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Eder. Óleo de Irene Gracia

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Todo se juega en enero

El nuevo año suele ser ocasión para pavimentar el infierno de deseos excesivos y abstractos. Bastaría que nada empeorara para darnos alguna satisfacción ?ninguna guerra nueva como la que acaba de estallar en Sudán del Sur? o al menos que no se rompieran las negociaciones de paz y de desarme en curso, único camino para alumbrar algún acuerdo definitivo en el transcurso de 2014. Ahora mismo hay tres procesos de negociación, uno por abrir y dos ya inaugurados, todos ellos en el mismo vecindario geográfico de Oriente Próximo. El más antiguo, más de 20 años ya, es el que pretende obtener el reconocimiento de dos Estados seguros y viables, con fronteras aceptadas por todos, uno para los israelíes y el otro para los palestinos. El más reciente, el que persigue el desarme nuclear de Irán en unas negociaciones que encabezan las seis principales potencias. El último, todavía por inaugurar, el que debería sentar en una mesa de negociación al Gobierno de Siria con representantes de las fuerzas de oposición, enemigos irreconciliables en una guerra civil que entra ahora en el tercer año de duración y amenaza con terminar con la misma existencia del país. Todos ellos deberán contar con episodios resolutivos este mismo mes de enero, de ahí que en las próximas semanas podremos saber si 2014 empieza ya descarrilado o nos depara algo nuevo. Hoy mismo el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, en viaje a Israel y Palestina, ofrecerá una vez más a las dos partes unas condiciones finales para esa paz en la que nadie aparenta creer. Este mes deberán empezar a aplicarse los acuerdos provisionales cerrados en Ginebra sobre el programa nuclear de Irán, de cuyo buen funcionamiento dependerá que llegue a buen puerto el acuerdo definitivo, que tiene una fecha indicativa, aunque no obligatoria, el próximo noviembre y cuenta con unos adversarios temibles en los halcones de Washington y de Teherán. También en enero, concretamente el 22, está convocada en Montreux (Suiza) una cumbre de ministros de Exteriores sobre Siria, a la que han sido ya invitados 30 países, aunque no está garantizada ni bien definida la presencia de las dos partes en conflicto. Es tan claro como lejano el objetivo: una transición en paz a un régimen pluralista. Moscú y Washington están comprometidos en los tres procesos en distinto grado y manera. Rusia tiene la mano en el proceso de paz en Siria y sobre todo en el actual desarme químico. Estados Unidos es el único que cuenta para Israel en su relación con los palestinos. En el desarme nuclear de Irán, fundamental para los otros dos procesos, pesa mucho Washington pero también Rusia y la Unión Europea. Si los tres prosperaran en 2014, alumbrarían un cambio geopolítico de los que hacen época: Rusia estaría de vuelta en el escenario, EE UU ya podría situar el eje de su política global en Asia y, sobre todo, la idea de un nuevo concierto de las naciones empezaría a abrirse camino en el mundo árabe e islámico. Para 2014 sería más que suficiente.



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2 de enero de 2014
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Viaje al país del siempre jamás / III. La puerta del futuro

1979. Hay puertas de puertas para entrar al futuro, la revolución es una de ellas, y no se abre sino muy de vez en cuando. En el mismo Paraninfo de la Universidad de donde salimos en manifestación la tarde de la masacre veinte años atrás, en otro mes de julio, soy juramentado como miembro de la Junta Revolucionaria de Gobierno de cinco miembros. León liberado, capital provisional, una trinchera en cada boca calle, bulle este 19 de julio de guerrilleros adolescentes que se pasan el santo y seña.

Somoza ha huido a Miami con su familia y sus secuaces y la Guardia Nacional se ha desbandado. En las pantallas de televisión Sandino se quita y se pone el sombrero en una vieja toma de archivo de Movietone de pocos segundos. Y al día siguiente estamos ya en Managua, un viaje bajo un cielo ardiente sin nubes a bordo de unos Mercedes negros quitados a jerarcas del régimen.

