Skip to main content
Escrito por

Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

Blogs de autor

MÁSCARAS Y UN LIBRO

Subía sin prisas, cosa no tan habitual, hacia casa. Subía en compañía de mis pensamientos, en compañía de mis fantasmas mentales. Tenía la imaginación llena de apariciones, algo que se parecía a un cruce de caras,  retratos y autorretratos de algunos de los más grandes pintores del siglo de Picasso.

Las máscaras y sus espejos es una doble exposición que se reparte en el Museo Thyssen y en la sala de Caja Madrid en la plaza de las Descalzas. Estos días es Madrid la capital europea de la pintura y de la escultura. Y eso que todavía  no estamos en ARCO. Las posibilidades son tantas que dan ganas de no ir a ninguna parte. Sensación de desbordamiento. Voy poco a poco, otro día hablaré de la impresión del reencuentro con Tintoretto y de las puertas de Cristina Iglesias en el Prado.

Hoy me tocaba el encuentro con esos rostros que se cruzan en mi memoria. Modigliani, Cezanne, Gris, Picasso, Grosz, Beckman, Otto Dix, Dubuffet, Bacon, Saura, Aurbach, Freud. El encuentro con sus retratos, con sus propias máscaras y las máscaras con las que miran al otro. No hay complacencia. No hay mundo feliz, no están tan contentos, no parecen felices, aunque hay excepciones. Y así quedarán más allá de su paso por la tierra. Una galería de tristes, dolientes, sorprendidos, escépticos, desvalidos o evasivos rostros de humanos, demasiado humanos, de un siglo que se divirtió mucho y que mucho sufrió. Ahí están, son parte de la gran historia de la reciente pintura y también son parte de la pequeña y dolorosa historia de los pintados y los pintores. Son nuestra propia historia en ese realista espejo deformante. Muchos están pintados en contra del parecido. En contra del espejo o mirados en esos espejos que quería Valle Inclán, en esos espejos deformantes que eran capaces de hacernos el más fiel de los retratos. Así me pareció con algunos retratos que no eran nada fieles al espejo pero eran demasiado verdaderos. Tan verdaderos que parecían ser capaces de captar el misterio de ese rostro que una vez fue mirado por el pintor.

Subía lentamente después de haber visto la exposición,   tranquilo pero haciéndome preguntas. Esa vieja, funesta manía. Me tropecé con una librería de viejo, una de esas que intento evitar para no caer en la misma tentación de todas las semanas. No me resistí. Encontré algunos libros que ya quiero antes de conocerlos. Algunos de esos que ya te han enamorado por las referencias, por las apariencias, sin conocerlos, sin haber convivido. Bellos viejos libros, hermosos como nínfulas. Entre ellos encontré a un viejo amigo, al querido Edmond Jabés y su libro de las preguntas, en esa hermosa edición que hicieron en Siruela. Lo compré pensando en una amiga, debería regalar una vez más ese libro. Otra vez lo abrí, no para buscar respuestas, sino para seguir buscando preguntas. En una página me encontré este diálogo:

“La esperanza se encuentra en la siguiente página. No cierres el libro.

-He pasado todas las páginas del libro sin topar con la esperanza.

-La esperanza quizá sea el libro.”

Seguiré comprando libros. Con la lotería lo llevo fatal.

Leer más
profile avatar
7 de febrero de 2007
Blogs de autor

HIMNOS

No quería volver sobre estos elementos simbólicos que tanto nos distraen, y tanto nos siguen enfrentando. Las banderas, los himnos y sus usos sectarios y grandilocuentes, no  han dejado de generarme malestar e incomodidad. También porque he recibido llamadas, reflexiones de amigos u opiniones de algunos queridos paseantes por el “boomeran” que me han hecho volver a esas banderas, a aquellos himnos de nuestros padres.

