Javier Rioyo
Mucho mejor de lo que se esperaba. Después de pensar, por el número de nominaciones, que la mayoría de los premios Goya se los llevaría Alatriste. Que Almodóvar se podría ir conformando con lugar secundario, la realidad ha dado la vuelta a las nominaciones. Creo que ha sido lo más justo, lo más razonable y lo más cercano al cine que se podría esperar. Para mi sorpresa los académicos han votado con bastante independencia, con acercamiento al cine y menos por filias y fobias que otras veces. ¿Será que nos estamos tomando en serio? No estaría mal. Y después de lo visto, no hubiera estado mal la presencia de Almodóvar. Ya va siendo hora de levantar el castigo. Hay que dar la cara, saber perder como lo hizo el amigo Agustín Díaz Yanes.
Han estado bien, muy bien los premios. Lógicos los de director y película. Más que merecidos los muchos para El laberinto del fauno, muy acertados los que se llevó esa pequeña y gran película Azul oscuro casi negro. Cantados y acertados los de actriz principal, para esa universal chica de barrio llamada Penélope Cruz y para el veterano que no se rinde, Juan Diego. Otro premio que era obligado era el de la música de Alberto Iglesias, aunque creo que va siendo hora de crear un tope de posibles Goya. Siempre que se presente Alberto Iglesias los ganará, ya que es, con mucho, nuestro mejor músico para el cine. Y es un gran músico fuera del cine.
No entendí cómo en los documentales no estuvo La leyenda del tiempo, el mejor de los vistos este año. Y, además, sentí pena de que de los documentales que sí llegaron a la final no ganara el acercamiento a un universo llamado Fernán Gómez.
La gala mejoró en ritmo. Muy bueno Corbacho, sobre todo en sus parodias grabadas, más inseguro, menos afortunado con el guión, mejor en sus improvisaciones -sobrándole algunas- pero no dejamos de recordar al Gran Wyoming o a Rosa María Sardá.
Decepción porque no ganara Woody Allen. Y preocupación por la anorexia de un cómico llamado Santiago Segura. En fin, nos ahorramos bastantes saludos a familia, agradecimientos a los papás, reconocimientos a la mitad del universo y saludos al pueblo, aunque todavía algunos estaban empeñados en demostrarnos que tenían madre, que tenían novia o que tenían abuelo.
Y seguramente el próximo año el discurso de la presidenta, Ángeles González Sinde será mejor, incluso lo podremos entender, es una mujer lista y se ocupará de mejorar su propio guión.
En fin, no estuvo mal. Alcanzó ese nivel medio en el que nos movemos en tantas cosas. Esa manera discreta de hacer algunas cosas, esa nota justita que tenemos cuando hablamos de nuestro cine. No somos Goya.