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Novela policiaca

Tenía que ocurrir : en la mesa de New Crime (nuevas novelas policíacas) de la librería Smith en la calle de Rivoli, la librería más grande para los libros en inglés de París, se ofrece, entre The Butcher of Smithfield ("El carnicero de Smithfield") de Susanna Gregory y The roar of the butterflies ("El gruñido de las mariposas") de Reginald Hill, la edición en bolsillo de una nueva novela: The savage detectives ("Los detectives salvajes") de Roberto Bolaño.

Todo me parece claro: buscare La velocidad de la luz de Javier Cercas en ciencias físicas, pero no se por donde buscar Los girasoles ciegos: ¿botánica o patología?

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22 de diciembre de 2008
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Vidas paralelas, en negro

Hacia 1965 Robert Kennedy predijo que pasados cuarenta años podría haber un presidente negro en los EE UU. James Baldwin, uno de los más grandes escritores negros, se burlaba de esa predicción: "Llevamos aquí cuatrocientos años, pero si nos portamos bien nos dejarán ser presidentes dentro de otros cuarenta". El senador se equivocó sólo por cuatro años.

/upload/fotos/blogs_entradas/james_baldwin_med.jpgUn formidable artículo de ese formidable novelista que es Colm Tóibín establecía hace unas semanas el paralelo entre James Baldwin y Barak Obama en el New York Review. Aunque separados por medio siglo, ambos comparten inusitadas coincidencias, la más notable es que perdieron a sus padres muy pronto y esa ausencia ha sido fuente de duelo durante toda su vida. Una viva conciencia de orfandad les hace sentirse doblemente amputados, en la familia y en la patria. En ambos está también presente la rabia (rage), la ira de los afro americanos que oprime incluso a los más favorecidos.

Y ésta es la parte inaudita. Que un presidente de los EE UU sea consciente y acepte el sombrío dolor de una parte de la población que hasta hace poco era tratada como un perro, me parece algo enorme. Y más aún que muestre la inteligencia de dar al dolor y la rabia su exacta importancia, porque en ese punto es donde Baldwin y Obama difieren. Para Baldwin el dolor y la rabia eran instrumentos de separación activa, fundamento de identidad y orgullo. Para Obama han de convertirse en instrumentos de convivencia.

"La ira no siempre es productiva, muy a menudo distrae nuestra atención de la solución real de los problemas (...) e impide que la comunidad afro americana forje las alianzas que precisa para conseguir un cambio verdadero" (Dreams from My Father)

Para quienes vivimos en un país que se distingue por el cultivo del odio, que no pierde ocasión para enconar la rabia y el dolor, es en verdad turbador constatar la diferencia entre un político con la perspicacia de Obama y los mercaderes de una guerra fratricida que se excitan, no con el color de la piel, sino con el color de las ideas, esa baratija para histéricos.

Artículo publicado en: El Periódico, 20 de diciembre de 2008.

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22 de diciembre de 2008
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Cuando fuimos paganos

En estas fechas que ni el camino nos lleva a Belén, ni bajamos hasta el valle que nunca cubrió ninguna nieve, porropoponpo, po, siento nostalgia de  paganos tiempos que no vivimos. En tiempos de crisis, de infección del espíritu navideño, de llamada de  vuelta a casa, dan ganas de huir al paganismo. Creer en la lotería. Llenarse de bondad y pedir justicia cristiana para los pobres ricos. También ellos deben tener su oportunidad y poder pasar por el ojo de una aguja, al menos con la misma facilidad que un orgulloso, famélico, sediento y pobre camello. Los ricos están alarmados por las rebajas de sus riquezas, aturdidos ante sus pirámides caídas y preocupados por sus bolsas caprichosas. Tanto que pueden volver a sus antiguos ritos. A la  adoración mágica  por el oro, el incienso, la mirra, el petrodólar o el poderoso caballero don dinero. Vieja y renovada fe, con adoradores paganos,  precristianos, católicos o posmodernos.

