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Si tú me dices ven

Con los agentes sucede algo similar a lo que expusimos en el blog pasado. Los agentes, esos intermediarios entre los escritores y los editores, suelen tener como estos últimos bastante ojo para las obras de calidad, una nutrida batería de lecturas, contactos con editoriales extranjeras y mucha sangre fría para negociar con los editores.  A diferencia de los primeros, que trabajan exclusivamente a sus autores, ellos colocan a los escritores en distintas casas editoriales. Fulanito, que escriben género negro va para Piedra en el agua; Menganita que tiene una thriller erótico puede colocarse en La cabra editores; Perencejo, que es más bien filosófico seguro que encaja en Ediciones El cólico metafísico. El agente tiene una visión más de conjunto. Y no se casa con nadie. Ni con el propio autor.

Ahora bien, según el imaginario popular del mundo literario, agentes y editores no se llevan muy bien, porque cuando hay dinero de por medio es difícil que ello ocurra en cualquier ámbito, ¿verdad? Pero salvo casos sonados, las relaciones suelen ser cordiales... sin exagerar. El sueño -bastante ingenuo- de un escritor en ciernes es que así como se hace amigo íntimo del editor, el agente poco menos que lo adopta: le consigue traducciones, pelea por él para conseguir mejores anticipos, se preocupa de conseguirle bolos y en fin, se suele creer de ellos que son un cruce entre una madre y el director de la sucursal de un banco. Pues no: como ocurre con los editores, siempre he pensando que nuestra relación con los agentes debe ser de gran cordialidad pero nunca de gran amistad. Porque suele confundirse. A un amigo escritor, F., le ocurrió. (ustedes dirán que me invento estos amigos de iniciales kafkianas, pero no.) /upload/fotos/blogs_entradas/de_buen_humor_por_cdiz_med.jpgLe ocurrió que se hizo gran amigo de su agente (estos, al menos en España, suelen ser mujeres, no se sabe bien por qué) e iban para arriba y para abajo juntos: de copas o a cenar, incluso a pasear juntos a los perros, (que no generaron ningún tipo de dependencia, según indagué). Y cuando F. quiso dejar la relación porque entre cena y cena, entre copa y copa, entre pis de perro y pis de perro habían pasado más de dos años sin que el agente consiguiera colocarle su más reciente novela, F. ya no tenía cómo decírselo. No tenía valor para hacerlo. Porque los escritores, ya sabemos, no suelen ser capaces de encarar ese aspecto pecuniario de sus relaciones y tienden a confundir las cosas. Cordialidad y buen entendimiento, pero siempre con una saludable distancia. No hay que dejarse atrapar por el síndrome de Carver.

Ahora bien, a menudo los escritores que tiene agente pronto se desencantan de ellos porque realmente no les consiguen nada, dicen. Y en algunos casos es cierto: hay muchos escritores con agente que no encajan una sola novela desde hace años. Y los agentes parecen volcarse en los autores que sí generan interés por parte de las editoriales por lo que -para muchos- es lícito preguntarse qué beneficio le reporta a un escritor de segunda fila (donde cohabita el grueso de la población narrativa y édita) el tener un agente? Hay que indagar bien antes de decidirse a trabajar con uno, preguntar a los amigos, a los propios editores, a otros escritores, y una vez tomada la decisión (en el supuesto, claro, de que el agente quiera representarnos) dejar pasar un tiempo prudencial (dos, tres años) para ver cómo ha funcionado nuestro representante. Si no nos parece efectivo, lo mejor es dejarlo. Pero, como dice el filósofo chino Eng Ping Shao: "Si eres lento para elegir un agente, más lento debes ser para cambiarlo."