Ya dije lo que pensaba de la bandera. Y sinceramente no creo que tenga mucho arreglo. No lo tiene entre los que tenemos una idea abierta y amplia de lo que llamamos España. No parece tenerlo para los que creen que su bandera nacional excluye otra bandera nacional. No somos optimistas con el uso de los ismos, de los españolismos y de otros ismos de las nacionalidades. Me hacen gracia las propuestas de cambio de color. De cambio de bandera. Incluso, sinceramente, si se encontrara alguna consensuada y divertidamente pop, tampoco me importaría intentar recuperar la sensación de comunidad ante un trapo al viento. Una vez alguien propuso que la enseña nacional fuera la bandera de “El Corte Inglés”. Es desde luego una de las enseñas españolas más reconocibles y usadas por todos, pero le faltan colores. No tiene la energía necesaria, es más blanda de tonos que la bandera vaticana. Para eso nos quedamos como estamos.

Aunque hoy quería hablar de los himnos. Yo si tuviera un himno con una letra y con una historia como “La Marsellesa”, ya no buscaría más. Es más, “La Marsellesa” podría ser el himno de todos los europeos laicos. Un himno civil al que podríamos cambiar la letra, adaptarla a nuestras cosas, nuestras ciudades y darle por bueno para todos. Mucho mejor que el himno británico que se somete a una señora de insólitos sombreros. Tampoco estaría mal un himno triste del tipo “Lili Marlen”. Tan hermosa, tan melancólica y emocionante que fue cantada en los dos bandos. Hablando de himnos no eran feos algunos de los nazis, ni algunos de los falangistas. Pero, claro, con una letra que no es de recibo democrático.

Ya conté que aquí, con buena voluntad se han intentado actualizar o crear himnos nuevos. Un fracaso aquél de Leguina, presidente entonces de la Comunidad madrileña, que encargó un nuevo himno al poeta ácrata, Agustín García Calvo. No acertaron con la letra, ni con la música.

Años después, con Aznar en la Moncloa, con esa derecha que cree que el himno y la bandera son suyos, se encargó un nuevo himno nacional. No me pareció mala la idea. Poetas, buenos poetas, de todas nuestras nacionalidades. De distintas edades, gustos e incluso ideología fueron convocados a la Moncloa. Los poetas llamados por el colega, y entonces alto cargo político del Partido Popular, Luis Alberto de Cuenca, acudieron por curiosidad, por juego y quizá también por buena voluntad. Los llamados fueron, Jon Juaristi, Ramiro Fontes, Joan Margarit, José Jiménez Lozano y Abelardo Linares, además del propio Cuenca. Aznar estaba ilusionado, cada uno traía algunos versos y cuando llegó el momento de la verdad, de la letra final, no fue posible ni el consenso con el idioma. Y el himno se quedó sin letra. ¿Se puede vivir unidos y sin letra de himno?... Pues habrá que intentarlo. Al menos lo suficientemente unidos, que nadie quiere estar revuelto, sobre todo con alguna tropa.

Leer más
profile avatar
6 de febrero de 2007
Blogs de autor

Banderas de nuestros padres

Seguramente fue la bandera de mis padres. Estoy convencido que sigue siendo la bandera de mi madre. Mi padre conoció -también mi madre pero sin afecto- otra bandera, la tricolor con la que no se encontraría incómodo. Lo sé aunque se pasara una vida disimulándolo, por miedo, por defenderse, por defendernos.

Yo no tengo claro mi eso de mi bandera. Ni la bandera de nuestros padres. Me encantaría tener las certezas, o las dudas, en ese asunto tan simbólico como las puede tener Clint Eastwod. Creo que mi bandera, si fuera de la patria del director de esa película de las banderas paternas, sería esa bandera que ayudó a la democracia en Europa, aunque pusiera bombas que espantan, aunque tuviera un futuro que muchas veces detesto. Desde luego tendría esa bandera antes de la bandera sudista, de la bandera de un mundo con esclavos. Eso creo. Pero soy de éste raro lugar del mundo y no tengo muy claro cuál sería la verdadera bandera de mis padres. Ni tan claro cuál es la mía. Desde luego no es la que llevaban ayer muchos airados a una manifestación, llena de rabia, de insultos, de pasado y de clara intención de asaltar el poder sea por las vías que sea.

No  tengo nada contra la bandera constitucional, ni aunque sea muy monárquica. Con el tiempo, con la democracia y los años constitucionales, nos acostumbramos a esa bandera. Le quitamos el franquismo, hacemos ejercicio de adaptación a la realidad y con esa bandera, por  ejemplo, aplaudimos a los deportistas cuando ganan en el extranjero. Es decir, esa bandera no me molesta…pero según dónde y con quién.

