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Eder. Óleo de Irene Gracia

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El gesto anacrónico de Banville

Es curioso oír al escritor irlandés John Banville hablar de Benjamin Black como si fuera otro escritor con quien no sólo tiene muy poco en común, sino que incluso podría ser su opuesto. Según Banville, Black se dedica a la acción, en sus novelas policiales sus personajes son lo que hacen; el escritor irlandés candidato al Nobel, ganador del Booker por la novela El mar (Anagrama) es, en cambio, alguien cuyos personajes, más que actuar, piensan y se pierden en una especulación que las más de las veces no da ninguna respuesta.

En sus declaraciones, Banville ha llevado a esta división a extremos y no sólo habla de dos escrituras sino de dos personalidades diferentes: él dice que escribe a mano en su estudio en Dublin, mientras que según él Black lo hace en una laptop; las novelas de Banville tardan de tres a cuatro años en escribirse, las de Black apenas tres meses. Hay que cuestionar esta división y preguntarse si todavía sirve de algo el seudónimo. En tiempos en que todos los productos culturales pueden mezclarse en un solo saco, en que está muy claro que el género policial no tiene que pedirle permiso a nadie para ser considerado alta literatura, Banville es uno de los pocos interesado en mantener esta separación; de hecho, en algunas entrevistas Banville ha establecido jerarquías y ha dicho que la obra que publica como Black es "menor".

La estrategia de Banville es clara: crear una división de labores en la que por un lado está uno de los mejores prosistas vivos de la literatura escrita en inglés y un digno heredero de una tradición que incluye a Joyce y Yeats, y por otro un modesto escritor de policiales que sólo quiere escribir buenas novelas de género (y llegar por ese camino al gran público). Sin embargo, las cosas no son tan esquemáticas como parecen, pues una novela de Black (Christine Falls) es mejor que las primeras de Banville.

Hay autores que han usado seudónimos para esconder sus trabajos menores (Barnes, Auster); otros, para no abarrotar el mercado con una profusión de títulos cada tres meses (Joyce Carol Oates). En Banville no funciona ni uno ni otro argumento. Ya que las novelas publicadas con el seudónimo "Benjamin Black" son de calidad, ¿por qué no publicarlas como John Banville y punto? No es suficiente decir que lo suyo es "una buena manera de ser otro sin dejar de ser el mismo".

El gesto de Banville es anacrónico, de la epoca en que existía una división tajante entre la literatura "seria" y los géneros menores. Pero el tiempo sabe vengarse: puede que algún día lo que quede de este autor sean algunas de las novelas que publicó con el seudónimo de Black.

(La Tercera, 26 de julio 2009)



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26 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Otro corazón de las tinieblas (6)

