Skip to main content
Category

Blogs de autor

Blogs de autor

Para un cansado espectador II

Mi visitante detuvo el relato unos instantes. Aproveché para pedir otra cerveza u otro café cortado con leche fría, y de seguido le oí decir que varios años más tarde él mismo en persona había visto dos de esos dibujos, enmarcados y con plaquita de latón donde figuraba el nombre de uno de los artistas antes mencionados, en el estudio de un arquitecto bonaerense que le había invitado a dar unas conferencias en Argentina a través de su antiguo profesor. "Ya antes lo había pensado, pero en ese momento decidí que lo mío no podía ser la pintura a la que aún entonces me dedicaba sin entusiasmo, de manera que compré una Rolleiflex de ocasión y desde entonces vivo entregado al olor de los ácidos, las celulosas y los nitratos de plata, pero sobre todo a la luz roja, con los que me solazo. ¿Te parece que aún puede hacerse algo que no sea ofensivamente pretencioso con esos ingredientes?".

    Traté de defenderme como pude e inicié una maniobra de diversión preguntando a mi vez por qué demonios me había elegido para apartar una incógnita que sólo se podía despejar mediante el uso de ácidos, celulosas, nitratos y luces rojas prostibularias, elementos todos con los que jamás había tenido yo trato. "¡Oh, no, no es eso! Es que he venido a Barcelona para curar a una chica anorgásmica y como me quedaban unas horas entre sesiones, he pensado que podía cubrirlas de un modo imaginativo". Entonces le pregunté con toda humildad qué era una chica anorgásmica y cómo se procedía a su curación. Me lo explicó.

Seguimos hablando un rato y luego partió para su sesión de terapia. Quedamos para vernos al día siguiente, antes de que tomara el tren de Valencia y cuando volvimos a encontrarnos no lo dudé ni un instante: le pregunté sin disimulo por la paciente. Se encogió de hombros. "Era lo que ya imaginaba, a la vista de lo que me había escrito por carta. Estas mujeres tardan en aceptar lo que en verdad precisan, no por vergüenza, sino por modestia. Y jamás se lo dirían a sus parejas. No sólo no era anorgásmica, sino que en la primera sesión tuvo dieciocho orgasmos y en la segunda llegó a treinta y cuatro". Yo repetí, como quitándole importancia, "Treinta y cuatro, ¿eh?". Se entenderá que ya no volvimos a hablar nunca más de teoría, de arte, de pintura o de fotografía. Donde hay ciencia, hay ciencia, y no queda más remedio que hincar los codos y tratar de aprender algo.

    Desde entonces hemos mantenido una relación epistolar y más tarde electrónica. Seguí su blog con fascinación porque creo que es el único experto en arte y sexualidad femenina capaz de hablar de ambas cosas en estricta paridad como si fueran ámbitos intercambiables, e igualmente necesario su conocimiento para alcanzar la paz interior. En estas páginas (que ahora el lector curioso podrá recorrer) se demuestra que no hay problema, goce, exaltación, miseria o elevación femenina que no tenga de inmediato su permutación en el arte, donde lo problemático, lo gozoso, lo exaltado, lo miserable y lo elevado aparecen con el mismo grado de azar estocástico que en la vida de algunas mujeres imprevisibles. Así, por ejemplo, el estudio de los géneros se descompone en, de una parte, naturaleza muerta, paisaje, retrato e historia, y de otra en coprofilia, asesinato sexual, sadomasoquismo y violencia de género, en un reflejo especular.

    El lector que esté leyendo este anuncio en una librería y dude sobre si debe o no comprar el libro vaya directamente al fragmento titulado "Miró...habla" en donde leerá una disección anatómica del arte anorgásmico que no le dejará indiferente. No me cabe la menor duda de que si Miró hubiera podido someterse a las técnicas sanatorias de Alberto Adsuara su obra habría alcanzado los treinta y cuatro orgasmos en lugar de quedarse en los dos o tres que todos conocemos y tanta gloria le han procurado.

    Debo advertir también que el autor me cita repetidas veces en términos que harían sonrojarse a un pavo real. Se trata, naturalmente, de una deuda de juego y no debe tomarse en consideración.  

Leer más
profile avatar
10 de febrero de 2010
Blogs de autor

La comida de Seix Barral

Seix Barral fue mi primera editorial, en la época en que la dirigía Carlos Barral. No he vuelto a publicar con ellos desde aquella temprana novela mía de 1970, "Museo provincial de los horrores", aparecida cuando yo era todavía un estudiante de Filosofía en la Universidad Complutense, pero siempre he sentido una cercanía  mezclada con nostalgia hacia el sello barcelonés, que, además de las razones sentimentales, publica con frecuencia libros que me gusta leer. Seix Barral ha pasado, como la mayoría de las casas editoriales de nuestro país, por distintos avatares empresariales, pero lleva años dirigida literariamente por personas que aprecio: Elena Ramírez, a la que conocí en Madrid en sus comienzos en el mundo de la edición, y Pere Gimferrer, uno de mis más antiguos y esenciales amigos.