Uno de los padres del nuevo paganismo, Andy Warhol, lo tuvo muy claro desde el principio de su carrera. Una amiga le hizo la pregunta clave: "¿Qué es lo que más te gusta?". Y ese día empezó a pintar dinero. Falsos dólares, pintura pop, para conseguir dólares verdaderos. Comenzaba el regreso de un paganismo feliz, provocador, sin inhibiciones, con exhibiciones, sexo, rock y demasiadas drogas. Renovado paganismo que nos hizo creer que nuestros villancicos eran las canciones de  Beatles y Rolling. Después llegaron aquellos malditos que habían "sido cerdos de la piara del nuevo Epicuro": Warhol, el inclasificable líder de la "Velvet". De aquellos paganismos, de los inicios del pop, habla en sus diarios, hasta ahora inéditos, y rescatados por la editorial Alfabia, gozosamente pagana.

Una de las sorpresas que guardan esos cotilleos paganos de los felices 60, es el recuerdo de un joven Mick Jagger, estudiante en la London School of Economics, que acudió a un anuncio dónde se pedía una señora de la limpieza. Y encontró trabajo en la casa de la hermana de Jean Shrimpton, conocida por "La Gamba", que se enamoró de aquél sirviente que les parecía feo a todos sus amigos. Warhol se encuentra un poco después al "chico feo", en compañía de otros modernos londinenses, en uno de los centros del paganismo de antaño, Manhattan. Eran los principios de los años sesenta. Todavía no habían llegado los días en que nuestro mejor villancico se llamó "Satisfaction".

De esos paganismos modernos a los clásicos. Luis Antonio de Villena los recupera con su  biblioteca de clásicos para uso de modernos. Muchos ritos paganos nos recuerdan a las religiosas fiestas navideñas. Dice Ovidio:"En las mesas de los festines; además de vino pueden buscarse otras cosas...Y Venus, después de beber, fue como fuego añadido al fuego". Feliz Navidad.

Artículo publicado en: El País, 21 de diciembre de 2008.

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22 de diciembre de 2008
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Este es su año, veremos si lo será el próximo

Nadie tiene dudas sobre este 2008. La revista Time, que cuenta con el prestigio del invento, le ha dado el título y la portada. Pocos personajes han proporcionado más noticias y emoción al año político mundial, desde que empezó la campaña para las primarias demócratas, ya en el otoño de 2007. Pero la gran noticia del año lleva también su nombre, pues es su propia victoria como candidato a la presidencia de Estados Unidos este 4 de noviembre. Sabrá a poco e incluso sabrá a frustración si dentro de un año no compite de nuevo por ocupar las primeras páginas de las revistas y de los periódicos en sus resúmenes anuales. Esto se jugará muy pronto, en los primeros cien días después del 20 de enero. La revista semanal de El País - EPS- ha publicado también esta semana su resumen anual, en el que se ha incluido mi artículo sobre la victoria de Obama. Ojalá 2009 nos traiga el cambio prometido y sea también suyo.

EL MOMENTO DE OBAMA

Este año es de Obama. Sólo empezar, el 3 de enero, el redoble de su nombre resonó en los medios de comunicación de todo el mundo: un candidato afroamericano había ganado las elecciones primarias demócratas en Iowa, un pequeño Estado de tres millones de habitantes, casi todos blancos, situado en el corazón de Estados Unidos. La idea de que EE UU podía tener pronto, por primera vez en su historia, un presidente de raza negra adquirió verosimilitud y revirtió todos los prejuicios, sobre todo entre los propios norteamericanos y quizá de forma más singular entre quienes tienen sus raíces en África. El redoble se fue intensificando todo el año, y en noviembre, ese nombre de resonancias exóticas, casi desconocido entonces, era ya el del nuevo presidente de EE UU: al presidente Bush, el más desprestigiado de la historia, le sucede así el que más esperanzas y expectativas ha levantado en América y en el mundo en el último medio siglo. Muchos consideran aquella primera y casi prematura victoria de Iowa como el primer impulso que formó la bola de nieve del cambio.

