Skip to main content
Category

Blogs de autor

Blogs de autor

Flores y libros

Una edición del “Quijote” de Montanes y Simón, publicada en 1883, se cotiza en Caracas cinco millones de bolívares (2.380 $ al precio del mercado oficial de cambio; 1.850 $ en el animado mercado negro). Lo escribía el jueves “Tal Cual”, el diario vespertino de Teodoro Petkoff, el mayor opositor a Hugo Chávez, en un articulo dedicado a ”El buscón”, la librería que vende tanto libros usados como nuevos en el “trasnocho cultural”, extraño lugar que permite pasar directamente de un estacionamiento subterráneo a un centro cultural.

“El buscón” parece ser una librería que quiere encantar más que vender a sus clientes. Con una vieja máquina de escribir, maletas, libros agotados y un sillón chesterfield busca más atmósfera que eficiencia. O, mejor, busca eficiencia en el arte de la seducción. El jueves por la noche, el arte funcionó pues paseaba con la idea de “aquí tienen un viejo Quijote, quiero ver a qué se parece” y seguí encantado por el caos. Camus, Borges, Fuentes, Bradburry: el siglo veinte en sus clásicos. Pero también había libros de Jacques Maritain. ¿Quién lee todavía al historiador católico francés que tanta influencia tuvo en el mundo latino antes de la segunda guerra mundial? Como siempre resaltaba la abundancia de los libros de Washington Irving en el mundo hispanoamericano. ¿Basta dormir con limoneros y bandidos en la Alambra para mantenerse visible tanto tiempo?

Por fin hubo dos sorpresas. La primera: excelentes reediciones de los libros para niños que publicaba al final del siglo XIX en Madrid Ediciones Saturnino Callejas. Libritos como “El negrito y pastora” o “La reina de las hormigas”. Proponían una calidad irresistible en su subtítulo: “Con censura eclesiástica”.

La segunda sorpresa era un librito, una maravilla de objeto, un capricho: “Las flores de Cocuy”. Cocuy, entendí, es Carmen Heny, una jardinera y narradora venezolana que goza del afecto de sus amigos y vive en una vieja casa. Unas personas siguieron sus esfuerzos en producir flores y sobre todo la dibujante Tita Madriz. “El buscón” exponía sus dibujos/pinturas. Así fue: salí para un “Quijote” y me quedé mirando la textura fenomenal de obras sobre papel. Una web-revista venezolana puso unas muestras en línea http://www.analitica.com/va/arte/actualidad/8285099.asp. Vale más que un vistazo. Al ver estas flores, se piensa en la liebre de Dürer, en los pájaros de Audubon. En “El buscón” uno encuentra lo que no sabe que va buscando pero necesitaba de manera urgente: flores, libros y la idea de que, en un lugar de Venezuela, una Sackville-West latina cuida un jardín y escribe cuentos.

Leer más
profile avatar
12 de diciembre de 2005
Blogs de autor

Génesis

Me gustaría recordar cómo empezó todo. Debe haber existido un inicio: algo que ocurrió en una hora precisa de aquel día equis, el momento puntual en que la mente del niño que uno era por entonces relacionó los prolijos garabatos dispuestos sobre la página con la historia que su madre o su padre le estaban refiriendo en voz alta. Me gustaría, insisto, recordar el instante en que reconocimos la magia de las letras, el código en que estaban cifrados los cuentos que tanto nos gustaban. Debemos haber comprendido que quien dominase ese código dominaría las historias; y por eso nos abalanzamos sobre las letras, A, B, C, Ana ama, Beto barre, Cora come, y aprendimos a leer más rápido que el resto y –¡a diferencia de la mayor parte de nuestros amigos!- a disfrutar de los regalos que venían en paquetes con forma de libro. El amor original fue el amor por las historias; al menos eso está claro. Nos contaron historias a todos y todos flipamos, no hay niño pequeño que se resista al ejercicio de la narración oral. Pero aunque todos crecimos adictos a las historias, somos pocos los que trasladamos la fascinación por lo oído y también por lo visto (al comienzo nos ayudan las ilustraciones, luego es todo TV) al dominio de lo escrito. Algunos de nosotros empezamos a amar las letras porque las historias estaban contadas con letras que conformaban palabras que se articulaban en frases. Debemos haber creído que el que dominaba las letras era capaz de dominar las historias, de contarlas también. (Algo que tan sólo hacían nuestros mayores, los grandes escritores son siempre viejos, o por lo menos lo es la imagen de ellos que uno ha fijado en su cabeza.) Y de soñar con dominar las historias a esperar dominar la vida hay tan sólo un paso. Por fortuna a esa edad uno no ha oído aún de las aporías, ni del infinito espacio que existe entre los puntos A y B. (Ana ama, Beto barre.)

