesto entender Un lugar llamado Oreja de perro, con la cual nuestro escritor fue finalista del Premio Herralde de Novela 2008, no está entre lo mejor de su narrativa. En Un lugar.. abundan los clichés, personajes deducibles. En cambio, tengo buenos recuerdos de El viaje interior y La disciplina de la vanidad, sus anteriores obras, donde los personajes eran más sinceros y cercanos al universo del autor. Argumento central: un periodista al cual se le muere e hijo trata de escribir una carta a su mujer mientras está en comisión en la zona conocida como Oreja de Perro, cubriendo un evento presidencial. A Thays le ha sucedido lo mismo que a Roncagliolo o Cueto: Su problema al describir Ayacucho y Oreja de Perro, zonas que no conocen o no han investigado lo suficiente, es que más parece una imagen de postal intercambiable con cualquier lugar. Los personajes: un narrador personaje que es un periodista atormentado con sus problemas personales. El fotógrafo, Scamarone, como antípoda: hablantín, exagerado, conchudo. Mónica, la esposa, un personaje difuso.Las escenas más intensas de la novela son las que se refieren a Paulo, el hijo que muere tempranamente. En cambio, la periodista ayacuchana, Jazmín, y la antropóloga de la Católica, Maru, son personajes que parecen estar ahí solo para relacionar la novela con los testimonios recogidos por la Comisión de la Verdad. El novelista Miguel Gutiérrez ha dicho que la época de la guerra interna que vivió el país seguirá inspirando a los escritores peruanos, pero no sabemos si hoy o mañana se escribirá la gran novela de esa etapa. Y de Thays siempre esperaremos buenas obras.



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27 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Las minas del Rey Salomón

 

Es precisamente ahora, cuando la crisis global sacude los cimientos de nuestra ciega complacencia, que debemos aprovechar la oportunidad. El miedo al futuro nos conmueve de tal modo que las arrogantes presunciones de la cultura se encogen y por una vez nos veremos libres de los viejos dogmas. Por un momento será posible contemplar de otro modo la posibilidad de existir.

Los ciudadanos entregan su tiempo a dos acuciantes actividades sociales: trabajar al ritmo que impone la maquinaria productiva y gastar su dinero al ritmo que impone la maquinaria consumista.

En realidad, este gigantesco y sofisticado trueque tiene como única mercancía al tiempo que se escurre día a día. Por más que se haya impuesto el modelo mercantil, el precio real de los objetos lo fija el valor del tiempo que uno ha gastado en producirlos. Y el propio dinero representa el tiempo que uno ha perdido irremediablemente en ganarlo.

Nuestra desdicha es pertenecer a un sistema que en lugar de establecer el patrón tiempo ha optado por regularse mediante el patrón de la necesidad. Esta elección fundacional ha despreciado el valor de la única mercancía verdaderamente escasa: el tiempo que gastamos consumiendo nuestro paso por la vida.

El malestar y el estrépito de los dolores sociales procede de este equivocado sentido que hemos dado al tiempo que seguimos perdiendo.



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27 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Vallejo en los infiernos

Eduardo González Viaña

Alfaqueque ediciones

 

                De todos los grandes poetas latinoamericanos que surgieron en la primera mitad del siglo XX, César Vallejo  quizá sea el menos conocido de todos ellos, al menos en lo que se refiere a su biografía y circunstancias personales.  Ello a pesar de que su nombre figura invariablemente en las habituales  enumeraciones de aquel espléndido elenco poético:  Pablo Neruda, Vicente Huidobro, Gabriela Mistral, Nicolás Guillén, etcétera.  Su destacada actuación a favor de la República española antes y después de 1936, y el posterior silenciamiento de su nombre por parte de las autoridades franquistas no explican su relativa falta de popularidad porque también Pablo Neruda fue un conocido comunista y antifranquista y ello no le ha impedido ser muy conocido de todos.

