Skip to main content
Category

Blogs de autor

Blogs de autor

Realismo

El director quiere oir un llanto de mujer detrás de la ruina humeante. Ver un lienzo de llamas rojas con destellos amarillos al fondo del escenario. Y por encima, un túmulo de nubes negras. Como si se avecinara una tormenta -dice.

Ha pedido un campo de trigo arrasado, semejante al que horadaría un animalote con su hocico. Una columna de campesinos atemorizados y un camión cargado de heridos cruzarán de lado a lado el escenario. Huyen con pavor del campo de batalla pero no pueden correr –a ver cómo consigues prolongar el desplazamiento de los refugiados sin detener su marcha.

El director necesita una escena grandiosa y, al mismo tiempo, miserable. Es el signo de nuestro tiempo. Se lo dice al realizador, que está al mando de los carpinteros, electricistas y pintores.

No será fácil crear algo parecido –piensa el hombrecito, rascándose la cabeza y mascando la colilla.

Imagínate ahora un rayo de luz blanca y un hombre envuelto en una túnica descendiendo del cielo. Te ruego que esta vez vigiles la tramoya y que no se vean las poleas. El ruido ensordecedor de las bombas se apagará poco a poco tras el falso horizonte del telón de fondo.

El hombre vestido de blanco –prosigue- abrirá los brazos y aunque no diga nada ellos comprenderán el motivo de su aparición. Los moribundos fallecerán, pero con una expresión de tímida alegría en su rostro magullado.

Quién realmente aparece es el productor de la obra, indignado y vociferante. Según da a entender, el delirio del director es inaceptable. Sus exigencias han reventado el presupuesto y ya no se puede asumir tanto gasto. O cambia de inmediato sus planes o cancelará el estreno de la obra de teatro.

Si quieres efectos especiales, ¡dedícate al cine! Así se despide el productor.

Leer más
profile avatar
21 de marzo de 2007
Blogs de autor

Notas sobre la guerra

1. El lamento por la Guerra de Irak deja en evidencia el esquivo silencio de sus partidarios. El fracaso de la operación bélica, sin embargo, no les avergüenza. Se les nota el fastidio por el operativo militar fallido pero no parece afectarles el espanto de cuatro años de matanzas.

2. Un diputado del Partido Popular se atreve a reconocer el fiasco y cuestiona, sin mencionarla, la facundia épica de José María Aznar en las Azores. Otro miembro del PP, con media sonrisa en la cara, reconoce la causa de su derrota electoral: haber metido a España en la guerra. Esta consideración utilitarista no repudia el desastre sino el coste que se ha pagado por él.

3. El discurso del presidente de los Estados Unidos se lee como si los cuatro años transcurridos desde el inicio de la guerra exigieran una explicación sobre el sentido que tiene enviar a los jóvenes soldados a dominar, matar y morir. Sin embargo, el recurso presidencial consiste en evitar la desesperación. Como Bush descarta la opción de dimitir o hacerse el harakiri, el discurso vigente asegura que sacar las tropas americanas de Irak supondría desencadenar un conflicto regional de consecuencias imprevisibles. Es decir, si Estados Unidos abandona Irak todo seguirá como hasta ahora: un conflicto regional de consecuencias imprevisibles.

4. Es formidable el esfuerzo invertido por la administración republicana en modificar la percepción de la realidad. Los sabuesos de Washington tenían en Oriente Medio el mejor centinela que podían imaginar para vigilar sus intereses estratégicos. Se llamaba Sadam y lo ahorcaron hace poco. Ahora, algunos teocon rezan para encontrar al hombre fuerte que someta a las facciones iraquíes, gobierne con mano de hierro al levantisco país árabe y saque los dientes a los vecinos: a los persas de Irán y al hermético sirio.

5. Algunos comentaristas hablan de una guerra civil “larvada”. Como si los 600.000 muertos caídos en Irak desde el día de la invasión no fueran más que un preámbulo a la verdadera guerra civil que seguirá asolando durante muchos años la región.

