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El año del jazmín

Mohamed Bouazizi debía andar rumiando un día como hoy la decisión terrible que terminó con su vida. Tenía 27 años, sin otro trabajo más que la venta ambulante de fruta por las calles de Sidi Bouzid, ciudad de 40.000 habitantes en el centro de Túnez. El 17 de diciembre de 2010, el sábado se cumple un año, le sucedió lo que ya le había sucedido otras veces. Dos policías municipales le confiscaron la fruta y adornaron su abuso de poder con la humillante bofetada que le propinó una agente, una mujer. Después de que Mohamed fuera a reclamar al gobernador de la provincia, donde nadie le atendió, compró una lata de gasolina en una estación de servicio y se prendió fuego ante la puerta del edificio provincial.

Todo empezó entonces, justo hace un año, y es como si hubiera pasado una vida entera. Ya no hay dictador en Túnez, que tiene un gobierno surgido de las urnas y un presidente elegido por los parlamentarios constituyentes. Han caído los dictadores de Egipto, Libia y Yemen. El de Siria se ha enrocado en la represión, que contabiliza 5.000 víctimas mortales y amenaza con una guerra civil. No hay país árabe donde los gobernantes no hayan movido pieza. Cambios de gobierno y de primer ministro, reformas constitucionales o riego por aspersión de dinero y alimentos para acallar el malestar, los gobernantes han hecho todo cuanto han podido para acallar las protestas. También han encarcelado y torturado, como ha sido todavía el caso en Egipto bajo la junta militar. Bahrein fue invadido por tropas extranjeras, de Arabia Saudí, Emiratos y Pakistán, para sofocar la revuelta. La OTAN ha dirigido una operación aérea en Libia, con participación árabe, de Qatar concretamente, en cumplimiento por primera vez de una resolución de Naciones Unidas en aplicación de la responsabilidad de proteger a la población civil. Este año 2011 que termina ha sido el de las revoluciones árabes, que solo acaban de empezar y no se sabe muy bien cómo y cuándo culminarán. Ciertamente, quienes derribaron a los dictadores no parecen los mismos que se están haciendo ahora con el poder. El islamismo político, desde el inquietante salafismo hasta la escasamente comprobada moderación de los Hermanos Musulmanes, será la fuerza hegemónica con la que habrá que hablar y entenderse. Este tipo de organizaciones apenas han tenido hasta ahora la oportunidad y obligación de gobernar, algo que transforma más a quien lo hace que viceversa. Nos equivocaríamos de nuevo si, después de apoyar a los dictadores, nos mostráramos reticentes desde Europa y Estados Unidos y no nos volcáramos con los gobiernos salidos de las urnas de la democracia. Este cambio basta para llenar un año, pero es evidente a estas horas que el incendio que prendió en Sidi Bouzid ha superado el perímetro de los árabes. Jóvenes armados con teléfonos móviles y dispuestos a expresar su protesta ante un orden injusto han salido a las calles de todo el mundo sin distinción de niveles de renta, educación o ni siquiera de regímenes políticos, incluidos los democráticos. Entre estos manifestantes de países y sistemas tan distintos solo hay dos leves trazos en común. Uno muy material: el teléfono móvil, instrumento de acción pero también acelerador del desplazamiento de poder en el interior de las sociedades y que dota a los individuos de una insólita fuerza organizativa y modificadora de la realidad frente a instituciones, gobiernos o empresas. El otro más inaprensible: este ciudadano se siente despreciado y reivindica su dignidad ante un poder económico o político que no le tiene en cuenta. El incendio llega ahora Rusia, donde son sobre todo los jóvenes profesionales urbanos los que se sienten engañados por el fraude electoral y por el enroque de Putin con Medvedev para perpetuarse en el poder. Nada tienen que ver con los árabes. Putin no es Mubarak. Tampoco Tahrir era la puerta del Sol. Pero ahí están estos dos trazos en común que dibujan una nueva ciudadanía globalizada y tecnológica que reivindica la dignidad. Ai Weiwei, el artista chino que ha entrevistado José Reinoso en Pekín, identifica la tecnología como el amplificador imprescindible para sus críticas: "Antes no estaba implicado en Internet, no sabía cómo comunicar, ahora con Internet puedes expresar tus ideas de forma eficiente". También lo entienden así las autoridades chinas, que durante 2011 han puesto bajo vigilancia al jazmín, emblema de la revolución tunecina, en las comunicaciones de Internet e incluso como adorno público. Weiwei cuenta a Reinoso que la policía detuvo al conserje de su estudio y le preguntó: ¿Conoces el jazmín?

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15 de diciembre de 2011
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Alejarse de Aristóteles III

Lo no pensable

La Physis se muestra reacia a las redes conceptuales con las que se intenta aprehenderla. La historia de los virajes de la ciencia es una buena muestra de ello:

La Physis ha podido ser considerada como marcada por vínculos de contigüidad excluyentes del vacío, pero  también  como un ámbito puro, continente  de la materia y  en el que se desplegaría (cuando tal concepto fue introducido) el campo. "No hay espacio [al menos] sin campo..." llego a decir Einstein, no siempre coherente sin embargo en lo relativo a la relación entre materia y espacio-tiempo.

Por su parte, el éter, para el  que toda la materia era porosa,  parecía morir y resucitar como elemento sutil de la physis, hasta que con los experimentos que precursaron la teoría de la relatividad recibió el requiem definitivo.

