Skip to main content
Category

Blogs de autor

Blogs de autor

Progresismo

Pues tienen razón en la Ribera cuando pían: Hartos de la discriminación por no haber hablado nunca euskera, empresarios de la industria agroalimentaria y ciudadanos riberos crean una asociación para impulsar a "Riberna" como provincia independiente de Navarra. Por fin Tudela será capital.
 
La matraca de la «antigüedad» del vasco es una de las más perniciosas entre las creencias comúnmente admitidas, no ya entre los etarras y adheridos (Zabarte el matarife de Mondragón, preguntado por el beneficio que trajo a la sociedad su serie de asesinatos, dijo exultante que gracias a sus ejecuciones en nombre del pueblo había ikastolas incluso en Lodosa, o sea, se avanzaba hacia la recuperación del delirante neolítico euskaltzale, cuando en el Ebro daban la vara unánime bertsolaris y txalapartas) sino entre literatos de todo pelaje —ay, los pobricos—, y estirados catedráticos salmaticenses como Villar Liébana, que tipifica ur- como hidrónimo neolítico, sin otra base que haberse enterado de que ur es agua en vasco, o sea algo antiquísimo, e ignorando cuidadosamente que el término vasco, así como el  griego ὕδωρ «agua» o el umbro utur «agua», derivan derechamente del sumerio Hubur «la gran corriente de agua que circunda la tierra«, «el río del infierno», y que la verdadera hidronimia que vino de Mesopotamia es más bien la ejemplificada por Ibur (cabecera de Baztán), Iber (Ebro), Ubera, Bera, Tíber, Ter, Ivry, Iberia, Tibarénida (Iberia Caucásica), Hibero, Xibero, Tibur, Ibar, Ibor, Vivar, Viver, Eber y tantísimos más, y que, en cambio, los nombres de las ciudades  mesopotámicas de Ur y Uruk no son hidrónimos ni por el forro de las tablillas.
 
Bueno, pues esa cosa tan cansa de la antigüedad vasca, más falsa que los crucifijos de antes de Cristo, es la base del racismo oficial campante en esta tierra, que quiere establecer por ley que el que hable vasco es un especimen superior, mejor, aventajado, modélico y progre a más no poder, porque, dicen, semejante ser delicado ha sido tradicionalmente encorrido y humillado por el franquismo desde 1512. 
 
En cambio, tiene buena traza que, siquiera por exepción, aquí el PSOE no parezca tan acomplejado con la pelmada machacante, y su lideresa Chivite aspire a montar un gobierno no nacionalista. También es ilusionador que se barrunte fuerte subida de Ciudadanos y, el colmo, que los partidarios del progresismo neolítico hayan conseguido prestar a UPN un aire atractivo.
 
  Y feliz año nuevo, que decían los sumerios. 
Leer más
profile avatar
31 de diciembre de 2017
Blogs de autor

La prueba

Jorge Luis Borges, en su Libro de los sueños, incluye una nota, escrita por Samuel Taylor Coleridge a finales del XVIII o principios del XIX, que Borges titula La prueba y que dice así: “Si un hombre atravesara el Paraíso en un sueño, y le dieran una flor como prueba de que había estado allí, y si al despertar encontrara esa flor en su mano... ¿entonces, qué?” Pues yo, en mi época de gran soñador, tuve repetidos sueños en los que hallaba un tesoro y, cuando notaba que el sueño iba a terminar, lo agarraba con fuerza pegándolo contra el pecho... pero nunca conseguí traerlo a este lado de la realidad. Ahora me sorprenden dos cosas. La primera que fuera consciente en el sueño de que este iba a concluir. La segunda que fuera capaz de encadenar los sueños, que propiciara sueños que fueran continuación o que recrearan situaciones vividas en otros. 

Leer más
profile avatar
30 de diciembre de 2017
Blogs de autor

15-09-2014

Algo le fue prometido

a este hombre, sin que él lo pidiera.

Desde entonces camina, solo,

por las calles de la ciudad,

por los oscuros senderos del bosque,

por los arenales y las salinas,

sin tregua, sin descanso,

con las pupilas fijas en un punto del futuro

que siempre se mantiene en la misma lejanía.

Así pasan los días, así pasan los años.

El caminante no ceja en su empeño.

Quiere que se cumpla lo prometido.

¡Al fin y al cabo él nada pidió!

