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ARTE Y REALIDAD

Por 2 de febrero de 2007 Sin comentarios

Javier Rioyo

Estoy en Lanzarote, ese lugar por donde arrasó unas semanas el terrible Houllebecq. Me gusta Lanzarote, me gusta desde antes de conocerlo. Me gusta desde el nombre. Además me gustan los desiertos, los horizontes, las carreteras con badenes, los volcanes y algunas rubias que vienen del norte. También me gustan algunas morenas. Aunque son las pelirrojas las que más me conturban. ¡Qué pocas pelirrojas hay por nuestros pagos!

Dejando claro que Lanzarote me gusta, también reconozco que muchas Houllebecq, así como otros tantos escritores y creadores varios que pasan por exagerados, lo que en realidad son unos realistas. Son unos que saben tomar buenos apuntes de la realidad.  Ayer, en un día -con parte de su noche- de paseo por la isla, muchas cosas se parecían al paródico libro de Houllebecq. Esa vieja historia de que la realidad imita al arte.

El comportamiento de algunos de los veraneantes que acuden buscando un lugar exótico, distinto, volcánico, se parece al de los personajes de su novela. ¿O tendría que decir su libro de viajes? También los hoteles, esos hoteles de muchas estrellas que miran al mar y hacen ofertas de temporada baja. Esos hoteles que están pensados para los horarios de los nórdicos en tiempo de trabajo. ¿Cómo es posible que un hotel de lujo cierre sus restaurantes a las diez de la noche? Lo es. Y, ¿cómo es posible que el único bar que permanece abierto hasta después de esa hora castigue cada noche con un espectáculo? Porque ya nos habíamos acostumbrado al pianista de hotel. Generalmente una cruz de temas manidos pasados por arreglos de ascensor. Y digo generalmente porque recuerdo que Bebo Valdés se ha ganado la vida como pianista de hotel en Suecia. Y encontrarse a Bebo tocando en un hotel cada noche es como para trasladarse a vivir a ese lugar. Vale, después de hacer el curso de soportar la mayoría de los pianistas. Ahora hay que reciclarse en resistente de espectáculos étnicos. Noche de tangos argentinos. Noche balcánica. Noche flamenca. Noche romántica. Canción napolitana…O noche de Ronda. No han llegado las sardanas, pero cualquier día de estos.

Me tocó la noche argentina. Los tangos berreados. Los tangos machacados en bailes que aporreaban el suelo y  dos bailarinas que enseñaban cachas. Los hombres, invitaban a la pandilla de rubios guiris al grito de: “¿Dónde hay un macho man?… ¡Un macho man, que baila con las señoritas!”. No lo pude resistir. Huí a mi habitación, me refugié con el viejo amigo del mini bar. Mañana vería una Lanzarote diferente. Nada que ver con la irreal de Houllebecq, nada que ver con la verdadera que yo viví después de haber leído al francés. Hay textos, hay imágenes, de las que es difícil librarte. Mañana  estaré en la Biblioteca de Saramago, otra historia. ¿Otra realidad u otra irrealidad? Mañana hablaremos de la memoria, de las memorias.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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