El continuo que caracterizaba a las manifestaciones de la Physis, que eran la energía y el campo electromagnético, muda en montos de elementos discretos en las conjeturas respectivas de Max Planck y de Einstein....podría seguir dando ejemplos

Pero tras  estos virajes, en ocasiones muy bruscos, a la hora de hacer  conjeturas sobre el trasfondo oculto a la percepción inmediata  y que explicaría los fenómenos de la naturaleza un reducto permanece inalterado.

Pues tanto si la materia y el campo  agotan la Physis (lo que haría del espacio y el tiempo meros epifenómenos) como si son  una mera perturbación del espacio-tiempo; tanto si la aparente diversidad de las substancias individuales se destaca  sobre  un soporte de continuidad, como  si se considera más bien que  elementos últimos -auténticos átomos- vendrían a dar razón a las tentativas de explicación discretista...  en un polo u otro de las diferentes conjeturas no parece  pensable ( es un ejemplo) que  lo intrínsicamente continuo  se comporte como si fuera discreto  o que una partícula elemental  (paradigma de individualidad y de localizada discreción) tenga efectos en dos sitios a la vez.

No parece pensable lo anterior, como no parece pensable que lo que acontece en una situación determinada deje de acontecer si esa situación se repite en todos y cada uno de sus extremos, no parece pensable -en los términos del Estagirita- que el aparente azar no sea subjetiva ignorancia del conjunto de las causas que intervienen, de tal modo que el conocimiento exhaustivo de las mismas determinaría el acontecer.

No parece en consecuencia de lo anterior pensable que lo que acontece no marque lo que acontecerá  (salvo, reitero, para nuestra ser tallado por la ignorancia) y que lo que aconteció no sea la clave de lo que acontece.

Y al no parecer pensable en general  que el devenir no sea concretización de la ley, sería impensable en particular que esa misma ley no marque el devenir destructor, el proceso por el cual - en ausencia de intervención exterior- la simiente se corrompe (pues si la actualización de la  potencia de generación exige lazo exterior, la potencia de corrupción pasa al acto por si misma).

No parece pensable que el todo formado por varios individuos no sea despliegue de los  mismos en consecución o contigüidad, despliegue que garantiza la indivisión de cada uno de ellos con respecto a sí mismo y  su separación respecto de los demás; no parece pensable en concreto, que dados  dos individuos A,  B, una parte A1del primero  se halle  intrínsicamente vinculada a una parte B1 del segundo, mientras que las partes A2, B2, se vinculan por su cuenta, formando así una entidad intrinsecamete holística.

No parecen pensables estas y otra serie de cosas quizás  porque el pensar quedó determinado por la exclusión de todo ello, en razón de ser contrario a los corolarios de

ciertos principios erigidos en rectores tanto del entorno natural como del espíritu que lo refleja, principios en cuyo establecimiento el Estagirita desempeñó un papel fundamental.

Mas la obviedad de tales principios es puesta en tela de juicio por una disciplina científica  de nuestro tiempo a la vez determinante del mismo e introductora de profundo desconcierto:

Determinante, la Mecánica Cuántica,  no sólo por efectuar descripciones cuyo grado de matización carece de precedentes y establecer previsiones  que se verifican con sorprendente  regularidad, sino por tener una gigantesca capacidad de operar sobre el mundo, multiplicando exponencialmente las potencialidades de la tecnología y en consecuencia pesando sobremanera en la economía mundial .

Desconcertante,   la Mecánica Cuántica, porque  a la vez que se ve abocada en mayor grado que las disciplinas científicas anteriores a plantear interrogaciones sobre los rasgos últimos o universales de esa naturaleza que con tanta acuidad describe, y sobre la que efectúa tan formidables conjeturas, socava los principios mismos que le permitirían  efectuar esta operación tendiente a la inteligibilidad.

Pues para intentar superar  al estupor provocado por la verificación de las conjeturas avanzadas por los Bohr, De Broglie, Bohm, Schrödinger, Heisenberg, o Bell... para insertarlas en un modelo inteligible, el pensamiento no disponía de  otras armas que los principios antes evocados  de contigüidad, de realismo, de individuación, de causalidad...Y no había  concepto más  general que el aristotélico concepto de  sustancia y los rasgos a la sustancia asociados de ser susceptible de movimiento o de reposo, de tener energía correspondiente a una u otra situación, de hallarse ubicado, y un no muy largo etcétera. Principios y conceptos que con mayor o menor sofisticación o acuidad en su presentación remontan  al pensador de Estagira...comprometido  inevitablemente  en la relativización o derrumbe de los mismos.

