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El papel de Louis de Broglie

Etapa nueva en esta historia es el trabajo del físico francés Louis de Broglie. En 1924, investigando algunas consecuencias de la Teoría de la Relatividad, de Broglie avanza que toda partícula posee asimismo un carácter ondulatorio y que la longitud de onda l es igual a  la constante de Planck dividida por el producto de la masa y la velocidad: l= (h/m v).[1]

Complementariamente de Broglie conjetura que la estabilidad de la onda sólo es posible si la longitud de onda se inscribe un número entero de veces en la órbita, es decir, 2 π r= n.l. Basta entonces recordar que l= (h/m v), para inferir algo importantísimo, a saber: 

                              m. v. r=(n h/2π)

Vemos que ahora el carácter discreto (dependiente del número cuántico n) del momento angular deja  de ser  algo que (como en el caso de Bohr) meramente se postula,  para convertirse en corolario de una teorización previa. Cierto es sin embargo  que con ello únicamente  desplazamos el problema. La proposición incondicionada, es decir aquella que es condición de las que se infieren, es otra, pero seguimos en la dialéctica del postular, conjeturando ahora que toda partícula tiene un carácter ondulatorio y que la longitud de la circunferencia orbital equivale a un número entero de veces la longitud de onda.

Es sin embargo importante insistir en que esta remisión a principios que no constituyen evidencias sino que meramente se postulan, no es tanto una consecuencia de  la física entendida como disciplina archivadora de los fenómenos y previsora respecto a su devenir, como de la exigencia (de alguna manera meta-física, es decir posterior a la física como disciplina particular)  de dotar a la física de un armazón teorético que le permita ser presentada ante la razón filosófica, la cual aspira siempre a una suerte de inteligilibidad global. Desde los primeros días esta exigencia no sólo se va abriendo paso, sino que se radicaliza, de ahí que si  Bohr, o de Broglie forman parte de la primera lista de protagonistas, otros nombres seguirán vinculados mayormente a lo que se llama el formalismo matemático.


[1] Energía del fotón, E=h. f= h. (c/l), dónde h es la constante de Planck, f la frecuencia de la luz dada, y  l la longitud de onda. Mas por otro lado esta misma energía E = m ∙ c², de  dónde m ∙ c²= h. (c/l),  lo cual implica que l=h/ (m.c) Asunto que, para evitar decir que el fotón tiene masa puede interpretarse en términos de la interconversión entre masa y energía: el fotón tendría una energía que equivale a una cantidad de masa.  

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17 de marzo de 2010
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I. Un arma cargada de futuro

Conocí este febrero en Barranquilla a Paco Ibáñez, los dos invitados al Carnaval Internacional de las Artes, y empiezo por decir que se trata de uno de los personajes emblemáticos de mi juventud porque me enseñó, como enseñó a muchos de mi generación, que la poesía era un arma cargada de futuro, como dice el poema de Gabriel Celaya cantado por él en uno de sus discos de vinilo de finales de los años sesenta del siglo pasado, que aún atesoro. El primero de los artistas, que yo recuerde, que se hizo de fama cantando la poesía de los grandes poetas de todos los tiempos, y de esa manera singular llegó al corazón de los jóvenes que en aquel entonces estaban dispuestos a la rebeldía, y aprendieron de esta manera a quedar dispuestos también al influjo benéfico de la poesía.

            Paco Ibáñez creó un repertorio de poetas de la lengua española a quienes puso música, desde los clásicos del siglo de oro a los contemporáneos del siglo veinte, y como le dije ahora que nos encontramos, mi deuda con él empieza por el hecho de que, oyéndolo cantar, me hice devoto aficionado de Jorge Manrique, de don Luis de Góngora, y de don Francisco Quevedo, por ejemplo, mejor de lo que había podido lograrlo como estudiante de secundaria en las clases de literatura. Sobre esto, más o menos, versó uno de los apartados de nuestra conversación en los jardines del hotel del Prado, él con su guitarra siempre al lado, porque nunca se despega de ella; sobre el hecho de que la música es una puerta de entrada privilegiada a los recintos de la poesía clásica que, leída, puedes a veces parecernos tan árida.

