Skip to main content
Category

Blogs de autor

Blogs de autor

I. El árbol y el mueble

Quiero detenerme en una imagen que es el símil de mi oficio de escritor: un mueble. Puede que resulte un ejemplo un tanto arbitrario, pero mi abuelo materno era ebanista por afición. Del trabajo de sus manos conservo una hermosa mesa de roble, de amplia superficie y patas torneadas como airosas cariátides sin rostro que sostienen su arquitectura simple pero firme. Esta mesa, es la mesa sobre la que descansa la computadora en que escribo, los libros que consulto, mis cuadernos de apuntes.

            Para fabricar un mueble se parte de una idea de árbol, el árbol que se alza ante los vientos entre la abigarrada y oscura multitud del bosque. Es necesario elegir uno de ellos, apreciar su fuste, las rugosidades de su corteza, la extensión de sus raíces, la solemnidad de su estatura, la frondosidad de su ramaje, y entonces, hay que cortarlo. Y después de cortarlo, aserrarlo en piezas, ensamblar esas piezas, darles una forma; cuidar que las junturas no dejen luces ¾entre juntura y juntura no puede pasar la luz, saben de sobra los buenos artesanos¾; y por fin tallar, lijar, barnizar.

            Nada sobrevive de aquella forma de árbol, pero es el árbol. Entre el árbol y el mueble, entre la materia del árbol y la transformación de la materia en un mueble, queda de por medio la apropiación de esa materia, que es el proceso de convertir la realidad en imaginación y la imaginación en lenguaje; un proceso que requerirá de diversas herramientas, como las del carpintero que era mi abuelo: plomada, escoplo, buril. Y rigor, disciplina, sentido de las proporciones, amor de la perfección aunque la perfección se vuelva siempre inaprensible. Volver a lijar, volver a pulir. Tachar, sustituir, desechar. No dejar luces en las junturas.

Leer más
profile avatar
7 de abril de 2010
Blogs de autor

La modestia de los más grandes

Cuando comparamos nuestros héroes habituales con los antiguos, es imposible no sonreír ante la paradoja de que todo siga igual siendo por completo distinto. Hoy me refiero a los héroes de las multitudes. En el origen de los actuales (y actualas) acaparadores de la adoración social, sean figuras del rock, maniquíes, futbolistas o similares, se encuentra aquel magnífico personaje, Lord Byron, que fue el primero en abrir el espectáculo.

    Me lo ha recordado el delicioso libro del gran Giuseppe Tomasi di Lampedusa publicado por Nortesur y que en apenas cien páginas da un retrato exacto, irónico, encantador y sagaz del primer gran ídolo de masas. Hoy puede parecer un disparate que el mundo entero adorara (o bien odiara) a aquel aristócrata cojo y guapo, rico y pobre, inteligente y descerebrado, revolucionario y conservador, seductor de mujeres y seducido por hombres, poeta inmenso y versificador mediocre, aquel nudo de contradicciones que exaltó a la juventud europea y la condujo a los excesos de entonces, que eran tan peligrosos como los nuestros aunque más sanos. El Pete Doherty del romanticismo nos parece hoy un ser tan fabuloso como el ave fénix y sin embargo tenía ya todos los ingredientes de la popularidad mediática.

    No obstante, lo que más me ha emocionado del libro ha sido el tono de voz, la presencia casi física del inmenso artista que fue Lampedusa. En 1954, fecha de redacción, le quedaban tres años de vida. No lograría ver editada su obra maestra, El Gatopardo, rechazada por todos los editores italianos. Casi al final de este librito, escribe: "Lo que le haría falta a nuestra sociedad sería un Byron, es decir, un poeta que no fuera esclavo del público ni de los editores". Lo decía como si hablara de algo imposible, pero muy discretamente él lo había realizado, no con la poesía sino con una prosa que es lo más cercano a la poesía de los tiempos prosaicos. Su modestia no le permitía admitir que había escrito, sin esclavitudes editoriales o populistas, la novela decisiva de la Italia moderna. Tan libre como Byron, más sabio.

 

Artículo publicado el domingo 4 de abril de 2010.

