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El arte que habla (3)

Conozco gente especialmente cuidadosa con el potencial de su voz y resulta llamativo cómo algunos, cuando quieren impresionar, la cambian al hablar por teléfono para hacerla más distinguida o cultivada. Cambian la voz de andar por casa por otra importante, de aristas más marcadas y tono más bajo y grave. Es como si le pusieran un traje de Armani a la voz. En cuanto a nosotras, ya tenemos comprobado que la voz aflautada no se la toma en serio nadie, por lo que algunas, para hacerse respetar, no han tenido más remedio que amaestrarla y endurecerla. Cuestión de supervivencia. Por cierto, hace unos días se ha celebrado el día Mundial de la Voz, y el que exista un día así nos tendría que dar qué pensar. Por lo visto nuestras cuerdas vocales vibran de cien a doscientas veces por segundo y el mal uso y abuso que hacemos de ellas pueden provocarnos serias lesiones. Los más afectados hoy por hoy son los docentes, que no sólo han de hacerse oír, sino que muchas veces han de intentar que su voz atraviese un muro de indiferencia.

Los otorrinolaringólos proponen normas para cuidar la voz: evitar el ruido del medio ambiente porque obliga a elevarla, no agotar todo el aire de los pulmones y evitar que se noten las venas del cuello, que es prueba de que se grita. No es nada bueno gritar. También conviene mantener alejadas las tensiones sicológicas, causantes de que aumente la contracción de las cuerdas y que por tanto se produzcan daños. Pues bien, sólo hay que entrar en uno de nuestros restaurantes para prever cómo van a evolucionar nuestras cuerdas vocales. Se empieza hablando y se acaba gritando para hacerse oír, para desahogarse y porque sí, de forma que el ambiente acaba convirtiéndose en una euforia colectiva que también puede dejarnos sordos. Ya llegará el Día Mundial del Oído (si es que no existe ya). Entonces hablaremos de la música alta y del ruido de las motos.

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23 de abril de 2008
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Exportar la libertad

Los que idearon la invasión de Irak, y en general la idea de imponer por la fuerza la democracia, no recurrieron a los libros de historia. Si lo hubieran hecho se hubieran percatado de que ésta ha sido una de las ideas que más fracasos han tenido.

/upload/fotos/blogs_entradas/exportar_la_libertad_med.bmpEl italiano Luciano Canfora, profesor de Filosofía Clásica en la Universidad de Bari, lo define como "el mito que ha fracasado" en un librito que bajo el título de Exportar la libertad, publicó en España en una estupenda edición Ariel, que ha llegado ahora a mis manos, o mejor dicho, a mis ojos. "Mientras eran abatidas las murallas de Atenas, en abril del año 404 a.C., muchos pensaron -como escribe Jenofonte en su Historia griega- "que ese día comenzaba la libertad para los griegos". En realidad empezaba una gran guerra que devastó el mundo griego durante casi treinta años.

Por estas páginas pasan Robespierre y sus advertencias al respecto, Stalingrado o Budapest. Como señala el autor "tanto Stalin como Vercingetorix luchaban por la libertad de sus pueblos". Afganistán (en sus diversas guerras, que revelan los nexos entre "exportación de la libertad" y "política de potencia", pues bajo la primera se esconde las intenciones de la segunda), Vietnam, y naturalmente, Irak.

Como apéndice a no perderse, Canfora aporta "la profecía de Jomeini", la carta del 1 de enero de 1989, en la que el ayatolá iraní anunciaba a Gorbachov el fin del comunismo y el renacimiento del Islam en la que aporta dos visiones del mundo: "la materialista y la inspirada en la doctrina de la unidad divina. "Para concluir", termina Jomeini, "declaro sin ambages que la República Islámica de Irán, el bastión más sólido del Islam en todo el mundo, no tendría dificultad alguna en colmar el vacío ideológico de su sistema".

