Skip to main content
Category

Blogs de autor

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Diez años sin el detective salvaje

Dicen que la traducción al inglés de Nocturno de Chile -el debut de Roberto Bolaño en el mundo literario anglosajón- pasó prácticamente desapercibida el año de su publicación (2003): vendió menos de mil ejemplares en Inglaterra. Tres años después, Bolaño fue publicado en los Estados Unidos, y antes del fin de la década todo había cambiado: el New York Times eligió primero a Los detectives salvajes (2007) y después (2008) a 2666 como libros del año, con elogios desmedidos del establishment cultural norteamericano. Bolaño creció con tanta rapidez que ya nadie recuerda que hubo un momento en que los editores dudaban de si valía la pena traducirlo. Hoy, a diez años de su muerte, está en todas partes: el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona ha inaugurado la exposición del Archivo Bolaño, y hay congresos dedicados a explorar su obra en Santiago, Warwick y muchos otros lugares.

La construcción del mito ha sido tan feroz a lo largo de estos años que ha terminado por saturar a muchos: después de tanto culto hay autores de las nuevas generaciones que pregonan la necesidad de buscar influencias tutelares en otras partes, y han aparecido los críticos -sobre todo fuera del mundo cultural hispanoamericano- que se han preguntado si era necesaria la publicación de obras póstumas menores (en The New Republic, Sam Carter ha escrito que esas obras hacen que su legado se resienta y su reputación disminuya). Aun así, son más quienes lo defienden ciegamente y consideran intocable cada uno de sus párrafos y su actitud ante la vida: no faltan los adolescentes que han llegado a la literatura a partir de la visión romántica de Bolaño, y pululan los que, sin tener la obra (ni el humor ácido) del chileno, usan sus declaraciones como máquinas textuales de guerra y se la pasan disparando a sus contemporáneos.  

Resulta irónico que alguien tan conflictuado en su relación con el mercado se haya convertido en parte clave de aquello que detestaba. Bolaño hubiera sido el primero en indisponerse ante el culto a la personalidad desarrollado en torno a él. La mitificación es buena para la plaza pública pero no contribuye a mantener una obra vigente. Hay que ver cómo llevar las formas narrativas, el lenguaje y la temática de Bolaño a otros espacios, propiciar lecturas capaces de disentir sin por ello dejar de reconocer los grandes logros de un escritor necesario. Más que seguidores incondicionales o detractores absolutos, lo que se necesita son escritores, críticos y lectores capaces de enfrentarse a la obra de Bolaño con el mismo rigor que él exhibía en sus lecturas.   

El efecto Bolaño ha producido curiosidad en otros continentes por ver qué hay después de él en la literatura latinoamericana. Pero no nos engañemos: el verdadero beneficiario de ese efecto es el mismo Bolaño. A la manera de lo que ocurrió un par de décadas atrás con García Márquez y el realismo mágico, sobre todo de cara a otras lenguas, hay un proceso reduccionista que termina por hacer que la literatura latinoamericana sea hoy (casi) sólo Bolaño. Podemos quejarnos, pero es lo que hay. De modo que, hasta que pase ese proceso, celebremos que el autor chileno sea tan central y aprovechemos para leerlo con un poco más de distancia crítica.  

 

(La Tercera, 9 de marzo 2013)

 



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
19 de julio de 2013
Blogs de autor

La escuela coreana

No hay una escuela coreana de cine, naturalmente. En primer lugar Corea no es uno sino dos países, y del Norte lo ignoramos, cinematográficamente, casi todo. En cuanto a los cineastas del sur, muy prolíficos, los hay para todos los gustos, y gustan mucho en festivales; a España llegan a saltos las películas del género ‘gore', y de un modo constante las del quizá más conocido, Kim Ki-duk. La coincidencia en la cartelera de ‘Stoker', de Park Chan-wook, y de ‘En otro país' de Hong Sang-soo, así como el hecho de haber podido ver fuera la última obra, aún no estrenada aquí, de Kim Ki-duk, ‘Pietà', me mueve a escribir este artículo.