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17 de marzo de 2010
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Los buenos socios

No se disputan ni critican mutuamente en público. Cuando uno no tiene más remedio que hacerlo, siempre se pacta previamente los términos de la disputa y de las críticas. Jamás se deja a un socio en ridículo. En caso de conflicto de intereses hay que buscar la conciliación. Si no hay conciliación posible, se busca una derrota que no sea humillante. El perdedor siempre debe tener una vía de salida, que le permita contar las cosas en casa sin perder la cara. Cuando se agota la negociación y sólo queda la pelea entre socios es el momento en el que se pone a prueba la solidez de la alianza. Las reglas de la amistad valen también para la disputa. Los buenos socios pactan los términos de sus diferencias, sus derrotas y sus victorias. Al final, salen todos ganando y las peleas nunca llegan a culminar.

Así han ido hasta ahora las cosas entre Israel y Estados Unidos, como mínimo en los últimos 35 años. No está claro, sin embargo, que así puedan seguir a partir de hoy. Ciertamente, es un sólido matrimonio, trabado por los bienes gananciales pero también habitado por fantasmas y tormentas. También alcanza el divorcio a los matrimonios más longevos y sólidos. La disputa en la que se han enzarzado incumple todas las reglas de la buena amistad. Así no se comportan los buenos socios. Barack Obama y Benjamín Netanyahu se han echado un pulso y, si no pactan una rápida y eficaz salida en la que ninguno de los dos pierda la cara, habrá un ganador y habrá un perdedor. Y no está claro ni siquiera que el ganador salga ganando. Es posible que haya dos perdedores, e incluso más. Si hubiera un tercer ganador y éste fuera la Palestina civilizada que quiere vivir en paz y en prosperidad al lado de un Israel seguro, esta pelea sería la más feliz de la historia contemporánea. Pero mucho me temo que el tercer ganador puede ser el Irán de la dictadura militar y clerical de Ahmadinejad, con su ambición hegemónica en Oriente Próximo e incluso en el mundo islámico y sus preparativos para contar con un pepino nuclear. En este caso, todos seremos perdedores, incluidos los amigos palestinos.

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17 de marzo de 2010
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De que callada manera

Imagen tomada de http://media.photobucket.com/ Caminar al borde y decir justo hasta el límite es práctica obligada para ciertos artistas críticos que aún radican en Cuba. De vez en cuando nos regalan una frase salpimentada de inconformidad que sale publicada en los periódicos extranjeros, aunque los nacionales no se hagan eco de ella. Con un pie fuera y el otro dentro de la Isla, debe ser difícil pasar de expresarse en voz alta a hacerlo en un murmullo. Las largas estadías en el extranjero se han convertido así en un catalizador de opiniones para algunos representantes de nuestra cultura. Evidentemente, la interacción con otras realidades-con sus logros y sus problemas-hace que las consignas triunfalistas suenen muy lejanas y la intolerancia del patio se torne insufrible. La última entrevista de Pablo Milanés tiene, por un lado, la mesura que le evita quemar las naves del retorno y por otro la osadía de quien está muy preocupado con lo que ocurre en su país. Hay un riesgo enorme, sin dudas, en clasificar como “reaccionario de sus propias ideas” a quienes nos gobiernan y han censurado a tantos escritores, músicos y actores por decir muchísimo menos. El autor de Yolanda transita así por el filo de una hoja, sobre la que otros han terminado despedazados. Lo protege en ese empeño de sinceridad su renombre internacional y la simpatía que le profesa gente de todas partes y de múltiples generaciones. A un desconocido trovador de barrio se la harían pagar muy cara, pero a Pablo lo necesitan. La emigración ha marcado demasiado el nivel artístico de nuestros escenarios. No sólo se han ido en masas mis colegas de la universidad y mis contemporáneos del barrio, sino que la cultura cubana tiene un porciento de sus representantes ?que algunos cuantifican y califican como mayoritario? fuera de nuestras fronteras. Perder ?ahora? esta voz potente sería reconocer que quienes compusieron el fondo musical que acompañaba la construcción de la utopía han dejado de creer en ella. Por eso no van a publicar en la web de ninguna institución oficial una diatriba agresiva y amenazante contra la franqueza del entrevistado. Tampoco le dejarán saber en el consulado de Madrid que ya no es bien recibido en su propia patria, ni lo acusarán de estar hablando con palabras del “Amo del Norte”. Ninguna de esas estrategias estigmatizadoras será desplegada contra Pablo, pero en los conciliábulos ministeriales y en los cerrados círculos del poder no le perdonarán haberse comportado como un hombre libre.