Cuando empezó 2008, las preferencias de los sondeos de opinión eran para Hillary Clinton en el bando demócrata y para Rudy Giuliani en el republicano. Ninguno de los dos consiguió alzarse con la candidatura de sus respectivos partidos, pero al terminar el año, la esposa del presidente Bill Clinton se prepara para asumir la Secretaría de Estado con Obama como presidente y el ex alcalde de Nueva York medita sobre su futuro político, después de su derrota en las primarias republicanas y de que frente a Obama también terminara derrotado John McCain, el candidato republicano que le venció, pero al que finalmente dio su apoyo. Una parte del soberbio plantel de candidatos lanzados a la carrera demócrata ha pasado en estos doce meses de competir con el senador afroamericano a convertirse en sus colaboradores, preparados para empezar a gobernar el 20 de enero de 2009: es el caso del senador por Delaware, Joe Biden, ahora nuevo vicepresidente de Estados Unidos; el del gobernador de Nuevo México, Bill Richardson, ahora secretario de Comercio, y, por supuesto, el de la senadora Clinton, que ocupará el cargo de mayor relevancia política en el Gobierno después del propio presidente.

Pocos conocían en enero al eficaz equipo de campaña que dio a Obama aquella victoria tan temprana. Pero eran también pocos los que podían imaginar el dream team, el equipo político de ensueño, que Obama llegaría a montar en diciembre. Además de los cuatro candidatos presidenciales, Obama ha recuperado a un miembro del actual Gobierno de Bush, el secretario de Defensa Robert Gates, que seguirá en su cargo, y ha nombrado a Timothy Gerthner, presidente de la Reserva Federal de Nueva York, como secretario del Tesoro, en otro gesto de continuidad con su antecesor, Henry Paulson, con el que ha colaborado estrechamente a la hora de enfrentarse con la crisis financiera. Una gran parte de los equipos de asesores y consejeros salen de la Casa Blanca de Bill Clinton, y muchos, del entorno político de Obama en Chicago. Es el caso de su jefe de gabinete, Rahm Emanuel, que fue asesor del presidente Clinton y ha sido congresista por Illinois y presidente del grupo demócrata de la Cámara de Representantes. También el de Lawrence Summers, que fue secretario del Tesoro y ahora será el director del Consejo Económico de la Casa Blanca. El veterano Paul Volcker, en cambio, fue presidente de la Reserva Federal con Carter y Reagan, y presidirá ahora un Consejo Asesor para la Recuperación Económica, encargado de enfrentarse con la severa recesión que está afectando a la economía norteamericana.

La Casa Blanca de Obama nada tendrá que ver con la de Bush, empezando por el papel del presidente, que será mucho más activo y decisivo, y siguiendo por el del vicepresidente, con funciones presidenciales en el caso del actual, Dick Cheney, y con la previsible indeterminación que acompaña al cargo en el de Joe Biden. También ha hecho las cosas mejor que Clinton en 1992, que tuvo que rodearse de amigos de su provinciana Arkansas y tardó demasiado tiempo en componer el Gobierno. El sólido equipo que ha formado recoge la diversidad del Partido Demócrata, pero tiene también elementos bipartidistas y está pensado para lidiar con un Congreso demócrata escorado a la izquierda y ofrecer a todos, dentro y fuera de Estados Unidos, la imagen de que el país vuelve a estar gobernado. El aire de continuidad y el centrismo de la mayor parte de sus componentes ha sido la primera sorpresa que ha querido proporcionar Obama. El cambio soy yo, ha dicho ante las críticas. Y antes de empezar su mandato, también ha querido empezar a desengañar a su electorado más radical.

/upload/fotos/blogs_entradas/obama_elegido_personaje_del_2008_por_la_revista_time_med.jpg

El nuevo presidente de EE UU no ha tenido miedo a rodearse de los mejores, a formar un equipo de rivales, una expresión acuñada en tiempos de Abraham Lincoln, cuando el presidente, al igual que ahora, colocó como secretario de Estado a su adversario en las primarias demócratas. La excelencia del grupo humano que le rodeará en la Casa Blanca ha permitido hablar también del brain trust (banco de cerebros), expresión esta acuñada en tiempos de Roosevelt, el primer presidente que instauró los hábitos de trabajo modernos en el Gobierno. O de los mejores y los más brillantes, una expresión acuñada por David Halberstam, cronista también extraordinario de la presidencia de John Kennedy en un libro que lleva el mismo nombre (The best and the brightest).

