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Asuntos metafísicos 1. El legado de andrónico de rodas

Por 6 de agosto de 2013 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Víctor Gómez Pin

Preliminar

 

Retomo a partir de esta columna, y durante un tiempo ilimitado, asuntos ya parcialmente  tratados y que ahora presentaré de tal  manera que   el conjunto  pueda llegar a constituir una ordenada introducción a ciertos problemas fundamentales de la filosofía, asuntos que cabe tildar de metafísicos, siempre que el calificativo sea liberado  de  connotaciones con las que desgraciadamente se ha visto en ocasiones recargado. No se trata pues de plantear temas nuevos sino de corregirlos y ensamblarlos. Durante las entregas primeras intentaré sobre todo ilustrar  la disposición de espíritu que cabe tildar de "metafísica", y a un momento dado iniciaré un tratamiento sistemático. Se impone en primer lugar una consideración sobre  el origen del término "metafísica",  algo trivial quizás  para los estudiantes de filosofía, pero que no es ocioso reiterar (ya he hablado aquí sobre ello),  entre otras cosas porque estas reflexiones no están exclusivamente destinadas a los mismos.      

                                                                      ***

 Andrónico de Rodas, peripatético que  vivió en el siglo I antes de Cristo y ordenó con espíritu sistemático las obras de Aristóteles, se encontró con una serie de escritos sin nombre, lo que dificultaba su catalogación.  Mas al considerar el contenido y apercibirse   de que para su intelección cabal era conveniente  leer antes  los escritos  aristotélicos relativos a cuestiones de física,  Andrónico denominó al conjunto con la frase "de los [libros] que  vienen tras-meta- los de   física"  

Así pues, Metafísica es, sino ante todo, al menos de entrada, aquello que designa como tal ese recopilador griego de las obras de Aristóteles, a saber, una vía en la  que conviene  introducirse con las alforjas suficientemente provistas de datos procedentes de la ciencia física. Esto es lo que hay que retener, aunque obviamente la cosa puede hacerse más compleja y alcanzar incluso extremada sofisticación. Sofisticado es, por ejemplo, el conjunto de reflexiones que Martin Heidegger reúne bajo el título precisamente de  ¿Qué es metafísica?, a las que ya me he referido aquí. Recordaré lo esencial de su enfoque:

Heidegger nos anuncia que se dispone a abordar una pregunta metafísica concreta. Buen comienzo parece desde luego: no andarse por las ramas, enterarse de lo que es nadar en la propia lucha por no quedar sumergido. Sin embargo el autor nos dice que se impone un preliminar: "Nuestro propósito es comenzar con el despliegue de un preguntar metafísico, elaborar después dicha pregunta y terminar con su respuesta".  ¿Qué es un preguntar metafísico? Sugiero  al lector  seguir los meandros del propio texto  de Heidegger,  del que hay en Castellano al menos  una excelente traducción,  y prosigo en el asunto por mi cuenta:

Un preguntar metafísico es desde luego, entre otras cosas la focalización sobre  interrogantes que siempre han acompañado al pensamiento y que  siguen torturándolo, ya sea porque  nunca  han sido  aclarados, ya sea  porque la aclaración no ha hecho más que provocar nuevas perplejidades .

Obviamente  "metafísico" es también un preguntar sobre aquello  que de novedoso, y a la vez determinante  para la vida de este singular animal que constituimos,  haya podido surgir en nuestro tiempo. Y hay desde luego que pensar aquello que impide asumir la actitud que acabo de esbozar: hay que pensar aquello que impide pensar  y, en la medida de lo posible, hacer de esta reflexión un arma que contribuya a eliminar esa restricción.

Parece incluso necesario enfatizar la importancia de este último extremo, pues lo que impide pensar es una calamidad para los intereses de nuestra especie, por no decir el mal mayormente atentatorio para ella.  Sigue en efecto habiendo  razones para  suscribir enteramente la sentencia con la que Aristóteles abre precisamente el primer libro del conjunto de escritos denominados "Metafísica", según la cual pensar, pensar con toda radicalidad, constituye una exigencia inscrita en la naturaleza humana, y en consecuencia concierne a todos aquellos que participamos de la misma.  Cada ser humano desea que se actualice su condición natural en el acto de pensar, es decir, en el acto  de   subsumir  las cosas bajo conceptos y de explorar las posibilidades de las palabras de las que esos conceptos son polo constitutivo. Y ello, como ya he tenido ocasión de sostener aquí mismo,  al igual que  el  águila tiende a volar o el caballo tiende a galopar. Teniendo como particularidad de su especie esas facultades que son el lenguaje y la razón, el animal humano se realiza cuando las despliega y fertiliza, por ejemplo forjando metáforas o sintetizando fórmulas.

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Víctor Gómez Pin

Victor Gómez Pin se trasladó muy joven a París, iniciando en la Sorbona  estudios de Filosofía hasta el grado de  Doctor de Estado, con una tesis sobre el orden aristotélico.  Tras años de docencia en la universidad  de Dijon,  la Universidad del País Vasco (UPV- EHU) le  confió la cátedra de Filosofía.  Desde 1993 es Catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), actualmente con estatuto de Emérito. Autor de más de treinta  libros y multiplicidad de artículos, intenta desde hace largos años replantear los viejos problemas ontológicos de los pensadores griegos a la luz del pensamiento actual, interrogándose en concreto  sobre las implicaciones que para el concepto heredado de naturaleza tienen ciertas disciplinas científicas contemporáneas. Esta preocupación le llevó a promover la creación del International Ontology Congress, en cuyo comité científico figuran, junto a filósofos, eminentes científicos y cuyas ediciones bienales han venido realizándose, desde hace un cuarto de siglo, bajo el Patrocinio de la UNESCO. Ha sido Visiting Professor, investigador  y conferenciante en diferentes universidades, entre otras la Venice International University, la Universidad Federal de Rio de Janeiro, la ENS de París, la Université Paris-Diderot, el Queen's College de la CUNY o la Universidad de Santiago. Ha recibido los premios Anagrama y Espasa de Ensayo  y  en 2009 el "Premio Internazionale Per Venezia" del Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti. Es miembro numerario de Jakiunde (Academia  de  las Ciencias, de las Artes y de las Letras). En junio de 2015 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad del País Vasco.

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