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Reloj sin manecillas

La reaparición de Carson McCullers en librerías, en esta ocasión se trata de su última novela, Reloj sin manecillas, constituye una buena ocasión para releer a esta excelente narradora sureña que nunca tuvo demasiada suerte con la fama y el reconocimiento público. Para entendernos, fue una escritora merecedora de más prestigio que ventas, y alguien de la talla de Arthur Miller incluso la consideró siempre “una novelista menor”.

 

La experiencia demuestra que morir joven (y Carson McCullers lo hizo a los cincuenta años) no es la mejor forma de hacer frente al olvido. Y si encima de morir joven eres una persona de vida rara pero discreta, de salud enfermiza y poco dada a abusar de los focos y las candilejas casi se puede decir con tota seguridad que se trata de una candidata segura  al anonimato.

Una de las causas de relativamente escaso  aprecio multitudinario que acompañó a toda la trayectoria pública de Carson McCullers podría ser la oportunidad. O por mejor decir, la inoportunidad de dar a  conocer  a destiempo una obra  cuyas características estaban poco acorde con los gustos y las necesidades sociales de la época.

En lo que se refiere al ámbito anglosajón, la tendencia la marcaban nombres de escrituras tan complejas como James Joyce o William Faulkner, mientras que las figuras públicas eran los Tennessee Williams (que siempre fue un defensor y protector a ultranza de su tímida compatriota sureña), Ernst Hemingway, Truman Capote o el propio Arthur Miller, es decir, hombres todos ellos muy comprometidos con la época y visitadores frecuentes de las primeras planas de los medios de comunicación.  Gente de carácter recio y que por entender la escritura como un arma de combate aspiraba a influir en la sociedad. En cambio,  la primera novela de Carson McCullers, El corazón es un cazador solitario (1941) le valió un sólido prestigio personal pero también un doloroso tropiezo sentimental: estaba casada desde los veinte años con un escritor mediocre llamado Reeves McCullers, para el cual  la buena acogida de la novela de su esposa fue como el primer paso en una trayectoria descendente que terminaría en suicidio unos años más tarde en París, no sin antes haber hecho cuanto estuvo en su mano para hundirla a ella en la miseria. Como final de una historia de amor, resulta harto significativo el que, al enterarse en  Nueva York de la muerte de su esposo en París, Carson McCullers se negara a hacerse cargo de la repatriación del cadáver y que incluso se negase a sufragar los gastos del entierro.

Una prosa limpia, sencilla y sin altibajos, sin rastros de técnicas narrativas de vanguardia y con gente humilde y sin relevancia como protagonistas poco tenía que hacer frente a la reciedumbre de los productos que sus contemporáneos estaban dando a la imprenta.

En el ámbito castellano la aparición de las primeras traducciones, Reflejos en un ojo dorado (1953), La balada del café triste (1958) o la propia Reloj sin manecillas (1961), fue saludada con gran aprecio pero sin que tuvieran  repercusión alguna en los narradores de la época. La atención general estaba centrada en las últimas boqueadas de la literatura social y en las propuestas vanguardistas  del movimiento surgido en torno al Nouveau Roman. Hasta que de repente hizo su aparición el pelotón de escritores latinoamericanos y el panorama de la narrativa castellana estalló literalmente (no en vano se habla de aquel momento como un boom) y las perspectivas ofrecidas por un movimiento cenital como era el Nouveau Roman se vieron definitivamente barridas por la prosa alegre, colorista e imaginativa liderada por Cien años de soledad.

En algún momento de Reloj sin manecillas se dice: “Sin duda la vida se compone de innumerables milagros cotidianos, la mayor parte de los cuales pasan inadvertidos”. A mi me parece una descripción muy acertada de la escritura de la propia Carson McCullers: la acción transcurre en un pueblecito del Deep Sur donde un viejo juez y un farmacéutico enfermo de muerte, y los criados negros, y las diferencias raciales o las minúsculas aspiraciones vitales de las generaciones siguientes transcurren sin altibajos y prácticamente desapercibidas (como los milagros cotidianos). El reloj sin manecillas es un conocido término carcelario, símbolo de un espacio sin tiempo donde las horas se siguen unas a otras  sin más esperanza que la llegada de la última, la de la libertad. Una libertad que allí, en ese pueblo sureño enterrado en el calor y el olvido, tiene un extraño parecido con la muerte.

 

Reloj sin manecillas

Carson McCullers

Seix Barral

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19 de diciembre de 2011
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Respuestas a Mercurio

La decadencia, el cuerpo, los fetichismos, las novedades tecnológicas, los fantasmas, la diferencia entre la novela y el cuento. Sobre estos asuntos y otros me preguntó Tomás Val en la revista Mercurio, con motivo de la salida en octubre de mi libro de relatos ‘El hombre que vendió su propia cama', y aquí reproduzco algunas de las contestaciones.