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22 de agosto de 2008
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Ser mirado

Es tan difícil o imposible llegar a autoconocerse bien que a casi cualquier opinión que oímos verter sobre nosotros concedemos un efecto desaforado. ¿Desaforado? La medida de la resonancia que le conferimos siempre nos ha de parece desmesurada pero simplemente porque no poseemos la cierta medida de lo que parecemos o somos. En realidad, ¿cómo no pensar que venimos a ser una identidad madurada en las embestidas que recibimos, las atribuciones que nos sobrevienen, los elogios que nos regalan o los desdenes que nos achican? Contarse a sí mismo, tanto aritméticamente como literariamente, representa el ejercicio más incierto. La verdad escapa de nuestro análisis puesto que cualquier punto de vista sobre uno mismo requiere antes la determinante elección del ángulo de visión.

/upload/fotos/blogs_entradas/en_el_espejo_med.jpgOcurre como cuando, al contemplarnos en el espejo, adoptamos una pose, un bisel o un gesto y hasta una mueca en los que confiamos para quedar mejor. Pero, en el mejor de los casos, la buena imagen que así se obtiene ¿cómo no convenir que procede de una estudiada manipulación? Nos preparamos para presentarnos ante nosotros en el espejo movidos por el temor a vernos mal o muy mal. A reconocernos, en fin, en lo indeseable, presos de una enfermedad incurable, expuestos al directo conocimiento del público en la única y averiada versión que ven. Y así ocurre también con el malestar que sentimos al escuchar nuestra voz en una grabación o nuestros movimientos en la pantalla de un vídeo. La expectación por vernos recuerda la expectación por examinar a un desconocido y se junta además con el pavor de vernos mal puesto que a lo mejor nos vemos bien pero nunca se encuentra garantizado. Nada hay concreto e inmutable en nuestra imagen ni tampoco a resguardo de cualquier interpretación puesto que la misma extrañeza con la que nos auscultamos el habla o la figura nos informa del menguado conocimiento que en verdad poseemos de nuestro yo. Ese yo desconocido emerge y se nos presenta como un elemento que nace desde el centro del yo con quien convivimos. Tan extraños para nosotros mismos que preferiríamos no percibir su ajenidad. O bien, nunca en fin nos sentimos más libres que cuando no nos imaginamos o lo hacemos mediante un olvido de lo pudiera ser real.

Nunca nos sentimos peor, en efecto, que cuando reflejados en un escaparate el paseante que somos torpemente nos encara. ¿Cómo no inventarnos para rehuir este martirio especular? ¿Cómo no vivir en el vilo de ser descubiertos dentro de esa invención? Una invención que, por añadidura, en la mayoría de los supuestos no conocemos ni aproximadamente sus perfiles y medidas. El otro nos mira, nos mide, nos talla, nos diseca. En su pupila nos delimitamos como un ser concreto. Por contraste, la dificultad de autoconocernos, la convivencia con un ser perteneciente al inasible reino de la ausencia, nos procura un balsámico bienestar. No estar frente a la mirada de sí coincide con el mayor recreo posible puesto que no hay peor verdugo que la incontrolada mirada que nos echamos encima y que, como un chacal, nos deforma y como una alimaña nos desdice. El otro, en fin, nos tiene en sus ojos. La pareja que nos ama nos embellece, nos blinda de nuestra visión insufrible y nos cubre con la benevolencia de la suya, esa tierna laguna en donde flotamos como recién nacidos.

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22 de agosto de 2008
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Redada en el reino de la fantasía

La policía de Anaheim, cercana a los Ángeles, California, realizó una espectacular redada en la que fueron hechos prisioneros, debidamente esposados, numerosos  personajes que hasta ahora nos parecían completamente inofensivos, e incapaces de cometer ninguna fechoría: entre los presos se hallan el ratón Mickey,  Minnie Mouse, su vieja novia, el pato Donald,  junto con Daisy,  vieja novia suya también, y sus sobrinos Hugo, Paco y Luis; Goofie (a quien conocemos por su alias Tribilín), el perro Pluto, Ciro Peraloca, el inventor disparatado, y el multimillonario Rico McPato.

