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Política de ambientador

La política española busca desesperadamente su Ambi Pur, si bien parte de una confusión de base: el olor es el más mudo de entre todos los sentidos, esquivo a las palabras, aunque las tengamos en la punta de la lengua y sepamos lo que queremos expresar. Acostumbramos a definir los aromas a partir de las sensaciones que nos producen, de pestilente a misterioso; o bien con metáforas oblicuas que recurren a otras esencias. Hoy, uno de los adjetivos más utilizados para aportar un valor aspiracional -sea en arte, literatura o política- es fresco. Pero, ¿quién es el listo capaz de definirlo con precisión? De forma literal, cabría preguntarse si nos referimos a la menta, al neroli, al limón, al almizcle o la lavanda, ya que la noción de frescor es tan subjetiva como la propia elección de un perfume. No hay aroma más rancio que los ambientadores sintéticos de pino que se utilizan en algunos coches, barriendo por completo el efecto buscado. Pero ahí están, con su falso frescor bienintencionado. Juan Carlos Monedero asegura que una de las razones por las que abandona sus cargos en Podemos es porque ha “perdido la frescura de sus orígenes”, y se remonta al 15-M, cuando en la Puerta del Sol, tras días de acampada, se olía a intemperie -el olor a calle es inconfundible- a camiseta revenida o a pelo sucio. Borja Sémper, presidente del PP de Gipuzkoa, ponderaba por su parte el viernes en San Sebastián “la frescura de los jóvenes, gente limpia de polvo y paja”. Y, al tiempo, Manuel Chaves aseguraba, refiriéndose a Podemos y a Ciudadanos, que “esos dos partidos políticos, con ese lenguaje tan nuevo, tan fresco, tan espontáneo, han puesto encima de la mesa de negociación un chantaje”. De Albert Rivera se destaca a menudo su aporte de frescura, como si fuera un caramelo de eucalipto, una contrafuerza fresca frente a un Podemos -con notas amargas de regaliz- que precisa de una Isabel Coixet para que les aconseje no sólo un color sino un perfume identitario. Pero la aspiración a la frescura entraña una paradoja: se reclama experiencia, solidez y preparación, y a la vez una fragancia a nuevo. Un aroma refrescante pero contundente, que no se evapore al instante, condición que niega la propia naturaleza del término pues lo fresco es volátil y su gracia ­radica en que no persista. Puede que todos aquellos que reclaman frescura a quienes deben de encauzar el rumbo del país realmente se refieran a de­tergente y suavizante, incluso a lejía o amoniaco. También a cambio gene­racional, a códigos menos envarados, a privilegios medidos. Pero, por algo ­será que dicen frescura como si la bendita naturaleza pudiera airear el olor a cerrado que emana de este juego de tronos tan maloliente. El mismo que Gombrowicz capturó en sus diarios, después de un desayuno en L’Her­mitage: “La comida olía como un retrete de lujo”. Vísceras frescas y aromatizadas. (La Vanguardia)

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4 de mayo de 2015
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Saudiología

