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Salvar a la patria cuesta una pasta

Es una grave injusticia la escasa gratitud pública que mostramos hacia el heroico gobierno de Cataluña. Lleva ya un montón de años luchando a brazo partido contra los catalanes, tratando de persuadirles para que sean catalanes, pero los catalanes, gente montaraz e insumisa (ya se vio en tiempos de Franco), no enmiendan.

    Lo han intentado por todos los medios, con sermones de altísimo rigor intelectual (ahí ha destacado el joven Herrera de finos aires abaciales), con el ejemplo a la manera de los misioneros en tierra pagana (¡mártir Carod!), y también con la firme mano que sostiene la porra. O sea, con multas, una fruslería, una futesa: entre 2003 y 2006 recaudaron 225.225 Euros en sanciones contra catalanes con ramalazo español. Los últimos tres años han superado tan tímida cifra, pero no hay datos solventes para no dar armas al enemigo. Considérese que cada multa obedece a una denuncia previa ya que hay un número discreto de patriotas (lo mejor de la sociedad, no hay que decirlo) que se sacrifican denunciando al prójimo. Una auténtica élite secreta que constituye el escuadrón de choque del social-nacionalismo de Montilla.

    Pero no hay descanso. Hoy son los catalanes que tienen el privilegio de poseer salas de cine los que se niegan a catalanizar su negocio. Dicen que el doblaje al catalán les arruinaría, como si eso fuera una excusa. ¿Se imaginan a San Ignacio de Loyola arguyendo que cristianizar la China iba a ser la ruina? Ya se sabe que salvar una patria siempre cuesta dinero. ¡Sobre todo cuando se tiene en contra a la población!

    En los últimos treinta años nuestros misioneros políticos han gastando cientos miles de millones de euros (ajenos, por suerte) para obligar a los catalanes a que sean catalanes. Ya se ve que la cosa no va como la seda. Por eso suenan voces en el gobierno que estudian una alternativa audaz: emigrar a Zaragoza. Según expertos profesores de la Autónoma, los aragoneses están deseando ser catalanes y la capital de Cataluña quedaría preciosa junto a la Pilarica. ¡Les deseamos de todo corazón un gran éxito!

Artículo publicado el sábado 30 de enero de 2010.

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1 de febrero de 2010
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Vic desde Davos

La población mundial dejará de crecer dentro de 40 años, según Naciones Unidas. Pero en estas cuatro décadas todavía aumentará un 50 por ciento más, desde los 6.830 millones de seres humanos que habitamos ahora el planeta hasta 9.150 millones. No es novedad alguna este crecimiento desbocado de la humanidad: en realidad se ha ralentizado un poco, pues en los últimos 50 años hemos estado creciendo a un ritmo del 1?8 por ciento anual, mientras que ahora estamos creciendo al 1 por ciento.

Los expertos reunidos en Davos han sacado punta a la metáfora de la bomba demográfica, acuñada por Paul Ehrlich en 1968, esa idea de que el crecimiento de la población en el siglo XX iba a producir una catástrofe alimentaria mundial, hasta sustituirla por otra, la de una bomba de fragmentación ('cluster bomb'), que dispersa pedazos explosivos cada uno con capacidad para actuar letalmente por su cuenta. Esta nueva idea permite distinguir entre comportamientos totalmente distintos en los países occidentales (Europa, América del Norte y Japón), con una población declinante y envejecida, y los emergentes, donde la población seguirá creciendo, con el matiz de que serán los más frágiles y pobres los que experimentarán los incrementos más espectaculares. Lo que llamamos ?occidente? representaba una quinta parte de la humanidad en 1.800, en 2000 ya era el 17 por ciento y 2050 será sólo el 12 por ciento. Lo mismo sucederá con el peso ?occidental? en la riqueza mundial y las clases medias, concentradas hasta hace muy poco en las ciudades europeas y ahora engullidas por las clases medias globales, que habitan las nuevas grandes megalópolis y tienen una incidencia determinante en el consumo mundial. La vieja Europa necesitará 70 millones de trabajadores de aquí el 2050, a riesgo de poner en peligro el modelo entero de sociedad, su nivel de vida y su estado de bienestar. Al contrario de lo que difunde la demagogia populista, lo único que puede dar un impulso de competitividad y de innovación en las cansadas sociedades europeas es la aportación y el mestizaje que aportan los jóvenes de origen familiar alógeno. Ahí no caben ?buenismos? ni ?malismos?: nada va a frenar las migraciones desde el campo a la ciudad y desde los países más pobres a los más ricos. A lo más que se puede pretender es organizar y gobernar este plebiscito mundial en el que los más necesitados votan con los pies y con las pateras si hace falta. Davos significa el sueño, mantenido durante años, de una globalización gobernada, es decir, un mundo conducido por alguien. Hasta 2008 era bien claro a quien se atribuía la tarea de conductor, desde el crecimiento económico hasta la organización de las relaciones internacionales. La presidencia de Bush y la crisis financiera indicaron un nuevo camino, todavía indefinido en la anterior reunión de 2009, debido a la llegada todavía reciente de Obama a la Casa Blanca. Ahora ya está todo claro: han llegado los emergentes, China, India y Brasil por este orden, pisando fuerte y con exigencias en todos los terrenos; el G 20 se ha ocupado de evitar la gran recesión que hubiera ocasionado el colapso de la circulación fiduciaria mundial; pero todavía no existen los resortes eficaces para gobernar el mundo en cuestiones tan acuciantes como la población, el cambio climático, la pobreza o la proliferación nuclear. Vic desde Davos no son las lecciones sobre la demografía mundial que imparten los expertos: nadie desde la cercanía suele atender los consejos cuando debe resolver los problemas cotidianos que plantea un cambio demográfico masivo en casa. Lo ocurrido en Vic, como en Torrejón, es un reflejo de este mundo desgobernado, en el que los Estados son todavía los únicos sujetos de derecho que pueden decidir, pero las decisiones que deben tomar escapan a sus capacidades y exigen la concertación y la gobernanza primero europea y luego incluso mundial. No es España la que se deshilacha; es Europa la que no es capaz de gobernarse y el mundo global e interdependiente el que no tiene instrumentos, al menos todavía, para organizar su gobierno. Ni en políticas migratorias, ni prácticamente en nada.

