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Eder. Óleo de Irene Gracia

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La paz del guerrero

Nunca fui fan de Clint Eastwood: ni como actor ni como director. Por supuesto que me gustaban los westerns de Sergio Leone, y que me entretenían las pelis de Harry el Sucio, y que de tanto en tanto algunas de las que dirigía –por ejemplo White Hunter, Black Heart- me sorprendían positivamente. Creo que, como le ocurrió a muchos, mi conversión comenzó con The Unforgiven. Me pareció mucho más que un buen western: The Unforgiven es una gran película a secas. A la que siguieron otros títulos también poderosos –Mystic River, por ejemplo.
    Gran Torino es una peli que parece estar concebida como summa, y quizás resulte difícil de apreciar si no se tiene aunque más no sea una perspectiva general del cine de Eastwood. No quiero decir con esto que alguien corra el riesgo de quedarse afuera, o de no entenderla, si no está familiarizado con sus films. Eastwood narra siempre sin afectaciones ni remilgos: cuando uno opta por alguna de sus películas, sabe que siempre se va a encontrar con una narración tersa y entretenida.
    En el caso de Gran Torino se cuenta la historia de Walt Kowalski (el mismo Eastwood), un veterano de Corea y viudo reciente que vive en uno de esos barrios tradicionales que han sido copados por inmigrantes. Hosco y solitario, no parece haber albergado en su vida más afecto que el que profesaba por su mujer muerta: el viejo Walt no soporta ni a sus hijos, ni a sus vecinos orientales, ni al binenintencionado cura del barrio ni al curso que el mundo en general y su país en particular han tomado en estos años. Verdadera máquina de escupir insultos raciales, Kowalski se ve involucrado en los hechos con los dos jóvenes vietnamitas que tiene por vecinos, Thao y Sue. Al comprender que su futuro está comprometido por las bandas locales que asuelan los suburbios de Michigan (los hombres tienen destino de cárcel o de muerte, las mujeres sólo pueden ser maltratadas), Kowalski emprende un camino que le permitirá exorcizar los fantasmas de su pasado militar y obtener algo parecido a una redención.
    En más de un sentido, Walt es otra versión de William Munny, el protagonista de The Unforgiven. Como Munny, Walt ha matado en el pasado y ha sido premiado por ello. Ambos han vivido después vidas productivas, formando familia, criando hijos. Pero el mundo en que viven no ha dejado de ser violento, y las circunstancias los ponen en la necesidad de recurrir nuevamente a las armas. Y aquí es donde sus caminos divergen. En un mundo con instituciones endebles, Munny entiende que no tiene más remedio que hacer valer su propia ley. En un mundo como el presente, con instituciones establecidas (aunque funcionen mal, aunque estén corrompidas), siempre debería existir otro tipo de opción: lo que va del Remington de Munny a la mano desnuda de Walt, por más que extienda índice y pulgar imitando a un revólver.
    Así como en su momento Eastwood usó a Munny para redimirse de los films donde glorificaba la violencia, Walt le permite hacer penitencia por pasados excesos americano-céntricos. (Algo que ya intentó con Letters from Iwo Jima.) La misma recurrencia a la religión, gran ausente en su cinematografía, nos pone en la pista del hombre que se sabe al final del camino. Que nadie lo dude: cuando el viejo Clint estire la pata, la mayor parte de los compilados de homenaje incluirán al final esa imagen en que Walt mira a cámara y dice, ‘Yo estoy en paz’.



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9 de marzo de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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8 de Marzo

