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Eder. Óleo de Irene Gracia

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El silencio del cuadro

Es un lugar común decir que los pintores carecen del don de la palabra. No es, sin embargo, un error. En numerosos casos los pintores, carecen de la facultad del pensamiento lógico y consecuentemente de una reflexión más o menos cabal referida a su obra y a la de loso demás. Son de este modo genios puros. Seres de otra condición capaces de relacionar su alma con el alma de las cosas sin que la necesaria conversación inherente a la producción artística pueda ser compartida con nadie.

Pero, además, el lenguaje silencioso de cada artista sería, a la vez, singular. Ningún artista emplearía un lenguaje trasmisible oralmente a otro y, en consecuencia, tampoco entre ellos cabe esperar conversación alguna. O, al menos, conversación con sentido común. Cada uno mantendría su sentido al lado del sentido de su partenaire y no para impedir la comunicación entre ellos mismos, aún su pesar,  sí sino la comunicación general con otros grupos. Harían peña los artistas plásticos en tanto que individuos afásicos. Fuera del habla y fuera, paradójicamente, de "la fase" oral. Infantes puros, infans o seres primarios a los que se les niega la originariamente la palabra como forma de conseguir alguna identidad. Se les negaría por propia constitución y no por censura ni por deficiencia, ni por ninguna otra mutilación sino por la naturaleza propia de su arte que concentrado en el silencio perdería verdad si permitiera una versión acústica. Tan silente, tan concentrado en la intensidad de la mirada ( naciente del cerebro de la mirada y dirigido al espectador) que tan sólo con ella solventaría su solipsisimo y su gozo, su mutismo y su elocuencia serían una  misma cosa dentro de su condición peculiar. . De este modo, los pintores  -a diferencia de los arquitectos, extraordinariamente parlanchines, no dirían nada sobre su cuadro ni necesitaría hacerlo ni les sería posible lograr esa pretensión. Precisamente, todo pintor que escribe, hace poemas, elabora reflexiona sobre el arte, va perdiendo con cada palabra una partícula de la posible magia que ha formado su composición. La pintura ante la palabra craquela. La mirada que el cuadro emite se enturbia al definirla, se decolora al nombrarla, se vulgariza y, al cabo, se consume por el sonido de la dicción. El pintor inventa en el cuadro a través de una expresión que no soporta sino las formas y colores y su traducción en letras, en proclamas, en elogioso no lleva sino al mercadeo, el camelo y la patética falsificación. 



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19 de mayo de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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El hombre que escribía thrillers inteligentes

Estoy leyendo Los hombres que no amaban a las mujeres (o The Girl with the Dragon Tattoo, como se la rebautizó en inglés), del sueco Stieg Larsson, primera entrega de la trilogía conocida como Millennium. Me resistí durante meses al fenómeno, del mismo modo que en su momento cerré mis puertas a Dan Brown, sus códigos y sus demonios. Pero con el correr de los meses fui enterándome de cuestiones en torno de Larsson y de su obra póstuma (el pobre hombre murió a los 50 años, después de entregar a su editor el tercer tomo, La reina en el palacio de las corrientes de aire) que me convencieron de apostarle una ficha.
    Apenas recorrí un tercio de la primera novela, pero sentí deseos de compartir impresiones. A medida que avanzo en la lectura y mi deseo de seguir leyendo crece en directa proporción (la condenada cosa se resiste a ser postergada), y aun a riesgo de equivocarme de plano y verme compelido a retractación, se me ocurrió lo siguiente:

1. Larsson es el anti Dan Brown. Es fácil comprender las comparaciones entre El código Da Vinci y sus secuelas-precuelas y la serie Millennium: se trata de thrillers que lidian con conspiraciones en un contexto internacional exótico –el Vaticano en caso de Brown, la helada Suecia en el caso de Larsson. Pero ahí se acaban todas las ligazones posibles. Brown se especializa en misterios que nos apartan del mundo (la Iglesia es una institución colorida, pero escasamente relevante en estos tiempos), puras distracciones; mientras que Larsson construye thrillers para gente conectada con los problemas más acuciantes de nuestras sociedades. Tengo la sensación de estar leyendo a un autor que suena a cruza del periodista de investigación Seymour Hersh con el escritor Dennis Lehane (Mystic River, The Given Day): alguien que, mientras me entretiene locamente, me conecta con la maquinaria del mundo que me ha tocado vivir. Quizá no tenga entre manos más que un best-seller de lujo –todavía es temprano para saberlo-, pero por lo pronto, se trataría de un best-seller que no insulta mi inteligencia;