Fui a ver ‘Stoker' engañado por la publicidad y una parte de la crítica; a veces en nuestro país resulta difícil deslindar la una de la otra. Decían que el autor de la llamada ‘Trilogía de la venganza', de la que vi su decepcionante segunda entrega, ‘Oldboy' (2003), había atenuado la sanguinolencia y exploraba ahora el terror sugerido y estilizado de Hitchcock; de hecho, la película se presenta como un ‘remake' muy libre de ‘La sombra de una duda' (1943), y al propio Chan-wook se le llena la boca con el elogio del maestro anglo-americano, a quien debe, confiesa en una entrevista, su conversión en cineasta. Tampoco es muy original en esto; todos procedemos de Hitchcock, y el cine sin el autor de ‘Psicosis' sería un mundo arcaico y más rudimentario. Pero Chan-wook (que en otra entrevista a Jara Fernández en el número del pasado mayo de ‘Caimán Cuadernos de cine' también se reclama portentosamente de la obra de Jean-Pierre Melville) utiliza el nombre del dios ‘Hitch' en vano. ‘Stoker' parte de una sugerente historia de secretos familiares y promesas sicalípticas (las arañas que se adentran en el espacio púbico de la protagonista), pero en cuanto el argumento se desarrolla, a trompicones, y la caligrafía del director nos cansa con su brillante manierismo, nada queda. La película es puro efecto, y se diría que en este traspaso a Hollywood, siguiendo el camino de tantos otros directores asiáticos llamados al Oeste, Chan-wook se ha desfondado, logrando lo que parecían imposibles: que Mathew Goode, el estupendo actor británico que tanto nos sedujo (después de encarnar al joven Gerald Brennan en ‘Al sur de Granada' de Fernando Colomo) en ‘Match Point' de Woody Allen y en ‘Un hombre soltero' (‘A Single Man') de Tom Ford, resulte grotesco, y que una de las grandes intérpretes de todos los tiempos, Nicole Kidman, sólo haga gamberradas ante la cámara, sin duda consciente de que en serio todo sería aún peor. En cuanto a la heroína del film, la también australiana Mia Wasikowska, se trata de alguien cuyo tirón soy incapaz de entender; pertenece a la categoría del actor intenso-misterioso-hueco que más me enerva, y ya haciendo de Alicia en la fallida adaptación del clásico de Carroll por Tim Burton lo dejaba traslucir.

    Mucho más interesante es ‘En otro país', primera película que se estrena en España de un director de culto a quien los críticos más conocedores arriman a Eric Rohmer. Esta vez la conexión tiene su fundamento. Sang-soo es un minimalista irónico, un improvisador locuaz, y, como en Rohmer, detrás de su arquitectura formal tan discursiva y estudiada, se esconde la pura ocurrencia y una buena dosis de azar; el director (y guionista) escribe las secuencias que va a filmar cada día al alba, durante cuatro o cinco horas, rodando después no más de tres o cuatro. En esta película, su penúltima ya, hay variaciones. Está hablada mayoritariamente en inglés por actores franceses y coreanos, aunque la variación esencial es de estructura: la forman tres historias contadas (o escritas ante la cámara) por una joven guionista en apuros económicos, y si bien el pretexto de partida se hace irrelevante y algo cansino, lo que acaba atrayendo al espectador que no abandone el juego ‘marivaudesco' es la repetición del motivo, una francesa caída en Mohang, un feo pueblo costero, y las pequeñas adiciones y repeticiones que jalonan cada episodio. De este modo, las invariantes, el nombre de Anne siempre, el faro del que tanto se habla sin apenas verse, el socorrista seductor a la vez que inconstante, el adulterio, consiguen una ligereza matemática que, a fuerza de tesón, produce un efecto melódico.

    ‘En otro país' se hizo por y para Isabelle Huppert, y sin ella no existiría. La Huppert, de visita en Seul, se declaró admiradora de Sang-soo en un periódico, y aceptó después, al conocerse, rodar en condiciones de bajo presupuesto y limitado tiempo de rodaje este juguete galante al que ella aporta densidad y frescura. La sensación final que saqué es que el film, partiendo del patrón ‘rohmeriano' también establece, en su humor casquivano y su estatismo expresivo, un parentesco con la obra de Aki Kaurismäki.

   Respecto a Kim Ki-duk, se trata de un gran autor cuya obra hemos podido seguir con una regularidad insólita, que a la vez ha permitido comprobar su desigualdad artística. Películas como ‘La isla', ‘Samaritan Girl' o ‘Primavera, verano, otoño, invierno...y primavera' son muestras memorables de su universo cruel y refinado, tan patentemente orgánico como elíptico de intención. ‘Pietà', que ganó contra todo pronóstico el León de Oro en la última ‘mostra' de Venecia, es de una brutalidad a ratos casi insoportable y no está entre los mejores títulos de un director incansable en su producción. ¿Se verá en España, ahora que la distribución del cine de autor corre peligro de muerte?

