Javier Rioyo
No podía esperar más, tenía que ver Babel si quería entrar en las muchas discusiones sobre la calidad de la película. Sobre sus habilidades narrativas, sus actores, su inteligente guión, su capacidad de emoción y de denuncia. Casi me parecía haberla visto cuando al fin decidí enfrentarme con ella durante más de dos horas.
Tengo que decir que al principio me impactó. No en todas las historias, no en todo el metraje, pero me pareció inteligente y en algunos casos -historia mexicana, partes del desierto y el grupo de insolidarios turistas, algunos momentos de la joven sordomuda- me pareció llena de verdad cinematográfica, de emociones contadas en una pantalla, de cine puro…Discutimos un grupo de parejas que la vimos juntos como en tiempos de la filmoteca. En la discusión me di cuenta de que la película me hacía aguas. En la reflexión del día después se aumentaban las fisuras, las dudas, el alejamiento de una película que, cada vez que la pienso, me parece más efectista y menos estimable…Estoy entre volver a verla o dejar que caiga en el olvido, como tantas cosas, como tanto cine, tantas lecturas…
Al día siguiente volví al cine. Tenía ganas de algo menos intenso. Había leído buenas críticas de Bobby. Confirmé que soy un bobo y que lo que vi me hizo dos bobos. Reparto impresionante para película absolutamente prescindible, bobona, previsible y de blandas nostalgias de los tiempos de los hermosos y seductores Kennedys. ¿Por qué me tengo yo que fiar de los críticos? ¿Es que acaso no los conozco?… Será el poderío de la letra impresa, la credibilidad de algunos medios…pues no, será que uno de vez en cuando baja la guardia y te crítica por liebre. Prometo no hacer caso de la crítica. Es más, esta misma tarde pienso ir a ver la película de Sophia Coppola. Toda la crítica ha sido unánime en ponerla a parir, es posible que me guste. Además creo que es bonita y decadente.
Volví cabreado del aburrimiento, más nadería que aburrimiento, de la película Bobby. Aún así me quedaron ganas de volver a ver una película que se pasaba por un canal de televisión. Era una de las películas que más me gustaron hace dos años. Quería comprobar si aquella impresión, aquél recuerdo soportaba una segunda visión. Mejoró. Todavía me pareció más hermosa y cruel, más verdadera y desolada. Es una gran película, una de esas que te hacen volver a creer en la capacidad del cine. Se llama Afliction, es de Paul Schroeder. En el reparto están unos inmensos James Coburn, Nick Nolte y Sissy Spacek, entre otros fantásticos actores. Es una historia en un pueblo pequeño, un lugar con nieve y aislamiento. También un lugar con corrupciones urbanísticas, turísticas, en fin que podría ser un lugar cualquiera de nuestra geografía pero con más nieve. Es una película tan dura como un dolor de muelas. Una película de derrotas. Una película que de verdad, sin efectismos, te acerca a un mundo duro, injusto y real. También así somos.