
Eder. Óleo de Irene Gracia
Javier Rioyo
Hay premios amañados, comerciales, inducidos, nacionales, editoriales, políticos…yo que sé, hay muchos premios. Cada pueblo, cada barrio tiene su propio premio. A veces he sido, soy, jurado de algún premio. Algo que no siempre es tan grato. Pero nunca del Premio Salambó. Un singular e importante premio literario que nació hace ocho años en un querido café del barro de Gracia, en Barcelona. El café, está claro, hace homenaje a una hermosa y exótica novela de Flaubert- mañana diré algo más de Flaubert- lo dirige un narrador Pedro Zarraluki, y cada año convoca éste premio que no tiene dotación económica y que, sin embargo, crece en prestigio. Creo que su prestigio viene de ser otorgado por un jurado de escritores. Los escritores deciden cuál ha sido la obra narrativa más importante del año. Escritores contra escritores, sus semejantes, sus hermanos y también sus mejores enemigos. El primer año lo ganó, casi sin discusión, aquella sorpresa llamada "Soldados de Salamina", de Javier Cercas.
Ahora, vuelve el premio a la misma editorial, Tusquets. Muchas horas de placer le debemos a esa editorial, muchas más pensamos seguir compartiendo.
Y ganó una de sus firmas más veteranas y conocidas, Cristina Fernández Cubas. Una narradora, sobre todo una cuentista, que desde hace más de veinte años escribe desde un misterioso lugar. Desde el mismo lugar que escribieron algunos de los grandes de nuestros relatos de misterio. Yo a mi querida Pili, esa amiga que viaja con la imaginación, la regalaría encantado "Todos los cuentos" de Cristina Fernández Cubas. Una manera de viajar a lugares inquietantes, misteriosos, extraños, imaginarios y a veces tan cercanos. Uno de los mejores viajes de la última literatura en español. Un excelente premio. Al que no le hacen falta reivindicaciones de género ni discriminaciones positivas.