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Lobo Antunes y el premio Nobel

Lobo Antunes recibiendo el premio FIL Antonio Lobo Antunes es un eterno candidato al Premio Nobel de Literatura, aunque estando tan reciente el premio a José Saramago es difícil que se le otorgue alguna vez. En la entrevista en El Cultural, Ojeda le pregunta qué opina del Nobel a Vargas Llosa. La respuesta de Lobo Antunes es:

P.- ¿Y qué le ha parecido la concesión del Nobel a Vargas Llosa? R.- Hay que relativizar la importancia de los premios. Tienen poco que ver con la literatura. Lo que pasa con el Nobel es que es muy mediático, pero yo ya no me acuerdo de quién lo ganó hace tres años, o hace cinco. Yo siento una gran admiración por Vargas Llosa. Conversación en la catedral y La ciudad y los perros son libros muy, muy, muy buenos. Cualquier premio que le den es muy merecido. El problema es que es que estamos muy lejos del siglo XIX, cuando había más de 30 genios escribiendo a la vez: Dickens, Gogol, las hermans Brönte, Whitman, Balzac, Flaubert? Vivimos un declive muy grave. Ahora sólo hay cuatro o cinco en este nivel. A mí me han dado muchos premios, y siempre es grato, pero de lo que más orgulloso me siento es del cariño que todavía me guardan mis soldados. 

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5 de noviembre de 2010
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Catástrofes personales

Avión ATR 72 (CU-T1545) de Aerocaribbean en el aeropuerto de Holguin, Cuba, similar al avión accidentado hoy. ¡Cuántos dramas humanos alrededor de cada fallecido en el accidente del vuelo 883 de AeroCaribbean! En el listado de pasajeros la coincidencia entre algunos apellidos sugiere que se han perdido padres e hijos, hermanos y hermanas, parejas con sus retoños. Recuerdo que entre los nombres referidos en el noticiario de la mañana estaba el de un turista japonés, que también perdió la vida a miles de kilómetros de esa otra Isla tan diferente a la nuestra. No puedo dejar de pensar en él ni en el resto de los muertos de un avión que sólo debió ser la vía, el puente, el camino, pero nunca el final. Detrás de cada uno de los 40 pasajeros cubanos la tragedia también es enorme. Ellos compraron aquel fatídico boleto tres meses antes de la fecha de partida e hicieron una larga cola para acceder a un medio de transporte que en este país es exiguo y sumamente caro. Probablemente se sintieron aliviados al saber que podrían hacer el recorrido desde Santiago de Cuba a la Habana en algo menos caótico que un tren nacional. Su presencia en aquel ATR 72/212 fue la conclusión de una secuencia de sacrificios que comenzó justo cuando tuvieron la necesidad ?o el deseo? de viajar dentro de Cuba y que sólo terminaría al llegar a su destino. La desventura se esconde en cualquier lado, eso es sabido, pero es difícil procesar la idea de gente subiendo la escalerilla de un avión y poco tiempo después sus nombres leídos ?con voz fúnebre? en la televisión nacional. Repaso una y otra vez las imágenes del posible abrazo familiar que se quedó esperando en el aeropuerto de arribo, de la madre que se enteró en Buenos Aires o Ámsterdam que su hijo ya no volverá o de la esposa despidiendo al piloto mientras pensaba que ?como todas las veces anteriores? pronto estaría de regreso a casa. Son las catástrofes personales, los dramas humanos, que comienzan a desencadenarse en el mismo minuto en que un avión se precipita a tierra.

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5 de noviembre de 2010
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Inauguración y exposición

Hoy se inaugura mi primera exposición de pintura y un amigo pintor, muy veterano, me pregunta qué se experimenta en este trance porque él, a fuerza de exponer, ya no se siente expuesto.

Podría ocurrir como con la escritura, que si el primer libro o el primer artículo nos excitan, más tarde dejan de hacerlo o sólo conceden una emoción sobresaliente en casos excepcionales.

Pero hay una importante diferencia, una diferencia radical, entre exponer el cuadro y mostrar el libro o el artículo. La escritura posee el defecto y la virtud, a la vez, de que no dice nada, no significa nada si no se extrae su significado emocional y racional de descodificar su garabato.

Con el cuadro, sin embargo, la dicción es directa y, de hecho,  cuando una colección de ellos queda a disposición del público se la llama "exposición". En la "exposición", en esta exposición total, no hay muchos  modos de esconderse. Todo escrito es un "reflejo" del autor pero el cuadro se acerca más al "retrato". Basta pensar que con la escritura nos sometemos a un sistema común de signos mientras el cuadro pinta más singularmente y mejor.