Leer más
profile avatar
7 de abril de 2010
Blogs de autor

Camino de perfección

El modelo es italiano. Como en tantas otras ocasiones. De la civilización casi todo llega de la península itálica, lo más alto y lo más bajo. No hay estadio de perfección más elevado en este capítulo. Nadie ha llegado más lejos en la integral transformación del entero sistema político y de la moral de la sociedad. Los niveles alcanzados en otras naciones europeas se quedan cortos con lo que allí ha sucedido, donde los electores han convalidado y siguen convalidando las actuaciones del gobernante más corrupto de toda su historia desde los tiempos del Renacimiento hasta conseguir invertir la jerarquía de los valores. En Italia no hay corruptelas, ni corrupción política en sentido estricto; no hay financiación ilegal de los partidos políticos, ni políticos corruptos; el entero sistema se ha convertido en una maquinaria corrupta al servicio de quien es a la vez el corruptor y el corrupto en jefe, que sigue campando a sus anchas, adaptando las leyes y el Estado a sus intereses, comprando a diputados y funcionarios, a jueces y periodistas, gracias a la convalidación de sus métodos y de su altísima moral por parte de los electores.

No es fácil alcanzar tanto virtuosismo. Y no está claro que quienes en España aspiran a culminar este camino de perfección tengan las cualidades personales y la enorme capacidad corruptora que tiene el condottiero italiano que nos ocupa. Pero hay que reconocer que ponen mucho de su parte y con esto ya tienen la mitad del camino recorrido. Es difícil superar en cantidad y en calidad, en extensión y en intensidad los niveles de corrupción alcanzados entre nosotros por el partido que precisamente llegó al poder como abanderado de la regeneración moral y del Estado de derecho, frente a la corrupción y los crímenes de Estado del socialismo. Esa superioridad moral de partido incompatible con la corrupción, de partido irreprochable y legalista, era la coartada mayor para la mayor cueva de Ali Babá que jamás se haya visto en la democracia española. Lo único que falta ahora son las circunstancias políticas y económicas que les eleven a los altares de la sublimidad berlusconiana, en las que la corrupción quede bendecida y consagrada por las urnas como virtud democrática; y sea promovida y estimulada luego desde el Gobierno y las instituciones con el mismo ahínco con que se combaten los accidentes de automóvil en carretera. Una buena crisis económica, que destruya puestos de trabajo y deje en la intemperie a millares de familiares desahuciadas por sus hipotecas impagadas; un gobierno tan inepto como sea posible, incapaz de pasar un mensaje claro y siempre preparado para desmentirse varias veces al día; y un país polarizado por la inquina territorial, ideológica y religiosa, pueden bastar para que las próximas elecciones nos ofrezcan el milagro de la corrupción convalidada por las urnas. La fidelidad berroqueña del voto conservador y la crisis de la izquierda pueden hacer el resto. Esto no lo hemos visto todavía en unas elecciones generales en España. Sí se ha visto ya a pequeña escala en dos autonomía como mínimo, en la Comunidad Valenciana y en Madrid, donde la identificación ideológica puede más que los escrúpulos morales de los electores. Pero si este Partido Popular agusanado de arriba a bajo no se regenera antes de dos años ni consigue revertir su identificación con la corrupción, lo que nos espera puede ser tan grave como lo que ha vivido Italia bajo el berlusconato.

Leer más
profile avatar
7 de abril de 2010
Blogs de autor

Gran Vía sin Ava

 

Estraperlistas, inversores sin escrúpulos, espías de rojo, escondidos de la segunda gran guerra, monarcas sin tronos, reyes de países desaparecidos, barones de imperios caídos, diplomáticos sin destino, nazis favorecidos del régimen y otras faunas de la vida golfa poblaban la Gran Vía después de la derrota republicana. Los malos habían tomado Madrid, se habían apropiado de la Gran Vía después de haberla bombardeado. Madrid, en los años de la Segunda Guerra Mundial, en los primeros años de la reconstrucción democrática de las ciudades liberadas de los fascismos, se había convertido en el refugio cosmopolita de lo peor de Europa. Una ciudad cosmopolita que estaba llena de agujeros, de miseria, de perdedores, encarcelados, humillados y vencidos. "Madrid es una ciudad de un millón de cadáveres" como decía el poema del pusilánime, buena persona, bebedor y putero, Dámaso Alonso. Y la Gran Vía era su escaparate para disimular las miserias, para inventarse que Madrid también era New York.

Cien años de la Gran Vía, y setenta años desde que la calle se volvió a iluminar para esconder o disimular la inmoralidad de los vencedores. Ayer me tocó esperar que salieran los Borbones de la librería de la Gran Vía dónde no encontraba un libro que hoy, al fin y en una vieja librería, he podido encontrar. Me pareció una imagen irreal, atrapado en una librería porque allí estaban los reyes. Felizmente se fueron pronto, dejaron sus sonrisas y sus rápidas preguntas por algunos autores, algunos libros. Me pareció escuchar que el responsable de la librería, "La Casa del Libro", les hablaba del centenario de Miguel Hernández, le honra.

