Skip to main content
Category

Blogs de autor

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

La sombra del padre (1)

Mikhail Bahktine escribió en su Estética y Teoría de la novela: «El objeto principal de este género literario, el que lo ?especifica?, el que crea su originalidad estilística, es el hombre que habla y su palabra». Creo que pocas veces una aseveración de ámbito general como ésta habrá sido tan exacta como lo es en el caso humano y literario de Franz Kafka. Despreciando a ciertos teóricos que, con alguna razón, se oponen a la tendencia ?romántica? de buscar en la existencia del escritor las señales del paso de lo vivido a lo escrito, lo que, supuestamente, explicaría la obra, Kafka no esconde en ningún momento (y parece empeñarse en que se note) el cuadro de factores que determinaron su dramática vida y, en consecuencia, su trabajo de escritor: el conflicto con el padre, el desacuerdo con la comunidad judaica, la imposibilidad de cambiar la vida celibataria por el matrimonio, la enfermedad. Pienso que el primero de esos factores, o sea, el antagonismo nunca superado que opuso al padre con el hijo y al hijo con el padre, es lo que constituye la viga maestra de toda la obra kafkiana, derivándose de ahí, como las ramas de un árbol se derivan del tronco principal, el profundo desasosiego íntimo que lo condujo a la deriva metafísica, a la visión de un mundo agonizando en el absurdo, a la mistificación de la consciencia. La primera referencia a El Proceso se encuentra en los Diarios, fue escrita el 29 de Julio de 1914 (la guerra se desencadenó el día anterior) y comienza con las siguientes palabras. ?Una noche, Josef K?, hijo de un rico comerciante, después de una gran discusión que había mantenido con el padre??. Sabemos que no es así como la novela arrancará, pero el nombre del personaje principal ? Josef K? – ya quedó anunciado, así como en tres rápidas líneas de La Metamorfosis, escrita casi dos años antes, ya se anunciaba lo que acabaría siendo el núcleo temático central de El Proceso. Cuando, transformado de la noche a la mañana, sin ninguna explicación del narrador, en un bicho asqueroso, mezcla de escarabajo y de cucaracha, se queja de los sufrimientos inmerecidos que caen sobre el viajante de comercio en general y sobre él en particular, Gregorio Samsa se expresa de una manera que no deja margen de dudas: ?? muchas veces es víctima de una simple murmuración, de una casualidad, de una reclamación gratuita, y le es absolutamente imposible defenderse, ya que ni siquiera sabe de qué le acusan?. Todo El Proceso está contenido en estas palabras. Es cierto que el padre, ?rico comerciante?, desapareció de la historia, que la madre solo se menciona en dos de los capítulos inacabados, e incluso así fugazmente y sin caridad filial, pero no me parece un exceso temerario, salvo que esté demasiado equivocado acerca de las intenciones del autor Kafka, imaginar que la omnipotente y amenazadora autoridad paterna haya sido, en la estrategia de la ficción, transferida hacia las alturas inaccesibles de la Ley Última, ésa que, sin necesitar que se enuncie una culpa concreta establecida en los códigos, será siempre implacable en la aplicación del castigo. El angustiante y al mismo tiempo grotesco episodio de la agresión ejecutada por el padre de Gregorio Samsa para expulsar al hijo de la sala familiar, tirándole manzanas hasta que una de ellas se le incrusta en la coraza, describe una agonía sin nombre, la muerte de cualquier esperanza de comunicación. (Continua)



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
6 de agosto de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