Los nombres de estos tres presidentes no han quedado asociados al de Obama únicamente por el anecdotario histórico. La difícil circunstancia económica y política que atraviesa EE UU, como resultado entre otras cosas de las dos guerras abiertas en Irak y Afganistán, y la recesión que deja en herencia el presidente Bush han conducido a historiadores y periodistas a girar la mirada hacia tres momentos determinantes de la historia presidencial que permiten encontrar referencias comparativas. La primera es la elección de Lincoln en 1860, que condujo a la emancipación de los esclavos y a la guerra civil entre los Estados del sur, partidarios de su mantenimiento, y los abolicionistas del norte. La segunda es la elección de Franklin Delano Roosevelt, en 1932, en plena Gran Depresión, después del fracaso cosechado por su antecesor, Herbert Hoover, que ha pasado a la historia como uno de los peores presidentes, incapaz de sacar las consecuencias del crash bursátil. La tercera es la elección de John Fitzgerald Kennedy en 1960, el primer presidente católico, que suscitó una nueva esperanza reformista, frustrada por su asesinato en Dallas.

Estos tres presidentes han inspirado a Obama, pero hay un cuarto, Ronald Reagan, que también ha estado presente en la campaña. Con la elección de Obama culmina y finaliza el ciclo que inició en 1980 el presidente conservador. La crisis que ha devastado Wall Street y ha borrado del mapa a la banca financiera ha recibido como respuesta de la Casa Blanca de Bush una receta letal para la ideología económica del reaganismo: el Gobierno ya no es el problema, como quería Reagan, sino la solución a la que se ve obligado a recurrir Bush para evitar una catástrofe financiera de dimensiones apocalípticas. Apenas un mes y medio antes de la elección, se ha producido la bancarrota del capitalismo financiero, después de que la crisis de la hipotecas subprime o basura fuera arrastrando los pies durante un año entero, desde agosto de 2007.

El ascenso de un candidato inspirado, que plantea su presidencia como un momento de transformación histórica del mismo tipo que aquellos grandes presidentes cruciales, se ha producido al compás de la creciente preocupación de los norteamericanos por el estado de su economía y de una atención decreciente por los problemas de la seguridad nacional y la política exterior. La excelente campaña de Obama, con una dirección sin vacilaciones, un uso muy innovador de las nuevas tecnologías y un fuerte componente de recambio generacional, no basta para explicar la victoria. Como no es suficiente la ruina política del Partido Republicano, donde cunde el desengaño por la presidencia de Bush, el desconcierto por la falta de líderes y la división que produce la ausencia de estrategia. Hay que acudir a la sabiduría común del primer ministro británico Harold Macmillan, cuando le preguntaron cuál era el factor determinante de la acción de su Gobierno. "Son los acontecimientos, muchachos, los acontecimientos", contestó.

En Irak, el gobierno de Al Maliki ha ido tomando las riendas del país; ha tenido efectos el refuerzo militar norteamericano, y el despertar sunní ha funcionado. Washington ha podido negociar un acuerdo que permite la salida de las tropas para 2011: la polémica entre Obama y McCain durante la campaña sobre la retirada ha dejado de ser relevante. No hay victoria, pero tampoco rendición ni derrota, e incluso todos, quizá incluso Bush, pueden salvar la cara. En sentido contrario ha actuado la crisis de las hipotecas subprime, iniciada en verano de 2007 y convertida un año después en una pavorosa crisis financiera que ha abierto las compuertas a una recesión, de forma que se ha situado en el corazón del final de la campaña y en la cuestión prioritaria de la transición presidencial y del mandato que Obama empieza el 20 de enero.

Está claro así que no hay un único factor que explique el ascenso imparable de Obama durante 2008. Pero el cañamazo sobre el que ha construido su victoria y el arranque de su presidencia está tejido con su imagen pública y su biografía, es decir, su personalidad. Cuando el primer presidente afroamericano tome posesión el próximo 20 de enero, habrán pasado casi dos años desde que lanzó su candidatura en Springfield, la capital de Illinois y ciudad donde vivió Lincoln, el presidente de la emancipación de la esclavitud, y su campaña electoral habrá resultado la más larga e intensa de la historia de EE UU. En este tiempo, sus conciudadanos han tenido la oportunidad de escucharle y observarle, evaluar su actuación en los más de veinte debates televisivos de las primarias y los tres debates con el candidato republicano, John McCain, y ahora, ya como presidente electo, oír con gran frecuencia sus primeras intervenciones presidenciales. Las urnas han dado una clara respuesta al examen, pero el diario conservador The Wall Street Journal ofreció el juicio más contundente sobre su personalidad antes incluso del 4 de noviembre: "Tiene un temperamento de primera clase". Es su año y es su momento.