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15 de diciembre de 2011
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Los mejores libros del año

Los mejores libros del año Con la ayuda del blog ?The Literary Saloon? haré una repaso de las listas de ?Los Mejores Libros del Año? que han ido apareciendo desde noviembre en diversos medios y diferentes países. Reviewers? favorites from 2011. The New Yorker Les 25 meilleurs livres de l?année. Le Point Beast Writers? Favorite Books 2011. Newsweek/Daily Writers choose their favorite books of 2011. Salon The best books of 2011. The Economist Best Books of 2011. The Slate Top 10 Fiction Books Time Top 10 Non Fiction Books. Time Well Lit.: Eleven for 2011. New Straits Times (Malasia) Les 20 meilleurs livres de l?année 2011 Lire Tales for under the tree. Financial Times The Globe 100: The very best of 2011. Globe and Mail Books of the Year 2011. The Guardian Books of the year 2011. New Statesman 100 Notable Books of 2011. The New York Times Books of the Year 2011. The Telegraph

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14 de diciembre de 2011
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Comprad, malditos

Hay familias que deciden pasar la tarde entera en un centro comercial. También pandillas de adolescentes, parejas de enamorados, mujeres solas. Los idealistas sienten nostalgia de una época en la que se mataban las horas de forma más noble, la misma que hoy resulta decadentemente stendhaliana: paseos por el botánico, confesiones en viejos cafés europeos, escritura de buró o secreter ?porque hubo tiempos en los que además del sofá cama o del mueble bar también tuvimos armario escritorio?. Las llamadas moles, esos no lugares intercambiables en cualquier latitud, representan la estructura de una ciudad en miniatura donde pasar la tarde sin frío ni calor, garantizando orden, seguridad, custodia ?la mayoría cuenta con corralitos para niños?, y también templos, representados por los establecimientos más adorados, para algunos los cines, para otros Dior. En varios lugares del mundo, desde Nashville hasta Teherán o Riad, los centros comerciales son los únicos espacios públicos donde se puede ver y ser visto, aunque sea con burka. Si bien el acto de comprar se asocia íntimamente al sexo femenino y a sus veleidades, hoy se ha convertido en uno de los pasatiempos hipermodernos: una actividad lúdica protagonizada por un mecanismo de deseo ?«Lo quiero. ¿Lo necesito? Lo compro»?, aunque la precariedad obligue a convertir ese deseo en placer interruptus. No hay nada más reparador que comprar para otros e imaginar su felicidad, renovando el vínculo que te une a ellos. Pero estar dispuesto a gastar dinero para conseguir un hipotético beneficio exige un acto premeditado. Y ahí es donde la crisis, con su inusitado calvinismo, frena este acto que, como pocos, resulta angustioso y a la vez liberador. Cada vez compramos menos por impulso, y los escaparates son la mejor metáfora del deseo agonizante. Tú estás a un lado del cristal, a veces mirando tu propia sombra, mientras al otro lado unos maniquíes lucen una chaqueta justo como a ti te gustaría hacerlo. Entras en el establecimiento y un aroma especial te abstrae, ralentizando el paso del tiempo. La vida no es como uno la había imaginado, te dices, pero el consumo siempre ha sido una panacea que ayuda a digerir tal frustración, suscitando un sentimiento reparador. El mismo que los niños sienten al lamer un caramelo, o que los adultos obtienen cuando reciben un halago. Por ello resulta tan gratificante practicar el shopping, antaño una necesidad elemental y hoy un acto sofisticado y hedonista que se ha convertido en un motor de las economías modernas, las mismas que cruzan los dedos confiando en que el dinero se moverá durante estas fiestas a fin de poder sacar los pies del abismo. La sección de perfumería de los grandes almacenes tiene un elevado componente terapéutico. Hay quien no puede pagar un psicólogo y acude a los probadores de perfumes, dejándose querer por las vendedoras y sus papeles secantes con gotas de novedad. La multiplicación infinita de este ritual se traduce en cifras: en España, el sector del lujo ha aumentado un 25% su facturación. El Grupo Puig, por ejemplo, facturará este año cerca de 1.300 millones de euros. Y L’Oréal creció, gracias a la cosmética más exclusiva, casi cinco mil millones en el tercer trimestre del 2011. Las motivaciones del perfume son casi siempre simbólicas: un olor que te identifique. Pero también representa una secuencia de tiempo en la cual el mundo es un castillo de hadas, pulcro, oloroso como un jardín y debidamente empaquetado, mientras sentimos ese leve pellizco al deslizar la tarjeta de crédito por la ranura, un gramo de adrenalina en el paso ahuecado de las horas. (La Vanguardia)

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14 de diciembre de 2011
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III. Un superhéroe global

Los tiempos han cambiado. Y en lugar de un superhéroe que deshace entuertos dentro de las fronteras de su país de adopción, donde es tan popular y representativo como las mazorcas de maíz dulce en las ferias y los rodeos, o como el pastel de manzana de los almuerzos familiares, y los hot dogs en los estadios de béisbol, Supermán siente que pertenece ahora a la era global. "El mundo es demasiado pequeño y está demasiado conectado", dice. En un episodio anterior se ha hecho presente en una manifestación en contra del régimen de Irán en la plaza Azadi de Teherán, a la que concurre un millón de personas; los ayatolas consideran su presencia una agresión de parte de Estados Unidos, y el Departamento de Estado no la ve conveniente por razones diplomáticas. Por eso, ahora quiere ser independiente y no correr el riesgo de cualquier confusión política para que no se le identifique con el gobierno de turno en Washington.

Lo que opine un personaje de mentira, obra de un guionista y de un dibujante, no debería perturbar a nadie. Pero la derecha ultraconservadora de los Estados Unidos no lo ha visto de esta manera, y se lo ha tomado en serio. Mike Huckabee, aspirante a la candidatura presidencial del Partido Republicano, declaró a la cadena Fox de televisión, que no se trata de un asunto banal. "Es preocupante que Supermán, que siempre ha sido un ícono estadounidense, ahora diga que no será más un ciudadano estadounidense. Eso forma parte de una tendencia mayor en la que los estadounidenses prácticamente piden disculpas por pertenecer a este país". 