Acabo de ver en los informativos de televisión manifestaciones de mujeres en todo el mundo y me pregunto una vez más qué desgraciado mundo es éste en que todavía la mitad de la población tiene que salir a la calle para reivindicar lo que para todos ya debería ser obvio… Me llegan informes oficiales de solemnes instituciones que dicen que por el mismo trabajo la mujer cobra el 16 por ciento menos, y seguramente esta cifra estará maquillada para evitar la vergüenza de una diferencia aún mayor. Dicen que los consejos de administración funcionan mejor si están integrados por mujeres pero los gobiernos no se atreven a recomendar que el cuarenta por ciento, no ya el cincuenta, esté integrado por mujeres, aunque cuando llega el colapso, como en Islandia, llaman a mujeres para dirigir la vida pública y la banca. Dicen que para evitar la corrupción en la organización del tráfico en Lima van a poner guardias mujeres, porque se ha comprobado que ni se dejan sobornar ni piden coimas. Sabemos que la sociedad no funcionaría sin el trabajo de las mujeres que sin la conversación de las mujeres, escribí hace tiempo, el planeta se saldría de su órbita, ni la casa ni quienes la habitan tendrían la calidad humana que las mujeres ponen mientras los hombres pasan sin ver, o viendo no se dan cuenta de que esto es cosa de dos y que el modelo masculino ya no sirve. Sigo viendo manifestaciones de mujeres en la calle. Ellas saben lo que quieren, es decir, no ser humilladas, cosificadas, despreciadas, asesinadas. Quieren ser medidas por su trabajo y no por lo accidental de cada día. Dicen que mis mejores personajes son mujeres y creo que tienen razón. A veces pienso que las mujeres que he descrito son propuestas que yo mismo querría seguir. Quizá sean sólo ejemplos, quizá no existan, pero de algo estoy seguro: con ellas el caos no se habría instalado en este mundo porque siempre han conocido la dimensión de lo humano.



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9 de marzo de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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César Aira entrevistado

César Aira en Santander. Fuente: adn cultura En el suplemento ADN Cultura aparece una entrevista de Francisco Ángeles (autor de La línea en medio del cielo) a César Aira, que se realizó en Lima el año pasado. Aira responde ahí que le gustaría escribir como Balzac, pero lo que le sale es siempre un Aira. Habría que agradecerlo. Aquí algunas preguntas:-Tus personajes tienen un poco eso. Están fuera de la realidad, están ahí más como espectadores que como partícipes.-No, no creo. En realidad, trato de escribir novelas como todas las buenas novelas. Pero me salen estas cosas raras y no puedo evitarlo [se ríe].-¿Te gustaría romper con esto de escribir novelas raras?-Me gustaría escribir como Balzac, sí. Pero bueno? me sale como Aira. A esta altura, me he resignado a que va a salir una cosa un poco rara, no va a salir tan balzaciano. Pero siempre conservo esa esperanza de que me salga una buena novela. -¿Cuántas buenas novelas crees que te han salido?-A veces me preguntan cuál de mis novelas prefiero. Yo respondo esas frases hechas, de los padres que quieren a todos sus hijos por igual [risas], alguna tontería por el estilo. Pero reconozco que algunas novelas me han salido especialmente bien. Quizá por casualidad, o seguramente por casualidad, salió algo que me gustó.-¿Tiene que ver un poco con el azar o con que se trata de experiencias más cercanas a ti?-No. Creo que se da un conjunto de circunstancias, no se puede hablar de azar. Pero sí de una buena idea, de un momento especialmente bueno en mi vida que me permita seguir con el mismo impulso hasta el final. Que no es mucho, porque esas cien paginitas que suelen tener mis novelas son tres o cuatro meses de trabajo. Pero si lo logro mantener y si la idea inicial fue fecunda y todo funcionó, sale y quedo muy contento.-¿Cuándo decidiste que tu camino no era el tradicional, que no te interesaba hacer una novela de tipo decimonónica?-Creo que nunca. Al día de hoy, sigo pensando que podría ser un buen escritor si me lo propusiera en serio. Fue saliendo esa rareza y dándose un poco naturalmente. Quizá hay un gusto por la provocación, por hacerlo distinto de los demás.-¿Tú crees que esta corriente en la cual te inscribes de la literatura distinta va a empezar a tomar características más o menos reconocibles? ¿Se puede convertir en un movimiento fuerte? -No, en ese caso perdería su esencia. Y además no lo veo en los hechos. Me parece que la novela hoy en día, en la Argentina por lo menos, se está haciendo cada vez más estereotipada, más convencional, de un realismo más chato. Es una corriente de una especie de sencillismo o de facilismo, que es lo dominante ahora.-Ese esquema tradicional de la novela que viene desde el siglo XIX, ¿tú crees que se va a mantener para rato, no hay nada que pueda amenazarlo por ahora?-La gran novela del siglo XIX se mantiene viva en lo que los norteamericanos llaman la commercial fiction , el best seller, que está hecho sobre los modelos de la novela del siglo XIX, y sigue muy viva y muy preferida por los lectores, o al menos por los compradores de libros. Un editor amigo mío decía: "De cada diez libros que se piensan, uno se escribe. De cada diez libros que se escriben, uno se publica. De cada diez libros que se publican, uno se vende. Y de cada diez libros que se venden, uno se lee".



