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Piratas de Estados fallidos

Por 22 de abril de 2008 Sin comentarios

Andrés Ortega

El secuestro del atunero Playa de Bakio es un perfecto ejemplo de cómo la situación de Estado fallido se traslada al mar. Pues la falta de orden y estado de derecho en Somalia ha hecho que la piratería crezca al amparo de la anarquía, como bien analizó Martin N. Murphy en un excelente estudio sobre el tema titulado, en inglés, Piratería contemporánea y terrorismo marítimo, publicado el año pasado por el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) de Londres.

No es una situación inevitable. Murphy  explica bien cómo Malaisia, debido a la insistencia de su actual primer ministro Abdulá Badawi, Indonesia y Singapur (con cierto apoyo de EE UU) lograron reducir drásticamente la piratería en el Estrecho de Malacca, donde se registraron 80 ataques piratas en 2000, el peor año (En 2007, en el mundo, 433 tripulantes fueron atacados por piratas que los secuestraron o mataron). Era un interés vital para estos países y para otros como China o Japón. Por el Estrecho de Malacca pasa un 80% del petróleo y del comercio que va a la zona, y a diario 80.000 personas a diario y 10.000 pesqueros. Y la piratería podría tornarse fácilmente en terrorismo. Pese a los progresos o Murphy no descarta que la menor actividad criminal se deba a que los piratas hayan decidido esperar a que se reduzca la vigilancia. Y mientras operan contra turistas u otros en otras zonas menos controladas. Cuentan, incluso, con una cierta "aceptación cultural" de esta lucrativa forma de crimen.

En las aguas en torno al Cuerno de África, pese a que diversos países llevan hablando desde hace años de reforzar la vigilancia en esa zona, y EE UU lo ha hecho en algún caso, la piratería ha crecido pese a que esta actividad tenga implicaciones sobre la seguridad internacional. Los piratas disponen en Somalia de lugares en los que refugiarse sin que nadie les venga a molestar mientras negocian los rescates por sus secuestros. Antes del Playa de Bakio fue el Ponant, y antes que él un rompehielos que viajaba de Rusia a Singapur. Su armador pagó 700.000 dólares. En algún caso los piratas han llegado a pedir un millón de dólares de rescate. Aunque han atacado grandes cruceros, estos piratas modernos, que tienen en sus manos armamento efectivo a bajo coste, desde lanzagranadas a fúsiles AK-47, prefieren abordar barcos más pequeños y manejables. Ayer, frente a la costa de Yemen, un petrolero japonés fue atacado por una granada en lo que los expertos interpretan más como un acto de piratería que de terrorismo. Todo esto no es un retorno al pasado, sino que es muy de este siglo XXI.

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Andrés Ortega

Andrés Ortega Klein nació en Madrid en 1954. Es hijo de español (José Ortega Spottorno fundador de Alianza Editorial y de El País e hijo a su vez de José Ortega y Gasset) y francesa (Simone Ortega, autora de 1.080 recetas de cocina). Estudió bachillerato francés en Madrid, se licenció en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense y posteriormente realizó un Master en Relaciones Internacionales en la London School of Economic (LSE) con una beca de la Fundación March. En Londres inició su carrera periodística como corresponsal para El País, pasando posteriormente a Bruselas donde cubrió el final de las negociaciones de ingreso de España en la hoy Unión Europea.  Durante la primera Presidencia española del Consejo comunitario en 1989, trabajó como asesor ejecutivo para el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez. A principios de 1990, pasó al recién creado Departamento de Estudios de la Presidencia del Gobierno encabezado por Felipe González, que dirigió entre 1995 y 1996. Se incorporó entonces a la sección de Opinión de El País como editorialista y columnista. En 2004, se convirtió en el primer director de Foreign Policy Edición Española (FP), publica por la Fundación FRIDE.  Junto a su labor de análisis de la realidad internacional en El País y en FP, ha publicado en numerosos medios especializados en España y otros países y participado en los principales foros. Ha publicado cuatro libros: El purgatorio de la OTAN (1986), La razón de Europa (1994); Horizontes cercanos: Guía para un mundo en cambio (2000) y La fuerza de los pocos (primavera de 2007). En 2002 fue galardonado con el Premio Madariaga de Periodismo Europeo (prensa escrita).

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