Manuel Montobbio, poeta, diplomático y actual embajador en Albania, acaba de publicar un libro bajo un título que puede despistar: Salir del Callejón del Gato: La deconstrucción de Oriente y Occidente y la gobernanza global (Icaria 2008). El paso jueves lo presentó en Madrid. El Callejón del Gato se refiere al juego de espejos cóncavos y convexos cuya imagen se acaba de confundir con la realidad, que planteara Valle Inclán, y que en este caso se refiere a nuestro planeta Tierra, en un momento en que "la tierra es finalmente redonda", como dijo otro autor.
Los conceptos de Orientalismo y Occidentalismo han sido objeto de análisis y críticas por, entre otros, Edward Said o por Ian Buruma, citados en este libro que trata de las relaciones inter-nacionales e inter-societales. Es un intento de hacer frente paradigma de Samuel Huntington del choque de civilizaciones y superarlo, con ideas universalitas. Este choque tenía, sin embargo, mucho de proyección no de los conflictos externos de EE UU, o no sólo de ellos, sino también de los internos, los de una sociedad multicultural. Por eso pienso que la dicotomía Orientalismo/Occidentalismo guarda cierta validez no ya como manera de aborda las relaciones inter-nacionales, sino las intra-nacionales, especial, pero no únicamente en Occidente y en nuestra Europa actual. En macro y micro enfrentamientos.
Leer este libro nos lleva a considerar el fin del predominio de la cultura y el poder occidentales. A diferenciar entre modernización y occidentalización. O a pensar que dentro del Oriente hay también una especificidad árabe, antes que musulmana, que es la que más problemas plantea. Orientalismo significa también que Oriente Próximo no se puede ver ya sólo como tal, sino también, visto desde por ejemplo la India o Malaisia, como "Asia Occidental". Quizás en su intento de salir del Callejón se basa excesivamente en el concepto de tolerancia, que tiene que ser superado por el de una convivencia que nos cambiará a unos y otros, o incluso el de concordia. El concepto de universalidad hay que verlo, como el filósofo Slavoj Zizek (Bienvenue dans le désert du réel, Flammarion París 2007) como "un trabajo infinito de traducción". Lo que hace que en el curso de este esfuerzo se modifique el propio texto. Lean a Manuel Montobbio que al final nos ofrece unas "ideas cimiento", unas "ideas cemento" y unas propuestas para la gobernabilidad global. No es una lectura fácil, pero sí estimulante pues, se esté de acuerdo o no con sus postulados, aporta una caja de herramientas intelectuales sumamente útiles.