Leer más
profile avatar
19 de julio de 2013
Blogs de autor

II. Los mondongos del rio Congo

En sopa es la única forma de disfrutar del mondongo en Nicaragua, como ocurre en otros lugares de América Latina y el Caribe, tal el caso de República Dominicana, Colombia, México, Costa Rica o Venezuela; y de otras maneras diferentes como en Perú, Argentina y Uruguay, pero en todos los casos se reconoce como un plato de esclavos africanos. Los mondongo, procedentes de la cuenca del río Congo, fueron llevados como esclavos a México y Haití, entre otros lugares de América.
Mondongo es todo lo que compone el estómago de los rumiantes: la panza o rumen; el bonete o retículo; el librillo u omaso; y el cuajar o abomaso, también pretina, a los que en nuestra clásica sopa de mondongo se agregan las patas y las manos de la res, que le prestan sustancia por su consistencia gelatinosa.
El secreto de un buen mondongo, dicen los sabedores, está en lavarlo con naranja agria y limón, pero no lo suficiente para que pierda por completo el tufito a boñiga. Lavado con detergente, como lo compraba yo en mis años de Berlín, se vuelve una herejía. Limpiado de pellejos y gorduras, se le pone una noche antes en agua, otra vez con naranja agria, limón, y sal para dejarlo así reposar hasta el alba, cuando se corta en trozos.

Leer más
profile avatar
19 de julio de 2013

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Leer a Javier Marías

La narrativa de Marías ha terminado por construir a su lector.

De pronto, nos hallamos en situaciones narrativas,observando con raro deleite la intrincada urdimbre donde reconocemos nuestro rostro, esa imagen del ser, en otra mañana, esa definición de este tiempo que busca ser leído como historia para ser tolerado como relato.  Javier Marías ha ampliado el campo de la mirada del lector, haciéndole ver - basta con el rabillo del ojo -, la célula narrativa de la que, al volver otra página, uno es capaz de formar parte. Es por ello que para devolverle la palabra, o la mirada, este coloquio se ha impuesto como una reflexión a medio camino: sobre aspectos de su obra pero también sobre el proceso íntimo de su lectura.

 

Detonante de este encuentro ha sido el libro de Heike Scharm (“El tiempo y el ser en Javier Marías, El ciclo de Oxford a la luz de Bergson y Heidegger”, publicado este año por Rodopi). Heike es alemana y norteamericana, graduada en francés y doctorada en español en mi Universidad, la de Brown, con una tesis sobre el tiempo bergsoniano y el ser heidegeriano en el Ciclo inglés, el de Oxford, de Marías. Por tanto, la precisión “a la luz” no es casual, aunque también podría haber sido “al claroscuro”-- tratándose del ver, que es el pensar, que va a dar a la novela. (Sobre esta poética de la mirada desencadenante he adelantado una nota a propósito de los cuentos de Marías en una entrada anterior de esta bitácora).

 

Para empezar esta encrucijada trasatlántica, contamos con Elide Pittarello, catedrática de la Universidad "Ca Foscari" de Venecia, a cuya inteligencia gentil debemos algunos de los primeros estudios de calado de la narrativa de Marías.  Enseguida, le tocará el turno a Jordi Gracia, catedrático de  la Universidad de Barcelona, y analista puntual de Marías, sobre cuyas novelas ha dejado vivo testimonio de lector mediterráneo. Continúa Heike Scharm, profesora de South Florida University,  con un resumen de su tesis meditativa.  Y para completar la figura contamos con Juan Luis Cebrián, de la RAE y El País, cuya apuesta por los trabajos de Marías es de larga data.

 

Al proponer a estos colegas reunirnos en Madrid para esta conversación, partía yo de una hipótesis: la obra de Javier Marías ha crecido en nuestras vidas y preguntarnos por su lectura es interrogar el sistema nervioso que todavía enciende a nuestra cultura.  No en vano sus novelas nos dicen que nos debemos a nuestra capacidad de esclarecimiento.