María Inés Krimer, Premio Emecé 2009

María Inés Krimer. Fuente: revistañ La narradora argentina María Inés Krimer resultó ganadora del Premio Emecé de Novela 2009 por su obra Lo que nosotras sabíamos, y fue elegida por unamidad por el jurado integrado por Sylvia Iparraguirre, Jorge Fernández Díaz y Guillermo Martínez. El año pasado, el premio fue adjudicado al también argentino Federico Jeanmarie.Lo que nosotras sabíamos está ambientada en un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires, cuya vida gira alrededor de una poderosa empresa cementera. Narrada por una voz femenina y plural, la trama se detiene minuciosamente en los detalles de la convivencia y en los sórdidos secretos de una comunidad cerrada durante la última dictadura. Por esos años, justamente la autora ?militante universitaria? se trasladó a una villa cementara bonaerense, que la ayudó a inspirar la historia. "Uno de los hallazgos de esta novela es su punto de vista. Bajo un 'nosotras' voluntaria y meticulosamente frívolo, la novela va desplegando los sórdidos recovecos de la complicidad y la alianza con el poder", señaló Iparraguirre sobre la obra ganadora del galardón que el año pasado se adjudicó Federico Jeanmarie. La ex directora del mítico "Escarabajo de oro" leyó también las consideraciones que los demás miembros del jurado escribieron sobre la novela ganadora. "(Es) una voz plural, insidiosa y precisa, que en el bisbeo del chisme y el espionaje sexual del vecino encuentra un ángulo inesperado para contar los años de dictadura", retrató el autor de Crímenes imperceptibles. Para Fernández Díaz, en cambio, la novela de Krimer funciona como un "policial y como alegoría sobre la muda complicidad de las sociedades frente al autoritarismo". El jurado debió evaluar un total de 206 novelas presentadas por escritores de Argentina, Chile, España, Israel, México y Uruguay



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
5 de agosto de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Michael Mann: una apreciación (3)

Acuariano nacido en Chicago y formado en la London Film School, Michael Mann se enamoró del cine en su adolescencia. La experiencia pivotal fue la visión de Dr. Strangelove de Stanley Kubrick. En una entrevista reciente con L. A. Weekly, Mann sostuvo que Dr. Strangelove le enseñó a toda una generación de cineastas “que uno podía producir una expresión individual de alta integridad y al mismo tiempo aspirar a que ese film llegase con éxito a una audiencia masiva… No hacía falta filmar Siete novias para siete hermanos para trabajar en la industria, ni verse reducido a filmar para una élite si uno quería ser serio respecto del cine”. Algo que, como sugerí días atrás, ya habían percibido y puesto en práctica los mencionados Ford, Capra, Hawks, Hitchcock y Siegel.
    Su escuela práctica fue la TV, donde comenzó como guionista y llegó a productor (el escalafón más alto que el medio concede a los creadores, reconociéndoles de esta manera el derecho a manejar sus creaciones como mejor les plazca) en el caso de Miami Vice y Crime Story.
    Podría decirse que Manhunter (1986) es el primer film que plasma su visión artística y los temas que lo obsesionan. Basado en Red Dragon de Thomas Harris, mostró al personaje de Hannibal Lecter por primera vez, interpretado por Brian Cox (a quien, vaya a saber Dios por qué, se le llama ‘Lecktor’ en vez de Lecter) mucho antes de que Anthony Hopkins lo volviese famoso en The Silence of the Lambs. Ya en ese relato existe la tensión entre dos tipos de hombre, unidos por la escrupulosidad con que ejecutan sus respectivos trabajos y enfrentados por sus modos de lidiar con la vida. Aquí Lecter es el obsesivo al que nada le produce más placer que la perfecta ejecución (literal, en este caso) de su tarea dilecta, mientras que su adversario, el policía Will Graham (William Petersen, mucho antes de C.S.I.), es aquel que entiende que no puede hacer bien su trabajo sin destruirse en el proceso: para atrapar a un asesino serial, Graham necesita meterse dentro de la cabeza del victimario –es decir, convertirse él mismo en un monstruo.
    En The Last of the Mohicans (1992), el hombre escrupuloso y apegado a su tarea diaria es Hawkeye (Daniel Day Lewis), un blanco que ha sido adoptado de niño por un indio mohicano. La sensatez de Hawkeye colisiona constantemente con diversas variantes del romanticismo, que van de la generosidad de su hermano adoptivo Uncas al autoengaño de los militares ingleses liderados por el coronel Munro. Aunque enfrentado con el hurón Magua (Wes Studi, en una actuación que pone la piel de gallina), Hawkeye comprende que a nadie se parece más que a su enemigo, en su intensidad y en su forma de abrazar la vida. Lo único que los diferencia, en todo caso, es el destino: Magua hace lo que hace porque le han matado a su mujer y a sus hijos, y Hawkeye hace lo que hace intentando que el corazón de Cora Munro, su enamorada, no termine del modo más literal en las manos de Magua. Y todo, por supuesto, por culpa de la intrusión del conquistador blanco.