Algunos hace ya tiempo, por nostalgia de tiempos que no conocimos pero que nos emocionan más, nos sentimos más cercanos a otra bandera nacional. Por amor a una idea, unas gentes y una manera concreta de organizar la convivencia de este país de todos los demonios, estamos más cerca de la bandera de la República. Yo no la rechazo por monárquica, o no principalmente por eso, la rechazo porque en muchas manos me parece la agresiva bandera del franquismo, aunque disimule con otro escudo. Lo mismo me pasa con el himno. No me lo trago. No me lo creo. No puedo y, además, me pone nervioso. Creo que tengo que levantar el brazo. También me gusta más el himno de Riego.

No creía mucho en banderas. Sigo sin creer demasiado. Alguna vez nos emocionamos con la roja. Otras veces con la negra. Incluso con aquella especie de antibandera de “la comuna antinacionalista zamorana”. Éramos tan jóvenes. Ahora, con la edad y todo lo que ha llovido, nos gusta más la republicana. Una bandera progresista- y también conservadora- laica, educada y democrática. Ahí estamos más cómodos.

El otro día no sólo las banderas me disgustaron de aquellos gritones y agresivos manifestantes. No me podía creer que en Madrid todavía hubiera tanta estética “lóden”. Me importa poco cómo se vistan. Agredían con sus gritos. Con sus deseos de venganza. No reproduciré lo que le decían a Zapatero. Sí contaré, para dar una muestra de la catadura mental y de la capacidad mental de algunos que allí se dirigían lo que escuché a unas airadas señoras, con pinta de lo mismo: “¡Apagar la luz, apagar la luz… qué se habrán creído estos socialistas… El jueves a las ocho encendía todas las luces de casa, como en navidad…Que se jodan los rojos!”… Ese disparate me dio una imagen de con quiénes estamos compartiendo bandera, himno… Qué ignorancia, qué pena, qué miedo….Ya sé que apagar la luz no sirve de nada- incluso hay quién dice que se gasta más- pero no apagarla por española auténtica, me da asco y pena.

Leer más
profile avatar
5 de febrero de 2007
Blogs de autor

ARTE Y REALIDAD

Estoy en Lanzarote, ese lugar por donde arrasó unas semanas el terrible Houllebecq. Me gusta Lanzarote, me gusta desde antes de conocerlo. Me gusta desde el nombre. Además me gustan los desiertos, los horizontes, las carreteras con badenes, los volcanes y algunas rubias que vienen del norte. También me gustan algunas morenas. Aunque son las pelirrojas las que más me conturban. ¡Qué pocas pelirrojas hay por nuestros pagos!

Dejando claro que Lanzarote me gusta, también reconozco que muchas Houllebecq, así como otros tantos escritores y creadores varios que pasan por exagerados, lo que en realidad son unos realistas. Son unos que saben tomar buenos apuntes de la realidad.  Ayer, en un día -con parte de su noche- de paseo por la isla, muchas cosas se parecían al paródico libro de Houllebecq. Esa vieja historia de que la realidad imita al arte.

El comportamiento de algunos de los veraneantes que acuden buscando un lugar exótico, distinto, volcánico, se parece al de los personajes de su novela. ¿O tendría que decir su libro de viajes? También los hoteles, esos hoteles de muchas estrellas que miran al mar y hacen ofertas de temporada baja. Esos hoteles que están pensados para los horarios de los nórdicos en tiempo de trabajo. ¿Cómo es posible que un hotel de lujo cierre sus restaurantes a las diez de la noche? Lo es. Y, ¿cómo es posible que el único bar que permanece abierto hasta después de esa hora castigue cada noche con un espectáculo? Porque ya nos habíamos acostumbrado al pianista de hotel. Generalmente una cruz de temas manidos pasados por arreglos de ascensor. Y digo generalmente porque recuerdo que Bebo Valdés se ha ganado la vida como pianista de hotel en Suecia. Y encontrarse a Bebo tocando en un hotel cada noche es como para trasladarse a vivir a ese lugar. Vale, después de hacer el curso de soportar la mayoría de los pianistas. Ahora hay que reciclarse en resistente de espectáculos étnicos. Noche de tangos argentinos. Noche balcánica. Noche flamenca. Noche romántica. Canción napolitana…O noche de Ronda. No han llegado las sardanas, pero cualquier día de estos.