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16 de marzo de 2010
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José Martí y el terremoto

Hacia 1886, José Martí publicó en el periódico La Nación de la Argentina "El terremoto de Charleston", un texto que ayudaría a definir el ethos modernista y consolidar a la crónica como el género que, en palabras de Susana Rotker, iniciaría "la renovación de la prosa en Hispanoamérica". Yo había leído la crónica de Martí hacía mucho; después de lo ocurrido en Chile, volví a Martí.

Martí, que vivía en Nueva York, no viajó a Charleston para reportar sobre el terremoto. Sin embargo, el texto está escrito como si hubiera estado ahí: "Se nota en todas las caras, a la súbita luz, que acaban de ver la muerte: la razón flota en jirones en torno a muchos rostros..." Hoy se busca una delimitación férrea entre la ficción y la no-ficción; la licencia de Martí muestra claramente que se trataba de otro momento, en el que, en la alianza entre periodismo y literatura que dio origen a la crónica, estaba claro que  el periodismo ocupaba un lugar subordinado en relación a la literatura.

Martí, como los otros modernistas, tenía una relación desencontrada con el progreso: criticaba a las élites latinoamericanas, que tenían el sueño de una modernidad parcial, de desarrollo material a imitación del modelo de la Ilustración europea, pero no de superación de prejuicios que venían de la Colonia: se desdeñaba a la "barbarie" alrededor, y se ansiaba una "civilización" en la era fundamental la inmigración de Europa. Quizás por eso, el terremoto podía ser visto por Martí como una gran posibilidad para cambiar las cosas y apostar por una modernidad propia y más completa.

Martí nos dice varias cosas sobre la catástrófe. Una de las más importantes es que nuestra modernidad es frágil, que el intento por conquistar a la naturaleza puede terminar en fracaso en apenas instantes: "Ocho millones de pesos rodaron en polvo en veinticinco segundos". No sólo eso: Martí, como lo vio el crítico puertorriqueño Julio Ramos, presenta al ferrocarril, ese gran símbolo del progreso decimonónico, como un ícono vencido: "hoy los ferrocarriles que llegan a sus puertas [de Charleston] se detienen a medio camino sobre sus rieles torcidos, partidos, hundidos, levantados".

Para Martí, hay un antes y un después del terremoto. El ser humano experimenta una sensación tan básica como el miedo -"se llevaban a cuestas a los ancianos paralizados por el horror"--, lo cual lo lleva a una búsqueda espiritual: "¡cincuenta mil criaturas a un tiempo adulando a un Dios con las lisonjas más locas del miedo!" Las relaciones humanas también cambian. En la sociedad sureña de Charleston, marcada por una cruenta guerra civil por los derechos de los negros, Martí cree ver que el terremoto es capaz de alterar el trato entre las razas: "los blancos arrogantes, cuando arreciaba el temor, unían su voz humildemente a los himnos improvisados de los negros frenéticos".

La catástrofe destruye todos los elementos de la modernidad triunfante, pero también permite que el hombre pueda reconectarse con su espiritualidad perdida en medio del avance de los ideales de la Ilustración, y con una nueva noción de polis, un nuevo interrelacionamiento social. Se podría decir que la igualdad entre blancos y negros será transitoria, una oportunidad perdida para esta sociedad; en todo caso, lo que importa es que el terremoto es capaz de poner al desnudo la verdad de las relaciones sociales y de dar una nueva oportunidad para la construcción de una comunidad más justa.

Para Martí, el terremoto es la forma que tiene la naturaleza de encontrar "el equilibrio de la creación". El hombre se levanta, dispuesto a la nueva batalla. El final es feliz: "Y ríen todavía en la plaza pública, a los dos lados de su madre alegre, los dos gemelos que en la hora misma de la desolación nacieron bajo una tienda azul".  

(La Tercera, 15 de marzo 2010)

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16 de marzo de 2010
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Mi vecino Miyazaki

Uno decide qué ve en la TV y qué no hasta que tiene (nuevos) hijos. Desde que Bruno empezó a expresar sus propios deseos con elocuencia que va más allá de las palabras, el televisor (y más que nunca ahora en Barcelona) se ha convertido en su propiedad casi exclusiva. Lo cual significa que todo el tiempo está encendido mostrando DVDs de shows como Yo Gabba Gabba! y episodios de los Backyardigans -ninguno de los cuales, por cierto, está nada mal.