 

Leer más
profile avatar
29 de diciembre de 2017
Blogs de autor

21-08-2014

Mientras la luz de agosto

se derrama, pródiga, por la tierra,

¡qué delicia saborear el primer higo!

El paso de los años no desgasta la sensación,

y su dulzura siempre nos sorprende,

un puro regalo que apenas merecemos.

Porque, en efecto, nada debe al hombre

la solitaria higuera que ha crecido

en medio de la árida dureza de los campos

o entre las ruinas de casas abandonadas.

No ha habido siembra ni abono ni cultivo,

y la mirada humana ha contemplado con indiferencia

la seca desnudez de su ramaje invernal.

No ha habido hacia ella ni amor ni temor,

las fuerzas que siempre nos ocupan.

Y sin embargo, la higuera,

más justa que nosotros,

acude puntual a la cita con sus dones

y nos concede su roja voluptuosidad.

 

Leer más
profile avatar
28 de diciembre de 2017
Blogs de autor

Fronteras

Vas dejando atrás el paisaje y, a pesar de que lo conozcas al detalle –las torres de la petroquímica que humean al atravesar Tarragona, las aldeas amontonadas que solapan sus fachadas blancas y pardas alrededor del campanario, los túneles que penetraron las sierras y cuyo paso de la oscuridad a la luz sigue deslumbrándote, la moqueta de espiga amarilla que cubre las lindes del campo hasta tocar vía, e incluso el verde polvoriento de los árboles bajo la niebla, que nunca pensaste que podrías olvidar–, todo pierde nitidez cuando el tren llega a destino. Puedes medio inventártelo, es lo que solemos hacer cuando recordamos. Asumimos palabras que nunca se dijeron exactamente, pero que intuimos que querían pronunciarse. Nos dejamos influir por una foto para amañar nostalgia. Ocurre lo mismo con los rostros que no vemos desde hace tiempo y que, a pesar de sernos tan familiares, se desvanecen en nuestra memoria, incapaces de perfilarlos con exactitud, por mucho que los añoremos.
Recordar es una actividad en la que hay que emplearse con tiento, pues implica tanta exigencia como imaginación. El pasado siempre se trastoca al reconstruirlo. Por ello, los paisajes físicos y los imaginados son igualmente plásticos en nuestra percepción. A veces recordamos cosas que nunca sucedieron de la forma en que las evocamos, pero ya se han convertido en parte de los mitos que nos explican. Y nos agarramos a ellos, sabiéndonos incapaces de recuperar la factualidad de los hechos. El mundo real con frecuencia nos expulsa de sus costuras, de forma que edificamos un paisaje interior habitado por la ­misma voluntad con que seguimos las instrucciones de un medicamento: “mantener en lugar seco y seguro”.
Acaba el año, y resulta algo parecido al final de cualquier trayecto. Y aunque los ecosistemas se revuelven, y determinadas barreras se desdibujan, especialmente las que tienen que ver con lo temporal y climático –la de día-noche, la semana laboral, la sensación de invierno-verano– o las tecnológicas, otras se levantan, casi siempre políticas (ergo económicas), que amenazan con agrandar la brecha que separa a los buenos de los malos, aunque esa percepción dependa de qué lado hayas caído: del de los ricos o los pobres, los mexicanos o los americanos, los españoles o los catalanes… Tras dejar atrás el paisaje del año que se despide, buscaremos un horizonte en el 2018 que nos sirva de acicate, de zanahoria al final del palo, para coger impulso. Pero ¿qué es, si no, el horizonte?, ¿un límite visual, un efecto óptico? “El horizonte está en los ojos y no en la realidad”, decía sabiamente Ángel Ganivet. Igual que los recuerdos, igual que las fronteras.
Leer más
profile avatar
27 de diciembre de 2017
Blogs de autor