Hace años escribí sobre la Gran Vía y algunas de sus más famosas habitantes. Lujosas y menos lujosas chicas de alterne de Pasapoga, Pidoux,  El Abra o Chicote. Lugares del pasado, espacios del recuerdo de una calle, de una ciudad que ya no es aquella. Todavía queda "Chicote", pero ya no están las señoritas prostitutas que seguían las normas del barman simpático y franquista, Perico Chicote. Ya no es el que fue. Ni están las chicas en la barra, ni nunca más estará Ava Gadner cogiendo una barata y divertida borrachera.

Me gustaban aquellos simpáticos de la golfemia culta, la generación del 27 de la derecha- Jardiel, Tono, Neville, Mihura, Herreros- que creían haber ganado la guerra y tuvieron que soportar el franquismo. ¡Que se jodan!  Tenían su gracia, su humor disparatado, absurdo. "Yo había decidido nacer en Madrid, porque pensé que era el sitio que me cogía más cerca de "Chicote". Hubiera podido nacer en Burgos, o en Sevilla, sin ningún esfuerzo porque ambas capitales estaban terminadas ya; pero eso me hubiera pillado muy lejos para ir a tomar el aperitivo"

Mi homenaje, mi recuerdo, mi cariño a las peripatéticas de la Gran Vía que tuvieron que ocultar a sus padres perdedores, burlar las raciones de las cartillas de racionamiento a golpes de cadera. De meneo de trasero, de falsas copas, de polvos rápidos y de miedos de supervivientes en aquella ciudad abierta, hipócrita, injusta para la mayoría, divertida para algunos. La Gran Vía fue el escenario ideal de todas esas Lolas de espejos oscuros.

Leer más
profile avatar
6 de abril de 2010
Blogs de autor

Sobre los modos de contar la realidad

La semana pasada escribía aquí  acerca de la más reciente novela de Muñoz Molina, novela que se añade a la ingente cantidad de ficción escrita a propósito de la Guerra Civil española y que parece así pervivir obstinada en nuestra memoria: para bien y para mal. Como la siniestra noche dictatorial que vivió la Argentina y que aún sigue habitando en las pesadillas de muchos, oscura como un mal presagio, mantenida viva también por maravillosas y al mismo tiempo sombrías ficciones que se han escrito acerca de ella. Una de las más conmovedoras para mí, por la delicada manera de eludir el horror en bruto y precisamente por ello hacerlo más terrible, ha sido escrita por un vecino de Blog, Marcelo Figueras. Se hizo una película de ella y se llama Kamchatka. Altamente recomendable. Y las muchas ficciones acerca de la dictadura chilena, desde las que la muestran a rostro descubierto y sin escatimar su plena dosis de horror, hasta las que la mantienen como una línea de horizonte para el argumento de una historia aparentemente más liviana o acaso más personal, como Almuerzo de Vampiros, de Carlos Franz, otra novela de gran valía.

Y algo similar viene ocurriendo en el Perú, que ha generado en los últimos años una gran cantidad de literatura ¾buena, pasable y a veces simplemente mala¾ sobre lo que sucedió allí durante los terribles años del terrorismo y la dictadura de Fujimori. Es un fenómeno curioso porque habitualmente las dictaduras y el terrorismo suelen ser fuerzas que casi nunca actúan al mismo tiempo: naturalmente, una dictadura jamás consciente que el terrorismo campee a sus anchas: ella misma ejerce de tal, desde la usurpación del Estado. Por eso, cuando ocurre, como fue el caso del Perú a finales de años ochenta y principios de los noventa -que la dictadura de Fujimori tuviera que luchar contra el terrorismo de Abimael Guzmán- se genera en el país una noción distorsionada de lo que está bien y lo que está mal. Cuando Fujimori paseaba entre los cadáveres de los terroristas del MRTA que habían secuestrado durante meses a gente que se encontraba en la embajada de Japón en Lima, muchos festejaron aquella imagen llena de salvajismo como el triunfo del bien sobre el mal. Y parecíamos no darnos cuenta de que en la batalla que libra una dictadura contra el terrorismo no hay ningún ganador, pero sí un perdedor: la civilidad y la democracia.