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14 de diciembre de 2011
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Martín Rodríguez Gaona premiado

Martín Rodríguez Gaona Con un jurado presidido por Luis Alberto Cuenca, el poeta y traductor peruano Martín Rodríguez Gaona ha ganado el premio de poesía ?Cáceres Patrimonio de la Humanidad? que otorga, además de 6000 euros y una edición institucional, una edición comercial del poemario en la editorial DVD. La ceremonia de premiación será en abril. La obra premiada se titula Madrid, línea circular, une los géneros de poesía y prosa y, según dice el jurado, destaca en ella su originalidad y personalidad. Dice la nota:

El escritor peruano Martín Rodríguez-Gaona (Lima, 1969), que también posee la nacionalidad española, ha resultado ganador el XXIV Premio de Poesía ?Cáceres Patrimonio de la Humanidad? con la obra ?Madrid, línea circular?, cuyo título ha sido dado a conocer este martes por el jurado del concurso. Martín Rodríguez-Gaona ha publicado numerosos libros de poesía, ha vivido en Perú, Estados Unidos y España y ha sido becario de la Residencia de Estudiantes de Madrid de 1999 a 2001, desempeñando el cargo de coordinador del área literaria de esta institución hasta 2005. También ha obtenido la beca internacional de poesía ?Antonio Machado? de Soria en 2010 y su obra como traductor de poesía estadounidense incluye versiones como ?La sabiduría de las brujas? de John Giorno, y ?Pirografía: Poemas 1957-1985?, una selección de los primeros diez libros de John Ashbery. Como editor ha publicado libros para el Fondo de Cultura Económica de México y la Residencia de Estudiantes de Madrid. Además poemas, traducciones y ensayos suyos han aparecido en Babelia, ABCD, Letra Internacional, Quimera, Matador, Revista Eñe, RevistAtlántica, Lateral, Cuadernos de la Huerta de San Vicente, El Boletín de la Institución Libre de Enseñanza y El Diario de Poesía de Buenos Aires.    El jurado del XXIV Premio de Poesía ?Cáceres Patrimonio de la Humanidad? ha fallado el galardón por unanimidad y ha destacado de la obra su ?originalidad y personalidad?, así como su inmersión también en prosa que lo hace intergenérico, aunque no deja de ser un libro de poesía.    El premio, que se entregará al autor en el mes de abril, está dotado con 6.000 euros y la publicación tanto en la editorial institucional ?Cáceres Patrimonio de la Humanidad? como en la editorial comercial DVD que se encarga de darle difusión y distribución.    A esta edición del premio se han presentado casi 100 originales de autores con precedencias muy diversas de España y de otros países de habla hispana. Están presentes prácticamente todas las comunidades autónomas y otros países por lo que ?la pluralidad de orígenes ha dado también a pluralidad de tendencias, miradas y estéticas poéticas?, destaca el jurado.    Del total de trabajos han sido seleccionadas como finalistas, además de la ganadora, las obras ?Casa útero?; ?El náufrago metódico que contase las horas para morir?; ?Territorio de invierno?; ?Ginebra azul?; ?Trece de nieve?; ?Claridades?; ?Golos Truda?; ?La sonrisa de Audrey Hepburn? y ?Este confuso invierno?.    El jurado de la presente edición está compuesto por Luis Alberto de Cuenca, que lo preside, así como Diego Doncel Manzano, Irene Sánchez Carrón, Teófilo González Porras y Jesús Fernando Bravo Díaz.

No es esta la única buena noticia llegada desde España para Martín Rodriguez Gaona. Su reciente poemario, Codex de los poderes y los encantos, ha recibido una estupenda reseña de Enrique Villagrasa González en la revista Turia, que ha llegado a su número 100 (y que, como se recordará, hace unos números le dedicó un estupendo especial a Mario Vargas Llosa). Dice la reseña:

