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Galería de espectros: Diotima

Rafael Argullol: Hoy, en mi galería de espectros, he vislumbrado el de Diótima.

Delfín Agudelo: ¿Viste acaso a la Diotima de Platón, o la de Hölderlin?

R.A.: Creo que ambas son la misma: una es la reencarnación de la otra. Hölderlin, en Hyperion, utiliza ese nombre misterioso y magnético que sale de El Banquete de Platón, y lo utiliza directamente como inspiración de lo eterno femenino en su obra. A mí Diótima siempre me ha parecido un personaje muy enigmático, incluso tal como se presenta literariamente en la obra de Platón, que es como un juego de muñecas rusas, ya que en ésta obra Platón evoca una reunión que le han contado; a su vez, en esa reunión, ha habido distintas voces; y al final la voz de Sócrates, las muchas voces discutiendo sobre Eros, sobre el Amor. Pero Sócrates no habla sobre la teoría del amor, sino que dice haber sido iniciado por un personaje realmente enigmático, Diótima. Es la única vez que aparece en toda la literatura griega una supuesta mujer que era sacerdotisa en Mantinea, y ya la ciudad en sí misma es muy evocadora porque conlleva mántica, adivinación: comparten la misma raíz. Nos encontramos con un juego de sombras en que vamos avanzando desde la narración de Platón a lo que dice El Banquete, sus distintas voces y la voz de Diótima trasladada a través de la voz de Sócrates. Por lo tanto es un personaje que se mueve en unos entresijos muy interesantes. Además, es el personaje que traslada uno de los núcleos de la visión platónica de la belleza, ya que en todo El Banquete hay una discusión acerca del significado de Eros. Sócrates da su propia versión, pero cuando alude a la iniciación que le ha hecho Diótima en los misterios del amor, alude a un camino que es en principio racional, una escalera en la que cada uno de los peldaños es racional, y se pasa del amor físico al espiritual. El último peldaño, el que significa el salto hacia la belleza en sí misma, es un peldaño completamente mistérico, oscuro, y es ese peldaño el que Diotima en cierto modo rige, en el cual ella ha introducido iniciáticamente a Sócrates. Lo que hace Hölderlin con ese maravilloso personaje es retomarlo y convertirlo en el amor ideal, el amor romántico ideal de Hyperión que no deja de ser su alter-ego en esa novela de formación. Hölderlin cierra el círculo iniciado por Platón y de alguna manera Diotima nos evoca quizá el rasgo más limítrofe, más enigmático de lo erótico.
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25 de febrero de 2008
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Cinco apuntes sobre los Oscar: 'Sweeney Todd' (4)

En buena medida, Sweeney Todd es la película que Tim Burton amenazaba rodar desde sus comienzos. "Mezcla de musical y de historia de horror", tal como él mismo la definió. Sweeney Todd parece un pastel de esos que hornea la histriónica Mrs. Lovett (interpretada por Helena Bonham Carter, esposa de Burton y madre de sus hijos) al comienzo del film: amasado con los elementos que tenía más a mano, cucarachas incluidas. A saber: su actor fetiche, Johnny Depp. Su debilidad por los viejos films de horror. (El mechón blanco de Todd remite a la Elsa Lanchester de La novia de Frankenstein.) El aliento gótico de Sleepy Hollow. Las canciones que proporcionan narrativa a Willie Wonka y la fábrica de chocolates.

Pero el hecho de estar lidiando con un material ajeno -Sweeney Todd es un musical hecho y derecho, escrito y compuesto por Stephen Sondheim en 1979- parece haberlo liberado, impulsándolo a ir más allá. Las mejores películas de Burton tenían algo de la ingenuidad infantil, a pesar de su insistencia en perderse en los bosques más oscuros de la imaginación. Pero Sweeney Todd -y Stephen Sondheim, como su autor principal- no tienen nada de ingenuos. Con Sweeney, Burton le cambió el relleno a sus películas. Así como Mrs. Lovett abandona sus viejas creaciones para hornear con relleno nuevo, Burton amasó esta vez un pastel distinto, lleno de algo horrendo... y a la vez delicioso.