6. Lecciones de la actual catástrofe moral: el gobierno norteamericano miente y se pone al frente de una descomunal maquinaria bélica y política. Para justificar la invasión, agita banderas de guerra y enumera sus beneficios para la comunidad política mundial. Solución definitiva al conflicto palestino israelí, bajada de los precios del petróleo, democratización de un país sometido al capricho de un dictador, contagio democrático a los países vecinos, suprimir las bases del terrorismo internacional…

7. Hay que comprender la estrategia publicitaria de la Casa Blanca y la eficacia de su hipnosis. Obviamente, el comprensible trauma por la caída de las torres de Nueva York influyó en la postración intelectual y política –como si entonces no fuera pertinente discutir la furia vengativa de la Casa Blanca.

8. ¿Será siempre tan fácil manejar la crédulidad de la opinión pública?

Leer más
profile avatar
21 de marzo de 2007
Blogs de autor

Jesús Jones

Rickie Lee Jones es un caso extraño. A lo largo de una carrera que se aproxima a los treinta años de duración, lo ha probado casi todo: ha sido cantante bohemia, intérprete de standards de jazz y musa experimental (por ejemplo en Ghostyhead, de 1997), desorientando a los críticos que prefieren artistas que resulten fáciles de categorizar. La última obra suya que había asomado en las pantallas de mi radar fue The Evening of My Best Day, que la mostraba en gran forma y me pareció uno de los mejores discos del año 2003. En el medio me perdí The Duchess of Coolsville, pero cuando me enteré que su disco nuevo, The Sermon on Exposition Boulevard, estaba inspirado en una reciente traducción de los dichos de Jesús al inglés contemporáneo, no pude evitar la tentación. (Nota al margen: ¿por qué solemos asociar la tentación a la debilidad, o a la comisión de un hecho equívoco? ¿Por qué no podemos, por ejemplo, sentir la tentación de hacer el bien, o de sucumbir a nuestros mejores instintos?)

Así que me compré este Sermón. Que, fiel a la naturaleza esquiva de Rickie Lee, no tiene nada de moralizante ni habla desde el orgullo de los elegidos. En todo caso, su planteo está expresado en un verso de la canción Where I Like It Best: “¿Cómo rezar en un mundo como éste?” Rickie Lee Jones trató de responder a esa pregunta con música. Se encerró con un grupo de amigos en el estudio del artista Marc Chiat en Culver City, California, con un ejemplar de esa traducción de los Evangelios (que se llama The Words y fue editada por su también amigo Lee Cantelon), y se puso a trabajar “en el espíritu de comunidad y colaboración que parecía manar del texto mismo”. Muchas de las canciones que resultaron de ese encuentro fueron improvisadas, como Nobody Knows My Name, que abre el álbum, y I Was There, que lo cierra. (“Aceptá mi consejo: nunca se vuelve más fácil… ¿Dónde estuviste, que no sabés lo que ha estado ocurriendo aquí, en Jerusalén?) Las canciones se suceden como plegarias laicas registradas en lo-fi, una crudeza que le sienta bien tanto a las melodías delicadas como a la propulsión casi punk que asoma aquí y allá, con Rickie Lee y su voz intemporal –todavía hoy suena como una adolescente- guiándonos como un Virgilio moderno en esta Commedia de nunca acabar.   

Gethsemane es una aproximación a la naturaleza del Jesús que se sabe en vísperas de su muerte: “No hay milagro que te devuelva a casa, y le llorás al Dios que te dejó ahí, a la rama, al pájaro y al aire vacío, al Dios del porqué-no-podemos-dar-la-media-vuelta-e-irnos”. Rickie Lee no canta desde la seguridad de las respuestas sino desde la precariedad de quien vive en la tormenta. “Me pregunto por qué existe tanto sufrimiento,” dice en Where I Like It Best. Y en It Hurts confiesa no estar al margen de ese padecimiento: “Duele estar aquí,” canta, sin que su voz haga esfuerzo alguno por disimularlo. Todos los tiempos han sido difíciles, pero el que nos tocó en suerte se lleva la palma: “Ahora estamos viviendo con los romanos”, sugiere en Falling Up.