2. La clave son los personajes. Además de plantear un misterio, Larsson se toma todo el tiempo que necesita para desarrollar personajes que nos involucran emocionalmente. Tanto el periodista Mikael Blomkvist (claro alter ego de Larsson) como Lisbeth Salander nos invitan a seguirlos en sus aventuras, porque son criaturas tridimensionales: complejas, llenas de zonas grises y de talones de Aquiles –lo cual convierte su periplo en algo infinitamente más emocionante. ¿Cuál sería la gracia de acompañar la búsqueda de un personaje plano, unidimensional y que todo lo sabe? En cualquier caso, el triunfo de un personaje es más satisfactorio para el lector cuantas más adversidades (aquí las internas cuentan más que las externas) haya debido sortear para llegar a buen puerto. Y tanto Mikael y Lisbeth tienen sus regias cruces que cargar.

Está claro que me tragué el anzuelo con sedal y todo. Cuando termine les cuento.



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19 de mayo de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Poetas y poesía

No será con todos ni será siempre, pero a veces ocurre lo que estamos viendo estos días: que, porque ha muerto un poeta, aparecen en todo el mundo lectores de poesía que se declaran devotos de Mario Benedetti, que necesitan un poema que exprese su desconsuelo y tal vez también para recordar un pasado en que la poesía tuvo un lugar permanente, cuando hoy es la economía la que nos impide dormir. Así, vemos que de repente se establece un tráfico de poesía que habrá dejado perplejos los medidores oficiales, porque de un continente a otro saltan mensajes extraños, de factura original, líneas cortas que parecen decir más de lo que a primera vista se cree. Los descifradores de códigos no dan abasto, demasiadas enigmas para descodificar, demasiados abrazos y demasiada música acompañando sentimientos que son demasiados: el mundo no podría soportar muchos días de esta intensidad emocional, pero tampoco, sin la poesía que hoy se expresa, seríamos enteramente humanos. Y esto, en pocas líneas, es lo que está sucediendo: murió Mario Benedetti en Montevideo y el planeta se hizo pequeño para albergar la emoción de las personas. De súbito los libros se abrieron y comenzaron a expandirse en versos, versos de despedida, versos de militancia, versos de amor, las constantes de la vida de Benedetti, junto a su patria, sus amigos, el fútbol y algunos boliches de trago largo y noches todavía más largas. Murió Benedetti, ese poeta que supo hacernos revivir nuestros momentos más íntimos y nuestras rabias menos ocultas. Si con sus poemas salimos a la calle ? codo a codo somos mucho más que dos -, si leyendo ?Geografías?, por ejemplo, aprendimos a amar un país pequeño y un continente grande, ahora, según las cartas que llegan a la Fundación, se recuperan momentos de amor que dieron sentido a tiempos pasados, y quién sabe si presentes. Eso también se lo debemos a Benedetti, el poeta que al morir hizo de nosotros herederos del bagaje de una vida fuera de lo común. Tania y Mario: la libertad* No es verdad que el mundo está todo descubierto. El mundo no es sólo la geografía con sus valles y montañas, sus ríos y sus lagos, sus planicies, los grandes mares, las ciudades y las calles, los desiertos que ven pasar el tiempo, el tiempo que nos ve pasar a todos. El mundo es también las voces humanas, ese milagro de la palabra que se repite todos los días, como un corona de sonidos viajando en el espacio. Muchas de esas voces cantan, algunas cantan verdaderamente. La primera vez que oí cantar a Tania Libertad tuve la revelación de las alturas de la emoción a que puede llevarnos una voz desnuda, sola delante del mundo, sin ningún instrumento que la acompañara. Tania cantaba a capella “La paloma” de Rafael Alberti, y cada nota acariciaba una cuerda de mi sensibilidad hasta el deslumbramiento. Ahora Tania Libertad canta a Mario Benedetti, ese gran poeta a quien tan bien le sentaría el nombre de Mario Libertad… Son dos voces humanas, profundamente humanas, que la música de la poesía y la poesía de la música han reunido. De él la palabras, de ella la voz. Oyéndolas estamos más cerca del mundo, más cerca de la libertad, más cerca de nosotros mismos. Canción: Tania Libertad – Papel Mojado – dueto con Joan Manuel Serrat La vida ese paréntesis - Tania Libertad interpreta poemas de Mario Benedetti - Música de Víctor Merino - Alfaguara