El insustituible

El universo estrafalario y cruel de la dictadura de Manuel Estrada Cabrera se refleja con maestría en El señor presidente de Miguel Angel Asturias, Premio Nobel de Literatura hace 50 años. Es una novela construida de manera cinética, cuadro tras cuadro, que retrata el miedo y la degradación, la represión y el servilismo, el sometimiento y la adulación.
No era militar, sino un abogado de segunda, quien se coló en el poder al producirse el asesinato del general Reina Barrios en 1898, crimen del que a lo mejor fue cómplice; y entre mañas, fraudes, y sobre todo terror, logró mantenerse en el mando doce años.
Si en la novela de Asturias está casi ausente, Rafael Arévalo Martínez, el más joven de los poetas modernistas centroamericanos, lo retrata de cuerpo entero en ¡Ecce Pericles!, una exhaustiva crónica de su satrapía publicada en 1945, apenas dos años antes que El señor presidente.
Su espíritu vengativo era insaciable. En 1908, un cadete de la Escuela Politécnica, al presentarle armas como miembro de la guardia de honor, sorpresivamente enderezó su fusil contra él. Salió apenas chamuscado, porque el tiro no fue certero, pero mandó a fusilar a todos los cadetes. Y no solo eso. Ordenó demoler el edificio que albergaba la escuela, y una vez aplanado el terreno, hizo que encima regaran sal.
En la otra cara del terror, está siempre la adulación, que es una de las formas de la cobardía. En el periódico La Mañana, el periodista Fernando Somoza Vivas escribió: "después de enjugarse la preciosa sangre, comenzó allí mismo a disponer lo conveniente para la Nación".
"Preciosa sangre" se refiere siempre a la sangre de Cristo. Pero Estrada Cabrera tenía la manía de apropiarse de la religión: había dispuesto que el santo entierro no siguiera su recorrido habitual, sino que pasara frente a su casa. Un arma de doble filo, porque quienes cargan el sepulcro llevan cucuruchos de penitentes que los ocultan, y así otros cadetes complotados planearon disfrazarse de esa manera, entrar a la casa, y capturarlo. Pero antes del viernes santo estaban ya todos presos.
Y extravagancias de su megalomanía, como hacer que lo llamaran, entre otros tantos títulos, "el Insustituible"; u obligar a rendir culto a su madre, doña Joaquina Cabrera de Estrada. En este sentido se mostraba generoso, porque era un culto compartido.
Había un «Club de Amigos del Señor Presidente», para los varones, en tanto sus esposas pertenecían al «Club Joaquina»; los niños formaban el «Club de Amiguitos del Señor Presidente», y las mujercitas la «Asociación del Veintiuno de Agosto», fecha del nacimiento de la "augusta matrona".
Pero la celebración de las Fiestas de Minerva fue la cumbre de sus extravagancias. Como "protector de las Artes, las Ciencias y la Educación", no podía sino rendir culto a la diosa de la Sabiduría.
Las primeras se celebraron en 1899, con la mala fortuna de que la ligera estructura del templo griego construido para la ocasión se desplomó sobre la cabeza de la joven a quien tocó ese año representar a la diosa y sobre la cabeza de sus vestales, huyendo todas despavoridas. Pero al año siguiente el templo había sido ya construido en toda regla, un verdadero Partenón de columnas dóricas, y también se erigieron réplicas en los sitios más remotos, y sus capiteles sobresalían entre la verdura de la selva.
La diosa Minerva desfilaba cada año con su cortejo de vestales, escoltadas por jovencitos disfrazados a la usanza de la Grecia clásica. A lo largo del recorrido se alzaban majestuosos arcos triunfales, e, igual que el santo entierro, la procesión pasaba obligadamente frente casa del dictador, a quien las niñas vestales ofrendaban canastas de flores, y quemaban incienso en su honor en los pebeteros.
El poder del Insustituible acabó, sin embargo, y acaba mal. El pueblo se rebeló en las calles, y el ejército se le volteó. El Protector de Minerva, y Padre de la Juventud, fue derrocado en 1910, y sometido a juicio. Sus fieles partidarios, aduladores y serviles, se escurrieron por los albañales.
Miguel Ángel Asturias era entonces estudiante de derecho, y como practicante actuaba de secretario del juzgado a cargo de la causa criminal en su contra. Ya para entonces le habían dado la casa por cárcel, y allí lo visitaba para cumplir los trámites judiciales.
"Usted hizo muy pocos amigos en el gobierno", le comentó una vez, viendo que nadie lo visitaba. Y él le respondió: "Usted no entiende lo que es el poder. Yo en el gobierno no hice amigos. Lo que tuve fueron cómplices".

 

Leer más
profile avatar
27 de diciembre de 2017
Blogs de autor

05-08-2014

El libro que más amo

es mi viejo atlas escolar.