Pero, además, Blanca Nieves, los 7 enanos y la reina malvada, y la Bella Durmiente y el príncipe, y la Cenicienta junto a su madrastra, y la Bella y la Bestia, y Peter Pan, Campanita y el maléfico Capitán Garfio, y Aladino y el genio de la lámpara. Los coches de la policía no se daban abasto para llevarlos a todos a la comisaría del condado./upload/fotos/blogs_entradas/redada_2_med.jpg

Todos son empleados del parque de diversiones Disneyland, el primero de los fundados por la cadena Disney en el mundo, y protestaban en demanda de aumentos de salario, seguro médico y otras prestaciones que los patronos les niegan. Los arrestados representaban a los 2 mil trabajadores del parque, gran parte de ellos obligados a disfrazarse de personajes de historieta para desempeñar sus labores. Hasta en el reino inocente de la fantasía, donde los elefantes son rosados, hay protestas, y represión, para que vean como anda el mundo.

Si Rico McPato, pagó la fianza a los apresados, es algo que las crónicas no cuentan, pero es algo muy dudoso, dada su proverbial tacañería.

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22 de agosto de 2008
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Noticia (buena) se busca

/upload/fotos/blogs_entradas/pene22_med.jpgEntre las toneladas de basura que llegan a mis direcciones de correo, destacan dos clases de material. El primero es el que me ofrece mil y un métodos para agrandar mi pene. Cada vez que me encuentro con uno de estos correos me pregunto cómo habrá corrido la voz. Pero en fin, uno es como es. Lo único que me divierte de este tipo de mensajes es su inagotable creatividad para vender siempre lo mismo. ¿Cuántos sinónimos de 'pene' existen en los distintos idiomas -la mayoría de estos avisos me llega en inglés? -, cuántas analogías se pueden encontrar para la misma idea? En las últimas semanas, sin ir más lejos, me encontré con varios del estilo de '¡Posea un dong más largo y más grueso!', '¡Llévela al éxtasis con su máquina de nueva cilindrada!' y '¡Eleve su arma íntima a un calibre mortal!' Por supuesto, todos estos 'métodos' dicen estar basados en los más novedosos descubrimientos científicos...

En las últimas semanas empezaron a aparecer mensajes más divertidos, disfrazados de noticias. Algunos llegan atribuidos a una 'Top News Agency', otros vienen a nombre de personajes improbables que parecen sacados de una novela de Elmore Leonard -Sharky Cohen, por ejemplo. Y todos ellos imitan el formato periodístico. 'Explotaron los labios de Angelina Jolie', dice uno. 'Encontraron un Pokemon de verdad en China', asegura otro. 'Confirmado: los hijos de los ricos son todos idiotas', asevera un tercero. Y el más cruel de los que provienen de la 'Top News Agency' reza: 'Modelos discapacitadas competirán en El lisiado top de Gran Bretaña'. Para ser sincero, no estoy del todo seguro de que este último título sea una farsa.

Los que vienen con nombres apócrifos son más salvajes. 'Paris Hilton ofreció su cuerpo al ganador del Abierto Francés', dice uno. 'Britney dice ser víctima del control mental: su manager responsabiliza a K-Fed', dice otro. Y uno que me llena de esperanzas: 'Hilton, Lohan, Spears se disculpan y prometen retirarse'.

En este mundo donde se ha vuelto tan difícil sorprenderse -¿cuánto falta para que algún reality ponga a competir lisiados?-, inventar noticias que a uno le gustaría leer no es un mal pasatiempo. Con un poco de suerte, funcionarán a la manera del control mental que según dicen practica el ex de Britney, y quién sabe -a lo mejor se vuelven realidad. Yo sería feliz si abriese un diario y me encontrase con la noticia de que Dick Cheney fue a cazar y confundió a Bush con un pato. O enterándome del flamante voto de silencio de Ricardo Arjona. O al saber de la decisión de Paulo Coelho de consagrarse al aeromodelismo.

Podríamos armar un concurso de titulares que nos harían felices. Aquí va uno mío: 'En ataque de celos, los cantantes de Miranda! se deguellan mutuamente con un CD de Freddy Mercury'. (Como ven, me quedé enganchado con el Top Ten de la música horrible.) Y otro: 'Menem hizo inscribir en su lápida: Síganme, que no los voy a defraudar'. Y uno más: 'Antonio de la Rúa demanda a Shakira por violencia doméstica, practicada a caderazos'.