Arabia Saudí ha hecho el relevo generacional. Al fin. Pero como corresponde al país más conservador y gerontocrático del mundo, lo ha hecho por etapas. Tal como ha venido sucediendo desde 1953, cuando murió el legendario rey fundador, Abdelaziz bin Saud, sus hijos han ido sucediéndose unos a otros sin pasar jamás el testigo a la siguiente generación. Había donde escoger, porque tuvo 45 varones con derechos de sucesión de sus 22 esposas. El relevo no se produjo el 23 de enero pasado, cuando murió el rey Abdalá, con 92 años, y fue coronado Salmán, de 79, sino el 29 de abril, cuando se conoció la destitución del recién nombrado príncipe heredero, Muqrin, nacido en 1945, y el menor de todos los hijos legítimos de Saud. Y culminará en la próxima sucesión, cuando sea un nieto de Saud quien ocupe el trono. Las sucesiones en los sistemas cerrados y autoritarios requieren conocimientos sobre las corrientes ideológicas, clanes, grupos de intereses y en ocasiones también de las familias. En el caso saudí, hay que buscar los arcanos del poder, la saudiología, en el sistema poligámico de parentesco, en los que la línea matrilineal, paradójicamente, puede adquirir un fuerte protagonismo. En la familia real saudí históricamente han destacado en el ejercicio del poder los hijos de la esposa preferida y la más inteligente de todas, Hasa al Sudairi, conocidos como los siete Sudairi, caracterizados por ?su mutua lealtad, su ambición y su extraordinaria capacidad de trabajo, cualidades instiladas por su madre?, según el historiador británico Robert Lacey (Inside the Kingdom). El rey Fahd, de largo reinado desde 1982 hasta 2005, era el mayor. El actual, Salmán, era el quinto. También eran sudairis los dos príncipes herederos, Sultán y Nayef, fallecidos antes de acceder al trono. El nuevo príncipe heredero, Mohamed bin Nayef, de 55 años, hijo de este último, es sudairi de segunda generación, como su primo e hijo del actual rey, el nuevo número tres, Mohamed bin Salmán, de 30 años. Retengan las iniciales de estos dos nietos de Hasa al Sudairi, MBN y MBS, porque son los hombres fuertes y quienes están tomando las decisiones. MBN, el actual heredero, puede acceder al trono, pero a falta de hijos varones, sitúa a su joven primo e hijo del rey MBS en la línea de sucesión automática, algo que empieza a inquietar a quienes identifican su extremada juventud con un carácter inquieto y belicoso, en escasa consonancia con la legendaria inmovilidad del reino del desierto. El relevo, imprescindible para la continuidad monárquica y aplazado desde hace décadas, sucede en un momento delicado, con Arabia Saudí en guerra en Yemen y con creciente protagonismo en la región y en el mundo, gracias a su vocación de liderazgo árabe frente a Irán y a su capacidad para actuar sobre los precios del petróleo.

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3 de mayo de 2015
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La escuela Beckham