Allí no había hermosos poemas,

ni profundas reflexiones filosóficas,

ni intrigantes relatos,

pero había algo más importante,

que me acompañaba, fiel,

en las largas tardes invernales,

cuando el corazón inexperto

quedaba aprisionado entre el desamparo y el tedio:

¡cómo agradecía esos territorios

coloreados con el pálido verde de lo desconocido,

que se recortaban, prometedores,

en el gran desierto de Australia,

en la selva amazónica, en el Congo!

Eran, se decía en el atlas, tierras vírgenes

todavía no holladas por la civilización.

Sin embargo, yo los veía como las patrias del sueño,

los verdes destinos que esperaban mi llegada

preservados por duendes invisibles.

Y en cierto modo tenía razón

este gastado libro que siempre me ha acompañado.

Ya no hay tierras vírgenes en el mundo,

pero las patrias del sueño siguen intactas.

 

Leer más
profile avatar
27 de diciembre de 2017
Blogs de autor

Comprando un Dios

Comprar un dios en la India, fundar una religión en Nueva York y hacer una iglesia para terminar un libro. De eso se trata el proyecto en el que estoy trabajando en el Center for Religion and Media, de la Universidad de Nueva York (NYU). Y de eso conversamos en la entrevista que me hicieron en Los Ángeles Review of Books (LARB).

  

Juan Pablo Meneses, escritor chileno de no ficción, hizo recientemente algo que muchos podrían encontrar extraño: se compró un dios. Su propio dios. Y ahora, está construyendo una iglesia para ese dios. Pronto, tal vez, el dios también tendrá su propia congregación de creyentes.

Mientras tanto, Meneses está escribiendo sobre todo eso. El libro, que está escribiendo en Nueva York, será el tercero de una trilogía que él llama "Periodismo Cash". Una forma de narrativa que buscan disminuir la distancia entre el autor y el lector, porque, como él dice, todos los habitantes de las sociedades de consumo entienden bien la experiencia de comprar.  

Así parte la entrevista.

Se puede leer completa aquí 👉 http://bit.ly/2zbzARo

 

 

Leer más
profile avatar
26 de diciembre de 2017
Blogs de autor

Juanita y Ramón

Cada Navidad, después de comer, con el mantel mojado de cava y un reguero de migas del turrón de Alicante, ella abría la caja de los habanos y él escogía uno, entre la avidez y el cálculo. Los niños esperábamos con ansia la vitola, el colorido anillo de papel que garantizaba su procedencia, y luego nos quedábamos embobados mirando como Juanita desvirgaba el puro: mascaba las hojas quebradas del tabaco en su boca, ensalivaba lo justo, y cuando ya estaba listo, lo encendía con una mecha alta y anaranjada. Tras aspirar dos caladas, se lo pasaba a Ramón, goloso del humo que saborearía en boca, y tras las primeras volutas redondas, él echaba la espalda hacia atrás y el mundo se convertía un lugar de mayores que algún día también sería nuestro. Era entonces cuando Ramón y Juanita se cogían la mano, igual que una pareja de jóvenes. Fue nuestra primera lección de amor y resistencia. Habían pasado una guerra: mataron a los suyos en la cuneta, soportaron nieblas espesas, la cárcel, el hambre, los estraperlos para sobrevivir. Y aun y así, ella nunca abandonó la belleza, los versos que escribía de joven, la idea de la felicidad al alcance de la mano, como esas cajas de galletas variadas que eran su festín. Él fue soltando los lastres que tanto había glorificado y redujo su vida a dos actividades diarias: tocar el piano y criar conejos; ella, que siendo madre numerosa tuvo criadas y cocinera, se pasaba la mañana barriendo. Me costaba comprender por qué lo hacía sin descanso, hasta que mi madre me descubrió su treta: “Es su manera de escuchar el piano”. Nosotros vivíamos en el segundo piso, ellos en el primero. Cuando me enfadaba con mis padres, me refugiaba en su comedor ante su regocijo. Por supuesto, siempre me daban la razón, me ponían el plato de la cena y, en una ocasión, ya jovencita, mi abuela me llamó en secreto a su cuarto, abrió un cajón y sacó un paquete de Winston: “Te lo traje de Andorra, ¡pero no te vicies, eh!”. Cuando celebraron las bodas de oro asistimos a una misa en una pequeña capilla; al terminar, él fue hacia el órgano y se agarró al bolero ante Cristo y su amada: “Solamente una vez”…
Recuerdo otra ocasión en que regresamos de viaje antes de hora, y me los encontré bebiendo una botella de champán y desenvolviendo el surtido de galletas Cuétara como unos abuelos traviesos. Ramón había tenido siete vidas, accidentes y reveses. Juanita, que había estudiado con las monjas dibujo y literatura, era diabética. Sólo le tenía miedo al fuego. Nos instruyó a mojar los ceniceros antes de vaciarlos en la basura. Leían el periódico con lupa. Ella a veces le decía: “Por qué no tocas un tango…”. Hace demasiados años que ya no se sientan a comer con nosotros en Navidad, que no escuchamos en su piano a Piazzolla o el Ave María de Schubert, sin embargo permanece intacta aquella escena de amor que no he vuelto a ver en mi vida: cuando ella le encendía su habano.
Leer más
profile avatar
26 de diciembre de 2017
Blogs de autor