 

Tengo que confesarles que leyendo un tomo de esta saga he tenido la inquietante impresión de que si no leía hasta el final, cualquier cosa podría pasarle al personaje.  Su suerte, me pareció entender, dependía de mi lectura, y debía por tanto acompañarlo en su plazo episódico para que el ser sea y el tiempo no cese. Persona o personaje, uno y otro nos debemos a la suerte imprevisible de nuestra lectura. Después he entendido que nos retiene en estos libros su pasión de certidumbre, esa extraordinara convicción de que la mayor certeza se debe a la incertidumbre.

 

Hace cosa de 30 años, cuando yo era un joven profesor en la Universidad de Texas en Austin, nos visitó el más joven Javier Marías, que pasaba un semestre en Wellesly College. Me contó la historia que Uds. ya conocen sobre la sociedad de lectores del raro Arthur Machen, según la cual en Londres compró Javier un libro de Machen y a poco lo visitó un señor que se identificó como miembro de esa asociación y le pidió venderle el tomo que acababa de comprar porque, dijo, la sociedad estaba dedicada a recobrar todos los ejemplares de Machen para que nadie los leyera.  Sospecho que había en ello una amenaza, y Javier devolvió el tomo. Pero como en todo lo de Marías, hay otra vuelta de tuerca que prologa la ficción. Resulta que mi amigo el  escritor peruano Luis Loayza, experto él mismo en el arte de desaparecer, acababa de traducir dos novelas de Machen que publicó Alianza, con lo cual, alarmado por su seguridad, le alerté de la parábola de Javier, con la inobjetable explicación de que si comprar un libro de Machen era peligroso, multiplicarlo en una traducción, era casi un suicidio. Me temo que la alarma contribuyera a que Loayza dejara Ginebra y se mudara a París.

 

Javier Marías hará, si le apetece, algunos comentarios, y tendremos, si les parece, una sesión de preguntas y respuestas. Gracias son debidas al Instituto Cervantes por acogernos en esta espléndida sala; a los participantes,  aquí por amor al arte del diálogo; y a Uds. por estar en esta su casa.

 

(Presentación del coloquio "Una celebración de la lectura de Javier Marías" organizado por el Proyecto Transatlántico de la Universidad de Brown en colaboración con el Instituto Cervantes. Madrid, 16 de julio, 2013)

                        

 



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
19 de julio de 2013

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

¿Boicot a Israel?

No hay que leer este artículo hasta el final para dar con la respuesta. Rotundamente: no hay que boicotear a Israel. Y no debe hacerlo, sobre todo, quien desee la creación de un Estado palestino, que viva en paz y seguridad junto al Estado judío, plenamente reconocido por todos sus vecinos.

La campaña denominada BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones), lanzada hace ocho años por más de 170 organizaciones civiles palestinas para presionar en favor del retorno de los refugiados palestinos y por la plena igualdad de derechos entre árabes y judíos, complace a los más radicalizados de ambos bandos, a los palestinos que rechazan la existencia de Israel y a los israelíes que rechazan la existencia del Estado palestino.

Hay muchos argumentos para combatir el boicot a Israel. ¿A cuántos países habría que someter a boicot por incumplimientos probados o presuntos de la legislación internacional y de las convenciones sobre derechos humanos? La mejor explicación sobre los orígenes de la campaña es también un argumento sobre su escasa legitimidad moral: en cierta forma ha venido a sustituir la acción bélica y terrorista, que tenía como objetivo destruir Israel, por una actividad militante pacífica que persigue idénticos fines. La Comisión Europea no está para hacer boicot alguno al Estado de Israel, sino para actuar como guardiana de los tratados y ejecutora de las decisiones del Consejo y el Parlamento Europeo. Con esos títulos acaba de aprobar unas directrices sobre la adjudicación de subvenciones, becas y ayudas financieras a instituciones israelíes que excluye a las entidades radicadas en los territorios ocupados de Gaza y Cisjordania y que ha sido recibido en Israel como si fuera parte de la campaña BDS.

Las directrices se aplicarán a partir del 1 de enero, pero solo afectarán a las ayudas que salgan del presupuesto europeo y que puedan otorgar la Comisión Europea, las agencias ejecutivas de la UE o cualquier otra entidad con autoridad para aplicar el presupuesto. En nada obligarán a los Estados socios, ni a sus autoridades fiscales y aduaneras ni mucho menos a las empresas públicas o privadas.