Lejos de considerar un espectáculo bochornoso el que representaban aquellos boys con el torso desnudo a las puertas de los Abercrombie & Fitch del mundo entero, los consumidores ávidos de performance lo encontraban un reclamo simpático. Ni las jovencitas ni sus madres que se fotografiaban con ellos, medio avergonzadas o tan ufanas, se plantearon el sexismo que escenificaba la utilización de los cuerpos de esos hombres obligados a sonreír, contonearse, y quitarse la camisa de cuadros a dos grados bajo cero en la Quinta Avenida. En la castellana plaza del Marqués de Salamanca, cuando irrumpieron con su gracejo teen, no hubo manifestaciones de feministas solidarias contra la cosificación de sus hermanos hombres, ni estos parecieron sentirse ofendidos. “Peor es tener que disfrazarse de Bob Esponja o Dora Exploradora”, razonaban algunos señalando al negocio infantil -por llamarlo de alguna manera- de las chiquifiestas. La cadena de tiendas de ropa casual made in USA le añadió un punto de show al intercambio comercial: ambiente de discoteca, dependientes vigoréxicos y una fragancia penetrante que invade violentamente la memoria olfativa (una especie de Varon Dandy sofisticado)… los boys de Abercrombie fueron educados en la máxima de que más allá de vender productos, había que vender experiencias. Formaban parte de esa moral hedonista tan de nuestro tiempo: primero disfruta y luego piensa de qué forma has disfrutado. Un mandato universal que convierte al placer en el principal objetivo vital, aunque se trate de una promesa infausta que acabará arrastrando calamidades. Los chicos Abercrombie tienen nuevo jefe y este les ha pedido que de nuevo se pongan la camisa. No obstante, son fruto de la escuela que hace unos veinte años inauguró un futbolista con talento y belleza. En lugar de esconderla bajo la camiseta del Manchester United, la evidenció con bíceps torneados, tatuajes y peinados a cada cual más osado. Beckham -que este fin de semana cumplirá 40 años en Marrakech sin crisis y con su cuadrilla de vips- encarnó la liberación del metrosexual, un hombre gustoso de conocerse y ávido por exhibirse, sin que por ello se cuestionara su orientación sexual. Sex-appeal y visión de juego, buen toque con los dos pies, coquetas poses, además de una mujer superestrella y cuatro hijos. Su estilo hizo estragos y se convirtió en una marca logrando que el fútbol pasara a ser un deporte sexy. ¿Trajo algo positivo la metrosexualidad a la equiparación de sexos? A las mujeres les complació que ellos se introdujeran en el hábito del cuidado de sí i abandonaran su tosquedad. Que además de compartir la pasta de dientes, usaran la crema para las patas de gallo acercó a algunas parejas, mientras que otras empezaron a acentuar su conflicto al competir en vestuario. Desde entonces los Cristiano y Neymar, los Johnny Depp, e incluso los Albert Rivera, han utilizado sus cuerpos como un plus para sus carreras, y curiosamente, lejos de restarles credibilidad -como les ocurre a ellas-, han ascendido al trono contando con el favor del público. La guardaespaldas / Danae Varufakis Mucha testosterona y cilindrada aparcada frente al BCE, pero, como suele suceder, tuvo que ser Danae Varufakis, la mujer del ministro de finanzas griego, artista conceptual y propietaria de bellas mansiones en las islas de las ninfas, quien evitara que la sangre llegase al río. Hace unos días, en un restaurante del rojo barrio ateniense de Exarchia, un grupo de jóvenes descritos como “anarquistas” increpó a la pareja y les arrojaron vasos y otros objetos de cristal. Yanis, escorado y amortizado por Tsipras, no ha podido convencer a Merkel de la fiabilidad de Grecia, ni a sus votantes de la amnistía fiscal, ni pudo disuadir a sus agresores. Danae lo abrazó, exponiéndose como escudo. Ahora se entiende que Varufakis no quiere guardaespaldas. Vida de célibe / Colin Farrell Estuvo tan breve como felizmente casado, aunque la ceremonia -celebrada en una playa en Tahití- no fuese más que una gamberrada de vacaciones; tiene dos hijos con dos parejas distintas y se le ha relacionado con mujeres tan polémicas como espectaculares, desde Angelina Jolie a Paris Hilton, Lindsay Lohan o Demi Moore. Ahora confiesa a la revista Style: “No hay ninguna mujer en mi vida. Hace ya cuatro años que no tengo una cita”, y pone las excusas de siempre: el trabajo, los niños… Su renuncia al amor resulta puro exotismo en la era de la monogamia sucesiva. El actor irlandés olvida las palabras de Thomas Love Peacock, más recordado por su amistad con Shelley que por sus obras. Llanero solitario / Ángel Gabilondo Es sin duda el candidato más socrático al que los ciudadanos podrán votar en mayo, y se le distingue a leguas de tantos de sus colegas. “Las convicciones no son estados de ánimo”, dijo en televisión, preciso en sus sofismas. Aunque asuma que este es un compromiso de recorrido, pocos le ven como Presidente de la Comunidad de Madrid. Probablemente, lleva su paradoja a cuestas: ¿la rectitud y la capacidad no cotizan al alza? Puede que no. Pero, por mucho que uno quiera evitar el barro del lodazal sin tomar “partido hasta mancharse”, como diría Celaya, no se hace sino política de salón. Eso sí, arropado no ya por los de la ceja sino por los del seso, de Emilio Lledó y Fernando Vallespín a Núria Espert, Caballero Bonald o Manuel Vicent.

(La Vanguardia)

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2 de mayo de 2015
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"Novedades" de Buenos Aires: Wilcock, Morosoli

La semana pasada estuve en Buenos Aires y conseguí dos de las "novedades" más interesantes que proponen las editoriales argentinas, a tiempo para la Feria del Libro. Estas dos grandes "novedades" son en realidad recuperaciones que merecen atención.