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8 de marzo de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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SEÑORITO, SOCIALISTA, BEBEDOR Y PUTERO

 

 

 

Decía el golfo yerno de Marx, el simpático perezoso Paul Lafargue, que al día siguiente de la Revolución había que pensar en divertirse. Cómo las revoluciones siempre están pendientes algunos quieren divertirse cada día. La noche en que Cristina Fernández Cubas fue premiada con el "Salambó"  recibí el puñetazo del cierre de "Nicolás", dónde tanto hemos disfrutado. Si un restaurante que casi siempre está lleno cierra, es hora de volver a los callos de la taberna "Revuelta". Era noche, Barcelona y rodeados de escritores, entre otros el donostiarra Fernando Aramburu, uno de los mejores narradores de los años de plomo del Euskadi. Tocaba tema vasco, pero también tocaban risas. Y recordamos al contradictorio, seductor y provocador Luis Martín-Santos. Escritor muy incorrecto visto desde el feminismo en el Día de la Mujer Trabajadora.

 

Acabo de leer la biografía del inquiridor José Lázaro en las vidas de Martín Santos y no creo que hubiera sido ganador en un jurado feminista. ¿O sí? Fue un hombre que amó a las mujeres, y fue amado por ellas. De matrimonio feliz, pero de dobles vidas. Visitante de burdeles, en compañía de Juan Benet, Vidal Beneyto- "pepínvidalidades"- Antón Ezeiza. Amigo de la conversación y las copas de coñac en  mañanas burdeles y en compañía de trabajadoras del sexo. Paño de lágrimas de sus amigas ganadoras del premio Nadal y experto en  vivir peligrosamente. Más de una vez tuvo que conducir con un ojo cerrado para no ver doble la carretera. Con cuarenta años, con otra vida por delante, el escritor que cambió el aburrido realismo literario español con su novela "Tiempo de silencio", se mató en su coche después de una aquellas largas noches golfas y madrileñas. Adversa fortuna que le llegó cerca de su querida, burguesa e hipócrita ciudad de San Sebastián.

 

El psiquiatra/escritor fue también una de las mejores cabezas que tuvo el socialismo español, el socialismo vasco, antes que llegara Felipe González. No le vendrían mal al cándido socialista Patxi López los consejos de ese libérrimo militante que fue Martín Santos. Señoriíto progresista, hijo de general franquista, crítico con los nacionalistas de misa dominical y soñador con una pacífica "destrucción de la España sagrada". Empeñado en superar la fe como se debe superar la ignorancia. Envidioso de los poetas españoles porque eran "más putas" que los narradores. De Faulkner, ese "sádico con ribetes de masturbador" le gustaban su escritura, su manera de beber y esa idea de escribir en los burdeles. Un esteta culto, cachondo que nunca fue comunista porque no admitía que llevaran una corbata azul con los calcetines verdes.

 

No usó boina, fue experto en bares, supo enfrentarse a los fanfarrones franquistas, conoció la cárcel pero disfrutó de la libertad. Duró demasiado poco.



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8 de marzo de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Lista erótica (8 novelas)