Me tocó la noche argentina. Los tangos berreados. Los tangos machacados en bailes que aporreaban el suelo y  dos bailarinas que enseñaban cachas. Los hombres, invitaban a la pandilla de rubios guiris al grito de: “¿Dónde hay un macho man?... ¡Un macho man, que baila con las señoritas!”. No lo pude resistir. Huí a mi habitación, me refugié con el viejo amigo del mini bar. Mañana vería una Lanzarote diferente. Nada que ver con la irreal de Houllebecq, nada que ver con la verdadera que yo viví después de haber leído al francés. Hay textos, hay imágenes, de las que es difícil librarte. Mañana  estaré en la Biblioteca de Saramago, otra historia. ¿Otra realidad u otra irrealidad? Mañana hablaremos de la memoria, de las memorias.

Leer más
profile avatar
2 de febrero de 2007
Blogs de autor

HAY UN CAMINO A LA DERECHA

Estuve en la concesión del Premio Biblioteca Breve que sigue siendo uno de los históricos y queridos premios supervivientes de nuestra literatura. Aunque sus premiados de los últimos tiempos ya no sean jóvenes valores a los que descubrir, a los que premiar. Ahora es otra cosa, es otro del universo de Planeta pero sigue siendo el premio de la editorial Seix Barral. Los que seguimos leyendo desde hace ya unas décadas, los que seguimos buscando y leyendo novelas, aunque tengamos más de 40 años -algo que ya no se debe hacer según el novelista, periodista y unas cuántas cosas más, Fernando Sánchez Dragó-  sin duda tenemos viejas deudas lectoras y cariños antiguos con la editorial que crearan Seix y Barral.

Por eso, y por muchas cosas más, volvía este año a la concesión del premio. Le tocaba a Juan Manuel de Prada. Los premios se filtran, no hay casi ninguno que mantenga su secreto, su emoción, y hace ya algún tiempo que conocíamos quién sería el ganador.  Por tanto, ninguna sorpresa. Allí estuve sabiendo muy bien a quién tendría que felicitar. Al menos felicitar por el dinero y el prestigio del premio, por la novela ya veremos después de leída. Pero antes de eso felicité al ganador y lo hice con gusto. Me quedé con las ganas de saber cuánto se cobra por el premio. Quiero decir, cuánto en dinero que no está en las bases del premio. No era el momento. Tocaba escuchar a Prada y lo hice con atención. Mantengo un profundo desacuerdo con muchas de sus columnas del ABC, me sorprende su punto de vista sobre muchos de los asuntos políticos, sociales y otros muchos de los que trata. Generalmente  no comparto su  punto de vista tan católico y conservador. No soy así. Me parece que estoy leyendo a un periodista, un escritor de otra época, ese es el lado más “freaki” de un escritor bastante raro. Un conservador en la corte de Leticia.

En otras preocupaciones, sobre todo culturales y cinéfilas, tenemos bastantes curiosidades, bastantes intereses que podemos compartir, aunque mucho discrepemos. No  me gusta, e intento no hacerlo, negar la posibilidad de que una buena narración, un poema o una película vengan de un lado ideológico con el que discrepo. Dicho esto, aunque sea con dudas razonables, espero con interés la próxima novela de Prada. Una historia, por lo que desveló el otro día, que también nos llevará a los años de la posguerra española, de la resistencia francesa y de los españoles que lucharon por o contra la República. Una más. Y sea bienvenida. En ese espacio, aunque también en muchos más, está la próxima de Almudena Grandes, El corazón helado,  que ya he tenido la suerte de leer. Es una  emocionante historia que recorre casi un siglo. Escrita desde una trinchera muy diferente a la de Prada, excelentemente escrita para mi alegría. Pero prometo que si no lo estuviera aunque Almudena sea, que lo es, mi amiga, no estaría diciendo lo que no pienso. Al menos se me notaria la sinceridad o la falta de ella.