1. La velocidad narrativa y los modos de composición son distintos en un cuento y una novela, como es bien sabido. Pero me gusta tejer historias, tramarlas, dejarlas suspendidas (preferiblemente al borde del abismo) o inconclusas, y tal vez por eso aun los relatos más breves de El hombre que vendió su propia cama puedan tener, una vez terminado su desarrollo en la página, una resonancia novelesca.

2. No trato de hacer meta-literatura, a la que soy poco dado, incluso como lector. Hay un primer cuento, El cuento de Gógol, que habla de un hombre maniáticamente libresco, lo que le sirve de gran acicate en su vida, y la segunda parte del libro, A partir de James, toma un pie literario, pero poco más que eso. Los otros labios, el único relato de esta parte ‘jamesiana' en el que la literatura adquiere relevancia por la personalidad de sus protagonistas, es en realidad una historia de ‘amour fou' llevada, a través de libros y reseñas críticas, hasta sus últimas consecuencias. Y no hay que buscarle significados ocultos al hecho de que la protagonista de El buda bajo el agua lea constantemente Episodios Nacionales de Galdós. Podría ser, en todo caso, un homenaje mío al autor de uno de esos Episodios, La estafeta romántica, el número 26 de la cuarta serie; lo leí fascinado un año después de la publicación de mi novela epistolar El abrecartas, tras ser advertido por un amigo, y encontré en esa obra extraordinaria del escritor canario un precedente ignorado.

3. Soy un fetichista, y mis fetichismos, de poca monta en el campo sexual o amoroso, son muy potentes, por el contrario, en lo que llamas (y me apropio la expresión, que me gusta mucho) "paisaje mobiliario". Álvaro Pombo me dijo una vez que en mis novelas veía mucho ‘cuerpo', y lo tomé, naturalmente, como un piropo literario. De ser así, habría también un "paisaje carnal" cohabitando con el "paisaje mobiliario y hasta con el "inmobiliario", si tengo en cuenta uno de mis cuentos predilectos, La ventana ilegítima, perteneciente a mi anterior libro, Con tal de no morir.

4. Las aventuras más trascendentales suelen pasar o ser imaginadas en las habitaciones de la gente, pero debo decir que mi instinto aventurero, siendo yo -como alicantino- descendiente de fenicios, se manifiesta en este libro a través de los viajes, reales (los de ‘La segunda boda' y ‘El cuadro familiar'), imaginarios (‘Un sueño de la diosa', ‘La ciudad dormitorio') o realizados en paralelo a la historia o con recelo respecto al porvenir (‘El hombre que vendió su propia cama', ‘A su edad'). Después de escritor me considero viajero, y hay etapas en que soy más lo segundo que lo primero. ‘Escritor y viajero profesional' sería una buena manera de definirse, ya que ‘vocacional' es un término que tendríamos que dar por hecho. Ahora bien, en los viajes se me ocurren ideas de escritura y hasta párrafos, sobre todo en los que realizo, en cualquier continente, al hemisferio sur, mi verdadera tierra de promisión.

5. Lo nuevo, que nos trae un progreso no siempre progresista, nunca acabará con esa esencia de lo moderno que es lo clásico, tal como lo veía Baudelaire. Shakespeare, Montaigne, Cervantes, Henry James: literaturas que nos siguen hablando con tanta o más elocuencia que las contemporáneas. Yo, al contrario que algunos escritores españoles de hoy, que dicen no leer a sus contemporáneos, como si alardearan de ello, leo lo nuevo, pero poniéndome a mí mismo una condición: cada dos meses dedico quince días seguidos a la lectura de los ‘antiguos', en ciertas ocasiones releyéndolos, si puedo hacerlo así, en su lengua original y en ediciones más solventes que las que me los descubrieron de joven.

6. Me han gustado mucho siempre las refinadas filigranas de los escritores y artistas decadentes, sobre todo los del ‘fin de siècle' XIX; ahora, por desgracia, una decadencia de otro tipo -inmoralmente grosera y descaradamente corrupta- nos engloba a todos a la fuerza en estos inicios del XXI. Respecto al fantasma, se ha convertido en uno de mis personajes preferidos, y tengo la sensación de llevar al menos diez años (desde ‘El vampiro de la calle Méjico' a ‘El hombre que vendió su propia cama') escribiendo historias fantasmales, como las que se cruzaban formando el núcleo y la trama de ‘El abrecartas'.