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23 de abril de 2008
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Veinte minutos de aplausos

Han pasado algo más de doscientos años de su estreno y sigue tan viva, tan emocionante y llena de belleza. No se cómo se recibió en Viena, en  aquél teatro dónde se estrenó una noche de Noviembre de 1805, pero me imagino que bien. Es una obra maestra. Se llama Fidelio, la única ópera de Beethoven. La historia es un melodrama con fondo histórico español, escrita por un francés, no tiene demasiada importancia aunque no es de los peores libretos. Los hay muy incomprensibles. La música, las voces de los barítonos, de las tiples, del tenor y de los coros es una maravilla. Su autor nunca la pudo escuchar, ya tenía una sordera total.

Varias veces había escuchado la ópera. Me gusta. No es mi preferida, pero está llena de momentos que nos hacen sentir esa cosa rara que es la belleza.

¿Por qué ayer en directo, en el Teatro Real, se produjo ese poderoso influjo de la belleza que hizo que nadie se quisiera marchar del teatro?

¿Cuál es la magia de la belleza? ¿De la inspiración?

Hacía tiempo que no participaba en un aplaudo de veinte minutos. No es normal aplaudir veinte minutos. Es muy extraordinario, nos ocurre pocas veces en la vida. Recuerdo algunos clamorosos triunfos, no muchos.

Y sí me recuerdo con ganas de aplaudir algunas cosas. Algunos paisajes, algunos cielos, algunas mujeres, algunos poemas, algunas emociones teatrales, algunas faenas taurinas, algunas películas pero nada como la música. Nada cómo la ópera cuando sale como ayer, un hermoso día de abril, vimos emocionarse a gente tan distinta en un teatro de Madrid.

Todos estuvieron cerca de la excelencia. Los cantantes, la orquesta, los coros, las escenografía, la luz o así me lo pareció. Pero sin duda esos todos sin Claudio Abbado no hubieran sido posibles. Es pequeño, leve, mayor y bastante rojo. Está muy cabreado con Berlusconi y con los millones de compatriotas que han votado a ese tipo tan poco caballeroso. No estaría mal que vinieran italianos cabreados con Berlusconi a quedarse entre nosotros y se fueran los del mundo de Berlusconi que ocupan nuestras televisiones.

Pero el mundo no es justo, ni equitativo, ni razonable auque haya momentos en que la belleza es posible. ¿Le gustará a Berlusconi y los tipos como él Claudio Abbado? ¿Y Fidelio? ¿Se puede ser tan zafio y emocionarte con le belleza de la ópera? Si nos fiamos de las películas de la mafia, por supuesto. Pero a cada uno su propia emoción. La mía no la comparto con esos. Ni con otros.

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22 de abril de 2008
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Bélgica

Para los novelistas franceses hay un territorio imposible de alcanzar: Bélgica. Sobre todo la parte de habla francesa. No recuerdo una obra mayor que se ubique en Bélgica, excepto unas novelas de Georges Simenon. Era el único autor francés que sabía escribir sobre Bélgica; Simenon era belga.

En Bélgica hay algo imposible de entender y, por supuesto, de captar por un novelista francés: la manera en que funcionan las emociones, la conexión entre las emociones y el poder, y por fin los puntos de entrada a lo que pasa en una sociedad, sus síntomas de vida. Por estas razones quedo desconcertado y también deslumbrado por el último libro de Juan Gabriel Vásquez: Los amantes de todos los santos (Alfaguara). Mi reacción va del malestar, pues son cuentos cuyo argumento lo ponen a uno muy incómodo, a la admiración por su manera de ubicarse en un territorio que se visita les yeux pleins de brouillard como él dice (los ojos llenos de niebla).