El destino del ‘muchacho’ que protagoniza Blood Meridian es anticipado, a modo de profecía, al promediar la novela, cuando a consecuencia de un acto de misericordia –el ‘muchacho’ es el único que se ofrece a ayudar a un herido que forma parte, como él, de la banda de Glanton-, aquel a quien McCarthy llama ‘el ex sacerdote’ le vaticina:
    “Tonto, le dijo. Dios no te amará para siempre… ¿No sabes que te llevará con él? Te llevará, chico. Como una novia al altar”.
     Este acto de simple caridad pone al ‘muchacho’ en la mira del juez Holden, lo vuelve singular ante sus ojos. Holden está convencido de que este mundo no pertenece a aquellos dispuestos a imitar la perfección del padre ausente, sino a aquellos que expresan la frustración que entraña su orfandad.
    Más adelante, cuando la banda de Glanton es diezmada y sólo sobreviven unos pocos, ‘el muchacho’ pierde –con deliberación, se sugiere- la oportunidad de matar a Holden. Esa es su debilidad, le enrostrará el mismísimo juez poco después, cuando lo encuentre en la cárcel y lo acuse de ser responsable del fin de Glanton & Co. Del mismo modo que al comienzo, cuando difamó al sacerdote con mentiras que nadie cuestionó, Holden dice a las autoridades que ‘el muchacho’ conspiró con los indígenas para acabar con Glanton, y merece por tanto la horca.
    A continuación le explica la razón por la cual lo traiciona de esa manera. En esencia, el juez está devolviéndole la traición que cree haber recibido de su parte. “¿Acaso no sabes que te habría amado como un hijo? …Hablé en el desierto para ti y sólo para ti e hiciste oídos sordos. Si la guerra no es sagrada el hombre no es más que arcilla antigua… Lo que une a los hombres, dijo, no es compartir el pan sino compartir los enemigos… Nuestras animosidades ya estaban formadas y esperando incluso antes de que nos encontrásemos”.
    A pesar de que las palabras suenan portentosas, como siempre en boca del juez, lo que Holden plantea al ‘muchacho’ es simple: este no es un mundo para los que determinan sus actos ateniéndose a una moral que parte de la igualdad esencial entre los hombres, para los que sienten piedad por sus congéneres, para los que prefieren compartir el pan a matar. Es, más bien, un mundo para aquellos que no encuentran nada sagrado más allá de la violencia. Holden le ha ofrecido al ‘muchacho’ una oportunidad dorada: la de matar al Padre que lo ha convertido en lo que es –es decir, él mismo.
    Pero ‘el muchacho’ se ha negado a hacerlo. Lo cual no deja más que una única salida al drama que han venido interpretando, ese rito que viene oficiándose desde el comienzo de los Tiempos: no existe otra opción, o Zeus mata a su padre Kronos para evitar ser muerto por él, o Kronos hará lo que siempre ha hecho –esto es, devorarse a sus hijos.
    El final, de una ambigüedad sublime, llega mediante un recurso al que McCarthy volvería en No Country for Old Men: en el momento clave, donde la situación entre protagonista y antagonista se resuelve, el escritor aparta la vista y un testigo sólo atina a decir Good God almighty, la frase que juega el mismo rol de the horror, the horror en este otro corazón de las tinieblas.
    No porque McCarthy sienta prurito alguno, eso está claro. El narrador se ha pasado la novela entera describiendo situaciones horrendas sin siquiera parpadear. Más bien lo hace, intuyo, por una de estas dos razones o por las dos a la vez (yo también estoy indeciso al respecto, como aquel personaje respecto de Holden): para plantear que lo que ocurre es todavía más abominable que lo que ya se ha mostrado, y por lo tanto es literalmente inenarrable; o para escamotearle al lector la sensación de un final, la catarsis tranquilizadora, de modo de establecer que la historia no termina allí, en las páginas finales, del mismo modo en que está lejos de terminar aquí, en nuestras propias vidas.
    El enfrentamiento entre los que sienten empatía por sus congéneres y los que practican la Danza de la Muerte sigue ocurriendo a diario, tal como las noticias lo demuestran.
    Por muchos motivos, pero también por éste, Blood Meridian de Cormac McCarthy es una novela llamada a perdurar.

………………………………………..

Les pido disculpas por haberlos abrumado todos estos días con mi obsesión por Blood Meridian. Pero me pareció que se trataba de ese objeto tan inusual, un libro verdaderamente importante; y quise tratarlo con el respeto que la dimensión de la obra me inspiraba. Al mismo tiempo necesitaba hacerlo para tratar de entender por qué la novela me asolaba tal como lo hacía, incluso durante mis sueños. Quizás por deformación profesional, a menudo no termino de descular ciertos temas, o problemas, hasta que escribo sobre ellos: es mi mejor manera de pensar.
    Por lo demás debo decir que me resultó muy útil el debate que sobre el libro iniciaron cuatro periodistas del blog The A.V. Club, y que pueden consultar a través de este link: http://www.avclub.com/articles/blood-meridian-leonard-pierces-comments,28893/. La idea del espacio es muy sencilla -¡discutir libros!-, y al visitarlo me di cuenta de que realmente hacía falta un sitio así.