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La anécdota de Todd es simple: un joven barbero, casado con una bella mujer y padre de una niña, es víctima de la envidia de un juez que, haciendo abuso de su investidura, envía al barbero a prisión y corteja a su mujer. Años más tarde el barbero escapa de prisión y regresa a la Londres de las leyendas -parte picaresca dickensiana, parte patio de juegos de Jack el Destripador-, para descubrir que su mujer se ha suicidado y que su hija, ahora adolescente, está en manos del juez, que ansía desposarla. Enceguecido por el dolor, Todd opta por la venganza. Hará lo que mejor sabe hacer, afeitar al ras -a veces demasiado al ras. "¡Por fin, mi brazo está completo otra vez!", dice cuando saca a relucir sus viejas, mortales navajas.

Todd es una historia amarga, y Burton, por primera vez en su vida, no le hurta el cuerpo al dolor. (Ni al de su esposa. Me pregunto qué dirán sus hijos cuando vean el espantoso fin que le deparó a mamá Helena al final de la película.) El mérito también es de Sondheim, que transformó en musical una historia que suena tan inapropiada -gargantas degolladas, ríos de sangre, pasteles rellenos de carne humana-, ampliando los horizontes del género.

La disfruté muchísimo. Es espectáculo ciento por ciento. 

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25 de febrero de 2008
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Socialdemocracia sin emoción

La socialdemocracia en Europa está en horas bajas. Quizás por eso su gran esperanza, si gana el 9 de marzo, es Zapatero, a quién fuera se le ve un poco como un Obama español, según se dijo en un reciente seminario organizado en Londres por Policy Network, una red que se puso en marcha en tiempos de Blair. Aunque lo que más gusta de Obama es que ha logrado inyectar en las primarias una carga emocional que los socialdemócratas consideran que, en general, les falta.

En Alemania, no parece que el SPD vuelva a gobernar en coalición con los democristianos; en Italia, la izquierda está en crisis y Veltroni es, además de una incógnita, es otra cosa, más a lo demócrata americano; en Francia los socialistas están hundidos (aunque se pueden falsamente recuperar en las municipales), y entre los británicos, Brown, que participó en esa reunión, no despierta pasiones siquiera entre los suyos. La presentación por Carlos Mulas-Granados del programa socialista español desde tres ejes -segunda modernización, extensión de los derechos civiles y sociales, y nuevas respuestas para los problemas globales-despertó interés. Si gana, y el socialismo español desarrolla un pensamiento propio -doble condición-, ZP tiene la ocasión única de convertirse en la referencia de la socialdemocracia en Europa. Se le espera en la cumbre en Londres en  abril sobre Gobernanza Progresista que debería lanzar mensajes más positivos.

¿Por qué esta crisis general de la socialdemocracia? Para empezar, en Europa y en EE UU el debate político se sitúa aún en el terreno marcado por los conservadores desde Reagan y Thatcher. La izquierda no ha logrado salir de él, mientras crece el sentimiento antiglobalización y el temor a la inmigración, lo que la derecha populista sabe explotar bien. Además, según Edgar Grande, catedrático de Política Comparativa de Munich, el espectro político se está moviendo hacia la derecha en Europa. En el terreno de la política cultural e identitaria, la derecha populista domina el discurso. No hay una cultura en la socialdemocracia sobre cómo pensar la cuestión de la identidad, la inmigración y otras dimensiones,. De hecho, según Grande, la globalización ha cambiado las bases de la política en Europa Occidental, generando nuevas divisorias. Hay nuevos partidos populistas de de extrema izquierda y de extrema derecha.

De las divisiones que cruzan a través de la tradicional visión entre izquierda y derecha, el también alemán Gero Neugebauer ve tres dimensiones esenciales en cuanto a conflictos de valores: libertarios frente a autoritarios, justicia social frente a libre mercado, y religión frente a secularismo. Están, así, surgiendo lo que Neugebauer llamó nuevos "milieus políticos". El problema para la socialdemocracia es que, si quiere conseguir los votos necesarios para gobernar, debe situarse  a la vez en todos esos ellos.