Se ha hecho habitual para mí asistir en Barcelona a la comida del Premio de novela Biblioteca Breve, que en esta ocasión ha ganado el autor argentino Guillermo Saccomanno. Y aunque fue un poco anticlimático (o quizá antípodo) no contar en el acto con la presencia del ganador, volví yo a sentirme igual de bien acompañado por amigos que, de manera tal vez inevitable, sólo veo de Pascuas a Ramos, una frase o latiguillo no del todo comprensible que el festejo anual de Seix Barral rectifica o tal vez aclara. Hablé con Eduardo Mendoza, con Elisenda Nadal, Rosa Montero, Carme Riera, Ángela Vallvey, Jorge de Cominges, Ignacio Martínez de Pisón, David Trueba, Javier Moro (que hace años me invitaba a navegar en su barquito por las agua de Altea), hice de bastón humano del poeta y narrador cordobés Joaquín Pérez Azaustre, accidentado en una pierna, intercambié impresiones fílmicas con el director Fernando León de Aranoa, con quien he compartido -cinematográficamente hablando- a una actriz, la excelente Sonia Almarcha, departí con Luis Antonio de Villena más de lo humano que de lo divino, y sólo pude saludar, entre tanta gente, a Malcolm Otero, Enrique Vila Matas, Pedro Zarraluqui y Rodrigo Fresán, representante en la tierra catalana, al menos este día, de su compatriota Saccomanno.

   Pero el almuerzo me dio, además, un regalo inesperado: las recuperación de  una experiencia que yo había vivido hace casi veinte años y tenía olvidada. En un momento previo a la comida bajo las columnas del palacio de las Atarazanas se me acercó uno de los tres novelistas españoles actuales que más admiro, Javier Cercas, me dio la mano, y al decirle yo que estaba encantado de conocerle me rectificó. Nos habíamos conocido cuando él, aún inédito como escritor, asistió de alumno a los cursos de Cine y Literatura que codirigimos Cabrera Infante y yo en la Universidad Menéndez  Pelayo, y Cercas, con esa sabiduría en la reconstrucción novelesca de lo realmente sucedido que sus libros demuestran, me fue devolviendo en unas cuantas evocaciones aquellas jornadas de Santander, al lado del matrimonio Cabrera Infante, de Susan Sontag, Monique Lange, Edgardo Cozarinsky, Joseph Losey, así como una cena posterior, con la que yo no le tenía identificado pero de inmediato recordé, en casa de nuestros amigos de Gerona Narcís Comadira y Dolors Oller. Después de esa 'casual' pero tan viva disección retrospectiva  hecha por Cercas de los largos instantes de un breve pasado común aún tengo más ganas de adentrarme en su último libro, que mis menesteres como director de cine (con película terminada sólo desde el pasado viernes) me han impedido leer.

Leer más
profile avatar
10 de febrero de 2010
Blogs de autor

El fin de una ilusión

Glosaré hoy brevemente los dos aspectos señalados por Schrödinger relativos a la singularidad griega:

Obviamente no es solamente Schrodinger quien enfatiza lo singular de la convicción que tendría los griegos según la cual la  naturaleza es esencialmente cognoscible. Einstein decía al respecto que "la cosa más incomprensible del universo, es precisamente que sea comprensible". El estupor ante la inteligibilidad de la naturaleza se acentúa aun si se considera el hecho indiscutible de que tal comprensión sea de tipo matemático. El propio Schrödinger dice, en relación al pitagorismo, que la matemática tiene la virtud de mostrarse presente allí dónde no se la espera (por ejemplo, tras las armonías musicales), y el físico Eugene Wigner llega a hablar de lo poco razonable que sería de hecho la comprobada eficacia de las matemáticas en las ciencias naturales

Y en relación al segundo punto señalado por Schrödingrer: no es en absoluto casual que la creencia en la indiferencia de la naturaleza al hecho de ser conocida sorprendiera al hombre al que se hallan asociadas algunas de las formulas determinantes de la Mecánica Cuántica, es decir, la disciplina que mostró la imposibilidad de disociar objetividad y conocimiento, a la par que ponía en entredicho el consenso (mantenido desde Aristóteles a Einstein) sobre los rasgos mínimos a los que habría de responder algo que se presenta ante nosotros para ser considerado natural, para ser tildado de entidad física. Si la Relatividad subvirtió ya alguna de las coordenadas fundamentales con las que interpretábamos la naturaleza, la Mecánica Cuántica puede decirse que supone una revolución aun mucho más radical; de ahí que la interrogación filosófica (la cual, reitero, concierne a todo ser cabalmente racional) y concretamente la interrogación filosófica fundamental, la relativa a las formas elementales del ser,  tenga obligación de nutrirse de tal disciplina. Conviene recordar que la barroca teoría de los múltiples mundos, con la que empecé estas reflexiones sobre la naturaleza, constituye en gran parte tan sólo una tentativa de respuesta a las aporías filosóficas  que la Mecánica Cuántica acarrea.