/upload/fotos/blogs_entradas/juan_gabriel_vzquez_foto_med.jpg_Qué camino. Con Los informantes, Juan Gabriel Vásquez parecía prometido a un destino de novelista colombiano de Colombia. Su Historia secreta de Costaguana, a pesar de tener lugar en Panamá, lo llevó a tener la visión eficiente sobre los seres humanos de un autor anglosajón, claramente Joseph Conrad. Y ahora, cita a versos de Longfellow antes de escribir cuentos negros ubicados en una parte triste de Europa. Son historias (una muestra aquí) con maridos violentos, niños muertos, desamor, asesinato (con veneno) y recorridos malos de noche en carreteras perdidas. Es un mundo donde podría trabajar el detective Maigret. Es el olor, el calor y la ausencia de color (prefiriendo a matices de gris) de la prosa de Simenon. Lieja, Bruselas, Aywaille, Hamoir, Marche, las Ardenas: es una geografía sorprendente para una novelista colombiano (no nació en tierras calientes, verdad, pero Bélgica no es tierra de cachacos). Unos de los cuentos llegan hasta París o l'Isle-Adam, en Francia. Conozco a l'Isle-Adam y, aunque Juan Gabriel Vásquez no dice nada de la ciudad, era muy fácil reconocer la humedad triste de sus grandes árboles, aquella sensación de estar en ningún lado, no es un suburbio de París y tampoco una ciudad de la provincia. Este autor tiene madera, como se dice en España.

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22 de abril de 2008
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«¡Oh lenguaje engañoso y falacia humana!»

Mi amigo el doctor Federico Menéndez de la Unidad de Salud Mental Infantil del Centro hospitalario Juan Canalejo de la Coruña, me hace llegar un espléndido trabajo en el que comenta textos del patólogo gallego Roberto Novoa Santos, a uno de los cuales pertenece la frase que da título a este comentario. Novoa Santos crítica con gran radicalidad la doble moral en la materia que nos ocupa. Retomo aquí dos de los textos que Federico recoge y me transmite:

"Se nos concede el derecho a disponer de nuestras prendas y propiedades que forman como una prolongación jurídica de nuestra propiedad y en cambio todavía no se ha declarado solemnemente, en nombre de un sistema, el derecho a disponer de la única prenda que nos pertenece por entero... ¿En nombre de qué o de quién se nos cercena ese derecho?... en nombre del Creador o de la Humanidad, que nos tiene a su servicio... Niégasenos el derecho a disponer de lo único verdaderamente nuestro y no obstante la sociedad cree tener derecho, y lo ejerce muchas veces violentamente, a disponer de nuestra vida ejerciendo ese derecho de muy variadas maneras. Si no es la pena capital para los criminales y los enemigos políticos, es el imperativo que nos violenta a disponer de nuestra vida enviándonos a la conquista de territorios, o a combatir contra hermanos de otra religión, o de otra lengua, o de ideales políticos que no son los nuestros... El combatiente que marcha seguro de entregar su vida en el campo de batalla es un héroe, voluntario o forzado, convencido o sin fe en la causa que defiende; pero el hombre que la rinde a su propia voluntad es un cobarde, o un miserable, o un impío. ¡Oh lenguaje engañoso y falacia humana!"

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22 de abril de 2008
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Lo rural y lo urbano

Rafael Argullol: El monstruo es aquello que está más allá de la línea del horizonte, en el que trabaja la imaginación. Entonces en el transcurso, en la historia de la imaginación europea a medida que se impone el racionalismo y a medida que se impone una vida sedentaria, ese monstruo que está más allá de la línea del horizonte se va desvaneciendo.

Delfín Agudelo: Hay elementos monstruosos que le permiten a la población rural explicar determinados aspectos de su realidad. En algunas regiones de Colombia, por ejemplo, si un niño se pierde en el bosque es porque el duende lo ha extraviado; si una yegua amanece con trenzas en la crin es porque una bruja la ha estado cabalgando, etc. El proverbio es claro respecto a esto: "¿Las brujas? No hay que creen en ellas. Pero que las hay, ¡las hay!".