Otro factor que complica la situación para los socialdemócratas es que éstos han estado sobre todo dirigiéndose en los últimos años a los ganadores de la globalización; mientras que su granero potencial de votos está también entre los perdedores. La socialdemocracia  ha perdido votos en la clase trabajadora y entre los sindicatos, un terreno que, según Roger Liddle, vicepresidente de Policy Network, ha ocupado en parte la extrema derecha. Entre los perdedores ha surgido una nueva  categoría que ya no se llama el proletariado, sino el precariado, formado sobre todo por jóvenes. Pues la desigualdad que genera no es sólo entre capas sociales, sino entre generaciones. Según el francés Bernard Spitz, "la generación pobre es la generación joven".

Si Brown habló de la necesidad de "liberar las potencialidades de todos", la educación es una respuesta, siempre que reconozca la pérdida de valor de los diplomas, y de que la igualdad de oportunidades que genera deba darse a lo largo de toda la vida. Al cabo, la desigualdad mayor es "entre los que tienen control sobre su futuro y los que no".

Los socialdemócratas según Grande, han sufrido además en casi toda Europa "el declive de una oposición responsable". Y un creciente abstencionismo en lo que se llama la "era del escepticismo" en el que votar o no ya no es una decisión derivada del sentido del deber. En todo caso, hubo un cierto acuerdo en que la renovación desde el gobierno es más difícil de llevar a cabo que desde la oposición.

La gran esperanza para los socialdemócratas es el debate sobre el cambio climático, pero no son ellos los que lo han planteado, aunque lo hayan asumido. De hecho, se dijo, esta izquierda  ha perdido capacidad a la hora de "poner temas sobre la mesa".  Quizás deba volver a mirar más hacia los demócratas en EE UU.

 

Publicado en El País, 25 de febrero de 2008

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25 de febrero de 2008
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El público lee

Como os contaba ayer he estado en Barcelona y Sevilla. Dos jornadas intensas, pero agradables, no me he tropezado con ningún borde, sino todo lo contrario. En Barcelona el día estaba nublado, ligeramente melancólico, a punto de llover, pero sin llover, la ciudad bonita, con ese toque de humedad que echo de menos en Madrid. Al mediodía nos reunimos a comer unos cuantos amigos en un hotel con nombre de premio, el Pulitzer, y aproveché para meterme entre pecho y espalda un arroz caldoso de chuparse los dedos. Por la noche me marché a Sevilla.

Me encanta ir a Sevilla, siempre lo paso bien. Hacía un tiempo parecido al de Barcelona aunque aquí de vez en cuando caían cuatro gotas. Es una de las ciudades más cuidadas que conozco y donde la gente se ríe más, por algo será. Ahora han puesto un tranvía tan moderno que no tiene pinta de tranvía, parece un tren ligero, lo que me ha dejado un poco fría, prefiero sus tabernas, sus patios, sus hermosos parques. Una maravilla Sevilla, y es una pena que no se pueda ver en todas partes el programa de libros  de Canal Sur televisión, El público lee, que presenta Jesús Vigorra y dirige Diego Abollado. Éste sí que es un buen programa de libros hecho con gracia, agilidad, pasión por la lectura, gusto y con una audiencia fiel y entusiasta. Como reconocimiento, recibió el año pasado un merecido Premio Nacional de Fomento a la Lectura. Tiene una estructura inteligente en que los lectores están presentes en el plató, y muchas cosas más, muchos libros... si pueden véanlo. ¡Viva la imaginación!

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22 de febrero de 2008
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Eclipse total en la mitad del mundo

Supón y haz suponer que ahora es la hora de contar ficciones. Has leído en la página web de la NASA que un eclipse total de luna ocurre solamente durante el plenilunio, una vez que el satélite queda del todo inmerso en la sombra del planeta. Hoy que recién dejaste la mitad de ti en la mitad del mundo te preguntas, aún dentro del avión que te tiene flotando en la zozobra sobre las nubes densas de Brasilia, qué consecuencias tiene un eclipse lunar, como otro se preguntaría cuándo ocurrirá el próximo terremoto. Nada que uno pudiera responder, sensatamente al menos, pero tampoco está el horno para bollos. Hará una media hora, o así te lo parece, que el avión sobrevuela esta ciudad horrendamente geométrica que una vez pretendió parecer del futuro, y de pronto el futuro, tu futuro, ya está en tela de juicio desde que la mujer atrás de ti se abrazó a su marido y empezó a sollozar.