Leer más
profile avatar
10 de febrero de 2010
Blogs de autor

La caja de Pandora

Hay coincidencias que sólo lo son en apariencia. Dos periodistas del New York Times nos hablan de la Caja de Pandora el mismo día desde Berlín y desde Tokio a propósito de hechos relacionados con la Guerra Fría. Judy Dempsey nos cuenta la historia de las armas nucleares que todavía hay en Alemania, no se sabe muy bien si desplegadas o almacenadas, y cita el informe que ha realizado el ex secretario general de la OTAN, George Robertson, en el que se critica severamente las pretensiones del gobierno de Angela Merkel, que quiere el desmantelamiento de esas últimas armas atómicas en suelo alemán. Martin Fackler, por su parte, explica los propósitos de otro gobierno, el japonés, que quiere desvelar ante la opinión pública el contenido de cuatro tratados secretos firmados entre Tokio y Washington, que obligaban al Estado nipón a sufragar parte del coste de las bases norteamericanas y permitían la entrada de barcos cargados con armas nucleares en los puertos del archipiélago.

Podríamos tomar otro camino en el razonamiento. Con una cita de Faulkner por ejemplo: ?The past is not dead. In fact, it's not even past.? El pasado no ha muerto y de hecho ni siquiera es pasado. A veinte años del episodio que clausuró la Guerra Fría, aquel pasado sigue todavía vivo y ni siquiera como pasado, sino como presente, en hechos y en argumentos. En los territorios de la antigua Europa occidental hay todavía 200 armas nucleares que, según Robertson, forman parte del paraguas defensivo que protege a los alemanes. En cuanto a Japón, quien quiere reavivar el pasado es el periodista Takichi Nishiyama, que en 1972 desveló la existencia de estos pactos y en razón de ello fue condenado por revelación de secretos de Estado y tuvo que abandonar el oficio de periodista, en un caso de paralelismo casi perfecto con el Watergate y los papeles del Pentágono aunque con resultados adversos para la prensa y favorables al mantenimiento del secreto de Estado. En ambos casos nos encontramos con sendos gobiernos atípicos. En Alemania, los liberales han regresado al poder después de once años de ausencia, de la mano de Guido Wersterwelle, con la reivindicación innovadora contra las armas nucleares que la socialdemocracia no creyó necesaria durante sus 13 años de gobierno y que la canciller Angela Merkel ha adoptado en el programa de su coalición. En Japón, hay por primera vez un gobierno, el del primer ministro Yukio Hatoyama, que no pertenece al partido demócrata liberal que ha gobernado durante 50 años y pretende tomar distancias respecto a Estados Unidos, reducir su presencia militar y sus bases y centrar su política exterior en Asia. El documento de Robertson tiene un curioso título: ?Alemania abre la caja de Pandora?. Uno de los expertos consultado por el periodista norteamericano en Tokio asegura también que ?el gobierno japonés podría estar abriendo con este debate la caja de Pandora?. A veinte años de aquel 1989 glorioso, todavía quedan mucho tabúes y secretos sobre la Guerra Fría, que a veces confluyen como en una extraña constelación en dos informaciones paralelas que aparecen en el mismo diario el mismo día. La coincidencia me lleva a una meditación final sobre el periodismo y una definición conclusiva, una más, de lo que es una noticia: Pandora tiene una caja y contar lo que hay dentro es lo que deben hacer los periodistas. (Enlaces: con las informaciones de Judy Dempsey y Martin Fackler; con los archivos sobre el Watergate y los Papeles del Pentágono y los sites del WP y del NYT, respectivamente sobre estos dos temas).

Leer más
profile avatar
10 de febrero de 2010
Blogs de autor

A veces los premios

 

Buscar escritores que merezcan los premios. En contra a lo que pueda parecer no es tarea nada fácil.. Normalmente los premios buscan otras cosas diferentes a la literatura. El que esté interesado en el tema puede leer al citado, recomendado y muy admirado  Thomas Benhard en , "Mis premios". Uno de los libros más libres del año pasado. Y sin embargo hay premios que han sido "culpables" de descubrimientos que han llenado de placeres diferentes nuestras horas lectoras. Nunca tuvo un premio Kafka. Ni Borges consiguió el Nóbel. Ni algunos premios millonarios han servido para que valoremos más la literatura de Vargas Llosa,  Bryce Echenique, Cabrera Infante o Benet. Sin embargo creo que hubiera sido muy bueno que el oculto Juan Filloy  o que Nicolás Gómez Dávila, todavía más secreto, hubieran sido premio Cervantes, o algo. No suele ser así, aunque es verdad que la historia de algunos premios han servido para mejorar la seguridad de un autor, para la entrada de un piso o para la apuesta de una editorial.