Rafael Argullol: Acá  tocas un aspecto fundamental de la imaginación literaria latinoamericana hasta pleno siglo XX, y es que aunque se haya podido escribir en las ciudades, ha sido fundamentalmente una literatura cuya materia prima ha procedido de unas sociedades mayoritariamente rurales, y en ese sentido ha incorporado un elemento rural en el cual ese aspecto monstruoso está siempre muy vivo. Por otro lado, el imaginario rural ha sido hasta hace muy poco mayoritariamente oral; puede que haya habido cronistas recogidos por los escritores, pero en general los relatos, cuentos o historias que se iban legando generación tras generación eran orales. El imaginario literario latinoamericano ha estado alimentado fundamentalmente por dos fuentes: el foco rural, con ese componente monstruoso procedente de los propios relatos orales, que en el seno de las familias se van contando a  través de generaciones, y que cada generación va haciendo incorporaciones con nuevos elementos; y el otro sería el de las ciudades portuarias, el de ciudades grandes o pequeñas que recogían a los nuevos inmigrantes que llegaban y por tanto a las nuevas historias que se iba contando. Dicho más concretamente: me parece que en Latinoamérica el imaginario literario en el siglo XIX y XX se hace o bien alrededor del fuego del hogar rural, familiar, o bien en la taberna portuaria en la que van volando esas historias que se van recibiendo a través de los distintos barcos, a través de los cuales también se van mezclando distintos referentes y tradiciones provenientes de Europa, Asia o África.

Lo contrario sucede en Europa: la literatura, a partir del siglo XVIII y de una manera muy señalada a partir del XIX, se alimenta principalmente del imaginario de la ciudad. Todos sabemos en esa perspectiva que el nombre de Baudelaire es simbólico: hasta él las imágenes de la poesía europea pertenecen fundamentalmente al paisaje rural, y a todo el juego de historias del paisaje rural que incorporaban el hecho de que el hogar, el fuego de la familia, la taberna del puerto, eran las grandes manantiales. Cuando decimos que Baudelaire es el primer poeta urbano,  no es únicamente porque empieza a utilizar figuras de la vida de la ciudad, sino porque es de los primeros que trasladan el escenario hegemónico de la poesía de la literatura europea desde un espacio rural a uno urbano, en un proceso que se hace irreversible. A lo largo de todo el siglo XX estamos hablando fundamentalmente de una literatura urbana en la cual ocurre mucho de la mentalidad urbana, y es que el imaginario transcurre en el laberinto de las estructuras metropolitanas, o de las estructuras urbanas Ya no en la taberna, ya no en el fuego del hogar, sino en el flâneur que pasea, en el uno que busca en la ciudad, en el cazador urbano, en el aventurero urbano, el descubridor urbano. Eso quiere decir que la movilidad es menos exterior y mucho más interior. Y estamos hablando de una especie de cambio radical de lo que sería la propia oralidad; es decir, ya no es tanto la oralidad que había alrededor del fuego o en la taberna, sino aquello que es producto de la propia visualización de la ciudad como un zoológico, como un laberinto de experiencias.

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22 de abril de 2008
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IV. Las cuentas son macabras

Los coches, o la vida. ¿Y quién más le hace coda a Fidel Castro? Nada menos que Robert B. Zoellick, presidente del Banco Mundial, y antes mano derecha de Condoleezza Rice: "mientras unos están preocupados por llenar sus tanques de gasolina, muchos otros luchan en el mundo por llenar sus estómagos", afirma.

Y Time escribe que se privilegia a 800 millones de personas con automóviles, sobre 800 millones de personas con hambre; si hace 4 años se calculaba, de acuerdo a científicos de la Universidad de Minessota,  que el número de hambrientos caería a 625 millones en el año 2025, ahora más bien se sabe que ese número crecerá a 1.2 billones, todo por efecto de los biocombustibles.

Las cuentas son macabras. El maíz que se necesita para llenar una sola vez el tanque de un vehículo con etanol, es suficiente para alimentar a una persona por un año: las cosechas están siendo dedicadas a saciar los vehículos, y no a los seres humanos. Y siempre habrá más vehículos para tragar más combustible.

Eso dice Time. ¿Y Fidel Castro? Apunta a lo mismo, con palabras muy parecidas: "hoy se conoce con toda precisión que una tonelada de maíz sólo puede producir 413 litros de etanol como promedio, de acuerdo con densidades, lo que equivale a 109 galones. El precio promedio del maíz en los puertos de Estados Unidos se eleva a 167 dólares la tonelada. Se requieren por tanto 320 millones de toneladas de maíz para producir 35 000 millones de galones de etanol". 