                Vallejo en los infiernos  es una biografía novelada  del mejor de los poetas peruanos, aunque en lugar de abarcar su vida de principio a fin se centra en su traumática estancia en la Cárcel Pública de Trujillo: en noviembre de 1920, y cuando contaba 28 años y empezaba a ser una figura muy conocida en los medios culturales dentro y fuera de Perú, César  Vallejo fue encarcelado en Trujillo bajo la acusación de haber participado en un oscuro pero sangriento incidente ocurrido en su localidad natal de Santiago de Chuco. Las circunstancias que rodearon el suceso (Vallejo había pronunciado allí unos días antes una conferencia en la que defendió apasionadamente a los campesinos pobres y atacó con  idéntica pasión a las instituciones que permitían impunemente los abusos a los poderosos), o las razones que adujeron las autoridades para acusar y encarcelar al poeta nunca quedaron del todo claras. Aunque también es posible que tales razones carecieran de importancia y lo único relevante fuera que Vallejo se había creado unos enemigos muy poderosos y capaces de recurrir a la compra de jueces y testigos o al amaño de firmas y declaraciones que lo inculparan.

                El propio director de la prisión,  impresionado por el aspecto del preso que acaban de poner bajo su custodia  se asombra del poder y la mala fe de unos enemigos que además de encarcelarlo han presionado para que sea llevado al ala más peligrosa y temida de la prisión, con el agravante de que en la celda a la que ha sido destinado le aguarda un demente brutal  armado con un martillo y que ha sido comprado para que mate o de un susto de muerte al recién llegado. Como dirá otro compañero de celda, Vallejo ha sido arrojado "al infierno".

                Esa  descripción le cuadra de lleno a César Vallejo, un hombre al que sus propios contemporáneos atribuían una sensibilidad compleja debido a la mezcla de ascendencia india, por parte materna, y española por parte del padre. De niño incluso llegó a ser encaminado hacia el sacerdocio, y esa profunda formación cristiana le proporcionó gran parte de la simbología que daría sustento a otras constantes de su poesía, como por ejemplo las vivencias del ámbito familiar, la presencia constante del dolor humano, el afán de justicia o la esperanza de una revolución salvadora.

                Gracias a una campaña popular que puso en pie de guerra a los sectores más combativos del país, las autoridades no se atrevieron a mantener en tan espantosas condiciones a su preso más conocido y en marzo de 1921 (es decir, más de cien días después de su ingreso en prisión) aceptaron concederle  una suerte de libertad condicional que no le exoneró de las acusaciones, pues la idea era seguir más adelante la causa judicial abierta contra él.

                Comprensiblemente, César Vallejo aprovechó la circunstancia para trasladarse a Europa (dividiendo su tiempo entre España y Francia, aunque también visitó otros países europeos y realizó un famoso viaje a la Unión Soviética) sin sospechar que emprendía un exilio de por vida puesto que las acusaciones contra él se mantuvieron vigentes hasta el día de su muerte, acaecida en París el 15 de abril de 1938.

                La ventaja de novelar un episodio que haya marcado profundamente a un poeta es que, con un poco de sensibilidad, el autor puede encontrar en los versos de su personaje la expresión de sus estados de ánimo, su dolor o incluso las negras premoniciones que le sugieren el poder y la vesania de sus enemigos.  Y el lector sólo necesita una cierta familiaridad con Vallejo para apreciar el uso inteligente que hace de esa ventaja  Eduardo Gonzalez Viaña. Así por ejemplo (p. 348) cuando Vallejo habla con don Salomé, un compañero de celda que ejerce de curandero, pasando de un tema a otro van a parar a la muerte. Y dice el preso Vallejo:

-La muerte me avisó todo lo que estaba a punto de ocurrirme aquella noche [...] No me anunció que iba a ser detenido. No, fue mucho más allá, más allá. Me hizo verme acostado en un ataúd y rodeado de gente extraña en París con aguacero. Una mujer extraña y bonita estaba a mi lado.

                Basta acudir a poema  "Piedra negra sobre una piedra blanca" para ver de dónde sale esta ocurrencia carcelaria. Pero el texto está repleto de otros guiños similares, y su identificación es un aliciente más para la lectura, ya sea del libro o de los poemas. O de ambos.  

 

 



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27 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Nacionalización y muerte

La nacionalización de bancos o empresas no es inédita en la historia del capitalismo. Fue, sin embargo,  común cuando, tras la segunda guerra mundial, la socialdemocracia nació como cortafuegos al comunismo del Este.

