A veces los libros que uno quiere leer se acumulan en ese rincón donde creemos tenerlos a mano, y los reclamos y premuras de la vida nos van apartando de ellos. Y cuando por fin los hacemos nuestros, porque entrar en un libro es un acto de apropiación, sabremos si nuestras ganas aplazadas tuvieron recompensa, o es que nos ganó la decepción. La mejor manera de saber si un libro nos ha colmado, es por la felicidad que nos causa, esa alegría que nos induce a buscar a los amigos para hacerles ver de lo que se han perdido. De manera que les digo a ustedes que si no han leído la novela El desierto (Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2005) de Carlos Franz, no se la sigan perdiendo.
Carlos Franz (chileno, 1959), ganó con esta novela el Premio del diario La Nación, y fue elegida por unanimidad por un jurado presidido por Carlos Fuentes, y del que fueron parte Tomás Eloy Martínez, Hugo Becasse, Griselda Gambaro y Luis Chitarroni. Espero que como ocurre hoy día en este complejo mercado global de los libros, El desierto no se haya quedado con el cono Sur por cárcel, porque merece llegar muy lejos, y eso quiere decir, hallarse al alcance del lector en cualquier parte. Voy a razonar mi entusiasmo.