*Nota: Prógolo para el disco de Tania Libertad – Ese paréntesis la vida.



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19 de mayo de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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El pulso

El Gobierno de extrema derecha de Israel, con toda la elegancia y sobriedad que exigen las reglas de la diplomacia entre dos países aliados y amigos, está echando un pulso en toda regla a Estados Unidos. Ya empezó con la formación del Gobierno y con la presencia del xenófobo y extremista Avigdor Liebermann, como ministro de Exteriores, negociada con posterioridad a la toma de posesión de Obama, excluyendo la fórmula de la gran coalición de Likud con Kadima, mucho más adecuada a la nueva etapa norteamericana. Ha continuado luego durante estos meses, sobre todo con la persistencia de la política de ampliación de los asentamientos o el lanzamiento de un plan urbanístico para una definitiva apropiación israelí de todo el perímetro de Jerusalén. Y ha culminado ayer con su despliegue argumental en la propia Casa Blanca, donde Netanyahu ha confirmado su rechazo al reconocimiento del estado palestino, a pesar de su origen en los acuerdos entre Bush y Sharon y del amplio consenso internacional conseguido, del que son una contundente expresión las palabras bien nítidas de Benedicto XVI en Tierra Santa.

El único punto de acuerdo de fondo entre EE UU e Israel en este momento es que hay que arrancar a andar. Pero la dirección y el camino son excluyentes. Para Netanyahu se trata ante todo de terminar con el peligro existencial que supone para el estado de Israel la posibilidad de un Irán dotado del arma nuclear, y después abordar el proceso de paz con los palestinos sin una amenaza tan seria gravitando sobre toda la zona y sobre cualquier movimiento diplomático. Para Obama se trata de hacer exactamente lo contrario, primero abordar seriamente el proceso con los palestinos, obtener la paz de Israel con todos sus vecinos árabes, y una vez hecho esto encarar la amenaza nuclear de una República islámica con menos aliados en la zona, menos argumentos e incluso la posibilidad de un aislamiento que haga entrar en razón a los persas. Es cierto que verbalmente, ambos han ofrecido una pequeña baza al otro. Netanyahu se ha mostrado dispuesto a reanudar las negociaciones con los palestinos inmediatamente, aunque enseguida ha introducido los peros: que reconozcan el carácter judío del Estado de Israel. Obama ha señalado que es razonable esperar para antes de fin de año Irán alguna respuesta satisfactoria a la oferta de diálogo, aunque también ha matizado que no es cuestión de marcar plazos artificiales. Y el presidente norteamericano ha sido especialmente claro con la congelación de los asentamientos en Cisjordania, a la que Israel ya se había comprometido en 2003. Pero las posiciones de uno y otro no han podido quedar más delimitadas y alejadas. Con excepción de George W. Bush, desde Israel se ha sabido siempre que al presidente de Estados Unidos no se le echa un pulso porque es altísimo el riesgo de perderlo. Veremos qué sucede ahora.



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18 de mayo de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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El rostro de Lisbeth Salander

