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Marlene Dietrich, poeta

Acostumbrados a verla de tiros largos y peligrosa, la Dietrich de la poesía, tan lacónica y hasta conceptista, desconcierta, aunque perversidad no le falta, sobre todo en los poemas a Noel Coward y Henry Fonda, éste último una burla de algún actor premiado con un ‘oscar' por una interpretación insignificante. Y no es preciso, metidos en la materia de la malicia, remontarse a sus grandes papeles de mujer destructora, en especial los de "la famosa flor blanca de China' Shangai Lily (en ‘El expreso de Shangai') y la Concha Pérez en la delirante ‘El diablo es una mujer', donde la actriz que fue indiscutible reina del velo no-islámico en el cine los lleva de todas las tramas y calados, en una rara combinación de proto-andalucismo (el rizo en la frente, el clavel reventón en el pelo) y pan-eslavismo, con esas peinetas de icono de la iglesia ortodoxa que luce. Marlene estaba ahí dirigida, por séptima y última vez, por su descubridor (y tal vez amante de baja intensidad) Josef von Sternberg, quien dejó en sus memorias una descripción memorable del peligro inherente en la joven actriz de cine y teatro encontrada una noche de 1929 en el escenario de un teatro cuando el famoso cineasta buscaba a la Lola-Lola de ‘El ángel azul'. Sternberg sólo reparó, entre todo el reparto de la función, en aquella muchacha apoyada con frío desdén contra el quicio de una puerta del decorado: "Por poco natural que fuera su porte, me trajo la certeza de que ella daría un aire clásico a la tempestad que la heroína de mi filme [el citado ‘El ángel azul'] debía desatar. No sólo tenía ante mí un modelo de Félicien Rops; estoy seguro de que si Toulouse-Lautrec la hubiera visto, habría aplaudido". Marlene, en efecto, nunca perdió en el cine el aura de una de esas pornócratas sádicas que Rops dibujaba, con liguero floreado y botas altas, arrastrando a un cerdo o a un hombre convertido en cerdo. Pero tampoco nunca le faltó la elegancia clásica,  exenta de toda opulencia vulgar, a la que tan tempranamente alude von Sternberg.

     El pequeño puñado de poemas que su hija María Riva encontró dentro de una maleta vieja años después de la muerte de su madre fueron escritos por la Dietrich en su mayoría en un hotel de París, después de su primer y largo retiro del cine, al que tan sólo volvería una vez más (en 1978) para actuar al lado de David Bowie en un catastrófico film llamado ‘Gigoló'. Los escribía a mano y se dice que usando, en alguna ocasión, la máquina de escribir de Noel Coward. No sé si esto último es leyenda, pero la verdad es que algo del ingenio epigramático y ‘camp' del gran artista inglés se trasluce en los mejores hallazgos de la Dietrich poética.

    He traducido del inglés comprimido de Marlene tratando de ser fiel pero no dispuesto a sacrificar, en aras de lo literal, la malignidad de alguno de sus bonitos juegos verbales. Para el poema juvenil escrito en alemán, ‘Pero acércate ya', una ingenua aunque ya desatada canción de amor, he partido de una traducción literal hecha por Aurora Nolla, a quien mucho agradezco su colaboración.

 

KOMM DOCH MAL HER

ICH bitt´ Dich so sehr!
Komm doch mal her
Und spiel´ mit mir
Wenn du magst!

Ich verlang´ keinen Ernst
Keine dauernde Liebe.
Auch nicht, dass es immer so bliebe.
Und geh´ dann wenn Du´s sagst.

Sieh her die Rosen in meinem Schoß.
Sie sind so rot zum Küssen.
Und alle gebe ich davon Dir
Auch wenn Sie sterben müssen.

Komm´ doch und spiel mit mir!!!
[1 de junio de 1919]

 

PERO ACÉRCATE YA

¡Te lo ruego tanto!
¡Acércate a mí ya!
¡Y juega conmigo
Si te parece bien!

No te pido que seas formal
Ni un amor perdurable.
Tampoco que sea inalterable.
Y te puedes ir cuando quieras.

Mira aquí las rosas, en mi regazo.
Son tan rojas para besarlas.
Las cogería y todas te daría
Aun si por ello hubiera de dejarlas morir.
¡¡¡Ven y juega conmigo!!!