 

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19 de diciembre de 2011
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Réquiem por un insubordinado

Hará cosa de un mes comenté en esta misma página su enfermedad, pero la verdad es que no anticipaba tan funesto resultado. La muerte de Christopher Hitchens duele como la de un buen amigo o la de ese articulista al que leemos todos los días buscando iluminación, consuelo o entendimiento. Nos deja en una soledad difícil de remediar. ¿Con quién tomaré café yo mañana?, nos decimos. ¿A quién leeré para ver si coincido o disiento? Porque eso sólo es posible con gente a la que uno respeta.

Tenía Hitchens el valor añadido de que aunque pertenecía a la zona más inteligente e incisiva del pensamiento político, la anglosajona, era de fácil extrapolación a la situación española. Dicho en plata: combatía al mismo tipo de político taimado, hipócrita e inmoral que hemos de soportar nosotros. De manera que, fácil es deducirlo, se trataba de un hombre de izquierdas a la manera clásica y por lo tanto enfrentado a la izquierda establecida y parasitaria.

    El proceso ha sido imparable. Durante su juventud, pronto se convenció de que los partidos comunistas eran cómplices de una masacre física y moral comparable a la de cualquier fascismo, pero también se percató de la falacia ínsita en los partidos socialistas europeos:

    "El gobierno laborista estaba formando un Estado corporativo: una alianza entre el gran capital, los burócratas de los sindicatos y el gobierno, de la que surgiría una jerarquía impermeable" (p.112)

    Supongo que la situación que describe les resulta familiar. Es una cita de sus memorias, "Hitch 22" (Debate), libro ineludible para cualquiera que desee saber cómo se forja una conciencia independiente en una sociedad gregaria. Naturalmente también encontrará defectos, como la vanidad o el esnobismo, pero no los escondía sino que se curaba de ellos poniéndolos en pública exposición.

    En su siguiente etapa, la trotskista, fue implacable con los santones de la izquierda de salón, la del 68 y sus caprichos, la que aún perdura en España entre lo más conservador de nuestra progresía:

    "Si hubo dos pseudointelectuales que definen la idiotez moral de ese periodo, estos serían Herbert Marcuse y R.D.Laing. Al primero se le había ocurrido el concepto de "tolerancia represiva" para explicar que el liberalismo era solo otra forma de tiranía, y el segundo era un aspirante a psiquiatra que pensaba que la esquizofrenia, en vez de ser una enfermedad terrible pero tratable, era una "construcción" social impuesta por la ideología de la familia" (p.115)

    La cantidad de gente que en España se tomó en serio a estos dos fraudulentos predicadores, es escalofriante. Muy temprano también comprendió el disfraz que la corrección política significaba para la izquierda en general, y su utilidad para una dirección política sin escrúpulos. Ese ha sido también el estómago agradecido de los socialistas españoles:

    "Diré algo sobre la vieja izquierda "radical": nos ganamos nuestro derecho a hablar e intervenir por medio de la experiencia, el sacrificio y el trabajo. Nunca nos habría bastado levantarnos y decir que nuestro sexo, o nuestra sexualidad, pigmentación o discapacidad, eran cualificaciones por sí mismas. Hay muchas formas de fechar el momento en que la izquierda perdió o descartó su ventaja moral, pero esa fue la primera vez que vi que la traición requería un precio tan bajo" (p.152)

    En los últimos años las más mediáticas figuras del PSOE, por no hablar de los socialistas secesionistas, han pertenecido a esta funesta familia del agravio comparativo y la panfilia universal que es una de las causas mayores del hundimiento ético de la izquierda.

    Y por supuesto, Hitchens vivió la carnicería irlandesa con perfecta y lúcida independencia, consciente de los crímenes de estado del ejército británico, pero también de la ferocidad analfabeta de los irlandeses:

    "Los líderes locales generados por los "problemas" en esos sitios (se refiere a Gaza, Líbano y Chipre) no quieren que haya una solución. Una solución significaría que no los tratarían con deferencia los mediadores de la ONU o de Estados Unidos, que no los invitarían a elegantes congresos internacionales de alto nivel, que la prensa dejaría de tratarles reverencialmente y que no podrían ganarse un sobresueldo con chanchullos de contrabando y protección. El poder de esa clase parasitaria fue lo que prolongó la lucha en Irlanda del Norte durante años y años después de que a todo el mundo le resultara evidente que nadie (excepto los del chanchullo) podía "ganar". Y cuando terminó, demasiados de los tipos del chanchullo también se convirtieron en beneficiarios del "proceso de paz"" (p.178)

    Parece como si Hitchens hubiera asistido a las tertulias de Patxi López o de Eguiguren con los asesinos vascos y escuchara el repugnante encomio de los del chanchullo.