Se  requiere mucho narcisismo para exponerse, tanto escribiendo como pintando, pero también valor. La diferencia entre colgar la pintura o dejar el libro en las librerías es precisamente que en el primer caso los detractores nos cuelgan más deprisa y, además, más cargados de sinrazón. No será la mente tanto como en el libro la que oriente su dictamen sino notablemente los sentidos que sentencian sin mediar la razón. ¿A qué recurrir pues? Exponer cuadros comporta  una arrogancia o una impertinencia suficiente como para ocultarse en la inauguración pero, encima, el criterio que uno u otro de los visitantes conciba vendrá a ser irrebatible. O, lo que es lo mismo, su sentencia definitiva, sin recurso. Vencido y desarmado se va al desafío que  ni en el mejor o más positivo de los casos, se puede ganar. Porque ¿cómo celebrar con todo fundamento las emociones del público que sabe Dios con qué humor asisten, con qué talante ponderan,  con qué frase (o sentencia gramatical) podría el autor corregir sus sentencias del corazón?

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5 de noviembre de 2010
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Con Mario

Tres semanas antes de que lo ganase, pasé cuatro horas con Mario Vargas Llosa en Madrid sin hablar en ningún momento del Nobel. Conozco al escritor peruano y a su mujer Patricia Llosa desde hace quizá treinta años, sin poder jactarme de ser un amigo íntimo de la pareja. Hemos coincidido a lo largo del tiempo en numerosos actos literarios y cinematográficos, recordando yo en particular unas jornadas sobre Cine y Literatura organizadas por Ricardo Muñoz Suay en el marco del festival de cine de San Sebastián, cuando era su director Luis Gasca; qué diferencia, por cierto, y qué decadencia entre aquellos festivales donostiarras y los últimos. A Mario, fiel cinéfilo y aventurero también en la realización cinematográfica, le había gustado menos que a mí la película ‘Querelle', proyectada fuera de concurso, pero estuvimos de acuerdo en la impronta de Jean Cocteau que esa película y otras de Fassbinder revelan.

     También las amistades comunes nos han mantenido en sintonía, a veces agitada por las polémicas; una a causa de mi querido Azorín, al que el autor de ‘La casa verde' le negaba en su discurso de entrada en la Academia valores de novelista que yo sí le veo, y la otra, cruzada públicamente en cuatro artículos en las páginas de opinión de El País, sobre el siempre vidrioso asunto de las ayudas al cine y la necesidad o no de una cultura sufragada en parte por el estado. En este caso, la discrepancia era, me parece, más política que estética, y los belicosos argumentos por ambas partes no impidieron que, al siguiente encuentro fortuito, la cordialidad y generosa disposición de Vargas Llosa siguiera intacta.

    De esas horas que pasé con el matrimonio en su casa de Madrid, continuadas después en un ‘tête-à-tête' con Mario en un cercano restaurante, resalto una anécdota. La conversación, distendida, extensa y en privado -con las libertades de opinión que eso permite y las cláusulas que eso impone-, fue para mí muy grata y enriquecedora, destacando en sus palabras su seria curiosidad sobre tantas y tan diversas cosas, su prodigiosa memoria de libros y personas y situaciones, su interés por mantener diálogos y no largar monólogos (que uno escucharía gustoso sin embargo). Hablamos de Roger Casement, ese personaje real que el escritor ha tomado como protagonista de su nueva novela ‘El sueño del celta', y que me ha fascinado desde que, viviendo yo en Inglaterra en los años 1970, su figura controvertida en lo político, lo heroico y lo sexual empezó a ser revelada. Hace dos años, cuando ‘El sueño de celta' estaba en su primera fase de escritura, le mandé desde el cementerio de Glasnevin, en Dublín, una foto tomada allí mismo de la gran lápida inscrita que cubre la tumba de Casement. Por la noche, cenando con otros escritores, el novelista irlandés Colm Tóibín oyó con interés no exento de envidia la noticia de esa ‘work-in-progress' de Vargas Llosa. "Qué buen tema, y qué lástima que a ninguno de nosotros se nos haya ocurrido", dijo Tóibín.