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24 de julio de 2009
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Las almas

Tras la muerte de los seres, tras la destrucción de las cosas, tan sólo, más frágiles, pero también más vivaces, más inmateriales, más persistentes, más fieles, el olor y el sabor permanecen aun largo tiempo, al igual que las almas, haciéndose presentes, expectantes, prometedores, cuando todo el resto es ya ruina, soportando sin desmayo, en su gotear casi imperceptible, el inmenso edificio del recuerdo. (I,  46)

 

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24 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Una inteligencia

La inteligencia no es siempre sinónimo de bondad pero hay que arriesgarse. Más puede esperarse más del ser inteligente que del ser bondadoso si se trata de una apreciación a granel pero, pormenorizando, es más probable que la inteligencia lleve a hacer el bien más conveniente, incluso a despecho de los azucarados torrentes de caridad.



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24 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Adiós a las escuelas en el campo

La idea de conjugar el estudio con el trabajo en los preuniversitarios parecía muy buena sobre el papel. Tenía aires de futuro imperecedero en aquel buró donde la convirtieron en una disposición ministerial. Pero la realidad ?tan tozuda como siempre- hizo su propia interpretación de las escuelas en el campo. La ?arcilla? que se intentaba formar en el amor al surco, estaba constituida por adolescentes alejados -por primera vez- del control paterno, que se encontraron  con condiciones habitacionales y alimentarias muy diferentes a las proyectadas. Yo, que debí haber sido el ?hombre nuevo? y apenas si he podido llegar a ser un ?hombre bueno?, me formé en una de esas becas en el municipio habanero de Alquízar. Llegué con catorce años y salí con una infección en la córnea, una deficiencia hepática y la dureza que se adquiere cuando uno ha visto demasiado. Al matricular, me creía aún los cuentos del estudio trabajo; al partir, sabía que muchas de mis colegas habían tenido que intercambiar sexo para obtener buenas calificaciones o mostrar un sobre cumplimiento en la producción agrícola. Las pequeñas planticas de lechuga que desyerbaba cada tarde tenían su contraparte en un albergue donde primaba el matonismo, el irrespeto a la privacidad y la dura ley del más fuerte. Justamente, una tarde de aquellas, después de tres días sin abastecimiento de agua y con el repetitivo menú de arroz y col, me juré a mi misma que mis hijos nunca irían a un preuniversitario en el campo. Lo hice con ese tremendismo adolescente que -con los años- se va calmando y dejándonos saber la imposibilidad de cumplir ciertas promesas. Así que me acostumbré a la idea de tener que cargar jabas de comida para cuando Teo estuviera en la beca, de escuchar que le robaron los zapatos, que lo amenazaron en la ducha o que uno más grande le quitó la comida. Todas esas imágenes, que había vivido, regresaban cuando pensaba  en las escuelas internas. Por suerte, el experimento parece estar terminando. La improductividad, el contagio de enfermedades, el menoscabo de valores éticos y el bajo nivel académico han hecho sucumbir este método educativo. Después de años de pérdidas económicas, pues los estudiantes consumían más de lo que lograban sacarle a la tierra, nuestras autoridades se han convencido de que el mejor lugar donde está un joven es al lado de sus padres. Sólo que han anunciado el próximo fin de las becas sin la disculpa pública a quienes fuimos conejillos de indias de una experiencia fracasada; a esos a quienes los preuniversitarios en el campo nos llevaron parte de los sueños y de la salud.



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24 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Un capítulo para el ?Evangelio?