Bueno, nos hemos quedado sin referente. Habrá que buscar uno nuevo, si lo hay, porque no parece que entre las generaciones menores de cincuenta años vaya a salir una gran aportación política o moral. La última, la de la Puerta del Sol, da mucha penita. Pero la esperanza es lo último que se pierde.

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19 de diciembre de 2011
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Con silenciador

Ya no se hacen guerras así. Ahora son silenciosas. Con agentes secretos en tierra, camuflados entre la población, y luego el zumbido nocturno de los drones. Asesinatos selectivos ni siquiera reconocidos como tales: un tipo que desaparece de la puerta de su casa en Teherán, otro que fallece de un ataque cardiaco en un balneario de lujo. Accidentes aéreos o de automóvil, incendios de factorías, virus informáticos que paralizan la producción entera de una planta nuclear. Así son las escaramuzas, las batallas o las armas desplegadas de las guerras sigilosas de las que no tenemos información, que nadie declara ni reconoce y que, finalmente, ni siquiera cuentan con vencedores y derrotados reconocidos y reconocibles.

Esta nueva contienda con silenciador, vaga reminiscencia de la guerra fría, no barre de la escena la acción asimétrica de la guerra terrorista. Al contrario, viene exigida y retroalimenta la acción letal de los suicidas: ¿cuál es la respuesta a un ataque aéreo teledirigido? Es un grado más e incluso una corrección en la asimetría. L a ecuación de intercambio entre Hamás e Israel es elocuente sobre esta deriva. Cuando un soldado israelí vale 1.000 combatientes palestinos estamos a un paso de la abolición del riesgo humano en el combate: hay que hacer la guerra desde el ordenador, cómodamente instalado en la base. No hablemos del riesgo político: la guerra asimétrica declara vencedor a quien más muertos pone en la pelea y perdedor a quien aparentemente consigue sus objetivos bélicos apenas sin bajas. Todo se juega en quién mantiene más alta la amenaza y obtiene más valor propagandístico; es decir, en la capacidad de disuasión. De ahí que la mejor guerra huye de la retórica, se libra en silencio, se vence sin victoria y es solo eficacia con inmediatos resultados políticos. La última guerra como las de antes echa ahora el telón. Empezó hace nueve años con los bombardeos y el avance fulgurante sobre Bagdad. Terminó con el régimen de Sadam Husein en 21 días. El presidente que la declaró se proclamó vencedor en una escena de la que luego se ha arrepentido: descendió en un caza pilotado por él mismo sobre el portaaviones USS Abraham Lincoln, frente a las costas de San Diego en California, a miles de kilómetros de las aguas del Golfo, y allí pronunció un discurso bajo una pancarta donde decía ?Misión cumplida?, la frase que tuvo que tragarse. Lo peor todavía no había empezado en Irak. Con ataques similares a los que lanzó Al Qaeda contra las Torres Gemelas y el Pentágono el 11-S terminaban las guerras del pasado: eran el asalto final al corazón de la potencia enemiga. El siglo XXI recién inaugurado subvertía así la misma sintaxis de la guerra, de la que ahora, con el mutis final en Irak, tenemos el último y discreto episodio. Los soldados se van en silencio en el momento en que el silencio se apodera de la guerra.

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18 de diciembre de 2011
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Hitchens y "el año de vivir muriéndose"

Hace un par de meses, en un vuelo de Nueva York a Xalapa para entrevistar a Martin Amis, leí el capítulo que Christopher Hitchens le dedicó en Hitch-22. Era agudo, brillante, divertido; entregaba un perfil completo de uno de su mejores amigos, en el que hablaba con admiración de los múltiples talentos de Amis (la escritura, la seducción, los juegos de palabras) a la vez que no se cortaba a la hora de mostrar sus desaveniencias (el libro que Amis había escrito sobre Stalin le parecía deplorable). Era lo mejor que había leído sobre Amis en mi preparación para la entrevista.

Dio la casualidad que, en el bus que nos llevaba del aeropuerto de Veracruz a Xalapa (más de una hora), Martin Amis estaba sentado detrás de mí junto al historiador inglés Niall Ferguson. Hablaban de Dickens (Ferguson estaba dedicado a leer todas sus novelas). Luego se pusieron a hablar de las primaria republicanas y, cuando mi atención decaía, de la salud de Hitchens. Amis lo acababa de visitar en el hospital en Houston y lo había encontrado de buen ánimo. Su voz se quebró. Sabía que a Hitch le quedaba poco tiempo de vida; de hecho, todos lo sabíamos. Hitchens no solo no había escondido que su cáncer era terminal; también se había puesto a escribir detalladamente sobre sus últimos días, sobre eso que él llamaba "el año de vivir muriéndose". Decía que no quería que nada de la experiencia humana le fuera ajena; así, en textos tan lúcidos como conmovedores, a medio camino entre la crónica y el ensayo, fue armando uno de los mejores testimonios que tenemos sobre lo que significa convivir con la cercanía de la muerte.