(Continuará.)



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
5 de agosto de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Quince años después

Click here to view the embedded video. Esta es breve filmación de los lugares donde hace quince años ocurrió el estallido social conocido como el ?maleconazo?. Hoy me he paseado por la avenida costera y por la zona del embarcadero de la lancha que va a Regla. Vi algunos corresponsales extranjeros haciendo entrevistas, el muro frente al mar extrañamente vacio y policías apostados por todas partes. Las mismas calles y sin embargo ahora los rostros de la gente parecen menos convencidos -que aquella vez- de que acerca el final.



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
5 de agosto de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Nooteboom en Menorca

Cees Nooteboom en Menorca. Foto: Cristobal Manuel. Fuente: elpaís Cees Nooteboom ha aparecido muchas veces en este blog. Es un autor extraordinario, en especial cuando comenta sus impresiones de viaje (que casi siempre son interiores, aunque Nooteboom es un nómade sin dudas). Ahora, gracias a la publicación de un nuevo libro suyo titulado Lluvia Roja (siruela) y a su estancia vacacional en Menorca, Winston Manrique lo entrevista para "Babelia". Aquí algunas preguntas salpicadas:¿Qué es lo que recomienda al viajero?¡Dejarse llevar! Llegar a una ciudad, ir a la terminal de autobuses, tomar cualquiera y dejarse llevar. Así habrá aventuras, cosas feas, cosas bellas, gente interesante, gente aburrida. Nunca se sabe. Así el mundo se ensancha. Y si puede aprender el idioma antes de viajar mucho mejor, entonces el mundo sí que será grande y diferente.P. ¿Qué fue lo que le inoculó entonces el deseo de viajar por siempre?R. Lo que es difícil para los otros para mí es normal. Es la práctica. El viaje sale de la curiosidad, de ver cómo viven los otros.P. ¿Y de la posibilidad de perderse entre la gente, como ha escrito?R. Suena un poco romántico, pero es el deseo de ser anónimo. Es interesante porque en algunos momentos significativos políticamente estar en la multitud es una experiencia indescriptible. Sea París del 68 o Berlín del 89. Hay algo también erótico en ser parte del espíritu de la multitud. Es más que por el momento histórico, es sentir la excitación de compartir ese momento especial.P. ¿Por qué esa querencia por España?R. Es un poco raro. Italia fue la gran sorpresa al principio. El Norte es un poco más sombrío. Holanda era calvinista como espíritu, y con 20 años me encontré con una Italia que era ópera bufa, más chispeante. Después vine a España, y aunque era la luz del Sur pesaba mucho, eran los tiempos de Franco. Un país pobre y poco atractivo. Hay que leer, por ejemplo, al Norman Lewis de Las voces del viejo mar, donde describe la Cataluña de los cincuenta. Pero lo que me atrajo fue la cantidad de espacio, viniendo yo de un país sobrepoblado. Entonces viajar por España era viajar como Stendhal en su tiempo. Desde esa primera vez en 1954 no he faltado ni un año. Me gusta el paisaje de Castilla, su tono cobrizo. Ésa es su esencia.P. De tantos lugares maravillosos que ha visitado, ¿por qué eligió Menorca?R. Porque está más cerca de mi casa en Holanda y por casualidad. Había un sobrino que quería ir a Ibiza y le dijeron que estaba llena, pero le recomendaron Menorca. Él vino y me dijo que era un lugar muy tranquilo y bonito. Así la conocí, y después compré una casa. Además, buena parte de la isla es agrícola y no se puede construir. Para hacer este pequeño despacho he tardado 30 años para que me dieran el permiso.P. ¿Cómo fue ese viaje al pasado del que surge Lluvia roja?R. Tenía mis viejos diarios que volví a leer y me encontré con un joven casi sin talento, pero con cierta madurez.P. Pero hay ideas buenas y frases bonitas, aunque dice que ve a un joven romántico con el cual no se identificaría hoy.R. Es posible. Fue una sorpresa encontrarse después de tantos años en esos cuadernos. Hay otro problema, y tiene que ver con mi vida y mis padres. Él murió en 1945 poco antes de acabar la guerra en un bombardeo de los aliados. Un día hicieron una exposición de mi vida y obra en el Museo de La Haya y encontraron que mis primeros siete años, de 1933 a 1940, habíamos cambiado de casa ocho veces. Fue un descubrimiento porque yo no lo recordaba. Pregunté a mi madre y la conclusión es que no era una época muy buena para mis padres, como él tenía buen aspecto pues le alquilaban una casa y después de varios meses sin pagar nos íbamos.P. Habrá pensado que ahí está el germen de su nomadismo.R. Es demasiado fácil. Mis padres se divorciaron, viví unos años con mi madre, luego ella se casó con un señor muy católico y había un problema: yo era un chico muy difícil. Así es que fui a un internado con monjes agustinos y luego franciscanos, pero todos me tiraron porque no me soportaban. Aunque no terminé el colegio, aprendí griego y latín y tres idiomas. Por eso cuando hace unos diez años la Universidad Católica de Bruselas me dio el honoris causa dije que esperaba que éste fuera mi graduación y que confiaba en que dejaría de tener pesadillas con el examen de matemáticas. ¡Y así ha sido!P. Este libro es un mosaico de recuerdos con cierto toque de nostalgia. ¿Es bueno vivir de evocaciones?R. Para mí es inevitable, no puedo escapar de ellas. Es normal. Ahora escribo sobre gente que ha desaparecido.P. ¿Y qué mira más: su pasado con esas personas o lo que hará su ausencia?R. Ummm... El presente en el cual uno está escribiendo. Es normal que a esta edad uno piense en los desaparecidos, además ya no se hacen muchos nuevos amigos. Este año han muerto tres, uno de ellos ha sido el escritor Hugo Claus, que tenía Alzheimer. Con él hemos tenido una ceremonia de adiós. Quería ir al hospital para morir, pero en Holanda el Alzheimer no es considerado un sufrimiento imposible. Así es que fue a Bélgica. El asunto con esta enfermedad es que uno puede decidir cuándo ha llegado el momento, pero si esperas mucho no puedes decirlo y la ley interviene porque hay que estar consciente. Para todos es una enfermedad imparable y dolorosa, pero para los escritores sin duda más porque la memoria y la imaginación son nuestras herramientas.