Algo similar parece haberse trasladado a mucha de la literatura que se ha escrito en el Perú sobre aquellos años de terrorismo y gobierno despótico. Parece pues que los peruanos aún no somos capaces de leer simplemente literatura de "la guerra" (ya todo un género...) sin tomar partido, sin criticar al escritor, a la mayor o menos complacencia con la que escribe, a su grado de participación ideológica, a su postura frente a aquella época sombría. Y parece que todo el espectro termina por contaminarse y el debate se libra fuera del terreno literario. No es bueno, pero parece que tampoco resulte evitable, al menos del todo y durante algún tiempo. Quizá en esos casos ocurre que son los otros, los de fuera, los que pueden leernos mejor, menos premunidos contra lo real que alimenta aquellas historias.   

 

 

Leer más
profile avatar
6 de abril de 2010
Blogs de autor

¡Felicidades, Gran Vía!

  

 

            La Gran Vía es femenina, con curvas, empinada, sinuosa. Según nos situemos, la perspectiva será diferente, como si los edificios se doblaran para dejar entrar lo mejor de la luz o alguna hermosa fachada a lo lejos. Y si se mira para arriba en los días de sol los cristales de las ventanas parecen espejos enviándose señales unos a otros. Tras los espejos hay academias, clínicas, despachos de abogados, de detectives, hostales, habitaciones de hotel, apartamentos, oficinas y mucho más. Y abajo aún nos podemos encontrar alguna tienda con flamencas, toros, mantones y damasquinados, que nos hace preguntarnos cómo veríamos esta calle si fuésemos turistas. Yo particularmente nunca me sentaría en una terraza entre torrentes de gente que pasa sin cesar y codo con codo con los coches. Sus aceras están hechas para andar, para moverse, y si es verano, bajo la sombra de los propios edificios porque no hay árboles. Se ha intentado instalar algo de verde con jardineras aquí y allá, pero la Gran Vía rechaza el verde, no necesita esconderse tras el follaje, es lo que es. Tiene ese toque popular que hace que todo el mundo sea de la Gran Vía. Especialmente ahora que cumple 100 años. Qué no habrá ocurrido aquí, qué no se habrá visto en estas aceras llenas día y noche.

            En esto iba pensando mientras paseaba el otro día por ella echándoles vistazos a los escaparates, hasta que al llegar al edificio de Telefónica se abrió una gran puerta giratoria a mi paso que me dijo, entra, y entré lentamente sin saber bien qué hacía allí. Era una tarde extraña, entre plateada y rosa, tormentosa sin tormenta, melancólica. Daba la impresión de que el cambio climático se iba a producir de un momento a otro y que nos iba a pillar en la calle. En la acera había un grupo de jazz tocando y los transeúntes pasábamos a su lado con nuestros mejores andares como si estuviéramos en el rodaje del final del mundo y no quisiéramos estropearlo.

            Éste sería un momento tan malo como otro cualquiera, pensé mientras me dejaba tragar por la puerta giratoria hasta la exposición que acogen estas instalaciones de teléfonos de distintas épocas y todo lo referente al principal invento de nuestra civilización después de la luz. Todos los modelos, aunque fuesen muy antiguos, me resultaban familiares porque los había visto en el cine. Ese aparato con un gancho al lado que parecía una prolongación de la mano de Cary Grant o Humphrey Bogart. O las telefonistas de El apartamento, de Billy Wilder. Precisamente hay una reproducción muy emotiva en esta muestra de una larga centralita con clavijas y luces rojas y verdes y las operadoras sentadas en fila y uniformadas en las posturas más cómodas que podían adoptar para que no se les hinchasen las piernas. Detrás de ellas, en un pupitre aparte, una encargada vigilaba su trabajo, ¿tal vez para que aquella chicas que tanto han llenado la pantalla con sus voces cruzadas y sus dedos ágiles y su profundo conocimiento del ser humano no escuchasen más de la cuenta? Eran unas expertas en la voz. La voz es lo que llega más lejos de una persona. Es como su espíritu y nunca cambia tanto como el cuerpo. Quizá por eso lo que al final quedan en las casas y castillos embrujados son las voces de sus habitantes. Ahora, en cambio, preferimos no comprometernos con la voz y escribir mensajes.