En la oscuridad del bus, en un viaje que se alargaba, Amis y Ferguson cambiaron de tema pero yo me quedé pensando en "Unspoken Truths", un texto de Hitchens que había leído hacía unos días. Trataba de descubrir por qué me había llegado tanto. Quizás por esa mirada en la que, estando de vuelta de todo, una diagnosis de cáncer maligno era una novedad que, con el paso del tiempo, "como tantas variedades de la experiencia de vida", se convertía en algo banal. Quizás porque Hitchens decía que, en casos así, la presencia de la muerte no molestaba tanto como esa "risa disimulada" que creía percibir en "el espectro del eterno Lacayo" (la imagen le pertenece a T. S. Eliot, pero Hitchens la hizo suya como hizo suyos a Wilde, a Orwell, a Wodehouse...). Quizás porque ese texto, que lamentaba la pérdida de la voz, podía leerse literalmente: perder a Hitchens era perder a una gran voz. El escritor inglés era un gran conversador, pero también, en el estilo de su escritura, una voz singular, llena de ironía afilada, de malicia, de humor burlón, en un inglés expansivo. Sí, eso era, pensé, los grandes escritores son, sobre todo, voces que nos asaltan a cualquier hora, que nos hacen mirar las cosas como ellos las vieron (quizás lo habíamos pensado antes, pero esperábamos que llegara la voz justa para saber qué era lo que habíamos pensado). La voz de Hitchens era tan opuesta a la del sentido común que podía ser capaz de atacar la santidad de la Madre Teresa, y tan convincente y adictiva que era capaz de influir en ese sentido común y convertirlo en algo más extraño y a la vez más justo.

En "Trial of the Will", su último ensayo, Hitchens escribió que el problema no es morir sino irse muriendo de a poco. Es mentira ese lugar común nietzscheano de que "lo que no nos mata nos hace más fuertes"; en realidad nos hace más débiles, lo cual no significa que uno no deba combatir todos los obstáculos que la vida pone en el camino. Las debilidades de una enfermedad terminal son como una versión acelerada de lo que ocurre en la vida: "cada día que pasa representa un más y más despiadamente substraído del menos y menos". Sí, eso es: vivimos muriéndonos. El viaje en bus ha terminado, yo ya me fui de Xalapa y estoy en un hotel de Nueva York, son las dos de la mañana y hace poco que me he enterado de la muerte de Hitchens. Su voz se ha ido, su voz queda.     

(La Tercera, 17 de diciembre 2011)
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17 de diciembre de 2011
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Lista de libros para regalar en Navidad

libros en navidad ?(?) cuando le regalas a alguien un libro le estás diciendo muchísimo de sí mismo, de cómo le ves y de quién eres tú; para acertar siempre debes contemplar al otro, no es como regalar unos esquís que sólo le van a servir para eso y van a enriquecer su mundo? dice el editor Manuel Borrás (Pre-Texto). En un artículo ?El Cultural? hacen un elogio sobre la exaltación del libro como regalo navideño.    Además, hace una lista de los libros que aconseja para regalar esta Navidad:

Gargantúa y Pantagruel (Los cinco libros) François Rabelais Acantilado. 1.520 Pp. 49 e. La insumisión humorística a la gris escolástica tardomedieval se encarna en una fantástica pareja de gigantes, Gargantúa y su hijo Pantagruel, que llegan con el Renacimiento. Una obra maestra, a la vez sátira irreverente y fabulosoa historia de aventuras habitada por cretinos, borrachos y bribones, cuyos cinco libros edita por primera vez Acantilado en una edición prologada por el especialista Guy Demerson.  Ómnibus Jeeves P. G. Wodehouse Anagrama. 605 PP. 24?90 e. En estos tiempos de humor zafio, astracanadas y esperpentos, nada como el humor elegante y demoledor de Wodehouse y su omnipresente mayordomo Jeeves que, en esta ocasión, se convierte en De acuerdo, Jeeves, en consejero sentimental de un buen amigo del inefable Bertie Wooster, su jefe, mientras que en Júbilo matinal y Adelante, Jeeves demuestra cómo es posible salir sin rasguños de las situaciones más enrevesadas con inteligencia y sentido del humor.  Cuentos para un año Luigi Pirandello Nórdica. 3 vols.: 716 PP., 803 pp. Y 804 pp. 59?50 e. Estos tres volúmenes que se presentan en caja contenedora suponen un acontecimiento editorial en España al reunir por vez primera los cuentos completos del gran renovador de principios del siglo XX. Menos conocidos que su afamada producción teatral, guardan sin embargo la semilla de sus principales obras dramáticas y fueron las creaciones más queridas por un autor al que sus personajes nunca dejaron de buscar.  Bombas fuera (Historia de un bombardeo) John Steinbeck Capitán Swing. 207 pp. 18?50 e. Un informe propagandístico para tiempos de guerra es mucho más si lo firma Steinbeck.Bombas fuera es el resultado de un encargo que la Aviación estadounidense le hizo al escritor en el apogeo de la II Guerra Mundial y hoy se lee, gracias a esta edición exclusiva, como una trepidante epopeya aventurera y patriótica que es también un viaje a los primeros redobles de la naciente aviación bélica.  Tristram Shandy Laurence Sterne Alfaguara. 760 pp. 23?50 e. De ella dijo Javier Marías: ?Tristram Shandy es mi libro favorito: es, a un mismo tiempo, la novela clásica más cercana al Quijote y a la del siglo en que escribo; tanto su recuerdo como su frecuentación esporádica me producen un indefectible placer; puede abrirse por cualquier página con asombro.? Pues bien, el propio Marías traduce esta nueva versión del gran clásico de las letras inglesas publicado a fines del siglo XVIII en nueve volúmenes.  Hemingway. Homenaje a una vida B. Vejdovky/ M. Hemingway Lumen. 207 pp. 1 Cincuenta años después de morir, Hemingway sigue mostrando aristas desconocidas y fascinando a los lectores, pese a que su literatura ?en cierto modo, haya sido banalizada?, como apunta Vejdovky, autor de un álbum que confirma ?un ejercicio de valentía y una revelación de la memoria?: Como de memoria tiene mucho Mrs. Hemingway en París, de Paula Mclain (Alianza), novela sobre la primera mujer del escritor.  Cuentos de Navidad Charles Dickens Espasa Clásicos. 216 pp. 21?90 e. En 2012 celebraremos el bicentenario de un gigante llamado Charles Dickens y qué mejor para ello que una nueva edición de su Canción de Navidad, el gran hit, año tras año, de estas fechas. Pero aquí se reúnen también otros relatos navideños, menos conocidos e igualmente espléndidos: El carillón, El sepulturero y los duendes y Los siete viajeros pobres. Porque Dickens, a diferencia de Marley, está más vivo que nunca.  Vampiros VV.AA. Ilust. de Meritxell Ribas Mondadori. 431 Pp. 16 e. Devorados por el mainstream, es toda una sorpresa redecubrir las versiones clásicas de la primera figura del terror moderno: el vampiro. Esta edición nos abisma en los poemas vampíricos de Lord Byron, las intrigas de chupasangres de Conan Doyle o las doncellas nosferatu de Dumas. Y qué decir de las ilustraciones de Ribas, tan inconfundibles como inquietantes.  Metamorfosis Ovidio. presentado por G. Martín Garzo Alianza. 407 pp. 18 e. El fondo histórico de Alianza es un tesoro que cada tanto recupera en ediciones remozadas. Ahora agrupa clásicos bajo el lema de Libros Singulares, en tapa dura con presentaciones inéditas que brindan tándems de lujo: Tariq Alí y Hesiodo, Manguel y Séneca, Nancho Novo y Aristófanes u Ovidio y Martín Garzo quien nos guía por las hermosas páginas de su Metamorfosis.  Asterix y Obélix. La gran colección Albert Uderzo y René Goszinny.  Salvat. 64 Pp. c/u 16 e. c/u Leídos y releídos en mil batallas a lo largo de los años, los lectores de las viejas colecciones de Asterix y Obelix, tan entrañables pero no siempre bien editadas, esperaban desde hace tiempo una reedición de calidad como esta Gran Colección. Tomos más grandes y remasterizados, con imágenes y colores más nítidos y añadidos extra al final tales como planchas originales.  Obras literarias Álvaro Cunqueiro Biblioteca Castro. 2 Vols. I: 845. pp. 48 e. Vol II: 1.040. pp. 48 e. Al compás de la celebración de su centenario, estos dos volúmenes rescatan las ficciones completas del inimitable Cunqueiro. Escritor de fantasía desbordante, tan afín a la magia de la mitología gallega como a la clásica, si leyendo, por ejemplo, sus Crónicas del Sochantre, les recuerda Cien años de Soledad, no olviden lo que siempre decía Cunqueiro: ?Yo lo escribí antes?.  Tintín-Hergé. Una vida del siglo XX Fernando Castillo Fórcola. 384 pp. 23?50 e. Es posible que ningún ensayo retrate mejor que los cómics de Tintin lo mejor y lo peor del siglo XX. Fernando Castillo indaga en la vida de su creador, Hergé, es decir, Georges Remi (1907-1983), a vueltas con los mitos, los derechos humanos, el racismo y la libertad, sin olvidarse del colonialismo o la conquista de la Luna. 