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1 de febrero de 2010
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Murió Tomás Eloy Martínez

Tomás Eloy Martínez. Fuente: rubendariobuitronEl escritor argentino Tomás Eloy Martínez, ganador del Premio Alfaguara con El vuelo de la reina y figura importantísima de la literatura latinoamericana, murió hoy a los 75 años. Desde aquí le envío un fuerte, muy fuerte, abrazo y mis condolencias a Ezequiel Martínez, su hijo, a quien conocí en Bogotá39 y a quien sigo diariamente en su extraordinario blog "En Minúscula" y en la revista Ñ. Dice la nota en los cables:El prestigioso periodista y escritor argentino Tomás Eloy Martínez, autor de novelas como ?Santa Evita?, murió hoy a los 75 años tras una larga lucha contra el cáncer, según informa en su web el diario La Nación, del que era columnista. Entre sus principales novelas figuran ?Santa Evita?, traducida a más de 30 idiomas, y ?La novela de Perón?, basadas en las vidas del presidente argentino Juan Domingo Perón (1946-1955 y 1973-1974) y su segunda esposa, Eva Perón, en las que combinó elementos de la ficción y la realidad. Asimismo fue el autor de otras muchas novelas como ?El cantor de tango?, ?La mano del amo?, ?El vuelo de la reina? y ?Purgatorio?, la colección de relatos ?Lugar común la muerte? y el relato periodístico ?La pasión según Trelew?, además de escribir libretos de cine y televisión. Era asimismo columnista de los diarios ?El País? de España y del ?The New York Times?. Nacido en San Miguel de Tucumán en 1934, tuvo una larga trayectoria como periodista, novelista y crítico de cine, además de haber trabajado en importantes medios argentinos como el diario ?Página 12? y el semanario ?Primera Plana?. A su vez, fue reconocido también por su intensa actividad académica brindando conferencias y cursos en universidades de todo el mundo. Vivió exiliado en Caracas durante la última dictadura militar argentina (1976-1982). Allí se mantuvo en la actividad periodística: fue editor del periódico ?El Nacional? y fundó ?El Diario de Caracas?, ocupando el cargo de jefe de redacción hasta 1979. Vivió gran parte de su vida en Estados Unidos, donde dirigió el Programa de Estudios Latinoamericanos de la Rutgers University, en New Jersey, siendo profesor distinguido de la institución. En 2002 fue galardonado con el premio Alfaguara, uno de los más importantes concursos literarios en lengua castellana, por su novela ?El vuelo de la reina?.Hace unos meses, Tomás Eloy Martínez recibió el Premio a la Trayectoria Cultural de la Revista Ñ del diario Clarín. No pudo recogerlo por estar enfermo, en su lugar lo hizo su hijo Jorge Aulicino. En esa ocasión, Ezequiel Martínez, editor de Ñ, presentó el premio con una confesión entrañable:Quisiera terminar con una confesión. Cuando era chico, jugaba a ser como él. Lo acompañaba a las redacciones donde trabajaba y lo veía tipear con devoción las teclas de su máquina de escribir. Me gustaba imitarlo cuando revisaba las pruebas de imprenta o cuando se concentraba buscando datos en algún archivo de hojas amarillentas. A veces, si le prometía silencio y compostura, me permitía escoltarlo en sus entrevistas, que luego transformaba en piezas periodísticas que parecían cuentos de ficción. Narraba la realidad con las herramientas de la imaginación. Y yo sabía que de grande quería hacer eso. Yo quería, como quieren todos los chicos, ser como mi papá."Estoy seguro de que su Tomás Eloy estaba tan orgulloso de Ezequiel como él de su padre.