Mundos de Kentridge

El Museo Reina Sofía se hace a lo largo de cuatro meses (hasta el 19 de marzo de 2018) escenario de un gran teatro que no tiene comparación en el mundo del arte. El artífice que ocupa con su obra las nueve salas de la planta tercera del Edificio Sabatini es William Kentridge, un sudafricano nacido en 1955 y relativamente desconocido del gran público, incluso el informado, creo yo que por su ramificada trayectoria; hace dieciocho años, cuando tuve ocasión de descubrirlo en el MACBA de Barcelona, me pareció un genial excéntrico, sin saber entonces si era un cineasta, un director de teatro o un dibujante. Los años y los reconocimientos (el último ha sido el premio Princesa de Asturias de las Artes 2017) han aclarado el misterio de su identidad, poderosa plásticamente, comprometida políticamente, deslumbradora en una belleza que turba y conmueve, sin dejar nunca la más refinada exigencia formal. Un artista diverso y completo cuya técnica iguala a su inspiración.
 
Aunque el Museo señala que la amplia muestra se centra en su producción para los escenarios, el visitante se encuentra con mucho más que eso. Los esbozos preparatorios de sus montajes de ópera, los vídeos respectivos, los deliciosos diseños de vestuario, son en efecto mementos teatrales de alguien que ahora se disputan los principales coliseos de Europa y América. Pero si tenemos la curiosidad y el tiempo suficiente (es muy recomendable ver las proyecciones, algunas largas y otras breves y magistrales como la de su ‘Ubu' de 1997), lo que se despliega ante nuestros sentidos es un universo singular poblado de anti-héroes puestos al día, el Padre Ubu de Alfred Jarry, el Ulises de Monteverdi, el Wozzeck de Büchner y de Berg, y una anti-heroína de gran resonancia, la ‘Lulú de Wedekind reinterpretada por la música de Berg y revivida de forma inolvidable, pese a haber surgido accidentalmente, en el montaje que Kentridge estrenó en 2016 en la Metropolitan Opera; sólo por ver de cerca los infinitos recovecos de la maqueta escénica de esa ‘Lulú' ya vale la pena el desplazamiento a Atocha para disfrutarla en su riqueza, en su asombrosa invención de color y significados.
El teatro y el cine de animación (nada pueril por cierto, ni ablandado) son sus territorios preferidos, pero Kentrigde tuvo también formación en la escuela de Bellas Artes de Johannesburgo, y eso se advierte en las paredes del Reina Sofía, donde, más allá de los elementos corpóreos, las pantallas de plasma y los monitores que nos guían por la obra fílmica y escénica del autor, destellan sus -vamos a llamarlos así para entendernos- ‘cuadros': la serie de carboncillos de gran tamaño ‘Paisajes coloniales', tan aguda de concepto como de realización, los dibujos a tinta india sobre papeles impresos, o la que quizá sea la obra maestra seminal del mundo pintado de Kentridge, las ocho piezas grabadas del ‘Ubu cuenta la verdad', impresionante antesala a la estancia donde se halla el material visual y los trazos a mano hechos ‘in situ' por el artista.
El final de la exposición tiene un apogeo fílmico que no conviene desvelar, a riesgo de estropear la sorpresa, y un regalo visual tan sofisticado como hechizante: el desfile, encapsulados en dos vitrinas, de la galería de personajes que vistieron al elenco de ‘La nariz' de Shostakovich, otro de los renombrados montajes operísticos de William Kentridge.
Leer más
profile avatar
26 de diciembre de 2017
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.