
Eder. Óleo de Irene Gracia
Javier Rioyo
Así quiso y consiguió vivir el misterioso Lao Zi, fue contemporáneo de Confucio, pero no fue hasta el 1973 cuando al excavar una tumba se encontraron un conjunto de libros de seda muy valiosos. Dos de ellas unas copias del Lao Zi. Obra fundamental del pensamiento taoísta. Esas son algunas de las reflexiones que me acompañan, de las que dejé dos y prometí dejar alguna más. Lo hago, sobre todo, para que no tenga razón el querido C….Es verdad que emprendo un camino, me aburro, miro para otro lado, me canso o no quiero repetirme. Algo que fatalmente hacemos siempre que hablamos, reflexionamos, escribimos. Nos exponemos a repetir y repetirnos.
Ese libro, que ha estado conmigo treinta años de amores y odios, que conservo desde que apareció en Alfaguara, en tapa dura y cuando ya éramos bastantes descreídos, me acompaña en estos días de camino a mi finisterre, justo al lado contrario del espíritu del "dao". Del camino del occidente cristiano, de ese camino de mis veranos, me trasladaré al otro camino, pero eso ya será contado. Ahora vuelvo al libro que me gusta y me irrita. Hay cosas que los que nunca fuimos ni estuvimos "zen"- lo usé para despistar, y funcionó, no podía hablar del taoísmo si quería despistar- no conseguimos hacer. Por ejemplo el placer de no hacer.
Que sirva como deseo que no creo que pueda cumplir ésta doctrina:
"Practica el no-actuar,
dedícate a no ocuparte en nada,
saborea lo que no tiene sabor.
Considera grande lo pequeño y mucho lo poco,
responde a la injusticia con la virtud…."
Llego ahí y me rebelo. Me defiendo de la palabra, de la idea, del pensamiento. Y abandono a Lao Zi. Después abro otra vez el libro. Y vuelvo a quedarme pensando:
"las palabras verdaderas no son agradables,
las palabras agradables no son verdaderas.
El saber no es la erudición,
el erudito nada sabe.
El bien no es lo mucho,
lo mucho no es bueno…"
Me gusta recordar ciertos sabores salados. El libro del Tao, como tantos libros de pensamiento, también sirve para no pensar. Dormir, no soñar. Me despierto.