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1 de febrero de 2010
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Otro elogio de la lectura

 

1. Conversaciones en Madrid

Tiene razón Basilio Baltasar: el papel, me dijo, es para siempre.

No se trata, claro, de tapar el sol con un libro, y creo que es bueno que la tecnología de la lectura ponga a prueba el valor del papel impreso. Pero yo también dudo que termine por sustituirlo.
 
Estos días, entre viajes, he tenido alguna evidencia de ello.
Casi en cada vuelo alguien llevaba un libro electrónico en las manos, leyéndolo a sorbos, pulsando alternativas, evidentemente complacido de acariciar su poderoso juguete.  

Los primeros libros también tuvieron dueños decorativos, que más que leerlos los exhibían. La nobleza no era precisamente lectora, y leían más las clases ascendentes. El Kindle es también un signo de estatus.

Ya sabemos que la tecnología es una fuerza democratizadora, pero puede dejar de serlo y convertirse en otro aparato ideológico. Aunque parece hoy inconcebible, en sus inicios la televisión fue una promesa de desarrollo humano.  

Hoy todavía creemos que la tecnología de los juegos de video tendrá, en el futuro, una función educativa.  Aunque no sé si tú, crédulo lector, tienes alguna esperanza.

Leer es creer, ciertamente, pero la conversión de la tecnología en entretenimiento nos ha hecho, frente a los países más avanzados, no precisamente aldeanos (“¡qué inventen ellos!”); tampoco vanamente defensivos (“Y, pues contáis con todo, falta una cosa: ¡Dios!”), pero sí algo cautelosos.  Hace tiempo que José Emilio Pacheco lo dijo mejor: “Ahora todos sabemos para quien trabajamos.”

Por ello, uno concluye (provisionalmente, por sentido crítico) que la gran diferencia entre la revolución de la imprenta y la post-revolución de la tecnología digital es la noción del cambio en cada caso. La primera produce un nuevo objeto, una forma distintiva, que transforma la lectura como actividad individual, creativa y cambiante.  Cada libro es el mismo pero cada lectura es otra.

El libro electrónico ya no es un libro, es un aparato de información: postula el lenguaje como entetenimiento instantáneo, permutable y serial.  No sostiene (intuyo, interpreto, evalúo: leo) el escenario crítico de la lectura sino la indistinción de una lectura dependiente, poco íntima y más pasiva.
Pulsar botones es una actividad programada. Leer sobre el papel es más participativo. Y sin intervenir en la producción de la lectura, en su mecánica abierta, el exceso de información  virtual aumentará la pasividad.
Me doy cuenta de que escribo esto desde un blog, como si lo hiciera en un papel.  Pero se que éste ligero anacronismo se redime en la conversación.
Este discreto escepticismo ante la era ultramecánica de la superproducción digitalizada de la post-lectura, donde el sujeto es un operador creado por el aparato, no se debe, en todo caso, al libro y sus posibles formatos sino a las operaciones de lectura que esos dispositivos postulan. 

El libro impreso, las revistas impresas, los periódicos impresos no están condenados a desaparecer mientras sigan abriendo espacios de investigación, crítica, aprendizaje e imaginación donde el lector sea convocado como sujeto creativo y libre, capaz de juicio y verdad.  Esto es, capaz de hacerse en la lectura.

Por lo tanto, las preguntas sobre la lectura que nos debemos serían: ¿Estamos haciendo el mejor periodismo? ¿Estamos publicando los mejores libros?
Y ya que de libros se trata, ¿se lee en los diarios una crítica (reseñas, comentarios, reportajes, entrevistas) capaz de alentar  la inteligencia de la lectura, la calidad del lector?
 