[1 de junio de 1919]

 

[TO RONALD REAGAN]

A tense silence
Grips me Surrounds me
Grounds me to the
Messy floor Around me

No voice No wind No rain Just silence will remain
Around me What a fate
«Too late cried the Raven, Too late»

 

[A RONALD REAGAN]

Un silencio tenso
Me oprime Me rodea
Me rinde al sucio suelo
A mi alrededor

Ninguna voz Ni lluvia Ni viento Sólo habrá silencio
A mi alrededor Qué fatal
"Es demasiado tarde" gritó el Cuervo, "demasiado tarde".

 

[TO ORSON WELLES]

EVEN when you are dead
You are not safe
Not out of reach.

 

[A ORSON WELLES]

Incluso estando muerto
No has de estar a salvo
Ni fuera de alcance

 

[TO ERNEST HEMINGWAY]

LOSING you
Feels like A fisherman feels
Who loses his catch He thought he had
So securely
Hooked
While piercing
The gills of his prey

 

[A ERNEST HEMINGWAY]

Al perderte
Me siento como un pescador se siente
Al perder la captura que él creía
Tener segura
En el anzuelo
Mientras perfora
Las branquias de su presa

 

[TO NOEL COWARD]

NO more Body
To hold on to
While you Sleep
Just the Sheet. What a cheat!

 

[A NOEL COWARD]

No queda cuerpo ya
Al que agarrarse
Mientras duermes
Sólo colcha de fleco. ¡Qué embeleco!

 

[TO HENRY FONDA]

WITH Henry Fonda
I wonda
How you got away
With this sordid
Morbid bit.

[A Henry Fonda]

En mi cabeza ronda
Lo que en la de Henry Fonda
Cómo saliste tan bien
De este sórdido
Mórbido papelito

 

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23 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Personas torpes

Personas inteligentes y enternecedoras pueden mostrarse,  no obstante, notablemente torpes en la gestión de sus vidas y en el mismo arte de amar. Confunden los tiempos y los modos, se comportan a menudo atropelladamente, accionan antes de meditar.  Colocan, en fin, el pensamiento detrás del carro y su guía es ciega.

Del mismo modo, en suma, que los animales sin instrucción deciden itinerarios sin cálculo ni eficiencia final, estas personas tiernas e instruidas en innumerables libros dirigen sus pasos por  terrenos escabrosos, enfangados y hasta propensos al descalabro general.

No consiguen, además, pese a los años vividos, aprender a vivir y esto tanto porque de una manera enternecedora permanecen como niños como porque de una manera desesperante no gozan de la madurez. Bastaría que fueran simplemente adultos. Que su larga constitución en ciernes llegara a cuajar alguna vez en una consistencia bastante para detectar las esquinas, los muros ciegos o los pasajes que llevan a un despeñamiento ya advertido popularmente, señalado históricamente y hasta reseñado como lugar común. Caerán, por tanto, al fondo del barranco y regresarán a la vida magullados y malheridos pero ni aun así será bastante para adquirir nuevas cautelas que impidan la reincidencia en lo peor. Son seres tan amables como desesperantes y personas, finalmente, tan autodestructoras como insufribles en el intercambio personal.



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23 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Noticias de la no-Europa

1. No ha pasado inadvertida, aunque es evidente que no ha levantado polvareda alguna en el conjunto de la Unión. El último día de junio el Tribunal Constitucional alemán dio luz verde al Tratado de Lisboa, exigiendo únicamente a su Parlamento una modificación legal que permita un mayor control parlamentario de los futuros actos legislativos de la Unión. Han respirado de alivio quienes temían un inesperado descarrilamiento del Tratado en proceso de ratificación, al que sólo le falta saltar un obstáculo sustancial, como es el referéndum irlandés el próximo 2 de octubre. Pero quizá han respirado demasiado hondo y demasiado pronto. La sentencia alemana da por bueno el Tratado, pero respecto al futuro de la construcción europea nos dice que hasta aquí hemos llegado, y que si queremos seguir avanzando, como era reglamentario en el europeísmo al uso hasta ahora, deberemos modificar ni más ni menos que la Constitución alemana.