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
5 de agosto de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

El mar y la playa

Tenía nueve años la remota mañana en que mi madre me llevó a conocer el mar. En aquel entonces, como un buen niño boliviano, yo había mitificado el mar como aquel lugar donde todas las cosas maravillosas ocurrían y cuya ausencia producía, en las repúblicas que lo padecían, bloqueos emocionales y atrasos que se acumulaban como eras geológicas.

Eran los quince años de mi hermana, y su regalo fue un viaje a Miami; como ella no era muy alta, la hicieron pasar como si tuviera trece años, y así su pasaje en avión se convirtió en medio pasaje -lujos que las aerolíneas se daban en esos tiempos-, y yo me sumé al viaje con el medio pasaje restante. Nada del tour en que nos encontrábamos, ni siquiera el Reino Mágico de Disney en Orlando, me despertaba tanto la curiosidad como ese lugar del cual se hablaba con tanto fervor en las horas cívicas en mi colegio en Cochabamba, y que cada lunes por la mañana, mientras cantábamos el himno, prometíamos recuperar aunque para eso tuviéramos que ofrendar nuestra sangre.

Fue por eso que, cuando entré a la habitación en el noveno piso de ese hotel de colores pastel en la ciudad de Miami, lo primero que hice fue acercarme al balcón y mirar hacia el azul intenso que se ofrecía a mis pies. Al fondo del horizonte se recortaba la silueta de un par de barcos, esas otras criaturas extrañas para el habitante de un país tan trágicamente orgulloso como Bolivia, que se jactaba de tener almirantes y contraalmirantes, criaturas vestidas de blanco que sólo aparecían, en esos días, cuando había un golpe de estado y se necesitaba formar el triunvirato militar que se haría cargo de la nación.

