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Eder. Óleo de Irene Gracia

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El estilo de los bufones

 

Silvio Berlusconi consuela a las víctimas del terremoto de L'Aquila invitándoles a vivir como si estuvieran en un camping. Como si las tiendas de campaña levantadas por los equipos de protección civil fueran un anticipo de sus vacaciones de verano. Es la manera que tiene Silvio de quitar hierro al temblor de tierra, al derrumbe de edificios y a la catástrofe de vidas perdidas. Cuando los italianos que no le votan protestan, el primer ministro se da por ofendido. Se trata, dice en su descargo, de dar ánimo a los supervivientes, de ayudarles a superar un momento de desesperación.

Su gracejo, que incluso ha merecido la reprimenda de la Reina de Inglaterra, es fruto de un carácter al que no frena ninguna corrección protocolaria. En la recepción dada a los miembros del G-20 Angela Merkel, visiblemente contrariada, lo espera de pie mientras el político italiano se demora hablando con su teléfono móvil y haciendo gestos desde lejos. Parece el doble de Adriano Celentano pero no es un cómico. Aunque haga chistes sobre el color de piel de Obama. A veces son gestos obscenos los que dedica a los fotógrafos de prensa. Otras, piropea a sus ministras. O se abraza aparatosamente a sus colegas europeos. Su estilo, sin embargo, es inimitable.

Diríase que lo defiende amparado por los derechos de propiedad intelectual. A Berlusconi le ha caído francamente mal que un dibujante satírico se haya atrevido a emular su chanza y ha ordenado que sea severamente castigado. El director general de la RAI conmina al caricaturista Vauro a abandonar su puesto de trabajo. La crítica contra la inoperancia gubernamental y la evidencia de una administración corrupta, incapaz de hacer cumplir la legislación, se considera una befa inadmisible que perjudica gravemente la dignidad de los fallecidos bajo las ruinas.



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16 de abril de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Pintura, grabado, cine

Rafael Argullol: La imagen, sin embargo, es como algo que produce un impacto más inmediato, más a corto plazo, más que la palabra. Y de ahí son los pros y los contras en la comparación entre lo literario y lo cinematográfico.

Delfín Agudelo: Me pregunto si es posible establecer algún tipo de paralelismo con una época en la que el cine no era masivo, o cuando no había hecho su aparición. No sé si equipararlo es del todo correcto, pero pienso en una  imagen, un cuadro o retrato, en relación a un libro. En la actualidad vemos Drácula de Coppola y está la cara de Gary Oldman; pero si hubiéramos visto a comienzos de siglo XX un cuadro representativo de una estética oscura en íntima relación con los cuadros góticos, ¿existiría la posibilidad que al lector decimonónico le sucediera lo mismo que a nosotros-esto es, establecer una imagen arquetípica literaria a través de una obra visual?

R.A.: Sucedió a partir de un determinado momento. Desde finales de la Edad Media y Renacimiento se tiende a poner rostro a los héroes. Entonces de repente a partir del siglo XV o XVI encuentras el rostro de Aquiles, el rostro de Ulises, el rostro de Dante y Virgilio en la Divina Comedia. Pero como el acceso a la pintura era muy minoritario, diría que eso no acababa de calar en la imaginación colectiva. En el momento en que a partir de finales del siglo XVIII y sobre todo del XIX lo que se populariza es el grabado, entonces sí que empieza ya de manera bastante multitudinaria este proceso. El ejemplo más claro es los grabados de Doré, el cual logró hacer popularizar el rostro e imagen de Don Quijote, a la vez que la imagen de Dante y Virgilio, de Fausto, ya que el grabado llegó a ser una forma intermedia entre el impacto de la pintura y el impacto del cine o de la fotografía. El grabado era mucho más popular que la pintura porque era algo reproducido y reproducible. En ese sentido el caso más claro es el de Don Quijote: el arquetipo visual de Don Quijote lo concibe Doré; y cuando en el siglo XX se intentan hacer Don Quijotes cinematográficos, el modelo que se toma es el de Doré. Por ejemplo el Don Quijote nunca acabado de Orson Welles, que le acompañó toda su vida: él escogió como actor a un español exilado en América, creo que en México, y que evidentemente estaba guiado por lo que había ofrecido Doré.