Una de ellas es la de Rodolfo Wilcock (1919-1978), un escritor "raro" que muchos todavía piensan como una invención de Bolaño. Es cierto que para escribir La literatura nazi en América Bolaño se inspiró en ese genial texto de Wilcock que es La sinagoga de los iconoclastas. Pero Wilcock no se agota ahí, y lo prueba El caos, el libro de cuentos que reedita La bestia equilátera con su acostumbrado buen ojo. Wilcock, que emigró en la década del 50 a Italia, publicó primero el libro en italiano, en 1960; la primera edición en español es de 1974, y en ella buena parte de los textos originales fue reescrita.

La nueva edición de El caos agrega cuatro textos a la de 1974. Un libro movedizo, como tiene que ser, pues la constante de Wilcock es la inconstancia. "La fiesta de los enanos", uno de los mejores cuentos, comienza con esta frase: "La señora Marín vivía sola con dos enanos, que físicamente más que personas parecían animales, aunque desde el punto de vista intelectual hubiera sido difícil imaginar compañía más agradable". A partir de ahí, todo se desordena -las frases, la trama--, y Wilcock parece un Aira en esteroides, burlón, vertiginoso, aplicado en su método de entregar, como dice el narrador de "El caos", "el azar, la intrascendencia, la confusión y la continua disolución de las formas en la nada para dar origen a nuevas formas igualmente destinadas a la disolución". Otros cuentos muy recomendables: "La casa" y "Los donguis" (el favorito de Borges y Bioy Casares, que lo incluyeron en su Antología de la literatura fantástica).

Si Wilcock es carnavalesco, el ethos del uruguayo Juan José Morosoli (1899-1957) es completamente opuesto. La editorial Mardulce ha armado El campo, una antología de su obra que sirve de carta de presentación, pues este escritor no es muy conocido fuera de su país. Quien crea que una narración avanza sobre todo en base a diálogos debe darse una vuelta por este libro. Los personajes de Morosoli n o saben qué decirse cuando se encuentran, y cuando están solos la cosa se complica aun más: "Salía poco Correa. Sentado contra la pared miraba y miraba el campo en un desesperado diálogo con el silencio. Ya no solo se preguntaba cosas a sí mismo. A veces las preguntas se las hacía al campo que lo torturaba con su mutismo, con su presencia quieta y desafiante. O era el propio campo que se dirigía a él..." Son gauchos existencialistas, hastiados de la vida, buscando fugarse de sus responsabilidades.

¿Es Morosoli costumbrista? Pues sí, por su trabajo con la oralidad -los dichos locales, las contracciones, palabras como "pocaprosa"- y también por ciertos textos incluidos en esta selección, que son más retratos de personajes del campo uruguayo que cuentos -"La rezadora", por ejemplo. Pero también es cierto que en sus mejores cuentos trasciende al costumbrismo; la callada angustia que roe a sus personajes va más allá de una especificidad regional. "Andrada", "El campo", "El perro", "Dos viejos" y "El compañero" son los mejores del libro.

Así vamos. A veces las mejores novedades han sido publicadas hace mucho y solo es cuestión de que un buen editor nos las redescubra.

 

(La Tercera, 26 de abril 2015)

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1 de mayo de 2015
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26. Notas sobre la narrativa transmedia

Algunas cosas que se me han ocurrido al hilo de la jornada de ayer en el Seminario de Narrativas Transmediales de la Universidad de Granada (‪#‎TransmediaUGR‬):

1. El proyecto transmedia debe idearse como tal desde el principio, porque el tipo de historia que cuenta es diferente a los convencionales.

2. Un proyecto "devenido" transmedia es tan raro y poco creíble como una crónica "devenida" novela o un artículo de prensa "devenido" poema.

3. Mientras que en la narrativa convencional la complejidad es un factor posible, en la transmedia es un desiderátum, es irrenunciable.

4. Con independencia de su tamaño, el "libro" o "biblia" que resume toda la narrativa del transmedia es el texto más importante del mismo.

5. Transmedia "it's not about the tools, it's about the story" (Simon Sticker).

6. Hay que distinguir los transmedia "povera" o transmedia cartoneros, hechos por un solo autor, de los colectivos y de los industriales.

