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La pestilencia de la muchedumbre

Por 27 de febrero de 2008 Sin comentarios

Vicente Verdú

Como una marea que no cesa de aumentar, revistas, radios, televisiones, políticos, empresas, demandan su opinión a los receptores. Prácticamente no queda ya asunto, sin importar su  complejidad o envergadura, que no sea sometido al juicio del lector, el radioyente o el espectador.

Los programas parecen nacer físicamente de los emisores pero siempre con el propósito superior de ser sometidos a la física de la audiencia,  de cuyo regüeldo recaudan, en ocasiones, miles de euros, gracias a llamadas, cartas o SMS.

De antemano, el programa, la página, el discurso o incluso el editorial se basa ya en buena parte de la opinión mayoritaria pero, por añadidura, en la fase posterior se  contrasta el efecto producido en el público con el fin de obtener las orientaciones precisas para la emisión ulterior.

Los artículos físicos o los intelectuales, las piezas de entretenimiento o de opinión, van trufándose día a día y cada vez más de las moléculas mentales y emocionales que emite el vulgo. El sentido común, el pensamiento común, el juicio de la muchedumbre, ha pasado a ser materia prima de la emisión y con ella se embuchan los diferentes espacios que retocados volverán a lanzarse al público.

El público, al cabo, se alimenta así de los elementos de su propia digestión o, en el colmo del reciclaje fisiológico, el público se alimenta, efectivamente, de sus propias y apreciadas deposiciones. La imaginación independiente se ha revelado de hecho tan arriesgada que sus posibles oportunidades de éxito no compensan su cuidado ni explotación. La singularidad de cualquier pensamiento ha demostrado ser, en los medios, una elección tan aventurada y ruinosa que disponiendo hoy de los instrumentos suficientes para captar la  masa de la sangre que corre por las venas de la multitud ¿para qué arriesgarse a crear?

Periódicos,  emisoras, profesionales del marketing, han descubierto su actual función esencial: escarbar en el sentir del cliente, explorar sus deseos y servirle los platos que anhelan. Con ello la invención puede limitarse pero la cosecha crece y crece puesto que así como no hay nada que satisfaga más a cada cual que la habitación de sus propios olores, el mundo de la comunicación factura ahora, tras el análisis, comunitario toneladas de pestilencia en la que se recrea el olfato del receptor complacido en su propia redundancia.   

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Vicente Verdú

Vicente Verdú, nació en Elche en 1942 y murió en Madrid en 2018. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribía regularmente en el El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005), No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008), El capitalismo funeral (Anagrama, 2009) y Apocalipsis Now (Península, 2009). Sus libros más reciente son Enseres domésticos (Anagrama, 2014) y Apocalipsis Now (Península, 2012).En sus últimos años se dedicó a la poesía y a la pintura.

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