Es verdad que los grabados en el siglo XIX preanunciaron el fenómeno del cine, y esto se acentúa muchísimo más en el siglo XX porque si el grabado llegaba a minoría de todas las ciudades europeas el cine, a mediados del cine XX, lleva esto a cualquier rincón del planeta. Y al llevarlo determina de manera impresionante. Por eso es también muy interesante ver cómo en determinados momentos cineastas que quieren evitar esa determinación extrema recurren o bien a actores desconocidos o incluso autores amateurs. Un caso extremo y extraordinario es lo que hace Pier Paolo Pasolini en El Evangelio según San Mateo: él tenía que plantearse algo en principio tan difícil de traducir en imágenes como es el rostro de Cristo, de la Virgen, de los apóstoles. En lugar de recurrir como se había hecho hasta entonces a actores conocidos, él recurrió a actores completamente desconocidos: la Virgen María era la propia madre de Pasolini, y el que hacía de Cristo, que era un barcelonés que hizo una sola película -ésta, y la hizo muy bien- pero era un desconocido, no era un actor. No quedaba determinada y de hecho él mismo rompió con la estética habitual de la representación de Cristo en occidente como alguien moreno en lugar de rubio, medianamente oriental, etc. Se evitaba la extrema determinación del cine. Si nosotros pensamos en Apocalypse Now- comentada alguna vez aquí en el blog- es muy difícil imaginar visualmente a Kurtz, ya que es un personaje de mil rostros. Sin embargo, lo difícil ahora es imaginárselo sin el rostro de Marlon Brando.

 



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16 de abril de 2009
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¿Protección del ser de palabra?

Tras varias semanas, y cuando he leído de todo en un sentido y en otro, me lanzo también a un comentario sobre un aspecto - el lingüístico- de un asunto que ni siquiera se ya (tan fugitiva es la actualidad) si sigue pareciendo provocativo:

"En nuestra sociedad cada vez es mayor la sensibilidad sobre la necesidad de proteger los embriones  de distintas especies animales. Las leyes tutelan la vida de esas especies en sus primeras fases de desarrollo. Sin embargo la vida de una persona humana que va a nacer es objeto de una desprotección cada vez mayor"

Tal era el texto con el que la conferencia episcopal intentaba convencernos de la segregación a la que estarían sometidos los seres humanos en relación al imperativo de proteger la vida. 

El problema, como ha sido abundantemente señalado, es que en la imagen que  ilustraba el texto no percibíamos un ser "que va a nacer, sino un bebé perfectamente configurado y además vestido, pero sobre todo un bebé que ya habla: "¿Y YO?  PROTEGE MI VIDA" nos dice.

La protección del ser de palabra: tal parece ser la esencia del mensaje de los obispos españoles. De hecho, Camino, uno de los responsables del cónclave obispal, declaró en un programa de radio que la campaña pretendía "dar voz a los que aún no la tenían" es decir a los embriones de seres humanos a su juicio excluidos cruelmente de esa humanidad de la que ya serían plenamente (aunque potencialmente) partes y ello por su condición de futuros seres hablantes.

 Con una elevada dosis de oportunismo, los obispos dirigen su mensaje, no a los convencidos de las tesis antiabortistas, sino a los que consideran que efectivamente la pulsión de proteger al ser que habla ( ¡ precisamente porque habla¡) es la expresión más clara de que la persona que la experimenta responde a una exigencia moral desinteresada, responde a lo que en otro tiempo se tildaba de  Humanismo

 Pues bien:

Estoy de acuerdo en que la protección del ser de palabra es un imperativo moral absoluto, incluso El imperativo moral absoluto, del que se desprenderían como corolario la protección de la naturaleza, incluidas las demás especies animales. De hecho constituimos la única especie animal que tiene entre sus exigencia éticas el cuidado de las demás especies.

El problema ( y de ahí la falacia de este mensaje arzobispal) es que proteger al ser de palabra, proteger al ser humano, no pasa por coartar sus libertades, no pasa por alienar el cuerpo de la mujer, no pasa por incrementar la tiranía del registro biológico condenando a las mujeres a tener hijos aun en los casos crueles de seria amenaza de enfermedades degenerativas, no pasa por exponer la población al sida...no pasa en suma por erigir el ideario humanista en coartada para mantener un código moral que coarta libertades.