Pensando en cómo será la novela de Prada, me asalta el recuerdo de una película que él  conoce muy bien, una de aquellas que rescatamos en nuestras pasiones cinéfilas, yo en años de filmoteca y Prada no sé cómo. Hablo de  una película de Rovira Veleta, se llamaba Hay un camino a la derecha, un neorrealismo a la española. La recuerdo buena aunque muy folletinesca. El actor principal era Paco Rabal. Y la actriz Julita Martínez, aquella madre tan encantadora de la televisión cuando éramos tan jóvenes. Recuperé la memoria de ese título al escuchar  hablar a  Juan Manuel de Prada de su novela, de su memoria y de su visión de aquellos años, de aquellas vidas. Es verdad, siempre hay un camino a la derecha. Incluso hubo demasiados. Lo que no hubo, lo que no dejaron que hubiera es un camino a la izquierda. Ahora, la verdad, cuando hablo de derechas o izquierdas, me parece que estoy hablando de los pisos de mi escalera. O estamos a la derecha o a la izquierda. No tenemos centro. Tampoco tenemos extremos.  En fin, leeremos la novela de Prada. Lo haremos aunque sea un camino a la derecha. Es verdad que lo hay. Incluso a veces puede estar bien escrito. Ya veremos. Ya leeremos.

Leer más
profile avatar
1 de febrero de 2007
Blogs de autor

“ME LLAMO VILA-MATAS, COMO TODO MUNDO”

Hace unos días en la Real Academia de la Lengua Enrique Vila-Matas recibía un premio de los académicos. Antes, el más veterano de nuestros escritores y académicos, Francisco Ayala, también era homenajeado por la histórica institución. Llegué tarde. Había intentado ser puntual, metí prisa al taxista y, la verdad, el hombre hizo lo que pudo, incluso a riesgo de ser multado. Cuando le dije que me llevara a la Academia, me preguntó cuál era la dirección, me pareció lógico que no la conociera, además era bastante joven. Me confesó que le hacía mucha ilusión conocer la Academia, que desde hace tiempo estaba deseando que alguien le llevara. Me extrañó. Le avisé que era con invitación. Aún así, me confesó que lo intentaría, que al menos quería mirar por fuera. Llegamos tarde. Me bajé deprisa. El taxista me dijo que dejaba el coche en doble fila un momento y pensaba colarse conmigo. Algo le extrañó de la puerta, del edificio. Me preguntó: “pero es esto la Academia de la tele, es la Academia de “Operación triunfo”. Sintiéndolo mucho, le saqué de su error, le tuve que confesar que era solamente la de la Lengua. Y que allí no cantaban, sino que leían, Francisco Ayala y Enrique Vila-Matas. Pues nada, no le interesaron. No le sonaban de nada. Y eso que todos nos llamamos Vila-Matas, hasta Erik Satie.

Yo tampoco pude ver la actuación. Por haber llegado unos minutos tarde no querían ni dejarnos pasar al hall a esperar el vino de celebración y saludar a los homenajeados. Me costó una dura pelea con varios guardias de seguridad y con una funcionaria encargada, o algo así, de la seguridad de la noble institución. Al final, apelando a la caridad y ante los dos grados bajo cero de la  calle nos dejaron pasar al hall central. Un detalle.

Se lo conté a Vila-Matas, me disculpé de la tardanza, sentí no haber escuchado su texto que tanto me alabaron. Me lo regaló. Después seguí charlando con algunos académicos, incluso con algunos que no lo eran. El muy simpático director de la Academia, Víctor García de la Concha, también se sumó a los piropos por el texto de  Vila-Matas, algo que extrañó a más de un escritor poco académico que a mi lado estaba.

La reunión era distendida, tanto que incluso saltándose las normas, algunos académicos se estaban fumando unos cigarros en el espacio de los percheros. Fumaba Francisco Rico y fumaba Ángel González. Siento chivarme, pero creo que les vendría bien dejarlo. No fumaba, ni bebía vino o whisky como nosotros, Claudio Guillén, que se acercó tan amable y distinguido como siempre para decirnos lo bueno de beber refrescos, de cuidarse. Lo decía como broma, de esa manera  relajada y amable que tenían sus formas. Sin duda Claudio Guillén seguía con su famoso excelente aspecto que estaba muy alejado de su edad real. Dos días después moría repentina y dulcemente frente al televisor de su casa viendo La reina de África. Me pareció de un realismo cruel. No supe a quién ni a qué compararlo. Sí recordé algo que recogía Vila-Matas en su texto, esas absurdas pretensiones que algunos escritores tienen. Ese escritor anónimo que una semana antes de la Segunda Guerra Mundial escribió una nota que decía: “Ya no hay nada que hacer. Pero si de verdad fuera escritor, debería poder impedir la guerra”. No podemos impedir la guerra. Ni siquiera podemos impedir la muerte. Ni aunque nos llamemos Vila-Matas, como todo el mundo.   