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16 de diciembre de 2011
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Paul Auster vendría a Lima

Que venga Paul Auster, pero que venga con Sophie. Leo hoy en la última página del diario Gestión (no hay enlace), por Raúl Castro Pereyra, la siguiente noticia, que seguro alegrará -de concretarse- a miles de fanáticos de Paul Auster (espero que no terminen maltratados como los fans de Calle13). Dice lo siguiente:

Paul Auster es uno de los escritores de moda. Este año protagonizó una novela que él no escribió. La editorial Planeta ?fichó? en medio de un escándalo que dividió académicos, lectores y editores. El también guionista y director de cine norteamericano dejó Anagrama a cambio de US$ 1.3 millones. El fichaje más caro de la literatura estaría en Lima en febrero. Un recorrido por los países de la región podría traer a Auster, según reveló a Gestión Eugenia Mont, editora de Planeta-Perú. ?Nuestra apuesta es traer autores de renombre para las ferias de libro que hay en Lima. La idea es traer escritores con perspectiva, a fin de que se hagan más conocidos y ayuden a repotenciar sus ventas? agregó la editora (?) Mont indicó que pese a que no está aún conformada, Planeta traerá a partir de febrero la obra del escritor ?Ni se olviden de que se trata de un jale reciente? añade. Planeta publicará el íntegro de sus obras y también sus poesías. (?) Precisamente el 3 de febrero se estrenará la colección Auster en el mundo. Boklet, el sello de Planeta que comercializará la obra completa de bolsillo, tiene 12,000 puntos de venta entre España y América, reveló 20minutos de España. 

Eso sí, aunque la noticia del jale de Paul Auster por Planeta fue la noticia más trascendente de la Feria de Frankfurt pasada, la nota de Gestión comete dos infracciones. Primero, dudo que pese al US$1.3 millones, Auster sea ?el fichaje más caro de la literatura?. En todo caso, especificar. Esa cifra es chauchilla para los autores de bestsellers y algunos escritores norteamericanos, por ejemplo. Y en segundo lugar, faltó añadir que el contrato solo se refiere a las obras editadas anteriormente, pero que la esperada nueva novela de Paul Auster saldrá por Anagrama, como siempre. Eso sí, de confirmarse la llegada de Paul Auster a Lima sería una sorpresa mayor, una de las más atractivas primicias literarias en el páramo limeño, cuya última visita de ese calibre que recibió fue la de Claudio Magris hace un par de años.

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16 de diciembre de 2011
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IV. Obama y Supermán, alienígenas

Otra vocera de la línea dura republicana, Angie Meyer, afirmó, siempre en la cadena Fox, que este gesto tan poco noble de Supermán representa una absoluta falta de patriotismo y respeto para el país que un día le dio acogida, y una "inquietante metáfora del actual estatus económico y de poder que tiene el país en el mundo". Es decir, un país debilitado en la credibilidad de su poderío militar y económico, al que el traidor y malagradecido Supermán prefiere renunciar.

Bill O'Reilly, conductor del programa The O'Reilly Factor, que se transmite por la misma cadena Fox, tampoco se quedó callado, y dijo solemnemente que con ese tema no se juega. Y en el blog del Tea Party se lee textualmente: "Supermán ahora dice que renuncia a su ciudadanía estadounidense y que será solamente ciudadano del mundo. Es muy socialista de parte de Supermán eso de querer un mundo socialista con gente como Obama timoneando este movimiento".

La madre del cordero, está allí visible. Obama.  Sus furibundos adversarios cavernícolas lo consideran igualmente un personaje de historieta, y nunca han perdonado que un  ciudadano de raza negra, y por eso tan alienígena como Supermán, tal si igualmente hubiera llegado de las galaxias donde explotó el planeta Krypton, se haya colado en la Casa Blanca. Ahora quieren exigirle al presidente que pruebe que efectivamente nació en los Estados Unidos, y no en Kenya, si quiere ser candidato otra vez. Es decir, que no nació en Krypton.

El enemigo más acérrimo de Supermán se llama Lex Luthor. En algún número de la historieta este redomado villano ya ha alcanzado la presidencia de los Estados Unidos, gracias a sus malvadas artimañas.  Un candidato perfecto para oponerlo a Obama en las próximas elecciones presidenciales.