En todo caso, The Sermon on Exposition Boulevard conmueve por su decisión de permanecer fiel a sus mejores instintos en un mundo que pregona la conveniencia de lo peor, y aun cuando no existe garantía de que esa fidelidad a la voz buena que nos resuena adentro no sea una locura –la clase de locura que durante siglos se denominó fe. El disco vale por sí mismo, y a la vez es una puerta a la traducción de Lee Cantelon, que también puede hallarse en español en www.thewords.com. Si se sienten en condiciones de leer sin las anteojeras de los prejuicios, échenle un (nuevo) vistazo a esas palabras. No puedo asegurar que el tal Jesús las haya dicho alguna vez, ni quién puede haberlo inspirado en caso de haberlas pronunciado, y tampoco puedo jurar que la traducción sea correcta. Todo lo que estoy en condiciones de decir es que cuando las oigo o las leo, suenan en mi corazón como música, o mejor dicho: hacen que mi corazón resuene, con una música que parece guardada allí adentro desde el comienzo de los tiempos.

Aprende a practicar el perdón, y tu vida estará llena de piedad y de gracia. Ama a tu prójimo como a ti mismo.

He ahí tentaciones en las que deberíamos caer.

Leer más
profile avatar
21 de marzo de 2007
Blogs de autor

CENTENARIOS

Estoy en Granada, acabamos de celebrar los 101 años de Francisco Ayala. Sigue lúcido, irónico, erguido, memorioso, curioso y lúcido. Nos causa sorpresa su capacidad de hacer cosas, de querer hacer otras, de comer, beber, tal vez amar… No deja de sorprendernos, de admiradnos y no estoy seguro si nos da envidia o nos agobia pensar en esas edades. Ha sido una vida llena de trabajo. Ha sabido no conformarse nunca con casi nada, con casi nadie. Ha mantenido su independencia contra vientos distintos de la historia. Cree en la razón, aunque también sabe que muchas cosas están forjadas por un impulso que tiene poco de razonable. Son las doce de la noche. Apenas cena nada, bebe un generoso whisky sin hielo. Ha comido con vino tinto, con apetito. Sonríe, cuenta historias, se enfada por algunos olvidos y da consejos pícaros a su  mujer- más de 30 años más joven- con la que mantiene una envidiable complicidad.

Le han pasado al teléfono a otro centenario- parece que en España ya hay diez mil-, otro nombre de nuestra cultura, aunque no se le conozca obra, Pepín Bello. Dentro de poco cumplirá 103 años. Vivo, vívido, bebedor, gozador, simpático y con muy poco trabajo a sus espaldas. Pekín, soltero impenitente, sabe vivir consigo mismo y no le cuesta dar su amistad a quién le rodea.

Me imagino de mayor y no puedo ni con mucha imaginación pensarme en un anciano de 100 años. Ni siquiera tan lúcido y trabajador como Francisco Ayala. Ni siquiera tan listo y poco trabajador como Pepín Bello. ¿Por qué no consigo entusiasmarme con esa edad bastante más que madura? ¿Por qué si ya está inventado el/la viagra? No sé, esperaré unas décadas.

Leer más
profile avatar
21 de marzo de 2007
Blogs de autor

Locos

El delantero de este equipo de fútbol trató de suicidarse una vez. Tomó varias cajas de pastillas, pero sus familiares lo encontraron a tiempo y lo llevaron al hospital. Se llama Carlo. Dice que, cuando se queda solo, el enanito que lleva dentro empieza a hablarle, y le pide que haga cosas malas. Por eso le gusta jugar al fútbol. En los primeros cinco partidos, ha hecho tres goles.

Carlo es uno de los protagonistas del documental italiano Locos por el fútbol, que narra las peripecias de su equipo, el Gabbiano, hasta que resulta campeón del torneo del Departamento de Salud Mental de ese país. El equipo está integrado por esquizofrénicos, bipolares, depresivos y otros pacientes del Departamento. El campeonato forma parte de su terapia.

Uno de los goleadores del equipo se llama Sandrone, y era policía y guardaespaldas hasta que empezó a escuchar voces en su cabeza. Dimitió varias veces hasta que le aceptaron la renuncia. A veces se pone violento. Pero la mayor parte del tiempo lo dedica a escribir y leer poesía. Quiere conseguir un trabajo, porque así podrá pensar en otras cosas, y no se pasará el día con las voces de su cabeza.