El intento de ampliar su paladar nos llevó a ponerle películas de uno de mis cineastas favoritos de todos los tiempos: Hayao Mayazaki. Debo el descubrimiento de Mi vecino Totoro a mi amigo Marcelo Panozzo. (Una de las características del cine animado de Miyazaki es su perfecta representación de la -siempre compleja- psicología infantil. Ver sus películas supone ver no la idealización de un niño, sino un niño de personalidad tridimensional. Por eso Totoro me conquistó desde el vamos: no podía dejar de ver a mis propias hijas en las hermanitas Satsuki y Mei.) De entonces a esta parte mi familia y yo hemos visto todo lo que Miyazaki ha hecho, pero por supuesto, Bruno parecía demasiado verde para semejante goce: una cosa es ver un show episódico o un programa de veinticinco minutos y otra muy distinta es ver un largometraje.

Al principio se resistió, claro. Pero ahora nos reclama Totoro todos los días. Y lentamente está empezando a apreciar Ponyo en el acantilado, que todavía no habíamos visto y le compramos aquí. Más allá de la ya mencionada complejidad de sus personajes infantiles, Ponyo me recordó otra de las características del cine de Miyazaki: su sorprendente creatividad. A diferencia de las películas occidentales de hoy (y no me refiero tan sólo a las de animación, por cierto), las de Miyazaki se mueven con una libertad que lo tiene a uno siempre en vilo, porque nunca es posible predecir su destino. Imagino que el folklore y la mitología japoneses deben tener mucho que ver con su imaginario, pero tampoco olvido que Miyazaki es fan de artistas occidentales como, por ejemplo, Ursula K. Le Guin. Así que no cometeré el error de atribuirle este mérito tan sólo a la cultura que lo formó: estoy convencido de que Miyazaki es un original. Como espectador le agradezco el deleite estético, su posición ante la vida en esta Tierra y el juego siempre sorprendente de sus tramas, y como padre le agradezco que presente a mentes tan vírgenes el desafío de lo nunca antes visto, de lo que nunca antes pensado -en suma, de lo impredecible.

Cuando dicen que Miyazaki es el Disney japonés le hacen flaco favor. En todo caso está más cerca de ser el Fellini japonés.

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16 de marzo de 2010
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Presos políticos

 

Mientras nuestros representantes políticos balbucean sin decidirse a condenar de manera enérgica y efectiva al régimen de Castro -ya saben, aunque sea el otro Castro, siempre será el mismo, hermanados no tanto por la sangre como por la infamia- algunas plataformas ciudadanas empiezan a buscar que el mundo no siga mirando a Cuba con esa mezcla de incómoda perplejidad con que siempre la ha mirado. La isla caribeña es una herida abierta en la conciencia de todos y la indiferencia que la sociedad civil ha mostrado es el alimento de regímenes como el de los Castros. Ya sabemos que nuestros dirigentes políticos no moverán un dedo más que para rascarse incómodos la nariz y mirar a otro lado o sonreír gaseosamente como Lula Da Silva mientras uno de los Castros, a su vera, explicaba sin rubor ante las cámaras que Orlando Zapata era un delincuente común, tesis que suscribe con entusiasmo el actor Guillermo Toledo  para quien, al parecer, la activista saharaui Aminatu Haidar -a la que acompañó en su lucha- vale más que Zapata. Ya sabemos: los buenos son los que corresponden a mi perfil ideológico.

No es Toledo el único por supuesto, y aquí mismo, en España, hay innumerables intelectuales -vamos a llamarles así- que defienden a capa y espada un régimen cuyos despropósitos, atropellos y sevicias tienen al borde del colapso a todo un pueblo y en cambio a ellos, a sus defensores, los hacen exclamar horrorizados de que se trata de un complot contra "el pueblo cubano" (nunca dicen "contra el régimen") y que los presos políticos son infiltrados de la CIA. Recalcitrantes, frívolos, cómplices y estultos, suelen llamar fascistas a quienes levantan la voz contra el dictador clonado, exactamente como hacen los etarras cada vez que se refieren a quienes luchan contra ellos.