ajedrez erótico. Fuente: gadget El suplemento Babelia dedica su número de fin de semana a la paulatina desaparición de un género: el de la literatura erótica. ¿Por qué estaría a punto de desaparecer esta literatura? Una opción es que la oferta sexual a través de internte, es de tan fácil acceso y tan abundante que ha hecho inútil la literatura erótica o incluso pornográfica que antes era absolutamente necesaria. Otra razón podría ser que el tabú sexual ha sido roto desde hace décadas y uno no necesita ir a una novela erótica para encontrar descripciones sexuales de cualquier calibre. Como sea, Babelia no se echa para atrás y elabora una lista de libros de intensa carga sexual que uno puede leer, como quien dice, con una sola mano:La lozana andaluzaFrancisco Delicado (España)Escrita en diálogos dramáticos a principios del siglo XVI, bajo la influencia de La Celestina, por un cierto Francisco Delicado, clérigo de quien poco se sabe y que aparece como personaje en su propia ficción. La lozana andaluza es una obra maestra del Renacimiento español. Aldonza, la protagonista, es experta en las artes de la cocina y del dormitorio, y en enlazar los placeres del amor con los de la gastronomía. Contrapunto femenino de los héroes masculinos de la picaresca, sus aventuras de cama en cama retratan sin piedad la sociedad española (y sobre todo romana) de la época. Como apunta Juan Goytisolo, con La lozana andaluza "el amor carnal desaparece del horizonte de nuestra literatura". La lozana andaluza es no sólo la última novela erótica de la literatura española clásica: es también una de las más audaces y más divertidas.La pianistaElfriede JelinekMás fruto de los fantasmas patriarcales que del deseo erótico femenino, la mujer que acepta o anhela ser sometida jalona la literatura amorosa, desde la demasiado paciente Griselda hasta la protagonista de L'histoire d'O. Elfriede Jelinek, utilizó ese personaje clásico dándole otra vuelta de tuerca. La pianista que da título a su novela ansía liberarse de los yugos sociales y familiares, y encuentra en el delirio amoroso, en el que parece rendirse a la dominación de un hombre, una forma distorsionada de poder. Digo parece, porque es ella quien dicta las leyes del juego, obligándolo (y obligándose) a trascender todos los límites. . Como todas las novelas de Jelinek, La pianista es una llamada a la rebelión contra el conformismo, en la cual la violencia física y mental parece ser el arma más eficaz para redimir una causa que se daba por perdida.Este latente mundoJosé Luis de Juan (España)La literatura erótica corre a menudo el riesgo de caer en la fría descripción clínica o en un vocabulario infantil y soez. En Este latente mundo, José Luis de Juan evita ambas trampas, reinventando un lenguaje que hace eco a la antigua poesía amorosa y a la tradición mística. Dos historias entrelazadas componen esta magnífica novela. La primera cuenta la vida de Mazuf, escriba sirio en la Roma del siglo I, pederasta y poeta; la segunda es la crónica de las aventuras eróticas de un estudiante americano en Harvard hoy. Ambos protagonistas comparten la homosexualidad y el crimen; también ambos buscan en el lenguaje literario un instrumento para dar sentido a sus desordenadas vidas. A través de estas narraciones paralelas, va revelándose el mundo latente que da su nombre a la novela, un mundo sensual, febril, ininterrumpido, inolvidable.La casa de las bellas durmientesYasunari KawabataEl acto erótico implica ardor, desasosiego, movimiento. Concebirlo en cambio como estático, inerte, es depurarlo de su realización material y concederle una suerte de eternidad visionaria. La amada inmóvil que ansiaba Nervo, la callada seductora que cantaba Neruda, el dormido Adonis de Shakespeare son encarnaciones del deseo suspendido, nunca logrado. Yasunari Kawabata compuso a principios de los