Para Sandrone, para Carlo y para todos los jugadores del Gabbiano, el fútbol es una manera de entrar en contacto con la realidad. La sociedad les exige demasiado para formar parte de ella. En cambio, los partidos tienen pocas reglas y claras, y restituyen su sentido de formar parte de un grupo. Por supuesto, todos reproducen sus problemas en el campo. Benedetto está tan ensimismado que es incapaz de pasarle la pelota a nadie más. Valerio a veces se distrae, con el agravante de que es el portero. Javier puede ponerse realmente agresivo con el otro equipo. Pero el principio terapéutico es que, en la medida en que sean capaces de superar sus limitaciones personales y comunicarse con el equipo, serán premiados con la victoria.

El documental muestra los partidos del equipo, y luego entrevista a sus integrantes por separado. Al verlos, el espectador se pregunta dónde están los límites de la locura. Los personajes de este documental –los locos- parecen simplemente personas hipersensibles, que tienen pensamientos comunes a todas las personas, pero no consiguen sobreponerse a ellos: la soledad, la injusticia, la incomprensión, y por lo tanto la sociedad, les resultan imposibles de sobrellevar. A todos nos resulta difícil a veces levantarnos por las mañanas. Pues a ellos les ocurre lo mismo, pero siempre.

Hasta cierto punto, ellos parecen más realistas que los que aparentemente estamos cuerdos. La cordura implica olvidar las cosas que nos duelen o no darles importancia para poder continuar con nuestra vida cotidiana. La locura –en ese sentido- es un estado de alerta perpetua. El fútbol, para los jugadores del Gabbiano, no es sólo una manera de retomar contacto con otras personas. Es sobre todo, como cualquier juego, una vía de escape, un dulce olvido de una realidad que no comprenden y que no los comprende a ellos.          

Leer más
profile avatar
21 de marzo de 2007
Blogs de autor

I. TRAVESÍA EN EL DESIERTO

A veces los libros que uno quiere leer se acumulan en ese rincón donde creemos tenerlos a mano, y los reclamos y premuras de la vida nos van apartando de ellos. Y cuando por fin los hacemos nuestros, porque entrar en un libro es un acto de apropiación, sabremos si nuestras ganas aplazadas tuvieron recompensa, o es que nos ganó la decepción. La mejor manera de saber si un libro nos ha colmado, es por la felicidad que nos causa, esa alegría que nos induce a buscar a los amigos para hacerles ver de lo que se han perdido. De manera que les digo a ustedes que si no han leído la novela El desierto (Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2005) de Carlos Franz, no se la sigan perdiendo.

Carlos Franz (chileno, 1959), ganó con esta novela el Premio del diario La Nación, y fue elegida por unanimidad por un jurado presidido por Carlos Fuentes, y del que fueron parte Tomás Eloy Martínez, Hugo Becasse, Griselda Gambaro y Luis Chitarroni. Espero que como ocurre hoy día en este complejo mercado global de los libros, El desierto no se haya quedado con el cono Sur por cárcel, porque merece llegar muy lejos, y eso quiere decir, hallarse al alcance del lector en cualquier parte. Voy a razonar mi entusiasmo.

Leer más
profile avatar
21 de marzo de 2007
Blogs de autor

RELOJ III

Hay personas que de  los coches sólo les interesa que les puedan llevar de un sitio a otro. A unos  zapatos los eligen sólo porque son más cómodos y, en cuanto a los relojes lo único importante que les exigen consiste en que  señalen bien la hora.

Estos seres de carácter instrumentalista y PRÁCTICO  son lo opuesto al ciudadano evolucionado en cuya condición la estética forma parte de su composición sustantiva. Los “prácticos” son simples, mezquinos o vetustos.

Los que hacen predominar el absoluto de la función sobre el papel del significante no pertenecen todavía a la cultura general del consumo y, en consecuencia, se han quedado desfasados cuando no perdidos. El tiempo les ha pasado por encima sin impregnarlos de actualidad y vitalidad.

Se trata de gente que, en general, observa la contemporaneidad con enorme desdén y presume de no entender lo que ocurre, puesto que en este caso creen que la ignorancia los prestigia y les muestra con criterios tan independientes. Y firmes.

Pero toda firmeza resulta hoy demasiado indigestible. El rigor aboca enseguida a lo más grotesco y la seriedad –contra la superficialidad o el juego- empuja hacia el borde del peor anacronismo.