            Seguí adelante. Tenían algo nostálgico los grandes teléfonos negros de Crimen perfecto y los blancos de Confidencias de medianoche. Pero lo más impresionante fue entrar en una habitación en que se levantaban imponentes bloques metálicos con cables y palancas. Era una central antigua en que se veía cómo por una mínima llamada se ponía en movimiento todo un universo de piezas que iban chocando unas con otras. Y esto sucedía tanto si la llamada servía para salvar una vida como para cualquier tontería, como si el universo fuese ajeno a lo que consideramos importante, y como si nosotros fuésemos ajenos al complejo engranaje que entra en funcionamiento con cualquier acción, con cualquier palabra o mirada. Pero ahora estamos acostumbrados a no ver la gran complicación que hay detrás de la vida. Si nos diésemos cuenta quizá nos frenaríamos en el empeño de hacerla difícil y angustiosa. De hecho en los modelos de central actuales todo es más rápido, fluido, más invisible, como si no pasara nada. Y, sin embargo, pasa.

Leer más
profile avatar
6 de abril de 2010
Blogs de autor

Patria de uno, pueblo de uno, socialismo de uno

O de dos, porque ese uno que fue dos, Raúl, es como un eco del uno único, que es Fidel. El nuevo uno no es tan prolijo como el otro y algo más viejo uno, pero es igual de claro en su caudillismo. Cuando dice pueblo quiere decir yo, cuando dice patria quiere decir yo y cuando dice socialismo también quiere decir yo.

El culmen de esa egocracia vestida de socialismo militarizado y de vulgata marxista es exhibir los acontecimientos de 1962, la crisis de los misiles entre la Unión Soviética y Estados Unidos, el momento en que la humanidad se ha situado más cerca del holocausto nuclear, para amenazarnos con otra, con una repetición que esta vez termine con todo: ?Este país jamás será doblegado. Antes prefiere desaparecer, como lo demostramos en 1962?. Que traducido del castrista quiere decir: me llevaré todo por delante antes de rendirme o pastelear una transición democrática; prefiero que desaparezcamos todos y que la isla se hunda en el mar de las Antillas a que desaparezca la dictadura que ejercemos los hermanos Castro sobre el pueblo cubano. En aquella crisis, provocada por el despliegue de misiles nucleares soviéticos en Cuba, el máximo dirigente de la URSS, Nikita Jruschov, negoció con el presidente americano, John Kennedy, a espaldas de un Fidel Castro empeñado en mantener el desafío y dispuesto a ir a la guerra, que sería nuclear, con Estados Unidos aun a costa de la desaparición de Cuba. Su hermano Raúl evoca ahora aquellos hechos para demostrar su disposición a hundirse como Sansón en el templo con todos los filisteos antes que ceder el poder. Los Castro hablan del pueblo, de la patria y del socialismo. Pero es bien evidente que sólo ellos son los intérpretes auténticos de lo que quiere y dice el pueblo, del que queda automáticamente excluido quien no piense y haga lo que ellos quieren. Como ellos también son los únicos intérpretes de una patria que prefieren exterminada antes de que sea libre de decidir su destino. Y no hablemos del socialismo, que quiere decir la propiedad privada castrista de todos los medios de producción, de la tierra y de cuanto se mueve en Cuba. Dicho en otras palabras: Cuba es su cortijo. Por cierto, este discurso lo ha pronunciado Raúl Castro en la alcusura del congreso de la Unión de Juventudes Comunistas, donde una vez más se ha puesto en evidencia lo que sucede con las autocracias: ni siquiera cumplen las reglas que ellas mismas se imponen. El PCC tiene la obligación estatutaria de reunir su congreso cada cinco años. Pues bien, veamos que dice al respecto el máximo líder: ?En asuntos de envergadura estratégica para la vida de toda la nación no podemos dejarnos conducir por emociones y actuar sin la integralidad (sic) requerida. Esa es, como ya explicamos, la única razón por la cual decidimos posponer unos meses más la celebración del Congreso del partido y a la Conferencia Nacional que lo precederá?. El último congreso del PCC, el quinto, se reunió en 1997, y la Conferencia Nacional, de reunión obligada entre congresos, jamás se ha reunido. Y el secretario general es todavía el abuelo Fidel, con su chándal y su verborrea irrefrenable. Lo dicho: el cortijo de una dictadura gerontocrática. (El ya fallecido Robert McNamara, entonces secretario de Defensa de Kennedy, dio esta explicación, que traduzco, sobre la crisis de los misiles, en el filme ?The Fog of War? de Errol Morris. ?No fue hasta enero de 1992, en una reunión presidida por Castro en La Habana, cuando me enteré de que 162 cabezas nucleares, incluyendo 90 cabezas tácticas, estaban desplegadas en la isla en aquel crítico momento de la crisis (sic). No podía creer lo que estaba oyendo y Castro se enfadó mucho conmigo porque dije: ?Señor Presidente, terminemos esta reunión. Esto es totalmente nuevo para mí y no estoy seguro de que estén traduciendo correctamente?. ?Señor Presidente, tengo tres preguntas para usted. La primera: ¿Tenía usted conocimiento de las armas nucleares desplegadas? Segunda pregunta: ¿En caso de saberlo, habría recomendado usted a Jruschev que las usara ante un ataque de Estados Unidos? Tercera pregunta: ¿En caso de usarlas, qué hubiera sucedido con Cuba?.? ?El respondió: ?En primer lugar, sabía que estaban aquí. En segundo lugar, no habría recomendado a Jruschev, sino que le recomendé efectivamente que las usara. En tercer lugar: ¿Qué hubiera sucedido con Cuba? Habría quedado totalmente destruida. Así de cerca estuvimos. Errol Morris: ¿Y se le veía dispuesto a aceptarlo? Sí, y volvió a preguntarme: ?Señor McNamara, si usted y el presidente Kennedy se hubieran encontrado en una situación similar, ¿qué hubieran hecho??: Le dije: ?Señor presidente, espero por Dios que no lo hubiéramos hecho. ¿Hacer caer el templo sobre nuestras cabezas? ¡Dios mío¡?.)