Y otra vez, la sordera. No hay sonidos en el aire cuando subidos a un camión de bomberos rojo encendido avanzamos por las calles desiertas hacia la plaza donde está todo el mundo y de pronto estalla el bullicio y las campanas de la catedral repican. La historia seguirá siendo escrita por los sobrevivientes porque quienes tejieron la urdimbre de este día quedaron en el camino, empezando por Erick y Mauricio, mis dos compañeros de banca, y Jorge Navarro, mi otro compañero de banca que dejó el aula para irse a la guerrilla y murió en las selvas de Bocay con los pies engusanados. Son miles atrás en el camino.

Ésta es una revolución de los muertos que pesará sobre las espaldas de los vivos ahora que pretendemos un mundo que no se parezca a ningún otro del pasado. Improvisación y locura. Hay que alfabetizar en pocos meses, acabar con la poliomielitis repartir la tierra hoy, no mañana. El futuro es concreto y lo imposible no existe: tomemos en serio la revolución pero no nos tomemos en serio a nosotros mismos, decían las paredes de la Sorbona, y esa fue una regla de oro que seguimos con alegría desde el nuevo poder hasta que llegamos a olvidarla. Cada vez que un ideal se convierte en decreto, algo de ese ideal se pierde, y cuando ese decreto se aplica, se pierde aún más, advertía Pasternak. Nadie estaba para oír advertencias pero la burocracia es un animal sordo y ciego que se alimenta de papeles, leyes, decretos, reglamentos, circulares.

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2 de enero de 2014
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La España africana

No me atrevo a llamar a Lorenzo Silva africanista, ni desde luego africano, aunque se trate, naturalmente de dos adjetivos por nada del mundo despectivos. Digamos en cualquier caso que Silva, además de sus numerosas y reconocidas novelas, ha mostrado interés y ha escrito en más de una ocasión sobre el norte de África, siendo su nuevo libro ‘Siete ciudades en África. Historias del Marruecos español' una especie de suma de sus saberes sobre una zona que demuestra conocer bien, entender y apreciar, sin dejarse llevar en su mirada por la pasión o el recelo que tan a menudo enturbian la relación de los vecinos que se han amado, odiado, conquistado y necesitado a lo largo de siglos. Editado por la Fundación José Manuel Lara, y acompañado el texto de una rica serie de mapas, fotografías e ilustraciones (son especialmente vistosas las pinturas y carteles del artista granadino Mariano Bertuchi), el lector encontrará en sus más de doscientas páginas un recorrido por las siete ciudades del título, Ceuta, Larache, Tetuán, Xauen, Melilla, Nador y Alhucemas, guiado por el autor, solvente historiador no académico que va hilando muy sutilmente las geografías y los hechos bélicos hasta completar el cuadro de las últimas contiendas coloniales, el Protectorado español, la guerra civil del 36 y la posterior independencia marroquí.

   De las siete ciudades se destacan sus peculiaridades (en el capítulo de Melilla es de especial interés lo referido a su hermosa arquitectura modernista), pero la más fascinante resulta Xauen (o Chefchauen), por donde tantos españoles han pasado en busca del asequible paraíso artificial de sus hierbas. Silva cuenta los misterios de esta pequeña ciudad situada entre dos montañas y legendaria por su impenetrabilidad y misterio, rescatando y comentando atinadamente los escritos sobre ella de dos viajeros del XIX, el francés Charles de Foucauld y el periodista inglés, corresponsal del Times de Londres durante más de treinta años, Walter B. Harris, una figura en sí misma tan novelesca que George Lucas lo hizo personaje de una de las películas de la saga de Indiana Jones. Es, con todo, nuestro compatriota Arturo Barea, gran novelista muerto en el exilio, quien adquiere en el libro un importante correlato, dado que sirvió en su juventud como sargento del ejército español en las guerras del Rif, dejando en la segunda parte de su trilogía ‘La forja de un rebelde' testimonio muy elocuente de las brutalidades que observó.