Pónganse creativos...

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22 de agosto de 2008
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Galería de espectros: la Medusa

Rafael Argullol: Hoy, en mi galería de espectros, he vislumbrado el espectro monstruoso de la Medusa.

Delfín Agudelo: ¿Te refieres a alguna representación en particular?

R.A.: Me refiero fundamentalmente a una representación de la medusa atribuida a Leonardo Da Vinci, aunque nunca ha habido ninguna seguridad respecto a ella, aunque es cierto que es muy elocuente la brutal continuidad que ha tenido la representación de la Medusa desde los tiempos antiguos hasta las representaciones llevadas a cabo por la pintura surrealista. Es un mito monstruoso de una atracción de un magnetismo casi insuperable porque representa como ninguno la confluencia de lo monstruoso y de lo bello. Esta mujer monstruosa, una de las Gorgonas, que tiene por cabellera revoltijos de serpientes, y que tiene fundamentalmente una mirada de una belleza enloquecida y enloquecedora que petrificaba a los hombres, es algo que ha venido seduciendo a las sucesivas generaciones de artistas. Hasta el punto diría que es una de las máximas inspiraciones del arte occidental de todos los tiempos. A mí me gusta pensar en esa imagen de mujer cuya belleza causa la devastación y la destrucción, que sería la patrona de todas las femmes fatales de la historia, y que tiene esa capacidad de petrificar de manera que para enfrentarse a ella sólo es posible, como lo hizo Perseo, degollándola. Pero incluso así el mito de la Medusa va más allá. Y después de su propia muerte, en la cual su vida atormentada parece acabarse, deja un rastro de belleza al convertirse sus cabellos en el coral. Una de las derivaciones del mito hace nacer el coral de los propios cabellos de la cabeza de la medusa, una vez ha sido cortada por Perseo. Evidentemente hay algo de culminación en esa historia, en la estatua que hay en Florencia de Benvenuto Cellini, con Perseo levantando la cabeza de la Medusa.

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22 de agosto de 2008
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Flor de Lotto / XV

XV. Operativo Gillette.

Un motel no es lugar para estar solo. Hay demasiado tiempo para pensar. Se oyen ruidos extraños de personas extrañas, ni siquiera el espejo le devuelve al usuario un rostro familiar. Segismundo Andersón al fin se desprendió de la barba de nueve días que le daba una pinta especialmente patibularia, sólo para advertir que su aspecto no había mejorado gran cosa. Seguía dándose miedo, no se reconocía en esos ojos hondos de facineroso. No por nada, pensó, Fidel no se rasura.

     No lo había hecho mal, aunque igual conservaba la esperanza de olvidarlo. Fue un trabajo mecánico, al final. Apenas consiguió deshacerse de la totalidad de los paquetes negros, había vuelto al motel Pirámides como a un claustro materno redentor. Se bañó, se metió en el jacuzzi y se quedó dormido. Poco menos de quince minutos después, despertó entre berridos de una pesadilla. Se había visto allí, dentro de ese jacuzzi, flotando junto a las cabezas de los escoltas. Llevaba ya tres días sin dormir, pero acababa de espantársele el sueño. Fue entonces que tomó la decisión de rasurarse.

     -¿Quién es? -grita estúpidamente cuando ve que a la puerta del cuarto le da por abrirse. Está completamente indefenso, con la toalla del baño amarrada a la cintura.

     -¿Me has extrañado, Tigre? -no es realmente una voz que lo tranquilice, pero entre tantas peores imaginables Segismundo la siente como un regalo de la Providencia.

     -Tengo miedo. No estoy nada seguro de que sirva para esto.

     -Todos decimos eso cuando venimos de enterrar al primer muertito. Dos, en tu caso, Tigre. Como quien dice, ya estás en el ajo -la Corleonetta viene vestida de piel negra, como empeñada en ser la que se cuenta que es.

     -Dime, ¿tú sabes dónde están las cabezas?

     -Voy a darte un consejo, mi amor: date de santos con saber que la tuya sigue en su lugar. ¿Ya captas la teoría o necesitas más ilustraciones?