Leer más
profile avatar
31 de enero de 2007
Blogs de autor

LOS GOYA MÁS RAZONABLES

Mucho mejor de lo que se esperaba. Después de pensar, por el número de nominaciones, que la mayoría de los premios Goya se los llevaría Alatriste. Que Almodóvar se podría ir conformando con lugar secundario, la realidad ha dado la vuelta a las nominaciones. Creo que ha sido lo más justo, lo más razonable y lo más cercano al cine que se podría esperar. Para mi sorpresa los académicos han votado con bastante independencia, con acercamiento al cine y menos por filias y fobias que otras veces. ¿Será que  nos estamos tomando en serio? No estaría mal. Y después de lo visto, no hubiera estado mal la presencia de Almodóvar. Ya va siendo hora de levantar el castigo. Hay que dar la cara, saber perder como lo hizo el amigo Agustín Díaz Yanes.

Han estado bien, muy bien los premios. Lógicos los de director y película. Más que merecidos los muchos para El laberinto del fauno, muy acertados los que se llevó esa pequeña y gran película Azul oscuro casi negro. Cantados y acertados los de actriz principal, para esa universal chica de barrio llamada Penélope Cruz y para el veterano que no se rinde, Juan Diego. Otro premio que era obligado era el de la música de Alberto Iglesias, aunque creo que va siendo hora de crear un tope de posibles Goya. Siempre que se presente Alberto Iglesias los ganará, ya que es, con mucho, nuestro mejor músico para el cine. Y es un gran músico fuera del cine.

No entendí cómo en los documentales no estuvo La leyenda del tiempo, el mejor de los vistos este año. Y, además, sentí pena de que de los documentales que sí llegaron a la final no ganara el acercamiento a un universo llamado Fernán Gómez.

La gala mejoró en ritmo. Muy bueno Corbacho, sobre todo en sus parodias grabadas, más inseguro, menos afortunado con el guión, mejor en sus improvisaciones -sobrándole algunas- pero no dejamos de recordar al Gran Wyoming o a Rosa María Sardá.

Decepción porque no ganara Woody Allen. Y preocupación por la anorexia de un cómico llamado Santiago Segura. En  fin, nos ahorramos bastantes saludos a familia, agradecimientos a los papás, reconocimientos a la mitad del universo y saludos al pueblo, aunque todavía algunos estaban empeñados en demostrarnos que tenían madre, que tenían novia o que tenían abuelo.

Y seguramente el próximo año el discurso de la presidenta, Ángeles González Sinde será mejor, incluso lo podremos entender, es una mujer lista y se ocupará de mejorar su propio guión.

En fin, no estuvo mal. Alcanzó ese nivel medio en el que nos movemos en tantas cosas. Esa manera discreta de hacer algunas cosas, esa nota justita que tenemos cuando hablamos de nuestro cine. No somos Goya.

Leer más
profile avatar
29 de enero de 2007
Blogs de autor

DOS CHICAS DE BARRIO

Podrían haber estado en las pandillas de su barrio, peleando con alguna banda, colgadas a los sms, en el botellón y pasando mucho del instituto o como se llame ahora. Son dos chicas de barrio, fueron, ahora son otra cosa y están más crecidas. Son amigas y residentes donde les apetece. Les van bien las cosas. Al menos las cosas profesionales, las que vemos, las que nos enseñan. Tienen muchos más parecidos en sus vidas paralelas aunque tengan dimensiones de popularidad y dinero muy diferentes. Las dos son de barrios madrileños, las dos podrían haber sido peluqueras o cualquier otro de los personajes de chica de barrio que han sabido interpretar. Son otra cosa muy diferente. Son dos chicas listas, guapas y con suerte. Y dos currantas. Mucho han trabajado, mucho siguen trabajando para estar en ese lado del mundo. A los dos las conocí de pequeñas, cuando salían de la adolescencia y no se sabía a dónde podrían llegar. Estoy hablando de Penélope Cruz y de Maribel Verdú. Nuestras dos chicas de Hollywood.