 

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31 de enero de 2010
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Invisibilidad

Si Davos es una bolsa de cotizaciones sobre el poder y la influencia internacionales, España viene cotizando históricamente muy por debajo de su realidad económica, política y cultural. Veamos las pruebas. Basta con ver la lista de los participantes y sobre todo de las intervenciones públicas en las que ciudadanos españoles figuran en los paneles de discusión o en la moderación de los debates: muy pocos banqueros, escasísimos empresarios, algunos economistas y poco más. Suelen estar siempre, naturalmente, los que cuentan internacionalmente: Joaquín Almunia, aún comisario de Asuntos Económicos y Monetarios que tomará posesión de la cartera de Competencia dentro de una semana; Jaime Caruana, director general del Banco Internacional de Pagos de Basilea, y naturalmente algunos de los ministros vinculados a los temas del Foro: este año la vicepresidenta Elena Salgado.

Los presidentes españoles no son clientes habituales del Foro de Davos ni hay perspectiva de que lo sean. El manejo de idiomas, sobre todo del inglés, cuenta decisivamente a la hora de sacar provecho de los contactos y citas, donde sólo hay intérpretes cuando es literalmente inevitable. Y no está de más recordar que ningún presidente de la democracia, a excepción del efímero Calvo Sotelo, ha podido hablar directamente en público a un auditorio no español, incluido Aznar, que aprendió el inglés ya como ex presidente. Esta circunstancia tiene un valor relativo, naturalmente. Pero Zapatero tuvo la mala suerte el pasado miércoles de que su handicap quedara subrayado a la hora de hacer su intervención, por una caída del sistema de audio que obligó a la intérprete a situarse en su flanco para susurrarle la traducción española y a subir luego al atril para interpretar en inglés su intervención. Zapatero estuvo bien en las dos intervenciones que realizó en el Foro: la primera sobre la crisis financiera en Europa y la segunda sobre la gobernanza mundial, principalmente alrededor del cambio climático. Sorteó correctamente los nubarrones alpinos que le esperaban. Algunos de los periodistas anglosajones que han escrito los artículos más acerbos contra su gobierno, con motivo del arranque de la presidencia europea, acudieron a escucharle, pero fijaron su atención en Grecia y en Giorgios Papandreou, que aunque habla inglés como corresponde a quien se ha educado en Estados Unidos, no consiguió convencer ni a los periodistas ni a los mercados sobre la credibilidad de los bonos griegos. A Zapatero le ha acompañado, así, una suerte bien repartida. También ha jugado en su contra otra circunstancia. En principio, debía hablar en una mesa redonda sobre el futuro de Europa, exactamente la repetición de una mesa del mismo tipo en la que participó Aznar, ahora hace exactamente diez años, en la que se pudo envanecer de la entrada de España en el euro y de las cifras de ocupación en comparación con las que le había dejado González. Pero precisamente la crisis económica y su susceptibilidad ante las críticas de la prensa anglosajona dieron que pensar a los organizadores: al final decidieron que sería mejor dedicar el panel al euro y las dificultades de las finanzas públicas europeas. Además, la mala fortuna quiso redoblar: no acudieron al panel el primer ministro belga, Yves Leterme; el belga, Jan Peter Balkenende, y el presidente polaco, Lech Kascynski; y quedaron solos, junto al presidente del Banco Central, Jean-Claude Trichet, con su rostro de profesor severo, los tres malos alumnos: el presidente letón Valdis Zalster, el griego Giorgios Papandreu y Zapatero. La mala suerte también se busca. Aznar hace diez años, con su español y su bandera, que quiso colocar detrás suyo en la conferencia de prensa, en un gesto insólito en este Foro cosmopolita, hizo mejor las cosas que Zapatero ahora, cuando éste tiene además la responsabilidad de la presidencia semestral de la Unión Europea y debe ayudar al presidente Herman Van Rompuy a organizar la Cumbre sobre Empleo el 11 de febrero. En el Foro de 2000, además del panel sobre el futuro de Europa, Aznar pronunció un discurso en solitario y convocó una rueda de prensa, muy breve es cierto, pero suficiente para manchar las primeras páginas al día siguiente, cosas que el actual presidente no quiso o no pudo hacer. Hay que subrayar que la actuación de Zapatero está muy en sintonía con el funcionamiento de las cosas en la Unión Europea y quizás en el nuevo mundo multipolar. Si el presidente semestral en ejercicio se limitó a participar en dos mesas redondas, y eludió el discurso especial y solemne dirigido al Foro en compañía de su presidente Klaus Schwab, todavía ha sido más espectacular la decisión de los dos nuevos cargos nombrados por los 27 en aplicación del Tratado de Lisboa. Tanto Van Rompuy como Catherine Ashton prefirieron no quemarse en actuaciones de relaciones públicas con los líderes de todo el mundo en Davos. EE UU mandó a Lawrence Summers, un amigo de la casa de toda la vida, que probablemente aprovechó el Foro para mostrar su fidelidad a Obama y no quedar descabalgado de la Casa Blanca después del giro populista. Ortega dijo que España era el problema y Europa la solución. Siguiendo la ecuación, a una Europa invisible corresponde una España invisible. Exactamente lo contrario de lo que le sucede a Francia: por eso Sarkozy inauguró el Foro y criticó al capitalismo y al mercado en casa del ahorcado.