     ¿Afectan los eclipses lunares a los aviones? La pregunta suena bastante estúpida, pero igual te conforta más que contemplar la tormenta en las ventanillas y seguir dando tumbos con todo y asiento. Van dos intentos de aterrizaje fallidos, cada vez se escucharon suspiros alarmados y se adivina el rechinar de dientes. Asimismo soportas el súbito fastidio de estar sentado a un lado del pasillo, no puedes ni aspirar a asomar la cabeza y comprobar si acaso hay otra cosa que bruma allí debajo. Así estaba la noche en Macapá, tanto como la madrugada en Belem. Es la segunda escala y la lluvia no para, siempre será más cómodo preguntarse si acaso hay algo raro con el eclipse, en lugar de tener que hacerse mala sangre calculando -la paranoia lo hace sin ayuda de nadie- si con este aguacero se puede aterrizar de alguna forma. "Que nadie se preocupe", afirma el capitán por el altavoz, "tenemos todo bajo control". Eso mismo decía la revista de abordo de Varig sobre la compañía, antes de la debacle que casi la borró del mapa. Además, el eclipse terminó. Era la medianoche en Macapá cuando la sombra estaba en su apogeo, de forma que la luna fue desapareciendo hasta volverse sombra entre las sombras.

     La señora de atrás ya llora abiertamente, mas casi no la escuchas. Sigues con la cabeza inmersa en la mitad del mundo, cierras los ojos y recorres de nuevo la costera mojada por el Amazonas, la avenida Fab, la Hildemar Maia, los semáforos antes del aeropuerto. Resuena en las paredes del cráneo la canción de Belle & Sebastian que día y noche salía de las bocinas del Toyota Corolla donde todas las tardes mudabas de hemisferio y ya sólo por eso creías acreditar la magia circundante. No debería estarse en la mitad del mundo sin consecuencias, menos aún en medio de un eclipse. Piensas por ocio, de un modo juguetón y ya sólo por eso tranquilizador, que si ahora mismo se cayera el avión, te pescaría la muerte con la cabeza en la mitad del mundo. Cosa linda ha de ser morir imaginando que se vive feliz e intensamente.

     El miedo es contagioso, se supone, aunque muy rara vez te lo han ocasionado los aviones y ésta no es la excepción. Es apenas algún desasosiego escurridizo, te incomoda el sollozo que aún repta desde el asiento trasero. Son ya más de las seis de la mañana en el avión de Tam, por la noche estarás en uno de Aeroméxico. Piensas, igual que tantos, que no vas a morirte en un avión. Sería ridículo, te dices luego de los últimos tumbos. Además tienes cosas por hacer. No imaginas la posibilidad de no volver a la mitad del mundo, o la de nunca más ver un eclipse ni fundirte en los ojos astrales de una genuina Princesa Amazónica.

     Aterriza el avión en Brasilia, dentro de unos minutos despegará de nuevo, camino de São Paulo. La señora de atrás todavía se abraza a su marido, que la ignora y se esmera en poner cara de tipo duro a toro pasado. Cierras los ojos sólo para instalarte en la imagen vivísima donde vuelves corriendo a la mitad del mundo y la luna persiste en esconderse y el avión no despega y se alarga el eclipse, noche tras noche. Quienes que más saben de esto le llaman saudade.

 

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22 de febrero de 2008
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Clase VII. El punto de vista (…y III)

Como hemos visto en nuestras clases anteriores, el punto de vista resulta la piedra angular de la narración, pues gracias a su acertada elección podremos ofrecer al lector un ángulo adecuado y persuasivo de nuestra historia. La primera persona suele enfrentarse con la dificultad de no resultar impostada, obligando al lector a detenerse cada cierto tramo para preguntarse a quién le está contando el personaje; la segunda persona funciona como un narrador frente al espejo, mucho más intimista y ambiguo que la primera persona, como alguien que susurra en nuestro oído lo que hicimos o incluso lo que haremos: queda pues en una suerte de nebulosa entre el narrador omnisciente y el monólogo interior. La tercera persona suele funcionar con distintos enfoques, tan pronto como una mirada de gran angular, ofreciendo el vasto panorama de lo que acontece, tan pronto acercándose tanto a uno de los personajes que casi parece hablar desde su conciencia. Naturalmente hay entre estas tres personas narrativas infinidad de cruces, sutiles maneras de encabalgarse, desdoblamientos y escorzos que hacen de una novela o de un cuento un rico entramado en el que a veces no suele ser fácil distinguir al narrador y la historia parece levantarse frente a nosotros como por arte de magia. Veamos un ejemplo de esos cambios de narrador:

"Supe que había sucedido algo irreparable en el momento en que un hombre abrió la puerta de esa habitación de hotel y vi a mi mujer sentada al fondo, mirando por la ventana de muy extraña manera. Fue a mi regreso de un viaje corto, sólo cuatro días por cosas de trabajo, dice Aguilar, y asegura que al partir la dejó bien,(...)"

