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El coste de los precios

Por 7 de abril de 2008 Sin comentarios

Andrés Ortega

La subida de los precios de los alimentos en el mundo no parece, desgraciadamente, un fenómeno coyuntural, sino estructural, que puede tener graves consecuencias y generar más conflictos sociales. Se vio en México hace unos meses con el maíz; o posteriormente en Argentina. Ya ha provocado disturbios en varias partes de África. En Etiopía, ya aquejada por hambrunas hace 25 años, el Gobierno ha tenido que instalar centros de distribución de cereales. Ahora llega la subida del arroz de un 42% en un trimestre, y en algunos casos de un 50% en dos semanas. A diferencia de hace décadas, estas subidas afectan directamente a los llamados nuevos pobres urbanos, en las barriadas del Tercer Mundo que, con el éxodo del campo a las ciudades, ya no disponen de ningún terruño en el que cultivar (lo que no quita para que la mayoría, dos terceras partes, de los 1.000 millones de más pobres de la Tierra sigan estando en zonas rurales). La situación se agrava con la cantidad de jóvenes africanos urbanos y en paro. El crecimiento, sin más, no equivale a la equidad. En África no se ha traducido en una mayor distribución de esta riqueza que hubiera puesto en manos de más gente más dinero para pagar estos alimentos.

El encarecimiento del petróleo y de los carburantes, el aumento de la población, algunas malas cosechas en Asia y en África , el cambio climático y las sequías en África y las inundaciones en Asia,  o la dedicación de algunas cosechas de cereales a los biocarburantes, entre otros factores, han contribuido a esta tragedia que alimenta una inflación que afecta más a los más pobres, ya sean países o capas de población, y que en buena parte ha anulado el impacto de la ayuda exterior en África. Es un drama que parece tener pocas soluciones a corto plazo. Al menos no se atisbaron en la cumbre sobre gobernanza progresista de este fin de semana en Watford (Inglaterra), organizada por Gordon Brown y Policy Network. El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, por su parte, ha propuesto "un nuevo pacto (new deal) para la política alimentaria global" y un fondo de emergencia de los donantes, una inyección urgente de dinero de los países ricos a las poblaciones más afectadas de los pobres para que puedan comprar alimentos, sin esperar al lento goteo de la ayuda oficial.

Para el ex primer ministro portugués y actual presidente de la agencia de refugiados de la ONU (ACNUR), António Guterres, la mayoría de los países más afectados no tiene la capacidad de financiar un subsidio de estos alimentos. Donlad Kaberuka, presidente del Grupo del Banco de Desarrollo Africano, csonidera que si hay una crisis financiera internacional, "para muchos lo que hay es una crisis en el mercado alimentario", agravada por las migraciones internas en esos países. En 2007 por primera vez en la historia vivían más personas en las urbes que en zonas rurales. En África subsahariana esta proporción se sitúa entre un 35 y un 50% y sigue creciendo rápidamente. En las actuales condiciones, es una garantía para el desastre y los disturbios sociales y geográficos.

Para garantizar el suministro interno, Vietnam, India, China y Egipto, entre otros,  han recortado sus exportaciones de alimentos, con lo que supone de merma de ingresos. Y mientras, se sigue hablando de la necesidad de liberalizar el comercio. Los países africanos están rebajando los aranceles a la importación de estos productos, y endeudándose más para pagar los cereales u otros alimentos que importan (cuya factura ha doblado para los Estados más pobres en los últimos cinco años), según la FAO (organización de la ONU para los alimentos y la agricultura). Si la Ronda Doha de la Organización Mundial del Comercia tuviera el éxito que se busca, y que podría estar cercano,  y si por ejemplo, EE UU suprimiera las subvenciones a su agricultura, los precios de los alimentos subirían como recordaba el Financial Times,  que añadía que la supresión general de los subsidios y los aranceles podría incluso ser negativa para los países más pobres de África subsahariana, importadores netos de alimentos.

Una vez más, ha fallado la prevención, y no hay cura a la vista. Esta crisis alimentaria global castiga a los más castigados, y requiere soluciones de urgencia. Eso realmente sería política progresista. Mientras, el espectro de las hambrunas vuelve a África y a otros lugares del mundo, esta vez de la mano de la subida de precios de los alimentos, no de la falta de ellos, aunque algo tiene de "regreso a la escasez".

Publicado en El País el 6 de abril de 2008

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Andrés Ortega

Andrés Ortega Klein nació en Madrid en 1954. Es hijo de español (José Ortega Spottorno fundador de Alianza Editorial y de El País e hijo a su vez de José Ortega y Gasset) y francesa (Simone Ortega, autora de 1.080 recetas de cocina). Estudió bachillerato francés en Madrid, se licenció en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense y posteriormente realizó un Master en Relaciones Internacionales en la London School of Economic (LSE) con una beca de la Fundación March. En Londres inició su carrera periodística como corresponsal para El País, pasando posteriormente a Bruselas donde cubrió el final de las negociaciones de ingreso de España en la hoy Unión Europea.  Durante la primera Presidencia española del Consejo comunitario en 1989, trabajó como asesor ejecutivo para el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez. A principios de 1990, pasó al recién creado Departamento de Estudios de la Presidencia del Gobierno encabezado por Felipe González, que dirigió entre 1995 y 1996. Se incorporó entonces a la sección de Opinión de El País como editorialista y columnista. En 2004, se convirtió en el primer director de Foreign Policy Edición Española (FP), publica por la Fundación FRIDE.  Junto a su labor de análisis de la realidad internacional en El País y en FP, ha publicado en numerosos medios especializados en España y otros países y participado en los principales foros. Ha publicado cuatro libros: El purgatorio de la OTAN (1986), La razón de Europa (1994); Horizontes cercanos: Guía para un mundo en cambio (2000) y La fuerza de los pocos (primavera de 2007). En 2002 fue galardonado con el Premio Madariaga de Periodismo Europeo (prensa escrita).

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