 

 

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16 de abril de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Las reglas del dinero

En mi pueblo, que es un lugar muy poblado de hombres de empresa, impera la regla de que una cosa es la amistad y otra cosa, muy distinta, son los negocios. Uno puede hallarse almorzando con un amigo de la infancia, un vecino de toda la vida, un compañero de estudios de todo el bachillerato o incluso con un ejemplar de amigo íntimo con quien se ha compartido secretos no revelados a nadie más y, sin embargo, al negociar una compraventa transfigurarse en un ser completamente extraño. No un enemigo en el sentido común sino con un empresario en su sentido común. El empresario tiene por principio sagrado, religioso y hasta fanático, la obtención del máximo beneficio y siendo cabalmente empresario y honestamente empresario su dureza en las posiciones mercantiles es comparable al pedernal. No siendo de la profesión, no siendo empresario, el otro se erige de pronto como un tipo irreconocible, una segunda realidad personal, que impresiona sentimentalmente. Y precisamente porque aquel amigo se despoja de los sentimientos para tratar. Este nuevo personaje puede parecer un sujeto despiadado e incluso torturador pero las cosas deben ser, probablemente así, para que la economía productiva funcione y prospere. Sus reglas son las reglas que rigen, por ejemplo, en el cuadrilátero donde se pelea contudentemente, allí por el k.o. y aquí por la peseta. Quien no es boxeador, no ama el boxeo ni sabe tampoco del pugilato en la esfera mercantil, quedará tan desconcertado por esa súbita agresividad como, sin lugar a dudas, noqueado. El arte de negociar, la astucia para ganar un céntimo en la disputa, se inscribe de manera tan primitiva y natural en los hombres de empresa, viene a ser tan habitual e inherente a la conversación entre negociantes que, al profano, lo deja sin habla. El empresario no tiene por qué ser, ni en su personalidad ni en el acción sobre otros ámbitos, un tipo pesetero. Se da con frecuencia el caso de que su generosidad queda de manifiesto en invitaciones, regalos de bodas, obsequios de amante o en el sostenimiento mismo de instituciones de caridad. Por contrastes, en los negocios: el negocio es siempre el negocio, el cálculo y la pesetas de menos o más. Un objetivo absoluto que no conoce ni acaso debe conocer para realizarse eficazmente, inclinaciones compasivas, debilidad o condescendencia. Sólo se cederá a cambio de algo, sólo se aflojará mediante una ventaja que procurará dinero. El dinero como gran tótem, rey mágico y supremo. El dinero como la perfecta sustancia turbadora que todo lo traspasa y crea un mundo moral y relacional que necesita ser interpretado con otro diccionario, otro código, otro lenguaje de la humanidad.



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16 de abril de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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UN LUGAR LIMPIO, BIEN ILUMINADO

 

 

 

Desde que encontré la poesía de Joan Margarit no me imagino sin sus libros, sin sus poemas. Tan llenos de vida, de verdad, ternura, memoria y un poco de juego. De juegos infantiles de esos a los que juegan los mayores. También me gusta el poeta. Y cómo dice sus versos. Creo que también me gustaría vivir en una casa que él hubiera imaginado. El poeta nunca olvidará la tristeza de vivir sin su hija...y sin embargo es capaz de escribir un libro "misteriosamente feliz". Así se llama, está en la colección Palabra de Honor, en Visor.

Me cuesta elegir un poema, dejar tantos. Por varias razones, transcribiré el llamdo "Orden", está escrito a la memoria de Ángel González.

 

"No son muchos los rostros del amor.

Los veo cómo salen

de la penumbra de algún viejo miedo.

Mezclo vivos y muertos, pues las pérdidas

-como las lámparas en una estancia-

dan vida a mi intimidad.

Necesito este orden. Es como si viviera

dentro de aquel relato, el más breve de Hemingway:

A Clean, Well-Lighted Place.

Así es para mí tu poesía:

un lugar limpio, bien iluminado"



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16 de abril de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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El desdén de los europeos

Despolitizados, conservadores, sin proyectos ni líderes, encerrados en nuestras identidades, incapaces de integrar a los recién llegados, sean países socios, sean inmigrantes. Así aparecemos los europeos a siete semanas de los primeros comicios con 27 socios (Rumania y Bulgaria no participaron en los de 2004, los primeros de la Europa de 25 miembros) para elegir entre el 4 y el 7 de junio a 736 eurodiputados, en un clima de desmovilización y desgana prodigiosas. Nunca han sido estas elecciones un momento de especial identificación con el proyecto de construcción europea, más bien al contrario: siempre han funcionado como una suma de elecciones organizadas en clave interna de cada uno de los países socios. Pero las que ahora se preparan pueden ser especialmente desalentadoras, en un momento de urgencias ante la crisis y de repliegue nacional o de renacionalización especialmente intenso.