La sentencia tiene la virtud de la claridad. Es como una lectura jurídica de los últimos avatares europeos, incluidos los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo. Aunque la UE tenga la forma de un Estado federal en algunas de sus políticas, nos dice el tribunal, en cuanto a toma de decisiones internas y nombramientos funciona como las organizaciones internacionales, guiada por el principio de igualdad entre los Estados, y esto no se puede cambiar sin reformar la propia Constitución alemana (y quizá otras constituciones nacionales, según podrán deducir los respectivos tribunales constitucionales o equivalentes). La alta corte alemana desmiente la teoría del déficit democrático europeo entendido como una adolescencia que se curará con el tiempo: no, se trata de algo estructural. No hay un pueblo europeo sino varios, organizados en sus Estados respectivos, los únicos plenamente soberanos.Sabíamos desde el principio que la ampliación de la UE debía ir de la mano de la profundización. Quienes no querían la segunda, encabezados por Londres, abogaron por la primera a toda costa. Y se han llevado el gato al agua: tenemos una gran Unión de 27 miembros, pero deshilachada y sin dinámica alguna que conduzca hacia una futura profundización. Ahora los dos países que en su día ejercieron de motores, Francia y Alemania, han colocado cada uno un obstáculo insalvable tanto para futuras ampliaciones como para futuras profundizaciones. El primero, pensando en excluir a Turquía, exigirá un referéndum para cualquier nuevo ingreso después de la entrada de los precandidatos balcánicos. El segundo pedirá una reforma de la Constitución alemana antes de entregar nuevos poderes soberanos, por ejemplo, en fiscalidad o defensa. El presidente francés y el Tribunal Constitucional alemán son las instituciones que en cada caso han puesto pie en pared, y no es extraño, porque ambos son los guardianes de las soberanías y constituciones respectivas.2. Ocho ex presidentes y primeros ministros, otros tantos ex ministros y otras personalidades de nueve de los socios europeos del este y del centro de Europa (Pecos), encabezados por Václav Havel, han dirigido una carta abierta, llena de dramatismo e incluso de alarma, al presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, llamando su atención para que no les abandone ante el renacimiento de las ambiciones y reflejos imperiales de la potencia imperial que antaño les sojuzgó. Tampoco esta noticia ha pasado inadvertida, pero todavía ha levantado menos polvareda. Ya no estamos en el corazón de la política exterior norteamericana, se lamentan los insignes corresponsales, que le recuerdan a Obama hasta dónde llegó su lealtad y su agradecimiento por su apoyo durante la guerra fría y sobre todo en la transición hacia la democracia. No se olvidan de mencionar su participación en la guerra de Irak, por la que algunos tuvieron que pagar, según recuerdan, un duro precio. Y su adhesión, más por resignación que por convicción, a un vago europeísmo en el que quisieran ver a Washington más comprometido.3. La opinión pública europea no existe. Le sucede como a sus pueblos. Si hay algo que se le parece es la suma de sus 27 opiniones públicas respectivas. ¿Pero no son éstas noticias europeas? El problema es que son noticias sin Europa. O lo que es peor todavía, noticias de la no-Europa. Lo es la iniciativa de los dirigentes políticos de los antiguos Pecos y lo es también la sentencia del Tribunal Constitucional alemán. Pero la mayor de todas ellas, la gran noticia sobre la no-Europa es la indiferencia de sus ciudadanos sobre el presente y el futuro de esta desunión en el mismo momento en que las sonoras pisadas de China, la India y Brasil hacen temblar los escenarios de la política y la economía internacionales.



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23 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Cinco películas