Por fortuna ahora tenemos redes sociales y la rapidez de Internet para que los ciudadanos nos organicemos  contra el régimen de Castro y contra todos los regímenes que han izado la bandera del terror en sus países. Nuestros representantes siguen demostrando que no tienen la dimensión moral suficiente para enfrentar de manera decisiva tales horrores. La historia los recordará con vergüenza. Que no nos ocurra a nosotros lo mismo. Desde el pasado 10 de marzo ha salido a la luz oficialmente la campaña a favor de la liberación de los presos políticos cubanos. Juzguen ustedes y piensen si es necesario firmar.

 

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16 de marzo de 2010
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El olor del dormitorio

Además del olor que cada hogar posee al abrir la puerta y cuyas distintas notas le prestan una personalidad tan identitaria como intensa, existe otro olor, sólo detectable, al empezar el día y relacionado directamente con la emanación de las carnes y orificios de las personas.

Efectivamente tratándose de un olor con origen en cada habitante dormido, no llega a oler igual en el cuarto de los niños que en el cuarto del matrimonio o de la criada.

 Ese tupido olor que desprenden involuntariamente los habitantes de la casa es sin duda el olor más inconsciente, verdadero y auténtico. Puede ser tan difícil de soportar como otros tantos olores en la vigilia pero posee la peculiaridad precisamente de que se desenvuelve de modo que sobrevuela sobre los bultos dormidos.

En los contrastes entre el olor de un bebé y el olor de un adulto se lee el compendio de historias. Y no sólo alimenticias sino rastros de aventuras, dolores y placeres que el niño todavía no conoce o ha pasado por ellos. En estas dos clases de olores, el infantil y el adulto, se  evidencia cómo si el olor infantil es resistible e incluso amable llega poco a poco a revenirse y a empeorar con el paso de los años.

De hecho la firma japonesa de cosmética, Shiseido, una de las mayores  del mundo, lanzó hace años un perfume destinado a borrar ese venteo de la edad debido a la emisión progresiva del ácido palmoteico y le llamaron genéricamente en su propaganda el aging odor que ellos venían a tratar y  anular con eficiencia.

 Ese olor de la edad debido al ácido palmoteico empieza a sentirse poco después de los 30 años y va incrementando  su presencia hasta hacerse una categoría miasmática inseparable de una persona con setenta. En ese largo intervalo se desarrolla la vida de la mayoría de los matrimonios que siempre, al despertar y simplemente por haber permanecido unas horas en el mismo lugar cerrado,  dejan empapado el aire de su fetidez correspondiente.

 Los muertos, en efecto huelen mal, pero muchos de ellos, inconvenientemente dispuestos para ser enterrados limpiamente, despiden una característica y muda fermentación que puede considerarse una silenciosa bandera de su muerte recién conquistada.

Las casas cuentan también  con ese anticipo de la defunción en estos dormitorios de los seres adultos mientras que, por el contrario en el cuarto de los niños puede respirarse una atmósfera (¿bendita?) que acompaña a la felicidad o la candidez de haber estrenado hace poco la  vida.

Ese olor que el niño desprende es, con toda probabilidad,  una señal de no haber madurado todavía, una fragancia fresca que trae desde su reciente origen y que aún, como es lógico, no se ha pringado con la grasa  de la muchedumbre.

Toda reunión de niños sigue produciendo un aire  del mismo tenor que cada niño por separado, mientras que la masa de la muchedumbre aumenta  los olores de los adultos puesto que entonces  forman la  grey, fatalmente unida a la miseria. Una grey de la que enseguida y naturalmente se alza un vapor envolvente, una mezcla de olor a cuerpos y ropas, una anulación de la bondad que la fragancia infantil transmite y una inmersión integral en el llamado mundo inmundo.

El mundo y su inmundicia se componen pues de esta fluencia creciente y que va dejando tras de sí como un combustible de la vida perdida. Aunque  también, esa envoltura odorífera es la huella olorosa que la Humanidad va imprimiendo a lo largo de su propia Historia y que, en ocasiones, cuando consultamos un libro de siglos atrás se recobra como si de todo lo que fuera real sólo hubiera quedado la tactilidad  del olor o bien que de toda aquella realidad sólo se hubiera salvado el corazón de ese hedor, al cabo tan rancio como obligadamente querido.