    La ocurrencia, la inteligencia y la resistencia de Mario. Estábamos en la puerta de su casa madrileña y teníamos que despedirnos; salían al día siguiente temprano con destino a Nueva York, donde le llegaría, exactamente tres jueves después, la llamada sueca. Aún tenía que meter en la maleta libros y papeles necesarios para sus cursos de Princetown. "No vas a dormir apenas", le dije inquieto, con la dependencia que tengo respecto al sueño. "Estoy acostumbrado. Desde niño duermo sólo cuatro horas; no necesito más". Otra formidable forma de resistencia de Vargas Llosa.

    Después de oírle hablar ayer en la presentación madrileña de ‘El sueño del celta', a la resistencia de Mario hay que añadir su ‘resiliencia', si se me permite el brutal anglicismo a partir de la palabra ‘resilience', que denota la fortaleza moral. El flamante y merecido premio Nobel dijo en su diálogo público con Iñaki Gabilondo que todos los laureles y las obligaciones y las alegrías del premio los dejará de lado cuando vuelva a enfrentarse -y está deseando hacerlo cuanto antes- a las incertidumbres gozosas que a cualquier escritor, por grande que sea, le produce siempre la página en blanco de un nuevo libro.

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5 de noviembre de 2010
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IV. “Miedo sí hay, miedo siempre habrá”

En el estado de Chihuahua los altares de muertos van a multiplicarse este noviembre, porque el pueblo, de tan solo diez mil habitantes, tendrá muchos difuntos que celebrar, entre los últimos el alcalde Jesús Manuel Lara Rodríguez, abatido a tiros por una partida de sicarios. Un pueblo pequeño, pero dominado como pocos por el terror de los narcotraficantes que han impuesto su dominio en Chihuahua, donde los muertos víctimas de la violencia suman ya más de dos mil quinientos en lo que va del año.

Marisol, que estudia criminología y es madre de un niño, ha aceptado ponerse al mando del pequeño destacamento de policías, la mayor parte de ellos sin armas. Y cuando los periodistas, asombrados de su osadía, le preguntan si siente miedo, ella responde con toda sinceridad que "miedo sí hay, miedo siempre habrá", y ha rechazado que le pongan escoltas.

Esta muchacha sencilla se enfrenta a la muerte que con su guadaña afilada vuela cabezas y las expone como trofeos de guerra, y confiesa que tiene miedo, pero sigue adelante porque cree en la vida, y cree que vale la pena quedarse de este lado, en busca de paz y de seguridad, aunque su acto insólito de valor con miedo, o de valor que vuela por encima del miedo, la acerque al altar de las ofrendas de la muerte y al olor de las flores de cempasúchil. La muerte de verdad, no la que calza zapatos deportivos colgada de los techos de los centros comerciales.

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5 de noviembre de 2010
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Memorias de Barcelona

 

Los seis personajes elegidos por Josep María Castellet para restaurar la memoria del tiempo desaparecido -como comprobará el lector de Seductores, ilustrados y visionarios- protagonizan un período de la historia de España sometido a una torturada revisión sentimental por parte de una generación a la que cabe considerar víctima de un desafortunado azar. Al fin y al cabo los que crecieron en aquella posguerra mendicante (pues no sólo pan pide el hombre) bien podrían haber nacido en el París de la Belle Époque o en cualquiera de las metrópolis cuyo esplendor intelectual tanto anhelaron durante su duro, solitario y fructífero período de auto aprendizaje.

El nuevo ejercicio autobiográfico de Castellet (después de Escenarios de la memoria, 1988) nos permite familiarizarnos de nuevo con su entorno y entrometernos en la amistad del autor con unos hombres de letras que fueron decisivos en la historia cultural de una disidencia forjada en los límites de lo vitalmente soportable.

Pues los seis elegidos por Castellet (Manuel Sacristán, Carlos Barral, Gabriel Ferrater, Joan Fuster, Alfonso Carlos Comín y Terenci Moix, una generación bisagra entre aquello y esto), comparten en diferentes grados de intensidad y pasión el síndrome que los identifica: la oculta, inquieta y a veces espeluznante pulsión autocrítica que conmovió sus mejores años de juventud y creación, la insatisfacción mordaz que agitó su talento, su espléndida y luminosa vocación de ser.

La crónica del momento que germina en la ciudad de Barcelona, en la culta, elegante y sofisticada ciudad de los modos florentinos, habitada por tantos personajes imprescindibles, revela en este recomendable relato memorialístico la singular y quizá irrepetible oportunidad que tuvo entonces nuestro país por rescatarse a sí mismo de las dolidas penumbras del pasado.