Ayer, en una  Barcelona marítima y lluviosa, tuvimos la oportunidad de tener la sensación de que el jurado, la editorial, el premio, podrían servir para descubrir uno de esos "mediterráneos" que estan más que descubiertos en su país. Se llama Guillermo Saccomanno- un apellido que dan ganas de darle un papel en alguna novela de Camilleri para encontrarse con Montalbano y tomarse unas copas por Nápoles o alrededores- y es todo un feliz encuentro de una novela con un premio que merece mejor historia que la de algunos otros años. Un premio por el que han pasado algunos de los nombres más importantes de nuestra literatura, desde aquél primer premio al joven Luis Goytisolo, y por el que también han desfilado algunos de fácil olvido. Me alegro por el premio. Y por la editorial que lleva el nombre de unos de los editores que hizo que leyéramos y bebiéramos mejor. Siempre gracias a Carlos Barral.

El libro de Saccomanno viene con muchos entusiasmos nada forzados de un jurado de credibilidad. Con referencias literarias de mundos como el de Ballard, Dostoievski, McCarthy y algunos otros de la tropa de los que nos invitan a la fiesta de la literatura. Nada que ver con tener o no tener premios. Gracias por descubrirnos un escritor que ya estaba más que descubierto en su país y que aquí ignorábamos con nuestro tan extenso desconocimiento.

Me gustó ver en la comida a Vila Matas, con novela joyciana y dublinés a punto. Se mantiene lúcido y sin beber, ¡qué cosas! Y conocer a otro escritor, premio nacional de éste año, del que alguna vez citamos por su poesía y que ahora estamos felices disfrutando con su paso a la narrativa, Kirmen Uribe. También me gustó encontrarme con otras personas, pero eso es vida privada y silencio. Otro día hablaré de Gloria Fuertes. También, de verdad querido Ramón, de ese del que me costará mucho ponerme algo sin sentirme mal, ese modisto ultraliberal llamado Adolfo. Me salen arrugas en todo el cuerpo si recuerdo algunas cosas que ha dicho. También algunas cosas que escribió. ¡Que tropa!