…………………

Escribir es una compulsión. Y todas las compulsiones tienen algo de enfermo. Siempre me gustó el cuento de Cortázar en que el protagonista empieza a vomitar conejitos. No sabe por qué le ocurre, ni puede parar. Vomita criaturitas primorosas pero incómodas, los conejitos mastican los muebles y cagan por doquier y reclaman comida, son lindos pero uno no sabe bien para qué sirven. Todos los escritores vomitamos conejitos.

…………………

Pocos párrafos más frecuentemente citados que el inicial de David Copperfield, donde se supedita el sentido de la historia (determinar si David es o no el héroe de su propia vida, lo cual equivale a determinar si se ha adueñado de su historia al narrarla), a la lectura del libro completo. Pero en realidad las primeras palabras de la novela no son esas, sino las que constituyen el título del primer capítulo: Yo nazco. Puesto así, en tiempo presente, de tal forma que David, y también el lector, vuelvan a nacer cada vez que se lee la frase. La mayor parte de la gente nace una vez, pero los escritores nacemos dos veces. Una cuando salimos del vientre de nuestra madre, y la otra cuando descubrimos que estamos en condiciones de leer Yo nazco.

………………

Bob Dylan escribió alguna vez: aquel que no está ocupado naciendo, está ocupado muriendo.

Leer más
profile avatar
9 de diciembre de 2005
Blogs de autor

En busca de un clásico

Donis Donoghue, profesor de la New York University, sacó antes del verano un libro que no para de atormentarme: “The American classics” (Yale University Press). Otra vez (no sé cuantas veces lo he hecho, de verdad) lo tomé conmigo para un largo viaje aéreo. Es un libro que empieza sin matices: en tres páginas afirma que la literatura norteamericana cuenta con cinco libros que se pueden considerar como “clásicos”. No son cuatro o seis: cinco si no cuatro, afirma Donoghue, que se conoce sobre todo por sus trabajos sobre la literatura inglesa e irlandesa.

Claro que la pregunta es automática cuando se sale de esta manera a un recorrido literario: ¿Qué es un clásico? Donoghue contesta utilizando el famoso texto con un título epónimo de T. S. Eliot. Un clásico, decía Eliot, satisface tres condiciones: expresa una civilización madura, utiliza un idioma maduro y es producto de un creador cuya imaginación es madura. Utilizando estos tres criterios, Eliot afirmaba, en 1944, que toda la literatura europea contaba con dos clásicos: ”La eneida” de Virgilio y “La divina comedia” de Dante. “No hay clásicos en inglés” decía Eliot y Donoghue no se atreve a contestar su afirmación. Aunque...

Aunque hay libros que sobreviven a las interpretaciones que cada generación le pone por encima, capa tras capa de supuesto análisis y visión de su contenido. Sobreviven, aguantan y, explica Donoghue, son clásicos que sobresalen entre los otros libros que obligan al uso de una interpretación específica para mantener su validez. Los críticos Frank Kermode y Lionel Trilling ayudan un poco en ese razonamiento que permite rescatar a cinco obras: los clásicos de Estados Unidos según el autor. Son “Moby-Dick” de Melville; “La letra escarlata” de Hawthorne; “Walden” de Thoreau; “Hojas de hierba” de Whitman; y “Las aventuras de Huckleberry Finn” de Twain. No hay que conocer en gran detalle las costumbres de las ballenas y de los hombres que las cazaban con barcos de vela para entender la locura cósmica del capitán Ahab, y podemos decir lo mismo de los otros cuatro clásicos.