Leer más
profile avatar
6 de abril de 2010
Blogs de autor

El crítico peregrino

  

Joaquín Marco. El crítico peregrino. Leer y escribir sobre narrativa española. Madrid: Marenostrum, 2009. 

 

Esta recopilación de ensayos, balances y artículos sobre novela española moderna y contemporánea  es, en primer lugar, una biografía intelectual de Joaquin Marco, de su vasta producción crítica y su permanente fe en la lectura. Esto es, de la necesidad vital de interpretar la producción literaria como el íntimo proceso de la formación nacional moderna. Editor de largo aliento, crítico constante desde la prensa barcelonesa, compilador de trabajos criticos sobre autores y movimientos literarios claves; hombre, en fin, de letras comprometido con la escritura de su tiempo, Marco representa la estirpe más civil del crítico como agente  cultural, a la vez tolerante y justo.  Durante cuarenta años, Marco ha practicado la crítica como testigo privilegiado del  movimiento cultural que buscó abrirle puertas a la cultura española, siguiendo la promesa moderna de una sociedad que, en la lectura, adquiría su conciencia reflexiva y su capacidad de diálogo.  Este libro prueba que las palabras ganaban, desde la literatura,  la veracidad mutua.
 

No es casual, entonces, que la primera parte de esta compilación se titule “Una literatura para la democracia,“ y empiece con las evidencias: las literaturas de España se han desarrollado, desde la Guerra Civil, frente a un escollo principal: la censura. Este libro incluye trabajos que van de 1965 hasta 2003, aunque la mayoría son de la década de los 70, y corresponden, por lo mismo, al horizonte de expectativas abierto por la democracia. Pero si el largo debate por hacer de la crítica una forma adelantada de libertad ciudadana, es parte ya de la historia intelectual de la recuperada modernidad española; las promesas de la transición, en cambio, no se cumplieron literariamente como movimiento de renovación.  Las grandes novelas que saldrían a la luz al acabar la censura, no aparecieron. Más bien, las mayores novelas se dieron en esos años de fermento y lucha contra las censuras. Y también, cuando se asumió el riesgo formal,  el diálogo creativo con la novela latinoamericana y la recuperación de la novela española del exilio. En la sección “De Nada a la Modernidad,” Marco recuenta principalmente la obra de Cela, Delibes y Torrente Ballester, seguramente proyectos modélicos. Pero en la siguiente sección y más decisiva, “Una narrativa camino a Europa,” el crítico recorre la gran diversidad narrativa de  la transición: Semprún, Fernández Santos, Sánchez Ferlosio, Martín Gaite, García Hortelano, Juan Goytisolo, Martín Santos, Marsé y Luis Goytisolo, sobre cuya obra se detiene con más atención, y no sin buenas razones; la serie iniciada con Recuento es una de las mayores articulaciones contemporáneas de la novela escrita dentro de España. Luego, Marco reúne bajo el rubro de “Por caminos inciertos,”  la disyunción de voces y tendencias que van de Vázquez Montalván a Enrique Vila-Matas.  Mientras que las secciones anteriores están signadas por la certidumbre, ésta testimonia las rutas no de la ficción sino del campo cultural,  que estos años de bienestar  transforman sus convicciones, hábitos, y expectativas. La literatura deja de ser una actividad heroica y pasa a ser materia del mercado en la sociedad del espectáculo.  Pero el crítico, con mano firme, separa la paja del grano y, con buen ánimo, recobra aquello que promete futuro.
 