Que recuerde cinco películas me han pedido. No tendría que preocuparme si son o no las mejores, las más famosas, las más citadas. Basta con que me hayan impresionado de manera particular, como nos impresiona una mirada, un gesto, una entonación de voz. Escogerlas no ha sido difícil, al contrario, se me presentaron con la mayor naturalidad, como si no hubiera estado pensando en otra cosa. Aquí están, aunque el orden con que las menciono no es ni debe considerarse una clasificación por mérito. En primer lugar (alguna tendría que abrir la lista), ?La sal de la tierra? de Herbert Biberman, que vi en Paris a finales de los años 70 y que me conmovió hasta las lágrimas: la historia de la huelga de los mineros chicanos y de sus valientes mujeres me llegó hasta lo más profundo del espirito. Cito a continuación ?Blade runner? de Ridley Scott, vista también en Paris en un pequeño cine del Quartier Latin poco tiempo después de su estreno mundial y que, en ese tiempo, no parecía prometer un gran futuro. Sobre ?Amarcord? de Fellini, nadie nunca ha tenido dudas, ahí hay una obra maestra absoluta, para mí tal vez la mejor película del maestre italiano. Y ahora viene ?La regla del juego? de Jean Renoir, que me deslumbró por el montaje impecable, por la dirección de actores, por el ritmo, por la finura, por el ?tempo?, en definitiva. Y, para terminar, un filme que me acude a la memoria como si viniera de la primera noche de la historia de los cuentos al amor de la lumbre, ?Pat & Patachon – Ole Opfinders Offer?*, aquellos sublimes (no exagero) actores daneses que me hicieron reír (tenía entonces seis o siete años) como ningún otro. Ni Chaplin, ni Buster Keaton, ni Harold Lloyd, ni Laurel e Hardy. Quien no haya visto a Pat & Patachon no sabe lo que se ha perdido? *N. de la T: No distribuída en España. Literalmente ‘El viejo molino’



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23 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Bernhard en el cementerio

Estabas en el sanatorio de Grafenhof cuando te enteraste de la muerte de tu madre. Tenías esa incontrolable adicción a los periódicos, leías cuatro o cinco todos los días; leíste en uno de ellos: "Herta Pavian, cuarenta y seis años". No podía ser otra que ella a pesar del craso error, tu madre apellidaba Fabjan y no Pavian. Poco después te lo confirmaron. Continuamente nos corregimos y nos corregimos a nosotros mismos con la mayor desconsideración, porque a cada instante nos damos cuenta de que todo (lo escrito, pensado, hecho) lo hemos hecho mal, y corregimos hasta que algún momento llega la verdadera corrección. A tu madre le había llegado la corrección, estabas muy enfermo y a cualquiera de los dos podía haberle llegado primero la corrección. Tenías una sombra en tu pulmón,  una sombra que caía sobre toda tu existencia. Grafenhof era una palabra aterradora. Tenías morbus boeck o sarcoidosis, te habían diagnosticado tuberculosis abierta, pero toda enfermedad puede llamarse enfermedad del alma. La esencia de la enfermedad es tan oscura como la esencia de la vida. Te considerabas afortunado por tener sólo un neumoperitoneo, sólo un agujero en el pulmón, sólo una tuberculosis contagiosa y no un cáncer de pulmón. Tu madre tenía un cáncer de matriz. Te habían dado de alta, entrabas y salías del sanatorio, y pudiste despedirte de ella, que estaba en casa, y consideraste que ella era afortunada, los enfermos de muerte deben estar en casa, morir en casa, sobre todo no en un hospital, sobre todo no entre sus iguales, no hay horror mayor. La inteligencia de ella era clara, ella vivía aún, estaba ahí, pero en el piso reinaba ya el vacío de después de ella, todos lo notaban. Volviste a Grafenhof, ahora tu cuerpo estaba hinchado, inflado por el neumoperitoneo, abultado por todos los medicamentos imaginables que te atiborraban, tenías un aspecto debidamente enfermo y estabas realmente cualquier cosa menos sano. Aquellas noches fueron las más largas de tu vida. Fue en Grafenhof que leíste el periódico, Pavian y no Fabjan, grosero error, "pavian" es babuino y tu madre no era un babuino, aunque todos los hombres son quizás poco menos que babuinos mientras esperan que les llegue la verdadera corrección o aplazan ellos su propia corrección. Herta sería enterrada el 17 de octubre de 1950, en Henndorf del Wallersee, su querido, su amado pueblo. Pediste permiso del sanatorio para ir al entierro, para volver a despedirte de tu madre. Estuviste en el cortejo fúnebre, viste todos esos rostros graves, solemnes, rostros de gente en espera de su corrección, gente que debía ser capaz de corregirse a sí misma. Ya en el cementerio, pensaste en las líneas de un poema que algún día escribirías: En la cámara mortuaria yace un rostro blanco, puedes alzarlo/ y llevártelo a casa, pero será mejor que lo sepultes en la tumba paterna,/ antes de que el invierno irrumpa y cubra con su nieve la hermosa sonrisa de tu madre. Luego comenzaste a repetir, Fabjan, Pavian, Fabjan, Pavian, Fabjan, Pavian. Era un error que merecía ser corregido, o quizás no, tú no podías corregirlo, de pronto sólo podías pronunciar Pavian, Pavian, Pavian, y te dio un ataque de risa, todos te miraban y tú no podías dejar de reirte, Pavian, querían que te corrijas y tú no podías corregirte, querías pero no podías, Pavian, muchos queremos ser capaces de la verdadera corrección y no podemos, y la aplazamos continuamente, o creemos que la aplazamos cuando en realidad lo que ocurre es que no podemos, no somos capaces, tenemos miedo. Como no amainaba el ataque de risa no te quedó otra que irte del cementerio sin volver a despedirte de tu madre. Preferiste no volver al sanatorio, Grafenhof era una palabra aterradora. Fuiste a tu casa de Salzburgo y te acurrucaste en un rincón del piso y esperaste, profundamente asustado, el regreso de los tuyos.    