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4 de noviembre de 2010
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Una canción para el Nobel

Vargas Llosa homenajeada por grupo de rock EP´s Trailer Park Lo que faltaba: un grupo sueco de rock compuso una canción dedicada a Mario Vargas Llosa. ¿Empezará a sonar en las radios de Lima? Dice El Comercio:

La admiración por el Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, y sus obras se ha manifestado de diversas maneras y en distintas partes del mundo. Pero una particular es la canción compuesta por el músico sueco Martin Luuk e interpretada por la banda de Indie Rock, EP?s Trailer Park, la cual se titula ?Did You Know That The Name of My True Love Was Vargas Llosa??. El tema fue lanzado el pasado 29 de octubre en la página web del grupo sueco y según Luuk no es solo un homenaje al escritor peruano, sino también ?una respuesta a todas las personas que mientras yo crecía dijeron que era tan bueno leer libros que estos te podían convertir en una mejor persona?. El tema puede descargarse desde el portal de EP?s Trailer Park y también se puede escuchar en línea.

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4 de noviembre de 2010
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"El sueño del celta" documentado

Mario Vargas Llosa en España Estoy leyendo en este momento El sueño del celta de Mario Vargas Llosa y lo primero que salta a la vista es la gran documentación que ha realizado el autor para construir esta novela. Algo que nos recuerda a El Paraíso en la otra esquina o La guerra del fin del mundo, novelas escritas tras largas jornadas de estudio y bibliotecas.  En la revista Ñ señalan el tema de la documentación, expuesto ayer en la conferencia de prensa que Vargas Llosa dio en Casa América de Madrid:

Mario Vargas Llosa explica que encontró a Roger Casemant en una biografía de Joseph Conrad, quien trabó amistad con el irlandés que fue una influencia fundamental para su gran novela El corazón de las tinieblas . Casement le informó a Conrad que había un salvajismo mucho peor que el de antes, una forma mucho más espantosa que el canibalismo. Se cortan las orejas, las manos, las narices, los pies de los africanos que no traen los cupos de caucho que se les encarga. ?Una de las enseñanzas de lo que significó la vida de Roger Casement y su obra es que cuando desaparece toda forma de legalidad y se restablece la ley del más fuerte, inmediatamente se instauran la barbarie, el salvajismo y unos extremos de crueldad que llegan a extremos vertiginosos?, explicó Vargas Llosa. Casement se fue al Africa a los 20 años convencido de que Europa llevaba la civilización, la verdadera religión, que el comercio iba a ser el instrumento de modernización de esas tribus que vivían en la edad de piedra. Pero se encontró con el Imperialismo. Lo que vio lo horrorizó y lo obligó a revisar en todo lo que había creído con una fe patriótica, ciega. Vió en lo que se transformaba la Europa que conocía. Un mundo sin ley, en lo que se organizaba todo por lo codicia y las monstruosas crueldades que se derivaban de todo ello. Quienes habían ido allí eran muchas personas educadas, civilizadas, creyentes que en el contexto de absoluta impunidad en que vivían se fueron convirtiendo en verdaderos monstruos. El gran mérito de Casement fue haber documentado esto con lujo de detalles e iniciado un proceso de muchos años de campañas para abrir los ojos de los europeos sobre los horrores que ocurrían en el Congo, propiedad personal del Rey de Bélgica. Después Roger fue a la Amazonia (Brasil, Perú y Colombia) y se encontró las compañías caucheras, registradas en la bolsa de Londres. Halló los mismos horrores. Todo esto le produjo una crisis psíquica que lo llevó al borde de la locura. Volvió a documentar este horror vertiginoso en informes sobre los estragos del colonialismo, con acusaciones contundentes por el rigor y seriedad que los hechos que relataba. La increíble destrucción que sembró el colonialismo ha dejado secuelas hasta hoy, porque las víctimas no han logrado recuperarse. Buena parte de la tragedia que es el Congo hoy en día y la situación crítica de pequeñas comunidades amazónicas viene de esos años atroces. Un período de fines del siglo XIX e inicios del siglo XX, en que el mundo moderno civilizado, aprovechó con éxito para su desarrollo la riqueza del caucho. Así se inició el proceso que lo terminó convirtiendo en un héroe del nacionalismo irlandés, fundador del IRA, y ahorcado por los británicos por traidor y saboteador. Pertenecía a una familia probritánica, anglicana, que creía que lo mejor que le podía pasar a Irlanda era ser una colonia británica. Mario Vargas Llosa viajó al Congo y a Irlanda para documentarse sobre este personaje al que ha dedicado tres años de trabajo. El momento ?más terrible? que vivió en su viaje al Congo fue en un campo de refugiados, donde había millares de personas ?sin fuerza siquiera para espantarse las moscas?. ?Esto no es lo peor?, le dijo un médico congolés en perfecto francés. ?Lo peor de este país son las violaciones que se han convertido en el principal instrumento de las guerras. Violan porque es la manera de humillar al adversario. Es terrible ver a niñas, mujeres y ancianas violadas por todas las bandas y facciones?. El médico, añadió el peruano, ?se echó a llorar. Todo el sufrimiento atroz que vive el país estaba en ese testimonio?.

