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Irredentos

Por 11 de enero de 2018 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

Hemos de curtirnos en el fanatismo catalán. Días atrás, un tipo que ha hecho millones con el nacionalismo, Toni Soler, y que continúa cobrando en TV3 por la cobardía socialista, habló sobre el deseo de que un camión aplastara a los jurados del Tribunal Supremo y se preguntaba si eso era un delito de odio. Quizás se lo conteste algún juez, pero para la mayor parte del planeta es sólo una prueba más de la similitud entre los fanáticos catalanes y los islamistas.

No creo exagerar. El conflicto entre árabes e israelíes lleva casi un siglo de matanzas y no tiene pinta de zanjarse. A diferencia de las guerras clásicas, las guerras africanas a veces topan con esta tara: que los vencidos no se rinden. A los jefes de las tribus árabes su población les es indiferente, los caudillos viven con lujo la ruina de su gente. Están en perpetuo estado de destrucción porque sin rendición no puede acabarse un conflicto.

El maestro de la irredención fue Hitler, el cual continuó la guerra contra la opinión de todo su Estado Mayor y cuando le dijeron que millones de alemanes iban a morir en vano gritó que los alemanes no tenían derecho a vivir porque estaban perdiendo la guerra. A los fanáticos catalanes les sucede lo mismo, saben que han destruido el país, que han puesto en ridículo una cultura de la que se creen herederos, que han provocado el éxodo y la lucha fratricida, pero les da igual. Ellos son jefes religiosos, creyentes, y su tribu debe arruinarse y resistir para sostener la soberbia de sus jefes.

A Pujol le obsesionaba no formar parte de la herencia árabe española, él quería ser carolingio, aunque hay más restos islámicos en Cataluña que en todo el norte español. Ahora ya no cabe duda de que en Cataluña es donde mejor ha cuajado el fanatismo islamista.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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