Con los ojos de la pasión Ut pictura poesis, de Horacio me viene a la memoria tras leer Codex de los poderes y los encantos, III Beca Internacional Antonio Machado, del poeta peruano Martín Rodríguez-Gaona (Lima, 1969) ya que ante esta poesía, cual tronco de árbol al que se aferra el autor y debe atarse el lector, vemos que los poemas que ha pergeñado, dibujado, retratado, deben ser suficientes para imaginar cuadros pintados sin temor, pero teniendo claro que buscamos y buscaremos siempre darle oportunidad a aquello que nos desafía, lenguaje o discurso plástico, y en este caso porque en cada poema él es quien escribe sus reglas y sus límites: el poema se adueña del poeta como el boceto del pintor. Hay que leer al autor con los ojos de la pasión, con rabia en la boca y con ilusión en el corazón, para desentrañar esos poderes y encantos que anidan en el interior de los ocho largos poemas en verso y el texto casi apocalíptico y la explicación a esta historia que nos remonta al inca Garcilaso de la Vega y a Felipe Guamán Poma de Ayala, también cronista de Indias (quien nace para la historia en Dinamarca en 1908). A la poesía debemos exigirle veracidad y a la narrativa que sea verosímil.: ?Fábulas, / rondas de espejos quebrando espejismos,? (p.19) Desconozco los anteriores libros del autor , Efectos personales (Ediciones de Los Lunes, 1993); Pista de baile (El Santo Oficio, 1997); y ?Parque infantil? (Pre-Textos, 2005), pero este cuarto me parece dotado de una meditatividad interesante acompañado de juegos de intertextualidad posmoderna muy curisosos, pues de alguna manera su yo poético asume la personalidad del inca Garcilaso y reescribe sus crónicas, al mismo tiempo que hace lo propio con Guamán Poma, o sea  por una parte la colonización y por la otra la versión postcolonial distanciada y crítica: dos caras de la misma moneda. De hecho también utiliza algunos textos en latín (desde el ?Dic nobis, Maria ,/ quid vidiste in via?? al ?Finis desolatrix veritae? haciéndole un guiño al Conde de Lemos) y en inglés (desde el guiño a Eliot ?Thoughts of a dry brain in a dry season? hasta ?There will be no more / the old men with beautiful manners? y sus ecos), dos reconocidas lenguas colonizadoras. El autor de Codex?, poeta que escribe este poemario tan significativo, nos demuestra una vez más que la poesía es expresión de evocaciones, representaciones, imágenes, emotividades y valoraciones a través del lenguaje: ?Puede Dios perder el mundo / pero a mí / no me fallará.? (p.39). El poeta en este caso trabaja con la abstracción, con los rasgos esenciales de su mundo objetual, mediante la función categorial o conceptual de las palabras elegidas y manipuladas, que no son pocas. En este caso el sujeto lírico es una interpretación representada a la vez que representaciónn interpretada del poeta, o sea de sí mismo: ?Quiero el Poder / para prescindir hasta de esto / y así quizá / a la muerte dominar.? (p.51) Martín Rodríguez -Gaona emplaza su experiencia histórica, la de su yo poético, en el mismo lugar en que los antiguos cronistas intentaban explicar aquellos tiempos y tierras con lenguaje y escritura propios de su cuna sin ir más lejos. La reflexión un tanto dolorosa, agria tal vez, está clara: ni el Perú ni la España de entonces son los que nos han tocado en suertes. Tal vez sea una poesía reflexiva y de corte autobiográfico, marcada por la condición humana: ?pues fue la situación humana y no la literaria / la que motivó mi llamada y posterior visita.? (p.19). Y todo esto aderezado por la crónica intelectual y cultural del pasado reciente de nuestra Europa, donde tienen cabida desde el reconocido cementerio Highgate, donde descansan desde Dickens a Marx, pasando por Christina Rossetti, la gran poeta hermana de Dante Gabriel Rossetti. Todos citados en los versos que nos ocupan. En todo caso, Codex de los poderes y los encantos brinda la oportunidad de leer a este diríase excepcional poeta: ?Posiblemente éste sea el origen, pero / hoy eres forastero, / hijo de ningún lugar.? (p.34),  en cuya escritura se abrazan lo legendario y lo histórico, el experimentalismo lingüístico y la entonación coral, la relectura de la tradición y la proclama revolucionaria, que por tantos motivos constituye la poesía más actual de habla española: ?Vine a Madrid porque me dijeron que aquí sería feliz. De esto hace ya mucho, no sabría decir cuándo, quizá más de una década.? (p.55) Aunque, o tal vez no sea del todo necesario un análisis como tal del libro, porque el delantal que lo acompaña de Manuel Rico es ya una más que excelente introducción. Y los bordados que cita de Garcilaso de la Vega y del poeta estadounidense, muy influido por Eliot, Hart Crane, que bien podrían ser sus heterónimos en el poemario que nos ocupa. Como ya digo múltiples ópticas para leer a este poeta peruano que sabe que andamos en ?(?) Tiempos / de mentira, / muerte y desesperación? y que ?Aquellos que busquen la gloria / descubrirán sus nombres / entre horrores y estiércol.? (p.37) Es que los textos poéticos de Rodríguez-Gaona pueden hacer muchas cosas, desde interpelarnos: ?mis ojos antiguos me jugaron malas pasadas, con excesiva familiaridad transformé una fábrica de placer en una mezquita.? (p.87), a dejarnos perplejos: ?La realidad adelgazó con el lenguaje.? (p.57), o asombrarnos: ??Desaparecido el hombre, la voz / se convirtió en luz.? (p.47), y sobre todo hacernos pensar: ?Lo que más queremos hoy es un trabajo.? (p.46). No cabe ninguna duda de que el primer lector es el propio poeta; que el primer instante de la escritura poética es el quehacer demiurgo mismo; y el segundo momento es la recreación del poema por esa escritura plasmada, pergeñada, dibujada. O sea, el autor interpretado por su obra, bien sea plástica o lingüística: ?Sobre la mesa de noche, una lámpara / insomne y libros a medio leer / (?Nada es lo suficientemente bueno, / ni siquiera yo mismo?). (p.36) Tal vez este poemario tenga su tronco salvador en la contradicción que nos envuelve y por esto creo y haciendo mías las palabras de Rico: ?Estamos ante un magnífico libro de múltiples significados. En él se confirma la solvencia de un poeta que mezcla con sabiduría cultura, vida, memoria y emoción. Y una mirada crítica y escéptica hacia el mundo y sus servidumbres. Sumergirse en su lectura es un placer y una aventura: la del encuentro con la reflexión y el descubrimiento de mundos imprevistos. Lo que no es poco en los tiempos que corren?.- 