De lejos, todo era poesía. Pero al día siguiente, cuando mi madre, mi hermana mayor y yo nos asomamos a la playa, encontramos demasiados vestigios de prosa en medio de ese gran poema. Los bañistas se echaban sobre sus toallas como ballenas hambrientas, acumulando a su lado, bajo rutilantes sombrillas multicolores, latas de refrescos y bolsas de comida. Había marcas registradas por doquier, y la arena quemaba tanto que uno debía usar sandalias o caminar de puntillas. Los niños jugaban a construir castillos de arena, los jóvenes entraban y salían del agua, que iba perdiendo el azul con que la había visto desde la ventana de mi habitación y se ennegrecía.

No puedo decir que haya sido del todo una decepción. Sólo que de pronto sentí que no era para tanto. O quizás había que hacer una distinción significativa: mientras el mar era inmenso y convocaba una multitud de sentimientos, la playa era un lugar estrecho pese a lo infinito de sus granos de arena, un espacio que se achicaba a medida que avanzábamos sobre él. Y era imposible, hoy, disfrutar sólo del mar sin tomar a la playa en cuenta. Allí, la historia que me contaban en el colegio se desvanecía, y los temidos nombres de nuestros enemigos se difuminaban.

Pasé dos semanas en Miami. No tardé mucho en acostumbrarme al rumor del oleaje, al azul interminable desde la ventana, al bullicio de los niños en la playa, a las gordas con sus bikinis antiestéticos. Aprendía que uno exaltaba lo que no tenía, y que la fuerza de la costumbre terminaba por naturalizar todas las cosas al punto tal que uno dejaba de prestarles la atención. El mar y la playa, para un niño boliviano, eran la utopía hecha materia, pero cuando ese niño se convertía en un turista más, todo volvía a ser ordinario. Tanto, que hubo días en que ignoré el mar y la playa y preferí bajar a la piscina y tender mi toalla de un amarillo desvaído al lado del trampolín con, ironía de ironías, una novela de Emilio Salgari en las manos. El pirata Morgan era mi héroe de los nueve años; me gustaba, los días que no teníamos que ir a Busch Gardens o Seaquarium, pasar las horas leyendo aventuras de piratas y corsarios en los mares peligrosos. De pronto, sin darme cuenta, había un momento de la lectura en que ese mar y esa playa a las que le daba la espalda en Miami recobraban su aliento mítico, su talla inmensa, y yo, nosotros, volvíamos a ser los pigmeos que osábamos, atrevidos, profanar el corazón de su reino. Todo volvía a su mágico lugar.

(Etiqueta Negra, febrero 2008; reproducido en Letras Libres-España, agosto 2009)



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
5 de agosto de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Entre Pinto y los envidiosos

 

  

Parece bastante aceptado por todos que los españoles somos grandes envidiosos y que esta envidia pasa de padres a hijos como el pelo rubio o los ojos castaños, y sólo algunos santos o sabios muy sabios han logrado librarse de dicha lacra, que no nos deja disfrutar a gusto de la vida. ¡Qué envidia dan los que no sienten envidia! Conozco gente que se ha marchado a vivir a otros países huyendo de la envidia de sus colegas y a veces incluso de la propia porque ojos que no ven corazón que no siente cómo prosperan otros. Cuántos caminos profesionales ha cortado la maldita bestia, y sentimentales y de todo tipo. "Que le den" es la última frase castiza que resume el desdén hacia el envidiado, ese ser merecedor de que lo machaquen. ¿Por qué? ¿Porque es poderoso? ¿rico? ¿porque es guapo? A veces sí y a veces no, la envidia no siempre es tan lógica. En ocasiones basta con que alguien no se sienta derrotado o que en sus ojos asome un punto de orgullo. ¿Qué se creerá ésta?, ¿qué se creerá éste?, piensa el monstruo verde de fuerza portentosa. Y lo más llamativo es que no por tenerlo todo se está curado, siempre hay algo que se escapa. Puede bastar con que alguien haga gala de una sonrisa espléndida o que sepa contar chistes para que caiga sobre él uno de los sentimientos más complejos e inagotables con el que se han creado nuestros mejores mitos y tragedias.