Ilustración de Lisbeth Salander por Gino Rubert para Destino. Fuente: serielarsson Noomi Rapace. Fuente: heartland Cuando se estrene la película "Los hombres que no amaban a las mujeres", en la primera novela de la trilogía Millenium del sueco Stieg Larsson , su protagonista Lisbeth Salander tendrá movimiento, voz y rostro. Pero al menos en esto último la cosa no será tan fácil. Los lectores en castellano de la saga ya se acostumbraron a la silustraciones de Gino Rubert para Destino y piensan que la mujer que él retrata (basada en una ex novia) es la única Salander posible. Los lectores tendrán que escoger entre la lánguida mujer de Rubert y la seria Noomi Rapace. Claro, siempre queda la tercera opción, la más sensata: la imaginación. Dice la nota en Ñ:La tercera parte de la serie Millennium - nombre de la revista donde trabaja el periodista Mikel Blomkvist, el otro gran protagonista llegará a las librerías nacionales a finales de junio y la portada, que se acaba de completar hace escasos días, se basa también en otra ilustración de Gino Rubert. Una mujer que acaricia su larga cabellera como si fuese un arpa, sentada en el borde de una casa abierta al espectador... es la portada de La reina en el palacio de las corrientes de aire. Silvia Sesé, editora de Destino (España), es la responsable del encargo y está especialmente satisfecha de la elección. Gino Rubert ha creado desde hace años un universo propio, donde la placidez aparente esconde un mundo tan oculto como intrigante. Son muchos los lectores que han identificado automáticamente el personaje femenino de las novelas y la chica que aparece en las portadas de las ediciones castellanas (y las catalanas de Columna). Incluso cuando han aparecido las primeras entrevistas y carteles con la actriz sueca Noomi Rapace - o Norén, su apellido real-muchos fans se han sentido decepcionados. Pese a su caracterización, a los piercings y los tatuajes, la guapa actriz sueca no acaba de dar la talla de esa chica punk, huraña, andrógina, fumadora compulsiva y violenta. Gino Rubert reconoce que nunca sus obras habían llegado a tanto público y al mismo tiempo se sorprende de que tantas personas realicen esta identificación. "Lo curioso - afirma el artista-es que todo empezó en noviembre del 2007, cuando estando en Córdoba (Argentina) me llamó mi ex novia, que es quien aparece con su cara en estas imágenes. Ella le dio el contacto a la editora Silvia Sesé, que conocía ya mi obra, e hicimos los primeros tratos por e-mail" (...) ¿Cuál es la causa de esta identificación entre Lisbeth Salander y la chica de Gino Rubert? Para Silvia Sesé es que ambas forman parte de esa inquietante escenografía que surge de la obra del autor. "Conocía la obra de Gino, porque antes trabajé en el Círculo de Lectores y allí ya le pedimos que ilustrase Salomé de Oscar Wilde. Para los libros de Larsson queríamos una portada de autor, que fuese desafiante, con cierto morbo, que fuese de calidad para ser recordada", añade Sesé. Y ahí estaban esos retratos de mujeres de Gino Rubert, artista nacido en México (1969), hijo del filósofo Xavier Rubert de Ventós y la psicoanalista mexicana Magda Català, que han sido expuestos en los últimos años en Zurich, Frankfurt, Tokio y Nueva York.



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18 de mayo de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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más profundo y más simple

ajedrez. fuente: costablancamagic Táctica y estrategiaMi táctica esmirarteaprender como sosquererte como sos.mi tácticaes hablartey escucharteconstruir con palabrasun puente indestructible .mi tácticaes quedarme en tu recuerdono sé cómo ni sécon qué pretextopero quedarme en vos .mi tácticaes ser francoy saber que sos francay que no nos vendamossimulacrospara que entre los dosno haya telónni abismos.mi estrategia esen cambiomás profunda y más simplemi estrategiaes que un día cualquierano sé cómo ni sé con qué pretextopor fin me necesites.Mario BenedettiEn homenaje a don Mario y dedicado a Karla, quien todos los días me enseña que no necesitamos de pretextos, tácticas ni estrategias para estar felices.



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18 de mayo de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Una mirada simple