Joaquín Marco empezó su fructífera carrera  en Destino y fue crítico literario de La Vanguardia. Su trabajo incluye la monografía, el estudio académico, y la edición formal, pero nunca consideró su labor divulgadora como menor  y fue capaz de hacer, con igual rigor, la reseña periodística. Fue por mucho tiempo unos de los pocos críticos españoles dedicados con fervor a las literaturas latinoamericanas. En la memorable serie OCNOS que fundó y editó, aparecieron por primera vez en España los principales poetas latinoamericanos pero también algunos libros de poetas españoles del exilio. Catedrático de literatura española en la Universidad de Barcelona, fue uno de los muy pocos que le hizo lugar a las escrituras de la otra orilla. No menos rico de lecturas y recuentos será el tomo de sus trabajos sobre hispanoamericana que debe seguir a esta compilación.
 

La atención crítica de Joaquín Marco tiene la forma de su devoción literaria. Merece reconocimiento esa labor discreta,  tan vital como intelectual, tan gratuita como necesaria.

 

Leer más
profile avatar
5 de abril de 2010
Blogs de autor

Una juventud demasiado vieja

La máxima cita de la Unión de Jóvenes Comunistas concluyó en La Habana, pero su pariente mayor, el Partido, aún no anuncia la fecha en que celebrará su sexto congreso. Raúl Castro afirmó a principios de 2009 que convocaría -a la mayor brevedad- una conferencia nacional del PCC, pero a estas alturas nadie puede ubicarla en el almanaque. La UJC se le ha ido entonces por delante al reunirse en el Palacio de las Convenciones y discutir temas que habrían dejado fructíferas polémicas si hubieran contado con un marco de verdadero respeto. Bajo el lema de ?Todo por la Revolución?, cientos de rostros juveniles observaron la mesa presidencial repleta de funcionarios que ya cumplieron más de seis décadas de vida. La vieja generación no estuvo allí para decirles a los más nuevos ?el país también es de ustedes, les toca ahora decidir el rumbo?, sino que los exhortó al sacrificio, los amonestó por la poca combatividad y quiso arrancarles pactos de continuidad y eterna fidelidad. Es el tipo de acciones que desarrolla un partido político en relación con su cantera, pero en el caso cubano se trata de la única organización juvenil permitida por la ley. Llama la atención que a esa edad en que adoptamos las poses más variadas y defendemos las banderas más increíbles, a nuestros jóvenes sólo les está admitida la militancia bajo el carnet rojo. Muchos de ellos, en circunstancias más libres, engrosarían filas en un grupo ecológico, se sumarían a un piquete de activistas sindicales o se afiliarían para exigir el fin del Servicio Militar obligatorio. Quienes hoy forman parte de la UJC nacieron comenzado ya el Período Especial, no alcanzaron juguetes en las tiendas de productos racionados y sólo tomaron leche -legalmente-  hasta los siete años. Han crecido gracias al mercado negro y se han puesto zapatos porque sus padres desviaron recursos del estado o le pidieron a un pariente exiliado ayuda para comprarlos. Se trata de una generación crecida en medio del apartheid turístico que impedía a los cubanos entrar en los hoteles o acceder a ciertos servicios; hijos amamantados con consignas vacías en las escuelas y palabras de hastío en los hogares. A pesar de su compromiso de lealtad, sospecho que acarician el desquite, ese momento en que romperán todas las promesas hechas a los mayores.

Leer más
profile avatar
5 de abril de 2010
Blogs de autor

La manga de la sotana (un recuerdo irlandés)

El padre Arnall entró y la lección de latín dio comienzo (...) pidió a Jack Lawton que declinara la palabra  mare y Jack Lawton se paró en el ablativo singular, no consiguiendo llegar hasta el plural.

-Deberías avergonzarte de ti mismo, dijo el padre Arnall severamente. Tú, el primero de la clase.

Después preguntó a un segundo alumno y a un tercero. Ninguno fue capaz de responder. El padre Arnall parecía calmarse a medida que un alumno tras otro intentaba responder sin conseguirlo. Finalmente preguntó a Fleming y éste respondió que esta palabra carecía de plural. El padre Arnall de repente cerró el libro y le gritó:

-De rodillas ahí en medio de la clase. Eres el muchacho más vago que he visto jamás. El resto de la clase a  copiar de nuevo los deberes. (...)

Un silencio se cernió sobre el aula y Stephen, mirando disimuladamente el rostro del padre Arnall, percibió que había enrojecido de  rabia (...)