El ejercicio de lo que este grupo mental llamaría “frivolidad” hilvana el patrón de nuestro tiempo. No ser superficial, trivial o frívolo hoy es igual a  haber perdido el tren de la historia. Nuestro tiempo tiende a ser tan fugaz como liviano, tan significante como insignificante. La búsqueda de la utilidad del objeto –y su persistencia y su trascendencia y su herencia- fue una característica del universo burgués del siglo XIX pero hoy su figura espanta. Espanta tanto como las ideas que perviven en brazos de sus descendientes instrumentalistas, ideas que se mecen como cadáveres, aparecen como adefesios y se prolongan como zombies.

El reloj personal no sirve hoy para saber la hora. Su función es lo de menos o es próxima a cero. Hay tantos relojes por todas partes y a cualquier hora que su servicio es superfluo. El reloj marca pero no ya la hora sino la honra: estética, caracterológica, comunicacional, sexual, lúdica o irónica. Quien tenga reloj que entienda o que se amortaje para siempre.

Leer más
profile avatar
20 de marzo de 2007
Blogs de autor

"House of blues"

Una de las consecuencias de mi viaje a España fue que me hice adicto a la serie House (o Dr. House, como la llaman en algunas partes, dado que el título original es House, M. D.): cada vez que encendía la TV, fuese el horario que fuese, allí estaba Hugh Laurie interpretando al médico del bastón y del humor sarcástico. A pesar de que suelo evitar las series dobladas al español –prefiero la voz del actor original, y además las traducciones suelen ser terribles; las crueles bromas de House sólo suenan como un látigo en inglés-, el asunto me enganchó igual. A esta altura del día ya empiezo a hacer cálculos mentales de cuánto falta para la próxima emisión. (En Latinoamérica el canal Universal está emitiendo la segunda temporada a las 13 y a las 19, y la tercera los jueves a las 21.) En algún sentido, mi adicción no es muy disímil a la que el propio House siente por el Vicodin o la morfina. Aunque espero, por mi propio bien, que la raíz de esta atracción sea muy distinta de la que anima al médico.

En algún sentido House es una típica serie de doctores, como E.R. y Gray’s Anatomy: siempre hay uno o más casos de gravedad, que casi siempre presentan extrañísimas sintomatologías, y una lucha por parte del staff médico –con el doctor Gregory House a la cabeza- por salvar al paciente. Pero al menos a mí, y aun a pesar de que tengo debilidad por las historias de hospitales, House me interesa por motivos que no tienen nada que ver con lo medicinal o con los típicos dramas de vida-o-muerte. Lo mejor de House, sin duda alguna, es House: un médico tan brillante como antipático, que goza comportándose como el paradigma de la anticorrección política tanto con los enfermos como con su equipo –y hasta con sus superiores.

House está más cerca de ser un detective que un médico. David Shore, el creador de la serie, confesó sin culpas que su inspiración fue Sherlock Holmes, otro misántropo brillante capaz de resolver cualquier enigma, y por cierto: igualmente adicto a las drogas. (Ya en los relatos originales de Sir Arthur Conan Doyle, Holmes se inyectaba una solución de cocaína al siete por ciento.) El ladero de House no se llama Watson, sino Wilson. Y aunque House no toca el violín como Holmes, sí toca el piano –como el mismísimo Hugh Laurie. De hecho, el apartamento de House es el 221 B, la misma dirección que Holmes y Watson compartían sobre Baker Street. Es fácil imaginar que al igual que Holmes, House utiliza los opiáceos y los casos terminales para mantener su cerebro en una suerte de high permanente; la vida común y corriente los aburre hasta la desesperación. También es posible conjeturar que esa ansiedad trata de ahogar un dolor pasado, o de disimular un vacío espiritual capaz de inducirles un vértigo de muerte. Pero por fortuna, así como Holmes es una criatura decididamente pre-freudiana, hasta donde he podido ver House se mantiene a prudente distancia de interpretaciones psicologistas: si algún día nos enterásemos de que House es como es porque su mamá no lo quería, el personaje se derrumbaría como un castillo de naipes.

Si en algo triunfó David Shore en su deseo de emular a Conan Doyle, es en el de haberse echado encima la misma maldición: en algún sentido, tanto Holmes como House son personajes demasiado grandes para las ficciones que los encierran. Esperemos que Shore no decida matarlo alguna vez para quitárselo de encima, como hizo Conan Doyle con Holmes para después verse obligado a resucitarlo. Cuando yo miro House no lo hago para ver qué nueva enfermedad extraña me presentan, ni qué ingeniosa solución se le ocurre al protagonista: lo hago, ante todo, para atender al drama de un alma en llamas, enfrentada a los fantasmas que le quitan el sueño.