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31 de enero de 2010
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La nueva guerra ya está aquí

Sus armas son los virus, troyanos o simplemente el spam, todo lo que pueda perturbar o inclusod estruir las comunicaciones digitales. Crecen de forma exponencial. Quienes los lanzan albergan intenciones muy diversas: desde la obtención de un beneficio económico a través de alguna forma de fraude hasta objetivos estrictamente bélicos, de destrucción material del enemigo, pasando naturalmente por el espionaje en todas sus formas: comercial, industrial o directamente político y militar. El problema más preocupante es que se trata de un enemigo que no se identifica como tal. La atribución del ataque es la mayor dificultad a la hora de defenderse. China no se reconoce en los ataques cibernéticos que Google le atribuye para cesar sus actividades allí. Los ciberatacantes suelen utilizar una dirección o IP ajeno para ocultar su identidad, infectando ordenadores mal protegidos, distribuyendo software o incluso mediante la difusión de pendrives. Es la guerra, la nueva guerra, y Davos no podía ser ajena a su análisis, naturalmente.

La asimetría de estas nuevas guerras es extrema. Toda la creatividad que crece con la libertad del mundo digital sirve también para quienes quieren utilizarla con objetivos delictivos o bélicos. Pero la red es también democrática: no hay diferencia entre el tamaño de los agentes que entran en guerra, sean estados o empresas privadas, ni tampoco hay diferencia entre instituciones o individuos con talento y empecinamiento para convertirse en perturbadores del orden. La diferencia de legislaciones entre los países y la ausencia de acuerdos internacionales facilita las cosas a quienes quieren realizar actuaciones agresivas con cobertura legal. Pero lo más difícil de todo es delimitar dentro de estas guerras cibernéticas cuáles son guerras en su sentido literal. Con los ataques informáticos se puede conseguir los mismos resultados que un bombardeo: liquidar las infraestructuras de transporte o de energía de un país y dejarlo sin capacidad defensiva convencional. Esperemos que nunca se llegue a este punto, pero es evidente que los militares y sus jefes, los políticos gobernantes, ya incluyen en sus estrategias defensivas la eventualidad de estos ataques como parte de una estrategia militar. La nueva guerra ya está aquí porque la están preparando unos y otros. Como suele suceder, además, entre quienes están realizando acciones en las fronteras de la legalidad están también los estados y las empresas que realizan espionaje y la preparan mediante acciones ofensivas previas. Una de las curiosidades de la nueva guerra es que nadie se entera de que tiene lugar hasta que ha terminado en su fase final y definitiva, es decir, cuando se produce la victoria, la rendición o el tránsito a la guerra convencional. Como contrapartida, es una guerra que necesita un tratado de paz antes de que se declare. Atención: la verdadera guerra cibernética, si se desencadena, podría ser peor que la guerra nuclear. Estamos quizás en algo parecido a la destrucción mutua asegurada, con el grave inconveniente de que no hay superpotencias con capacidad para detenerla, sino múltiples agentes estatales y no estatales de distintos tamaños y propósitos. Ideas, necesariamente polémicas, sobre cómo hacer esta paz ya existen. Por ejemplo, crear una institución internacional a imagen de la Organización Mundial de la Salud, que se encargue de mantener la salud global de la red y de las comunicaciones. Cuestión central para la seguridad es la identificación, que permite atribuir las responsabilidades de lo que ocurra en la red. Hay que identificar a los usuarios, los programas y las máquinas. Hay que empezar por lo más sencillo: el cibercrimen y la protección de los usuarios infantiles. Habrá que organizar la negociación y firma de un tratado internacional por el que los estados firmantes se comprometan cada uno de ellos a proteger la libertad digital de sus respectivos ciudadanos y a compartir con los otros estados la responsabilidad y la información acerca de la seguridad de la red. El libre flujo de la información, que por definición es global, será el segundo punto que deberá garantizar el tratado. Los firmantes se comprometerán a no ser en ningún caso quienes efectúen el primer golpe en la guerra digital. Cifras y datos: dos millones de virus nuevos han entrado en los dos últimos años. El 22 por ciento de los ordenadores no tienen suficiente defensa antivirus, convirtiéndose así sus propietarios automáticamente en agentes de guerras pasivos e inconscientes. ¿Y dónde está en enemigo? Pues en casa: el 17 por ciento de los ataques salen de Estados Unidos, país que va en cabeza en lo que a ataques se refiere, por delante de Brasil y China con el 7 por ciento. (Estas ideas no me pertenecen. Son de Susan Collins, senadora republicana por Maine; André Kudelski, presidente de Kudelski Group; Craig Mundie, jefe de investigación de Microsoft; Paul Sagan, presidente de Akamai Technologies y Hamadoun Touré, secretario general de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, a quienes preguntó de forma incisiva el profesor de Derecho de Harvard, Jonathan Zittarin. Pude escuchar también algunas de las ideas sobre el tema del equipo directivo de Google, encabezados por Eric Schmidt, que tuvo ayer varias intervenciones en el Foro. Finalmente, hay que leer sobre esta cuestión el artículo de Timothy Garton Ash que se centra en la ?guerra? entre Google y China, hoy en El País.)