Delirio. Laura Restrepo.

En este ejemplo observamos claramente la presencia de dos narradores uno en tercera persona (dice Aguilar) y otro en primera persona (supe; vi...). En contra de lo que pueda parecer, estos cambios de narrador y punto de vista son más habituales de lo que creemos en las novelas, y al lector le suelen pasar desapercibidos. Y aquí tocamos un tema importante como es que el escritor intenta convencernos de que el mundo que ha inventado es real, y por lo tanto, si ese cambio de narrador o de punto de vista está justificado y se hace con habilidad, al lector le puede pasar desapercibido. O como en el ejemplo que hemos puesto de Delirio, podemos entender que así se nos va a contar la historia, de manera que lo integramos perfectamente dentro de la ficción que se nos está mostrando. El problema aparece cuando ese cambio se hace sin justificación aparente y entonces se abre una grieta por donde se colará la sospecha del lector de que lo que está leyendo no es posible. Por ejemplo, imaginemos que de pronto en un cuento un personaje se mete en la mente de otro, de manera que nos cuenta lo que está soñando su compañero de piso. Obviamente o es un médium o será algo imposible para un narrador-personaje y por lo tanto, será difícil que el lector lo acepte sin más...

Uno de los maestros en este recurso para «disolver» al narrador es el argentino Julio Cortázar. Innumerables cuentos suyos dan buena fe de ello, ya sea saltando de una primera persona a otra sin advertencia alguna, como en «Señorita Cora», pasando como por un anillo de Moebius de una segunda persona a otra en «Usted se tendió a tu lado» (el título en este caso, lo dice todo) o bien utilizando voces, inflexiones, cambios de registro y un vasto arsenal de recursos en casi todos sus cuentos. Leerlo es constatar lo difícil que resulta el cuento -ese género esquivo por excelencia- y principalmente es aprender la importancia de la elección en el punto de vista, la mucha práctica que requiere elegir con sabiduría desde dónde vamos a narrar nuestra historia a fin de que nuestro narrador resulte convincente.

La propuesta:

Por imperativos laborales -estaré una semana en Miami dictando un taller de narrativa- esta vez queremos proponerles dos cosas: no queremos que escriban sino que lean. Y que lean en concreto un cuento de Cortazar titulado «La salud de los enfermos» que adjuntamos por si acaso alguien no lo tiene a mano. Lo que nos interesa, más que un análisis del cuento, es que se centren en un aspecto muy concreto del mismo: el narrador y el punto de vista. ¿Quién cuenta, desde dónde? Queremos pues que cuelguen sus comentarios en el blog sin extenderse demasiado, naturalmente. Lo segundo que les vamos a pedir es que cuelguen también en el blog tres títulos de películas (inventadas). Una de terror, una cómica y una del oeste. Estos tres títulos irán al final del comentario sobre el narrador del cuento de Cortázar y quedarán expuestos durante esta semana para que todos podamos leerlos. El próximo viernes 29 de febrero colgaremos una nueva clase y la propuesta tendrá que ver con estos títulos inventados, aunque por el momento preferimos no adelantarles nada...

Buen fin de semana!

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22 de febrero de 2008
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El alba y la noche

/upload/fotos/blogs_entradas/el_alba_la_tarde_o_la_noche_med.jpgVivimos el mejor momento para leer El alba, la tarde o la noche (Anagrama) de Yasmina Reza. Esta traducción al español viene con retraso, pues se trata del retrato de Nicolas Sarkozy durante la campaña para la elección presidencial en Francia en el primer semestre del año 2007. Yasmina Reza es la autora de teatro que más éxito, quizás, tiene a lo largo del mundo. Sus obras se estrenan siempre en los teatros de Londres, Nueva York y París. En este caso ha producido un libro sumamente corto, sin arquitectura obvia, una libreta de apuntes sobre un hombre que se agota en la búsqueda de algo que ya no le apetece.