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4 de noviembre de 2010
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Combustible para el declive

El Estado, mínimo. Dirigido por quienes más se parecen a los ciudadanos, no por quienes saben. Inactivo ante las desigualdades. Insensible ante los desfavorecidos. Dedicado a desenfundar rápidamente ante los delincuentes, dentro y fuera del país. A ser posible, sin impuestos. También sin funcionarios, salvo en las prisiones y en las comisarías. Lo mismo en el mundo: con menos diplomáticos; cuantos menos diplomáticos mejor, y en cambio tantos soldados como haga falta. Y, claro está, en las fronteras y aduanas. Para cerrar el paso a las hordas extranjeras que se disponen a invadir y desnaturalizar la fibra íntima y auténtica de esta nación que se siente excepcional, en todo caso elegida por Dios. Para destruir a los terroristas, islámicos por supuesto, que desafían el poder americano e intentan destruir su dominio.

Y luego lo más difícil: política sin políticos, un Parlamento sin auténticos parlamentarios. Con hombres y mujeres intrépidos, dispuestos a resistirse a las élites gobernantes, entregados a la ley y al orden, armados hasta los dientes si hace falta para defender los derechos individuales e iluminados por la inspiración de su divinidad particular, entregada incondicionalmente a su causa. Esta es la fuerza que ha vencido en las elecciones de mitad de mandato. Un vector de ideas y sentimientos profundamente americano, alojado en el ventrículo más reaccionario del corazón más conservador de Estados Unidos. Sabíamos que la victoria de Obama hace dos años iba a nutrir y excitar esta víscera, profundamente incomodada por un presidente surgido del liberalismo, que en europeo quiere decir la izquierda. No podíamos medir todavía la dimensión de la crisis económica ni sus efectos sobre el empleo. Las altas expectativas creadas por la llegada del primer afroamericano a la Casa Blanca tampoco permitían calibrar la magnitud de la victoria demócrata: luego se ha revelado más coyuntural y efímera de lo que los amigos de Obama habían pensado. No hubo cambio de época, ni una nueva hegemonía demócrata para varias décadas como esperaban algunos. No hubo tampoco una transformación radical de la política presidencial: al contrario, con el tiempo han ido apareciendo las huellas de las continuidades entre el detestado Bush y el adorado Obama. Pero el corto aliento demócrata y la dureza de la crisis económica no bastan para explicar este profundo bache, que podría convertirse en sima. Sin la subordinación de la política a unos medios de comunicación radicalizados y escorados hacia la derecha, no habría partidos ni partidas del té, auténticas subastas delirantes que prometen terminar con la sensatez y el pragmatismo requeridos para hacer política. Tampoco existirían sin los intereses más particulares que han financiado esta campaña electoral, la más cara de la historia, con el objetivo de bloquear o torcer el programa legislativo de Obama sobre reducción de emisiones de gases, impuestos, banca financiera o seguros médicos y productos farmacéuticos. La barra libre para que las empresas inviertan en la defensa de sus intereses electorales recibió la luz verde del Tribunal Supremo el pasado junio, en una sentencia que protege las donaciones anónimas bajo el manto sagrado de la primera enmienda, que afecta a la libertad de expresión. Obama la criticó "como una victoria de las grandes petroleras, las compañías de seguros sanitarios y otros intereses poderosos que se imponen diariamente en Washington ahogando las voces de los ciudadanos de a pie". Los resultados electorales conseguidos tendrán consecuencias paralizantes no tan solo en la acción interior del Gobierno, sino lo que es más grave en sus márgenes de acción exterior y su capacidad de liderazgo internacional. En el momento en que China se reafirma en su papel económico global, Obama verá atascada su acción exterior en varios capítulos: el desarme nuclear y el llamado reseting (reinicio) de las relaciones con Rusia quedarán hipotecados por unos congresistas republicanos que rechazarán la ratificación del nuevo tratado START firmado con Moscú para una drástica reducción de cabezas nucleares activas; lo mismo sucederá con la legislación medioambiental, que influirá muy negativamente en el eventual liderazgo de Washington en las negociaciones de reducción de emisiones; también con la última generación de tratados de libre comercio, emitiendo así pésimos signos proteccionistas en un momento de crisis económica global. Así es como ese pueblo insurgente que no soporta el retroceso de EE UU en el mundo convierte su rebelión en combustible para acelerar su declive, repitiendo así la operación geopolítica con la que George W. Bush quiso asentar la hegemonía norteamericana como superpotencia única para todo el siglo XXI, consiguiendo únicamente arruinarla en dos guerras sin salida, desprestigiarla ante el mundo y abrir las puertas de par en par al mundo multipolar.