años sesenta una perfecta novela corta para relatar ese estado de erotismo contenido. Transcurre en un prostíbulo de reglas particulares: las mujeres, todas muy jóvenes, que allí se encuentran, duermen a lo largo del día. Los clientes, casi todos ancianos, pagan para mirarlas. La casa de las bellas durmientes es una de las más logradas obras eróticas de nuestro tiempo.Las relaciones peligrosasPierre Choderlos de LaclosSegún Denis de Rougemont, la aristocracia francesa de fines del siglo XVIII, al no poder ya demostrar su autoridad en conquistas militares, se resolvió a hacerlo a través de conquistas eróticas, narradas en obras libertinas cada vez más audaces y desaforadas, que concluyen con los catálogos filosófico-pornográficos del Marqués de Sade. Para Pierre Choderlos de Laclos, el campo erótico sirve de espejo a esta crisis de autoridad y al cambio social anunciado en vísperas de la Revolución Francesa. Publicada en 1782, Las relaciones peligrosas es la culminación de una larga trayectoria de literatura libertina y epistolar. La correspondencia entre el Vizconde de Valmont y la Marquesa de Merteuil propone un complejo y fatal juego erótico de seducción y trampa, en el cual las reglas son dictadas por una sociedad a punto de expirar.LolitaVladimir Nabokov (Rusia)Desde Graham Greene a Borges, escritores del mundo entero se aliaron para declarar Lolita una obra maestra satírica, sin duda erótica, pero singularmente literaria. Narrada en la voz de un pedófilo engreído y pedante, Lolita es una ambigua crónica de seducción y estupro en la cual la víctima acaba atrozmente redimida y el victimario condenado al ridículo por sus lectores. Nabokov inventó para esta novela un lenguaje generoso, recargado, barroco, que se desliza casi imperceptiblemente, a medida que avanza en su impudor, hacia lo sensual y delicadamente físico. Sabemos que el objeto del deseo del narrador es inadmisible, nefasto, y sin embargo, al mismo tiempo, gracias a la magia literaria de Nabokov, descubrimos en él un oscuro y febril erotismo que cobra fuerza en el hecho mismo de estar prohibido.SatiricónPetronio Arbiter (Roma)Petronio fue autor de una vasta novela picaresca de la cual sólo sobreviven algunos fragmentos de dos de sus libros. Éstos sin embargo bastan para revelarnos una obra maestra. Dos jóvenes libertinos, Encolpio y Ascylto, recorren Campania y el sur de Italia en busca de un antídoto para curar la insuficiencia sexual de Encolpio, consecuencia de la maldición del dios Príapo. Habita la novela un sinnúmero de personajes cómicos y trágicos que se encuentran y desencuentran en desconectados episodios eróticos y costumbristas. Rige la novela un regocijante desorden, mientras que su involuntaria naturaleza fragmentaria le otorga un ritmo frenético y un extraordinario poder narrativo. Más que ninguna otra obra de la antigüedad, el Satiricón nos ofrece una visión privilegiada de la vida cotidiana en la Roma clásica.El amanteMarguerite Duras (Francia)En 1984, con El amante, Duras se convirtió en un best seller mundial. Situada en la Indochina en guerra, la historia de la joven francesa enamorada de un hombre chino causó escándalo. Primero porque la heroína que acepta los amores del enemigo era tildada de colaboracionista; segundo porque su relación transgredía fronteras raciales; tercero (lo más inadmisible para la burguesía francesa) porque describía a una familia colonial que aceptaba dinero de un nativo para financiar sus exigencias. Secretamente, el escándalo mayor lo produjo la descripción física del amor prohibido, el placer carnal de la protagonista con su amante y que Duras transformó, con un lenguaje depurado, sensual y preciso, en escena de voyeurismo para el recatado lector. Después volvería a escribir la historia (que hoy sabemos autobiográfica) bajo el título El amante de la China de Norte.