Leer más
profile avatar
9 de febrero de 2010
Blogs de autor

Guillermo Saccomanno, premio Seix Barral

Guillermo Sacomanno. Fuente: letravivaEl escritor argentino Guillermo Saccomanno ganó el Premio Biblioteca Breve de Seix Barral con la novela El oficinista. El jurado estuvo integrado por José Manuel Caballero Bonald, Pere Gimferrer, Rosa Montero, Elena Ramírez y Ricardo Menéndez Salmón. Dicen que está deslumbrado y que, desde hacía años, no se sentían tan entusiasmados con un ganador. Lo cierto es que la simple referencias a sus influencias literarias (Ballard, Kafka, Dostoievski, Philip K. Dick, Gogol) han generado muchas expectativas para quienes, como yo, conocíamos su nombre pero no su obra. Lamentablemente, Saccomanno no pudo asistir a la ceremonias pues estaba reponiéndose de una meningoencefalitis en Buenos Aires. Silvina Friera en Página12 comenta extensamente la noticia:El título, tan anodino y prometedor, atizó la llamita de la curiosidad desde el comienzo. Los miembros del jurado se quedaron ?boquiabiertos? después de leer la ?extraña? e ?inquietante? El oficinista, de Guillermo Saccomanno, con la que acaba de ganar el premio Biblioteca Breve, dotado de 30 mil euros. Cuando relajaron las mandíbulas y cerraron la boca, aún bajo los efectos de la intensidad y originalidad del texto, no tuvieron que discutir el veredicto. Por unanimidad, entre los 414 manuscritos que concursaban, eligieron la novela del escritor argentino, presentada bajo el seudónimo de Calemo, que se publicará a fin de mes, en España y la Argentina, a través del sello Seix Barral. En el Museo Marítimo de Barcelona, durante la conferencia de prensa, Rosa Montero elevó el texto premiado a la categoría de ?suceso literario? y garantizó que no dejará ?indemne? a ningún lector porque contiene una ?moral sumamente turbadora?. Dicen que nunca un jurado se mostró tan exaltado y contundente. El telón de fondo de la historia premiada es una ciudad arrasada por atentados guerrilleros, amenazada por hordas de hambrientos, niños asesinos y perros clonados. En esta urbe infernal, vigilada por helicópteros y bautizada con lluvia de ácido, se recorta el opaco y desencajado protagonista de la historia, un hombre dispuesto a la humillación con tal de conservar, con uñas y dientes, su trabajo. En este mundo absurdo, que responde a la lógica de la degradación del sujeto, el oficinista, un asesino en potencia, se enamora y se permite soñar con ser otro. Una pregunta sobrevuela por las páginas de esta novela, que encierra una antiutopía, un mundo Ballard, pero también Dostoievski: ¿de qué abyecciones es capaz un hombre por aferrarse a un sueño? Saccomanno, él mismo lo reconoce, ha incentivado el culto del ?escritor salvaje? desde que se recluyó en Villa Gesell, hace más de veinte años, para desintoxicarse de la ciudad y del ambiente literario. Algún malintencionado podría sospechar que ese costado salvaje del flamante ganador se impuso y que por eso decidió no viajar a Barcelona a recibir el premio Biblioteca Breve, que han ganado nada más ni nada menos que Juan Goytisolo, Mario Vargas Llosa, Juan Marsé, Guillermo Cabrera Infante, Carlos Fuentes y Gioconda Belli, entre otros. Seguirá siendo un ?buen salvaje? y empecinado, pero las razones de ese faltazo obedecen a un virus que suena a trabalenguas macabro. (...) Rodrigo Fresán recogió el premio en su nombre. ?Es un libro extraño, en el mejor sentido de la palabra, pero coherente con la obra de Guillermo. No es un libro común, va a sorprender mucho?, anticipó Fresán, para quien los libros de Saccomanno ?se pasean por muchos lados, son como postales?. (...)Aunque el ganador no pudo hacer declaraciones, en un texto de su autoría distribuido por la editorial Planeta, Saccomanno cuenta que escribió la primera versión de El oficinista en el verano de 2003, tan sólo en un mes. ?Ignoraba que su proceso de corrección y ajuste me llevaría seis años?, admitía allí el flamante ganador del premio Biblioteca Breve. ?Seis años en los que pasé por diferentes estados de ánimo. En todos fui el oficinista. Es cierto, lo fui alguna vez. Quizás ahora, al escribir, no tenía que observar tanto a los otros como a mí mismo. Si hay una clase que conozco y repudio es la clase media. La clase a la que pertenezco. Se define por su capacidad de sometimiento y traición. Una clase que, en su afán de trepada y con tal de no descender un peldaño en la escala social, se identifica con sus enemigos, los ricos. Es decir, el poder.? Saccomanno plantea que lo peor del poder es que ?nos inficiona?. Después de despotricar contra la clase media, ?tan prolija?, ?tan capaz de canalladas cobardes?, se pregunta, en una vuelta de tuerca flaubertiana: ?¿Acaso soy mejor tipo por ser escritor? El oficinista también soy yo?. [...] Ballard, Kafka, Dostoievski y Philip K. Dick son algunos de los nombres que lanzó el jurado como brújulas para orientar la atmósfera de la novela premiada. ?Por la noche, cuando la city se apaga, en los umbrales de esas catedrales del dinero, bajo las recovas de una avenida y hasta en las cabinas de los cajeros automáticos, empieza a verse a los sin techo, aquellas y aquellos desgraciados pestilentes expulsados de un sistema en el que creyeron?, recuerda Saccomanno en su texto. ?Más de una vez, mientras observaba este contrapunto macabro, me preguntaba cómo escribir sobre estos personajes, que quizá no sean tan diferentes en su degradación del Akaki Akákievich de El capote, de Gógol. O del hombre del subsuelo de Dostoievski. También, ¿por qué no?, Bartleby. ¿Y Samsa? También. Nada es casual: en un principio esta novela se llamaría La perspectiva Nevski. Porque ésta sería una novela rusa. Existencias desesperadas en un mundo absurdo que responde a una lógica: la destrucción del sujeto. En este sentido, al modo ruso, esta novela no es de amor, sino de la búsqueda de amor. Aunque suene cursi. Aunque el amor esté en extinción. Una novela de soledad. Si lo prefieren, una experiencia rusa. De hecho, el protagonista de esta novela es ?tan ruso?.? Saccomanno tiene una gran obra que comienza a instalarse poco a poco en España. El año pasado obtuvo el primer reconocimiento internacional cuando 77, la tercera parte de su trilogía conformada por La lengua del malón (2003) y Un amor argentino (2004), ganó el prestigioso premio Dashiell Hammett a la mejor novela publicada en español en la Semana Negra de Gijón. Entonces, se tomó tres bourbon para festejar lo que consideraba una ?grata sorpresa?, porque no se tenía mucha fe. Lo que más le importaba de ese premio es que lleva ?el nombre de Hammett, un escritor que dijo ?no? en tiempos en que escasean los hombres que dicen ?no??. [...] Colaborador habitual de Página/12 y maestro de talleres literarios en los que se han fogueado varias generaciones, el escritor suele advertir que ?son las escrituras las que tienen que establecer las discusiones?. Cuando se publique El oficinista, en breve, los lectores podrán disfrutar esa perturbadora, sobria, onírica e incluso profética novela que ha deslumbrado al jurado español.