De mí ha de decirse que tras la muerte de Jesús me arrepentí de lo que llamaban mis infames pecados de prostituta y me convertí en penitente hasta el final de la vida, y eso no es verdad. Me subieron desnuda a los altares, cubierta únicamente por el pelo que me llegaba hasta las rodillas, con los senos marchitos y la boca desdentada, y si es cierto que los años acabaron resecando la lisa tersura de mi piel, eso sucedió porque en este mundo nada prevalece contra el tiempo, no porque yo hubiera despreciado y ofendido el mismo cuerpo que Jesús deseó y poseyó. Quien diga de mí esas falsedades no sabe nada de amor. Dejé de ser prostituta el día que Jesús entró en mi casa trayendo una herida en el pie para que se la curase, y de esas obras humanas que llaman pecados de lujuria no tendría que arrepentirme si como prostituta mi amado me conoció y, habiendo probado mi cuerpo y sabido de qué vivía, no me dio la espalda. Cuando delante de todos los discípulos Jesús me besaba una y muchas veces, ellos le preguntaron si me quería más a mí que a ellos, y Jesús respondió: ?¿A qué se puede deber que yo no os quiera tanto como a ella?.? Ellos no supieron qué decir porque nunca serían capaces de amar a Jesús con el mismo absoluto amor con el que yo lo amaba. Después de que Lázaro muriera, la pena y la tristeza de Jesús fueron tales que, una noche, bajo las sábanas que tapaban nuestra desnudez, le dije: ?No puedo alcanzarte donde estás porque te has cerrado tras una puerta que no es para fuerzas humanas?, y él dijo, sollozo y gemido de animal que se esconde para sufrir: ?Aunque no puedas entrar, no te apartes de mí, tenme siempre extendida tu mano incluso cuando no puedas verme, si no lo hicieras me olvidaría de la vida, o ella me olvidará?. Y cuando, pasados algunos días, Jesús fue a reunirse con los discípulos, yo, que caminaba a su lado, le dije: ?Miraré tu sombra si no quieres que te mire a ti?, y él respondió: ?Quiero estar donde esté mi sombra si allí es donde están tus ojos?. Nos amábamos y nos decíamos palabras como éstas, no solo por ser bellas y verdaderas, si es posible que sean una cosa y otra al mismo tiempo, sino porque presentíamos que el tiempo de las sombras estaba llegando y era necesario que comenzásemos a acostumbrarnos, todavía juntos, a la oscuridad de la ausencia definitiva. Vi a Jesús resucitado y en el primer momento pensé que aquel hombre era el cuidador del jardín donde se encontraba el túmulo, pero hoy sé que no lo veré nunca desde los altares donde me pusieron, por más altos que sean, por más cerca del cielo que los coloquen, por más adornados de flores y perfumados que estén. La muerte no fue lo que nos separó, nos separó para siempre jamás la eternidad. En aquel tiempo, abrazados el uno al otro, unidas nuestras bocas por el espirito y por la carne, ni Jesús era lo que de él se proclamaba, ni yo era lo que de mí se zahería. Jesús, comigo, no fue el Hijo de Dios, y yo, con él, no fui la prostituta María de Magdala, fuimos únicamente este hombre y esta mujer, ambos estremecidos de amor y a quienes el mundo rodeaba como un buitre barruntando sangre. Algunos dijeron que Jesús había expulsado siete demonios de mis entrañas, pero tampoco eso es verdad. Lo que Jesús hizo, sí, fue despertar los siete ángeles que dormían dentro de mi alma a la espera de que él viniera a pedirme socorro: ?Ayúdame?. Fueran los ángeles quienes le curaron el pie, los que me guiaron las manos temblorosas y limpiaron el pus de la herida, fueron ellos quienes me pusieron en los labios la pregunta sin la que Jesús no podría ayudarme a mí: ?¿Sabes quién soy, lo que hago, de lo que vivo?, y él respondió: ?Lo sé?, ?No has tenido que mirar y ya lo sabes todo?, dije yo, y él respondió: ?No sé nada?, y yo insistí: ?Que soy prostituta?, ?Eso lo se?, ?Que me acuesto con hombres por dinero?, ?Sí?, ?Entonces lo sabes todo de mí? y él, con voz tranquila, como la lisa superficie de un lago murmurando, dijo: ?Sé eso solo?. Entonces yo todavía ignoraba que era él era el hijo de Dios, ni siquiera imaginaba que Dios quisiese tener un hijo, pero, en ese instante, con la luz deslumbrante del entendimiento, percibí en mi espíritu que solamente un verdadero Hijo del Hombre podría haber pronunciado esas tres simples palabras: ?Sé eso solo?. Nos quedamos mirándonos el uno al otro, ni nos dimos cuenta de que los ángeles se habían retirado ya, y a partir de esa hora, en la palabra y en el silencio, en la noche y en el día, con el sol y con la luna, en la presencia y en la ausencia, comencé a decirle a Jesús quien era yo, y todavía me faltaba mucho para llegar al fondo de mí misma cuando lo mataron. Soy María de Magdala y amé. No hay nada más que decir.