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14 de diciembre de 2011
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El Top Ten de Michiko

No confíen en esa sonrisa. Es temible Michiko Kakutani. Como es costumbre en los países angloamericanos, y algunos países de Europa (en los medios hispanos se espera a fin de año, no sé por qué razón) ya empezaron a aparecer los recuentos desde mediados de noviembre. El más esperado de todos, el de The New York Times, apareció el 21 de Noviembre bajo el título 100 Notables Books of 2011.  La lista Top Ten de la crítica más influyente de NYT, Michiko Kakutani, incluyó estos 10 libros:

MOONWALKING WITH EINSTEIN: THE ART AND SCIENCE OF REMEMBERING EVERYTHING by Joshua Foer.  (The Penguin Press, $26.95)

VAN GOGH: THE LIFE by Steven Naifeh and Gregory White Smith. (Random House, $40) ROME: A CULTURAL, VISUAL AND PERSONAL HISTORY by Robert Hughes.  (Alfred A. Knopf, $35) THE ANGEL ESMERALDA: NINE STORIES by Don DeLillo. (Scribner, $24) THE TALIBAN SHUFFLE: STRANGE DAYS IN AFGHANISTAN AND PAKISTAN by Kim Barker. (Doubleday, $25.95) THE PALE KING by David Foster Wallace.  (Little, Brown & Company, $27.99) THE TIGER?S WIFE by Téa Obreht.  (Random House, $25) BLUE NIGHTS by Joan Didion.  (Alfred A. Knopf, $25) THE ART OF FIELDING by Chad Harbach. (Little, Brown & Company, $25.99) BOOMERANG: TRAVELS IN THE NEW THIRD WORLD by Michael Lewis. . (W. W. Norton & Company, $25.95)

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13 de diciembre de 2011
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Alejarse de Aristóteles II

Agradecimiento a Aristóteles

A lo largo de esta reflexión he tenido ocasión de poner de relieve el profundo agradecimiento a Aristóteles al que se haya obligado todo aquel que en el pensamiento filosófico   encontró una razón de vida. Me permitiré evocar la emoción que embargó a muchos de los presentes cuando en un congreso que llevaba el título de "Aristotle and Contemporary Science"  el pensador americano Hilary Putnam pronunció un discurso en lo que se creía ser la antigua población de  Estagira,  que es en cualquier caso una playa cercana a  la Estagira real, y en cuyas aguas quizás de niño se bañaba Aristóteles.

Aristóteles nos ayudó a ser lógicos, a apercibir la importancia de establecer criterios que posibiliten la distinción y la clasificación, a aplicar estos criterios al ámbito primordial de la frontera entre lo inanimado y lo animado, a  adentrarnos en el primer ámbito, a fin de descubrir los rasgos  que permiten reconocer el ser en su elementareidad, a percibir la complejidad que en relación a tales rasgos supone la vida...

De la mano de Aristóteles,  Linneo establecía sus calificaciones y del método clasificador de Aristóteles no se apartan excesivamente los genétistas contemporáneos. Aristóteles tuvo impresionantes intuiciones topológicas   (lo que permitió que un matemático de nuestro tiempo lo caracterizara como el primer y más grande pensador del continuo) y en lo concerniente al tiempo tuvo una impresionante premonición del segundo principio de la termodinámica.

Aristóteles rechazó  el vacío y  defendió una concepción finitista del universo que los partidarios del modelo cosmológico de la esfera de Riemann nunca podrán rechazar de manera tan tajante como lo hacen con la infinitud vacía del espacio de Newton. Aristóteles  intuye que la diferencia individual no es reductible a forma y por eso no hay ciencia de los individuos, asunto en el que no anda muy lejos la genética contemporánea, obligada a referirse a secuencias del genoma no codificadores de proteínas por cuya azarosa iteración dos individuos se distinguen (de ahí la dificultad para pasar de mapas genómicos de especies a determinación genómica de individuos) . Aristóteles introdujo la crucial distinción entre la entidad en potencia y la entidad en acto, aspecto por el cual es parcialmente redimido en el seno de la teoría que,  por otro lado, con mayor radicalidad pone en tela de juicio los pilares mismos del aristotelismo. Aristóteles nos ayuda a percibir la causa  que provoca la representación trágica y (aun no siendo ateniense) con su Constitución de Atenas nos da las claves del esfuerzo consistente en forjar un ámbito configurado por la ley. 

 En fin, sin la tarea de Aristóteles catalogando y mostrando los vínculos entre  los problemas de sus predecesores, quizás  no hubiéramos siquiera tenido acceso real a  esos pensadores hoy llamados presocráticos. Por todo ello sería por  así decirlo de mal nacidos reivindicar la actitud filosófica y no mostrar agradecimiento a Aristóteles. Y sin embargo...

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13 de diciembre de 2011
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Objetividad

Hoy trae el correo una cosa bonita, el catálogo de la exposición “Nueva Objetividad en Dresde” montada estos días en la Kunsthalle Lipsiusbau. Hay ciento ochenta obras de ochenta autores, con precios muy arreglados que van desde los poco más de mil, hasta los casi cien mil euros. Son obras hechas entre 1918 y 1933, y supervivientes de la llamada ala izquierda de la Nueva Objetividad. El cuadro de arriba se titula “Traseras en Dresde”, de Franz Radziwill y data de 1931. Es un Canaleto ostrogodo que no está mal. Traseras pintadas de la forma contraria a como lo haría el expresionismo, advierten los entendidos. Traseras que se arrasaron, igual que las delanteras, en el bomardeo de la noche del 13 de febrero de 1945. ¿No es profético ese avioncito pinturero?