Pero son sin duda un precedente, en realidad la primera ocasión en que la UE pasa de las palabras a los hechos, puesto que obligará a quienes quieran obtener algún tipo de ayuda a firmar una declaración por la que se comprometen a cumplir con las directrices, a riesgo de someterse a un procedimiento y a una sanción. Nunca hasta ahora la UE había trasladado su rechazo a la ocupación de Gaza y Cisjordania a sus políticas presupuestarias o comerciales. El intenso comercio entre la UE e Israel, incluidos los territorios, no es objeto de control alguno sobre su origen por parte de las autoridades europeas, de forma que buena parte de la producción de los colonos recibe el trato preferencial concedido por Bruselas a Israel sin que sean de aplicación las restricciones que deberían desprender de la legislación europea.

Las directrices han sido redactadas pensando, sobre todo, en el programa marco de investigación de la UE para los próximos siete años, denominado Horizonte 2020. Israel se benefició con 750 millones de euros del anterior programa plurianual, entre 2007 a 2013, que fueron a parar a 1.900 proyectos de investigación, y recogieron el 1'5 por ciento del conjunto de inversiones europeas en investigación.

Las directrices no son un capricho de la Comisión, sino que responden a posiciones de los Estados miembros y del Parlamento, así como a los cambios producidos sobre el territorio. Desde la aprobación en 2005 del anterior programa marco, Israel ha creado y reconocido la Universidad de Ariel (14.000 estudiantes) en la colonia de Kedumim, de forma que a partir de ahora no podía haber duda alguna de que el dinero de los presupuestos europeos iría directamente a una universidad de los colonos en los territorios ilegalmente ocupados.

Las directrices han sido acogidas con enorme disgusto por el Gobierno israelí. Su primer ministro Benjamin Netanyahu ha respondido con el disparate de que es Israel y no la comunidad internacional quien determina sus fronteras. Otros han ido más lejos y han blandido de nuevo el espantajo del antisemitismo e incluso del nazismo para atacar a los europeos. Hay una opinión israelí, en cambio, que considera esta toma de posición europea como una señal de esperanza. Intelectuales como Amos Oz, Abraham Yehoshua, David Grossman o Shlomo Ben Ami, o el judío estadounidense Peter Beinart, consideran que hay que aplicar la campaña BDS, pero solo a los territorios ocupados, y no solo por razones de justicia y legalidad internacional, sino ante todo para legitimar la existencia del Estado de Israel y garantizar su futuro como Estado judío y democrático.

No hay que boicotear a Israel. Hay que aplicar con firmeza las directrices de la Comisión Europea que excluyen a los colonos de los territorios ocupados de un trato similar al que reciben los ciudadanos de la UE.



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
18 de julio de 2013
Blogs de autor

…en la misma montaña

El paleontólogo Eudald Carbonell co-director de Atapuerca reitera en una entrevista en un diario barcelonés su convicción de que un día los humanos nos comportaremos respondiendo a intereses de la especie, en lugar de responder a meros imperativos de subsistencia individual o de conveniencia grupal. Ese día las diferencias contingentes ("color de piel, lugar de nacimiento") serán variables secundarias, de tal manera que -cabe decir- la humanidad empezará a sentar las bases de su realización. La humanidad que nosotros constituimos...y algo más, pues como ya he tenido ocasión de comentar aquí mismo, el descubrimiento de que el genoma de hombre de Neandertal presenta la misma mutación en el gen FOXP2 que en homo sapiens constituye una de las condiciones de la articulación lingüística, hace que -sin subordinar lo esencial- la causa del hombre pueda hoy entenderse como causa de todo un grupo de homínidos. Todos aquellos cuando menos que (marcados por el hecho determinante de la techne) comparten con nosotros, "capacidad de socialización, herramientas, vida en grupo", de tal manera que a la pregunta "¿qué le gustaría encontrar en Atapuerca?" Carbonell puede dar la bella respuesta siguiente: "Ya tenemos Homo erectus, Homo antecesor, Homo heidelbergensis...y ahora me gustaría hallar un neandertal y así reunir a todas las humanidades en la misma montaña".