La pareja, en fin, se reconoce en la mezcla de ese olor matrimonial que se alza en el cuarto y presume que el resultado final llega del cruce sin luz de sus respectivos efluvios. Un cruce que sin duda viene a ser como la mezcla final de un intercambio sin planeamiento,  moléculas que se han entrelazado y confundido en pleno sueño y cuando cada cual ha sido incapaz de retener su verdad y su inconsciente, llegados hasta el otro y viceversa.

La habitación se convierte entonces en un peculiar recinto de una unión demasiado exacta, unión que huele y cuyo olor asusta. Unión que se ha por su inevitable densidad indica el paso del tiempo y el espesor, querido o no, de los vigentes pactos de  convivencia.

No se trata, y esto es relevante, de un simple olor sexual como a menudo desprenden los animales sino de una esencia compleja donde se recoge, además del sexo o el intestino, otras notas ilocalizables del cuerpo y quién duda que también del alma. En ese jeroglífico se encuentra, sin duda, la salud reinante pero todavía, con más ahínco, el perfil de la enfermedad y el entorno de sus suspiros. También la tufarada bronca de los ronquidos, la reunión de lástimas fugadas y todos las posibles cociembres que en el sueño bullen y danzan en el espacio exterior.
Cada mañana, pues, la habitación, las sábanas, las mantas o las colchase se   orean coincidiendo con la presencia de los residuos nocturnos, decargas sin orden de la noche encerrada que  ha repartido su quehacer por todas partes.  Y lo ha hecho, además, en un grado que el aire fresco viene a sorber esa herencia y desvanecerla, repartirla infinitesimalmente sobre el aire del mundo donde simultáneamente el sueño de tantos otros va produciendo un semejante elemento natural, ácidos de diferentes composiciones convergiendo o no hacia el ácido palmoteico donde terminamos naturalmente palmando.

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16 de marzo de 2010
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Sarkozy en apuros

No se sabe muy bien de qué lado sopla el viento en Francia, pero no es seguro todavía que sean aires de cambio. De momento giran hacia la izquierda más que hacia la derecha, lo contrario de lo que está pasando en toda Europa, pero quedan todavía dos años para las presidenciales de 2012, momento en el que se podrá calibrar la profundidad de la derrota sufrida por la derecha en las elecciones regionales de este pasado domingo. No dependerá únicamente de cómo reaccione Sarkozy a su derrota; sino, sobre todo, de cómo sepa organizar su victoria el Partido Socialista y del provecho que saque de su posición de ventaja y de una correlación de fuerzas favorable para sus alianzas.