7. Llamo transmedia povera o artesanal al realizado con los medios al alcance de un escritor normal, sin esmero gráfico ni dominio de la informática.

8. El transmedia es colectivo en la mayoría de los casos debido a su complejidad. Distinguiremos transmedia indie y transmedia mainstream.

9. El transmedia colectivo indie supone un conjunto de creadores independientes trabajando unidos en una narrativa transmedial común.

10. El transmedia mainstream supone un conjunto de personas contratadas por una gran empresa para desarrollar una narrativa transmedial.

11. El transmedia povera es un género literario más. Su efectividad y alcance dependerán del talento del escritor que lo utilice.

12. Utilizar de diferentes modos un soporte no implica transmediación. Contar una historia a través de Twitter y Facebook no es transmedia.

13. Si la transmedialidad supone contar una historia a través de diversos soportes sin repetirla en cada uno, Internet cuenta como un solo soporte.

14. Contar una historia por otro medio no es transmedia, sino remediación; el transmedia es contar una historia a través de distintos medios.

15. El transmedia, como explicaron Campalans, Renó y Gosciola, no es estrategia ni una estructura, sino un lenguaje.

16. La transtextualidad genettiana es útil para explicar las relaciones de complejidad entre partes de un relato o de relatos en un mismo medio.

17. Pero la teoría transmedial de Jenkins es más adecuada para explicar la complejidad del proyecto narrativo global.

18. El relato transmedia, ante la contracción del mercado editorial, será una vía natural de expresión literaria... y de obras no literarias.

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30 de abril de 2015
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Los elegidos

En el año 701 antes de Cristo, el rey Ezequías mandó excavar un túnel en el substrato calizo de la ciudad para abastecer de agua a la población de Jerusalén amenazada por el asedio asirio. El túnel, del que aún se pueden visitar más de cuatrocientos metros, tomaba el agua de la fuente de Guijón, la única que manaba todo el año, y la llevaba hasta la piscina de Siloé. Aquella obra de ingeniería militar era una inusual hazaña. En uno de sus muros se encontró una inscripción que hoy figura en el museo arqueológico de Estambul. No celebra la gloria de Ezequías, ni el poder de Yahvé, ni la grandeza de la ciudad santa. Es un comentario sobre el momento en que los obreros se encontraron, unos picando desde el sur, otros desde el norte, y manó el agua. "Y el agua corrió desde la fuente hacia el estanque por espacio de mil doscientos codos".

La inscripción habla de unos trabajadores judíos que vivieron un momento extraordinario, la conjunción de esfuerzos cuyo resultado era el brote de agua que salvaría a Jerusalén del arrasamiento. No lo consiguió, desde luego. La ciudad del Templo sería derruida varias veces más, pero el testimonio es muy significativo. Habla de un pueblo acostumbrado a sobrevivir, aunque fuera bajo tierra, rodeado de enemigos. Sus reyes no buscaban la magnificencia o el esplendor como los reyes asirios, babilónicos y egipcios, sino la eficacia. Sus dioses no tenían gigantescas estatuas y avasalladores monumentos, sino tan sólo palabras. Porque el dios de Israel carece de figura, pero habla, lo que le ha permitido vivir más que las estatuas. Es la voz de lo invisible, pasto de Freud.

El historiador Simon Schama, catedrático en la universidad de Columbia, nos tiene habituados a extensos libros en los que narra, siempre desde una perspectiva sorprendente, capítulos esenciales de la humanidad. A mi modesto entender su obra maestra es The embarrassment of riches, una singular crónica de la sociedad holandesa del siglo de oro, cuando la riqueza cayó sobre el pequeño país como una tromba marina. Tiene también historias de la revolución francesa, de Gran Bretaña, o de Rembrandt y el mercado de pintura. Sorprendentemente, suyo es también el único tratado sobre el paisaje en donde se habla tanto de las secuoyas americanas como de la pintura de Kiefer.