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24 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Finlandización

Este viejo vocablo de la Guerra Fría, con el que se designaba la peculiar posición de Finlandia respecto a la Unión Soviética, vuelve a tener sentido para los países que un día formaron parte del glacis soviético y ahora forman parte tanto de la Alianza Atlántica como de la Unión Europea. Puede ser una exageración, pero es exactamente lo que piensan los firmantes de la carta abierta, sobre la que ya escribí ayer, y dirigida a Barack Obama por parte de un nutrido grupo de ex presidentes, primeros ministros y ministros de estos nueve países que quedaron separados del continente por el ?telón de acero? y ahora siguen sintiéndose un caso aparte, temerosos del despertar del oso ruso que les ha dominado históricamente.

Estos dirigentes ya jubilados se sienten decepcionados respecto a Rusia, pero también con la protección que les ofrece tanto la UE como la OTAN. Consideran que la primera no acepta plenamente su independencia y su soberanía y tiene una actitud revisionista, ?con una agenda del siglo XIX y unos métodos y tácticas del siglo XXI?. Según su texto, Moscú rechaza que estos países reivindiquen una experiencia histórica propia, sostiene una posición privilegiada en cuestiones de seguridad y libra una guerra económica oculta y a veces abierta contra ellos. Esta enorme prevención antirusa se acompaña de reproches a la OTAN por su debilidad y su incapacidad para asegurar la defensa europea y a la UE por su peso hegemónico entre las instituciones europeas, hasta el punto de que ?nuestros líderes y funcionarios gastan más tiempo en las reuniones de la UE que en las consultas con Washington?. El americanismo de los firmantes de esta carta es profundo y razonable, conociendo sus sufrimientos históricos. Hablan de nerviosismo en sus respectivos países en relación a la nueva política exterior norteamericana. ?Nuestra región sufrió cuando Estados Unidos sucumbió al realismo de Yalta y se benefició cuando Estados Unidos usó su poder para luchar por los principios?, señalan. Por eso quieren asegurarse, ahora que regresa el realismo a la Casa Blanca, que no se harán ?concesiones incorrectas a Rusia?, que conducirían a una ?neutralización de facto de la región?, es decir, a la finlandización temida aunque todavía no nombrada. Piden siete cosas, casi todas ellas lógicas e incluso convenientes para el conjunto de los países miembros. Por ejemplo, que se estrechen las relaciones entre Europa y Estados Unidos y este último se reafirme en su vocación como poder europeo; que la OTAN renazca como principal vínculo de seguridad como única garantía militar creíble; que se avance en la política exterior y de seguridad común de la UE, en estrecha coordinación con Washington; que se reformulen las relaciones entre la OTAN y Rusia, de forma que el diálogo con Moscú se realice desde una posición atlántica coordinada; o, finalmente, que se avance en una política energética europea y transatlántica. Más discutible es el apoyo que prestan al escudo antimisiles a instalar en Polonia y Chequia, inevitablemente condicionado por los deseos de parar los pies a Moscú. Y del todo discutible es su última reivindicación, en la que enseña la patita el orgullo herido de estos dirigentes tan amigos de Estados Unidos: se trata del ?factor humano?, dicen, y se refiere al régimen de visados: ?Es incomprensible que un crítico como el activista antiglobalizador francés José Bové no necesite visa para Estados Unidos y en cambio el ex activista de Solidarnosc y Premio Nobel de la Paz Lech Walesa sí?. Quizás éste es el punto de la carta de más rápida y sencilla resolución desde la Casa Blanca. Pero no es la única incongruencia de la posición política que representan. Estos países apoyaron mayoritariamente a Bush en su guerra global contra el terror, algunos aportaron soldados a la guerra de Irak y otros incluso cárceles secretas y complicidades en la atroz política de seguridad practicada por la administración republicana. Ahora, en cambio, que se sepa, escasa es la colaboración que están ofreciendo a Obama, por ejemplo a la hora de acoger presos de Guantánamo que no pueden ser repatriados a sus países de origen. Quizás en actitudes como ésta también se juegue esta temida finlandización apuntada en la carta. (Enlace con la carta abierta a Obama).