"Es extraño, escribe Reza, querer a cualquier precio, al precio de las más grandes renuncias, algo que ya no emociona y que has dejado de amar. Abandonado por las formas vitales, queda el querer. El querer como residuo. Tan poderoso, no obstante". Lo que quería el candidato Sarkozy era el poder. Y lo extraño, tal como lo escribe Reza, es el malestar, el descontento incipiente del candidato: quiere algo que ya no le interesa, pues no soporta su entorno y parece incómodo con todos, aunque su tarea es seducir a un país entero. Reza ha tenido un acceso directo al candidato, a sus pensamientos, a reuniones muy cerradas donde se discutían el contenido de sus discursos, ha sido también testigo de entrevistas con socios, amigos y enemigos que a veces, en la política, son la misma persona. El libro, a mi parecer, no es un documento sobre una campaña sino una meditación sobre la esencia del hombre político, su necesaria egolatría, su ineludible actividad superficial, su dependencia de todos. Sarkozy no es grande ni tampoco miserable en este retrato; es un hombre que lo entrega todo en un juego terrible. Aquí viene la segunda frase clave del libro, la que explica la esencia inalcanzable del destino de los políticos como Sarkozy: "Juegan fuerte. Es lo que me conmueve, escribe Reza. Son a la vez el jugador y la apuesta. Se han puesto ellos mismos en el tapete. No se juegan la existencia, sino más grave, la idea que se han hecho de ella."

Claro que no se puede leer el libro ahora de la misma manera. En los sondeos, Sarkozy está por el suelo (36% de opiniones favorables). En este momento está más cerca de la noche que del alba y los periodistas lo machacan en redacciones que parecen a quirófanos. Los franceses apoyan los grandes rasgos de su política pero no soportan su persona, su manera de ser, su boda con Carla Bruni, su presencia persistente en todos los noticieros. Los franceses han descubierto que Reza tiene toda la razón: Sarkozy quería el poder pero sin amarlo. Y ahora, como presidente, vive meramente para confirmar lo que escribe Reza: un hombre político es el héroe de una tragedia antigua, finge tener una libertad de decisión pero tiene que someterse a su destino. Su existencia no vale nada frente a la necesidad de cumplir con la historia.

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22 de febrero de 2008
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La mentira como lubrificante del cuerpo social

La sociedad humana es sin duda fruto del lenguaje, mas se diría que llega a independizarse de su matriz y puede entonces responder a valores que nada tienen que ver con las exigencias de veracidad que cabe atribuir al lenguaje. Es más: el lenguaje, que había presentado como código natural de señales que un día se insubordinó respecto a las exigencias meramente naturales... se muestra subordinado a algunas de sus menos fértiles construcciones. Esta inversión de jerarquía tiene diferentes expresiones En el miserable caso de Marmeladov el lenguaje es recurso -de hecho impotente- para intentar velar la indigencia objetiva, una modalidad entre otras de la utilización del lenguaje como tapadera de lo real. Mas ésta no es quizás la mayor distorsión de la función del lenguaje, ni su forma más grave de ser matriz de la mentira.

Sócrates utilizaba los recursos del lenguaje para desmantelar prejuicios, y en ello veía el paradigma mismo de la tarea del filósofo. He enfatizado incluso el hecho de que la condena de Sócrates era socialmente legítima, puesto que tales prejuicios eran los pilares en los que reposaba el orden ciudadano, por lo que apartar a los jóvenes de los mismos era objetiva tarea de corrupción y representaba una real amenaza.

Pues la filosofía, en tanto es guerra contra la estulticia, apunta a oscurecer las voces de agitadores de falsos problemas y de satisfacciones ilusorias (que llevan por ejemplo a estar literalmente suspendido a lo aleatorio de un resultado deportivo).