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4 de noviembre de 2010
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En qué sentido la filosofía ha de usar las disciplinas

El escrito de José Lazaro  que  evocaba en la entrega anterior, incluye una simpática referencia personal acompañada de una advertencia (sin duda destinada también a sí mismo):

"Nadie más favorable que yo a la transdisciplinariedad (he conseguido que me paguen por hablar de historia, literatura y filosofía en una facultad de medicina). Pero tenemos que pensar muy bien las condiciones de posibilidad para que un proyecto como los que a nosotros nos gustan adquiera la suficiente solidez y consistencia para que sea capaz de resistir a las críticas "a lo Sokal" que sin duda recibirá (en el mejor de los casos: en el peor no recibirá ni siquiera críticas). En el fondo, ya hasta el pueblo español lo ha dicho siempre con aquello de lo que se abarca y lo que se aprieta."

Se recordará que estas consideraciones sobre los peligros de una filosofía que aspira a servise de varias disciplinas pero que se  quedaría  en lo superficial de cada una de ellas se inscribía en un epistolario a tres bandas, en el que Javier Echeverría abogaba por una actitud filosófica que fuera más allá de la relectura devota de textos considerados sagrados. De alguna manera Javier planteaba la cuestión de si permanecer fiel a la filosofía no implicaba precisamente abandonar la facultad-panteón de filosofía, cosa que él ha hecho (lo cual no es asunto baladí si se recuerda que tras su fundación por Ramón Valls, Javier contribuyó como nadie a que se asentara la facultad de filosofía en un Pais Vasco entonces auténticamente conmocionado por la violencia).

Lo cierto es que yo también he tomado distancia frente a la  la facultad de filosofía,y espero que  no para cambiar de manera de afrontar la vida, sino precisamente para no hacerlo. El intento de trabajar directamente con científicos, concretamente con físicos en mi caso, va por ese lado. La orteguiana barbarie del especialismo tiene paradójica traducción  en las mismas facultades de filosofía. Es muy sencillo: si has de escarbar en la filosofía medieval (tan fascinante por otro lado) y ponerte al nivel de los eruditos, necesitas la vida por entero. Y si no haces tal cosa, te expulsarán-al menos simbolicamente-de la academia. Por eso quizás sea cierto que la facultad de filosofía es a veces incompatible con la exigencia filosófica.

Pero abogar por la necesidad  de abrir el espíritu a ámbitos sin los cuales la filosofía se ahoga en un aire viciado, obliga a tener aun más presentes las consideraciones de josé Lázaro sobre  la necesidad de no lanzarse  inprudentemente al pantano, o charca de ranas, de lo interdisciplinar. No se trata  en absoluto de barnizar la especialización filosófica con una capa de conocimiento superficial de disciplinas científicas. Tomando  el ejemplo, aquí tantas veces considerad de la Mecánica Cuántica: se trata de acceder realmente al meollo del problema, a partir del cual la cuestión ontológica sale de inmediato. Tecnicamente ello implica estar casi a la altura del científico en el tremendo asunto del formalismo matemático. ¿Dónde puede el filósofo dejar de seguirle? Pues inmediatamente despues, cuando (tal es su oficio) el físico tiene la obligación de escarbar en el universo experimental que recubre tal formalismo. Seguir ahí sería consagrar la vida a ello...y dejar de interesarse por las implicaciones filosóficas de la disciplina. Mi tesis es que el primer paso puede darse pese a las dificultades técnicas. No se trata de yuxtaponer disciplinas sino de usar el meollo teórico de una disciplina u otra.

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4 de noviembre de 2010
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