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8 de marzo de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Un poema de Julio Trujillo

UNA TEMPORADA EN EL INVIERNO

 

Salimos del invierno como héroes,

llagados pero enteros,

mostrando sin orgullo los lugares

donde nos laceró.

 

Gusanos ciegos,

surgimos a la luz y su creciente tibieza.

Nos ponemos ahí para ver cómo

se nos caen las costras.

 

Articulamos huesos ateridos,

espabilamos el iris,

carraspeamos primero

para después emitir limpia nuestra voz.

 

Ahora ya podemos desdoblarnos.

Éramos una fuga al interior, 

monologantes ovillos,

almas amoratadas y centrípetas.

 

Podemos ya reconocernos

y tocarnos.

Podemos, animales, querernos largamente

con la lengua.

 

Exactamente qué, no lo sabemos, 

pero aprendimos algo

en la espesura,

se dilató nuestro ojo de pensar.

 

Dejamos una piel

y acaso un mapa

para cuando volvamos a rizarnos

rumbo al uno.

 

(Bipolar. Valencia: Editorial Pretextos, 2008).

 

 



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7 de marzo de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Retrato de Hemingway con elefante

Hemingway y el elefante cubano. Foto: radarlibrosEl libro La buena vida de Ernest Hemingway, editado en España lujosamente por Belaqva, es una recopilación de fotografías y frases célebres del autor de El viejo y el mar, premio Nóbel, boxeador, cazador, torero, alcohólico, mujeriego y suicida. La recopilación la ha hecho A. E. Hotchner y la comenta para Radar Libros Rodrigo Fresán. En cuanto a las frases, Fresán es implacable: Hemingway no era precisamente Oscar Wilde. Sus proverbio son aburridos, predecibles, ingenuos, aunque a veces da en el blanco como acota Fresán al poner énfasis en una frase que deberíamos poner todos los escritores en un polo o colocarla sobre la cabecera de la cama: "Nunca te creas una buena crítica porque entonces estás obligado a creerte las malas". (me hubiera gustado conocer esa frase antes de ponerme a postear todas las notas sobre Un lugar llamado Oreja de perro, caramba). Fresán enumera con malicia algunos proverbios perfectamente olvidables:Aquí van algunas de ellas que el célebre ?detector de mierda? de Hemingway evidentemente no pudo detectar: ?Sólo conozco dos reglas absolutas acerca de la escritura: una es que si haces el amor mientras estás atascado en una novela, corres el peligro de que las mejores partes se queden en la cama; la otra es que la integridad de un autor es como la virginidad de una mujer: cuando se ha perdido, no se recupera nunca?, ?La prueba definitiva de un libro es cuánto material bueno le puedes quitar?, ?Para escribir sobre la vida, ¡primero hay que vivirla!?, ?Escribir y viajar, además de ensancharte las miras, te ensanchan el culo, así que prefiero escribir de pie?, ?El impreso de las carreras es el verdadero arte de la ficción?, ?Nunca confundas acción con movimiento?, ?¿Por qué a los buenos toreros les tocan siempre los buenos toros??, ?Me podrás enseñar cómo se escribe, cómo se dispara o se hace el amor, pero nunca me podrías enseñar cómo se entra en una bahía?, ?Para ser un buen padre hay una regla: cuando tengas un hijo, nunca lo mires durante los dos primeros años?, y mejor me detengo aquí porque la prueba definitiva de un buen artículo de revista es cuánto material bueno le puedes quitar o algo así. Y Hemingway es tan bueno disparando comillas...Mucho mayor interés le despiertan a Fresán las fotos de Hemingway. Para Fresán, el escritor era absolutamente consciente de su necesidad no de escribir la Gran Novela Americana sino de convertirse, antes, en el Gran Escritor Americano, y la novela vendría por añadidura. Las innumerables fotos que se tomó en vida formarían parte de ese plan. Dice Rodrigo Fresán:(...) puede afirmarse que Hemingway fue un consciente y astuto enfocador de sí mismo casi desde el principio de la leyenda. Alcanza con comparar las fotos de Hemingway con las de los otros dos ángulos de la Santísima Trinidad de la Literatura Made in USA: Francis Scott Fitzgerald y William Faulkner. Puestas junto a las fotos siempre movidas y en movimiento de Hemingway, las de Fitzgerald son siempre estáticas, correctos retratos que desbarrancan hacia lo patético (aquella postal navideña de Scott junto a Zelda y a Scottie, los tres levantando sus piernas en un cancán doméstico con arbolito al fondo; o aquella otra con sombrero charro en la frontera mexicana) o proféticamente peligrosas (Faulkner vestido como gentleman cazazorros montando el caballo que lo arrojaría hacia la muerte). Pero uno y otro, por lo general, sonríen y miran fijo desde escritorios. Un poco incómodos, acaso sabiendo que no hay cosa menos interesante que contemplar a un buen escritor haciendo lo que mejor hace. El cuarto hombre -?y según Faulkner el mejor de ellos por la ambición de su inevitable fracaso? fue el literariamente expansivo y literalmente gigantesco Thomas Wolfe, y sus fotos cumplen la función de poner las cosas a escala. Así, nos enteramos de que el manuscrito Del tiempo y el río le llegaba casi hasta su altísima cintura y que podía cambiar las bombillas del techo sin necesidad de subirse a una silla. (...) Así, en sus fotos, Hemingway aparece cazando, pescando, boxeando, toreando, abrazando, bebiendo, combatiendo, sonriendo siempre, con todos y cada uno de sus dientes, esa sonrisa todavía más automática y desesperada que la de Tom Cruise. La sonrisa, sí, de alguien consciente de que, en alguna parte, cerca, alguien dispara una cámara para volver a robarle un poco de su alma. Hemingway supo o decidió que las fotos de un escritor tenían que ser fotos que contaran, que pudieran verse como si se las leyera, como si se tratara de cuentos instantáneos. Evidentemente, Fresán no es un rendido admirador de Hemingway. Aunque sí rescata algo de él, una novela no terminada y casi desconocida (editada póstumamente) titulada El jardín del Edén donde "por una vez, el joven aprendiz de cazador es un delator y no un héroe y traiciona con su pequeñez la grandeza del animal". En ella aparece un elefante y sobre elefantes (y fotos con elefantes) trata el último párrafo de esta espléndida nota:En La buena vida según Hemigway (elegantemente editado por la editorial Belacqua, de Barcelona, publicado justo cuando empiezan a rescatarse los ?dicen?, muy reveladores papeles cubanos del autor) hay, por supuesto, una foto de Hemingway con elefante en Cuba. En ella, Hemingway asume la estampa de dueño de circo y el elefante, obediente, se para sobre sus patas traseras. Tal vez -?seguro? sea idea mía, pero el elefante tiene cara de estar pensando, hemingwayanamente, algo así como ?Nunca le apuestes a un animal que habla, excepto si eres tú mismo? y que a toda buena vida le puede llegar su mala muerte. Mientras tanto y hasta entonces ?la distancia que hay entre el click del disparador y el bang de un disparo? mantener este libro lejos del alcance de los niños, no intentar hacer en casa lo que hizo su autor, y una vuelta de mojitos para todos.