La perseverancia de Sócrates parece testimoniar de un optimismo respecto a la posibilidad de alcanzar un orden ciudadano, donde no se instrumentalizara la estulticia, y los discursos -en el comercio público y privado- y donde no estuvieran repletos de falacias. Mas constatamos una realidad social muy diferente. He indicado ya en alguna ocasión que si la filosofía tiene poca cabida en nuestras sociedades, quizás no sea en razón de causas no contingentes. El repudio de la razón (y de la valentía que supone ir con ella por delante) aparece, a veces, no ya como trivial ingrediente del cuerpo social sino como auténtica condición del mismo. Mas en tal medida no habrá espacio público para la erección de una palabra verídica. Y como no hay palabra verídica que no sea susceptible de hacerse colectiva, es la potencia misma de la condición humana lo que queda sí reducida a las catacumbas.

Y aunque en la catacumba quede un rescoldo de luz, aunque la exigencia de verdad no pueda nunca ser totalmente extirpada, aunque en cualquier circunstancia perdure una nostalgia del binomio libertad-lucidez... no es menos cierto que la oscuridad es la regla. La mentira engrasa los rieles de la máquina social. De ahí que en una reflexión filosófica, en una apuesta por los aspectos verídicos del lenguaje, no pueden ser dejadas de lado las epifanías de la mentira.

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22 de febrero de 2008
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El último Harry Potter

Un día feliz, ya no tendremos que soportar cada año esos papás tan contentos de que sus hijos sean profundos lectores, crean en la magia y pidan el libro en inglés para fardar en su masonería de seguidores del libro más vendido de la historia. Al menos de la historia reciente. Estará muy bien, pero no pude terminar el primer libro. Y me alegra que exista, que los jóvenes estén con un libro en las manos... ¡el mismo libro desde hace nueve años!

Yo creo que después de Potter podrían intentarlo con Alicia en el País de las Maravillas, tiene su magia. Incluso con algún libro de Verne, Stevenson y esos escritores que fueron capaces de hacer leer a varias generaciones. ¿Hay padres, hay mayores que puedan leer los libros del tal Potter? Los habrá, pero sin querer faltar, yo creo que les faltan otras lecturas.

Los jóvenes que leen a Potter, ¿qué deciden leer después? ¿Hay vida lectora después de Potter? Miles de páginas, esa saga, ¿no deja una herida lectora inolvidable?

Me alegro del fenómeno Potter en español. Ha permitido el crecimiento de una editorial que quiero tanto como "Salamandra", y que publica libros tan hermosos como esa novela de amor y posguerra llamado La risa del ogro, del mismo Pierre Péju que publicó aquí El librero Vollard. Lo siento pero hay tantos libros que no tengo tiempo para la saga del niño ese tan sensible y mágico.

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22 de febrero de 2008
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La enfermedad y el síntoma

La prevención es la suprema recomendación de la medicina. Pero prevenir ¿qué? La prevención constituye tanto la máxima concreción en la esperanza como la máxima abstracción en las conductas. Podríamos pasarnos la vida previniendo y constatando, como en cualquier ámbito, la vanidad de la diligencia. Y esto, además, sin contar de qué modo el cumplimiento meticuloso y firme de la prevención conduce, con frecuencia, a una crisis paranoica.

¿Cómo acertar? No hay manera de ser precisos en la salud y tampoco en la enfermedad. Tanto una como otra son formaciones irregulares de contornos indefinidos y contenidos veleidosos.

Lo que sí resulta sin embargo tan sensato como recomendable, mucho más cabal que la neurosis preventiva, es la regla de acudir al médico, a la exploración, el contraste y el análisis, apenas se presenta el síntoma, por dudoso que sea. No todas las patologías hablan mediante síntomas pero para aquellas que se expresan es irresponsable negarles la conversación. Porque rehuir su voz o negar su fraseo abre las puertas a que tras el primer goteo llegue una inundación y siga, después, un exuberante discurso del que no podamos desembarazarnos.

La oratoria de la enfermedad cuando logra asentarse tiende a crear fecundas arborescencias con el objeto obstinado de ahogarnos. Contra esta tendencia tan fuerte como asesina debe actuarse radicalmente. Silenciando, entre todo, su primer silbido y echándose encima de ese indicio con todas las armas disponibles, tan abundantes en la primera fase de la batalla y tan escasas a medida que transcurre el tiempo y la enfermedad despliega su orquesta y ocupa la totalidad del espacio. El tronante espacio del mal donde el latido del corazón se desvanece.

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22 de febrero de 2008
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