Galería de espectros: Roy
Rafael Argullol: Hoy en mi galería de espectros he visto los cabellos rubios del de Roy.
Delfín Agudelo: Esos cabellos rubios han vuelto a ver la luz en estos días, justamente cuando cumple Blade Runner sus 25 años de estreno.
R.A.: Estos días también ha vuelto a plantearse la polémica sobre el final alternativo que tiene Blade Runner. Ha habido algunos partidarios de aquél final en el cual por fin se rompía la oscuridad opresiva de los Ángeles, y los protagonistas salían en una última escena incierta pero ya con la luz del día; y otros de aquél desenlace por lo visto el previsto por el mismo Scott, en que todo el final de la película quede integrado en la escenografía negro y lluviosa de Los Ángeles. La última escena coincide con la muerte de Roy. Cuando pienso en Blade Runner, pienso en muchos aspectos visuales, arquitectónicos, y también pienso con frecuencia en la gran originalidad de los diversos personajes. Pero creo que con el tiempo me ha resultado particularmente impactante el personaje de Roy, el replicante más perfecto de ese grupo de replicantes que ha llegado a la tierra, para plantear al hombre, a su creador, las mismas preguntas que el hombre se viene haciendo desde siempre respecto a su propia situación en la vida. El juego de espejos general que crea Blade Runner me parece lo más destacado de la película. Los replicantes han llegado a un nivel de perfección anatómica tal que también desarrollan toda una serie de preguntas, de interrogantes, que son los mismos que desarrollan los humanos. Y dentro de esos replicantes, me parece particularmente trágico y heroico el caso de Roy, quien comete una suerte de deicidio al matar al creador en esa secuencia central de la película. Al matar él mismo a su creador se libra de determinados fantasmas, al igual que le ocurre al hombre cuando es capaz de emanciparse de las ideas preconcebidas y dogmáticas acerca de su propia naturaleza. Sin embargo, después de ese deicidio queda expuesto como nunca a la misma desnudez de la raza humana. Me parece absolutamente grande cuando él, por su fuerza y situación ventajosa, sería capaz de destrozar y matar al policía que lo ha venido persiguiendo, encarnado en Harrison Ford, y finalmente no lo hace.
Allí hay una cuestión a la que le he dado muchas vueltas. ¿Por qué él, que debería vengarse de la persecución del policía, finalmente decide no hacerlo? Él mismo dice sentir llegar el tiempo de la muerte, y tiene ese monólogo tan extraordinario sobre lo que ha visto y lo que ha soñado, y que sin embargo ahora se perderá todo como las lágrimas entre la lluvia. ¿Por qué no mata al policía? Ahí es cuando definitivamente se confirma que Roy ha adquirido no solo las características de la condición humana, sino que ha adquirido lo que podríamos denominar una espiritualidad superior. No lo hace por compasión. Él sabe que ese acto de compasión es lo que da una última belleza a su vida que se está acabando, y al comprender eso, creo que ejecuta un acto de alta espiritualidad y de belleza trascendente. Por tanto diríamos que a través de Roy el replicante que ha aspirado a ser hombre llega también a un grado de finura, de refinamiento espiritual, que incorpora la compasión, la piedad como un último acto de la belleza del hombre.