La pregunta, tan enorme que un viaje transatlántico no basta para responder, la pregunta entonces es: ¿cuáles son las obras que corresponden a los criterios de Donoghue en otros idiomas? Hay una trampa, claro: pues el blando niño mal criado de Saint-Exupéry que finge ser un príncipe vive en una obra más fácil de entender para lectores a lo largo del mundo que toda la obra de Proust. La calidad tiene su papel en la selección. Hablamos de una competencia con Virgilio. Por el momento, voy cocinando mi lista tanto en francés como en español. Y, por el número de obras, me siento más cercano a Eliot que a Donoghue. El genio no es un producto de masa.

Leer más
profile avatar
9 de diciembre de 2005
Blogs de autor

La realeza

Recuerdo algunas discusiones sobre el realismo (o la verosimilitud), a propósito de la novela de Cercas en la que figuraba como protagonista el padre de Sánchez Ferlosio. ¿Se pueden mezclar acontecimientos ficticios e históricos con la justificación del género novelero? ¿No es deshonesto? Bueno, ficción novelesca y acontecimiento histórico no parecen dos especies distintas. Seguramente pueden hibridarse. Son como el whisky y el hielo. Si el whisky es muy bueno, no le pongas hielo. O sí. Casualmente tropiezo con un pasaje de La orgía perpetua, el muy brillante ensayo de Mario Vargas Llosa sobre Flaubert, que me viene al dedillo. En la mitad justa del ensayo, Vargas comenta una carta de Flaubert a Louise Colet en la que dice no poder escribir “lo que ve” (la realidad), sin “transfigurarlo” (la ficción). Este “elemento añadido”, este imponderable, dice Vargas, es lo que da originalidad a la obra y autonomía a la “realidad ficticia”. Pero entonces se le cruza una intuición, no tiene tiempo de desarrollarla, y la deja como nota a pie de página: “1. El elemento añadido, o manipulación de lo real, no es gratuito: expresa siempre el conflicto que es origen de la vocación y puede ser poco o nada consciente por parte del escritor. Naturalmente, el elemento añadido es detectado por el lector en función de su propia experiencia de la realidad, y, como ésta es cambiante, el elemento añadido muda también, según los lectores, los lugares y las épocas”. ¡Menudo jardín derridiano! Nos encontramos con una experiencia A (un fact) que el escritor transfigura inconscientemente en experiencia B gracias al elemento añadido. El lector transforma inconscientemente la experiencia B en experiencia C, según su propio elemento añadido. La coincidencia entre los facts A y C es absolutamente indemostrable, pero ambos, autor y lector, están persuadidos de referirse a lo mismo. De modo que si alguien considera que esa novela es “realista”, lo que está diciendo es que él, el lector, es “real” porque se reconoce en ese texto al cual otorga estatuto de realidad. Dicho en plata: el realismo de las novelas de Flaubert consiste en crear un tipo de lectores realistas. La realidad a la que se refieren autor y lector, sin embargo, no está en ningún lugar, sólo entre las páginas de un libro cuyo contenido es distinto para cada lector. Simultáneamente, quien no considera “realista” o verosímil ese texto (por ejemplo, porque conoció personalmente a Sánchez Mazas) tiene su realidad en otro lugar. Quizás en Tolkien. ¿Qué habría sucedido si el protagonista se hubiera llamado Pérez Martillo? ¿Habría arrastrado al mismo número de lectores? ¿Habrían aceptado su verosimilitud?