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22 de abril de 2008
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El último espectador (5)

Cualquier detective se preguntaría aquí: ¿quién se beneficia con este crimen? ¿Quién saca rédito de este acto de aparente rebeldía? Al igual que en el caso del lock-out del campo, los que se benefician en primer lugar son los grandes empresarios, que siempre cuentan la historia del modo apropiado a su conveniencia. ¿Acaso no oímos a diario que el libro está en crisis? ¿No se nos invita a olvidarnos del lector, esa criatura inculta y casquivana, aquejada por incurable déficit de atención? /upload/fotos/blogs_entradas/el_simple_arte_de_matar_med.jpg¿No nos convocan a darnos por felices en el arenero del suplemento cultural, aun cuando signifique que lo que hacemos ya no produce olas sobre el mundo del que habla el resto del diario? ("Un mundo que no huele bien, pero es el mundo en que usted vive", dice Chandler en El simple arte de matar.) ¿No se nos sugiere que celebremos porque se nos publica en casas marginales o en las colecciones ‘de prestigio' que las editoriales grandes crean a nuestra medida -y que nunca son bien exhibidas en las librerías, y a las que no se publicita?

Hay hechos que cuestionan esta versión interesada de la historia. El dato de que cada vez se editen más libros, en lugar de menos. (Del mismo modo: cada vez hay más películas, y más sitios donde ya no hace falta ser productor o distribuidor para difundir material audiovisual.) Si lectores y espectadores son tan tontos como se nos dice, condenados por su paladar a saborear sólo mierda como las moscas, ¿cómo explicar el fenómeno Lost, los millones de espectadores del mundo entero dispuestos a seguir una narrativa compleja a lo largo de dos, cuatro, seis años de su vida?

Llevo mucho tiempo viendo la misma operación en el mundo del cine. Aunque nadie lo proclame abiertamente, existe una División Internacional del Trabajo Cinematográfico. ¿Qué se espera de nosotros, latinoamericanos? Que hagamos películas pintorescas sobre nuestra circunstancia, exóticas, miserabilistas, o bien abstrusas películas de autor -pero nada más. Cuando obedecemos este dictum se habla bien de nosotros en los medios, se nos premia, se nos conceden alicientes para la producción. Pero cuando pretendemos hacer una película con ambiciones narrativas que excedan el corralito del público festivalero, se nos ningunea. La razón es simple. Las productoras de cine más poderosas -de los Estados Unidos, y algunas europeas como subsidiarias- no quieren que nadie les dispute el gran público, que consideran propio. Por eso nos sobornan para que sólo hagamos la clase de películas que ellos nunca harán. Y muchos cineastas no sólo aceptan encantados, sino que además elaboran justificaciones para sostener que son esas, precisamente, las películas que debemos hacer si queremos seguir actuando el papel de rebeldes que tanto nos gusta.

Se nos llama a desechar recursos que se pretende estereotipados, como el argumento o la intriga. Días atrás Damián Tabarovsky aplaudía en Babelia que en España se publiquen cada vez más libros de autores latinos que practican estas fórmulas. Y al mismo tiempo confesaba su inquietud: intuye que, caducado el nicho comercial del realismo mágico, se está poniendo a prueba la alternativa de la narrativa ‘rara'. Lo marginal se está volviendo central, la fórmula del momento -literatura oficial, letra muerta antes de nacer. De eso hablan los suplementos, esos son los títulos y los autores a los que se consagra: latinoamericanos que hacen literatura ‘rara', aun cuando la fórmula los enajene cada vez más del público que lleva vidas que tienen argumento y que sufren mil y una intrigas -gente que por cierto, no aprecia que se considere que su existencia es banal o estereotipada.

Nos están vendiendo espejitos de colores. Otra vez. Y los estamos comprando a manos llenas -no olviden que los argentinos somos los inventores del déme dos-, convencidos de ser los más listos del barrio. 

                                                      (Continuará.) 