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22 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Anacronismos

Acabo de colgar en twitter el siguiente texto, a razón de una frase por minuto: ¿Cómo se puede dar un artículo en twitter? Sigue una prueba. Se titula 'Anacronismos' y son diez frases más, once twitts en total.

Esos 300 años sin que ninguna autoridad española pisara territorio gibraltareño. Los editoriales de ABC, El Mundo y La Razón. La actitud del PP, a pesar de su hipocresía posmoderna: Piqué hubiera terminado visitando el Peñón de haber seguido como ministro. El nacionalismo español, extremista y ridículo, incapaz de reconocerse a sí mismo, siempre contra el nacionalismo de los otros. El desprecio por los derechos individuales de los ciudadanos, gibraltareños en este caso. La exaltación de los derechos históricos y territoriales que se desprenden del Tratado de Utrecht. La alergia al pluralismo. De identidades, de lenguas y de lealtades. El falangismo de fondo que late en la resurgencia de esta inflamación patriotera. El infierno que llevan en su interior estos portaestandartes de la patria una, grande y libre. Que se vayan al diablo todos ellos con su idea de una soberanía que ni se cede, ni se comparte, ni se divide. (Enlace con twitter)



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22 de julio de 2009
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I. Disparos a media tarde

Cuando descendí del autobús en la plaza de León un mediodía ardiente del mes de abril de 1959 para matricularme en la Escuela de Derecho, iba de la mano de mi padre, tendero y único de una familia de músicos que no había aprendido a tocar ningún instrumento. Toda la vida había querido que yo fuera abogado, como suele ocurrir con los hijos de tenderos  que tampoco quiere ver a sus hijos convertidos en músicos, y así en pobres de solemnidad.

            Era la Nicaragua de los Somoza. Yo había nacido bajo la estrella reinante del viejo Somoza, fundador de la dinastía, y cuando me tocó irme a León, era el turno de su hijo Luis Somoza Debayle. Veinte años después, cuando sobrevino la revolución, participaría en la empresa de derrocar al último de la dinastía, Anastasio Somoza Debayle.

Mi familia de músicos era fiel al partido liberal desde los tiempos de la revolución de Zelaya, y esa lealtad la heredó a la familia Somoza, que reinaba en nombre del mismo partido liberal. Pero cuando me vi sólo en León, el paisaje empezó a cambiar a una velocidad de vértigo y muy pronto estaba en las calles protestando en ruidosas manifestaciones que eran estrechamente vigiladas por pelotones de la Guardia Nacional.  Y la tarde del 23 de julio, una de esas manifestaciones fue atacada a mansalva, primero con bombas lacrimógenas y luego con fuego nutrido de fusiles y ametralladoras.

Al sonar los disparos corrí en medio del tumulto, aturdido por los gases de las granadas, y entré de cabeza por la puerta de servicio de un modesto restaurante que se llamaba El Rodeo. La atmósfera en que me movía seguía siendo irreal cuando en lugar de huir por la tapia del restaurante para saltar al  patio de la casa vecina, subí con pasos de sonámbulo al segundo piso, donde vivían los dueños, y en el pequeño aposento que daba a la calle encontré a dos niñas de bucles dorados que temblaban de miedo abrazadas a una empleada, las tres en una cama. Entonces, como quien se asoma a un abismo atraído por el vértigo, me asomé al balcón.