     -¿Sabes qué es lo único que me tranquiliza de este cuento? -ahora Segismundo se pone sarcástico, cual si haberse deshecho de dos fiambres lo hiciera ya acreedor de un distinto respeto -Que no puede ser cierto. No hay un plan, ni una fecha, ni un lugar. ¿Me tienen encerrado en un motel de la colonia del Valle por si se diera el caso de que Fidel Castro se apareciera en Plaza Universidad? ¿Qué quieren que haga, pues? Ya dije que no quería mis regalías, ni tampoco sus dólares. Quiero volver a ser el Mister Nobody que felizmente fui hasta...

     -¿Hasta que te topaste conmigo, ingratote?

     -Contigo no.

     -Déjame que adivine. ¡Con mi papá!

     -Tampoco he dicho eso.

     -No lo has dicho porque eres una rata cobarde, pero bien que lo piensas -ahora enciende un puro, y enseguida hace un gesto de resignación-. Te entiendo, sin embargo. No creas que eres el primer subalterno que le teme al ascenso social. ¿Sabes por qué me gustan los hombres como tú? Por todo lo que no se atreven a ser. Según yo, tú no tienes las bolas suficientes para hacer lo que mi papá y sus socios esperan que hagas, pero ya va a ser hora de que nos enteremos.

     -¿Va a ser hora de qué?

     -Morazán va a llamarte, él sabe cómo está lo del operativo. Yo solamente soy una humilde cheerleader.

     -¿O sea que sí hay plan?

     -Yo diría que es más bien un libreto. Si fuera la guionista, las pasaría negras para salvarte. Afortunadamente estoy entre el público. Por eso no me creo que de aquí a quince días vas a seguir vivito. Lo que sí pienso es que a veces mi padre subestima sus dotes de guionista. Aunque quién sabe. Según él, no hay negocio más grande que apostarle a los imposibles. Que es lo que yo hago, claro, con gente como tú. ¿Sabes quién te creería que pasaste una noche conmigo en el motel Pirámides? Los mismos que podrían imaginarte detonando una bomba debajo de la cama de Fidel Castro. Nadie lo cree. Ni tú, que vas a hacerlo. Según mi padre, esa es la garantía de que una cosa así puede llegar a hacerse.

     -Entonces tú no crees que podría hacerla yo...

     -Lo que en realidad creo que puedes hacer, y deberías, es bajarle la falda a tu cheerleader. Antes que se convierta en plañidera.

Lunes en FLOR DE LOTTO. El caso de la causa fantasmal.

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22 de agosto de 2008
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Con las manos en la masa

El otro día veía en televisión como una cocinera rellenaba unos huevos con una manga pastelera y para ayudarse ponía un dedo en el huevo en lugar de coger una cucharilla. /upload/fotos/blogs_entradas/el_chef_britnico_jamie_oliver_med.jpgInmediatamente pensé que a mí no me apetecía comerme ese huevo tocado por ese dedo. Eso de que hay que tocar la materia prima a trote y moche es algo que se han inventado los cocineros de ahora para hacerse la vida más fácil. El colmo es el tal Jamie Oliver, ese cocinero inglés de tanto éxito, que anima que aliñemos la ensalada con las manos porque esas cremas  que se inventa se impregnan mejor en las hojas de lechuga. Por cierto los cocineros de los programas de la tele te repiten cincuenta mil veces lo rico que está lo que están guisando, como no lo podemos probar.

No olvidemos que por sofisticado que sea un plato es algo que nos vamos a llevar a la boca, que va a ir a para al estómago y que se va a repartir por nuestro organismo.