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23 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Si ellos son malvados…

No sé si por un defecto de ideas políticas o por un exceso de ideas publicitarias, pero lo cierto es que la campaña socialista para las elecciones europeas difícilmente ha podido ser peor. Me refiero, sobre todo, a esas imágenes de los líderes conservadores con aspecto patibulario sobre un fondo rojo sangre. La primera vez que las vi era de noche y creí que se trataba de propaganda de una película de terror, de esas que antes pertenecían a la serie B. Me costó adivinar que aquellos cinco tipos, alienados estilo jauría, eran quienes en realidad eran. En el vértice siniestro, por ejemplo, Berlusconi -al que por lo visto no podemos sacarnos de encima- me pareció demasiado mórbido, desprovisto de la silueta bufonesca y mendaz que tanto apreciamos. Bush, al que quizá hubiera correspondido el centro del grupo salvaje, estaba demasiado escondido tras el gran farsante italiano como para ser fácilmente reconocible. A Aznar no hacía falta retocarle, como hicieron para que mostrara esa faz que tantos amigos le ha proporcionado. Se hacía difícil asimismo averiguar qué pintaba allí el bueno de Chirac con cara de asesino cuando le correspondía el puesto a Sarkozy, quizá descartado a última hora por su excesivo glamour. Y con respecto al quinto de la cuadrilla, al mellizo polaco, apuesto lo que sea a que ni un uno por mil de los eventuales estaba en condiciones de discernir quién era aquel individuo. De entrada ¿sabían los brillantes directores de la campaña socialista a qué mellizo polaco querían parodiar?
Por si fuera poco, esas mentes privilegiadas del agitprop inundaron las ciudades con banderolas mecidas por el viento desde las que los malvados, también retratados individualmente sobre fondo rojo, asustaban a la humanidad progresista. Paralelamente, las propias propuestas socialistas refulgían por su ausencia. La idea que quería transmitirse era, en definitiva, tan sencilla como primitiva: "si ellos son los malvados, nosotros somos los buenos".
Pero salió el tiro por la culata. Una señora recién nacionalizada y que tenía la ilusión de votar por primera vez me dijo que no había hallado nada parecido a un programa de tal partido. Ni siquiera sabía que las rojas banderolas llenas de patibularios habían sido concebidas para captar votos de izquierda. Habrá que pensar en otros publicitarios. O en otros políticos.

El País, 13/06/2009


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23 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Arturo Barea, la educada rebeldía.

 

ARTURO BAREA, REBELDE CON CAUSA

 

Todo el que quiera saber algo sobre los españoles del siglo XX, los barrios populares madrileños en los años veinte, las guerras coloniales con Marruecos, la vida en la segunda República o las tragedias de la Guerra Civil debería leer "La forja de un rebelde", la trilogía autobiográfica, la novela llena de verdad, iluminadora de la historia pequeña y verdadera de un país. Es sin duda una de esas obras que permanecen de aquellos escritores que tuvieron que escribir desde el exilio. Peculiar exilio el de Barea que se tuvo que escapar de "los suyos". No gustaba su independencia, su inteligencia, su libertad a los dirigentes estalinistas que hicieron imposible ser un hombre libre y justo sino se aceptaban sus consignas. Es otro tema, un tema que me ha ocupado mucho tiempo, muchas discusiones y muchas decepciones. La izquierda oficial española del entorno del Partido Comunista hizo mucho daño durante la República y la Guerra Civil.