Quedan dos años para las presidenciales de 2012, en las que Sarkozy se jugará la posibilidad de consolidar su huella en la historia francesa mediante un segundo y último mandato en el que termine de aplicar su ambicioso programa de reformas. No lo tendrá fácil, porque las conveniencias electorales le aconsejarán, por mucho que ahora haga como que no se da por enterado, que suavice tanto sus cambios más ásperos y dolorosos como su propia imagen hiperpresidencial y de hombre permanentemente apresurado e irritado. Ahora está en su punto más bajo de popularidad, pero cuenta con capitalizar la salida de la crisis económica, que en Francia ya ha empezado a dar los primeros síntomas. Aunque las cosas rueden mal para Sarkozy, faltará un ingrediente para que descarrile en 2012, y éste será que exista de verdad una alternativa, es decir, que los socialistas lleguen unidos y apiñados alrededor del candidato que surja de sus elecciones primarias, un sistema tan democrático como arriesgado a la hora de mantener las filas cerradas ante el enemigo. Con la cita electoral para la presidencia de la República se cumplirán ya diez años sin que los socialistas toquen poder de verdad. Tienen tanto poder local y regional como se quiera y es probable que lo consoliden este domingo con la segunda vuelta. Cuentan con un inconveniente: es un poder muy limitado en sus competencias, que no tiene función alguna de contrapoder frente a París. Sirve, sobre todo, como feudo donde cultivar y preparar las ambiciones nacionales y para castigar, en las citas electorales, al poder en plaza en en el Elíseo y en Matignon. Pero si no sirve para obtener mayorías en la Asamblea Nacional y para gobernar, termina convirtiéndose en un adorno. La oportunidad que parece atisbarse en el horizonte para los socialistas franceses llega en un momento de especial desconcierto para todas las izquierdas europeas. A las rivalidades entre la multitud de personalidades de distinto calibre que aspiran a bregar por la presidencia se suma la cuestión de mayor enjundia que consiste en saber cómo debe ser un programa socialista para la segunda década del siglo XXI, capaz de movilizar a un electorado profundamente magnetizado por la antipolítica y el populismo. Además de Ségolène Royal, la candidata derrotada por Sarkozy en 2007, y de Martine Aubry, la actual líder del PS, habrá que contar con las ambiciones presidenciales de Dominique Strauss-Khan, el actual director gerente del FMI; del ex secretario general François Hollande; y del ex primer ministro Laurent Fabius, entre los más veteranos; y entre los más jóvenes, del diputado y alcalde de Evry, Manuel Valls o del ex ministro para Asuntos Europeos, Pierre Moscovici. Vamos a ver si entre todos ellos es posible obtener un buen programa de Gobierno o sólo se consigue la pelea de gallos y la división que a buen seguro se dedicará a fomentar Sarkozy desde esta semana misma. Lo que nos aseguran los resultados de la primera vuelta de las elecciones regionales francesas, en todo caso, es que la reelección de Sarkozy no será un desfile militar como podían augurar anteriores citas electorales. El presidente de la República se sitúa en esta larga recta de dos años sin haber conseguido al menos tres de los propósitos tácticos imprescindibles para su reelección: no se ha zampado a la extrema derecha, a pesar de los guiños y cucamonas identitarias con que se ha prodigado; tampoco ha podido dividir y liquidar a la izquierda, a pesar de las malintencionadas aperturas y opas hostiles realizadas con personalidades socialistas; y tampoco ha conseguido convertir a su UMP es un partido nación en el que todo cupiera, derecha extrema e incluso una izquierda moderada. Todavía hay mucho partido por delante.

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16 de marzo de 2010
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Tropical mafia

Un chaparrón de sucesos está cayendo sobre Cuba. Las primeras gotas llegaron apenas comenzar enero, con la muerte por desnutrición y frío de varias decenas de pacientes del Hospital Psiquiátrico habanero. El aguacero de problemas arreció al fallecer Orlando Zapata Tamayo, empujado hacia el final por la desidia de sus carceleros y la testarudez de nuestros gobernantes. Sobrevino entonces la huelga de hambre del periodista Guillermo Fariñas y con ella nuestras vidas cayeron al centro de un tornado político y social cuyos vientos huracanados crecen cada día. Paralelamente a estas  borrascas,  una secuencia de posibles escándalos por corrupción ha venido a poner en jaque al poder en Cuba. Según rumores, se ha sabido de allegados a ministros con maletas de dólares escondidas en las cisternas, vuelos comerciales cuyos dividendos iban a manos de unos pocos y fábricas de jugos cuyas enormes plusvalías eran  sacadas a toda velocidad del país. Entre los implicados, parece haber hombres que bajaron de la Sierra Maestra y que se enriquecieron otorgando  licitaciones a empresarios extranjeros que les daban comisiones muy suculentas. El Estado ha sido saqueado desde el propio Estado. El desvío de recursos ha llegado  a niveles en los que robar  un poco de leche de una bodega parece un juego de niños. Los jerarcas del poder en esta Isla toman a manos llenas y a la  carrera, como si intuyeran que el chubasco de hoy terminará por desplomarles el techo sobre las cabezas. Da la impresión de que  el país está en liquidación y muchos ? desde un uniforme verde olivo ? aprovechan para llevarse lo poco que nos queda. La callada prensa,  mientras tanto, nos habla de glorias pasadas, de aniversarios  por cumplirse y  afirma que la Revolución nunca ha estado más fuerte.  Tras el telón, una serie de purgas se suceden y las auditorías palpan las vísceras de  nuestras finanzas para   determinar que no queda  nada por hacer ante el avance de la corrupción.  La generación de los históricos no sólo nos señaló el camino de la simulación, sino que nos ha sembrado la idea de que las arcas de la nación se manejan como el bolsillo personal.  Las aguas negras de las miserias éticas y morales,  que ellos mismos  han alimentado y propiciado,  acabarán por ahogarnos a todos. -

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15 de marzo de 2010
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