Hay otras, por ejemplo Ariadna Gil, que también es de barrio madrileño por la vía de su consorte, David Trueba, pero ahora quería hablar de estas dos chicas de barrio madrileño. Penélope -me cuenta un muy cercano amigo suyo y de Maribel, un personaje que es real aunque algunos piensen que es una ficción de Vila-Matas, Luis Alegre- está viviendo estos días como en una nube. No ganará el Oscar, tiene la más feroz competencia de los últimos años, pero esa chica de Alcobendas ya está instalada en lo más alto de la carrera en Hollywood. Me alegro que no haya sido por ningún director americano, por ningún famoso de esos que han sido sus amigos o sus novios, me alegra que haya sido Pedro Almodóvar, el castigado de el tramo final de los Oscar, no importa. Ahí está la demostración de lo que se puede hacer con una actriz, con una chica de barrio si la mirada y la dirección son de Almodóvar. Me apuesto una cena que también Pedro Almodóvar lo hará con el otro español rey de Hollywood, con Antonio Banderas. Algún día llegará a los Oscar por la vía Almodóvar. Yo creo que ya va teniendo las canas y las arrugas que Almodóvar deseaba.

Y la otra chica de barrio, “la Verdú”. Una institución que comenzó dando alegría visual a nuestra vista y nuestro oído. Sabe contar algunos de los mejores chistes verdes que haya podido oír. Gran actriz desde adolescente. Supo estar al lado de Victoria Abril -otra de barrio- y aguantar el tipo. Luego creció con muchos directores, Trueba, Franco y ahora Del Toro. Tiene Maribel frescura y verdad, tiene ese olfato de la chica que muy pronto quiso salir de su barrio, que muy pronto supo que había que dejar atrás muchas cosas y no olvidar casi ninguna. Dos madrileñas en Hollywood, no está mal la cosecha para una ciudad que cada día parece estar más peleada con los cines. Los cines se cierran y ellas se van a Hollywood. ¿Qué hacer? Pues nada, ver la gala de los Goya, después ver la de los Oscar y no estar jugando a las comparaciones. Está muy feo señalar.

Leer más
profile avatar
25 de enero de 2007
Blogs de autor

PUENTE AÉREO

Llevo años despotricando contra eso que se llama puente aéreo. Una forma de transportarnos que no consigue unir Madrid con Barcelona, ni a los madrileños con los barceloneses. Y no será porque no lo intentamos. Un lleno que se repite a casi cualquier hora del día. No porque sea barato, ni cómodo, ni puntual, ni amable… es porque es el único. ¡Ya hablaremos cuando llegue el tren! Me pienso reír del puente, de Iberia y de los aéreos. Pero ahora lo que toca es tragar y tragar. En fin, paciencia y rezos por el AVE.

De trenes acabo de recibir los cuentos y poemas premiados por la Fundación de Ferrocarriles Españoles. Aviso para escritores despistados: son de los mejor dotados de esa selva de muchos premios. Hay unos premios de relato corto y otro de poemas.

Antonio Machado se llama el de poesía y Camilo José de Cela el de cuentos. Y en dinero se llaman así: 15 mil euros a los primeros y 5 mil a los segundos. El premio ya tiene un curioso historial, un buen nivel. Este año los premiados en prosa han sido Fernando León de Aranoa, que ha vencido al veterano Abilio Estévez. Y en poesía el joven Antonio Lucas se impone a Ana Merino. Pero yo no quería hablar de esto, se me han cruzado los trenes en mi historia del puente aéreo, aunque me gustan algunos de los cuentos y los poemas que editan los ferrocarriles este año.