Leer más
profile avatar
9 de diciembre de 2005
Blogs de autor

Amor de contrabando

El muro que separa México de los Estados Unidos está hecho de calaminas baratas y herrumbrosas. Con frecuencia, un sector se viene abajo y se queda así durante días hasta que vengan a repararlo. A la altura de la playa, las placas metálicas son reemplazadas por barrotes gigantescos clavados en la arena que se internan unos metros en el mar. Los ingenieros que colocaron los barrotes calcularon mal el espacio entre ellos. Como era demasiado fácil colarse, ahora han parcheado buena parte de ellos con calaminas. Tijuana llega exactamente hasta el muro. Desde su playa, desde sus cerros, desde su plaza de toros, se ve EEUU. El aeropuerto está al lado de la frontera. La línea marrón de herrumbre atraviesa toda la ciudad. Como si la cortase por la mitad, sólo que no hay otra mitad. Del otro lado sólo hay desierto y patrulleros de la migra. A lo largo de la ciudad, el muro está decorado con las cruces y los nombres de las 3600 personas que han muerto tratando de cruzar. Por la noche, los potentes reflectores de la policía migratoria norteamericana te advierten que no importa a qué hora pases, no importa cómo te camufles, te van a descubrir. Mi anfitrión aquí es el escritor tijuanense Luis Humberto Crosthwaite. Crosthwaite ha sido el guía de Joaquín Sabina. Ha sido el guía de Javier Cercas. Sé que estoy en las mejores manos. Por la tarde, me lleva a conocer burdeles. Primero nos tomamos una cerveza en el Zacazonapan, cerca de la calle Coahuila. Afuera son las cuatro de la tarde, pero en el Zacazonapan ya es de noche. Está en un sótano sin ventanas. Un americano con una camiseta que dice Petrol aúlla canciones de Credence frente a una rockola. De vez en cuando se vuelve hacia una chica de la barra que de vez en cuando le hace caso. Un hombre da vueltas alrededor de la pista de baile. Lleva una mochila. Otros dos beben sendas cervezas en mesas separadas. Todo el mundo tiene cara de estar esperando que algo pase. En un momento dado, el hombre de la mochila se nos acerca. -I’ve got drugs. -No gracias. Y hablamos español. -Que tengo drogas. -Ya, pero de momento no, gracias. -!Buena coca! –nos ofrece con gestos alusivos. Se pregunta qué hace aquí alguien que no quiere drogas. Y qué hace aquí un gringo que habla español. En EEUU, no importa lo que haga, soy Hispanic. Aquí soy gringo. Después vamos al Adelita. Aunque es temprano, el lugar ya está muy animado. Cuesta mirar a cualquier sitio, porque de inmediato se te cruza la mirada de alguna chica. Hay una tarima para los números de baile, y si te sientas cerca de ella tienes que estar dispuesto a que te acosen. Se bajan un poco el calzón para que introduzcas un billete. Se sientan a tu lado. Si eres bueno con ellas te restriegan los pechos por la cara. Eso sí, no les puedes faltar al respeto. Nada de meter mano gratis ni en público. Para empezar, tienes que invitarles una cerveza que cuesta como ocho dólares. Pero aquí todo el mundo parece tener mucho dinero. En el baño, que está excepcionalmente limpio, te venden cigarillos sueltos, chicles de menta, viagra y condones. El ambiente del Chicago Bar es un poco más sofisticado. Y más caro también. El público es más gringo y las chicas tienen personajes, como si fuesen actrices. Está la que tiene cara de virgen, la chica con que saldrías a cenar y al cine. Está la que parece menor de edad, la Lolita felina y experimentada. En una mesa hay dos parejas, que por un momento nos parecen dos matrimonios estables que han venido a ver el paisaje. Antropólogos o sociólogos, esa clase de gente. Sólo cuando los caballeros se van descubrimos que sus acompañantes también trabajan aquí. No todos los americanos vienen en busca de sexo. Sólo quieren conversar, acariciarse, tomar una copa con alguien. Y aquí es más barato que del otro lado del muro. Terminamos la noche en el Miami Bar. Aquí las chicas están sentadas en fila, y puedes sacarlas a bailar por un dólar cada canción. Muchos mexicanos sólo vienen a bailar. Gastan todo su dinero en la pista de baile. Un gordito ha bailado toda la noche con la misma. Uno de camisa a cuadros ya sacó a todas las trabajadoras. En la mesa de al lado hay un hombre con una de las chicas. Ella lleva en sus brazos una muñeca del tamaño de un bebé. Juegan con ella. A veces le hablan. Le pregunto a Luis Humberto: -Y qué más se puede visitar por aquí? -Nada más. Esto es Tijuana. El resto es puro invento. Nos vamos. Aprovechando que su acompañante está distraído mordiéndole el cuello, la mujer con la muñeca nos manda un beso volado.