            La envidia, los celos, ¿dónde está la frontera? Pero a lo que aspira el gran envidioso, el envidioso de raza, es a despertar envidia en los demás, aspira a hacer todo lo suyo tan deseable que duela. Desea ver reflejada su debilidad en otros, aunque sin que se den cuenta porque entonces podrían manipularle. No estaría mal que del mismo modo que se hacen estudios sobre los hábitos sexuales o de lectura de la población se hiciera también sobre la costumbre de envidiar. Quizá serviría para conocernos mejor. La envidia mueve el mundo.

            En el fondo, todos nos comportamos como ese escritor que tras un éxito sonado entraba cojeando en el café para engañar al monstruo. Un monstruo, casi un animal doméstico para los españoles, con el que sabemos convivir y torearle cuando es necesario. Y tendríamos que perder mucho los nervios para descomponernos como Anastasia Davydova, estrella del equipo ruso de natación sincronizada, y gritarle a las españolas que les habían plagiado sus coreografías. La costumbre de ganar, chicas, os ha hecho malas. Roger Federer tampoco lo llevó bien al perder en el Abierto de Australia del año pasado, en que aguó con sus abundantes lágrimas el éxito de Nadal. ¡Qué incómodo se lo pusiste, muchacho! Ningún gran envidioso español habría consentido que se le escapara la envidia por los ojos. Se te ha quedado cara de envidiosillo para los restos por mucho número uno que ahora seas.

            Está visto que el mundo del deporte tendría que hacer un cursillo de "domina tu envidia" para que se apuntase a él Lance Armstrong. Otra vez la costumbre de ganar le ha nublado la razón a un gran campeón. Alberto Contador, ese chico de Pinto,  que se ha hecho dos veces con el Tour, ha tenido que soportar una especie de envidia cósmica que consiguió que en el podio sonara el himno de Dinamarca en lugar del de España. Y eso que los envidiosos somos nosotros, no sé cómo les llamarán en sus respectivos países a todos estos.

Por cierto, Casillas de Móstoles, Contador de Pinto, Penélope Cruz de Alcobendas. La elite ya no está en el centro, el talento está ahí afuera. Seguramente a partir de la hazaña de Contador mucha gente se animará a visitar a Pinto y a descubrir sus encantos. Está situado al sur de la capital y tiene casi 50.000 habitantes. Linda al norte con Getafe y al sur con Torrejón de Velasco y Valdemoro. Al este con San Martín de la Vega y al oeste con Parla y Fuenlabrada. Aún llegamos a tiempo de disfrutar de las fiestas de su patrona, Nuestra Señora de la Asunción, del 9 al 15 de agosto. Pero lo que de verdad me hace ilusión visitar es el Parque Arqueológico Gonzalo Arteaga, que francamente es como si me lo hubiese descubierto el mismísimo Alberto Contador. No sabía que a 20 kms de mi casa podía encontrarme con algo tan fascinante. Por la información de página Web se trata de un espacio donde vivir la prehistoria, con representaciones de arte rupestre, construcciones neolíticas, romanas, todo tipo de objetos, juegos para niños, y va del Paleolítico a la época visigoda. ¡Qué envidia! No me lo pierdo, será la próxima salida que haga de casa en este caluroso verano.



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
5 de agosto de 2009
Blogs de autor

III. ¿Qué fue de las transformaciones revolucionarias?

Desde el comienzo de los años noventa, tras la derrota electoral del sandinismo, los ideales de solidaridad y entrega a los más pobres y necesitados pasaron a ser sustituida por el culto exacerbado al individuo. El reino prometido es hoy para los jóvenes el de las oportunidades personales, y la nueva filosofía sin cuestionamiento dice que yo soy mi propio prójimo. Por supuesto, el sálvese quien pueda campea hoy en América Latina; pero sólo en Nicaragua hubo una revolución.