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16 de diciembre de 2011
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Luis Magrinyà, premio Otras Voces, Otros Ámbitos

Carátula del libro premiado Quizá el Premio Otras Voces, Otros Ámbitos, al mejor libro del año que haya vendido menos de 3,000 ejemplares, pueda considerarse un premio consuelo. Pero quizá, al contrario, pueda considerarse una resistencia contra las leyes del mercado y, además, como una merecida segunda oportunidad. El jurado es importante: lo conforman 100 personalidades del mundo literario español. No es fácil conseguir una segunda oportunidad. Luis Magrinyà y su Habitación doble lo consiguieron este año. Dice la nota de la editorial:

La última obra de Luis Magrinyà, Habitación doble, ha resultado ganadora del III Premio Otras Voces, Otros Ámbitos, promovido por Ámbito Cultural y Hotel Kafka, que se concede a la mejor novela publicada en 2010 cuyas ventas fueron inferiores a 3.000 ejemplares. La calidad de Habitación doble ya había sido reconocida en la última edición del Premio Ciudad de Barcelona, que le había sido otorgado en la categoría ?literatura en lengua castellana?.

Aquí el fallo del jurado

La obra Habitación doble, de Luis Magrinyà (Anagrama) ha resultado ganadora del III Premio Otras Voces, Otros Ámbitos, convocado por Ámbito Cultural y Hotel Kafka, que se concede a la mejor novela publicada durante 2010, en castellano y en España, cuyas ventas fueron inferiores a 3.000 ejemplares, y que supone ofrecerle una segunda oportunidad para estar a disposición de los lectores. Cien personalidades del sector editorial otorgan el Premio Otras Voces, Otros Ámbitos, que supone un reconocimiento a obras de gran calidad que, a juicio del jurado, merecen ser rescatarlas y devueltas a los circuitos comerciales. Además del aplauso público del sector, Habitación doble tendrá una campaña de redistribución a través de las 85 librerías de El Corte Inglés y de todas las que quieran apoyar la propuesta y sumarse a la tarea de darle visibilidad a la obra. El autor recibirá una escultura en bronce de Jaime Martínez conmemorativa del Premio. Con Habitación doble el lector se sube a un tren en marcha, desconocedor de su origen y destino. Atravesará estaciones destartaladas, pero el abandono, la oscuridad y la promesa constante de diversión convertirán su trayecto en una indagación sobre el sentido del viaje y la unidad de sus etapas que las convierte en parte de un único camino: una editora madura come en un restaurante con la madre de su novio, un jovencito cantante indie. Un electricista, de crucero por el Nilo con sus padres, acumula objetos en una caja: trozos de moqueta, piedras o manteles, para crear una instalación sobre su vida insignificante. Un periodista se cita en Ámsterdam con un exnovio, víctima reciente de una terrible violación. Un camello en apuros se refugia en la pedanía donde un antiguo amigo lleva algún tiempo recluido, en paro y asolado por la depresión. Tres franceses van en coche por la autovía a París y hablan del temor a no reconocer a los suicidas. Las memorias del padre del Carnicero de Milwaukee se convierten en lectura imprescindible de otro padre ansioso, sorprendido al descubrir que comparte con el memorialista ciertos puntos importantes de la concepción de la vida. Luis Magrinyà (Palma de Mallorca, 1960) ha definido Habitación doble como una ?instalación narrativa?, que combina situaciones, tiempos e identidades distintas, en una cadena con eslabones rotos pero que nunca deja de ser una cadena. Ganador del Premio Herralde en el año 2000 por su novela Los dos Luises, Magrinyà ha trabajado como traductor, lexicógrafo y editor. El Premio Otras Voces, Otros Ámbitos tiene un curioso y exhaustivo método de selección. Cada miembro del jurado, cien personalidades del mundo de la cultura (editores, escritores, libreros, críticos, periodistas, lectores profesionales?), selecciona libremente tres novelas a las que otorga 5, 3 o 2 puntos, y la obra que obtiene mayor puntuación resulta ganadora. Al no haber candidatos ni propuestas oficiales, la selección es el resultado del criterio del sector editorial La primera edición del Premio de Novela Otras Voces Otros Ámbitos recayó en Trabajos del reino, del escritor mexicano Yuri Herrera, editada por Periférica en 2008; y la II edición galardonó la obra Las primas de la escritora argentina Aurora Venturini, editada por Caballo de Troya en 2009. Para ambos libros el premio fue un revulsivo que los colocó de nuevo en las mesas de novedades.

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15 de diciembre de 2011
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El Boomeran(g)
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