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El ‘memo’ de Yoo

Por 4 de abril de 2008 Sin comentarios

Andrés Ortega

/upload/fotos/blogs_entradas/johnyoo_med.jpgDebió ser en 2002 o 2003 cuando un destacado liberal europeo regresó asustado de lo que le había escuchado en la famosa (pero venida a menos) conferencia transatlántica de Bilderberg a John Yoo, a la sazón número dos de la asesoría jurídica (que actúa como tal para el conjunto de la Administración) del Departamento de Justicia de EE UU bajo la batuta del fiscal general John Ashcroft. "Ese Yoo de origen vietnamita debería ser enviado a Vietnam", comentó este intelectual ante los recortes a las libertades y la nada disimulada aprobación de métodos de interrogación a prisioneros que constituyen claramente tortura.

Pues bien, aunque el contenido del memorándo que escribió Yoo en 2003 era conocido (así como de otro paralelo de la CIA en 2002, parte de una serie de tomas de posición sobre este asunto), el texto (partes 1, 2, 3 y 4, una lectura que vale la pena por los horrores que pone de manifiesto) sólo ha salido ahora a la luz pública, tras verse forzado a publicarlo el Departamento de Justicia. En su intento de regular estás técnicas a presos en Guantánamo y en otras cárceles secretas  se salta por la borda todas las convenciones internacionales y incluso las limitaciones internas de EE UU en aras de "la guerra contra el terrorismo".

La definición de tortura que aportaba -el límite que no se debía sobrepasar- es la siguiente: "La víctima debe experimentar un dolor o sufrimiento intensos del tipo equivalente al dolor que estaría asociado con daños físicos tan severos que de ellos derivaran muerte, fallo de órganos o daños permanentes resultantes en una pérdida de funciones corporales  significativas". Era un intento de definir lo que podía constituir una tortura aceptable. Y de poner por encima de la ley a los interrogadores que se verían "protegidos por una versión nacional e internacional del derecho a la defensa propia".

Todo lo demás, es decir, casi todo, valía y en buena parte sigue valiendo. Incluidos el uso de drogas que alteran la mente o la llamada técnica de la bañera (waterborading) por la que se hace sentir al interrogado que se está ahogando, cuya posibilidad de uso ha reservado Bush para casos extremos. Es decir, que aunque la Administración acabó rescindiendo este memorándum, siguió alentando la aplicación de la tortura. Así no se gana la lucha contra el terrorismo, sino que se acaba alimentando aún más a la bestia, como ya hemos explicado en otras ocasiones. Por cierto, como ya mencioné en este blog, Yoo vive tranquilamente dando clases de Derecho en la Universidad de Berkeley.  

 

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Andrés Ortega

Andrés Ortega Klein nació en Madrid en 1954. Es hijo de español (José Ortega Spottorno fundador de Alianza Editorial y de El País e hijo a su vez de José Ortega y Gasset) y francesa (Simone Ortega, autora de 1.080 recetas de cocina). Estudió bachillerato francés en Madrid, se licenció en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense y posteriormente realizó un Master en Relaciones Internacionales en la London School of Economic (LSE) con una beca de la Fundación March. En Londres inició su carrera periodística como corresponsal para El País, pasando posteriormente a Bruselas donde cubrió el final de las negociaciones de ingreso de España en la hoy Unión Europea.  Durante la primera Presidencia española del Consejo comunitario en 1989, trabajó como asesor ejecutivo para el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez. A principios de 1990, pasó al recién creado Departamento de Estudios de la Presidencia del Gobierno encabezado por Felipe González, que dirigió entre 1995 y 1996. Se incorporó entonces a la sección de Opinión de El País como editorialista y columnista. En 2004, se convirtió en el primer director de Foreign Policy Edición Española (FP), publica por la Fundación FRIDE.  Junto a su labor de análisis de la realidad internacional en El País y en FP, ha publicado en numerosos medios especializados en España y otros países y participado en los principales foros. Ha publicado cuatro libros: El purgatorio de la OTAN (1986), La razón de Europa (1994); Horizontes cercanos: Guía para un mundo en cambio (2000) y La fuerza de los pocos (primavera de 2007). En 2002 fue galardonado con el Premio Madariaga de Periodismo Europeo (prensa escrita).

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