Leer más
profile avatar
9 de diciembre de 2005
Blogs de autor

Palinuro

“Tengo una sola ambición: escribir un libro que se mantenga vigente durante diez años”. El audaz propósito de Cyril Connolly, escrito en 1938, se ha cumplido con creces. Setenta años más tarde sigue siendo reeditado. Su mérito es mayúsculo porque no es un novelista, sino un crítico literario. ¿Caso único? ¿Qué comentarista de las letras de los años treinta podemos leer en la actualidad? No ha aguantado ni siquiera Edmund Wilson. En realidad, con aquella frase Connolly señalaba hacia un agujero negro que no ha hecho sino crecer. “Digo diez años porque ése es el tiempo que llevo escribiendo sobre libros y porque puedo afirmar (...) que dentro de poco escribir libros que duren una década, especialmente los de ficción, será un arte extinto”. De Connolly a Juan Marsé ese temor no ha desaparecido sino que se ha intensificado. Hay matices. En tiempos de Connolly el problema afectaba a la rapidez con la que pasaban de moda los autores, a causa del estilo. En consecuencia dice: “Es preciso buscar una calidad que mejore con el tiempo”. Connolly creía que una radicalización del arte literario produciría libros más longevos. Sus modelos para la duración son irreprochables: Eliot, Yeats, Forster.. bueno, y Maugham, el único patinazo de época. Nosotros no podemos contar con ese remedio. Un libro aguanta en librería lo que tarda en venderse. Si no vende, desaparece. Ha de vender mucho el primer mes si quiere durar un año. Y muchísimo el primer año si quiere durar dos. Cuanto mayor sea la exigencia artística del texto, menos posibilidades tiene de durar. Para durar, en todo caso, ha de aplicar la fórmula opuesta y rebajar todo lo posible la calidad artística. Es cierto que algunos libros indudablemente artísticos han alcanzado grandes ventas y se han mantenido años en librerías, como ciertas novelas de Marías, pero hay una variante fundamental. Connolly citaba dos poetas y dos novelistas. Nosotros ya no podemos, honradamente, incluir a los poetas. Ha caído la reina. El rey es más vulnerable que nunca. También intuyó este proceso implacable de acabamiento de la poesía: “Poetas que discuten sobre poesía moderna. Chacales que gruñen en torno a un manantial seco”. Esto escribe en su más famoso libro, La tumba inquieta. Y por esas cosas raras de la vida, como dice la canción, ahora se publica en España una edición de Connolly como no la hay en ningún idioma europeo, incluido el inglés. Admirable trabajo de Miguel Aguilar, Mauricio Bach y Jordi Fibla para la editorial Lumen. Figuran dos artículos que no incluye la edición británica: “Los diplomáticos desaparecidos” (1951) y “Barcelona” (1945).

* Un tertuliano preguntaba por la historia de Piaget. Está en: Douwe Draaisma, Why life speeds up as you get older. How memory shapes our past, Cambridge UP.

Leer más
profile avatar
8 de diciembre de 2005
Blogs de autor

Chávez, ausente y en todas partes

Estoy en Caracas. La República bolivariana de Venezuela ya no es una democracia según el criterio de Montesquieu. La ausencia total de la oposición en el cuerpo legislativo desde las elecciones del domingo pasado pone un punto final a la separación de los poderes. Los tres - ejecutivo, judicial, legislativo – actúan bajo la orientación de una fuerza política única, el chavismo, cuyo único líder es Hugo Chávez.

Me cuesta un poco de esfuerzo encontrar un cartel que se despegue de una pared: “democracia, participación, cristianismo es socialismo”. No hubo mucha propaganda, menos que en otras votaciones, me dicen amigos. Milagro del poder político cuando roza el absolutismo: ya no es necesario mantener la visión permanente de la autoridad. La intuición se confirma al entrar a la librería Alejandría 1, en el paseo de Las Mercedes. Antes, es decir aún a principios de 2005, había una mesa dedicada a Chávez. Revisando la oferta, veo que sólo hay un libro que sobresale, el “Chávez sin uniforme” de Cristina Marcano y Alberto Barrera Tyszka. Es un retrato excelente y poco común por su forma: se parece a una novela de aprendizaje. El lector no sigue tanto una cronología sino la historia de la formación de un ego de un tamaño descomunal. Al salir compro la revista Exceso que tiene un artículo sobre la blogosfera venezolana. Revisando el texto, veo que Montesquieu puede preocuparse: ya no hay separación de lo real y lo virtual, pues la fractura entre oficialismo y oposición existe también en el ciberespacio.