Frente a los bienes que obtenía la clase obrera del sistema soviético, los gobiernos de los países occidentales pusieron en marcha el Estado del Bienestar.  Se trataba de contener el malestar de los sindicatos y atajar las huelgas y manifestaciones que se producían y amenazaban con estallar por todas partes tras contemplar las ventajas proletarias de la URSS.

 Estado de Bienestar contra el Estado Soviético, pensiones, prestaciones de desempleo, sanidad, pensiones y educación públicas, al compás de las reformas que se implantaban en el otro mundo del marxismo en acción. 

Sin embargo, ¿cómo nacionalizar ahora bancos y empresas sin un enemigo exterior? ¿Por qué nacionalizar el capitalismo si no hay alternativa al sistema? ¿Por salvar al mimos sistema? ¿Salvarlo o reconvertirlo? ¿Tratar su enfermedad u optar por su metamorfosis a base de transplantes?

El virus que ahora cruza Europa (y el mundo entero) no tiene el aspecto de un monstruo revolucionario pero ¿qué puede importar su aspecto si ahora casi nada de nada se ve? ¿Qué puede importar que la calle no se llene de estruendos, si el estallido ("el infarto", dicen) se produce en las arterias (dicen) del cuerpo sagrado y fundamental? Socialismo o barbarie. Nacionalización o muerte. El Estado o la Quiebra. Algo importante cambia en la Historia a partir de las ínfimas subprimes. Pero ni siquiera sabemos si para bien o para mal. Tampoco los expertos, los especialistas, los políticos, los economistas, los presidentes lo saben.



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27 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Sesión XXXII. Cuentos comentados

En los cuentos que hemos recibido a lo largo de esta semana observamos que la gran mayoría de ellos ha planteado los diferentes conflictos desde ámbitos distintos: algunos los han situado  en el entorno laboral, otros en uno más privado y familiar, etc. Pero lo que no han podido eludir ninguno de ustedes es que el elemento narrativo «tiempo» esté presente, marcando de manera precisa el tenor de lo contado. Y esto es así porque al referirse la propuesta a un personaje fallecido, inevitablemente debían hacer referencia a un tiempo anterior al del inicio de la narración. Un error frecuente consiste en no tener en cuenta el tiempo como un elemento importante  en la narración y, a veces,  da la impresión de que los personaje no tienen  pasado y aparecen de forma espontánea cuando comienza el relato. Lo mismo ocurre con el tiempo estructural o narrativo, resueltos a menudo con una tendencia a contar en presente y de manera lineal hechos que precisan referencias a un pasado próximo o remoto. Pero, como ya saben, cada historia requiere una manera específica para ser contada y no debemos olvidar que el tiempo (cronológico, verbal y estructural) es uno de los elementos fundamentales de una narración.

Buena semana a todos y esperamos sus comentarios.



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27 de febrero de 2009
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El peso de la incertidumbre filosófica

Que lo que se creía ser un trascendental de la entidad, la ubicación por ejemplo, sólo esté presente en un grado de indeterminación que puede aproximarse al infinito, es ciertamente una gran incertidumbre...filosófica. Incertidumbre ante la cual alguien ciertamente puede decir que no le concierne excesivamente, basta para ello que niegue la premisa aristotélica según la cual la esencia del hombre consiste en el conocimiento; premisa que tiene como corolario que la filosofía a todos concierne, pues sería sorprendente que un ser animado no quisiera realizar su esencia.

Hacemos conjeturas que nos dan un grado de satisfacción meramente relativo. Pues no hay certeza en el ámbito de esa practica espiritual que se da en llamar filosofía. Ausencia de certeza tanto más dolorosa en ocasiones cuanto que las interrogaciones filosóficas lo son sobre lo más grave, sobre aquello que a todos concierne en la medida en que cada uno de esos que forman el todo se libera de las contingencias que le apartan de la humanidad. Se ha dicho en ocasiones que esta imposibilidad de pasar de la interrogación a la certeza cuando de filosofía se trata invalidaría a la disciplina misma. Cabe más bien decir que es un índice a la vez de la fragilidad y de la dignidad de la condición humana. Muchas interrogaciones filosóficas han dejado de ser tales precisamente porque la filosofía ha encontrado respuesta a las mismas (el problema del infinito numérico por ejemplo que encontró respuesta científica en el sentido de la consistencia matemática en la obra de Cantor y Abraham Robinson). Recíprocamente la ciencia se ha visto confrontada a aporías que dan alimento a la filosofía (la violación del sentido común por la Mecánica Cuántica por ejemplo). Cabe la conjetura de que este proceso circular es inevitable, que la filosofía proporciona sin cesar pasto a la ciencia y que toda teoría científica encierra abismos que alimentan a la filosofía. Ello justificaría que Aristóteles atribuya a la condición humana un intrínseco deseo de saber, que haga de este deseo un rasgo inherente y distintivo.