Después, en el franquismo, fue otra cosa. No estuve con ellos, pero sí entendí esa militancia aunque me mantuviera en un lado crítico. Mis enfermedades de izquierdismo juveniles.

Ahora he vuelto a leer a Arturo Barea en una obra ¡inédita! en español, "La raíz rota". Nos encontramos al  escritor desde su exilio londinense, enamorado de la campiña inglesa, de los pubs, de "la paz del country" y de su nueva mujer Ilsa- una socialista austriaca que antes fue su amante en un Madrid bajo las bombas- que vuelve la  mirada a su país de origen, a su ciudad, Madrid- aunque nació en Badajoz- y la imagina tal como era en 1949. No es un relato autobiográfico, aunque mucho de ello hay en "La raíz rota", en las experiencias españolas de ese hombre que regresa del exilio con pasaporte inglés y se encuentra con su familia que ya en nada se parece a aquella que vivió en tiempos de normalidad y República. Una novela del viaje de regreso que nunca hizo el exiliado Barea. La novela, sin ser de la importancia de "La forja...", está llena de curiosidad, de retrato imaginado pero certero de las miserias morales y reales de un tiempo y un país. Lo han publicado en la editorial Salto de Página. Absolutamente recomendable para los que leyeron "La forja...". O simplemente para los que quieran algo de la verdad literaria vista por un español, por un escritor que tuvo la osadía de ser libre. Un rebelde educado. Una manera culta y abierta de ser español

 

 



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23 de julio de 2009
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Marlene Dietrich, poeta

Acostumbrados a verla de tiros largos y peligrosa, la Dietrich de la poesía, tan lacónica y hasta conceptista, desconcierta, aunque perversidad no le falta, sobre todo en los poemas a Noel Coward y Henry Fonda, éste último una burla de algún actor premiado con un ‘oscar' por una interpretación insignificante. Y no es preciso, metidos en la materia de la malicia, remontarse a sus grandes papeles de mujer destructora, en especial los de "la famosa flor blanca de China' Shangai Lily (en ‘El expreso de Shangai') y la Concha Pérez en la delirante ‘El diablo es una mujer', donde la actriz que fue indiscutible reina del velo no-islámico en el cine los lleva de todas las tramas y calados, en una rara combinación de proto-andalucismo (el rizo en la frente, el clavel reventón en el pelo) y pan-eslavismo, con esas peinetas de icono de la iglesia ortodoxa que luce. Marlene estaba ahí dirigida, por séptima y última vez, por su descubridor (y tal vez amante de baja intensidad) Josef von Sternberg, quien dejó en sus memorias una descripción memorable del peligro inherente en la joven actriz de cine y teatro encontrada una noche de 1929 en el escenario de un teatro cuando el famoso cineasta buscaba a la Lola-Lola de ‘El ángel azul'. Sternberg sólo reparó, entre todo el reparto de la función, en aquella muchacha apoyada con frío desdén contra el quicio de una puerta del decorado: "Por poco natural que fuera su porte, me trajo la certeza de que ella daría un aire clásico a la tempestad que la heroína de mi filme [el citado ‘El ángel azul'] debía desatar. No sólo tenía ante mí un modelo de Félicien Rops; estoy seguro de que si Toulouse-Lautrec la hubiera visto, habría aplaudido". Marlene, en efecto, nunca perdió en el cine el aura de una de esas pornócratas sádicas que Rops dibujaba, con liguero floreado y botas altas, arrastrando a un cerdo o a un hombre convertido en cerdo. Pero tampoco nunca le faltó la elegancia clásica,  exenta de toda opulencia vulgar, a la que tan tempranamente alude von Sternberg.