He leído el intercambio entre Silvio Rodríguez y Adrian Leiva sobre las limitaciones de entrada y salida del país. Ha sido ese tema ?precisamente- uno de los más tocados en Generación Y en los últimos meses. Vengo a ser, a mi pesar, una especialista en todos los recovecos de las limitaciones para viajar fuera de esta Isla. Después de comprobar que alrededor mío esas restricciones migratorias no gozan de ninguna popularidad y que hasta un exparlamentario se declara inconforme con ellas, la pregunta que me hago es ¿Por qué siguen en pie? La respuesta que se me ocurre viene de una cuestión sencilla: ¿Qué pensará mi vecino ?militante del partido comunista y que nunca ha sido enviado a un viaje oficial- si yo lograra cumplimentar mis invitaciones al extranjero? Qué va a quedar de su ?fidelidad? ideológica al comprobar que ya la incondicionalidad no es requisito indispensable para poner un pie fuera de Cuba. Será un golpe duro para él ver llegar, cargados de regalos, a todos aquellos que ahora están en la lista negra de los que no pueden entrar a Cuba. Si aplaudir ya no genera el privilegio de poder comprar un refrigerador nuevo, pasar un par de semanas en la playa o recibir un viaje de estímulo a los países de Europa del Este ¿qué ventaja tendrá entonces mantener la máscara? Sólo me queda concluir que el permiso de salida o entrada al país es uno de los últimos diques de contención para que las aguas del comportamiento libre no arrasen con todo. El miedo a no recibir la ?tarjeta blanca? ha quedado como una de las pocas razones para seguir simulando. En el blog de Silvio Rodríguez: la carta de Adrián Leiva y la respuesta de Silvio, aquí.



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18 de mayo de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Adiós a Mario Benedetti

Mario Benedetti. Foto: Eduardo Longoni/ Clarín Las oficinas de Montevideo han cerrado antes de las cinco. Los feos dejan de mirar su noche por la ventana. Los amantes no susurran más a la izquierda del roble. Adiós, don Mario. Ya me despedí antes de ud., con pena y gratitud, cuando dejé la adolescencia, pero ahora la despedida es triste, solitaria y final. Un gran amigo suyo también quiere despedirse de ud. y me honra que lo haga a través de Moleskine Literario. Aquí le dejo sus conmovedoras palabras:Mi querido Mario,Hace ya 44 años que nos conocimos, jugando al pin-pon en un hotel en La Habana. Durante este largo tiempo anduvimos juntos, como tu editor en Argentina, en México y en España, luego como tu agente, y siempre como lector y como tu amigo. ¡Cómo extrañaré los 14 de septiembre de cada año, el día en que jugábamos a ver quién era el primero en llamar al otro para desearle feliz cumpleaños!. Tu vida ha sido una enseñanza de amistad y de ética; tu invariable posición frente a la vida y a la política ha sido un modelo para mí y para cientos de miles de lectores, que te seguimos queriendo, te seguimos leyendo y para quienes seguirás siendo siempre unejemplo de humildad y coherencia intelectual. Me siento tan orgulloso de la amistad y la confianza que me otorgaste... Mario, ¡cómo te echaré de menos! El mundo, hoy más que nunca, necesita de gente como ti. Desde ahora, todos estaremos mucho más huérfanos.Con todo mi cariño y mucha tristeza, te despido con un gran abrazo.Willie Schavelzon



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18 de mayo de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Infierno y paraíso del culpable

Las personas que tienden a sentirse culpables con facilidad pecan fácilmente de arrogantes. Sentirse culpable de una mala conducta o actitud de los hijos, por ejemplo, conlleva, en su esencia, una tácita presunción de omnipotencia paternal. Serían -o se sentirían- tanto más culpables de un mal cuanto más supongan que los conflictos son un absoluto resultado de su acción u omisión y no de otros variados factores que suelen intervenir en los resultados incontrolables e indeseables (y más en la adolescencia, por ejemplo). Con esta suposición de responsabilidad total, altamente culpabilizadora, se da por hecho que el mundo gozaría o padecería, como consecuencia de su proceder. Un proceder, en consecuencia, omnímodo y bajo cuyo poder quedarían anonadadas las actuaciones, equivocaciones, egoísmos o deseos de los demás, liberados en consecuencia de la culpa que en su nombre se asume. La culpa sería de este modo tan grande en los padres autoculpabilizantes como el mal que contemplan pero, a la vez, ese mal tan grande reflejaría la supuesta magnitud de su incomparable potencia. He aquí, finalmente, la ecuación: quienes se sienten especialmente culpables de las desviaciones de otro no realizan otra cosa que magnificarse y disminuir la libertad, la importancia y el peso de los demás. La talla de la culpa que ellos sienten en exceso se corresponde con la talla del poder excedentario que se atribuyen en todo. Seres muy sufrientes y, a la vez, tipos muy soberbios. Errados objetivamente en sus terribles sufrimientos y errados, simultáneamente, en su imaginada facultad para crear por sí mismos paraísos (o avernos).