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30 de enero de 2010
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Mucho más asustados que yo

El viernes estuvo complicado desde el principio, no lo niego. En la mañana nos faltó Claudio, profesor de fotografía en la Academia Blogger, porque un agente ?que apenas si le enseñó un deslucido carnet con las siglas DSE? se lo llevó detenido. En nuestra casa, después de las clases, hicimos una pequeña fiesta para celebrar el primer aniversario de Voces Cubanas, que ya exhibe26 sitios personales en tan breve vida. Recuerdo que en medio de los abrazos y las sonrisas alguien me dijo que me cuidara. ?En un sistema así no hay manera de protegerse ante los ataques del Estado?, le dije, en un intento por espantar mi propio miedo. Alrededor de las seis de la tarde, íbamos a una reunión familiar. Mi hermana le regaló hace 36 años ?por el día del ferroviario? su primer llanto de bebé a mi padre, en medio de la madrugada. Hasta Teo, con su adolescencia renuente a participar en actividades de ?viejos?, aceptó acompañarnos. Allá nos esperaba el típico cumpleaños de fotos, velas por apagar y ?Felicidades Yunia en tu día, que lo pases con sana alegría?.?. Sólo que varios ojos que acechaban tenían otro plan para nosotros. En medio de la avenida Boyeros, a escasos metros del MINFAR y de la oficina de Raúl Castro, tres autos detuvieron al miserable Lada que habíamos tomado en una esquina. ?Ni se te ocurra pasar por la calle 23, Yoani, porque la Unión de Jóvenes Comunistas está haciendo allí una actividad?, gritaron unos hombres que se bajaron de un Geely de fabricación china que me evocó un fuerte dolor en la zona lumbar. Algo similar viví ya en noviembre pasado y hoy no iba a permitir que me metieran en otro auto de cabeza ?esta vez? junto a mi hijo. Un hombre enorme bajó del vehículo y comenzó a repetir sus amenazas. ?¿Cómo te llamas?? fue la respuesta que nunca tuvo el valor de responderle a Reinaldo. Del espigado cuerpo de Teo brotó una frase irónica: ?No dice su nombre porque es un cobarde?. Peor aún, Teo, peor aún, no dice su nombre porque no se reconoce como individuo sino que es un simple vocero de otros más arriba. Una cámara profesional filmaba cada gesto nuestro, esperando una pose agresiva, una frase vulgar, un exceso de ira. La inyección de terror fue breve, el cumpleaños nos supo amargo. ¿Cómo podemos salir ilesos de todo esto? ¿De qué manera un ciudadano puede protegerse de un Estado que tiene la policía, los tribunales, las brigadas de respuesta rápida, los medios de difusión, la capacidad de difamar y mentir, el poder de lincharlo socialmente y convertirlo en un derrotado pidiendo perdón? ¿A qué le tienen tanto miedo? ¿Qué esperaban que ocurriera hoy en la calle 23 que detuvieron a varios bloggers? Siento un terror que casi no me deja teclear, pero quiero decirles a esos que hoy me amenazaron junto a mi familia, que cuando uno llega a cierto grado de pánico ya le da igual una dosis mayor. No voy a parar de escribir, ni de twittear; no tengo planes de cerrar mi blog, no abandonaré la práctica de pensar por cabeza propia y ?sobre todo? no voy dejar de creer que ellos están mucho más asustados que yo.

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30 de enero de 2010
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México prepara su Cumbre del Clima

No es sólo China. También Brasil e India, naturalmente. Pero no termina ahí la lista ni la exhibición de poder e influencia que realizan en Davos los emergentes, o imparables, esos nuevos países que ya cuentan y que van a contar mucho más en lo que queda del siglo XXI. Latinoamérica entera, desde la pobre y castigada Haití hasta el gigante brasileño, es también un continente emergente, cuya presencia en el Foro Económico Mundial crece de año en año. Lula, que debía hablar esta mañana, anuló su viaje por problemas de salud. Su discurso, pronunciado después de intervenir en el Foro Social de Porto Alegre, iba ser la intervención estelar de Davos. El protagonismo latinoamericano fue para Felipe Calderón, el presidente de México, en cuyas manos se halla la organización de la nueva cumbre del clima, después del fracaso de Copenhague en diciembre.