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22 de diciembre de 2008
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Galería de espectros: H.H.

Rafael Argullol: Hoy en mi galería de espectros he visto el de H.H.
Delfín Agudelo: Te refieres al Humbert Humbert, personaje de la novela de Nabokov, Lolita.
R.A.: Me refiero a ese personaje que, como hemos comentado con respecto a otros de nuestros espectros, en este caso está muy marcado por su encarnación en el cine gracias al protagonismo que tuvo James Mason en la película de Kubrick. Creo que antes de esa encarnación en el cine, y si no tuviéramos tan presente la cara de Mason (evidentemente una cara que a lo largo del tiempo vencerá por mucho a la de Jeremy Irons que participó hace cinco o seis años de otra versión), el personaje protagonista debería ser un personaje que tiene una variación de apariencia  bastante notable. Es decir, de la misma manera que todos en la novela van pronunciando su nombre siempre  de manera distinta- donde se refleja la inseguridad fonética y lingüística de un escritor como Nabokov que era originariamente un escritor en ruso, que a pesar de saber inglés tenía una inseguridad que trasladó irónicamente a su personaje-, eso debería llevarnos a una especie de variación de la aparición de Humphrey Humphrey que de alguna manera sería simétrica a su gran proteismo, a la gran metamorfosis que continuamente va experimentando un misterioso y prácticamente fantasmal adversario a lo largo de la novela, encarnado en la película por Peter Sellers, alguien que se está travistiendo continuamente. Mientras este travestido toma protagonismo, Humphrey Humphrey queda imbuido en una especie de arenas movedizas de la inseguridad. Creo que ese trasfondo es importantísimo porque ese personaje que quizás en nuestros días sería censurado por el pensamiento políticamente y moralmente correcto, sería calificado simplemente de un pederasta. Pero creo que en el personaje hay algo mucho más importante que eso: hay una auténtica historia de amor que se refleja en esa suerte de ninfa que es Lolita, alrededor de la cual H.H. va construyendo su propia identidad. Una identidad vacilante, una identidad nómada: no olvidemos que junto con tantas otras cosas Lolita es un gran libro de viajes a través del cual el lector recorre miles de kilómetros en esa especie de huída y persecución de sí mismo que realiza H.H. a lo largo de la novela, y ahí es donde creo que la historia de amor tiene todo su dramatismo. Por un lado H.H. está perdidamente enamorado de una ninfa imposible; ese enamoramiento agudiza su propio andar en medio de arenas movedizas, hasta que finalmente se produce el derrumbe trágico que va acompañado de muchos escalones cómicos, pero que finalmente es un derrumbe trágico de gran altura. En definitiva creo que H.H. es uno de los personajes más interesantes de la literatura del siglo XX, y el que casi nos permitiría afirmar- ya sé que es discutible- que lleva a Nabokov a escribir la principal novela norteamericana de al menos la segunda mitad del siglo XX. Y ahí también cerraríamos el círculo de las paradojas teniendo en cuenta de que es finalmente un ruso que se traslada a Estados Unidos, ya muy maduro y adulto, y que tiene una permanente inseguridad respecto a su identidad lingüística, nacional y civilizada, la que finalmente es capaz de escribir uno de los frescos narrativos más poderosos del siglo pasado.

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22 de diciembre de 2008
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La niebla

La civilización quizás no se apaga, pero desde luego sí se debilita cuando de los modos de ordenación colectiva desaparece la exigencia de que el hombre (es decir, todos y cada uno de nosotros) aspire a la actualización plena de sus potencialidades. Tal aspiración implica no renunciar jamás a sentirse tensado por el peso tremendo de las palabras; no renunciar jamás a ver en el poeta no ya un héroe sino también un modelo (ya sea asintótico) del propio destino, el destino que nos corresponde como representantes de la humanidad.