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22 de abril de 2008
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El arte que habla (2)

Pero la exposición no sólo se ve sino que se escucha, y se complementa con unos auriculares con que asistir a una conversación que parece emanar del semblante y el gesto que tenemos enfrente. Se trata de un conjunto vivo capaz de ofrecer el testimonio audiovisual de una época. Una combinación audaz que incorpora a la pintura las nuevas tecnologías y la rescata de su soledad.

La mirada de una persona es importante, la sonrisa también, pero la voz es definitiva. La sentimos como su esencia quizá porque sale de muy dentro, de los pulmones, casi del corazón. Además, el tiempo se va quedando en la voz casi más que en la piel. De hecho se puede huir de las arrugas, pero no de la voz. La voz transmite juventud o vejez, entusiasmo o aburrimiento, crispación, ironía, desconsideración, afecto. Es raro lo que ocurre con la voz, es lo más independiente de nuestra persona, es como una parte de nuestro ser recorriendo el aire, que a veces ni se nos parecen, como esas voces profundas desprendiéndose de cuerpos menudos o voces cazalleras en rostros angelicales. Se podría decir que tiene vida propia y el poder de provocar atracción o rechazo por sí sola. Soy de la opinión de que la voz tiene un impacto demasiado importante en nosotros, como si saliera directamente de las profundidades de la mente cuando sólo viene de las cuerdas vocales. 

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22 de abril de 2008
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Piratas de Estados fallidos

El secuestro del atunero Playa de Bakio es un perfecto ejemplo de cómo la situación de Estado fallido se traslada al mar. Pues la falta de orden y estado de derecho en Somalia ha hecho que la piratería crezca al amparo de la anarquía, como bien analizó Martin N. Murphy en un excelente estudio sobre el tema titulado, en inglés, Piratería contemporánea y terrorismo marítimo, publicado el año pasado por el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) de Londres.

No es una situación inevitable. Murphy  explica bien cómo Malaisia, debido a la insistencia de su actual primer ministro Abdulá Badawi, Indonesia y Singapur (con cierto apoyo de EE UU) lograron reducir drásticamente la piratería en el Estrecho de Malacca, donde se registraron 80 ataques piratas en 2000, el peor año (En 2007, en el mundo, 433 tripulantes fueron atacados por piratas que los secuestraron o mataron). Era un interés vital para estos países y para otros como China o Japón. Por el Estrecho de Malacca pasa un 80% del petróleo y del comercio que va a la zona, y a diario 80.000 personas a diario y 10.000 pesqueros. Y la piratería podría tornarse fácilmente en terrorismo. Pese a los progresos o Murphy no descarta que la menor actividad criminal se deba a que los piratas hayan decidido esperar a que se reduzca la vigilancia. Y mientras operan contra turistas u otros en otras zonas menos controladas. Cuentan, incluso, con una cierta "aceptación cultural" de esta lucrativa forma de crimen.

En las aguas en torno al Cuerno de África, pese a que diversos países llevan hablando desde hace años de reforzar la vigilancia en esa zona, y EE UU lo ha hecho en algún caso, la piratería ha crecido pese a que esta actividad tenga implicaciones sobre la seguridad internacional. Los piratas disponen en Somalia de lugares en los que refugiarse sin que nadie les venga a molestar mientras negocian los rescates por sus secuestros. Antes del Playa de Bakio fue el Ponant, y antes que él un rompehielos que viajaba de Rusia a Singapur. Su armador pagó 700.000 dólares. En algún caso los piratas han llegado a pedir un millón de dólares de rescate. Aunque han atacado grandes cruceros, estos piratas modernos, que tienen en sus manos armamento efectivo a bajo coste, desde lanzagranadas a fúsiles AK-47, prefieren abordar barcos más pequeños y manejables. Ayer, frente a la costa de Yemen, un petrolero japonés fue atacado por una granada en lo que los expertos interpretan más como un acto de piratería que de terrorismo. Todo esto no es un retorno al pasado, sino que es muy de este siglo XXI.

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22 de abril de 2008
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