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6 de marzo de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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D.F. Wallace: the unfinished

David Foster Wallace. Ilustración: philip burke. Fuente: The New Yorker Conmovedor, conmovedor, conmovedor. No sé qué más decir después de leer las 13 páginas que D.T. Max le dedica a David Foster Wallace en The New Yorker. Es un paseo por su vida y su obra, desde el nacimiento, las obras, el éxito, la depresión, las pastillas que tomaba y que dejó de tomar a último momento, el brevísimo periodo de optimismo que le siguió a esa decisión (según lo comenta Jonathan Frazen) y luego la oscuridad total, la lucha contra el instinto suicida y aquella última imagen, que atestiguó su esposa, del extraordinario narrador de 46 años ahorcado delante de 200 páginas perfectamente visibles de su inacabada novela. Esta descripción de los últimos días de la vida del escritor es contundente:During the spring of 2008, a new combination of antidepressants seemed to stabilize him. When GQ asked him to write an essay on Obama and rhetoric, he felt almost well enough to do it. The magazine reserved a hotel room for him in Denver. But he cancelled. That June, the annual booksellers? convention was in Los Angeles, and Wallace drove there to have dinner with Pietsch, Nadell, and a few others. Pietsch was amazed at how thin Wallace was. Nadell, at Wallace?s request, explained to magazine editors that he had a stomach malady. ?It had to be severe enough to explain why he couldn?t travel,? she remembers. About ten days after the dinner, Wallace checked in to a motel about ten miles from his home and took an overdose of pills. When he woke up, he called Green, who had been searching for him all night. When she met him at the hospital, he told her that he was glad to be alive. He was sorry that he?d made her look for him. He switched doctors and agreed to try electroconvulsive therapy again. He was terrified at the prospect?in Urbana, it had temporarily taken away his short-term memory?but he underwent twelve sessions. They did not help. Caring for Wallace was exhausting. For one nine-day period, Green never left their house. In August, her son suffered an athletic injury, and she wanted to be with him. Wallace?s parents came to look after David. ?It?s like they?re throwing darts at a dartboard,? he complained to them about his doctors. They went with him to an appointment with his psychiatrist; when the doctor suggested a new drug combination, Wallace rolled his eyes. Eventually, Wallace asked to go back on Nardil. But Nardil can take weeks to stabilize a patient, and Green says that he was too agitated to give it time to work. Still, in early September, Nadell spoke with him and thought that he sounded a bit better. Green believes that she knows when Wallace decided to try again to kill himself. She says of September 6th, ?That Saturday was a really good day. Monday and Tuesday were not so good. He started lying to me that Wednesday.? He waited two days for an opportunity. In the early evening on Friday, September 12th, Green went to prepare for an opening at her gallery, Beautiful Crap, in the center of Claremont, about ten minutes from their home. She felt comforted by the fact that he?d seen the chiropractor on Monday. ?You don?t go to the chiropractor if you?re going to commit suicide,? she says. After she left, Wallace went into the garage and turned on the lights. He wrote her a two-page note. Then he crossed through the house to the patio, where he climbed onto a chair and hanged himself. When one character dies in ?Infinite Jest,? he is ?catapulted home over . . . glass palisades at desperate speeds, soaring north, sounding a bell-clear and nearly maternal alarmed call-to-arms in all the world?s well-known tongues.? Green returned home at nine-thirty, and found her husband. In the garage, bathed in light from his many lamps, sat a pile of nearly two hundred pages. He had made some changes in the months since he considered sending them to Little, Brown. The story of ?David Wallace? was now first. In his final hours, he had tidied up the manuscript so that his wife could find it. Below it, around it, inside his two computers, on old floppy disks in his drawers were hundreds of other pages?drafts, character sketches, notes to himself, fragments that had evaded his attempt to integrate them into the novel. This was his effort to show the world what it was to be ?a fucking human being.? He had not completed it to his satisfaction. This was not an ending anyone would have wanted for him, but it was the ending he chose.The New Yorker también publica un fragmento, bajo el título "Wiggle room", de la obra póstuma y no terminada de Wallace que será publicada sin duda antes del próximo año.