…………………………………….

Y dicho sea de paso: vi el segundo capítulo de Héroes. ¡Cada vez se pone mejor!

Leer más
profile avatar
20 de marzo de 2007
Blogs de autor

V. LA RANA EN EL CHARCO

No sólo el patrón de Dickens. El argumento de cualquier novela clásica, el de cualquier tragedia griega, o el de cualquiera de los dramas de Shakespeare pueden ser empleados en una telenovela y no es más que fijar y realzar los contrastes y pasarlo todo al blanco y negro. Pero tampoco hay que ser injustos, como acaso lo fui con Disney. La telenovela mexicana de falsos decorados y actrices maquilladas en exceso, y lo mismo la venezolana, se quedaron atrás frente a las telenovelas brasileñas y colombianas que hablan un lenguaje diferente, mundano y atractivo y para nada estirado ni retórico, y entran en la complejidad de los matices, con personajes más complejos, más humorísticos y contradictorios, y por tanto más atractivos.

Y son las que tienen más público, como en el caso de Betty la fea, que no sólo paralizó a América Latina a la hora de la presentación de sus capítulos, sino que ahora se ha convertido en un arquetipo universal para las telenovelas en cualquier idioma o latitud. Y el genio que inventó ese personaje de consumo masivo, el de la muchacha que aparenta fealdad mientras su belleza se mantiene escondida, es, otra vez, la rana en el charco que sufre luego una feliz metamorfosis.

Leer más
profile avatar
20 de marzo de 2007
Blogs de autor

ARTISTAS

Casi siempre los artistas han  sido raros. Son raros. Quiero decir que no son tan previsibles como el resto de los humanos. Que tienen otros modos, otras modas, otros usos y otras costumbres. ¿O no tiene por qué ser así? Quizá no. Yo, que estaba alojado en la Academia de Bellas Artes de Roma, en una de las más hermosas montañas sobre la ciudad, en el Gianicolo, trataba de mirar a los artistas becados, a los artistas jóvenes que estaban en aquella academia para desarrollar su obra, como peculiares seres humanos y, la verdad, se parecían demasiado a la mayoría de los jóvenes que conozco. Eran  12 artistas de muy diferentes disciplinas de artes, letras, música, cine o teatro. Curiosa gente pero muy parecidos a otros curiosos que no son, ni se les espera en el mundo del arte.

Quizá ya va siendo hora de terminar con el mito del artista excéntrico. En un excelente libro reciente sobre Tintoretto, Molina Foix demuestra que la mayor rareza de Tintoretto  es la de no ser raro. Todo lo contrario del atrevido Caravaggio.  Y los dos eran grandes.

Estuve viendo el insuperable retrato de Inocencio X de Velázquez, tropo vero, y recordé que su vida había estado llena de preocupaciones de alguien normal. De un hombre familiar, preocupado por su situación económica, por su reconocimiento público. Un hombre brillante, pero digamos normal.

Después disfruté de una exposición en la Academia de los “disparates” de Goya y de una peculiar propuesta paralela de un artista aragonés llamado Ricardo Calero. El genio tuvo lo suyo, su carácter, su vida, su compromiso con el arte, con la libertad, pero fue un hombre digamos “normal”. Un genio, pero nada extravagante. No sé cómo es Calero, pero debe ser muy peculiar porque en su obra de acercamiento a Goya, además de enterrar piedras de Fuendetodos, hace que unos guardias civiles sean con sus disparos copartícipes de la obra. Es atrevido formalmente pero es posible que sea un hombre de su casa, un buen padre, un ciudadano cumplidor. Ciertamente tenemos que disociar la vida del artista de su obra. Terminar con el mito del artista excéntrico. Creer que además de serlo, artista quiero decir, se debería ser raro. Ya no se reconoce a los artistas por sus rarezas, sus vestimentas, sus poses o sus excentricidades varias. Habrá que reconocerlos sin esperar signos exteriores. Incluso se puede ser artista pagando los impuestos, llevando a los niños al colegio y no bebiendo ni un dry martini. Me lo temía.

Leer más
profile avatar
19 de marzo de 2007
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.