Al presidente mexicano se debe una de las metáforas más ingeniosas de lo que está ocurriendo con la política mundial, y específicamente con el cambio climático. Surgió precisamente en la mesa redonda en la que participó con Zapatero. Vamos en un avión cuyo piloto acaba de tener un ataque cardiaco. La tripulación y el pasaje han empezado a debatir quién puede tomar el mando. No hace falta entrar en detalles sobre lo que está en juego. El moderador del panel, Fareed Zakaria, introdujo una muy pertinente derivación del caso: quizás será cuestión de que los pasajeros de primera compartieran el champagne con los de la clase turista. En el debate quedaron claramente dibujados los principales interrogantes que plantea la reducción de emisiones. ¿Estamos dispuestos a sacrificar crecimiento para cumplir con los objetivos que proponemos? Zapatero, siempre optimista, cree que se puede hacer todo y bien: reducir emisiones y cumplir con los objetivos gracias a la innovación tecnológica y a las mejoras en eficiencia energética. ¿Hasta qué punto podemos confiar en la tecnología para resolver el problema? Stephan Harper, el premier canadiense, a diferencia de Zapatero, sólo confía en la tecnología y prefiere evitar los compromisos que luego no se cumplen. ¿Cómo se financiarán las reducciones de emisiones, sobre todo por parte de los países que menos han contaminado y que ahora desean crecer a toda prisa? Ésta es la pregunta central que requiere una respuesta sustancial para la cumbre de México, en la que Felipe Calderón ha empezado a trabajar para conseguir en su capital lo que no se obtuvo en Copenhague. El debate sobre el cambio climático contiene en su seno un debate sobre el futuro reparto de la riqueza mundial. Pero como todos los grandes problemas de la globalización, no es un juego de suma cero. Es lo contrario: todos ganan o todos pierden. Si alguien quiere que gane sólo su posición no va a conseguir otro resultado que la derrota para todos. Se juega, por tanto, en un equilibrio entre la codicia y la lucidez de los dirigentes políticos. Y aunque la pelea ha sido descomunal, el grado de consenso que suscita esta cuestión es evidente en Davos. Incluso Li Keqiang, el representante de China, en cuya cúpula dirigente se observa cada vez con más interés las teorías negacionistas respecto a la influencia de la mano del hombre en el cambio climático, tuvo una referencia de consenso en su discurso. También se pudo entender entre líneas algo más de indudable importancia: China toma las decisiones sobre la crisis y sobre el medio ambiente por sí misma; y ya no se dice explícitamente lo que se desprende: que nadie tiene derecho a interferir desde fuera en estas decisiones. China será uno de los huesos que deberá roer Calderón si quiere que triunfe su cumbre. (Un último apunte, éste sobre la noche latinoamericana, cena anual de Davos que este año reunió a tres presidentes: además del de México, los de Colombia, Alvaro Uribe, y de Panamá, Ricardo Martinelli. El tema central, la democracia. Con intervenciones claras pero de escasa agresividad. Algo de autosatisfacción, quizás más de la necesaria. Y una voluntad clarificadora de la comisaria europea Benita Ferrero-Waldner que pudo entender quien quiso. No basta con hacer elecciones para contar con democracias, se oía en muchas intervenciones. Tampoco basta la libertad de prensa y de palabra, respondió la comisaria europea. Las democracias necesitan, y Latinoamérica no es una excepción, instituciones fuertes, que son las que constituyen el Estado de derecho, proporcionan el equilibrio de poderes, permiten desalojar a los gobernantes corruptos e ineficientes y evitar que se perpetúen en el poder, y garantizan el respeto a discrepar y los derechos de la minorías. Y en esta cuestión no basta con mirar únicamente en dirección hacia la izquierda bolivariana: reproches los hay para todos.)