Salvo contadas excepciones, los partidos suelen mandar a sus listas europeas a los políticos de los que quieren desembarazarse en el escenario nacional o aquellos a los que quieren premiar con una vida política fácil y bien gratificada en sueldo y amenidades viajeras. Lo demuestran las listas de los dos más grandes, el PSOE y el PP, encabezadas respectivamente por dos ex ministros -Juan Fernando López Aguilar y Jaime Mayor Oreja- con suficientes ideas políticas propias como para inquietar a las cúpulas de sus organizaciones. Una contradicción dolorosa martirizará a los socialistas españoles en una cita electoral que los votantes utilizarán para castigarles a buen precio: es decir, con un aviso serio, pero sin consecuencias en el color del Gobierno. Aunque les convenía plantearlas únicamente como una contienda en clave europea, en la que se dilucidará el color del futuro Parlamento e incluso el del futuro presidente de la Comisión, nada de lo que han hecho hasta ahora, incluidas las listas, conduce y sirve a este propósito. Y menos todavía que Zapatero esté ya plenamente dispuesto a apoyar como presidente de la Comisión a José Manuel Durão Barroso, el candidato de la derecha en la anterior elección, impuesto por Blair y Aznar. Este último Eurobarómetro está lleno de indicios reveladores, alguno de ellos inquietante. El desdén de los ciudadanos hacia estas elecciones y hacia las instituciones europeas está compuesto de muchos elementos. Tiene que ver, ante todo, con la recesión. Luego con la crisis de la política y las disfunciones de los sistemas políticos europeos. Y finalmente con la falta de voluntad europeísta y el vaciamiento del proyecto. Europa está en crisis, pero la crisis no es sólo de la construcción europea, sino de su economía y de su forma de hacer política. Y se expresa ante todo en la erosión de la confianza de los ciudadanos en las instituciones, aunque el Parlamento no es el que queda peor situado y la palma se la llevan, bien merecidamente, el Banco Central y la Comisión. La encuesta revela una menor atención de los ciudadanos hacia los temas políticos europeos y un incremento de los que tienen que ver con la actual crisis (el desempleo y el crecimiento). Puede haber ahí un elemento coyuntural, pero también un resultado del declive institucional europeo, su presencia decreciente en los medios de comunicación (captada también por la encuesta), así como la superación de algunos temas (el euro, el modelo social, los valores y la identidad) que en algún momento fueron objeto de debate y ahora se dan por asimilados. Sólo un 44% de los europeos manifiestan algún interés en estas elecciones, frente a un 53% que afirman lo contrario, cifras de donde sale esta proyección de una abstención del 66%. Seis de los países que se hallan por debajo de este umbral son socios de la nueva hornada, a los que hay que añadir el euroescéptico Reino Unido, la Italia berlusconiana y Portugal. La intención de ir a votar manifestada por los encuestados produce un reparto similar: seis de los nuevos socios están por debajo del bajísimo porcentaje del 34% del conjunto de la UE. El desinterés hacia las elecciones no está necesariamente ligado a un desapego europeísta. Los jóvenes en edad Erasmus son los menos propensos a ir a votar (el 27% no lo hará en ningún caso), pero son también los que aducen en menos ocasiones (el 10%) que no lo harán por desacuerdo con la construcción europea. ¿Será verdad que Europa se atasca cuando América despega? Quizás sea cierta esta metamorfosis en la que las dos orillas del Atlántico parecen estar permutando posiciones: Estados Unidos se europeíza y Europa se americaniza. Las elecciones de aquí aburren y las de allí entusiasman. Con este nuevo presidente mestizo, fiel imagen de un país también mestizo y preparado para liderar un mundo mestizo, sus conciudadanos son la contrafigura de esos europeos encerrados en sus identidades nacionales: politizados, progresistas, con proyectos y líderes, más dispuestos que nunca a abrirse al mundo e integrar a todos en una gran nación cívica, derecha e izquierda, negros y blancos, religiosos y ateos, hispanos y anglos.