     El pequeño puñado de poemas que su hija María Riva encontró dentro de una maleta vieja años después de la muerte de su madre fueron escritos por la Dietrich en su mayoría en un hotel de París, después de su primer y largo retiro del cine, al que tan sólo volvería una vez más (en 1978) para actuar al lado de David Bowie en un catastrófico film llamado ‘Gigoló'. Los escribía a mano y se dice que usando, en alguna ocasión, la máquina de escribir de Noel Coward. No sé si esto último es leyenda, pero la verdad es que algo del ingenio epigramático y ‘camp' del gran artista inglés se trasluce en los mejores hallazgos de la Dietrich poética.

    He traducido del inglés comprimido de Marlene tratando de ser fiel pero no dispuesto a sacrificar, en aras de lo literal, la malignidad de alguno de sus bonitos juegos verbales. Para el poema juvenil escrito en alemán, ‘Pero acércate ya', una ingenua aunque ya desatada canción de amor, he partido de una traducción literal hecha por Aurora Nolla, a quien mucho agradezco su colaboración.

 

KOMM DOCH MAL HER

ICH bitt´ Dich so sehr!
Komm doch mal her
Und spiel´ mit mir
Wenn du magst!

Ich verlang´ keinen Ernst
Keine dauernde Liebe.
Auch nicht, dass es immer so bliebe.
Und geh´ dann wenn Du´s sagst.

Sieh her die Rosen in meinem Schoß.
Sie sind so rot zum Küssen.
Und alle gebe ich davon Dir
Auch wenn Sie sterben müssen.

Komm´ doch und spiel mit mir!!!
[1 de junio de 1919]

 

PERO ACÉRCATE YA

¡Te lo ruego tanto!
¡Acércate a mí ya!
¡Y juega conmigo
Si te parece bien!

No te pido que seas formal
Ni un amor perdurable.
Tampoco que sea inalterable.
Y te puedes ir cuando quieras.

Mira aquí las rosas, en mi regazo.
Son tan rojas para besarlas.
Las cogería y todas te daría
Aun si por ello hubiera de dejarlas morir.
¡¡¡Ven y juega conmigo!!!

[1 de junio de 1919]

 

[TO RONALD REAGAN]

A tense silence
Grips me Surrounds me
Grounds me to the
Messy floor Around me

No voice No wind No rain Just silence will remain
Around me What a fate
«Too late cried the Raven, Too late»

 

[A RONALD REAGAN]

Un silencio tenso
Me oprime Me rodea
Me rinde al sucio suelo
A mi alrededor

Ninguna voz Ni lluvia Ni viento Sólo habrá silencio
A mi alrededor Qué fatal
"Es demasiado tarde" gritó el Cuervo, "demasiado tarde".

 

[TO ORSON WELLES]

EVEN when you are dead
You are not safe
Not out of reach.

 

[A ORSON WELLES]

Incluso estando muerto
No has de estar a salvo
Ni fuera de alcance

 

[TO ERNEST HEMINGWAY]

LOSING you
Feels like A fisherman feels
Who loses his catch He thought he had
So securely
Hooked
While piercing
The gills of his prey

 

[A ERNEST HEMINGWAY]

Al perderte
Me siento como un pescador se siente
Al perder la captura que él creía
Tener segura
En el anzuelo
Mientras perfora
Las branquias de su presa

 

[TO NOEL COWARD]

NO more Body
To hold on to
While you Sleep
Just the Sheet. What a cheat!

 

[A NOEL COWARD]

No queda cuerpo ya
Al que agarrarse
Mientras duermes
Sólo colcha de fleco. ¡Qué embeleco!

 

[TO HENRY FONDA]

WITH Henry Fonda
I wonda
How you got away
With this sordid
Morbid bit.

[A Henry Fonda]

En mi cabeza ronda
Lo que en la de Henry Fonda
Cómo saliste tan bien
De este sórdido
Mórbido papelito

 

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23 de julio de 2009
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El Boomeran(g)
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