Jean-François Fogel
Para ser más precisos leo el número 6 (enero 2007) editado en Caracas por Sergio Dabhar. Es una revista fuera de lo normal: 48 páginas, papel couché, tamaño grande (27 x 31,5 cm), a todo color y… gratuita. En un continente donde escasean las librerías, con un precio sofocante para cualquier libro, El Librero va por el camino del lujo y de la gratuidad.
Durante años, Sergio Dabhar tuvo un papel fundamental en el diario El Nacional como periodista y ejecutivo en la sala de redacción. Como director de la colección de actualidad de la editorial Debate, es responsable, entre otros libros, de la edición de «la» biografía de Hugo Chávez –El comandante sin uniforme de los periodistas Cristina Marcano y Alberto Barrera. Con El Librero impulsa una idea y que es más que un modelo económico, algo sorprendente en el contexto de Caracas. ¿Tiene lógica una revista como ésta? Respuesta: sí, hay lectores y entonces hay necesidad por parte de las casas editoriales de comunicarse con ellos.
El Librero (5000 ejemplares buscados como pan caliente) es el único contexto dedicado solamente a los libros donde se puede publicar un anuncio publicitario de alta calidad (tanto por la definición de la impresión como por el soporte). Tampoco se trata de lo que llamamos en Francia una «trampa para publicidad». El Librero es una verdadera revista con artículos, en este número, sobre los libros infantiles, los libros de béisbol, los libros para médicos, las novelas ilustradas, una análisis de las tendencias del mercado, un adelanto sobre una novela política La última vez, de Adriano González León, que se publicará en febrero. Libros, libros, libros.
«No quisiera algo barato» reconoce Dabhar con una obvia sorpresa frente al éxito de su aventura. Los libreros piden tener más revistas, los editores ponen anuncios y desde afuera se les pide ejemplares de algo que falta en todas partes. Cuando Dabhar habla del «punto de equilibro entre las necesidades de los libreros y las de los lectores» entendemos que la revista cuida su posicionamiento: no es una revista cultural y tampoco es un especie de volante comercial para repartir entre compradores potenciales. Es una revista para ayudar a los libreros que recomiendan y orientan.
Para un europeo, hay un hueco inexplicable en América Latina. Cada diario importante tiene su suplemento (más bien sus páginas) de libros. Argentina tiene Ñ que es una maravilla aislada. Pero a nivel del continente, no hay nada que se dedique a los libros sin ser una revista cultural destinada a una audiencia restringida. Sergio Dabhar, que dice ser rentable ya, tiene un invento entre sus manos.
(Un blog escrito en Caracas habla de El Librero: http://desdeelexilio.blogspot.com/2006/12/el-librero.html)