Leer más
profile avatar
18 de julio de 2013
Blogs de autor

I. De mondongos y canales

Leyendo la novela Mariposas para los muertos de Diane Wei Liang, me he encontrado que en China el mondongo es un plato muy popular, que se sirve en mondonguerías de escasos lujo como en Nicaragua; se le conoce en Pekín como badou, y viene desde los tiempos de la dinastía Qing. Después de hervido y cortado en tiras, restregado con sal gruesa, se sirve con una salsa de vinagre, ajonjolí, chile y especias. Pero la verdad es que se come en todas partes del ancho mundo: los callos a la madrileña, las tripas de Caen, el lampredotto italiano; y lo mismo en Portugal, y Escocia.
Cuando las legiones de chinos vengan a abrirnos en canal, esa inmensa zanja de océano a océano que partirá en dos a Nicaragua, y que según se anuncia tendrá 300 kilómetros de largo, más de medio kilómetro de ancho, y 30 metros de profundidad, suficiente para ahogarnos todos, al menos no nos enseñarán nada nuevo con el mondongo, que tiene su cuna en Masatepe, el pueblo de la meseta cafetalera donde nací.
La prócer del mondongo masatepino es doña Néstor Arias, una señora de pequeña de estatura y rubicunda de cara, que en los años cincuenta del siglo pasado recorría las calles entregando a domicilio su sopa en pequeñas porritas que daban para raciones individuales, antes de abrir en el barrio de Veracruz su célebre mondonguería. Hoy, los sábados y domingos hay grandes romerías que concurren desde todas partes de Nicaragua a las que regentan los descendientes de doña Néstor.

Leer más
profile avatar
17 de julio de 2013

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

El vaquero indomable

Año 1955. En un punto indeterminado del gran desierto atravesado por el río Bravo y que se extiende por Texas y Nuevo México para luego atravesar la frontera y adentrarse en México, el joven cowboy Jack Burns se está preparando el almuerzo antes de levantar el campamento para seguir su camino. Todo lo que posee en la vida está a la vista: una yegua joven y a medio domar; una silla de montar, un viejo saco de dormir y unas alforjas del ejército en las que guarda la sartén y el cazo con los que cocina los pocos alimentos que le restan. Posee además un sombrero negro, un rifle y una guitarra, y en el bolsillo guarda un puñado de dólares ganados a cambio de haber pasado casi un año cuidando ovejas (el oficio más degradante para un cowboy de verdad).
El conflicto, el irresoluble conflicto, no tarda en estallar: su amigo Paul Bondi ha sido condenado a dos años de prisión por negarse a inscribirse en la caja de reclutamiento, una especie de organismo de reserva que el Ejército de Estados Unidos, recién terminada la Guerra de Corea, tenía mucho interés en mantener activo y muy nutrido en previsión de lo que ya se veía venir: la Guerra de Vietnam y los movimientos antibélicos, anti sistema y anti todo que se iban a generalizar durante las décadas de 1960 y 1970. Bondi está a punto de ser trasladado de la prisión estatal a un penal federal y la idea de Jack Burns consiste en hacerse detener esa misma tarde para luego fugarse (de ahí las dos afiladas limas que oculta en sus botas vaqueras) y llevarse consigo a su amigo. En ese momento el cowboy y su clásico concepto de la vida (individualismo feroz, íntima relación con la naturaleza y rechazo visceral de la civilización y sus odiosas servidumbres) ya son tan anacrónicos como desplazarse a caballo o pensar que se puede plantar cara al Estado y sobrevivir.
Jack, en efecto se hace encarcelar a despecho de que él mismo es un prófugo porque tampoco se ha inscrito en la caja de reclutamiento, aparte de que tanto él como su amigo Bondi están en la lista negra de FBI desde su época en la universidad por haber fundado un grupo anarquista del que, además de ellos dos, formaban parte unos individuos todavía no identificados y llamados H.D. Thoreau, P.B. Shelley y Emiliano Zapata. Esta es la parte más ideológica del libro y quizá la más árida, más que nada porque el lector tiene la sospecha de que eso mismo podría haberse contado de forma más sucinta: el conflicto es, en resumidas cuentas, que si bien Paul Bondi agradece mucho el gesto de su amigo, se niega en redondo a acompañarle porque ello equivale a condenarse a una vida de persecución, acoso y salto de mata. Él tiene esposa e hijo y si firma determinados papeles, puede ver sustancialmente reducida su condena de dos años.
En esencia, ése fue el gran dilema que se les planteó a los movimientos de jóvenes anarquizantes y libertarios que tanto iban a proliferar en los años siguientes: frente a la feroz intransigencia del Estado (también conocido como Sistema y demás términos similares) cabía la posibilidad de ir al choque frontal, que por ejemplo fue la desgraciada vía elegida por los Black Panthers antes de ser exterminados sin misericordia, o bien elegir ese tipo de oposición más suave y acomodaticia encarnada por la hoy tan denostada vena irónica de rebeliones como la de Mayo del 68, aunque también se podía negar el sistema a fuerza de consumir cannabis y ácido lisérgico antes de acabar en California con flores en la cabeza.
Burns, evidentemente, rechaza los argumentos acomodaticios de su antiguo camarada y, con la ayuda de las limas y de dos indios navajos encarcelados por acosar a una dama blanca cuando iban borrachos, se escapa de la cárcel, recupera su yegua y huye al desierto con la esperanza de poder alcanzar la zona de grandes bosques que se abren más allá de los áridos e intrincados cañones que desembocan en el río Bravo.
Quienes tuvieron la curiosidad de leer La banda de la tenaza, publicada por esta misma editorial, ya saben cómo se las gasta Edward Abbey cuando centra la acción en las soledades del desierto y se complace en describir la integración del paisaje en la ética vital del fugitivo, para el que lo primordial es cómo llegar vivo al día siguiente pese al acoso de un ejército de policías locales, estatales, forestales y federales que se valen de radios móviles, vehículos todo terreno, avionetas e incluso un helicóptero prestado por un general al que le entusiasma ametrallar anarquistas. Y todo por apresar a un pobre tipo que se ha fugado de la cárcel.
Son antológicas la relación del cowboy con su yegua, y los riesgos que afronta con tal de no sacrificarla pese a que más le estorba que ayuda en la fuga, o la descripción de la caza de un ciervo y el banquete a que da lugar esa captura, con el siseo de la carne sobre la brasa y el humo cargado de aromas disipándose en los cañones. Una magnífica novela del Oeste.
Se entiende que a Kirk Douglas le entusiasmase  y que recurriese al genial Dalton Trumbo para que le escribiese Lonely Are the Brave (Los valientes andan solos) la mejor de sus películas. Para consuelo de acérrimos, existe la posibilidad de encontrar de nuevo a Jack Burns en sucesivas novelas de Edward Abbey, o rebuscar en la de la tenaza porque hacía allí un breve cameo.