La puerta se abrió despaciosamente y se cerró de nuevo. Un corto susurro recorrió la clase: era el Director de Estudios. Hubo un instante de silencio grave al que siguió el sonoro golpear de una regla en el último pupitre. El corazón de Sthephen palpitó aterrado.

-¿Todos estos chicos quieren una buena zurra, Padre Arnall? gritó el Director de Estudios. ¿Hay en esta clase algún perezoso, algún gandul,  que quiere ser zurrado?

Llegó al centro de la clase y vió a Fleming arrodillado.

-¡Vaya! gritó. ¿Quién es este chico?

- Fleming, Padre.    

-Vaya, ¡Fleming¡ Un gandul sin duda. Lo veo en su mirada ¿Por qué está de rodillas, Padre Arnall?

- Escribió una mala versión de Latín, respondió el padre Arnall, y no dio una en las preguntas de gramática.

- ¡Sin duda fue así! Gritó el Director de Estudios. ¡Un gandul de nacimiento! Se nota en su mirada.

Golpeó con su regla el pupitre gritando:

-¡De pie¡ ¡De pie  muchacho!

Fleming se levantó despacio

-¡Arriba! Gritó el Director de Estudios.

Fleming alzó su mano. La regla cayó sobre ella con un fuerte ¡zas!: uno, dos, tres cuatro, cinco, seis.

-¡La otra mano!

De nuevo la regla produjo seis fuertes, rápidos,  ¡zas! (...)

 

¡A vuestros deberes, el resto de la clase¡ gritó el Director de Estudios. Aquí no queremos vagos  ni  gandules, no queremos perezosos intrigantes. ¡A vuestros deberes¡ Os aseguro que volveré a estar aquí cada día. Sí, el padre Dollan volverá a estar aquí mañana.

Golpeó a uno de los alumnos en el costado con la regla diciendo:

- ¡Tú! ¿Cuándo volverá a estar aquí el padre Dolan?

 -Mañana,  Padre, dijo la voz de Tom Furlong

- Mañana y pasado mañana y al día siguiente, dijo el Director de Estudios. Metéroslo en la cabeza. Cada día tendréis aquí al padre Dolan. Seguid escribiendo. ¡Eh! tú, muchacho, ¿cómo te llamas?

El corazón de Stephen se sobresaltó de golpe.

-Dedalus, Padre

- ¿Por qué no estás escribiendo como los demás?

- Yo.... mis...

No podía hablar por el miedo

- ¿Por qué no está escribiendo, Padre Arnall?

-Se rompieron sus gafas, dijo el padre Arnall y le autoricé a no hacer los deberes.

- ¿Se rompieron? ¿Qué estoy oyendo?¿Cuál era pues tu apellido? dijo el Director de Estudios.

- Dedalus, Padre.

- Fuera de aquí Dedalus, pequeño tramposo. Veo el granuja en tu cara.¿Dónde rompiste las gafas?

Stephen se fue aterrado y apresuradamente al medio de la clase.

-¿Dónde rompiste las gafas? Repitió el Director de Estudios.

- En el camino del cementerio, Padre

- ¡Vaya! en el camino,  gritó el Director de Estudios. Conozco el truco

Stephen alzó sus ojos  extrañado y vio un instante los  cabellos grisáceos y blancos de su cabeza ya no joven  (...) vio sus ojos sin color contemplándole a través de sus gafas. ¿Por qué había dicho que  conocía el  truco?

- ¡Vago, pequeño gandul! Gritó el Director de Estudios. ¡Romperse las gafas! ¡Un viejo truco de escolares!¡Abre tu mano inmediatamente¡

Stephen cerró sus ojos y  mantuvo en el aire su temblorosa mano con la palma hacia arriba. Sintió como el Director de Estudios se la sujetaba  un instante a la altura de  los dedos tensándola, y después sintió el deslizarse de la manga de la sotana mientras la regla era alzada para golpear (...)

La otra mano! Dijo el Director de Estudios

Stephen retiró su lisiada y dolorida mano derecha y alzó la mano izquierda. La manga de la sotana se deslizó de nuevo mientras la regla era alzada (...)

-¡De rodillas!, gritó el Director de Estudios

Stephen se apresuró a arrodillarse apretando sus golpeadas manos  contra los costados."

 

James Joyce, A Portrait of the Artist as a Young Man (1914).  Experiencia vivida por el protagonista en  el colegio de los Jesuitas de Clongowes.  

Leer más
profile avatar
5 de abril de 2010
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.