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18 de mayo de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Noche sobre noche

Se trata de una colección de cuentos, doce en concreto, que al menos en apariencia no presentan ardides ni buscan paliativos. Quiero decir que no tienen una temática común subyacente, ni un estado de ánimo único o un propósito que permita considerarlos un ciclo, ni tampoco sospechar la existencia de un metalenguaje unificador o cualquier otra argucia destinada a esconder lo que son, o sea, una colección de narraciones cortas que empiezan y terminan en sí mismas y cuyo ritmo, estilo y longitud  se adaptan en cada caso a las necesidades que impone lo narrado, razón por lo cual se trata de unos relatos perfectamente tradicionales y ajustados a las leyes del género.

                Unos cuantos de ellos tienen por escenario la Europa antes llamada del Este y ocurren justo antes o después de la caída del comunismo, aunque  los hay ambientados en Barcelona u otros lugares cuya identificación carece de importancia. Por lo general están escritos en tercera persona, pero la persona del escritor está siempre presente por si es preciso echar una mano si la trama se enreda en exceso o si conviene dar un salto temporal y espacial. No he realizado un recuento minucioso pero la impresión que queda después de la lectura es que los personajes son estrafalarios, desesperados, cómicos dentro de su trágica existencia y perfectamente cercanos y reconocibles. Ello a pesar de que el autor no hace el menor esfuerzo para que parezca que está haciendo el retrato de una época o una galería de singularidades.

Y en cuanto a los relatos en sí, los hay profundamente cómicos, como el de los dos descerebrados que se valen (sin permiso) de la casa de los padres de uno de ellos para montar una granja cinegética clandestina y en la que pretenden cazar osos. Hay relatos de evocación, como "El chino de la foto", en el que a partir de una foto de clase surge el retrato de una generación y un montón de historias minimalistas, más adivinadas que descritas.  Pero tampoco falta eso que antes se llamaba "experimental", y me refiero al último relato, el que da nombre a la colección, "Noche sobre noche" y que puede ser considerado así porque el autor se vale reiterativamente de un recurso técnico para agilizar un relato en primera persona que en realidad lo está contado una voz interpuesta y no identificada.

                A todas estas creo que ya va siendo hora de dejar claro que se trata de unos relatos  muy bien escritos y que ponen de manifiesto dos circunstancias: una, que haciendo camino a su aire, es decir, sin estridencias ni golpes de efecto, Ignacio Vidal-Folch se ha convertido en un escritor sólido y eficaz, irónico y capaz de manejarse con soltura en toda clase de situaciones y con técnicas muy dispares.

                La otra circunstancia que pone de manifiesto la calidad de Noche sobre noche es la gran  y generalizada equivocación que entre todos hemos provocado en torno a los relatos. Los editores no quieren ni oír hablar de ellos porque, aseguran, no se venden. Los escritores evitan escribir cuentos y cuando les sale uno que no está mal prefieren alargarlo como sea hasta convertirlo en una novela. Dada la rutina que impera en los despachos de tantas editoriales, un relato artificialmente estirado y repleto de parches y remiendos tiene más probabilidades de colar como "novela" que si lo despojas de los añadidos y lo llamas "cuento".  En cuyo caso, si los editores no publican cuentos porque no se venden y los escritores no los escriben porque luego cuesta Dios y ayuda  colocarlos, el resultado es que entre unos y otros hemos logrado que el género esté justamente desprestigiado y en plan cenicienta, por lo cual los lectores - que no siempre son tan incurablemente imbéciles como se piensa - sueltan de inmediato el ejemplar que están hojeando en la librería así que ven la palabra "cuentos".  Y cuánto se equivocan, unos y otros, pues sólo se necesita echar una ojeada a las librerías anglosajonas para comprender lo que es un género saludable y en plena expansión. Y si alguien cree que las librerías anglosajonas le caen a desmano, puede probar a leer Noche sobre noche. Y a ver qué pasa.

 

Noche sobre noche
Ignacio Vidal-Folch
Destino

 

 



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18 de mayo de 2009
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