El movimiento de la Nueva Objetividad me recuerda a Joseph Roth, que pasó por adalid de la nueva escuela y enseguida se distanció de ella con todas sus fuerzas. Primero hizo una aparición sonada como partidario de la “nueva objetividad” —que luego definió como literatura rebajada a sombra de una sombra— con el prefacio de cinco líneas que escribió para La huida sin fin, la novela que redactó durante su estancia rusa. En marzo de 1927, instalado en París tras su regreso de Rusia, desde una mansarda del hotel Foyot, en el 33 de la rue de Tournon, a la vista del jardín de Luxemburgo, anunció una nueva era: 

Ya no se trata de “hacer poesía”. Lo importante es lo observado.

Con La huida sin fin, Roth tuvo la intención de escribir una novela moderna y adecuada a la moda de la nueva objetividad. Pero las “atrevidas” novedades, como las puestas en escena a modo de informe o el final por medio de interrupción, son sólo aderezos ‘pro forma’. En la obra, afloran la compasión, el énfasis, la simpatía, la melancolía y la imaginación, como no podía ser menos. También hay intervenciones poéticas y filosóficas del autor, y, en definitiva, la evocación de una atmósfera, algo mucho más determinante para la obra que aquella venerada objetividad de tan problemática existencia.

Así que, como es natural, Roth no cumplía en absoluto ninguna de las preceptivas de la “nueva objetividad”, según la cual, él mismo sería un cronista indiferente y su actitud correspondería a la de un autor moderno que no urde ninguna fábula, sino que abre los ojos, porque no hay fábula más interesante que la realidad, según escribió en el artículo “El charlatán idealista” del 4 de diciembre de 1927. 

Tiene algo de cómica paradoja que Roth se pusiera una sola vez a defender una moda literaria, no más ni menos vacua que cualquier otra, y lo hiciera justo con la tendencia que menos podía corresponder a sus impulsos más íntimos.

Enseguida sintió la necesidad de distanciarse de su defensa de la dichosa nueva objetividad. A eso obedecen sus artículos “Autocrítica demoledora” o “La vida privada”, de noviembre y  diciembre de 1929,  donde es patente otra postura: 

“Desde hace unos años me esfuerzo en vano por no conocer la vida privada de los autores contempráneos. Nada me parece en este instante más difícil. […] Desde hace unos años los reseñistas siente predilección por un especial elogio, que no es tal, porque no hacen sino ensalzar la carencia de carácter literario como si fuera un plus. Emplean con gusto la fórmula: “¡Este libro es más que una novela! ¡Es un fragmento de vida!” ¿Qué es eso de más que una novela? Dentro de la literatura, un ‘fragmento de vida’ tiene valor si ha encontrado una forma válida. Un ‘fragmento de vida’ informe no es más que una novela, sino menos, no es nada, no es digno de consideración en absoluto. […] La experiencia como puro suceso, como realidad, como historia o episodio, sólo es materia prima para un escritor […] El lector, aleccionado en la épica realista desde mediados del siglo XIX hasta Proust y André Gide, está habituado a mesurar lo figurado literariamente en el material bruto que le ha servido al autor como muestra. Si un autor describe, por ejemplo, la época de la inflación, el lector que conoce bien la inflación quiere verla en el libro. Pero en mi novela encuentra otra, o no encuentra ninguna. O sea, la materia prima va a parar, en mis libros, a la insignificancia de una ilustración. Sólo es significativo el mundo que configuro a partir de mi material de lenguaje (igual que un pintor pinta con colores) […] Porque el material de un escritor es, sin duda, ‘la vida’; pero una vida transplantada al lenguaje y que, a continuación, brota de él.”

Pero la expresión más acabada de la crítica rothiana a la modernidad, que confunde la verdad con la realidad demostrada documentalmente, está en un artículo que publicó dos veces,  en 1930 con el título “¡Basta de ‘Nueva Objetividad!”, y en 1937, llamado “Sobre lo documental”:

“Nunca fue tan grande la ignorancia material de quien escribe, ni tan acentuada la autenticidad documental de lo escrito. Nunca fueron más manifiestas la cantidad, ineficiencia y oquedad de las publicaciones, ni mayor la credulidad con que se acepta su declaración de pertinencia. Nunca fueron los anuncios más engañosos y sugestivos.  Así comenzó la más temible de las confusiones, la de la sombra que arrojan las cosas con las cosas en sí. Lo real comenzó a tenerse por verdadero; lo documental, por genuino; lo auténtico, por válido. Es asombroso que, en una época donde las declaraciones de los testigos ante la justicia se describen con razón en la moderna ciencia médica como no fiables, sea más válida la declaración testifical literaria que la representación artística. Se duda de la fiabilidad de los testigos que declaran bajo juramento. Pero se presta al testimonio escrito el mayor de los reconocimientos que existe en la literatura, el de la veracidad. Y si al menos la crítica fuera lo bastante fuerte como para verificar la legitimidad del “documento”. ¡Pero qué va! ¡Sólo se considera fiable la aseveración! No se compara, por ejemplo, la fotografía con su objeto, sino que se confía en el rótulo bajo la fotografía.