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27 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Lear ha muerto, viva Lear

La noticia me entristeció temprano por la mañana: no habría nueva adaptación de King Lear. La idea era que la crisis económica cobraba su primera víctima notable en el mundo del cine. Según la interpretación del Telegraph, lo increíble era que, a pesar de figurar en el puesto 42 en una ‘power list' de la revista Forbes, la actriz Keira Knightley no pudiese atraer financiación para el proyecto. Se ve que en el Telegraph no la deben querer mucho, porque el proyecto también contaba con Sir Anthony Hopkins, Naomi Watts y Gwyneth Paltrow y nadie los culpaba a ellos del naufragio de la producción.

          Por la tarde encontré un artículo más largo y comprendí que en realidad había dos proyectos para hacer Lear. Y ahí se me fue la tristeza: el que a mí más me interesaba -aquel con Al Pacino en el protagónico y dirección de Michael Radford, el mismo tándem de El mercader de Venecia- seguía en pie... o por lo menos nadie anunció su defunción todavía. No sé ustedes, pero yo prefiero las sobreactuaciones de Pacino a las de Hopkins. Cuando Hopkins se descontrola parece un actor que exagera. Cuando Pacino se descontrola parece un loco verdadero. Aunque me pregunto si conseguirá superar aquella escena donde ya hizo de Lear bajo otro nombre: ¿recuerdan imágenes más desgarradoras que la de Michael Corleone abrazando a su hija muerta y prorrumpiendo en un grito sordo al final de El padrino III?

          Lo que más me gustaría es que a algún productor se le ocurriese producir un Lear con Sir Ian McKellen, que viene de hacer una temporada teatral exitosísima con esa obra. McKellen tiene la técnica impecable de Hopkins y la capacidad emotiva de Pacino: ¡lo mejor de ambos mundos!

          Un reino otrora próspero, arrasado por una noción torcida del amor filial. Batallas fratricidas. Ciegos que saltan al abismo... Nunca se me había ocurrido que King Lear hablaba del mundo de hoy.

          Pero habla. Tanto o más que las noticias.



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27 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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A seis pasos de Sullivan

En la lista redactada por la revista TIME y la CNN con los mejores 25 blogs del 2009, hay varios elementos que me han dejado henchida de orgullo. Generación Y es la única bitácora de esa enumeración hecha en lengua española, el mismo idioma que algunos creen incapaz de adaptarse al ritmo de la tecnología y la modernidad. Soy, de entre los otros veinticuatro bloggers, la que menos horas de acceso a Internet tiene ?de eso no me quedan dudas?. Para colmo, ostento la peculiar condición de manejar una bitácora que no puedo ver, por culpa de los traviesos filtros que la censura le ha impuesto. El gurú en que se ha convertido Andrew Sullivan para los que hacemos el Itinerario blogger, está en el puesto cinco con su The Daily Dish. No imagina él que cada semana un grupo de cubanos evocan su texto ¿Por qué bloggeo? y toman su labor como una brújula. Después de casi dos meses con estos encuentros semanales, sabemos, al menos, que el camino de comenzar a opinar no se transita hacia atrás, que el muro del control se puede tumbar de un tirón o socavar byte a byte, post a post.