La debilitación de una civilización empieza por la astenia del lenguaje, pero se traduce en todos los aspectos de la vida. El texto de Nietzsche que ayer citaba nos habla de hombres privados de sentimiento de tensión respecto a la naturaleza y respecto de los demás hombres; hombres obnubilados por el espejismo de una conciliación inmediata, de una paz no sustentada en conflicto, concretamente en la lucha contra las fuerzas, internas y externas, que nos empujan hacia la genuflexión.

La debilitación de una civilización se traduce en el lazo con la muerte, la cual adquiere entonces connotaciones de particular indigencia. Pues contrariamente a ese "quitarnos el sombrero cuando la muerte pasa" ( gesto evocado en ocasiones por el escritor José Saramago) cuando el único imperativo de ordenación social es la formación de un ciudadano "pulcro y que trabaja" , entonces la muerte no puede ser mirada a la cara, no puede ser objeto de esa asunción que precisamente permite relativizar su peso. En tal aséptico marco, la muerte sin duda acabará por irrumpir, pero tan sólo como verídico telón que viene a clausurar la astenia de la vida y el edificio del consuelo y la mentira. Verdad que llega excesivamente tarde. Evocaré al respecto, una vez más las palabras del Narrador de La Recherche : "afortunados aquellos para quienes, por cercanas que se hallen la una de la otra, la hora de la verdad sonó antes que la hora de la muerte"

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22 de diciembre de 2008
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La experiencia del shock

Espiando entre las páginas del New Yorker encontré un artículo sobre Naomi Klein que, citando argumentos del libro The Shock Doctrine -que no leí, pero me convenció de leer- explica cuestiones que la experiencia argentina viene demostrando desde hace años en la (triste) práctica. Según Larissa MacFarquhar, Klein considera al economista Milton Friedman apenas un escalón por debajo de Satán. Sumo sacerdote de la Escuela de Chicago, Friedman predicó el Evangelio del Libre Mercado y le puso letra a la música que los ricos del mundo más les gusta: convenciendo a pobres y clases medias de que un mercado libre era la solución a todos sus problemas -cuando en todo caso era, más bien, la condición sine qua non de sus dolores de cabeza.

/upload/fotos/blogs_entradas/the_shock_doctrine_med.jpgLa tesis central de The Shock Doctrine es, según MacFarquhar, que ‘el capitalismo fundamentalista es tan impopular, y tan obviamente dañino para todos salvo los más ricos entre los ricos, que el establishment requiere en su mejor momento la práctica de la decepción, y en el peor, terror y tortura'. ‘...La única circunstancia -prosigue- en que la población aceptaría reformas al estilo Friedman ocurre cuando está en estado de shock, a continuación de algún tipo de crisis -un desastre natural, un ataque terrorista, una guerra. Una persona en estado de shock regresa a un estado infantil en el que añora que una figura parental tome control sobre su vida; de modo similar, una población en estado de shock le concederá poders excepcionales a sus líderes, permitiéndoles destruir las funciones regulatorias del Gobierno'.

Klein dice que la Escuela de Chigago es ‘un movimiento que reza para que haya crisis del mismo modo en que los granjeros acosados por la sequía rezan por lluvia'. Y sugiere que a veces los acólitos de Friedman son demasiado impacientes para esperar actos de Dios. ‘Algunas de las más infames violaciones a los derechos humanos de nuestra era -escribe- tienden a ser interpretadas como actos de sadismo, perpetrados por regímenes antidemocráticos' como los de Pinochet y la Junta argentina, cuando de hecho ‘fueron cometidos con la intención deliberada de aterrorizar a la población o manipulados para preparar el terreno para las reformas radicales del mercado'.

Yo no soy economista ni ensayista político, pero ¿saben cuánto tiempo hace que vengo diciendo estas cosas? ¿Saben cuántas novelas llevo sugiriendo lo mismo, señalando además la complicidad explícita o tácita de buena parte de la sociedad argentina en los hechos -sin la cual nada, ni las muertes ni las ‘reformas', habrían sido posibles?

La sigo mañana. 