Leer más
profile avatar
9 de febrero de 2010
Blogs de autor

Guillermo el Conquistador

 

La primera llamada que recibí a mi llegada a Barcelona quedó atrapada en el contestador. Era Rodrigo Fresán, dándome dos buenas noticias. La inicial concernía a su bienvenida: nos deseaba lo mejor en esta ciudad a mí, a mi mujer y al pequeño Bruno. La segunda era todavía mejor: "Te llamo desde la entrega del premio Seix Barral, que acaba de ganar Guillermo Saccomanno".

         Conozco el nombre Saccomanno desde que era pequeño y leía las historietas que Guillermo guionaba, en las revistas de la hoy legendaria Editorial Columba. Cuando crecí, Guillermo se me impuso también como escritor: uno de esos pocos que valen la pena y que siempre se recomiendan, para contrarrestar la literatura chirle y lavada que suelen recomendar los suplementos literarios. Cada uno de sus libros es totalmente distinto del anterior (si hay que creerle al jurado del Seix Barrral y a la prensa, El oficinista no se parece en nada a, por ejemplo, Roberto y Eva), pero siempre ofrecen la misma garantía: una escritura visceral e iconoclasta, coherente con el deseo de dejar huella en la historia -la de la literatura, pero también la que suele escribirse con mayúsculas- que sólo encuentra cauce en los conceptos arltianos de la prepotencia de trabajo y de la búsqueda de un relato con potencia de cross a la mandíbula.

Dias atrás, en plena celebración de mi cumpleaños, el guionista de televisión Marcelo Camaño (uno de los mejores, sino el mejor, de todo el medio argentino), quiso demostrar que la encuesta de un diario sobre los mejores narradores de la primera década del siglo era una farsa, y para ello presentó esta prueba irrefutable: "¡Apenas sólo una persona votó La lengua del malón!"

         Que, por si no lo sospecharon todavía, es una de las novelas esenciales de Guillermo Saccomanno.

         La noticia de su triunfo hizo todavía más dulce la llegada a esta ciudad bella y ensopada por las lluvias.

 

Leer más
profile avatar
9 de febrero de 2010
Blogs de autor

Desnudarse

Cuando el día acaba, la cama nos espera. Disciplinadamente,  la cama nos espera desde la mañana en que alguien la ha preparado para el momento de la noche.

Durante el transcurso del día la cama se encuentra siempre a disposición para unos u otros usos muy diversos pero, institucionalmente, la cama se hace activa al ir a dormir en ella, mientras durante el día -salvo excepciones- se mantiene quieta. No se diría paralítica o paralizada puesto que los pliegues, los relieves de las telas, los volúmenes de la almohada o su grosor integral, trasfieren a los sentidos la percepción de unas manos han contribuido a dejarla como está y todavía se suman para que respire como una entidad viva y mullida.

 Diferentes muebles, y especialmente los  enfundados o "vestidos", causan n una sensación similar. Se presentan  quietos y como aguardando al usuario pero aún hallándose en esta actitud podría pensarse que se remueven, reacomodan o laten en silencio y  para sí.

 Incluso es posible, en el interior de la casa desierta, que estos muebles posean un pequeño grupo de pensamientos más o menos elementales y rutinarios  entre los que se cuentan necesariamente los asociables a su  constante tiempo de espera.

La cama nos aguarda y por la noche el huésped inicia en sus entornos la rutina de ir quitándose obligadamente las ropas. Quitarse las ropas ante la cama o en sus proximidades,  entre el dormitorio y el cuarto de baño, por ejemplo, significa el repaso cotidiano de una secuencia de desasimiento que se corresponde, de otro lado y después con ponerse  el camisón y el pijama. Venimos de un espacio alejado  y tras vivir un intervalo intramuros alrededor del televisor, los niños y la cena, nos preparamos para incorporarnos a  la cama que  representa, en realidad, el tercer espacio determinante del día. La intimidad dentro de la intimidad, la extrema individualidad en la individualidad. El huésped y la cama duermen dentro de la soledad y ¿quién cuestionaría que gracias a su influencia?

De la compañía a la soledad, del movimiento al reposo, de la vigilia al sueño a través de una escenificación del desprendimiento público y el revestimiento con las ropas de alcoba. Elocuentemente, nos despojamos  de las vestimentas con las que nos presentamos en público y nos disfrazamos con los hábitos de la soledad en donde hallamos (o no) el tiempo del sueño. Las prendas que a lo largo del día fueron impregnándose de los olores y avatares, de la lluvia, los alientos o el viento,  no se meten en la cama porque, a fuerza de experimentar la vicisitud, mancharse de ellas, sentir en ellas, no es pertinente embutirse  entre las sábanas con ellas. Son físicamente capaces de juntarse con la cama pero siempre que esto sucede se denota una situación de menesterosidad, peligro o amenaza que convierte a la cama en refugio y a ellas en material anónimo o subordinado. Sólo el proyecto de acostarse así, sin desvestirse del día, hace pensar en una urgencia donde se une la inquietud con el descanso, la obligación con la dejación, el día incesante con la noche sin muros y en una forzada reunión que, en consecuencia,  conduciría a un doloroso desorden.