El vaquero indomable
Edward Abbey
Traducción de Juan Bonilla
Berenice



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
17 de julio de 2013

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Sólo escapé yo para traerte la noticia

Había una vez en el país de Us un hombre llamado Job, sencillo, cabal y temeroso de Dios. En la primavera de 1928, Joseph Roth decidió que ese inicio, padre y modelo de todos, sería el suyo y concibió su novela “Job”. Enseguida escribió a Félix Bertaux: “Trabajo en mi nueva novela. Será una sensación y me haré de un solo golpe rico y famoso”. Y fue verdad, salvo de lo rico, que ahora importa poco. Resolvió el principio, siempre tan importante, y dejó para luego el milagro. Hay en Job tanta riqueza que ha dado abasto a sus lectores durante milenios, y seguirá haciéndolo mientras siga la vida inteligente sobre esta tierra.
 
Hay un motivo que se repite hasta tres veces en el primer capítulo del libro de Job. Sólo escapé yo para traerte la noticia. Siempre me ha parecido que esa interpelación contiene toda la literatura posible. Sólo yo y una noticia para ti. ¿Qué más hace falta? Nada, salvo lápiz, papel y goma de borrar, como dijo aquel cazador acomplejado en todos los continentes por la ficción trágica y risible de si sería lo bastante macho.
 
Leo otra vez Pastoral iraquí, de Baltasar, y sigo sorprendido. Sabíamos del editor, del articulista y del comunicador, pero no esperábamos al novelista, y menos al de largo aliento. Y eso que la novela se la suponemos fatalmente y con escasa duda a todo humano letraherido que nada, corre y vuela, por no mencionar a los que están quietos, que llevan más de una y van a reincidir hasta el amanecer.
 
Ésta sucede durante una guerra reciente en la tierra antiquísima de Job y Gilgamés, y tanta ambición no puede ser casual. Contiene la peripecia de un hombre que aprende a rezar, y a llegar al corazón de las tinieblas, y a mentir al prójimo como a sí mismo, y la de muchos otros que se han perdido en una guerra narrada en un ambiente febril que recuerda en algún trazo sudoroso y sofocante al que habita en los grandes folletines de crímenes y castigos. Dijo el estoico Marco Aurelio que la vida es como guerra en país extranjero, y todos esos hombres han escapado solos para darnos la noticia.


[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
17 de julio de 2013
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.