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22 de diciembre de 2008
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Fumar era un placer

Mi infancia son recuerdos de dedos manchados de nicotina y toses mañaneras. La ropa apestaba a tabaco, y el tabaco a mundo de hombres. Sólo algunas mujeres fumaban, las que querían distinguirse de las demás a través de un humo que las alejaba del hogar, la maternidad y el recogimiento. /upload/fotos/blogs_entradas/no_sers_un_extrao_med.jpgLas madres solían parecerse más a Olivia de Havilland en No serás un extraño (sacrificada y modesta), que a Gloria Grahame en la misma película, surgiendo de una lenta bocanada de su propio cigarrillo con ojos febriles y brillantes. O quizá surja del cigarrillo de Robert Mitchum, que tiene que pegar dos rápidas caladas para animarse antes de atacar su noche de bodas con la pobre Olivia.

Lo que separa a estas dos mujeres es un cigarrillo, un simple cigarrillo, que coloca a Gloria Grahame en el mundo de los hombres, de los deseos, de las satisfacciones instantáneas, de la atracción sin pena, y que la convierte en la igual de Mitchum, porque en aquella remota época en que fumar era un placer, el placer era de ellos.

(sigue mañana)

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22 de diciembre de 2008
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Mafias

"Lo sorprendente -decía Baudrillard en 1990- es la obesidad de todos los sistemas actuales, la "gordura diabólica" como dice Susan Sontag, del cáncer, de nuestros dispositivos de información, de comunicación, de memoria, de almacenamiento, de producción y de destrucción, tan pletóricos que se sabe de antemano que no pueden ser utilizados."

Pero sí han podido ser utilizados o, sencillamente, valerse de su valor para reventar. Tanto Susan Sontag como Jean Baudrillard murieron con pocos años de diferencia de cáncer y, ahora, tras la plétora de los beneficios bancarios y stock options, la superproducción de los títulos basura ha promovido un colosal problema de residuos en los rincones y avenidas del sistema que como en las calles de Nápoles solo la Mafia se hallaba en condiciones de neutralizar.

Pero la Mafia esperó en la plétora de la mierda napolitana, la explosión de los ciudadanos y la rendición del Estado, esperó de las montañas de excrementos, el vómito de la población y el auxilio de los fondos públicos, creó la Mafia a través del Mal infligido al sistema su particular antisistema: El sistema apto para cumplir sus objetivos puesto que sus metas van en la dirección opuesta al bienestar, la felicidad, la salud, la transparencia, la seguridad y la riqueza de los ciudadanos.

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22 de diciembre de 2008
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IV. Los paquetes mágicos

Arroz, frijoles, aceite de cocinar, ya dijimos. Los paquetes llevan también azúcar, salsa de tomate, algunos cereales, otros pasta. La noticia de la prodigalidad de la pareja gobernante, que entrega los paquetes detrás de la barrera, cunde. Las filas avanzan lentamente, los remojados que llegaron de primeros, y que ya se orean, alcanzan por fin su premio. Pero las novedades que llegan a los que aguardan atrás, y más atrás, son desesperantes. ¿Alcanzará para todos?

/upload/fotos/blogs_entradas/los_paquetes_med.jpgEmpiezan los gritos, los reclamos, los empujones, el desorden. Los antimotines se alertan. Otras vez regresan las ambulancias a recoger a las víctimas de sofocación, hipotensión, hipoglucemia, insuficiencia respiratoria. Muchos se creen ya sin "gorra". Furia y desesperación.  Ya no hay filas ordenadas, sino un amotinamiento general. Los vidrios del primer piso del Palacio de los Pueblos saltan el añicos. ¿Llegar hasta el altar donde la pareja reparte pacientemente los paquetes a cada demandante? La tarea parece ahora lejana e imposible, y los robocops  vestidos de oscuro, cascos y petos y escudos, vigilan atentos, bastón en mano. Si no hay docilidad, no habrá "alimentos para el pueblo".

Un lustrador de calzado que se gana la vida ejerciendo su trabajo en el Parque Central, vecino al Palacio de los Pueblos, dice: "estos juegan con el hambre del pueblo, yo por eso compro mi arrocito en la venta de mi barrio, aunque para eso tenga que trabajar todo el santo día,  y  así no vengo a hacer fila aquí, para que me asareen".

Asarear, en nicaragüense, quiere decir avergonzar, humillar. Tomen nota. 

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22 de diciembre de 2008
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El Boomeran(g)
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