Los cuerpos estaban regados a lo largo del pavimento como muñecos con la cuerda rota mientras los soldados, impasibles, conservaban sus posiciones de tiro en tres filas, los de atrás de pie, los de en medio con una rodilla en tierra, y los de adelante tendidos en el suelo, los fusiles todavía humeantes, mientras Fernando Gordillo, uno de mis compañeros que de todos modos murió a los pocos años de miastenia gravis, avanzaba hacia ellos a pecho descubierto, envuelto en la bandera de Nicaragua que había encabezado el desfile. Lo recuerdo como si fuera más bien la escena de una película que ahora me cuesta creer.

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22 de julio de 2009
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La parietaria

¡Hiedra instantánea, flora parietaria y fugaz! La más incolora, la más triste, al juzgar de tantos, de entre todas las que pueden trepar por los muros y alcanzar la balconada; para mi la más querida desde el día en que apareció en nuestro balcón como la propia sombra de la presencia de Gilberte que estaba ya  quizás en los Campos  Elíseos (...) frágil, arrastrada por cualquier vientecillo, mas asimismo relacionada no con la estación del año, sino con la hora; promesa de felicidad inmediata que la jornada a transcurrir rechazará  o llevará a cabo, y por ello mismo de la felicidad inmediata por excelencia, la felicidad que el amor proporciona; aun mas dulce y cálida en la piedra que lo es la propia espuma; flora vivaz a la que basta un rayo de luz para nacer y hacer que la alegría se expanda, incluso en el corazón del invierno. (Pléiade 1988,I, 389-390)

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22 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Huérfanos por los cuatro costados

En La sociedad de los niños huérfanos, Sergio Sinay enumera cuatro  aspectos en que se concreta esa extendida orfandad actual, a despecho de que los hijos sean llevados a colegios caros, reciban clases de windsurf, de teatro, de tenis o de japonés. Las distintas orfandades formando coro serían: La orfandad emocional o falta de fuentes de las cuales nutrir y expresar su mundo afectivo a partir de la interacción continua con sus padres. La orfandad ética o privación de referencias ejemplares. La orfandad espiritual o falta de estímulos para poder ligarse a cuestiones superiores. La orfandad normativa o falta de límites que permitan aprender a convivir de una manera constructiva, que generen noción de valor, que construyan ámbitos seguros y favorables para el propio desarrollo. Omitidos por temor, por desidia, por pereza, por manipulación afectiva o por una errónea concepción del cariño, estos límites dejan a los niños sin referencias existenciales sustantivas... Páginas 24 y 25.



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22 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Reliquias y recuerdos

Un lector de Generación Y me envió un trozo del muro de Berlín. El fragmento de concreto ha llegado hasta mí, que estoy cercada también de ciertos límites, no por intangibles menos severos. La piedra pintoreteada con restos de graffiti me sugirió una imposible colección de aquello que ha contribuido a separar a los cubanos. Al decir de un escritor latinoamericano, sería el desfile de ?las cosas, todas las cosas? que han avivado la división y la crispación entre los que habitamos esta Isla. Pondría, en esa peculiar acumulación de objetos, un tramo del alambre que alguna vez rodeó las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP); una esquirla de los cohetes nucleares emplazados en nuestra tierra y que estuvieron a punto de hacernos desaparecer a todos; una de esas páginas donde  millones firmaron ?sin tener la opción de marcar ?no?? que el socialismo sería irrevocable y una astilla de aquellos palos que rajaron cabezas el 5 de agosto de 1994, en la avenida del Malecón habanero. Al muestrario le faltaría una pieza importante si no coloco, también, una cáscara de los huevos que volaron cuando el éxodo del Mariel; algunos milímetros de tinta de los informes y delaciones que han abundado en los últimos años. No habría museo capaz de también cobijar a los seres y situaciones que han actuado como una gran barrera de ladrillo y cemento entre nosotros. Cada cubano podría hacer su propio repertorio de los muros que aún tenemos. Más difícil parece confeccionar el listado de lo que nos une, de los posibles martillos y picos con los que echaremos abajo las tapias que nos quedan. Por eso me ha hecho feliz el regalo de este habitual comentarista, pues tengo la impresión que nuestras barreras y parcelaciones también serán ?algún día? piezas valoradas sólo por coleccionistas de cosas pasadas.



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22 de julio de 2009
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