Yo pretendía hablar de la última, corta y eficaz novela de Enrique Murillo. Especialmente pensada para  los usuarios del puente aéreo y para los amantes de las pequeñas intrigas cotidianas. La historia, que está basada en un relato que escuché, escuchamos, hace años en un bar madrileño que me era muy cercano, en compañía de Murillo y Dulce Chacón a la periodista Rosana Torres. Aquella era la historia de unas cenizas de un muerto muy querido por quien las transportaba, las cenizas del mismo padre de Rosana Torres, y de cómo a veces la muerte, los muertos, se nos pegan a las uñas. No les contaré mucho, así se llama el relato que en la resucitada Bruguera publica Murillo: La muerte pegada a las uñas.

Todo el relato transcurre en un trayecto del puente aéreo. Un accidentado viaje de Barcelona a Madrid una mañana cualquiera de un día laborable. Al protagonista le sucede algo horrible, inusual, excéntrico y llamativo, el pasajero que ocupa el asiento de su lado no para de hablar en todo el viaje -retrasos incluidos- al tranquilo ejecutivo que pensaba hacer lo que siempre hacemos, viajar sin mirarnos, sin hablarnos, sin sentirnos. Viajar como viajamos esa fauna de pasajeros de esa cosa llamada puente aéreo. Yo me bajo en la próxima.

Leer más
profile avatar
24 de enero de 2007
Blogs de autor

DE PELÍCULAS

No podía esperar más, tenía que ver Babel si quería entrar en las muchas discusiones sobre la calidad de la película. Sobre sus habilidades narrativas, sus actores, su inteligente guión, su capacidad de emoción y de denuncia. Casi me parecía haberla visto cuando al fin decidí enfrentarme con ella durante más de dos horas.

Tengo que decir que al principio me impactó. No en todas las historias, no en todo el metraje, pero me pareció inteligente y en algunos casos -historia mexicana, partes del desierto y el grupo de insolidarios turistas, algunos momentos de la joven sordomuda- me pareció llena de verdad cinematográfica, de emociones contadas en una pantalla, de cine puro…Discutimos un grupo de parejas que la vimos juntos como en tiempos de la filmoteca. En la discusión me di cuenta de que la película me hacía aguas. En la reflexión del día después se aumentaban las fisuras, las dudas, el alejamiento de una película que, cada vez que la pienso, me parece más efectista y menos estimable…Estoy entre volver a verla o dejar que caiga en el olvido, como tantas cosas, como tanto cine, tantas lecturas…

Al día siguiente volví al cine. Tenía ganas de algo menos intenso. Había leído buenas críticas de Bobby. Confirmé que soy un bobo y que lo que vi me hizo dos bobos. Reparto impresionante para película absolutamente prescindible, bobona, previsible y de blandas nostalgias de los tiempos de los hermosos y seductores Kennedys. ¿Por qué me tengo yo que fiar de los críticos? ¿Es que acaso no los conozco?... Será el poderío de la letra impresa, la credibilidad de algunos medios…pues no, será que uno de vez en cuando baja la guardia y te crítica por liebre. Prometo no hacer caso de la crítica. Es más, esta misma tarde pienso ir a ver la película de Sophia Coppola. Toda la crítica ha sido unánime en ponerla a parir, es posible que me guste. Además creo que es bonita y decadente.

Volví cabreado del aburrimiento, más nadería que aburrimiento, de la película Bobby. Aún así me quedaron ganas de volver a ver una película que se pasaba por un canal de televisión. Era una de las películas que más me gustaron hace dos años. Quería comprobar si aquella impresión, aquél recuerdo soportaba una segunda visión. Mejoró. Todavía me pareció más hermosa y cruel, más verdadera y desolada. Es una gran película, una de esas que te hacen volver a creer en la capacidad del cine. Se llama Afliction, es de Paul Schroeder. En el reparto están unos inmensos James Coburn, Nick Nolte y Sissy Spacek, entre otros fantásticos actores. Es una historia en un pueblo pequeño, un lugar con nieve y aislamiento. También un lugar con corrupciones urbanísticas, turísticas, en fin que podría ser un lugar cualquiera de nuestra geografía pero con más nieve. Es una película tan dura como un dolor de muelas. Una película de derrotas. Una película que de verdad, sin efectismos, te acerca a un mundo duro, injusto y real. También así somos.

Leer más
profile avatar
23 de enero de 2007
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.