La cama nos espera, precisamente, aliviados de la mayor consternación posible y si se ofrece como una cámara de descompresión su colaboración empieza reclamando el abandono del traje o el vestido, el reloj y los abalorios, la cartera y la calderilla.

De este modo, más o menos  desasido se llega a través de la blancura de las sábanas a la navegación sin luces de la noche.  Echar lastre por la borda, pesar menos antes de ir a dormir y descargarse de las ropas que encierran objetos pesados traza las líneas de un ritual que exime provisionalmente del mundo para entregarse sin al viaje de la cama.

Mueble  preparado desde la mañana en espera del momento en que nos deconstruimos como seres sociales y nos simplificamos, ante la noche encamada y migratoria a bordo del lecho. Lecho de agua o de aire, corriente circunstancial a la que nos lanzamos cotidianamente tras habernos desnudado y, en la esperanza, de lavarnos o reestrenarnos a través de sus lienzos blancos.  "¿Al cine? Al cine de las sábanas blancas es donde vas a ir", nos decían los padres cuando nos resistíamos a meternos en la cama. Un cine donde, en memoria de la infancia, nos volvemos personajes de dos dimensiones, exonerados de aquella tercera dimensión abandonada junto a las ropas del día, cosidas para el  mundo exterior que nos asalta o  nos insulta o nos conlleva.

Leer más
profile avatar
9 de febrero de 2010
Blogs de autor

Del escritor comprometido al revolucionario del siglo XXI

Desde hace  al menos una década resulta cada vez más difícil encontrarse ya sea en Europa o al otro lado del charco, con esos latinoamericanos o pro latinoamericanos de una izquierda radical, bastante ingenua cuando no absolutamente pesada, intolerante y plagada de lemas que durante años pobló cafetines y tabernas, plazas y mercados de medio mundo. Ya no se les encuentra con tanta facilidad voceando su indignación contra las dictaduras y la corrupción y fragilidad de las democracias que precedieron a aquellas, indignación que por otra parte todos considerábamos justa, pero que ellos parecían asumir como propia y exclusiva, pues casi siempre la panacea para salvar a nuestros países consistía en poner en marcha de una vez por todas la revolución. Y al decirlo, naturalmente, miraban a Cuba.

No, ya no es fácil tampoco defender regímenes como el de Castro, pues supongo que eso que con ligereza y cierta irresponsabilidad se ha dado en llamar las grandes utopías sociales se ha secado o se ha agostado a tal punto que del vigoroso torrente de consignas y euforia proletaria ha quedado apenas un arroyuelo turbio donde abrevan sólo algunos recalcitrantes.  Supongo también que después de tantos, tantísimos años de dictadura salpicando el mapa de Hispanoamérica como un nefasto sarampión de totalitarismo, y luego de esa década de gobiernos democráticos obscenamente corruptos e ineficaces que casi aniquilaron nuestras sociedades, los hispanoamericanos hemos empezado a aprender la lección que bien podría resumirse con la célebre frase de Toynbee: "la democracia no es un puerto, es un barco." Creo que hemos entendido que detrás del sonido y la furia de todos aquellos eslóganes que sembraron nuestro horizonte social de esperanza, sólo cabía  la contingencia de nuevos regímenes con pretensiones totalitarias, y que los salvadores de la patria siempre son los que ponen a ésta en peligro. La prueba de ello es Hugo Chávez, el caudillo de ínfulas bolivarianas y de verbo encendido que está precipitando al abismo a una Venezuela fracturada y  cotidianamente en pie de guerra, y que se sostiene gracias al petróleo, como bien sabemos todos.

Este tipo de "intelectual revolucionario" que floreció entre los años sesentas y ochentas tuvo gran aceptación justamente aquí, en la Europa más próspera y democrática. También en la España que acababa de salir de la oscuridad del franquismo gracias a una transición en muchos aspectos ejemplar, el "intelectual revolucionario" no tenía inconveniente alguno en brindar por la muerte del dictador -que al parecer no se les terminaba de morir nunca-, entonar aquel pegadizo himno que hablaba de la libertad sin ira, de sentirse orgulloso de su recién estrenada democracia, de horrorizarse con el golpe de Tejero, de oponerse furibundamente a la entrada en la OTAN... y al mismo tiempo aplaudir y defender durante ese mismo tiempo la revolución cubana y los "logros" de la Unión Soviética, cosa que resultaba bastante paradójica y puede ser atribuible a aquella ingenuidad que hizo que muchos fueran incapaces de mirar los atropellos del dictador cubano y que disculparan con benevolencia los abusos y las injusticias de la desaparecida Unión Soviética. No sabían, afirman. El contexto histórico era distinto, explican. Y habrá que creerles. Allá cada uno con su conciencia. Pero al cabo de tantas zafras y periodos especiales cubanos, ahora que hasta el más obtuso defensor de aquel Gulag, no puede mirar la escombrera social, económica y moral que dejaron las sucesivas momias del politburó moscovita sin enrojecer, ya no resulta paradójico ni disculpable que todavía existan en la Europa bien pensante y democrática del siglo XXI estos intelectuales revolucionarios que tanto daño nos han hecho, alimentando la creencia de que lo que era bueno para Europa -la democracia, la alternancia en el poder, el mercado- no lo era para Latinoamérica, continente en plena formación, tierra fértil para revoluciones sangrientas, experimentos sociales y líderes carismáticos y mesiánicos, de preferencia vestidos de verde oliva, y que parecían escapados de una pesadilla -o más bien de un sueño...- de Gabriel García Márquez.