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22 de agosto de 2008
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La tristeza, y después

Nos llegó como llegan las malas noticias, como llegan las buenas, nos llegó ausente y desarmado frente a las desgracias. Como tantas veces estamos, también desprevenidos, ante las buenas noticias. Aumentaban los muertos, las malas noticias, lo que no tiene explicación, aunque la termine por tener. La desgracia y la suerte. La tristeza. Y después, otra vez la vida. La vida de los que no fuimos aquellos viajeros. Hemos pasado cientos de horas de nuestra vida en los aviones, volveremos a volar como volveremos a sufrir, como volveremos a sonreír./upload/fotos/blogs_entradas/paul_valry_cuadernos_med.jpg

Estoy leyendo a Paul Valéry, en sus "Cuadernos" me encuentro un pequeño poema abstracto, uno de esos que nos recuerdan que la tristeza es más interior que la alegría. Y que, sin embargo, tenemos que seguir buscando la risa. Algo parecido a la alegría por estar vivos.

 

"Amarga como sabes serlo- oh Vida

¡Amarga y dulce como sabes serlo!

Amarga y dulce y grave como sabes serlo, oh vida

Amarga y dulce y grave y leve y larga y breve como sabes serlo,

oh vida.

Así como tan sólo las lágrimas saben juzgar, compensar, pagar

tus momentos hermosos

Hay tan sólo una risa que consigue responder con acierto a tus males."

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21 de agosto de 2008
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Flor de Lotto / XIV

XIV. Cárgalos a mi cuenta. 

Otra que no fuera ella tendría un gato, pero la Corleonetta desconfía tanto de los felinos como de quienes habitan con ellos. No alcanza a comprender cómo la gente no los encierra en jaulas. Los encuentra insolentes, renegados, huraños, arrogantes. Creen que se mandan solos, como tantos idiotas que han creído tenerla en sus manos. Desde niña, la Corleonetta desmostró cierta vocación de alcaide. Le gustaba meter insectos en frascos. Primero catarinas, hormigas y cochinillas; luego arañas, abejas, escorpiones. No era que pretendiera propiamente estudiarlos, sino sólo el deleite de saberse la dueña de sus destinos, y a ratos la supervisora de sus movimientos. Inventaba castigos, ensayaba torturas, improvisaba juicios y a veces, por supremo capricho, le concedía a alguno la libertad. Hoy, incluso, se ufana de haber liberado a decenas de arañas y alacranes en las mochilas de sus compañeras. Más que un chiste pesado, una breve demostración de control.

     Cuando se lo preguntan y se siente de humor para responder, la Corleonetta afirma que nada le atrae tanto en un hombre como su cabeza. Lo cual ha envanecido a más de uno entre los roedores con complejo de hombre que han llegado a gozar de sus muy relativos favores. Ninguno se detuvo a calcular que una mujer sólo puede mirar la cabeza de un hombre en todo su esplendor cuando ésta permanece estrictamente gacha. Que otras les vean la cara y soporten sus gestos de suficiencia, la Corleonetta está más que contenta con poder contemplarles la coronilla. Mirarlos de la misma forma que de niña observaba la jaula de sus hamsters. Cerrarles puertas, ponerles trampas, quitarles la comida, orillarlos a casi devorarse entre sí. Verlos correr adentro de una rueda que no va a ningún lado. Llevar la jaula al sol o a la sombra sólo para observar su reacción espontánea, igual que un dios impune y caprichoso.

     Tiene la Corleonetta en bajo aprecio a los hombres. Sabe cómo enfrentarlos para que se detesten, y llegado el momento se entrematen. No ha olvidado a aquel hamster que una mañana amaneció comiéndose a su compañera de jaula. Le horrorizó primero, pero tiempo después le causó cierta gracia, no bien el animal se almorzó a su segunda cónyuge. Aprendió así la pequeña Apollonia que ejercer el control es obligarse a vivir más allá de la piedad. Asumirse una suerte de emperatriz de los destinos ajenos, dar a sus veleidades el rango de catástrofes naturales. Emplear crédito kármico sin límite. Asignar a los hombres jerarquía de hamsters.