   Hay también en ‘Siete ciudades en África' retratos atractivos de los principales soldados que por aquellas tierras guerrearon. Entre los nativos aparecen recurrentemente los dos jefes rebeldes Raisuni y Abd el-Krim (y antes que ellos, a principios del siglo XVI, la aguerrida corsaria tetuaní Aixa), al lado, como enemigos o, según las circunstancias, aliados, de nuestros generales: Berenguer, Jordana, Silvestre, sugestivamente pintado en su enigmática muerte, y el mismísimo Francisco Franco. Silva abre y cierra el libro de modo emocionante, con una cita de Joaquín Costa ("El estrecho de Gibraltar no es un tabique que separa una casa de otra casa; es, al contrario, una puerta abierta para poner en comunicación las dos habitaciones de una misma casa") y una coda personal a la vista de un pelado promontorio entre Nador y Alhucemas donde se derramó sangre española y árabe y ningún memorial recuerda el sacrificio.

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2 de enero de 2014

Eder. Óleo de Irene Gracia

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65. Los libros sin libro

Uno de los motivos, entre los muchos posibles, por los que uno puede y debe leer el fantástico ensayo de Fernando Báez, Los primeros libros de la humanidad. El libro antes de la imprenta y el libro electrónico (Fórcola Ediciones, 2013) es para tener la constatación de que la lectura no ha dependido siempre del volumen impreso en papel. En realidad, la del libro tal y como lo conocemos es una sus etapas vitales más breves, y a pesar de su juventud se halla a las puertas de una revolución (la digital) cuyas consecuencias, no todas buenas ni todas malas, estamos lejos de poder valorar con la debida objetividad y a la precisa distancia. / El erudito trabajo de Báez parte de las primeras formas de escritura hasta llegar justo a la imprenta, en un exhaustivo recorrido que acopia arqueología, rastreo bibliográfico, entrevistas con expertos y desplazamientos a algunos de los lugares donde se fundó la civilización escrita. Gracias a este periplo llegamos a saber que el papel no siempre fue bien visto, e incluso fue en China una publicación de segunda: "El escrita Ts'ui Yüan le decía a un amigo con melancolía: ‘Te envié los trabajos del pensador Hsü en diez rollos -fue imposible conseguir una copia en seda, estoy obligado a enviarte una en papel" (p. 181). / Esto me ha traído a la memoria una cita de otro libro excelente, El desorden digital. Guía para historiadores y humanistas (Siglo XXI, 2013), del historiador Anaclet Pons, que procura un razonable término medio en la investigación sobre humanidades digitales y el legado del pasado (allí donde se asienta Fernando Báez en su ensayo). En su libro hace Pons un estudio riguroso sobre el tema de los cambios en el libro, y recuerda una interesante opinión de Michel Melot: "Al discutir de la muerte del libro con historiadores japoneses, tuvo la sorpresa de verlos sonreír, y, cuando les pregunté si este miedo también se manifestaba entre ellos, me contestaron que esa era una curiosidad occidental. El libro, para ellos, no tenía ningún carácter obligatorio, y si algún día acabara por desaparecer, eso sería porque se habría descubierto algo mejor. La ausencia de referencia sagrada al Libro explicaba según ellos la diferencia entre Oriente y Occidente. Muy por el contrario, el libro, en su forma más extendida de códice, era considerado por ellos como un producto de importación, poco adaptado a su cultura, una forma de pensamiento que tenían que sufrir" (El desorden digital, p. 67). / Aunque desde Edward Said es complicado utilizar palabras como oriente y occidente sin que algún académico te salte al cuello, parece que alguna diferencia cultural sigue existiendo, en un terreno nada baladí para la formación del conocimiento como es la forma de transmisión del mismo. ¿Sería interesante plantearse si el libro en papel fue en su momento una forma de dominio comercial e intelectual, como ahora parecen serlo los bytes o lo fueron las primeras formas crediticias en el Mediterráneo del siglo XV? Supongo que ya habrá estudios al respecto, que desconozco, pero desde luego hubo literatura sin libros durante milenios. / "El libro cambia la historia que lo cambia" (p. 14), dice Báez en términos similares a los de MacLuhan, y contribuye al enriquecimiento de la Historia. De hecho, sin antiguos volúmenes en papel conservados durante siglos seguramente hoy no sabríamos muchas cosas que las que cuenta Báez acerca de aquellos tiempos sin libro impreso. La Historia de la humanidad se construye de varias capas, unas habladas, escritas otras y otras publicadas. Libros como este nos lo recuerdan, de forma amena a la vez que necesaria.