Jamás fue mayor, más ingenuo y de menos alcances el respeto por la “materia”. Es la causa de la segunda confusión, la de lo simple con lo inmediato; la notificación, con el informe; la del momento fotografiado, con la vida que sigue; la de lo “grabado”, con la realidad. Así es como incluso lo documental pierde la capacidad de ser auténtico. Se presta al fotógrafo una confianza mayor que a su objeto, y a la placa, una fiabilidad más fuerte que a la realidad. La declaración del fotógrafo es suficiente. Basta la explicación del retratista de que él no ha hecho sino fotografiar. Si se inventa una historia y se dice que se ha estado presente, la historia inventada se cree. El respeto por la autenticidad es tal que se cree incluso la autenticidad inventada. […] No se escribe bien; se escribe sencillo, de modo que pasa por “inmediato”. Jamás se mintió tanto como ahora en lengua alemana. Pero sobre una mentira de cada dos figura la denominación “fotografía”, ante la cual enmudece toda objeción. Se dice “documento”, y todo el mundo queda sobrecogido de respeto temeroso, como en otro tiempo ante la palabra poesía. El autor sostiene que ha estado presente; y se le cree, primero, como si en efecto hubiera estado, y, segundo, como si fuera importante si estuvo o no.

 Ya no se sabe que, entre la realidad del “mero hecho” y la expresión de lenguaje con que se comunica, hay una diferencia tan grande como entre un objeto y su sombra.”

 

Hay cuadros y dibujos bien bonitos, pero yo no sé si colgaría uno de esos en casa. La doctrina fatiga mucho. Si acaso, esas traseras de Dresde, óleo sobre madera, donde a primera vista no se ve a nadie.


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13 de diciembre de 2011
Blogs de autor

Gran cine invisible

La mejor película del año no ha sido estrenada en los cines, pero está visible. Hace más de tres lustros, para conmemorar el centenario del séptimo arte, una editorial francesa publicó en un bellísimo libro de gran formato una ‘Anthologie du cinéma invisible', que se componía de guiones escritos, entre vivos y muertos, por figuras de la talla de Artaud, Pavese, Brecht, Magritte, Gómez de la Serna, García Lorca, Duchamp, Zweig, Maiakovski, Sartre, entre otros muchos hasta completar la cifra de cien. Eran guiones nunca realizados, o más bien sueños fílmicos de poetas, pintores, dramaturgos y novelistas que usaban la literatura para imaginar el cine.

    La película a la que me he referido al comienzo, ‘La Morte Rouge', pasó por suerte del papel a la imagen, del sueño a la realidad, y constituye el último trabajo extenso de Víctor Erice, el mayor cineasta español contemporáneo y desde 1992 el más involuntariamente secreto. En ese año se estrenó su excelente largometraje sobre la labor pictórica de Antonio López, ‘El sol del membrillo', aunque Erice no ha descansado desde entonces; hizo y sigue haciendo pequeños films independientes, trabajó largamente en una frustrada adaptación de la novela de Marsé ‘El embrujo de Shangai', de la que queda sin embargo publicado su extraordinario guión, intercambió con el director iraní Kiarostami una correspondencia en vídeo, y realizó dos encargos que resultaron ser dos obras maestras, ‘Alumbramiento', que data del 2002, y ‘La Morte Rouge', filmada en el 2006. Ahora se han distribuido por la firma Rosebud (en colaboración con el FNAC), en un dvd de contenido y calidad excepcional, con un par de ‘extras' muy interesantes y una extensa y elocuente conversación de Erice con el crítico Manuel Asín.

     ‘Alumbramiento' dura 11 minutos, ‘La Morte Rouge' 34, pero en esos tres cuartos de hora encontramos innumerables momentos de gran cine, y, en el caso del mediometraje, tal vez la obra más personal y reveladora del director donostiarra. ‘Alumbramiento' formó parte en su día de un largometraje difundido en las salas comerciales de algunos países con poca resonancia, pese a ser sus autores Werner Herzog, Jim Jarmusch, Chen Kaige, Spike Lee, Aki Kaurismäki y Wim Wenders, además de Erice. Con una bellísima fotografía en blanco y negro de gran riqueza cromática, firmada por otro magnífico artista semi-olvidado, Ángel Luis Fernández, ‘Alumbramiento' es un poema lírico sobre el nacimiento de un niño, sobre una guerra, una canción popular, una mancha de sangre y el compás de un tiempo que adquiere los perfiles de una epopeya privada.

    Cuatro años después de aquel film colectivo (de muy desigual calidad, todo hay que decirlo), Erice realizó con producción del CCC de Barcelona y La Casa encendida de Madrid ‘La Morte Rouge', exhibida sólo en el marco de las correspondientes exposiciones allí celebradas. Escrita y narrada por el mismo director, con una cadencia vocal que a ratos llega a ser una hipnótica salmodia, ‘La Morte Rouge', nombre de la ciudad misteriosa de un film de terror, ‘La garra escarlata', que obsesionó al niño Erice espectador del suntuoso y hoy desaparecido Kursaal de San Sebastián, nos alumbra sobre el poder especular del cine, sobre la intrahistoria de nuestro país, sobre los mecanismos de la ficción, todo ello con la textura de un relato de iniciación que intriga tanto como conmueve.

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12 de diciembre de 2011
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El Boomeran(g)
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