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6 de marzo de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Longlist de Foreign fiction prize

Juan Gabriel Vásquez finalista de premio a mejor traducción. Fuente: moleskine Otra lista de la que me entero por The Literary Saloon es la Longlist del Foreign fiction prize que otorga el Arts Council England en colaboración con Champagne Taittinger. De más de 120 novelas propuestas la longlist ha quedado reducida a 16. El 1 de mayo se anunciará la shortlist y el 14 de ese mes al ganador. La lista de los 16 elegibles incluye a dos colombianos: al Bogotá39, Juan Gabriel Vásquez, y a Evelio Rosero, ganador del Tusquets con Los ejércitos, junto a autores como Ma Jian, Ismael Kadare, Yoko Ogawa, Sjon y A. B. Yehoshua.My Father's Wives by Jose Eduardo Agualusa, translated by Daniel Hahn from the Portuguese (Arcadia Books)The Director by Alexander Ahndoril, translated by Sarah Death from the Swedish (Portobello Books)Voiceover by Celine Curiol, translated by Sam Richard from the French (Faber)The White King by Gyorgy Dragoman, translated by Paul Olchvary from the Hungarian (Doubleday)Night Work by Thomas Glavinic translated by John Brownjohn from the German (Canongate)Beijing Coma by Ma Jian, translated by Flora Drew from the Chinese (Chatto)The Siege by Ismail Kadare, translated by David Bellos from the Albanian (Canongate)Homesick by Eshkol Nevo, translated by Sondra Silverston from the Hebrew (Chatto)The Diving Pool by Yoko Ogawa, translated by Stephen Snyder from the Japanese (Harvill Secker)The Armies by Evelio Rosero, translated by Anne McLean from the Spanish (Maclehose Press)The Blue Fox by Sjon, translated by Victoria Cribb from the Icelandish (Telegram)Novel 11, Book 18 by Dag Solstad, translated by Sverre Lyngstad from the Norwegian (Harvill Secker)How the Soldier Repairs the Gramaphone by Sasa Stanisic, translated by Anthea Bell from the German, (Weidenfeld)A Blessed Child by Linn Ullmann, translated by Sarah Death from the Norwegian (Picador)The Informers by Juan Gabriel Vasquez, translated by Anne McLean from the Spanish (Bloomsbury)Friendly Fire by A B Yehoshua, translated by Stuart Schoffman from the Hebrew (Halban)



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6 de marzo de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Anuncio de reparaciones

Sólo por una vez echo mano de ese vocabulario de las tribunas y las reuniones laborales, para decirles que ?en el marco del segundo aniversario de “Generación Y? trataré de implementar algunas mejoras importantes en el blog. Al iniciar estos trabajos, se produjo un accidente técnico. Como no puedo prometer eficiencia ni rapidez en las labores de mantenimiento, sólo me queda anunciar unas vacaciones obligatorias para los comentaristas. Que nadie entre en pánico, hubo algo que no funcionó, pero no se ha perdido nada. Tengo la intención de instalar un foro participativo, donde aquellos que quieran discutir sobre temas que no se apeguen a los posts, puedan hacerlo. Trataré, además, de conectar esta bitácora a redes sociales, que se han vuelto imprescindibles en los últimos meses. Para ello cuento con una lenta y censurada conexión a Internet que ofrecen los hoteles y la inestimable ayuda de colaboradores en todas partes del mundo. Una vez que el blog sea nuevamente accesible quedarán temporalmente cerrados los comentarios, para poder optimizar las bases de datos sin que se pierda nada. Por ahora, los invito a continuar los debates en  http://vocescubanas.com/generaciony/  o en  http://generaciony.posterous.com/. Agradezco consejos de posibles mejorías, sugerencias de software y utilidades para el foro y ?especialmente- los llamo a utilizar este tiempo para renovar ideas, afilar argumentos y renunciar ?definitivamente- a la violencia verbal.



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6 de marzo de 2009
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El Boomeran(g)
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