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16 de abril de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Manía de Grandeza

La cosa es seria, demasiado seria. Supe hace pocos días que Portugal tiene autopistas en exceso, nada menos que nueve, en total case setecientos kilómetros. Si pensamos en lo que cuesta la construcción de un solo kilómetro de esas suntuosas vías de comunicación rodoviaria en que el usuario goza prácticamente de todas las comodidades de la vida doméstica, es inevitable concluir que alguien se equivocó en las cuentas o con ellas nos ha engañado. Según la ley, o lo que para el caso se le asemeje, la apertura de una autovía requiere una cierta previsibilidad de tráfico para no caer en el viejo chiste de ?ahí viene uno?, como sucede, por ejemplo, a la que va de Lisboa a Elvas, nostálgica de los tempos en que, con una modesta calificación de nacional, transportaba multitudes hasta la Pousada para comer el bacalao a Brás. Mutatis mutandis, con bacalao o sin él, esta es la situación de las ocho autopistas restantes. El desatino viene de lejos. Cuando informaron al rey D. João V del precio del carillón que iba a ser instalado en Mafra, no se contuvo y, con su ridícula prosapia de nouveau-riche, dijo: ?Lo encuentro barato. Compren dos?. Y, no hace muchos años, cuando Portugal tuvo el encarga de organizar el campeonato europeo de futbol, que luego desgraciadamente no ganó, alguien dijo que necesitábamos construir unos cuantos estadios porque estábamos muy flojos en instalaciones deportivas. Imagino el diálogo: ?Cuántos??, preguntó el mandamás de la modalidad, ?Con unos tres o cuatro deben bastar?, respondió el técnico, ?¿Cómo que tres? ¿Cómo que cuatro?? se indignó el figura, ?Diez, doce es lo que tiene que ser, seríamos unos buenos idiotas si no aprovechásemos los fondos europeos hasta verle el culo al saco?. También en este caso alguien se equivocó en las cuentas o con ellas nos ha engañado. Donde las cuentas parece que salen redondas es en el número de pobres en Portugal. Son dos millones, según las últimas informaciones. Es decir, una expresión más de nuestra histórica manía de grandeza?



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16 de abril de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Condenado a galeras

Anoche al regresar a casa me esperaba un sobre inusualmente gordo con el membrete de Alfaguara. Como ya conocía su contenido, lo abrí con la torpeza que uno reserva a las cosas muy esperadas. En efecto, eran las páginas del primer armado de mi novela Aquarium. No sé qué les pasará a los otros escritores, pero a diferencia del pobre Ben-Hur, el contacto con las galeras me llena de emoción. Es la primera visión que uno tiene del libro tal como va a ser: la tipografía, las divisiones en partes y capítulos… Todo luce como se verá una vez encuadernadas las páginas y abrazadas por las tapas.
    Aunque el texto sea el mismo, la sensación que uno tiene al releerlo cambia. Por más que uno conciba sus originales de forma parecida a un libro (yo escribo en tipografía Times y de tanto en tanto imprimo copias que mando a anillar, porque leer y corregir sobre papel es otra cosa), al adoptar su formato ‘definitivo’ uno empieza a ver el texto precisamente de esa manera: no ya como un borrador eterno, que pide mejoramiento a las desesperadas, sino como algo grabado en piedra. La novela no ha cambiado nada más allá de su tipografía y su caja, pero ese cambio en apariencia banal la dota de una autoridad de la que hasta entonces carecía.
    Eso es lo que uno siente, al menos. Que su texto se ha despegado de la categoría de proyecto para convertirse en realidad. ¡Nada transforma más la percepción de las cosas que el deseo!
    Ahora faltan las correcciones. Y lo más difícil: la tapa.
    Ah, la batalla por la tapa… Otro día les cuento.



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15 de abril de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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La bitácora de la bitácora