Este singular historiador es más un narrador de raza que un erudito o un académico. Para mí, uno de los más exactos ejemplos del ensayo que deriva a periodismo. Su último trabajo es apasionante, unaHistoria de los judíos que en nada se parece a las ya conocidas. Por ejemplo, Schama no comienza, como es lo común, con Moisés y las Tablas de la Ley, sino que salta por encima del Éxodo hasta donde hay ya datos propiamente históricos. El lector se encontrará en medio del Nilo, en la isla Elefantina, con una guarnición de soldados judíos que protegía la frontera sur del faraón hace dos mil quinientos años. Allí comenzará a familiarizarse con un pueblo siempre asediado y condenado a muerte por sus vecinos.

Debate ha editado la primera parte de esta Historia que llega hasta 1492. Una fecha que dice mucho a los lectores que no han sido víctimas de la Logse.

 

Artículo publicado en El País. 

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30 de abril de 2015
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Paseo por Maidán

Paseo por Maidán, el epicentro de las revoluciones ucranias. Nadie diría que esta es la capital de un país en guerra. Lo recuerdan los minuciosos y lógicos controles en edificios públicos y oficiales. Casi nada más. Y, claro, las velas en memoria de los héroes caídos en los enfrentamientos, los primeros de las más de 6.000 vidas segadas por esta guerra tan sangrienta como cualquier otra, pero sigilosa e huidiza. Por el resto Kiev es como cualquier ciudad europea: tráfico, consumo, coches de lujo y restaurantes llenos. Paso en ella 72 horas, pocos días antes de la Cumbre Unión Europea-Ucrania que se celebró el lunes, la primera tras la firma del acuerdo de Asociación que está en el origen del conflicto. Maidán resurgió de las cenizas de la Revolución Naranja (entre 2004 y 2005) cuando el presidente Yanukovich, un cleptócrata adicto a la extorsión, rompió la negociación del acuerdo de Asociación en noviembre de 2013. Los manifestantes le echaron porque querían ser europeos en vez de rusos como les prometía, tras echar las cuentas de quién le ofrecía más dinero. Empiezo la inmersión en Mezhyirya, que retrata con su derroche y su mal gusto faraónicos al presidente ladrón y corrupto que la habitó. Es evidente que Ucrania vivió una ruptura democrática, puesto que al parlamento que le echó le faltaban unos pocos votos para que la destitución fuera plenamente legal según la anterior Constitución. Fue una revolución democrática que derribó a un autócrata electo. El único golpe de Estado, subrepticio y con maestria de jugador de ajedrez, lo dio Putin en Crimea. No lo dijo entonces pero ahora ha reconocido que fue una operación que planificó y supervisó personalmente.Todos temen que su próximo golpe sea la toma de Mariúpol, en el mar de Azov, y la creación de un corredor hasta Crimea y Odessa, que dejaría a Ucrania sin salida al mar. Escucho y me entrevisto con medio centenar de personas, desde diputados y jóvenes que combaten la corrupción hasta el primer ministro Arsenyi Yatseniuk, gracias a la ayuda de un think tank ucranio, el Insituto de Política Mundial. En síntesis: hay tres proyectos de Ucrania en competencia y en algunos casos en combate sangriento. El de Putin: Ucrania ni siquiera es un país y Moscú no va a permitir que la UE y la OTAN amplíen su perímetro hasta las lindes de Rusia y, todavía menos, que se exhiba el pésimo ejemplo de una democracia representativa y liberal en las narices de los rusos. El de los demócratas ucranios, que quieren hacer un país nuevo, sin corrupción y con democracia, arrimado en todo a Europa, a la que se sienten defendiendo, armas en mano. Y el de la UE, esos 28 países sin política de seguridad y exterior común, que quieren apoyar a Ucrania sin irritar más de la cuenta a Putin, mantener las sanciones a Rusia pero no dar armas a los ucranios para que se defiendan. El proyecto de la UE irrita a todos y no es seguro que sirva para mantener la frágil tregua de Misnk II y evitar la catástrofe una guerra abierta.

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30 de abril de 2015
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