Leer más
profile avatar
8 de diciembre de 2005
Blogs de autor

Nadie, nada, nunca

Se me escapó, el martes por la noche, un homenaje a Juan José Saer en la Maison de l’Amérique Latine. El evento me parecía inverosímil: el escritor argentino llevaba casi cuarenta años viviendo en Francia. Era más parisiense que muchos parisienses. Tanto, que consiguió la rarísima hazaña de publicar la traducción al francés de una novela suya con el título original en castellano: “Nadie, nada, nunca”. Al ver que no conseguía ir al evento me dediqué a recordar si otro escritor latino impuso así el español al francés. En los últimos años creo que no hubo nadie.

Leer más
profile avatar
7 de diciembre de 2005
Blogs de autor

El Che

Asistí a una tertulia literaria en el antiguo hotel Montecarlo, un hermoso edificio antiguo de mármol en la Rambla de Barcelona. Entre los participantes había un argentino especialmente entusiasta y notablemente culto, que comentaba todo con mucha soltura y conocimiento. En todas partes hay un argentino, pero éste, con su bigote y su pelo largo, me recordaba a alguien. En un receso, me le acerqué. -¿No nos conocemos? Yo soy Santiago, soy peruano. -Hola. Yo me llamo Rubén. -¿Eres escritor? -No, soy el Che Guevara. -Ah. Entonces recordé. Rubén es una de las estatuas vivas de la Rambla. Ahí, entre tiendas de mascotas y florerías, entre marcianos, vampiros y esfinges, él ocupa un taburete, fuma un habano, se pinta de un sepia oscuro y se pone un uniforme de camuflaje. Si le tiras una moneda, recita los discursos del Che: “sobre todo sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo”, esas cosas. -¿Cuánto tiempo al día te pasas en la Rambla? -Cinco horas. -Debe ser agotador ¿No? -Más difícil se me haría pasar ocho horas sentado en una oficina. -¿Siempre has trabajado en la Rambla? -No, viajo mucho. Hay una asociación internacional de estatuas vivas en Holanda, y siempre estamos reuniéndonos y promoviendo nuestro trabajo. -Ya. Me dio una tarjeta antes de irse. Ustedes también lo pueden visitar en www.elchevive.org

Leer más
profile avatar
7 de diciembre de 2005
Blogs de autor

Algo en que creer

¿Necesitamos héroes? Porque el mundo real está lleno de supervillanos, aunque hayan aprendido a camuflarse con los vestuarios del empresario, del estadista y del líder religioso. (Esa fue una de las grandes intuiciones de Ian Fleming, cuyas novelas de James Bond no estaban nada mal: en el mundo contemporáneo, los mejores villanos son siempre hombres de negocios que navegan los ríos de la política y las aguas del crimen tan sólo para aumentar sus ganancias: el Dr. No, Le Chiffre, Goldfinger.) Está claro que nos vendría bien un poco de ayuda en esta batalla desigual. Pero en ese caso, ¿dónde están los héroes? En el cine de hoy, el heroísmo tiende a ser interpretado por personajes de historieta (Batman, un Superman que regresa, los X-Men, Spiderman & Co.) que enfrentan a villanos tan coloridos como ellos para que todo siga igual. Son, en esencia, criaturas anacrónicas, concebidas durante un tiempo en que todavía se creía en la bondad del sistema imperante. (Nótese que los personajes mencionados han sido creados en los Estados Unidos, entre las décadas del ‘30 y del ’60: ninguno después.) Por eso trabajan para perpetuar ese sistema, en vez de derribarlo para crear otro más justo; son conservadores en esencia. Pero por supuesto, hay excepciones como The Constant Gardener, la novela de John Le Carré y también la película de Fernando Meirelles. Allí hay un héroe realista: involuntario, porque no elige serlo sino que se ve virtualmente obligado por las circunstancias; torpe y solitario, en su lucha contra un poder que lo supera con creces; y que cambia nada, o poco, a un precio demasiado alto: ¡pero al menos trata! Por supuesto, cuando uno va a ver las películas de superhéroes sale exaltado. (O al menos esa es la intención de sus productores; por lo general uno sale deprimido por lo malas que son.) Y cuando va a ver The Constant Gardener sale al borde del suicidio; no es lo que se dice el mejor programa para un sábado por la noche. La pregunta es: ¿podemos crear héroes que se enfrenten al Mal que hoy conocemos, en el contexto de relatos que nos exalten en lugar de deprimirnos? En su momento, Matrix demostró que era posible. La tragedia fue que las películas 2 y 3 ya no fueron dirigidas por los hermanos Wachowski, sino por la mismísima Matrix, que destruyó la revolución desde adentro.