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29 de enero de 2010
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Chejov, 150 años

Homenaje ante la tumba de Chejov. Fuente: clarin Han pasado 150 años. Quizá fue el primero, realmente el primero. Con él empezó el siglo XX literario. La deuda que le tienen centenares o miles de escritores de todo el mundo, durante estos 150 años, es muy grande. Y la seguirán teniendo. Basta decir Carver para mostrar la punta del iceberg. Pero podría decir Nabokov, otro iceberg completamente distinto pero que parte del mismo líquido. Y así seguimos. Rusia celebra los 150 años del nacimiento del genial Anton Chejov. Dice la nota en Ñ:El presidente ruso, Dmitri Medvedev, rindió hoy honores al autor Anton Chejov, a 150 años de su nacimiento. El mandatario dejó flores en el monumento al escritor en Taganrog, en el sur de Rusia, donde Chejov nació el 29 de enero de 1860, y dijo que el artista también tenía su lugar en la era digital. Numerosas personas también honraron en Moscú al autor, muerto en 1904 de tuberculosis en Alemania.Rusia considera a Chejov "uno de nuestros contemporáneos", afirmó el viceministro de cultura ruso, Andrej Bussygin, en un acto enMoscú. "La verdad de Chejov sobre Rusia es una verdad dura. Quería que las cosas mejoraran", afirmó Bussygin. Rusia planea numerosos homenajes y la reedición de sus obras. Hay planes para restaurar la vivienda de Chejov en Yalta, en la penínsulaucraniana de Crimea.Habrá que celebrar al genio leyendo el mejor cuento que se ha escrito jamás en cualquier idioma: La dama del perrito. Y luego, por qué no, el libro maravilloso, sensible e inteligente que Janet Malcolm le dedicó Leyendo a Chejov: un viaje crítico (Alba editores)

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29 de enero de 2010
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Re: Salinger (Postscriptum)

Revisando la edición online del New Yorker, que a lo largo de su historia publicó algunos de los relatos más memorables de Salinger (desde A Perfect Day for Bananafish hasta For Esmé –with Love and Squalor, aunque –también memorablemente- los editores se negaron en su momento a publicar allí un extracto de The Catcher in the Rye), me encontré con algunos tributos que vale la pena mencionar.

Louis Menand analiza el legado de Catcher, no tanto como libro en sí mismo sino como artefacto cultural, y no tarda mucho en asociar la sombra que Holden Caulfield sigue proyectando sobre nosotros con su antecesora, la sombra de Hamlet. (¿O acaso no es Holden una versión teenager del Príncipe de Dinamarca, igualmente marcada por una pérdida traumática?)

A. M. Homes arranca diciendo: “Siento como si se hubiese muerto mi papá”. Y a continuación detalla las circunstancias en que leyó algunos de los relatos de Salinger, porque eso es lo que generan: como sólo ocurre en contadísimos casos, uno no olvida la circunstancia en que los leyó y el extraño estado de ánimo que nos indujeron. Sobre el final, confluye con mi propio estupor ante la noticia y sostiene que las palabras de Salinger forman ya parte de “nuestro ADN –todos somos sus personajes, somos todos Holden Caulfield, Seymour Glass, y la familia Glass completa”.

         Joshua Ferris recuerda la taxonomía que Nabokov creó para describir todo aquello que un gran escritor debe ser: “Storyteller, teacher, enchanter”. Narrador, maestro, hechicero. Salinger, por supuesto, reunía las tres características con la mayor de las naturalidades.

         Quizás el más entrañable de los tributos sea aquel del cineasta Wes Anderson, cuya obra (nunca de modo más manifiesto que en The Royal Tenenbaums) le debe tanto a Salinger. Todo lo que Anderson hace es citar un relato de F. Scott Fitzgerald llamado The Freshest Boy. Traduzco atolondradamente: “El contribuyó con los hechos que terminaron salvando a otro muchacho del ejército de los amargados, los egoístas, los neurasténicos y los infelices…”

         Yo querría volver a citar aquí unas frases que Seymour Glass le escribe a su hermano Buddy, presentándole los parámetros a que debe atenerse si quiere ser un escritor de verdad: “¿Habían salido la mayoría de tus estrellas? ¿Te ocupaste de escribir con todo tu corazón?” Se me ocurre que no puede decirse nada mejor de un artista que lo siguiente: estuvo a la altura de lo que pretendía de sí mismo. Y este, sin ir más lejos, es el caso.

         Aprovecho aquí para agradecerle a Christian Rodríguez. Yo me enteré ayer de la muerte de Salinger mediante Karina Micheletto de Página 12, que llamó para pedirme el texto que publicaron hoy e hizo de heraldo negro sin quererlo. Esta mañana encontré un mail de Christian que había ido a parar al buzón de spam. Todo lo que el texto decía era lo siguiente: “Murió Salinger”. Imagino que entendió que no había más que agregar, más allá del abrazo con que cerraba el mensaje; un gesto físico de esos que producimos en la certeza de que el abrazado perdió a alguien muy querido.

         Para qué engañarse: yo me siento un poco como A. M. Homes.

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29 de enero de 2010
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El Boomeran(g)
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