Y sólo Nicaragua proclamó con terquedad en el continente su derecho de país pequeño a la independencia política, lejos de la sombra tradicional de los Estados Unidos, presente en la historia desde que William Walker, el filibustero sureño, se proclamó presidente del país a mediados del siglo XIX, un dominio que tras repetidas intervenciones militares duró hasta el fin del reinado de la familia Somoza. Esa defensa de la soberanía, parte de los ideales de rescate de la nación, llevó al extremo del enfrentamiento y la agresión durante la era Reagan.

La severa enemistad de Reagan, que puso la máquina del imperio a trabajar en contra de un pequeño país en rebeldía como si se tratara de una potencia mundial, hizo que el gobierno sandinista tuviera que concentrar todos sus esfuerzos en la guerra, y dejara en el camino sus mejores ambiciones de transformación de la sociedad.

¿Qué fue las transformaciones revolucionarias?

Leer más
profile avatar
5 de agosto de 2009
Blogs de autor

¿Quien diseñó el Times New Roman?

El carácter más utilizado en el mundo, el "Times new roman" tenía hasta ahora un solo padre: Stanley Morison, el más famoso de los creadores de tipografía. Pero, puede ser que no sea tanto un creador como un ladrón. Un artículo del Financial Times puede provocar un cierto desconcierto entre los historiadores de la tipografía al explicar, con unas pruebas limitadas pero reales, que el verdadero creador es un tal William Starling Burgess. Un apasionado del diseño que se dedicó, de un día al otro, a la construcción de aviones.

Según el artículo la creación de la familia de caracteres es de 1904. Morison, como todos sabemos la entregó al "Times" de Londres en 1932. Matthew Carter, que es ahora la estrella de este negocio (es el creador del Georgia y del Verdana, caracteres hechos para Internet) no descarta la hipótesis del robo por Morison. Lo que hace decir que en un mundo sobre informado como el nuestro, no sabemos de manera cierta quien es el creador de una forma muy común que circula desde poco antes de la segunda guerra mundial. No sabemos nada.

Leer más
profile avatar
5 de agosto de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

No es Tiberio

Que algo huele a chamusquina en Italia lo notas enseguida cuando en cualquier colmado puedes encontrar unas extrañas cervezas en cuyas etiquetas aparecen distintos retratos de Mussolini o de Hitler, ambos en actitud desafiante, bajo el pretexto de que se trata de "cervezas de la historia". Pero esto es menos elocuente que la ausencia de signos de protesta contra la deriva de la política italiana. Viví varios años en Italia y he vuelto a ella siempre que he podido, pues no creo que haya un destino mejor. Sin embargo, en mi último viaje, hace sólo unos días, he tenido una rara impresión de conformidad colectiva. Ningún cartel contra Berlusconi, ninguna pintada contra las medidas recientemente adoptadas por el Parlamento.

Frente a lo que cabría esperar, los italianos hablan poco del asunto, y eso, desde luego, contribuye a incrementar la sensación de extrañeza. La patria de Fellini debería disfrutar del espectáculo ya que, de momento, no ha podido evitarlo. Y no obstante, por regla general, se impone un imprevisto silencio. Y el visitante, por más que conozca el país, le cuesta adivinar los componentes que conforman este silencio: algo de hastío y mucho de esa peligrosa inercia a través de la que históricamente el hombre qualunque se lanza de vez en cuando en el precipicio.

Si Berlusconi fuera un nuevo Tiberio, como con mucho moralismo y poca cultura insiste cierta prensa europea, los perfiles serían nítidos; pero entre el anciano libertino de Capri y el rey bufón de Cerdeña, las únicas coincidencias son la edad y el lujo insular. Por lo que nos cuentan los historiadores, Tiberio, que fue un notable emperador, sucumbió en sus últimos años a una suerte de permanente orgía destructiva y autodestructiva. Con relación a este frenesí demoniaco, la depravación de Berlusconi, de creer a las cortesanas de poca monta que le acompañaban, consiste en trasladar a su realidad íntima la televisión detritus que tanto ha contribuido a crear hasta conseguir, casi, un régimen de monopolio visual con el que chantajear a sus compatriotas. Y escapar al libertinaje de la zafiedad puede ser más difícil que evadirse del terror de un Tiberio.

 

El País, 11/07/2009



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
5 de agosto de 2009
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.