………………………

¿Por qué las ficciones hispanoamericanas son tan poco afectas a la creación de héroes? No será porque no los necesitemos. Imagino que debe tener algo que ver con nuestra desconfianza respecto de las instituciones. Los angloparlantes depositan en ellas buena parte de su religiosidad, necesitan creer en su sistema, comulgan con él; en este sentido los superhéroes son santos laicos, embajadores del Bien Supremo. Pero los hispanoparlantes sabemos que las instituciones no han hecho gran cosa por nosotros, más allá de instrumentar la explotación y la represión: ¿por qué aplaudiríamos a alguien que defendiese un sistema que aunque se disfrace de oveja, nos enseña dientes de lobo a la primera de cambio? Lo más frecuente es que nuestros héroes sean pícaros, gente que vive al margen del sistema o que lucra con sus sobras, y que en ocasiones aprovecha la oportunidad de humillar a algún poderoso. Son más bien antihéroes, o a lo sumo héroes trágicos como el protagonista de El Eternauta, la ya clásica historieta de Héctor G. Oesterheld y Solano López: alguien que se ve impulsado a acciones heroicas tan sólo porque quiere recuperar a su mujer y a su nena. El héroe del mundo hispanoparlante es siempre remiso: hace algo porque no tiene más remedio. Si le diesen a elegir, se quedaría en casa haciendo nada. Para actuar en el mundo hay que creer en algo, y la vida en el Tercer Mundo lo forja a uno en el escepticismo. Todo lo que queremos es que nos dejen vivir y que no dañen a nuestros afectos, con eso nos damos por contentos. Los héroes de The Constant Gardener y de El Eternauta parten de la devastación que produce la pérdida de alguien querido, la irrupción de la Historia en el mundo privado: sólo entonces reaccionan, sólo entonces despiertan. Algo parecido a lo que le ocurrió al héroe-narrador Rodolfo Walsh, que hasta 1956 era apenas un periodista, traductor y escritor de cuentos policiales. En el verano del 57, frente a un vaso de cerveza, alguien se le aproxima y le dice: Hay un fusilado que vive. La frase lo pone en movimiento. La promesa de una aventura real lo fuerza a salir de su torre de marfil, y Walsh acepta mezclarse con la Historia para producir una investigación periodística primero (el fusilado era uno de aquellos peronistas a los que la represión policial baleó en un basural de José León Suárez, en junio de 1956) y después uno de los libros más importantes de la literatura argentina del siglo XX: Operación masacre, que inventó la non fiction novel nueve años antes de que Truman Capote publicase A sangre fría. Otro héroe remiso es el Corto Maltés, aquel de las maravillosas historietas de Hugo Pratt. Al mejor estilo del Bogart de Casablanca, el Corto es de aquellos que dice no creer en nada más que en su propio provecho. Su discurso es escéptico, pero su práctica es romántica: el Corto es dueño de una ética vital que no le deja otro remedio que exponer su propio cuerpo para refrendarla. Parece ser que para creer aunque más no sea en la existencia de una ética personal hay que irse al pasado, como también lo demuestra el éxito de las aventuras del Capitán Alatriste. Al menos Alatriste demuestra que es posible que consagremos hoy a un héroe, que no sólo estamos en condiciones de reconocerlo como tal, sino además de valorarlo. Algo en lo que creer, por fin.

………………

Esta noche iré al Malba. Estrenan un documental llamado El último confín, sobre una de las tantas quijotadas que han protagonizado en los últimos años los muchachos del Equipo Argentino de Antropología Forense. Ellos son mis héroes desde hace tiempo.

Leer más
profile avatar
7 de diciembre de 2005
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.