Saber de periodismo es saber que hay artículos y artículos. Artículos que difunden un paquete entregado por fuentes para su publicación y artículos, al contrario, que suponen enfrentarse con varias fuentes en su intento de imponer una sola versión de una historia. El artículo "Cuando Fidel pidió ayuda a Aznar", publicado por Juan Jesús Aznarez en el diario El País del domingo pasado es un artículo de verdad. Para los periodistas que conocen Cuba, no falta nada: el desorden y la improvisación en el Palacio de la Revolución; la manera muy cubana de mezclar una postura orgullosa y de pedir ayuda sin vergüenza alguna; el talento para la amnesia cuando no se necesita al que ayuda; la mediocridad activa de Felipe Pérez Roque.
De manera fascinante este artículo cuenta, desde La Habana, la historia del golpe contra Chávez el 11 de abril de 2002 en Caracas. El susto tremendo, la renuncia (pues hubo renuncia) del comandante de la revolución bolivariana y la doble intervención del ejército venezolano: quitó al comandante del poder antes de ponerle de nuevo. En estos momentos de tensión, era tal el desconcierto en La Habana que se llegó al extremo de pedir ayuda a una presidente español de derecha, pensando en una salida de Chávez parecida a la de Fulgencio Batista en otra época. Cómo pasan los días...
Hay que pensar mucho en esta historia. Confirma lo que sabe cualquier persona que tiene informaciones sobre Cuba: el gobierno de La Habana necesita a Chávez, a su petróleo, a la puerta de salida que corresponde a las "misiones" para muchos médicos o entrenadores cubanos. Pero, como contrapartida, hay un gran desprecio cubano hacia Chávez. A los dirigentes cubanos les parece vulgar, insoportable este oficial con su afán de protagonismo y su actitud de "nuevo rico" del petróleo. Como víctima de un golpe militar, el chileno Salvador Allende era perfecto para Cuba. Su muerte, en su época, ayudaba a demostrar la imposibilidad de un gobierno de izquierda de imponerse por las armas. Entonces, los cubanos no hicieron nada para salvar a Pinochet (no creo tampoco en la tesis de que los cubanos llegaron a favorecer su muerte). En el caso de Chávez era al contrario: había que salvar al hombre como mero caso humanitario, derrotado, no importaba: la trayectoria de Chávez no dice más que el despilfarro de la renta del petróleo. Hay que guardar este artículo: es un momento de la historia, pero es también una profecía. Basta esperar. El comandante ya no tiene quién apueste por su papel a largo plazo.
(Hablando de artículos que son artículos, hay que leer, en inglés, el artículo de John Carlin en The Observer sobre los vínculos entre las Farc y Chávez y el papel del narcotráfico. Poco a poco, se va a entender lo que pasa en esta zona del mundo).



Fue su primera novela, esa primera obra que dispara la vida del escritor hacia un territorio aún por imaginar y por recorrer. La primera novela, aunque sea la que vaya a definir a un autor a lo largo de su vida y aunque vaya a ser su mejor novela, al principio sólo es una promesa de que escrita una se puede ser capaz de escribir otras, que en el fondo es de lo que se trata, de "vivir para contarlo", según el título de una de las antologías poéticas de Caballero Bonald. La primera novela también es tranquilizadora porque aún se dispone de toda una vida para corregir lo que no se ha hecho bien, para mejorar y para ponerse a prueba. De hecho, escribir es ponerse a prueba una y otra vez ante uno mismo y ante los demás, y no valen las quejas si el mundo te trata injustamente porque al escritor, al menos en su primera novela, nadie le pide que escriba, al menos en este país que nunca le ha dado mucha importancia a esta actividad y donde los escritores no inspiran demasiado respeto. ¿Respeto? ¿Encima de que escriben hay que tenerles respeto?
lo más destacado de la película. Los replicantes han llegado a un nivel de perfección anatómica tal que también desarrollan toda una serie de preguntas, de interrogantes, que son los mismos que desarrollan los humanos. Y dentro de esos replicantes, me parece particularmente trágico y heroico el caso de Roy, quien comete una suerte de deicidio al matar al creador en esa secuencia central de la película. Al matar él mismo a su creador se libra de determinados fantasmas, al igual que le ocurre al hombre cuando es capaz de emanciparse de las ideas preconcebidas y dogmáticas acerca de su propia naturaleza. Sin embargo, después de ese deicidio queda expuesto como nunca a la misma desnudez de la raza humana. Me parece absolutamente grande cuando él, por su fuerza y situación ventajosa, sería capaz de destrozar y matar al policía que lo ha venido persiguiendo, encarnado en Harrison Ford, y finalmente no lo hace. 


Este libro moldeó las vidas de millones de personas criadas en el seno de las tres religiones monoteístas más grandes: el cristianismo, el judaísmo, la fe de los musulmanes. Pero aun aquellos que nacieron fuera de esos círculos recibieron su marca, porque la Biblia es la fuente de las historias seminales que dieron forma a nuestras culturas. Adán y Eva: el placer como pecado, la mujer como tentadora, el hombre como especie caida en desgracia y condenada al dolor. Caín y Abel: el origen de la violencia entre hermanos, un legado de sangre por el que seguimos pagando. David y Goliat: la astucia y la iluminación por encima de la fuerza. Moisés y el Exodo: las ventajas -y peligros- de sentirse el Pueblo Elegido de Dios. Jacob y el Angel: el valor de la determinación, cuando todo parece jugarnos en contra.