  Hoy, la editorial Rizzoli presenta en Italia una compilación de mis posts bajo el título ?Cuba Libre?. Espero poder anunciar ?pronto- una edición en mi propia lengua. Les adelanto el texto inicial del libro sobre los inicios de Generación Y, que justo por estos días cumple sus dos años y con éste de hoy llega a los 300 post publicados: Es abril y no hay mucho que hacer, solo mirar desde el balcón y confirmar que todo sigue como en marzo o en febrero. La Plaza de la Revolución ?un pirulí truncado que asustaría a cualquier niño- domina los bloques de concreto de mi barrio. Frente a mí, dieciocho pisos de hormigón llevan el cartel de Ministerio de la Agricultura. Su tamaño es inversamente proporcional a la productividad de la tierra, así que me dedico a mirar con mi catalejo las oficinas vacías y sus ventanas rotas. Vivir en esta zona ?ministerial? me permite interrogar los altos edificios desde los que salen las directivas y resoluciones para todo el país. Manías de orientar el lente y pensar ?ellos me observan, pues yo también los observo a ellos?. De esas inspecciones con mi telescopio azul he sacado bien poco, la verdad, pero una impresión de inercia traspasa el cristal y se cuela a través del hormigón de mi edificio modelo yugoslavo. Miro a los que van con su jabita vacía para el mercado y muchas veces regresan con ella igual que a la ida. Yo también tengo una bolsa plástica, aunque la mía va doblada siempre en un bolsillo, para no denotar que me ha devorado la maquinaria de la cola, la búsqueda de la comida, el comadreo de si el pollo vino o no al mercado racionado? En fin, que tengo la misma obsesión por alcanzar algún producto, pero trato de que no se me note demasiado. En mis delirios de contar las auras tiñosas que sobrevuelan al pirulí truncado y mientras me pregunto cómo llenaré la jaba, arribo a la idea más peligrosa que he tenido en treinta y dos años. El arranque parece estar influido por la húmeda locura de abril, fruto evidente de la malsana comezón primaveral. Acerco el teclado de mi vieja laptop, que un balsero necesitado de un motor de chverolet me ha vendido hace medio año y comienzo a escribir. El viaje de este aprendiz de Magallanes se frustró, pero ya la computadora me pertenecía, así que no hubo vuelta atrás. Comienzo con algo que está a medio camino entre el grito y la pregunta, no sé aún que éste será mi primer post, unidad primigenia de una bitácora. La escena es simple, una mujer enclenque y sin sueños ha dejado de mirar para empezar a contar lo que no ve reflejado en la aburrida tele y en los ridículos periódicos nacionales. Antes de iniciar mis desencantadas viñetas de la realidad, la voz de la apatía me advierte que mi escritura no cambiará nada. El susurro del miedo saca a relucir a mi hijo de doce años y el perjuicio que la catarsis materna podrá acarrearle en su futuro. Oigo la voz de mi madre que me grita ?Mi´jita pá qué te metiste en eso? y anticipo las acusaciones de infiltrada de la CIA o de la Seguridad del Estado que también lloverán. El vigilante detrás de mis cejas pocas veces se equivoca, pero el loco con el que comparte espacio no me deja oírlo. Así que empiezo a redondear el primer post y con él la jabita, el alto ministerio improductivo y la balsa que flota en el Golfo, pasan a un primer plano. (?) Meses después de aquel primer texto, estaré ante las casi trescientos mil opiniones dejadas por lo lectores, pasando revista a los doscientos posts y a las miles de anécdotas, para tratar de comprimirlos en las páginas de un libro. Chordelos de Laclos se reiría de mí, mientras trato de encontrar la evolución de un comentarista a partir de sus propias intervenciones, reportar las iras de algunos y mostrar el camino zigzagueante que he seguido yo misma. Las novelas epistolares han dado ya todo de sí, pero la red, sus hipertextos, zonas calientes e interactividad, apenas si han tocado a la literatura. Tan difícil es abarcar todo ese mundo virtual en la linealidad del papel, que definitivamente renuncio a intentarlo. Sólo logro que en la bitácora de la bitácora -que algún día publicaré- todos tengan su turno de decir algo: Generación Y, la blogger y los lectores.



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15 de abril de 2009
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I. Portentos se han visto

Por mucho tiempo pensé que Corín Tellado era una marca comercial, igual al Charles Atlas de mi adolescencia, que anunciaba en la contraportada de las revistas de historietas su método de tensión dinámica para dejar de ser uno un alfeñique y convertirse en un atleta musculoso, admiración de las mujeres. Pero no es así. Corín Tellado, una escritora de carne y hueso, acaba de morir en Gijón a los 83 años de edad.
Es la noticia de su muerte la que me saca del error de haber imaginado que no existía. Siempre imaginé qué no había otra manera de cumplir un portento semejante, escribir 3 novelas por semana, año tras año, con lo que Balzac se queda en un niño de pecho, que mediante el empleo de al menos una docena de escritoras de aspecto respetable, trabajando como si fueran costureras de un taller donde todo el mundo debe apurarse en acabar los repulgues de las prendas encargadas, para abastecer a tiempo a un amplio mercado de lectoras de folletos, y revistas de modas y del corazón.
Negros, como se llamaba a los escritores anónimos en tiempo de Alejandro Dumas, que los empleaba en su propio taller de escritura para acometer ciertas partes de sus voluminosas novelas que no necesitaban de su personal intervención divina. Es lo mismo que hacía don Francisco de Goya y Lucientes, que pintaba el mismo las manos, lo más difícil del cuerpo humano, y dejaba a sus negros los caballos, y los cielos.

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15 de abril de 2009
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