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30 de diciembre de 2013
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La secta

Podríamos entretenernos con la moral del Estado y hacer un poco de demagogia contraponiendo el legalizado blanqueo de divisas que engordaron con el buen pienso bancario de la bella Suiza y la legalizada marginalización de miles de personas que sólo pueden mantener la luz encendida en una habitación de la casa, si es que aún la conservan. La moral del dinero es tan esquiva como relumbrante. Por ella, la sociedad patalea, aherrojada por un discurso cada vez más aceptado que glorifica el sacrificio y penaliza el privilegio. ¡Ay, la moral de Estado, y la desprotección de la vida de los sí nacidos! Ni piedad ni solidaridad sino un gargajo tirano desde el núcleo duro de la tan añorada ideología. ¿No ha sido acusado este Gobierno, desde todos los púlpitos y pálpitos, de incumplir la letra pequeña (y la grande) de su programa? ¿No gobernó el mismo partido durante ocho años sin tocar una coma de una ley, la de 1985, que incumplía los plazos que la mayoría de países europeos exigen? Pues parece que en esta España fracturada y empobrecida era urgente penalizar el aborto. Lo más conveniente para terminar el año alimentando la alarma social, y no sólo entre mujeres -son múltiples las voces de hombres que consideran esta amenaza de ley como una vulneración de la libertad de conciencia o una perversión-. La misma que aviva el recuerdo de los métodos caseros como las agujas y el perejil; no en vano, el aborto clandestino es la primera causa de muerte entre embarazadas allí donde está penalizado. La que subyuga a la mujer; a la imprudente, sí, pero también a la accidentada, o a la doliente, cuyo neonato sufre severas malformaciones que, en caso de vida, procurarán un sádico padecimiento. La que nos sitúa a la cola de una Europa incrédula ante la gallardonada. Nadie está a favor del aborto, ese infortunio. La náusea de la que se sabe gestando vida y entiende que es vana y terrible. Me azora, y me cuesta, imaginar a prostitutas nigerianas adolescentes solicitando un doble diagnóstico de peligro para su salud mental. Tanto como me turba revivir los viajes a Londres de las niñas de buena familia católica, con forfait de clínica, hotel y Harrods. Porque esta es una ley que en caso de ser votada, será inaplicable y tan sólo servirá para desviar la mirada bajo la hipocresía política del “yo ya he cumplido”. Es bien improbable que, consolidados como están los fundamentos de un Occidente pragmático, se trate ahora de contentar a los más reaccionarios; ni de, a estas alturas, bailarle el agua a la Iglesia; o hacer proselitismo de una superior moral provida -como si el resto fuéramos promuerte-. No, resulta más bien consecuencia de una iluminación de índole mesiánica. Cínica, déspota, que se atreve a secuestrar la voluntad de las mujeres. Citaré tan sólo una frase que lo corrobora y que pertenece al presidente del PP de Gipuzkoa, Borja Semper: “Los partidos no deben ser sectas”. (La Vanguardia)

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30 de diciembre de 2013
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El Boomeran(g)
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