Ya sé que esto no es nada nuevo y que se ha dicho mil veces. Pero lo novedoso es el contexto histórico, como dirían ellos mismos: en una Europa cuyos gobiernos -sean  de izquierdas o de derechas- son capaces de ir a guerras por motivos económicos, negociar con dictadores, tenderles la mano a autócratas con petróleo, y todo ello sin que les tiemble el pulso, somos los ciudadanos los que tenemos la responsabilidad de actuar, de protestar, de manifestarnos y movilizarnos de manera efectiva y eficaz contra los atropellos y contra el cinismo de nuestros gobiernos. No me hago ilusiones: no será mi gobierno quien me defienda, sino yo y mis adversarios (que no mis enemigos), es decir todos aquellos quienes defendemos la democracia participativa y responsable, todos aquellos que defendemos la absoluta libertad de ideas y rechazamos cualquier forma de dictadura. Por eso resulta tan indignante lo recalcitrante de estos revolucionarios vestidos de Coronel Tapiocca, de esta resistencia de cine club que sigue justificando a un dictador como Fidel Castro y a un autócrata plebiscitario como Hugo Chávez, aunque con toda seguridad ni a uno ni a otro los querrían mandando por estos pagos. ¿Se imaginan aquí preparando la sucesión del hermano del Comandante Zapatero o del sub comandante Rajoy? ¿A Blas Piñar manejando el país gracias a un programa llamado Aló presidente? Dios nos asista. Sería tirar por tierra todo lo conseguido hasta el momento. Por fortuna, muchos amigos escritores e intelectuales hispanoamericanos que vivimos aquí, que defendemos la democracia y estamos juntos en el proyecto social de una España moderna sin la sombra del franquismo y la lacra del terrorismo, hemos encontrado a otros tantos españoles que defienden y apoyan una idea similar para Hispanoamérica. Y que nos miran de igual a igual, y no como unos pobres infelices merecedores de un dictador o de un aprendiz de dictador. 

 

Leer más
profile avatar
9 de febrero de 2010
Blogs de autor

Cuidar lo propio, robar lo ajeno

Por la noche, vigila los surcos plantados de malanga y la cría de carneros, con una escopeta corta de fabricación casera. Es la obra de un improvisado armero que soldó un trozo de cañería de poco diámetro a la recámara rústica de la que sobresale el irregular percutor. Basta el sonido ?en medio de la madrugada? del rastrillar del ingenioso artefacto para que salgan corriendo los que pretendan robarle la cosecha. Cuando la puerca está parida, llama a un hermano que vive en el pueblo y acompañados de aquel artilugio ?creado por la necesidad? hacen guardia hasta que salga el sol. Muchos campesinos usan armas ilegales que han sido compradas o producidas de forma alternativa. Sin ellas, el fruto de meses de trabajo podría terminar en manos de los ?depredadores? de sembrados, sombras escurridizas que se mueven en la oscuridad. Las penurias han aumentado los robos en los campos cubanos y obligado a los lugareños a salvaguardar ellos mismos sus recursos. De ahí que proliferen los perros agresivos y las escopetas manufacturadas, especialmente en las fincas donde hay vacas. La libra de carne de res se vende a dos pesos convertibles en un mercado negro que se nutre del hurto y sacrificio ilegal, a pesar de las prolongadas condenas de cárcel que estos delitos conllevan. Para los guardianes de lo propio, ha sido una sorpresa el anuncio oficial de que ?con carácter excepcional y por sólo una vez (?) las personas naturales y jurídicas residentes en la isla que tengan en su poder armas de fuego sin la correspondiente licencia podrán obtener el debido registro?. Existe, sin embargo, la convicción tácita de que quien anuncie públicamente semejante posesión obtendrá como respuesta la confiscación. Ante ese temor, pocos confesarán que guardan el frío metal en algún lugar de su casa y seguirán prefiriendo el riesgo de no tener papeles a la inseguridad de quedarse sin protección. Para nuestra alarma, esos rústicos instrumentos también les sirven a quienes, sin tener  finca ni animales que preservar, acechan al otro lado de la cerca, dispuestos incluso a disparar con tal de llevarse lo ajeno.

Leer más
profile avatar
9 de febrero de 2010
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.