     Mira uno al primer muerto y se le quita el hambre. Hay quienes nunca logran olvidarlo. ¿Pero qué tal el décimo? La Corleonetta observa las fotografías de Segismundo Andersón llegando a las lagunas de Zempoala con la cajuela llena de paquetes negros. Rentando una canoa. Yendo y viniendo de la tarde a la noche, sin deshacerse más que de un paquete. Luego tomando el rumbo a Tequesquitengo, y de ahí hasta Acapulco. Se ha reído con ganas. Como si lo mirara corriendo a solas dentro de una rueda. Y lo más divertido es no saber al fin qué le va a suceder. Puede que se le ocurra mañana en la mañana, o la semana entrante, o nunca. Puede que solamente lo mire desde lejos entrar al matadero, como un animalito desorientado, y no le dé la gana prevenirlo.

     (Cierta vez, con nueve años, la pequeña Apollonia vio al mozo de la casa llegar con el pavo que horas más tarde estelarizaría la cena de Navidad. Entusiasmada por esa noticia, se pasó la mañana juzgando y sentenciando a muerte al guajolote. Cuando llegó su padre, asumió que su hijita se había compadecido del animal y querría adoptarlo como mascota. Total, podían comprar un pavo ahumado. La niña, sin embargo, insistió en que se ejecutara la sentencia. De entonces hasta ahora, no hay cadáver capaz de arrebatarle un gramo de apetito.)

     El juego es orillar al roedor a hacer lo que jamás pensó que haría. Enseñarle que un muerto no es mucho más que una cáscara seca. Rodearlo, confundirlo, emboscarlo. Ponerle un explosivo entre las manos y sentarse a observarlo volar en trocitos. Cosas que no es posible hacer con un gato, y ni siquiera con un roedor. Pero qué tal con un sacaborrachos.

Mañana en FLOR DE LOTTO: XV. Operativo Gillette.

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21 de agosto de 2008
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Ángeles y monstruos

Rafael Argullol: Entonces no es que no haya monstruos en la Biblia, sino que están más aletargados.
Delfín Agudelo: ¿Podríamos, entonces, tomando personajes literarios, hablar del William Blake, diablo como un monstruo?
R.A.: El diablo es un monstruo como un ángel. Un ángel también es un monstruo. Quizás nuestros dos monstruos favoritos son el ángel, que representa nuestra ansia de espiritualidad, y en el diablo, en el cual vertimos nuestras bajas pasiones y pensamientos ocultos. Pero probablemente todos los monstruos que nosotros encontramos en las distintas mitologías, incluso los que encontramos en toda nuestra larguísima tradición literaria, sean mezclas a distintas dosis del ángel y del diablo. Es decir, el hombre se refleja en mil espejos, en un extremo está el ángel, en otro extremo está el diablo, y en las iridiscencias que se dan en la mezcla de espejos tenemos un monstruario, en el cual se van identificando distintos aspectos del propio ser humano. Nuestra necesidad de lo monstruoso es tan grande, que si en algún momento determinado no logramos tener un monstruo a nuestro alcance, lo inventamos de inmediato. A ese respecto hay una historia interesante que aún padecen  muchos de los museos de historia de occidente, sobre todo los que se fundaron a medidaso del siglo XIX. Sucedió que en oriente, en los mares del sur, en los puertos de Macao, Singapur, etc., con la difusión del evolucionismo o darwinismo, los comerciantes chinos se dieron cuenta de la atracción que tenían los occidentales -británicos y americanos- por los distintos animales monstruosos, reales o inventados, que pudieran encontrarse en oriente. A partir de aquí empezaron a fabricar monstruos mezclando distintos animales que vendían luego a los occidentales como si fueran distintos eslabones en la cadena de la evolución. Todos estos monstruos, muchos de ellos inventados, fueron a parar a los museos, porque evidentemente el gabinete de monstruos suscitaba tal imaginación en los públicos  de la época que lo que aún nosotros tenemos contenido en nuestras televisiones entonces se contenía en las ferias y en los museos. El museo de historia natural de Londres o de Nueva York, que son una auténtica maravilla, no reclamaba solamente la atención de los estudiosos. A finales del siglo XIX también la atención de miles de personas que iban a ver esos monstruos que no podían ver en las calles de su ciudad. Evidentemente en nuestros días tenemos otros escenarios en los que se nos muestran tales monstruos.

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21 de agosto de 2008
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