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27 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Perro de agua

Cuando Camões apareció por aquí, ya van catorce años, con su pelo negro y la exclusiva corbata blanca que lo distingue de cualquier otro ejemplar de la especie canina, todos los humanos de casa se pronunciaron sobre la supuesta raza del recién llegado: un caniche. Fui el único que dije que caniche no era, sino perro de agua portugués. No siendo yo especialmente entendido en perros, nada tendría de sorprendente que estuviera equivocado, pero mientras los demás se empeñaban en declararlo caniche, me mantenía firme en mi convicción. Con el paso del tiempo, la cuestión perdió interés: caniche o can de agua, el compañero de Pepe y Greta (que ya se fueron al paraíso de los perros) era simplemente Camões. Los perros viven poco para el amor que les dedicamos y Camões, final depositario del amor que le ofrecimos a los tres, ya lleva catorce años vividos, como quedó dicho antes, y los achaques propios de la edad comienzan a amenazarlo. Nada grave por ahora, pero ayer nos llevamos un susto: Camões tenía fiebre, estaba mustio, iba de rincón en rincón, de vez en cuando soltaba un gemido agudo y, cosa extraña, él, que tan falto de fuerzas parecía, bajó al jardín y se puso a excavar la tierra, haciendo un hoyo que la imaginación de Pilar percibió como la más funesta de las previsiones. Afortunadamente el mal tempo ha pasado, por lo menos por ahora. La veterinaria no le encontró nada serio, y Camões, como para tranquilizarnos, recuperó la agilidad, el apetito y la tranquilidad de humor que lo caracteriza, y anda por ahí hecho una flor con su amiga Boli, que pasa épocas en casa. Por casualidad, hoy es noticia que el perro prometido por Obama a sus hijas será precisamente un can de agua portugués. Se trata, sin duda, de un importante triunfo diplomático de que Portugal deberá sacar el máximo partido para bien de las relaciones bilaterales con Estados Unidos, súbitamente facilitadas gracias a la presencia de un representante directo nuestro, diría incluso un embajador, en la Casa Blanca. Nuevos tiempos se avecinan. Estoy seguro de que si Pilar y yo fuéramos a Estados Unidos, la policía de fronteras ya no secuestraría nuestros ordenadores para copiarles los discos duros. Camões y Pepe se miran



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26 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Cuán súbitamente se queda el mundo desierto

solitude. Fuente: A painting by Aravis. expressedexons - Me gustaría vivir en un siglo pasado, donde la gente no era tan egoísta con los demás, eran más comprometidos, más generosos, menos dañinos.Su voz en el teléfono sonaba escondida, como siempre.- Justo estoy leyendo el libro de un escritor francés en el que citan un párrafo genial de Albert Cohen sobre la maldad de las personas.- ¿Me lo lees?- Lo tengo aquí. Espera.Cojo el libro de Daniel Pennac (Mal de escuela) que tengo sobre el velador. Busco la página marcada. Empiezo a leer:"Pero ¿por qué son malos los hombres? Cómo me sorprende este mundo. ¿Por qué se dejan llevar de inmediato por el odio, la rabia? ¿Por qué les encanta vengarse, hablar al punto mal de uno, cuando no van a tardar en morir, pobrecillos? Que esa horrible aventura de los humanos, que llegan a esta tierra, ríen, se mueven, y de repende dejan de moverse, no les haga ser bueno resulta increíble. ¿Y por qué te contestan enceguida mal, con voz de cacatúa, si eres dulce con ellos, lo que les mueve a pensar que no eres importante y por lo tanto resultas inofensivo? Lo que hace que muchos tiernos deban fingir ser malos para que les dejen en paz, o incluso, cosa trágica, para que los quieran. ¿Y si nos fuéramos a la cama y a dormir horrendamente? Perro dormido no tiene pulgas. Sí, vamos a dormir, el sueño tiene las ventajas de la muerte, sin su pequeño inconveniente. Instalémonos en el agradable atáud. Cómo me gustaría poder sacar -como se saca el desdentado la dentadura postiza y la pone en el vaso de agua junto a su cama-, sacar mi cerebro de su caja, sacar mi corazón demasiado palpitante, pobre diablo que cumple demasiado bien con su deber, sacarme el cerebro el corazón y sumergir a esos dos pobres millonarios en soluciones refrescantes mientras yo duermo como ese niño que nunca más seré. Cuán pocos humanos hay y cuán subitamente se queda el mundo desierto"- Me gusta. Gracias por leérmelo.- Que duermas bien -y colgué.



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26 de febrero de 2009
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